sábado, 8 de febrero de 2025

Lectura del Santo Evangelio Según San Lucas 5, 1-11

  



1. Sucedió un día, que hallándose Jesús junto al lago de Genezaret las gentes se agolpaban alrededor de Él, ansiosas de oír la palabra de Dios.

2. En ésto vio dos barcas a la orilla del lago, cuyos pescadores habían bajado y estaban lavando las redes.

3. Subiendo, pues, en una de ellas, la cual era de Simón, pidióle que la desviase un poco de tierra. Y sentándose dentro, predicaba desde la barca al numeroso concurso.




4. Acabada la plática, dijo a Simón:


"Guía mar adentro, y echad vuestras redes para pescar"



5. Replicóle Simón:



"Maestro, toda la noche hemos estado fatigándonos y nada hemos cogido; no obstante sobre tu palabra echaré la red"



6. Y habiéndolo hecho, recogieron tan grande cantidad de peces, que la red se rompía.

7. Por lo que hicieron señas a los compañeros de la otra barca, que viniesen y les ayudasen. Vinieron luego, y llenaron tanto de peces las dos barcas, que faltó poco para que se hundiesen.




8. Lo que viendo Simón Pedro, se arrojó a los pies de Jesús, diciendo:


"Apártate de mí, Señor, que soy un hombre pecador"


9. Y es que el asombro se había apoderado de él como de todos los demás que con él estaban a vista de la pesca que acababan de hacer.

10. Lo mismo que sucedía a Santiago y a Juan, hijos de Zebedeo, compañeros de Simón. Entonces Jesús dijo a Simón:


"No tienes que temer: de hoy en adelante serán hombres los que has de pescar, para darles la vida"





11. Y ellos, sacando las barcas a tierra, dejadas todas las cosas le siguieron.


Palabra de Dios,
Gloria a Ti, Señor Jesús

Beata Ana Catalina Emmerick - Mística Alemana y Estigmatizada - Fiesta Febrero 9

 

Beata Ana Catalina Emmerick


  • Mística alemana (1774-1824).
  • Religiosa agustina.
  • Alma víctima: ofreció enormes sufrimientos viviendo la Pasión de Nuestro Señor. Dios le concedió muchos dones místicos, entre ellos, visiones, estigmatización, locución, éxtasis, etc.
  • En los últimos años de su vida se sustentaba solamente de la Santa Eucaristía.
  • Fue exclaustrada a la fuerza por la invasión napoleónica. Inválida y estigmatizada, vivió la pasión de Jesucristo.
  • Sus revelaciones místicas eran tan detalladas que ayudaron a descubrir la Casa de la Virgen en Éfeso.
  • Escribió sobre la vida de Jesús. Algunos segmentos: Nacimiento de Jesús - La Dolorosa Pasión de Nuestro Señor Jesucristo (libro que inspiró a Mel Gibson a filmar «La Pasión») - La Vida de la Santísima Virgen María y La Vida de Nuestro Señor - La Resurrección.


Bautizada el día de su nacimiento, el 8 de septiembre de 1774, en una granja del pueblo de Flamsche cerca de Coesfeld, diócesis de Münster, Westfalia, noroeste de Alemania. Desde los cuatro años de edad tuvo frecuentes visiones de la historia de la Salvación. Tras muchas dificultades causadas por la pobreza y oposición de su familia, ingresó a los 28 años de edad en el monasterio de Agnetenberg, en Dülmen. Suprimido el monasterio por las autoridades civiles, se trasladó a una casa particular. Desde 1813 en adelante, la enfermedad la obligó a la inmovilidad.


«Llevó consigo los estigmas de la Pasión del Señor y recibió carismas extraordinarios que empleó para consuelo de numerosos visitantes. Desde el lecho desarrolló un gran y fructífero apostolado»


Constató el prefecto de la Congregación de las Causas de los Santos, el cardenal José Saraiva Martins, al leer el decreto de reconocimiento del milagro ante Juan Pablo II. Desde ese mismo año no tuvo más alimento que la Comunión, y pasó por tres exhaustivas investigaciones de la diócesis, la policía bonapartista y las autoridades. Los últimos años de su vida experimentó místicamente la pasión de Jesucristo y trataba de describir en su dialecto bajo alemán las visiones cotidianas de lo sobrenatural que ella misma encontraba indecibles.

Un notable escritor alemán, Clemens Brentano, al tener noticia de ello, se convirtió y permaneció al pié de la cama de la enferma copiando los relatos de la vidente desde 1818 a 1824. Dos veces al día el escritor acudía a visitar a Ana Catalina para copiar en sus diarios los apuntes, y regresaba otra vez más para leérselos a la monja inválida y comprobar así la fidelidad de lo trascrito.


Muerte


El lunes 9 de febrero de 1824 murió en Dülmen consumada por las enfermedades y las penitencias. Al fallecer la religiosa, el escritor ordenó el material depositado en sus diarios. Preparó un índice de las visiones y la edición de «La Dolorosa Pasión de Nuestro Señor Jesucristo». El libro fue un acontecimiento mundial.

El escritor alemán comenzó entonces a ordenar las visiones de la «Vida de María». Brentano murió dejando la tarea inacabada. En lo sucesivo, distintos especialistas editaron los «Diarios» y compilaron, cada uno a su modo, las visiones sobre la Iglesia, el Antiguo Testamento, la Vida pública de Jesús y la Iglesia naciente.


«No hallé en su fisonomía ni en su persona el menor rastro de tensión ni exaltación», afirmó Brentano tras conocer a la religiosa. «Todo lo que dice es breve, simple, coherente, y a la vez lleno de profundidad, amor y vida»


El famoso director y actor de cine, Mel Gibson, queriendo hacer una película sobre la pasión del Señor, rezaba en su despacho cuando el libro de la Pasión de Catalina Emmerick se desprendió del librero y cayó sobre sus piernas. Esta experiencia asombrosa llevó al Sr. Gibson a inspirarse en este libro para hacer la película {«The Passion» «La Pasión»).




Declarada Venerable a finales del siglo XIX, su proceso de beatificación se reanudó en 1972. En el 2001 se declaró la heroicidad de sus virtudes. Beatificada el 3 de octubre de 2004 por el Santo Padre Juan Pablo II.


Sus escritos no son parte del Magisterio de la Iglesia ni sustituyen a la Revelación contenida en las Escrituras, aunque han sido frecuentemente utilizados como una narración piadosa que puede servir a muchos para entender el peso de nuestros pecados y la grandeza del sacrificio que hizo Jesús por nosotros.


Visión de la Dolorosa Pasión
de Nuestro Señor Jesucristo
Extracto del libro


Jesús baja a los infiernos




Cuando Jesús, dando un grito, exhaló su alma santísima, yo la vi, como una forma luminosa, entrar en la tierra al pie de la cruz; muchos ángeles, entre los cuales estaba Gabriel, la acompañaban. Vi su divinidad estar unida con su alma y también con su cuerpo suspendido en la cruz: no puedo expresar cómo eso se efectuaba. El sitio donde entró el alma de Jesús estaba dividido en tres partes: eran como tres mundos. Parecióme observar que eran de forma redonda, y que cada uno de ellos tenía su esfera separada.

Delante del limbo había un lugar mas claro y más sereno; en él veo entrar las almas libres del purgatorio antes de ser conducidas al cielo. El limbo, donde estaban los que esperaban la redención, hallábase rodeado de una esfera parda y nebulosa, y dividido en muchos círculos. El Salvador, radiante de luz era conducido en triunfo por los ángeles entre los dos círculos; en el de la izquierda estaban los Patriarcas anteriores a Abrahan, en el de la derecha hallábanse las almas de los que habían vívido desde Abrahán hasta San Juan Bautista. Cuando Jesús pasó así, no lo conocieron; mas todo se llenó de gozo y de deseo y hubo como una dilatación en esos lugares estrechos donde estaban apretados. Jesús pasó entre ellos como el aire, como la luz, como el rocío de la redención, mas con la rapidez de un viento impetuoso. Penetró entre esos dos círculos hasta un sitio cubierto de niebla, donde estaban Adán y Eva; les habló, y ellos le adoraron con gozo indecible. El Señor, acompañado de los dos primeros seres humanos, entró a la izquierda en el circulo de los Patriarcas anteriores a Abrahán; era una especie de purgatorio. Entre ellos había malos espíritus, que atormentaban e inquietaban el alma de algunos. Los ángeles llamaron y mandaron abrir, pues había una especie de puerta que estaba cerrada; me pareció que los ángeles decían:


“Abrid las puertas”


Y Jesús entró en triunfo. Los malos espíritus se alejaron, gritando:


“¿Qué hay entre Tú y nosotros? ¿Qué vienes a hacer aquí? ¿Quieres crucificarnos?”


Los ángeles los encadenaron y los echaron delante. Las almas que estaban en ese lugar no tenían mas que un leve presentimiento y un conocimiento oscuro de Jesús. El Salvador se presentó a ellas, y cantaron sus alabanzas. El alma del Señor, hacia el limbo propiamente encontró el alma del buen ladrón conducida por los ángeles al seno de Abrahán, y a la del mal ladrón que los demonios llevaban a los infiernos.

El alma de Jesús, acompañada de los ángeles, de las almas libertadas y de los malos espíritus cautivos, entró en el seno de Abrahán. Ese lugar me pareció más elevado; como cuando se sube de una iglesia subterránea a la iglesia superior. Los demonios encadenados resistían, y no querían entrar; mas los ángeles les obligaron a ello. Allí se hallaban todos los santos israelitas, a la izquierda los Patriarcas, Moisés, los Jueces y los Reyes; a la derecha los Profetas, los antecesores de Jesús y sus parientes como Joaquín, AnaJoséZacarías, Isabel y Juan. No había malos espíritus en ese lugar; la sola pena que en él se padecía era el deseo ardiente del cumplimiento de la promesa, el cual estaba satisfecho.

Una alegría y felicidad indecibles entraron en esas almas, que saludaron y adoraron al Redentor. Algunos de ellos fueron enviados sobre la tierra para tomar momentáneamente sus cuerpos y dar testimonio de Jesús. Entonces fue cuando tantos muertos se aparecieron en Jerusalén. Se me aparecían como cadáveres errantes, y depusieron otra vez sus cuerpos en la tierra, como un enviado de la justicia deja su capa de oficio cuando ha cumplido con la orden de sus superiores.

Después vi a Jesús, con su acompañamiento triunfal entrar en una esfera más profunda, donde se hallaban los paganos piadosos que habían tenido un presentimiento de la verdad y la desearon. Había entre ellos malos espíritus, pues tenían ídolos. Vi a los demonios obligados a confesar su fraude y esas almas adoraron al Señor con grande alegría. Los demonios fueron encadenados y llevados cautivos. Vi también a Jesús atravesar como Libertador muchos lugares donde había almas encerradas; pero mi triste estado no me permite contarlo todo.




En fin, vi a Jesús acercarse con rostro severo al centro del abismo. El infierno se me apareció bajo la forma de un edificio inmenso, tenebroso, alumbrado con una luz metálica; a su entrada había enormes puertas negras con cerraduras y cerrojos. Un aullido de horror se elevaba sin cesar; las puertas se hundieron, y apareció un mundo horrible de tinieblas.




La celestial Jerusalén se me parece ordinariamente como una ciudad donde las moradas de los bienaventurados se presentan bajo la forma de palacios y jardines llenos de flores y de frutos maravillosos, según su condición de beatitud; lo mismo aquí, creí ver un mundo entero, una reunión de edificios y de habitaciones muy complicadas. Pero en las moradas de los bienaventurados todo está formado bajo una ley de paz infinita, de armonía eterna: todo tiene por principio la beatitud, en lugar de que en el infierno todo tiene por principio la ira eterna, la discordia y la desesperación. En el cielo son edificios de gozo y de adoración, jardines llenos de frutos maravillosos que comunican la vida. En el infierno son prisiones y cavernas, desiertos y lagos llenos de todo lo que puede excitar el disgusto y el horror; la eterna y terrible discordia de los condenados; en el cielo todo es unión y beatitud de los Santos. Todas las raíces de la corrupción y del error producen en el infierno el dolor y el suplicio en número infinito de manifestaciones y de operaciones. Cada condenado tiene siempre presente este pensamiento: que los tormentos a que están entregados son el fruto natural y necesario de su crimen; pues todo lo que se ve y se siente de horrible en este lugar, no es más que la esencia, la forma interior del pecado descubierto, de esa serpiente que devora a los que la han mantenido en su seno. Todo esto se puede comprender cuando se ve; mas es casi imposible expresarlo con palabras.




Cuando los ángeles echaron las puertas abajo, fue como un mar de imprecaciones, de injurias, de aullidos y lamentos. Algunos ángeles arrojaron a ejércitos enteros de demonios. Todos tuvieron que reconocer y adorar a Jesús, y éste fue el mayor de sus suplicios. Muchos fueron encadenados en un círculo que rodeaba otros círculos concéntricos. En el medio del infierno había un abismo de tinieblas: Lucifer fue precipitado en él encadenado, y negros vapores se extendían sobre él. Todo esto se hizo según ciertos arcanos divinos. He sabido que Lucifer debe ser desencadenado por algún tiempo, cincuenta o sesenta años antes del año 2000 de Cristo, si no me equivoco. Otros muchos nombres de que no me acuerdo, fueron designados. Algunos demonios deben quedar sueltos antes para castigar y tentar al mundo. Algunos han sido desencadenados en nuestros días, otros lo serán pronto. Me es imposible contar todo lo que me ha sido mostrado; es demasiado para que yo pueda coordinarlo.

Además, estoy muy mala; y cuando hablo de esos objetos, se representan delante de mis ojos, y su vista podría hacerme morir. Vi multitud innumerable de almas rescatadas elevarse del purgatorio y del limbo detrás del alma de Jesús, hasta un lugar de delicias debajo de la Jerusalén celestial. Ahí he visto, hace poco tiempo, a uno de mis amigos que ha muerto. El alma del buen ladrón vino, y vio al Señor en el Paraíso, según su promesa. No puedo decir cuánto duró todo eso, y en qué tiempo; hay muchas cosas que yo no comprendo, hay otras que serían mal entendidas si las contara. He visto al Señor en diferentes puntos, sobre todo en el mar: parecía que santificaba y libertaba toda la creación: por todas partes los malos espíritus huían delante de Él y se precipitaban en el abismo. Vi también su alma en diferentes sitios de la tierra. La vi aparecer en el interior del sepulcro de Adán, debajo del Gólgota: las almas de Adán y de Eva vinieron con Él, y les habló. Lo vi visitar con ellas los sepulcros de muchos Profetas, cuyas almas vinieron a juntarse con Él sobre sus huesos. Después, con esas almas, entre las cuales estaba David, lo vi aparecerse en muchos sitios señalados con alguna circunstancia de su vida, explicándoles con amor inefable las figuras de la Ley antigua y su cumplimiento.

Esto es lo poco que puedo recordar de mis visiones sobre la bajada de Jesús a los infiernos y la libertad de las almas de los justos. Pero además de este acontecimiento cumplido en el tiempo, vi una figura eterna de la misericordia que ejerce hoy con las pobres almas. Cada aniversario de este día echa una mirada libertadora en el purgatorio: hoy mismo, en el momento en que he tenido esta visión, ha sacado del purgatorio las almas de algunas personas que habían pecado cuando su crucifixión. Hoy he visto la libertad de muchas almas conocidas y no conocidas, mas no las nombraré.

El descendimiento de Jesús a los infiernos es la plantación de un árbol de gracia destinado a comunicar sus méritos a las almas que padecen. La redención continua de esas almas es el fruto que da este árbol en el jardín espiritual de la Iglesia. La Iglesia militante debe cuidar ese árbol y recoger sus frutos para comunicarlos a la Iglesia paciente, que no puede hacer nada por sí misma. Lo mismo sucede con todos los méritos de Cristo; para participar de ellos hay que trabajar para Él. Debemos comer nuestro pan con el sudor de nuestra frente. Todo lo que Jesús ha hecho por nosotros en el tiempo, da frutos eternos: pero hay que cultivarlos y recogerlos en el tiempo; si no, no podríamos gozar de ellos en la eternidad. La Iglesia es un padre de familia; su año es el jardín completo de todos los frutos eternos en el tiempo. Hay en un año bastante de todo para todos. ¡Desgraciados los jardineros perezosos e infieles si dejan perder una gracia que hubiera podido curar a un enfermo, fortificar a un débil, satisfacer a un hambriento! Darán cuenta de la más insignificante hierbecita el día del juicio.


Fuente - Texto tomado de CORAZONES.ORG:

Video tomado de YOUTUBE:
https://www.youtube.com/watch?v=4Aif1qEB_JU




Favor leer el artículo relacionado:





San Jerónimo Emiliani - Patrono de los Niños Huérfanos - Fiesta Febrero 8

  



Jerónimo nació en Venecia (Italia) en el año 1486. De joven fue militar y llegó a ser comandante de las fuerzas que defendía la ciudad de Castelnouvo de Quero. Las fuerzas enemigas francesas, muy superiores en número, lograron tomar a Castelnouvo y Jerónimo cayó prisionero, y encarcelado en un calabozo con cadenas en manos y pies. Y éste fue el golpe de gracia para su conversión. Hasta entonces había llevado una vida muy mundana, pero en la soledad de la cárcel se dedicó a meditar en aquellas palabras de Jesús:




"¿De qué le sirve a un hombre ganar todo el mundo, si se pierde a sí mismo?"


Y se propuso dedicar su vida entera y todas sus energías a tratar de conseguir su propia santificación y la salvación de muchos otros. Estando en la tenebrosa prisión, y viendo que humanamente no tenía remedio para aquella aflicción, se dedicó a rezar con toda fe a la Santísima Virgen María para que le consiguiera de Dios su pronta liberación. Y he aquí que de la manera más inesperada son quitadas las cadenas de sus manos y de sus pies, y logra salir sin que los guardianes se le opongan. En el silencio de la cárcel había encontrado la amistad con Dios por medio de la oración y la meditación. Reconociendo que su liberación de la cárcel era un favor especialísimo de la Santísima Virgen, se dirigió ante la imagen de Nuestra Señora en Treviso y a sus pies dejó sus cadenas y sus armas de militar, como recuerdo y agradecimiento y se propuso propagar incansablemente la devoción a la Madre de Dios.

Por aquellos tiempos apareció en Italia una serie de apóstoles formidables que se propusieron, iluminados por el Espíritu Santo, enfervorizar al pueblo en la piedad, y dedicar el mayor número posible de personas a obras de caridad en favor de los necesitados. Algunos de estos santos fueron: Santa Catalina de GénovaSan CayetanoSan Camilo de Lellis, San Bernardino de Feltre, San Felipe Neri, San José Calasanz, y Santa Ángela de Mérici. Un verdadero "sindicato" de apóstoles de la caridad. A ellos se unió San Jerónimo.

En 1531 se propagó por Italia la terrible peste del cólera. Jerónimo vendió todo lo que tenía. Incluso los muebles de su casa, y se dedicó a atender a los enfermos más abandonados. Él mismo tenía que cavarles las sepulturas y llevarlos al cementerio, porque casi nadie se atrevía a acercárseles, por temor al contagio. También él se contagió de la terrible enfermedad, pero por favor de Dios logró curarse. Miles y miles de niños pobres quedaron huérfanos y desamparados, por la muerte de sus padres en la epidemia de cólera. Entonces Jerónimo se dedica a recogerlos y a proporcionarles alimento, vestido, hospedaje y educación, todo totalmente gratis. De casa en casa va pidiendo limosnas para poder ayudar a sus niños huérfanos. Muchos le colaboran. Levanta dos grandes edificios; en uno recibe a los niños y en el otro a las niñas. Y como muchas mujeres ante la absoluta miseria se han dedicado a la prostitución, entonces el santo funda una Casa para mujeres arrepentidas y allí aprenden costura, bordados y otras artes para ganarse la vida honestamente.

Varios de sus amigos y colaboradores deseaban dedicarse por completo a la obra de atender a los niños huérfanos y desamparados, y con ellos fundó el santo una nueva comunidad, en Somasca, cerca de Milán. El nombre de esta congregación religiosa fue de "Servidores de los pobres", pero en recuerdo al sitio donde se efectuó su fundación, ahora se llama la Comunidad de los Padres Somascos. En la actualidad tienen unas 75 casas en el mundo con unos 500 religiosos, y se dedican preferencialmente a educar niños desamparados.

Las gentes decían que la vida de Jerónimo Emiliani estaba toda hecha de caridad. Que de él se podía repetir (en sus debidas proporciones) el elogio que fue hecho de Jesús:


"Pasó su vida haciendo el bien" (Hech. 10,38).


Nadie que viniera a pedirle un favor quedaba sin ser atendido. Lo llamaban "el paño de lágrimas" de los que sufrían y lloraban. No reparaba en ningún sacrificio con tal de hacer el bien, especialmente a los niños más pobres, para los cuales se sacrificaba hasta el extremo con tal de conseguirles maestros, alimentos y toda clase de ayudas espirituales y materiales. Y Dios premiaba su oración, su caridad y su sacrificio, permitiéndole obrar frecuentes milagros. A muchos enfermos los cuidaba como especializado y amable enfermero, y a varios otros les colocaba las manos sobre su cabeza y los curaba de sus enfermedades. La fama de sus milagros se extendió por todos los alrededores de las ciudades donde trabajaba.

Viajaba por los campos predicando misiones, y en los ratos libres se iba a trabajar con los campesinos y aprovechaba la confianza y el cariño que éstos le tenían, para darles buenos consejos y ponerlos en amistad con Dios. Volvió a propagarse la peste del cólera y San Jerónimo volvió a dedicarse a curar enfermos, a llevarles alimento y vestidos y a enterrar personalmente a los muertos llevándolos sobre sus hombros. Pero se contagió de la violenta enfermedad y en pocos días estuvo agonizante. Era el buen amigo que ofrecía su vida por sus amigos.

Cuando apenas tenía 56 años de edad, murió santamente el 8 de febrero de 1537. Después de muerto hizo numerosos milagros y el Papa Clemente XIII lo declaró santo en 1767. Después el Pontífice Pío XI lo declaró Patrono de los niños huérfanos en 1928.


Fuente - Texto tomado de EWTN:
https://www.ewtn.com/es/catolicismo/santos/jeronimo-emiliani-14919