46. Después de ésto llegaron a Jericó; y al partir de Jericó con sus discípulos, seguido de muchísima gente, Bartimeo el ciego, hijo de Timeo, estaba sentado junto al camino, pidiendo limosna.
47. Habiendo oído, pues, que era Jesús Nazareno el que venía, comenzó a dar voces, diciendo:
"¡Jesús, hijo de David, ten misericordia de mí!"
48. Y reñíanle muchos para que callara; sin embargo, él alzaba mucho más el grito:
"¡Hijo de David, ten compasión de mí!"
49. Parándose entonces Jesús, le mandó llamar. Y le llamaron, diciéndole:
"¡Ea, buen ánimo!,levántate, que te llama"
50. El cual, arrojando su capa, al instante se puso en pie, y vino a Él.
51. Y Jesús le dijo:
"¿Qué quieres que te haga?"
El ciego le respondió:
"Maestro mío, haz que yo vea"
52. Y Jesús:
"Anda, que tu fe te ha curado"
Y de repente vio, y le iba siguiendo por el camino.
Los católicos decimos NO a Satanás y a sus huestes infernales...
No vamos a festejar HALLOWEEN. No nos dejaremos "tentar" por el mundo ni por el diablo, ni por sus fiestas paganas satánicas...
Los católicos que seguimos a Jesús "La Luz del mundo", a su Santísima Madre, la Virgen María, y a su Padre Terrenal, San José, no vamos a perder nuestra "dignidad de ser hijos de Dios", utilizando los "disfraces mundanos" para opacar nuestras almas con la fealdad, la obscenidad, la monstruosidad, y lo más asqueroso que hace apología al demonio y al infierno. Ni tampoco a participar en rituales satánicos (en los cuales se ofrecen víctimas en holocaustos), ni en fiestas paganas.
Quienes se "disfrazan" no están conformes con su bella naturaleza humana creada por Dios... parece que están desafiando y demostrándole a Papito Dios que, están compitiendo contra su Maravillosa Creación, y en cambio, todo lo "Mundano y Satánico" es lo que ellos escogieron... parece que estuvieran preparando su camino hacia la eterna condenación...
Los "disfraces" se usan para demostrar a los demás: cómo son realmente sus almas negras y perversas... que son seres tenebrosos, negativos, obscenos, tóxicos o violentos.
Quienes amamos a Dios, no necesitamos cubrir nuestros cuerpos que son "templos del Espíritu Santo", con trapos o máscaras mundanas, o por el contrario, exponer nuestros cuerpos con disfraces obscenos, vulgares y asquerosos que hacen apología a las tinieblas y a las formas más perversas de sexualidad, que tanto ofende a Dios...
Así sean "disfraces de santos", estamos cayendo en el juego de Satánas, porque "disfrazados" estamos "apoyando al Demonio y celebrando su noche de las tinieblas y muerte".
Después no se "extrañen" de tantas catástrofes, derrumbes, inundaciones, terremotos, tsunamis, huracanes, enfermedades, pandemias, plagas, sida, viruela del "mono", etc.
¿Tú eres católico?
No ofendas a Dios celebrando HALLOWEEN...
¿Tienes tu vida comprada?
¿Qué pasaría si mueres "disfrazado" ofendiendo a Dios o cometiendo algún pecado?
Las personas que controlan las instituciones internacionales y los gobiernos no son quienes dicen ser.
No son personas agnósticas o indiferentes hacia los diferentes sistemas de creencias religiosas, como ellos pretenden ser. Algunos pueden presentarse como ateos. Pero esa no es la verdadera realidad de lo que controla el sistema mundial.
Todo esto está siendo planeado y orquestado literalmente por la mano de lucifer.
Lucifer se presenta como el portador de la luz, el que viene a emancipar a la humanidad.
Todos ellos son luciferianos.
Y en esta estrategia de quitar a Dios de la escena pública se han ido camuflando con diferentes nombres, para impulsar sus ideas sin mayores contraindicaciones.
Aquí veremos por qué quienes gobiernan el mundo, la educación, la cultura, y las organizaciones internacionales son luciferianos. Y cómo descubrirlos.
Estos luciferianos tratan de separar a lucifer de Satanás, diciendo esencialmente que lucifer no es un enemigo, sino que, en cambio, es la luz que ilumina nuestro entendimiento y nos trae conocimiento.
Han creado una personificación diferente de lucifer que la bíblica. Donde se lo ve como el príncipe de este mundo que intenta devorarnos como un león rugiente.
Esta ideología no es nueva, es antigua. Esto ha existido desde la caída del hombre. Siempre ha habido un esfuerzo por rehabilitar a lucifer como redentor y salvador de la humanidad.
Las escuelas de misterios fueron las precursoras de la idea de que ellas eran las guardianas sagradas de la verdad y el conocimiento. Y decían que recibían el conocimiento directamente del portador de la luz original, lucifer.
Aunque no escucharás a los masones de los grados más bajos decir esto. Pero cuánto más asciendes en los rangos de la masonería, más te acercas al conocimiento de que el Gran Arquitecto del Universo es en realidad lucifer.
La agenda luciferiana nos hace esta pregunta:
“¿Quieres ser como animales que no tienen conocimiento o quieres tener el conocimiento del bien y del mal?”
Si es así, serán como dioses, podrás alcanzar un nivel superior de humanidad y serás superior. Pero según ellos hay alguien que conspira contra esto: Yahweh, Dios, al que consideran como el tirano opresivo, un símbolo de arrogancia, la encarnación de la ignorancia y la superstición religiosa.
Sin embargo piensa en el estado de la naturaleza que existía dentro del Jardín del Edén, donde literalmente Adán no tenía que trabajar arduamente para labrar la tierra y recibir sus frutos. Dios creó un sistema que funcionaba de manera perfecta. El hombre dependía de Él y podía obtener lo que necesitaba sin dificultades.
Pero el luciferianismo dijo:
“No, ¿por qué querrías depender de Dios? Puedes depender de ti mismo. Tú mismo puedes ser un dios. Tú mismo puedes hacer lo que quieras”
Sin embargo, la verdadera realización de nuestra vida está en dejar que Yahweh sea Dios y permitirnos a nosotros ser sus hijos, sus siervos.
Aquí es donde realmente encuentras tu propósito último.
Pero adorar a lucifer no es ampliamente aceptado, porque mucha gente tiene aún la cosmovisión bíblica y asocian a lucifer como el mal. Por eso están usando el concepto del humanismo.
Es la filosofía que nos han inculcado de que podemos vivir sin Dios, que podemos proveer solos nuestras propias necesidades. Que no necesitamos depender de Él para nada y que, en cambio, debemos confiar sólo en nuestras propias capacidades. Esta ideología se nos ha inculcado en la educación, los medios de comunicación y casi todos los aspectos de la vida moderna. Se nos ha inculcado desde jóvenes, cuando nos decían: “puedes ser lo que quieras ser”, “puedes hacer lo que quieras hacer”.
Y aunque estos mensajes pueden parecer positivos, no son espiritualmente ciertos. Espiritualmente, y también físicamente, hay limitaciones. No podemos hacer todo lo que queramos. No hemos sido creados para hacer todas las cosas.
Si vives tu vida de acuerdo con la voluntad de Dios, tu corazón debería inclinarse hacia lo que Dios quiere para ti, en lugar de seguir simplemente tus propios deseos.
¿Pero qué nos enseña el humanismo?
Que sigamos nuestros propios impulsos, nuestras propias pasiones, sin necesidad de buscar la voluntad de Dios. Se nos enseña que la humanidad debe asumir la responsabilidad de su propio destino, sin intervención externa de un poder superior.
Este tipo de enseñanzas son las que se promueven en las organizaciones globales, como las Naciones Unidas y otras instituciones internacionales.
Si piensas en los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU, están diseñados bajo esta premisa: que la humanidad puede lograr los grandes cambios y resolver los problemas globales sin Dios.
Que podemos erradicar la pobreza, el hambre, y solucionar los problemas del cambio climático por nuestra cuenta.
Lo que están diciendo aquí es que los problemas del mundo pueden ser resueltos exclusivamente a través de la razón humana y el método científico, eliminando cualquier necesidad de intervención divina.
Esto es lo que escuchamos una y otra vez en las conversaciones sobre cómo resolver problemas globales: “confía en la ciencia”, “confía en los expertos”, y nunca se menciona a Dios o la fe como parte de la solución.
Nos enseñan a poner nuestra fe y esperanza en el conocimiento humano y en lo que la ciencia puede lograr, pero nunca en la intervención divina o en la oración.
Este enfoque es exactamente lo que promueve el humanismo, y que viene del luciferianismo. Aunque no hay nada malo en desarrollar habilidades y contribuir a la sociedad, pero este enfoque excluye por completo a Dios del proceso.
Y está profundamente arraigado en la sociedad moderna, tanto en la educación como en los medios de comunicación y en las instituciones globales como la ONU.
Y ahora estamos viendo que esto está evolucionando hacia una nueva fase: el transhumanismo.
El transhumanismo es una extensión del humanismo
Dice que mediante la tecnología, los seres humanos pueden literalmente trascender sus limitaciones biológicas y convertirse en dioses. Mediante la manipulación genética, la inteligencia artificial, y otras tecnologías avanzadas, afirman que los humanos pueden mejorar y prolongar sus vidas indefinidamente, e incluso alcanzar la inmortalidad.
¿Por qué querrían hacer esto?
Porque aquellos que siguen esta filosofía entienden que, si la Biblia es cierta, eventualmente enfrentarán el juicio de Dios. Al prolongar sus vidas indefinidamente, están tratando de evitar el juicio y continuar viviendo en su propio poder, sin Dios.
El transhumanismo y la búsqueda de la inmortalidad mediante la tecnología reflejan el deseo de eludir las limitaciones humanas impuestas por Dios, incluyendo la muerte.
En lugar de aceptar la vida y la muerte como parte del diseño divino, el transhumanismo busca prolongar la vida indefinidamente, manipulando la biología humana y fusionándola con la tecnología, para crear una nueva especie de seres que trascienden la humanidad: los posthumanos.
Y me gustaría preguntarte si las personas que conoces que apoyan el humanismo se dan cuenta que están apoyando la agenda luciferiana o crees que no.