lunes, 24 de enero de 2011

La Conversión de San Pablo Apóstol - Fiesta Enero 25

La Sagrada Biblia - Capítulo IX - Los Hechos de los Apóstoles



Mas Saulo, que todavía no respiraba sino amenazas y muerte contra los discípulos del Señor, se presentó al príncipe de los sacerdotes, y le pidió cartas para Damasco, dirigidas a las sinagogas, para traer presos a Jerusalén a cuantos hombres y mujeres hallase de esta profesión o escuela de Jesús.

Caminando, pues, a Damasco, ya se acercaba a esta ciudad, cuando de repente le cercó de resplandor una luz del cielo. Y cayendo en tierra asombrado oyó una voz que le decía:
"¡Saulo, Saulo!, ¿por qué me persigues?"
Y él respondió:
"¿Quién eres tú, Señor?"
Y el Señor le dijo:
"Yo soy Jesús, a quien tú persigues: dura cosa es para ti el dar coces contra el aguijón".
Él entonces, temblando y despavorido, dijo:
"Señor, ¿qué quieres que haga?"
Y el Señor le respondió:
"Levántate y entra en la ciudad, donde se te dirá lo que debes hacer".
Los que venían acompañándole estaban asombrados, oyendo, sí, sonidos de voz, pero sin ver a nadie. Levantóse Saulo de la tierra, y aunque tenía abiertos los ojos, nada veía. Por lo cual llevándole de la mano le metieron en Damasco. Aquí se mantuvo tres días privado de la vista, y sin comer ni beber.

Estaba a la sazón en Damasco un discípulo llamado Ananías, al cual dijo el Señor en una visión:
"¡Ananías!
Y él respondió:
"Aquí me tenéis, Señor".
"Levántate," le dijo el Señor, "y ve a la calle llamada Recta; y busca en casa de Judas a un hombre de Tarso llamado Saulo, que ahora está en oración".
(Y en este mismo tiempo, veía Saulo en una visión a un hombre llamado Ananías, que entraba y le imponía las manos para que recobrase la vista).

Respondió, empero, Ananías:
"Señor, he oído decir a muchos que este hombre ha hecho grandes daños a tus santos en Jerusalén. Y aún aquí está con poderes de los príncipes de los sacerdotes para prender a todos los que invocan tu Nombre".
"Ve a encontrarle", le dijo el Señor, "que ése mismo es ya un instrumento elegido por mí para llevar mi Nombre y anunciarlo delante de todas las naciones, y de los reyes, y de los hijos de Israel. Y Yo le haré ver cuántos trabajos tendrá que padecer por mi Nombre".
Marchó, pues, Ananías, y entró en la casa, e imponiéndole las manos, le dijo:
"¡Saulo, hermano mío!, el Señor Jesús, que se te apareció en el camino que traías, me ha enviado para que recobres la vista, y quedes lleno del Espíritu Santo".
Al momento cayeron de sus ojos unas como escamas, y recobró la vista; y levantándose fue bautizado. Y habiendo tomado después alimento, recobró sus fuerzas. Estuvo algunos días con los discípulos que habitaban en Damasco, y desde luego empezó a predicar en las sinagogas a Jesús, afirmando que Éste era el Hijo de Dios. Todos los que oían estaban pasmados, y decían:


"¿Pues no es éste aquel mismo que con tanto furor perseguía en Jerusalén a los que invocaban este Nombre, y que vino acá de propósito para conducirlos presos a los príncipes de los sacerdotes?"


Saulo, empero, cobraba cada día nuevo vigor y esfuerzo, y confundía a los judíos que habitaban en Damasco, demostrándoles que Jesús era el Cristo.


Palabra de Dios
Gloria a Ti, Señor Jesús