viernes, 3 de octubre de 2025

San Francisco de Asís - Estigmatizado - Fundador de la Orden de los Franciscanos - Fiesta Octubre 4

     



Nació en Asís (Italia) en el año 1182 y murió el 3 de octubre de 1226 a la edad de 44 años. Después de una juventud frívola se convirtió, renunció a los bienes paternos y se entregó de lleno a Dios. Abrazó la pobreza y vivió una vida evangélica, predicando a todos el amor de Dios. Santo italiano que fue diácono, fundador de la Orden Franciscana y de una segunda orden conocida como Hermanas Clarisas, ambas surgidas bajo la autoridad de la Iglesia Católica en la Edad Media. Dio a sus seguidores unas sabias normas, que luego fueron aprobadas por la Santa Sede. Su vida religiosa fue austera y simple, por lo que animaba a sus seguidores a hacerlo de igual manera. Es el primer caso conocido en la historia de Estigmatizaciones visibles y externas.


La expulsión de los
demonios de Arezzo




Francisco, hombre evangélico, pacífico y pacificador, al comienzo de todas sus predicaciones saludaba al pueblo anunciándole la paz con estas palabras:


"El Señor os de la paz"


Tal saludo lo aprendió por revelación divina, como él mismo lo confesó más tarde en su Testamento. De ahí que, según la palabra profética de Isaías y movido en su persona del espíritu de los profetas, anunciaba la paz, predicaba la salvación y con saludables exhortaciones, reconciliaba en una paz verdadera a quienes, siendo contrarios a Cristo, habían vivido antes lejos de la salvación.

Y así sucedió que en cierta ocasión llegó Francisco a Arezzo, cuando toda la ciudad se hallaba agitada por unas luchas internas tan espantosas, que amenazaban hundirla en una próxima ruina. Alojado en el suburbio, vio sobre la ciudad unos demonios que daban brincos de alegría y azuzaban los ánimos perturbados de los ciudadanos para lanzarse a matar unos a otros. Con el fin de ahuyentar aquellas insidiosas potestades aéreas, envió delante de sí, como mensajero, al hermano Silvestre, varón de colombina simplicidad, diciéndole:

 
"Marcha a las puertas de la ciudad y, de parte de Dios omnipotente, manda a los demonios, por santa obediencia, que salgan inmediatamente de allí"


Se apresuró el hermano Silvestre a cumplir las órdenes del Padre y, prorrumpiendo en alabanzas ante la presencia del Señor, llegó a la puerta de la ciudad y se puso a gritar con voz potente:

 
"De parte de Dios omnipotente y por mandato de su siervo Francisco, marchaos lejos de aquí, demonios todos"


Al punto quedó apaciguada la ciudad, y sus habitantes, en medio de una gran serenidad, volvieron a respetarse mutuamente en sus derechos cívicos. Expulsada, pues, la furiosa soberbia de los demonios, que tenían como asediada la ciudad, por intervención de la sabiduría de un pobre, es decir, de la humildad de Francisco, tornó la paz y se salvó la ciudad.


La predicación a las aves




Asaltó a Francisco una angustiosa duda, que le atormentaba en gran manera y muchos días, sobre si debía entregarse del todo al ejercicio de la oración o, más bien, ir a predicar por el mundo. Veía las muchas ventajas de la oración, para la que creía haber recibido una mayor gracia que para la palabra. Pero veía también que el Hijo unigénito de Dios descendió del seno del Padre para amaestrar al mundo con su ejemplo, y predicar el mensaje de salvación a los hombres. Y, por más que durante muchos días anduvo dando vueltas al asunto con sus hermanos, Francisco no acertaba a ver con toda claridad cuál de las dos alternativas debería elegir como más acepta a Cristo.

Así, pues, llamó a dos de sus compañeros y los envió al hermano Silvestre y a la santa virgen Clara, encareciéndoles que averiguasen la voluntad del Señor sobre el particular. Tanto el venerable sacerdote como la virgen consagrada a Dios, coincidieron de modo admirable en lo mismo, a saber, que era voluntad divina que el heraldo de Cristo saliese afuera a predicar. Tan pronto como volvieron los hermanos y le comunicaron a Francisco la voluntad del Señor, se levantó en seguida, se ciñó y sin ninguna demora emprendió la marcha.

Acercándose a Bevagna, llegó a un lugar donde se había reunido una gran multitud de aves de toda especie. Al verlas el santo de Dios, corrió presuroso a aquel sitio y saludó a las aves como si estuvieran dotadas de razón. Todas se le quedaron en actitud expectante, con los ojos fijos en él, de modo que las que se habían posado sobre los árboles, inclinando sus cabecitas, lo miraban de un modo insólito al verlo aproximarse hacia ellas. Y, dirigiéndose a las aves, las exhortó encarecidamente a escuchar la palabra de Dios, y les dijo:


"Mis hermanas avecillas, mucho debéis alabar a vuestro Creador, que os ha revestido de plumas y os ha dado alas para volar, os ha otorgado el aire puro y os sustenta y gobierna, sin preocupación alguna de vuestra parte"


Mientras les decía estas cosas y otras parecidas, las avecillas, gesticulando de modo admirable, comenzaron a alargar sus cuellecitos, a extender las alas, a abrir los picos y mirarle fijamente. Entre tanto, el varón de Dios, paseándose en medio de ellas con admirable fervor de espíritu, las tocaba suavemente con la fimbria de su túnica, sin que por ello ninguna se moviera de su lugar, hasta que, hecha la señal de la cruz y concedida su licencia y bendición, remontaron todas a un mismo tiempo el vuelo. Todo esto lo contemplaron los compañeros que estaban esperando en el camino. Vuelto a ellos el varón simple y puro, comenzó a inculparse de negligencia por no haber predicado hasta entonces a las aves.


El milagro de la ovejita


San Buenaventura refiere que, cierto día, estando el Santo en el convento de Nuestra Señora de los Ángeles, una persona tuvo a bien regalarle una ovejita, y la recibió con mucho agradecimiento, porque le complacía ver en ella la imagen de la mansedumbre. Después de recibida, mandó San Francisco a la ovejita que atendiese a las alabanzas que se tributaban a Dios, y no turbase la paz de los religiosos con sus balidos. El animal, como si hubiese entendido al siervo de Dios, observaba con fidelidad su mandato pues tan pronto como oía el canto de las divinas alabanzas en el coro, se aquietaba, y si alguna vez se metía en la capilla, quedábase inmóvil en un rinconcito sin causar la menor molestia.

Pero el prodigio era ver cómo después del rezo divino, si se celebraba el santo Sacrificio de la Misa, al tiempo de elevar el sacerdote la Sagrada Hostia, la ovejita, sin ser enseñada de nadie, se ponía de pie e hincaba las rodillas en señal de reverencia a su Señor.




De la Carta de San Francisco de Asís
dirigida a todos los fieles


La venida al mundo del Verbo del Padre, tan digno, tan santo y tan glorioso fue anunciada por el Padre altísimo, por boca de su santo Arcángel Gabriel, a la santa y gloriosa Virgen María, de cuyo seno recibió una auténtica naturaleza humana, frágil como la nuestra. Él, siendo rico sobre toda ponderación, quiso elegir la pobreza, junto con su santísima madre. Y, al acercarse su pasión, celebró la Pascua con sus discípulos. Luego oró al Padre diciendo:




"Padre mío, si es posible, que pase y se aleje de mí ese cáliz"


Sin embargo, sometió su voluntad a la del Padre. Y la voluntad del Padre fue que su Hijo bendito y glorioso, a quien entregó por nosotros y que nació por nosotros, se ofreciese a sí mismo como sacrificio y víctima en el ara de la Cruz, con su propia sangre, no por sí mismo, por quien han sido hechas todas las cosas, sino por nuestros pecados, dejándonos un ejemplo para que sigamos sus huellas. Y quiere que todos nos salvemos por Él y lo recibamos con puro corazón y cuerpo casto.

¡Qué dichosos y benditos son los que aman al Señor y cumplen lo que dice el mismo Señor en el Evangelio:

 
¡Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón y con toda tu alma, y al prójimo como a ti mismo!


 



Amemos, pues, a Dios y adorémoslo con puro corazón y con mente pura, ya que Él nos hace saber cuál es su mayor deseo, cuando dice:

 
"Los que quieran dar culto verdadero adorarán al Padre en espíritu y verdad"


Porque todos los que lo adoran deben adorarlo en espíritu y verdad. Y dirijámosle, día y noche, nuestra alabanza y oración, diciendo: Padre nuestro, que estás en los cielos; porque debemos orar siempre sin desanimarnos. 

Procuremos, además, dar frutos de verdadero arrepentimiento. Y amemos al prójimo como a nosotros mismos. Tengamos caridad y humildad y demos limosna, ya que ésta lava las almas de la inmundicia del pecado. En efecto, los hombres pierden todo lo que dejan en este mundo, tan sólo se llevan consigo el premio de su caridad y las limosnas que practicaron, por las cuales recibirán del Señor la recompensa y una digna remuneración.

No debemos ser sabios y prudentes según la carne, sino más bien sencillos, humildes y puros. Nunca debemos desear estar por encima de los demás, sino, al contrario debemos, a ejemplo del Señor, vivir como servidores y sumisos a toda humana criatura, movidos por el amor de Dios. El Espíritu del Señor reposará sobre los que sí obren y perseveren hasta el fin, y los convertirá en el lugar de su estancia y su morada, y serán hijos del Padre celestial, cuyas obras imitan; ellos son los esposos, los hermanos y las madres de Nuestro Señor Jesucristo.


Oración Simple de
San Francisco de Asís




Oh, Señor,
hazme un instrumento de tu paz.

Donde hay odio,
que lleve yo el amor.

Donde haya ofensa,
que lleve yo el perdón.

Donde haya discordia,
 que lleve yo la unión.

Donde haya duda,
que lleve yo la fe.

Donde haya error,
que lleve yo la verdad.

Donde haya desesperación,
que lleve yo la alegría.

Donde haya tinieblas,
que lleve yo la luz.




Oh, Maestro,
haced que yo no busque
tanto ser consolado, sino consolar;
ser comprendido, sino comprender;
ser amado, como amar.

Porque es:

Dando, que se recibe;
Perdonando, que se es perdonado;
Muriendo, que se resucita
a la Vida Eterna.

Amén.






Saludo
a la Bienaventurada
Virgen María
San Francisco de Asís


Salve, Señora, Santa Reina,
Santa Madre de Dios,
María, que eres Virgen
hecha iglesia y elegida
por el santísimo Padre del cielo,
a la cual consagró Él
con su santísimo amado Hijo
y el Espíritu Santo Paráclito,
en la cual estuvo y está
toda la plenitud de la gracia
y todo bien.
Salve, palacio suyo;
salve, tabernáculo suyo;
salve, casa suya.
Salve, vestidura suya; 
salve, esclava suya; 
salve, Madre suya 
y todas vosotras,
santas virtudes, 
que sois infundidas
por la gracia e iluminación
del Espíritu Santo en los corazones
de los fieles, para que de infieles
hagáis fieles a Dios.

S. Francisco de Asís


Bendición
de San Francisco de Asís
a Fray Leo

Con ella desaparece
tentación que nos atormenta







Petición Urgente de Jesús y la Virgen de Fátima - Cinco Primeros Sábados de Reparación a su Inmaculado Corazón

  



Apariciones Posteriores y Mensajes de Nuestra Señora a Sor Lucía


Según el relato de Sor Lucía - Recopilado por SCTJM


"Jesús quiere servirse de ti para darme a conocer y amar. Quiere establecer en el mundo la devoción a mi Inmaculado Corazón"




Durante su vida religiosa, recibe apariciones en las cuales la Virgen Santísima le revela:


- La petición de los Cinco Primeros Sábados de Reparación

- La visión de la Trinidad con la petición de la consagración de Rusia


Cinco primeros sábados de reparación


Trasfondo histórico


Los Sábados son tradicionalmente dedicados a la Virgen. Desde muy antiguo la Santa Iglesia, ha considerado el sábado un día dedicado a intensificar la devoción Cristiana a la Santísima Virgen, Madre de Dios y nuestra amantísima Madre. Mucha gente consagraba el primer sábado del mes a la Virgen por esta intención y para reparar por las blasfemias y ultrajes en contra de ella por parte de los pecadores y de los falsos maestros.

El Papa San Pío X el 12 de Julio de 1905 emitió un decreto en el que alababa esta práctica y ofrecía indulgencias por ella. Ese mismo año en el mes de Noviembre el Santo Padre nuevamente bendijo e indulgenció la práctica tradicional de los Hijos del Corazón de María y la Archicofradía del Inmaculado Corazón de María, para dedicar los primeros sábados de cada mes a esta devoción con el propósito de hacer reparación al Inmaculado Corazón de María.


La Virgen pide los Cinco Primeros Sábados de Reparación


La Virgen le dijo que:


"Con el fin de prevenir la guerra, vendré para pedir la consagración de Rusia a mi Inmaculado Corazón y la comunión reparadora en los primeros sábados de mes"


La promesa hecha por Nuestra Señora a Lucía en Julio 13 de 1917 de que habría una manifestación futura concerniente a la práctica de los Cinco Primeros Sábados fue cumplida el 10 de diciembre de 1925.




Lucía era postulante en el Convento de las Doroteas en Pontevedra (España) cuando tiene una aparición de la Virgen sobre una nube de luz, con el Niño Jesús a su lado. La Santísima Virgen puso su mano sobre el hombro de Lucía, mientras en la otra sostenía su corazón rodeado de espinas. El niño le dijo:


"Ten compasión del Corazón de tu Santísima Madre. Está cercado de las espinas que los hombres ingratos le clavan a cada momento, y no hay nadie que haga un acto de reparación para sacárselas"


Inmediatamente dijo Nuestra Señora a Lucía:


"Mira, hija mía, mi Corazón cercado de espinas que los hombres ingratos me clavan sin cesar con blasfemias e ingratitudes. Tú, al menos, procura consolarme y di que a todos los que, durante cinco meses, en el primer sábado, se confiesen, reciban la Sagrada Comunión, recen el Rosario y me hagan compañía durante 15 minutos, meditando en los misterios del Rosario con el fin de desagraviarme, les prometo asistir en la hora de la muerte con las gracias necesarias para su salvación"


Los elementos principales de los 5 primeros sábados de reparación son:




1-Confesión. Es esencial en el camino del arrepentimiento y la conversión.




2-Eucaristía: Recibir la Santa Comunión. El primer fruto de esta devoción es el culto a la Santa Eucaristía en sus tres aspectos: sacrificio, comunión y adoración. Acompañar al Santísimo Sacramento por quince minutos.






3-Rezo del Rosario con dos aspectos: oración y meditación. Se rezan cinco misterios con la meditacion de los misterios.

La oración vocal del Rosario tiene siempre en su base un acto de meditación interior en los misterios de la vida, sufrimiento y gloria de nuestro Señor y de la Santísima Virgen. La jaculatoria que la Virgen pide que recemos después de cada misterio:


"Oh mi Jesús, perdona nuestros pecados, líbranos del fuego del infierno. Conduce todas las almas al cielo especialmente las que más necesitan de tu misericordia"


Estas almas son las de los pecadores por quienes rezamos por su conversión y salvación eterna. Estos pecadores pueden ser los que están más obstinados en su pecado sin arrepentirse, aquellos que están, sin saberlo, al borde de la muerte y están en pecado mortal. Finalmente, aquellos que por circunstancia de lugar, están lejos de la posibilidad de conseguir un sacerdote y recibir los sacramentos incluso en sus últimos momentos. Por estas pobres almas, las que están en más necesidad de la misericordia de Dios, deben ser derramadas las eficaces oraciones de las almas cristianas, intercediendo por ellos, haciendo reparación, uniéndose en meditación con el corazón de María, Madre y Refugio de los pecadores.


Promesa de Salvación


Aquellos que practiquen esta devoción de los cinco primeros sábados, Nuestra Señora prometió:


"Yo os asistiré a la hora de vuestra muerte con las gracias necesarias de salvación"


Hay muchos testimonios de almas que son especialmente devotas del Corazón de María, que reciben un conocimiento del cielo que la hora de su partida está cerca. No es precisamente un anuncio de la muerte, pero sí una nueva y gentil preocupación por recibir con más dignidad los sacramentos, con una intención mas pura en todas sus acciones, y se intensifica la caridad y la dedicación al apostolado. El Corazón de María va perfeccionando las almas de sus hijos hasta llegar a su encuentro decisivo con su Divino Salvador.


Espíritu de Reparación


Todos estos actos de la devoción, deben hacerse con la intención de reparar las ofensas cometidas en contra del Inmaculado Corazón de María. Aquellos que la ofenden cometen una ofensa doble: ofenden a su Divino Hijo, y ponen en peligro su salvación. Esta reparación hace énfasis en nuestra responsabilidad hacia los pecadores que no oran y no hacen reparación por sus pecados.

Esta devoción nos presenta una responsabilidad social y nos recuerda de que para ir a Dios debemos amar a nuestros semejantes y tratar de salvar sus almas. También nos enseña una forma excelente de hacerlo, a través del espíritu de reparación al Inmaculado Corazón de María. Hay quienes se preocupan de que se les puede olvidar en cada uno de los cinco sábados ofrecer por la intención de reparación. Pero esto se puede evitar haciendo la resolución de ofrecer esta reparación desde el primer sábado que se empieza...


"Dios mío yo creo, adoro, espero y te amo. Te pido perdón por los que no creen, no adoran, no esperan, y no te aman" (el ángel a los pastorcitos de Fátima)


¿Por qué 5 Sábados?


Después de haber estado Lucía en oración, Nuestro Señor le reveló la razón de los 5 sábados de reparación:




"Hija mía, la razón es sencilla: se trata de 5 clases de ofensas y blasfemias proferidas contra el Inmaculado Corazón de María:


1- Blasfemias contra su Inmaculada Concepción.

2- Contra su virginidad.

3- Contra su Maternidad Divina, rehusando al mismo tiempo recibirla como Madre de los hombres.

4- Contra los que procuran públicamente infundir en los corazones de los niños, la indiferencia, el desprecio y hasta el odio hacia la Madre Inmaculada.

5- Contra los que la ultrajan directamente en sus sagradas imágenes.

"He aquí hija mía, por qué ante este Inmaculado Corazón ultrajado, se movió mi misericordia a pedir esta pequeña reparación, y, en atención a Ella, a conceder el perdón a las almas que tuvieran la desgracia de ofender a mi Madre. En cuanto a ti procura incesantemente con tus oraciones y sacrificios moverme a misericordia para con esas almas".


También es importante establecer un tiempo fijo para la devoción, en este caso los primeros cinco sábados de mes. Esto nos ayudará a establecer un hábito. La misma Iglesia lleva nuestra vida espiritual por ciclos litúrgicos: Cuaresma, Adviento...


Importancia de esta devoción


En febrero de 1926 se le apareció el Niño Jesús preguntándole si había difundido la devoción a su Santísima Madre. Lucía le contó las dificultades que tenía en llevar a cabo esta misión. Jesús le respondió que con su gracia bastaba.




En Fátima, la Virgen misma desea recomendar esta devoción, especificando "cinco primeros sábados consecutivos" enriqueciendo esta práctica con la promesa de salvación. En la última instancia, es Dios quien es ofendido por cada pecado. Por esta razón, es Dios también quien es el objeto último de cada acto de reparación de los cristianos. Nosotros no podemos comprender propiamente el mensaje celestial dado en Fátima en este punto esencial de reparación si no lo hacemos reparando directamente al Inmaculado Corazón de María. Es nuestro Señor mismo quien nos dice:


"Ten compasión del Corazón de tu Santísima Madre. Está cercado de las espinas que los hombres ingratos le clavan a cada momento, y no hay nadie que haga un acto de reparación para sacárselas"


La predestinación de María en su Maternidad Divina, su colaboración activa en toda la obra de redención, su misión de ser madre espiritual de toda la Iglesia y de cada persona redimida por la preciosa sangre de Cristo, constituye una de las leyes básicas de la divina providencia para la aplicación efectiva de la redención en cada alma. Por lo tanto, la devoción a su Inmaculado Corazón debe ser intensificada y extendida. Consecuentemente quien ofenda a nuestra Madre, ya sea por blasfemia, por negación de su grandeza en su misión de corredención, o por tratar de despreciar la devoción a Nuestra Señora en la Iglesia o en las almas, al mismo tiempo ofende a Dios y a su providencia.

Un cristiano que comprende cuán vil son este tipo de ofensas trata de hacer reparación intensificando su amor filial y su disponibilidad a servir y trabajar arduamente para que el Reino del Corazón de María se establezca. Así responde el amor. Ambos aspectos de la reparación cristiana: primero directamente a Dios y subordinadamente al corazón de María, son manifestaciones complementarias de una misma realidad y un mismo espíritu.


Frutos de esta devoción


En toda verdadera devoción a nuestra Señora (y la devoción a su Inmaculado Corazón es expresión perfecta de la verdadera devoción) hay siempre una invitación efectiva a regresar los corazones a Cristo Salvador. Cuando se trata de aquellos que han perdido la gracia, es una llamada a la conversión, a la vida de gracia y a la salvación eterna. Cuando se trata de almas que viven en la gracia de Dios, la verdadera devoción a María, les da un fuerte impulso por avanzar por la vía de santidad y crea en ellos un espíritu de apostolado cristiano. Esta es una ley constante en la vitalidad de la Iglesia. Ya sean Instituciones Marianas, Santuarios Marianos, movimientos y peregrinaciones Marianas, siempre han sido una llamada irresistible desde el corazón maternal de María, a un regreso de estas almas a Cristo. La práctica de los cinco primeros sábados en reparación, corresponde a este nuevo capitulo de la santificación para aquellos que desean escalar la montaña del amor y de la santidad.


Visión de la Trinidad y petición de la consagración de Rusia




En Junio de 1929, Lucía estaba ya con las religiosas, Hijas Doroteas, y describe esta aparición así:


"...De repente toda la Capilla del convento se alumbró de una luz sobrenatural, y una Cruz de luz apareció sobre el altar, llegando hasta el techo. En la claridad de la parte superior se podía ver la cara de un hombre y su cuerpo hasta la cintura. En el pecho había una paloma de luz, y clavado en la Cruz había el cuerpo de otro hombre. Por encima de la cintura, suspendidos en el aire, podía ver un cáliz y una gran Hostia, en la cual caían gotas de sangre del rostro de Jesús crucificado y de la llaga de su costado. Estas gotas, escurriendo en la Hostia, caían en el cáliz. Debajo del brazo derecho de la cruz estaba Nuestra Señora. Era Nuestra Señora de Fátima, con su corazón Inmaculado en su mano izquierda, sin espada ni rosas, pero con una corona de espinas y llamas. Debajo del brazo izquierdo de la Cruz, grandes letras, como si fuesen de agua cristalina, que corrían sobre el Altar formando estas palabras:

"Gracia y Misericordia"


Nos dice Lucía:


"Entendí que era el Misterio de la Santísima Trinidad que se me enseñó, y yo recibí luces acerca de este misterio, que no se me permite revelar"


La Virgen le dijo:


"Ha venido el momento en que Dios pide al Santo Padre que en unión con todos los obispos del mundo haga la consagración de Rusia a mi Corazón, prometiendo salvarla por este medio"

Prevenía la difusión de sus errores y se adelantaba su conversión".


Consagración de Rusia por los Santos Padres


Dic. 1940 - Lucía recibe permiso para escribir al Santo Padre Pío XII, pidiéndole esta consagración.

Oct. 1942 - Papa Pío XII consagra al mundo con mención especial de Rusia.

Julio 1952 - Consagración especial solo de Rusia. 

1965 - Papa Pablo VI también consagra a Rusia.

1982 - Papa Juan Pablo II consagra el mundo al Corazón Inmaculado.




1984 - Papa Juan Pablo II (Roma) ante la imagen de la Virgen, consagra el mundo colegialmente (con los obispos). Según Lucía, esta consagración fue conforme a los deseos de la Virgen.

2000 - Año Jubilar. El Papa Juan Pablo II consagra colegialmente (con los obispos) el mundo y el III milenio al Inmaculado Corazón el 8 de Octubre, durante el jubileo de los obispos. En la víspera el Papa guía la oración de un rosario mundial. Sor Lucía es televisada llevando uno de los misterios desde su convento.




La hermana Lucía ha dicho a varias personas que la consagración del mundo al Inmaculado Corazón de María, hecha por el Papa Juan Pablo II en 1984, aunque no mencionó explícitamente a Rusia, fue aceptada por la Virgen. Lucía ha dicho esto a cardenales, obispos, a un ex-presidente de Filipinas, a Howard Dee, embajador de esa nación en el Vaticano, al Dr. Fred Zugibe de New York quien es experto en la Crucifixión. Cuando un obispo le preguntó a Lucía cómo ella sabe que la consagración fue aceptada, ella indicó que la Virgen aún se comunica con ella.


“La victoria si llega llegará por medio de María”. Mientras entraba en los problemas de la Iglesia universal, al ser elegido Papa, llevaba en mí una convicción semejante: que también en esta dimensión universal, la victoria, si llega, será alcanzada por María. Cristo vencerá por medio de Ella, porque Él quiere que las victorias de la Iglesia en el mundo contemporáneo y en el mundo futuro estén unidas a Ella” (San Juan Pablo II, Cruzando el Umbral de la Esperanza, página 236).


Fuente - Texto tomado de CORAZONES.ORG: