viernes, 2 de julio de 2010

Santa María Goretti - Fiesta 6 de Julio





Virgen Mártir de la Pureza
Una adolescente mártir por conservar la castidad

Una santa que prefirió morir antes que ofender a Dios y vivió la virtud de la pureza hasta el heroísmo.

Santa María Goretti (nació en Corinaldo, 16 de octubre de 1890 - murió asesinada en Nettuno, 6 de julio de 1902), laica y mártir italiana. Su nombre verdadero era María Teresa Goretti, y apodada Marietta.

En julio de 1902, María se quedó en casa cosiendo ropa y cuidando de su hermanita de dos años (Teresa). Alessandro, que se había cansado de los rechazos de María, porque siempre le hacía proposiciones deshonestas que en un principio ella no las comprende. Más tarde, al adivinar las intenciones del muchacho, la joven está sobre aviso y rechaza la adulación y las amenazas. Suplica a su madre que no la deje sola en casa, pero no se atreve a explicarle claramente las causas de su pánico, pues Alessandro la ha amenazado: "Si le cuentas algo a tu madre, te mato". Su único recurso es la oración. La víspera de su muerte, María pide de nuevo llorando a su madre que no la deje sola, pero, al no recibir más explicaciones, ésta lo considera un capricho y no concede importancia a aquella súplica.

"¡María!", grita Alessandro. "¿Qué quieres?". "Quiero que me sigas". "¿Para qué?". "¡Sígueme!". "Si no me dices lo que quieres, no te sigo". Ante semejante resistencia, el muchacho la agarra violentamente del brazo y la arrastra hasta la cocina, atrancando la puerta. La niña grita, pero el ruido no llega hasta el exterior. Al no conseguir que la víctima se someta, Alessandro la amordaza y esgrime un puñal. María se pone a temblar pero no sucumbe. Furioso, el joven intenta con violencia arrancarle la ropa, pero María se deshace de la mordaza y grita: "No hagas eso, que es pecado... Irás al infierno."

Alessandro se descontroló por completo, apuñalando a María más de 14 veces con un punzón para picar hielo; cuando vio a la malherida María tratando de arrastrarse hacia la puerta para pedir ayuda, la acuchilló tres veces más y huyó. María quedó herida de muerte al recibir catorce heridas graves y se ha desvanecido.


En el hospital no hay nada que hacer. Después de un largo y penoso viaje en ambulancia, hacia las ocho de la noche, llegan al hospital. Los médicos se sorprenden de que la niña todavía no haya sucumbido a sus heridas, pues ha sido alcanzado el pericardio, el corazón, el pulmón izquierdo, el diafragma y el intestino. Al comprobar que no tiene cura, mandan llamar al capellán. María se confiesa con toda lucidez. Después, los médicos le prodigan sus cuidados durante dos horas, sin dormirla. María no se lamenta, y no deja de rezar y de ofrecer sus sufrimientos a la santísima Virgen, Madre de los Dolores. Su madre consigue que le permitan permanecer a la cabecera de la cama. María aún tiene fuerzas para consolarla: "Mamá, querida mamá, ahora estoy bien... ¿Cómo están mis hermanos y hermanas?".

A María la devora la sed: "Mamá, dame una gota de agua". "Mi pobre María, el médico no quiere, porque sería peor para ti". Extrañada, María sigue diciendo: "¿Cómo es posible que no pueda beber ni una gota de agua?". Luego, dirige la mirada sobre Jesús crucificado, que también había dicho ¡Tengo sed!, y se resigna. El capellán del hospital la asiste paternalmente y, en el momento de darle la sagrada Comunión, la interroga: "María, ¿perdonas de todo corazón a tu asesino?". Ella, reprimiendo una instintiva repulsión, le responde: "Sí, lo perdono por el amor de Jesús, y quiero que él también venga conmigo al paraíso. Quiero que esté a mi lado... Que Dios lo perdone, porque yo ya lo he perdonado." En medio de esos sentimientos, los mismos que tuvo Jesucristo en el Calvario, María recibe la Eucaristía y la Extremaunción, serena, tranquila, humilde en el heroísmo de su victoria. El final se acerca. Se le oye decir: "Papá". Finalmente, después de una postrera llamada a María, entra en la gloria inmensa del paraíso. Es el día 6 de julio de 1902, a las tres de la tarde. No había cumplido los doce años.


El destino de su asesino

El juicio de Alessandro tiene lugar tres meses después del drama. Aconsejado por su abogado, confiesa: "Me gustaba. La provoqué dos veces al mal, pero no pude conseguir nada. Despechado, preparé el puñal que debía utilizar". Es condenado a treinta años de trabajos forzados. Aparenta no sentir ningún remordimiento del crimen.

Alessandro Serenelli, el asesino de María, cumplió su condena en la cárcel de Roma, y tras su liberación, ingresó como hermano terciario y portero a un convento capuchino de dicha ciudad, donde murió en 1970. Él atribuyó su cambio de vida a un sueño que tuvo en la cárcel varios años después del asesinato; según él, vio en sueños a María con catorce lirios blancos, uno por cada puñalada recibida; gracias a ésto no sólo logró reconciliarse con la sociedad, sino que también con la familia Goretti, que lo perdonó expresamente.

Esperanza en la Providencia con amor
al prójimo y dignidad de mujer

Para poder crear un clima favorable a la castidad, es importante practicar la modestia y el pudor en la manera de hablar, de actuar y de vestir. Con esas virtudes, la persona es respetada y amada por sí misma, en lugar de ser contemplada y tratada como objeto de placer. Siguiendo el ejemplo de María Goretti, los jóvenes pueden descubrir "el valor de la verdad que libera al hombre de la esclavitud de las realidades materiales", y podrán "descubrir el gusto por la auténtica belleza y por el bien que vence al mal" (Juan Pablo II, id).

Con ocasión del centenario de su muerte, el 30 de junio de 2002, el cardenal Sergio Sebastiani ilustró las virtudes de esta santa: «Confianza en la providencia, amor hacia el prójimo, rechazo de la violencia y respeto de la propia dignidad de mujer, oración y unión con Dios, heroísmo del perdón por amor a Cristo, fe en la vida ultraterrena».

Reza a S. Maria Goretti

Niña de Dios,
tú que conociste temprano
la dureza y la fatiga,
el dolor y las breves alegrìas de la vida.



Tú que fuiste pobre y huérfana,
tu que quisiste a tus hermanos incansablemente
haciéndote sierva, humilde y atenta.
Tú que fuiste buena sin orgullo.



Tú que quisiste el Amor
por encima de todas las cosas.
Tú que vertiste sangre
para no traicionar al Señor,
tú que perdonaste a tu asesino
deseándole el paraíso.


Implora y reza por nosotros cerca del Padre
en la manera que decimos sí
al proyecto que Dios tiene sobre nosotros.

Tú que eres amiga de Dios
tanto que ya lo ves cara a cara,
obténdnos de Él
la gracia que te pedimos ....

Te agradecemos, Marietta,
el cariño por Dios y hacia todos nosotros
que ya sembraste
en nuestros corazones.
Amen.

Textos tomados de Wikipedia
Santuario S. Maria Goretti Nettuno Italia
Catholic.net