domingo, 8 de junio de 2025

Memoria de la bienaventurada Virgen María - Madre de la Iglesia - Lunes después de Pentecostés - Junio 9 de 2025

 



Memoria de la bienaventurada Virgen María, madre de la Iglesia, a quien Cristo encomendó sus discípulos para que, perseverando en la oración al Espíritu Santo, cooperaran en el anuncio del Evangelio.


Fuente - Texto tomado de DOMINICOS.ORG:






MARÍA, MADRE DE LA IGLESIA




María es madre de la Iglesia y de cada uno de sus miembros por designio divino. Jesús, desde la cruz, nos dio a María como Madre:

"Jesús, habiendo visto a su Madre, le dice: Mujer, he ahí a tu hijo!. Luego dice al discípulo: He ahí a tu Madre!". Y desde aquella hora el discípulo la acogió en su casa. (Jn 19, 26-27)

Juan representa a todos los que, como él, desean ser el "discípulo amado" de Jesús. Como él, llevamos a María a nuestra casa.

María Santísima es verdaderamente madre nuestra. Ella nos engendra continuamente a la vida sobrenatural. Ella como madre intercede continuamente por nosotros ante su Hijo. Ella siempre nos indica el camino a Cristo y nos concede las gracias necesarias para andar.

La Virgen María fue solemnemente proclamada como "Madre de la Iglesia" en el Concilio Vaticano II el 21 de noviembre de 1964.

La Iglesia celebraba la festividad de la Presentación de la Santísima Virgen María. Era el día de la clausura de la tercera etapa del Concilio Vaticano II, y en esa ocasión se iban a promulgar tres Documentos Conciliares: el decreto sobre las Iglesias Orientales Católica; el decreto sobre el Ecumenismo; y sobre todo, la Constitución Dogmática sobre la Iglesia "Lumen Gentium". El estudio y la reflexión que el CVII hizo sobre el misterio de María en el plan de salvación, no fue promulgado en un documento propio y particular, sino que providencialmente, bajo la inspiración del Espíritu Santo, fue integrado como el último capítulo de la Constitución sobre la Iglesia.

Este capitulo VIII, cuyo título es:

"La Santísima Virgen María, Madre de Dios, en el misterio de Cristo y de la Iglesia" fue llamado por Pablo VI "vértice y corona" de esa Constitución. Fue la primera vez que un concilio Ecuménico presentó una "extensa síntesis de la doctrina católica sobre el puesto que María Santísima ocupa en el misterio de Cristo y de la Iglesia" (Pablo VI).

El propósito del Concilio fue manifestar el rostro de la Santa Iglesia, a la que María esta íntimamente unida, y de la cual ella es "la parte mayor, la parte mejor, la parte principal y más selecta" (S. Ruperto).

Pablo VI, a nombre de toda la Iglesia, expresó una profunda satisfacción al decir: "podemos afirmar que esta sesión se clausura como himno incomparable de alabanza en honor de María".


Texto de proclamación:


"En verdad la realidad de la Iglesia no se agota en su estructura jerárquica, en su liturgia, en sus sacramentos, ni en sus ordenanzas jurídicas. Su esencia íntima, la principal fuente de su eficacia santificadora, ha de buscarse en su mística unión con Cristo; unión que no podemos pensarla separada de Aquella, que es la Madre del Verbo Encarnado, y que Cristo mismo quiso tan íntimamente unida a si para nuestra salvación. Así ha de encuadrarse en la visión de la Iglesia la contemplación amorosa de las maravillas que Dios ha obrado en su Santa Madre. Y el conocimiento de la doctrina verdadera católica sobre María será siempre la llave de la exacta comprensión del misterio de Cristo y de la Iglesia. La reflexión sobre estas estrechas relaciones de María con la Iglesia, tan claramente establecidas por la actual Constitución Conciliar (LG), nos permite creer que es este el momento mas solemne y mas apropiado para dar satisfacción a un voto que han dado todos los padres conciliares, pidiendo insistentemente una declaración explícita durante este Concilio de la función maternal que la Virgen ejerce sobre el pueblo cristiano. Así pues, para GLORIA DE LA VIRGEN Y CONSUELO NUESTRO, PROCLAMAMOS A MARÍA SANTÍSIMA "MADRE DE LA IGLESIA", es decir, Madre de todo el pueblo de Dios, tanto de los fieles como de los pastores que la llaman Madre amorosa y queremos que de ahora en adelante sea honrada e invocada por todo el pueblo cristiano con este GRATÍSIMO TITULO.
La divina maternidad es el fundamento de su especial relación con Cristo y de su presencia en la economía de la salvación operada por Cristo, y también constituye el fundamento principal de las relaciones de María con la Iglesia, por ser Madre de Aquel que, desde el primer instante de la encarnación en su seno virginal, se constituyó en cabeza de su Cuerpo Místico, que es la Iglesia. María, pues, como MADRE DE CRISTO, ES TAMBIÉN, MADRE DE LA IGLESIA. Juan XXIII: al iniciar el Concilio dijo: "hagamos todo con María, la madre de Jesús. Pablo VI, concluye el concilio proclamando: La maternidad espiritual de María, sobre la Iglesia entera. -María es la "raíz" del misterio de Cristo: pues es la Madre de Cristo. -María la "coronación del misterio de la Iglesia: es Madre de la Iglesia.

Notemos que el Sumo Pontífice hizo gran énfasis en su proclamación al referirse tres veces: "tanto de los fieles, como de los pastores". Recordemos que toda piedad y culto a la Virgen Santísima se desarrollan en subordinación armónica al culto de Cristo, gira alrededor de él y es su punto de referencia.

Esta proclamación sobre la doble misión de María se ha transformado en gozosa veneración a Ella y en adoración hacia el sabio designio de Dios, que ha colocado en su Familia -la Iglesia- como en todo hogar doméstico, la figura de una Mujer, que calladamente y en espíritu de servicio, vela por ella y protege benignamente su camino hacia la patria, hasta que llegue el día glorioso del Señor. Reflexión Teológica al declarar a María Madre de la Iglesia se esta afirmando una realidad, no es solamente un titulo. Corresponde a una real maternidad espiritual. María es Madre Espiritual perfecta de la Iglesia.

1- Porque es madre de Jesús y su más íntima compañera en la economía de la salvación. Participó con su Hijo del sacrificio de la Redención y por él fue proclamada madre no solo de su discípulo Juan sino de todo el género humano. "Ella continúa desde el Cielo cumpliendo su función maternal de cooperadora en el nacimiento y en el desarrollo de la vida divina en cada una de las almas de los hombres redimidos"

2- Como toda madre humana, María, no se limita a dar vida sino a alimentar y educar. ¿De qué modo coopera María en el incremento de los miembros del cuerpo Místico en la vida de la gracia? -Mediante su incesante intercesión inspirada por una ardiente caridad. Ella aunque está inmersa en la visión de la Trinidad no olvida a sus hijos desterrados -como ella un día- en la peregrinación de la fe. Mas aún contemplándolos en Dios y viendo sus necesidades, en comunión con Jesús siempre vivo para interceder por nosotros, se hace nuestra Abogada, Auxiliadora, Intercesora, Mediadora. (Esto se sabe desde los primeros siglos: bajo tu amparo). Su intervención obtiene de la mediación de Cristo la propia fuerza y es una prueba luminosa de la fuerza de Cristo. Su intercesión es en virtud de Cristo.

3- María, modelo y ejemplo de virtud. Además de la intercesión, ella ejerce sobre los hombres redimidos otro influjo: el ejemplo. Su influjo es real e importantísimo, pues ella ha vivido perfectamente las virtudes de Cristo. Ella no sólo nos llama sino que su ejemplo nos mueve y nos anima a vivir una vida de perfección. Así como el Poderoso hizo grandes cosas en ella, así las puede hacer en nosotros si le permitimos. Además, conviene tener presente que la eminente santidad de María, no fue sólo un don singular de la generosidad divina; fue también el fruto de la continua y generosa correspondencia de su libre voluntad a las mociones internas del Espíritu Santo. Por su perfecta armonía entre la gracia divina y la actividad de su naturaleza humana, la Virgen dio suma gloria a la Santísima Trinidad y se convirtió en insigne decoro de la Iglesia. La Santidad de María mueve los fieles a levantar los ojos hacia ella pues brilla como modelo de virtud ante la comunidad de los elegidos (LG 65)

4- Virtudes de María que la Iglesia debe imitar:

- La fe y la dócil aceptación de la Palabra de Dios

- La obediencia generosa

- La humildad sencilla

- La caridad solícita

- La sabiduría reflexiva

- La piedad hacia Dios pronta al cumplimiento de los deberes religiosos

- La gratitud por los bienes recibidos; ofrece en el templo, en la comunidad apostólica

- Fortaleza en el destierro y en el dolor

- La pobreza llevada con dignidad y confianza en el Señor

- El vigilante cuidado del hijo desde la humildad de la cuna hasta la ignominia de la cruz

- Delicadeza provisora

- Pureza virginal

- Fuerte y casto amor esponsal

Jesús al pie de la cruz, nos da a María, como Madre espiritual no sólo del creyente pero de toda la comunidad de creyentes que es la Iglesia. Cuando la Encarnación, María acepta ser la madre del Mesías, o sea del Salvador, y a la vez, necesariamente madre de los salvados. Ella es la madre de la Cabeza, y en el orden de la gracia, se convierte también en madre del cuerpo místico. No se puede concebir a una cabeza sin cuerpo. María da a luz virginalmente a Jesús en Belén, y María nos da a luz a nosotros la Iglesia al pie de la Cruz, cuando tiene su otra anunciación y acepta ser madre de los creyentes. Darnos a luz, conllevó mucho dolor, no se desgarraron sus entrañas, pero sí su corazón. -SCTJM


Fuente - Texto tomado de CORAZONES.ORG:

San Efrén de Siria - Diácono - Doctor de la Iglesia - "Arpa del Espíritu Santo" - (306-373) - Fiesta Junio 9

 

Efrén: "fructífero"
(que da mucho fruto)


Diácono - Doctor de la Iglesia - escritor eclesiástico - llamado "el arpa del Espíritu Santo".


Biografía


San Efrén alcanzó gran fama como maestro, orador, poeta, comentarista y defensor de la fe. Es el único de los Padres sirios a quien se honra como Doctor de la Iglesia Universal, desde 1920. En Siria, tanto los católicos como los separados de la Iglesia lo llaman "Arpa del Espíritu Santo" y todos han enriquecido sus liturgias respectivas con sus homilías y sus himnos. A pesar de que no era un hombre de mucho estudio formal, estaba empapado en las Sagradas Escrituras y tenía gran conocimiento de los misterios de la fe.

San Basilio le describe como "un interlocutor que conoce todo lo que es verdad"; San Jerónimo, al recopilar los nombres de los grandes escritores cristianos, le menciona con estos términos: "Efrén, diácono de la iglesia de Edessa, escribió muchas obras en sirio y llegó a tener tanta fama, que en algunas iglesias se leen en público sus escritos, después de las Sagradas Escrituras. Yo leí en la lengua griega un libro suyo sobre el Espíritu Santo; a pesar de que sólo era una traducción, reconocí en la obra el genio sublime del hombre". (Edessa, hoy llamada Urfa o Sanliurfa, está en Turquía).


San Efrén narra que en un sueño vió que de su lengua nacía una mata de uvas, la cual se extendía por muchas regiones, llevando a todas sus racimos. Este sueño llegó a ser profético por la gran propagación de sus obras. 


A San Efrén debemos, en gran parte, la introducción de los cánticos sagrados en los oficios y servicios públicos de la Iglesia, como una importante característica del culto y un medio de instrucción. 


Su vida




Efrén nació alrededor del año 306, en la población de Nísibis (hoy llamada Nusaybin, en Turquía), región dominada por Roma. No se sabe por cierto si sus padres eran cristianos. Él reconoce que de joven no le daba mucha importancia a la religión hasta que llegaron las pruebas. A la edad de dieciocho años recibió el bautismo y, permaneció junto al famoso obispo de Nisibis, San Jacobo, con quien, se afirma, asistió al Concilio de Nicea, en 325. Tras la muerte de San Jacobo, Efrén mantuvo estrechas relaciones con los tres jerarcas que le sucedieron. 

Efrén se hallaba en Nisibis las tres veces en que los persas pusieron sitio a la ciudad, puesto que en algunos de los himnos que escribió, hay descripciones sobre los peligros de la población, las defensas de la ciudad y la derrota final del enemigo en el año 350. Si bien los persas no pudieron tomar a Nisibis por los ataques directos, consiguieron entrar sin lucha a la ciudad trece años después, cuando Nisibis se les entregó como parte del precio de la paz que pagó el emperador Joviano, después de la derrota y la muerte de Juliano. La entrada de los persas hizo huir a los cristianos, y Efrén se refugió en una caverna abierta entre las rocas de un alto acantilado que dominaba la ciudad de Edessa. Ahí vivió con absoluta austeridad, sin más alimento que un poco de pan de centeno y algunas legumbres; y fue en aquella soledad inviolable donde escribió la mayor parte de sus obras espirituales. Era un asceta y se le notaba en su apariencia. Según dicen las crónicas era de corta estatura, medio calvo y lampiño, tenía la piel apergaminada, dura, seca y morena como el barro cocido; vestía con andrajos remendados, y todos los parches habían llegado a ser del mismo color de tierra; lloraba mucho y jamás reía. 

Si bien la solitaria cueva era su morada y su centro de operaciones, no vivía recluido en ella y con frecuencia bajaba a la ciudad para ocuparse de todos los asuntos que afectaban a la Iglesia. A Edessa la llamaba "la ciudad bendita" y en ella ejerció gran influencia. Predicaba a menudo y, al referirse al tema de la segunda venida de Cristo y el juicio final, usaba una elocuencia tan vigorosa, que los gemidos y lamentos de su auditorio ahogaban sus palabras.

Algunos biógrafos nos dan una idea muy poco inspiradora de San Efrén, como si rechazara la alegría y la amabilidad. El obispo lo nombró director de la escuela de canto religioso de su ciudad, y allí formó muchos maestros de canto para que fueran a darle solemnidad a las fiestas religiosas de diversas parroquias. Allí estuvo por 13 años (del 350 al 363).

No hay en sus obras el influjo de las controversias trinitarias de la época. Esto posiblemente se debe a que no conocía el griego. Mas bien se dedicó a defender la doctrina antigua por medio de la poesía. Bardesanes y otros utilizaban las canciones y la música populares para propagar falsas doctrinas. Efrén comprendió la importancia de estos medios y valoró mucho los cánticos sagrados como un complemento del culto público. Se propuso imitar las tácticas del enemigo y, sin duda, gracias a su prestigio personal, pero sobre todo el mérito grande de sus propias composiciones, las que hizo cantar en las iglesias por un coro de voces femeninas, consiguió suplantar los himnos gnósticos por sus propios himnos. 

No llegó a ser diácono sino a edad avanzada. Su humildad le obligaba a rehusar la ordenación y, el hecho de que a veces se le designe como a San Efrén el Diácono, apoya la afirmación de algunos de sus biógrafos en el sentido de que nunca obtuvo una dignidad eclesiástica más alta. Por otra parte, en sus escritos hay pasajes que parecen indicar que era sacerdote.

Alrededor del año 370, emprendió un viaje desde Edessa a Cesarea, en la Capadocia, con el propósito de visitar a San Basilio, de quien tanto y tan bien había oído hablar. San Efrén menciona aquella entrevista, lo mismo que San Gregorio de Nissa, el hermano de San Basilio, quien escribió un encomio del venerable sirio. Una de las crónicas declara que San Efrén extendió su viaje y que visitó Egipto, donde permaneció varios años, pero semejante declaración no está apoyada por alguna autoridad y no concuerda con los datos cronológicos de su vida, ampliamente reconocidos. 


Hombre de caridad


La última vez que tomó parte en los asuntos públicos fue en el invierno, entre los años 372 y 373, poco antes de su muerte. Había hambre en toda la comarca y San Efrén se hallaba profundamente apenado por los sufrimientos de los pobres. Los ricos de la ciudad se negaban a abrir sus graneros y sus bolsas, porque consideraban que no se podía confiar en nadie para hacer una justa distribución de los alimentos y las limosnas; entonces, el santo ofreció sus servicios y fueron aceptados. Para satisfacción de todos, administró considerables cantidades de dinero y de abastecimientos que le fueron confiadas, además de organizar un eficaz servicio de socorro que incluía la provisión de 300 camillas para transportar a los enfermos. Supo escuchar así la voz del Señor:


"Estuve enfermo y me fuiste a visitar: tuve hambre y me diste de comer. Ven al banquete preparado desde el comienzo de los siglos" (Mt. 25, 40)




Terminada su misión en Edessa, regresó a su cueva y sólo vivió treinta días más. Las "Crónicas" de Edessa y las máximas autoridades en la materia, señalan el año de 373 como el de su muerte, pero algunos autores afirman que vivió hasta el 378 o el 379. 


Escritor prolífico


Entre las obras suyas que han llegado hasta nosotros, algunas están escritas en el sirio original y otras son traducciones al griego, al latín y al armenio. Se las puede agrupar como obras de exégesis, de polémica, de doctrina y de poesía, pero todas, a excepción de los comentarios, están en verso. Sozomeno afirma que San Efrén escribió treinta millares de líneas. Sus poemas más interesantes son los "Himnos Nisibianos" (carmina Nisibena), de los que se conservan setenta y dos de un total de setenta y siete, así como los cánticos para las estaciones, que todavía se entonan en las iglesias sirias. Sus comentarios comprenden todo el Antiguo Testamento y muchas partes del Nuevo. Sobre los Evangelios no utilizó más que la única versión que circulaba por entonces en Siria, la llamada Diatessaron, la que, en la actualidad no existe más que en su traducción al armenio.

A pesar de que es poquísimo lo que sabemos sobre la vida de San Efrén, no poco es lo que nos ayudan sus escritos a formarnos una idea sobre el hombre que fue. Lo que más impresiona al lector es el espíritu realista y cordialmente humano con que discurre sobre los grandes misterios de la Redención. Se diría que se anticipa a esa actitud de emocionada devoción ante los sufrimientos físicos del Salvador, que no llegó a manifestarse en el occidente antes de la época de San Francisco de Asís.

Sus escritos:

  • Vigilad pues vendrá de nuevo
  • La palabra de Dios, fuente inagotable de vida
  • La cruz de Cristo, salvación del género humano


Muestra de las obras de San Efrén 


Títulos de la Virgen Santísima


Fue un gran amante de la Virgen María y en sus escritos vemos la profunda veneración que ya se le tenía en el siglo IV. San Efrén compuso, ya en el año 333, una lista en verso de los más bellos títulos que los cristianos otorgaban a la Santísima Virgen:




"Señora Nuestra Santísima,
Madre de Dios,
llena de gracia:
Tú eres la gloria
de nuestra naturaleza humana,
por donde nos llegan
los regalos de Dios.

Eres el ser más poderoso que existe,
después de la Santísima Trinidad;
la Mediadora de todos nosotros
ante el mediador que es Cristo;
Tú eres el puente misterioso
que une la tierra con el cielo,
eres la llave que nos abre
las puertas del Paraíso;
nuestra Abogada,
nuestra Intercesora.
Tú eres la Madre de Aquel
que es el ser más
misericordioso y más bueno.
Haz que nuestra alma llegue
a ser digna de estar un día
a la derecha de tu
Único Hijo, Jesucristo.
Amén"


Sobre el aposento donde tuvo
lugar la Última Cena




¡Oh tú, lugar bendito,
estrecho aposento
en el que cupo el mundo!
Lo que tú contuviste,
no obstante estar cercado
por límites estrechos,
llegó a colmar el universo.
¡Bendito sea el mísero lugar
en que con mano santa el pan fue roto!
¡Dentro de ti, las uvas que maduraron
en la viña de María, fueron exprimidas
en el cáliz de la salvación!

¡Oh, lugar santo!
Ningún hombre ha visto
ni verá jamás las cosas
que tú viste. En ti, el Señor
se hizo verdadero altar,
sacerdote, pan y cáliz de salvación.
Sólo Él bastaba para todo y,
sin embargo, nadie era
bastante para Él.
El Altar y cordero fue,
víctima y sacrificador,
sacerdote y alimento...


Descripción de Jesucristo siendo azotado




Tras el vehemente vocerío contra Pilatos,
el Todopoderoso fue azotado
como el más vil de los criminales.
¡Qué gran conmoción y cuánto horror
hubo a la vista del tormento!
Los cielos y la tierra enmudecieron
de asombro al contemplar Su cuerpo
surcado por el látigo de fuego,
¡Él mismo desgarrado por los azotes!
Al contemplarlo a Él,
que había tendido sobre la tierra
el velo de los cielos,
que había afirmado
el fundamento de los montes,
que había levantado a la tierra
fuera de las aguas, que lanzaba
desde las nubes el rayo cegador
y fulminante, al contemplarlo ahora
golpeado por infames verdugos,
con las manos atadas a un pilar de piedra
que Su palabra había creado.
¡Y ellos, todavía, desgarraban
sus miembros y le ultrajaban con burlas!
¡Un hombre, al que Él había formado,
levantaba el látigo!
¡Él, que sustenta a todas las criaturas
con su poder, sometió su espalda
a los azotes; Él, que es el brazo derecho
del Padre, consintió en extender sus brazos
en torno al pilar. El pilar de ignominia
fue abrazado por Él, que sostiene los cielos
y la tierra con todo su esplendor.
Los perros salvajes ladraron al Señor
que con su trueno sacude las montañas
y mostraron los agudos dientes
al Hijo de la Gloria.


El "Testamento de San Efrén"


Este documento nos revela el carácter del santo escritor. A pesar de que, posiblemente, haya sufrido alteraciones y agregados en fechas posteriores, no hay duda de que en gran parte, como afirma Rubens Duval, considerado como una autoridad en la materia, es auténtico, sobre todo los pasajes que reproducimos aquí. San Efrén hace un llamado a sus amigos y discípulos, en tono emocionado y de profunda humildad:


No me embalsaméis con aromáticas especies,
porque no son honras para mí.
Tampoco uséis incienso ni perfumes;
el honor no me corresponde a mí.
Quemad el incienso ante el altar santo:
A mí, dadme sólo el murmullo de las preces.
Dad vuestro incienso a Dios,
y a mí cantadme himnos.
En vez de perfumes y de especias,
dadme un recuerdo en vuestras oraciones...
Mi fin ha sido decretado
y no puedo quedarme.
Dadme provisiones para mi larga jornada:
vuestras plegarias, vuestros salmos y sacrificios.
Contad hasta completar los treinta días
y entonces, hermanos haced recuerdo de mí,
ya que, en verdad, no hay más auxilio
para el muerto sino el de los sacrificios
que le ofrecen los vivos.


Benedicto XV lo declaró doctor de la Iglesia.




¡Señor envía tu Espíritu Santo
y suscita en nosotros
la pasión por Ti
que manifestó
el Diácono San Efrén!


Fuente - Texto tomado de CORAZONES.ORG:

Santa Misa - Solemnidad Fiesta de Pentecostés - Domingo 8 de Junio de 2025


 

Me permito compartir con ustedes el video de la Santa Misa, que corresponde al Domingo 8 de Junio de 2025, fiesta de:













Igualmente, ofrezcamos el rezo del Santo Rosario La Coronilla de la Divina Misericordia y el Santo VíaCrucis a Dios, por intercesión de la Virgen María, por el fin de los fenómenos naturales y terribles acontecimientos a nivel mundial. También por las intenciones de todos y cada uno de ustedes:
















Unámonos todos como Iglesia Militante y Peregrina, y asistamos virtualmente a la Santa Misa, junto a Jesús en su Calvario, con profunda fe y recogimiento.


Elevemos a Dios nuestras oraciones y peticiones personales, también por las de nuestros familiares, amigos y el mundo entero.


Igualmente, pidamos perdón por nuestros pecados, procuremos la conversión de nuestras vidas, busquemos a Dios a través del Sacramento de la Reconciliación "Penitencia o Confesión", y recibamos la gracia de su perdón y su amoroso abrazo de Padre, que recibe a sus hijos pródigos que regresan a Él, ÚNICO PADRE que sí nos ama verdaderamente.


Recordemos lo más sublime: recibir en estado de gracia al Señor Dios en su Presencia Real, en el Santísimo Sacramento de la Eucaristía (Hostia Consagrada), en la totalidad de su Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, en el santísimo sacrificio incongruento, como memorial de la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesucristo.






Dios nos colme de abundantes bendiciones a todos, la Santísima Virgen María interceda por nosotros, y San José, protector de la Iglesia Católica Universal, defienda a la Iglesia Santa de Dios de las asechanzas del demonio y de todos sus enemigos, además de toda adversidad.


Muchas gracias a todos ustedes por su gentil atención.


Video tomado de YOUTUBE:

 
Fuente - Texto de la Comunión Espiritual tomada de ACIPRENSA.COM:
https://www.aciprensa.com/recursos/comunion-espiritual-682