martes, 25 de febrero de 2025

San Porfirio de Gaza - Anacoreta y Obispo (Año 420) - Fiesta Febrero 26

  



San Porfirio nació en Tesalónica (aquella ciudad a la cual San Pablo escribió sus dos cartas a los tesalonicenses). Tesalónica queda en Macedonia, y Macedonia está situada al norte de Grecia. A los 25 años dejó su ciudad y su familia y se fue de monje a Egipto a rezar y meditar y hacer penitencia.

Cinco años más tarde pasó a Palestina y se fue a vivir a una cueva cerca del río Jordán. Pero allí la humedad lo hizo enfermar de reumatismo y cinco años después se fue a vivir a Jerusalén. En esta ciudad cada día visitaba el Santo Sepulcro, el Huerto de los Olivos, la Casa de la Última Cena y los demás santos lugares donde estuvo Nuestro Señor. Su reumatismo lo hacía caminar muy despacio y con grandes dolores y apoyado en un bastón. Sin embargo ningún día dejaba de ir a los Santos Lugares y Comulgar.

En aquellos tiempos llegó a Jerusalén un cristiano llamado Marcos, el cual se quedó admirado de que este hombre tan enfermo y con tan grandes dolores reumáticos no dejaba ningún día de visitar los Santos Lugares para dedicarse allí a rezar y a meditar. Un día al ver que el santo sufría tanto al subir las escalinatas del templo, Marcos se ofreció para ayudarle pero Porfirio se negó a aceptar su ayuda diciéndole:


"No está bien que habiendo venido yo aquí a expiar mis pecados sufriendo y rezando, me deje ayudar de ti para disminuir mis dolores. Déjame sufrir un poco, que lo necesito para pagarle a Dios mis muchos pecados"


Marcos lo admiró más desde ese día y en adelante fue su compañero, su amigo y el que escribió después la biografía de este santo. Lo único que le preocupaba a Porfirio era que no había vendido la herencia que sus padres le habían dejado en su patria, la cual quería repartir entre los pobres. Confió esta misión a Marcos, que partió rumbo a Tesalónica y a los tres meses volvió con el dinero de la venta de todas aquellas tierras, dinero que Porfirio repartió totalmente entre las gentes más pobres de Jerusalén. Cuando Marcos se fue a Tesalónica estaba Porfirio muy débil y agotado, pálido y sin fuerzas. Y al volver a Jerusalén lo encontró de buenos colores y lleno de vigor y fuerzas. Le preguntó cómo había sucedido semejante cambio tan admirable y Porfirio le dijo:


"Mira, un día vine al Santo Sepulcro a orar, y mientras rezaba sentí que Jesucristo se me aparecía en visión y me decía:


‘Te devuelvo la salud para que te encargues de cuidar mi cruz’


Y quedé instantáneamente curado de mi reumatismo. Lo que los médicos no pudieron hacer en muchos años, lo hizo Jesús en un solo instante, porque para Él todo es posible"




Y en adelante se quedó ayudando en la Iglesia del Santo Sepulcro, custodiando la parte de la Santa Cruz que allí se conservaba.

Como Porfirio había repartido toda su herencia entre los pobres, tuvo él que dedicarse a trabajos manuales para poder ganarse la vida. Aprendió a fabricar sandalias y zapatos y a trabajar en cuero y así ganaba para él y para ayudar a otros necesitados. Marcos, que era un hábil escribiente y ganaba buen dinero copiando libros, le propuso que él costearía toda su alimentación para que no tuviera que dedicarse a trabajos manuales agotadores. San Porfirio le dijo:


"No olvidemos que San Pablo dijo en su segunda Carta a los tesaloniceses: "El que no quiere trabajar, que tampoco coma"; siguió ganándose el pan con el sudor de la frente, hasta los 40 años


El obispo de Jerusalén al ver tan piadoso y santo a Porfirio lo ordenó de sacerdote. Y poco después recibió una carta del obispo de Cesarea pidiéndole que le enviara un santo sacerdote para darle una misión. Como Porfirio era un verdadero penitente que ayunaba cada día y rezaba horas y horas y ayudaba a cuanto pobre podía, el obispo de Jerusalén lo envió a Cesarea. Y aquella noche tuvo Porfirio un sueño. Oyó que Jesús le decía:


"Hasta ahora te has encargado de custodiar mi Santa Cruz. De ahora en adelante te encargarás de cuidar a unos hermanos míos muy pobres"


Con eso entendió el santo que ya no seguiría viviendo en Jerusalén. Al llegar a Cesarea el obispo de allá lo convenció de que debía aceptar ser obispo de Gaza, que era una ciudad muy pobre. Después de que le rogaron mucho, al fin exclamó:


Porfirio significa:
el que se viste de púrpura


"Si esa es la voluntad de Dios, que se haga lo que Él quiere y no lo que quiera yo"


Y aceptó. Al llegar a Gaza los paganos promovieron grandes desórdenes porque sentían que con este hombre se iba a imponer la religión de Cristo sobre las falsas religiones de los ídolos y falsos dioses. Porfirio no se dio por ofendido sino que se dedicó a instruir a los ignorantes y a ayudar a los pobres y así se fue ganando las simpatías de la población.

La ciudad de Gaza y sus alrededores estaban sufriendo un verano terrible y muy largo. Las cosechas se perdían y no se hallaban ya agua ni para beber. Los paganos esparcieron la calumnia de que todo esto era un castigo de los dioses por haber llegado allí Porfirio con su doctrina y sus cristianos. Y empezaron a tratar muy mal al obispo y a sus fieles seguidores. Entonces San Porfirio organizó una procesión de rogativas por las calles, rezando y cantando para que Dios enviara la lluvia, y al terminar la procesión se descargó un torrencial aguacero que llenó de vida y frescor todos los alrededores.

Los paganos se propusieron que de todos modos sacarían a Porfirio y a sus cristianos de aquella región y empezaron a emplear medidas muy violentas contra ellos. Pero se equivocaron. Creyeron que la piedad y la bondad del obispo eran debilidad y cobardía, y no era así. El santo se fue a donde el jefe del imperio que vivía en Constantinopla y obtuvo que le dieran un fuerte batallón de soldados que puso orden y paz en la ciudad. Y ya los paganos no pudieron atacarlo más. Él no agredía a nadie, pero buscaba quién lo defendiera cuando trataban injustamente de acabar con la santa religión de Cristo. Y después de varios años la acción evangelizadora de Porfirio y de sus sacerdotes llegó a ser tan eficaz que se acabó por completo allí la religión pagana de los falsos dioses, y desaparecieron los templos de los ídolos. Las gentes quemaron todos sus libros de magia y ya no hubo más consultas a brujas o espiritistas ni creencias supersticiosas.

San Porfirio construyó en Gaza un bellísimo templo. El día en que empezó la construcción del nuevo edificio recorrió la ciudad con enorme gentío cantando salmos y bendiciendo a Dios. Cada fiel llevaba alguna piedra o algún ladrillo u otro material para contribuir a la edificación de la Casa de Dios. La construcción duró cinco años y toda la ciudad colaboró con mucha generosidad. El día de la Consagración de la nueva catedral (domingo de Pascua del año 408) el santo repartió abundantísimas limosnas a todos los pobres de la ciudad. Siempre fue sumamente generoso en ayudar a los necesitados. Los últimos años los dedicó pacíficamente a instruir y enfervorizar a sus sacerdotes y al pueblo con sus predicaciones, con su buen ejemplo y su oración. El 26 de febrero del año 420 murió santamente.


San Porfirio, valeroso y santo obispo:
haz que todos los obispos católicos
del mundo sean tan valientes,
generosos y fervorosos como lo fuiste tú.

A quien se declare a mi favor delante de la gente de esta tierra, yo me declararé en su favor delante de los ángeles del cielo
(Jesucristo)


Fuente - Texto tomado de EWTN.COM:
https://www.ewtn.com/es/catolicismo/santos/porfirio-15062

Un exorcista muestra el "narcisismo" de Satanás con un ejemplo que vivió en una sesión

Monseñor Stephen Rossetti
ha sido durante 12 años
exorcista principal de la
Archidiócesis de Washington (EE.UU.)


Javier Lozano / ReL / 06 de Septiembre de 2020


El sacerdote Stephen J. Rossetti es uno de los grandes expertos en Psicología en la Iglesia en EE.UU. Lleva más de 30 años trabajando en el tratamiento psicológico y la renovación espiritual de religiosos, y también es profesor de la Universidad Católica de América.

Pero lo importante en este caso es su extensa experiencia como exorcista principal de la Archidiócesis de Washington, cargo que ocupó durante 12 años, y en el cual dirigió cientos de sesiones de exorcismos y oraciones de liberación. Ahora entrena a exorcistas y a los equipos laicos que ayudan al sacerdote en su lucha contra Satanás.

En un artículo publicado en la web del St. Michael Center for Spiritual Renewal (Centro San Miguel para la Renovación Espiritual), monseñor Rossetti relata un suceso que vivió durante un exorcismo y que muestra a la perfección cómo es la naturaleza de los demonios.



"San Francisco de Borja y el moribundo impenitente"
pintura de Francisco de Goya (1788)


El narcisismo es un mal que azota al mundo actual, aunque también en el pasado, y que tampoco escapa a la Iglesia. Y precisamente el demonio es el narcisista por antonomasia.

Según explica este antiguo exorcista, siempre se había preguntado cuando leía en misa cómo pronunciar correctamente el nombre de la deidad cananea llamada Baal, y que en realidad es un demonio.


“En una sesión de exorcismo posterior, ¡me enteré!”, relata este sacerdote


De este modo, explica que estaba “en un caso difícil y sabíamos que sería una batalla larga y fea. En un momento, exigí saber: ‘¿Cuántos demonios hay?’. La sarcástica respuesta demoníaca fue: ‘¡Demasiados para ti!’. A medida que la cohorte demoníaca se debilitó pude obligarlos a revelar los nombres de todos los líderes más el número total de demonios presentes: 856. Eso es mucho. Luego exigí saber los nombres de los líderes y sonó como un ‘quién es quién’ en el infierno. Esto no iba a ser fácil. 

Fueron pasando los meses y poco a poco uno por uno los demonios, entre ellos los más fuertes también, fueron siendo expulsados en el nombre de Jesús.


“En ese momento llegamos a Baal. Se vio obligado a revelar que quedaban 679 demonios. Los sacerdotes-exorcistas volvimos a realizar el Rito y, como siempre, los demonios aullaban de agonía. Estaban tan débiles en este punto que el agua bendita los quemaba y la mera visión del crucifijo era agonizante. Esto los torturó”


Entonces, prosigue el padre Rossetti, “ordené a Baal que se fuera y pronuncié su nombre, Ba'al, con dos sílabas. Para mi sorpresa, me corrigió con firmeza: ‘es Baal’ y lo pronunció con una sílaba. Más adelante en la sesión, me corrigió nuevamente y dijo que su nombre se pronunciaba Baal (como el balido de una oveja con una ‘L’ al final)”. 

El entonces exorcista reconoce que esto fue “extraño”. Estaba “en medio de una batalla campal, gritando a pleno pulmón y a punto de ser devuelto al infierno. Y, sin embargo, estaba concentrado en cómo pronunciar su nombre. ¡Esto era de un narcisismo increíble!”, concluye este sacerdote.



"Eco y Narciso"
pintura de John William Waterhouse (1903)
y que muestra al narcisista


Por ello, una de las lecciones que sacó de este ejemplo es que “los demonios son narcisistas totales y Satanás es el narcisista más grande de todos. En el infierno nadie piensa en el bien de otro. Es puro enfoque en uno mismo y, como Baal, el pensamiento extraño e irracional de un intelecto sucumbido al mal. Satanás sacrificaría a cada demonio bajo él en el infierno solo para su propio placer".

“Esto hace que el autosacrificio infinitamente generoso de Dios en Jesús sea aún más sorprendente. Satanás nos ensartaría para su propio beneficio. El corazón de Jesús fue traspasado en la cruz por nuestra salvación. Algo sobre lo que pensar...”, concluye.


Fuente - Texto tomado de RELIGIONENLIBERTAD.COM:




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