miércoles, 16 de octubre de 2024

Recordemos: ¿Es Halloween un juego inocente o peligroso? Exorcista responde

  



ROMA, 28 de octubre de 2015 / 09:20 p.m. (ACI)



“Es la gran fiesta del mundo de lo oculto, el año nuevo de los satanistas, es la fiesta de este dios de las tinieblas”, declaró al canal de televisión italiano TV 2000 el P. Aldo Buonaiuto, sacerdote exorcista y autor del libro Halloween. El truco del diablo”.




El presbítero dijo ante cámaras que es importante comprender la institución que se dio de la fiesta de todos los santos para el 1 de noviembre, ya que fue el Papa Gregorio IV alrededor del año 834 quien la trasladó del 13 de mayo a esta fecha, justamente para detener la tradición que llegaba de Irlanda y que adora el mundo de las tinieblas y de los muertos. Así mismo destacó que hoy todo viene relativizado, unido a lo macabro, la violencia, el horror, la sangre y a modo de juego.


“En las escuelas yo escucho a distintos padres que nos hablan de niños que están horrorizados y tienen pesadillas de noche y otros niños que no entienden más la diferencia entre la vida y la muerte”, lamentó el P. Buonaiuto.


El sacerdote exorcista presentará su libro “Halloween. El truco del diablo” el 29 de octubre a las 4 p.m. (hora local) en la Universidad Europea de Roma. Junto a él estarán Mons. Matteo Maria Zuppi, Obispo auxiliar de Roma; el P. Francesco Bamonte, Presidente de la Asociación Internacional de Exorcistas, y otros especialistas.

En declaraciones a Interris.it, el P. Buonaiuto dijo el libro busca para informar, educar y prevenir los peligros, un subsidio para los padres y los educadores, para los catequistas y para los sacerdotes, así como para los chicos, de manera que exista conciencia sobre los significados de los símbolos del oculto y satánico de este carnaval del horror, que no debe ser trivializado”.

Sobre la tradición del “dulce o truco” que mencionan los niños al pedir caramelos de casa en casa en Halloween, advirtió que “esconde algo mucho más serio y preocupante de lo que hace ver a las apariencias. En el antiguo culto pagano de los druidas, ‘trick or treat’, significaba la ‘maldición o sacrificio’: la obligación de ofrecer regalos a los sacerdotes del dios de la muerte, para evitar venganzas del más allá”.


 


“A través de está conocida moda festiva, se difunde el placer por el horror como normal, la seducción de lo macabro, la atracción por la muerte más que por la vida. Está profanando el significado de la muerte. Como escribí en el libro, el truco del diablo, es un dulce mortal para el alma”.

Por otro lado, también criticó el aspecto comercial de este evento, muy seguido por los jóvenes. “En Europa, los ingresos de la ‘Noche de brujas’ superan los 400 millones de euros”, señaló.

“Se trata de un fenómeno dañino, en el plano social, antropológico y cultural: una propuesta de valores negativos, vinculados a una visión materialista y utilitarista de la vida y el placer. Y es una profanación de la verdadera fiesta, cristiana, del culto a los Santos, de la devoción por hombres y mujeres que han tratado de imitar el ejemplo perfecto de Jesús en el amor al prójimo y en el respeto a los mandamientos divinos”.

El sacerdote exorcista Aldo Buonaiuto es antropólogo, demonólogo y coordinador del Servicio Anti-Sectas de la Comunidad Papa Juan XXIII. Estudió filosofía y teología en el Pontificio Ateneo “San Anselmo” (Roma) y antropología teológica en el Pontificio Ateneo Teresianum (Roma).


Fuente - Texto tomado de ACIPRENSA.COM:

No celebrar Halloween - Fiesta pagana y anticristiana - Octubre 31











Halloween significa "All hallow's eve", palabra que proviene del inglés antiguo, y que significa "Víspera de todos los santos", ya que se refiere a la noche del 31 de octubre, Víspera de la Fiesta de Todos los Santos. Sin embargo, la antigua costumbre anglosajona le ha robado su estricto sentido religioso para celebrar en su lugar la noche del terror, de las brujas y los fantasmas. Halloween marca un triste retorno al antiguo paganismo, tendencia que se ha propagado también entre los pueblos hispanos.


Origen de Halloween




Se remonta a un festival religioso de origen pagano, celebrado por los Celtas antes del Cristianismo. En sus creencias, ellos pensaban que en la noche del 31 de octubre el dios Samhain liberaba a los espíritus de los muertos, haciendo que fueran de casa en casa a visitar los parientes. Si éstos no le presentaban ofrendas, eran hechizados y castigados por los espíritus. Más tarde, los sacerdotes de este dios eran los que recogían las ofrendas y si eran satisfactorias, les dejaban una luz o linterna, en la puerta que le llamaban la "Jack-o-Lantern". Durante estas fiestas sacrificaban muchas personas al dios Celta por medio del fuego, y de acuerdo a la forma en que resultaban quemadas, pronosticaban la buena y la mala suerte.

Con la llegada del Cristianismo, todas estas fiestas paganas de muerte y destrucción fueron abolidas. Los primeros cristianos, y la misma Iglesia, hicieron frente a estas celebraciones, aunque subsistieron en las montañas del norte de Escocia. Desde el siglo VII, el Papa Bonifacio IV trasladó la Fiesta de Todos los Santos para el primero de noviembre, con la idea de cristianizar esta tradición y darle un sentido de luz a una fiesta satánica. En este día se celebran a todos aquellos que desde los primeros días del Cristianismo dieron su vida por proclamar que JESÚS ES EL SEÑOR y no ningún otro. Éste es un día para meditar en que nosotros no somos diferentes de ellos, y tenemos la obligación de proclamar el SEÑORÍO DE JESÚS sobre toda la creación.


Festividad de todos los santos




Sin embargo, para los creyentes es la Fiesta de Todos los Santos, la que verdaderamente tiene relevancia y refleja la fe en el futuro, para quienes esperan y viven según el Evangelio predicado por Jesús. El respeto a los restos mortales de quienes murieron en la fe y su recuerdo, se inscribe en la veneración de quienes han sido "templos del Espíritu Santo".


Pensándolo desde la fe


Una propuesta de temas para considerar detenidamente nuestra fe católica y la actitud que debemos tomar ante el Halloween. Ante todos estos elementos que componen hoy el Halloween, vale la pena reflexionar y hacerse las siguientes preguntas:

¿Es que, con tal que se diviertan, podemos aceptar que los niños al visitar las casas de los vecinos, exijan dulces a cambio de no hacerles un daño (estropear muros, romper huevos en las puertas, etc.)?  Respecto de la conducta de los demás, se puede leer el criterio de Nuestro Señor Jesucristo en Lc. 6,31: "Tratad a los hombres de la misma manera que quisierais que ellos os tratasen a vosotros".




¿Qué experiencia (moral o religiosa) queda en el niño que para "divertirse" ha usado disfraces de diablos, brujas, muertos, monstruos, vampiros y demás personajes relacionados principalmente con el mal y el ocultismo, sobre todo cuando la televisión y el cine identifican estos disfraces con personajes contrarios a la sana moral, a la fe y a los valores del Evangelio?  Veamos qué dice Nuestro Señor Jesucristo del mal y lo malo en Mt. 7,17: "Así es que todo árbol bueno produce buenos frutos, y todo árbol malo da frutos malos".  Mt. 6,13: "Y no nos dejes caer en la tentación; más líbranos del mal. Amén".  La palabra de Dios nos habla de esto también en 1a. Pe. 3, 8-12: "Finalmente, sed todos de un mismo corazón, compasivos, amantes de todos los hermanos, misericordiosos, modestos, humildes, no volviendo mal por mal, ni maldición por maldición, antes al contrario, bienes o bendiciones; porque a ésto sois llamados, a fin de que poseáis la herencia de la bendición celestial. Así, pues, el que de veras ama la vida, y quiere vivir días dichosos, refrene su lengua del mal, y sus labios no se desplieguen a favor de la falsedad. Desvíese del mal, y obre el bien; busque con ardor la paz y vaya en pos de ella. Pues el Señor tiene fijos sus ojos sobre los justos, y escucha propicio las súplicas de ellos, al paso que mira con ceño a los que obran mal".




¿Cómo podemos justificar como padres de una familia cristiana que nuestros hijos, el día de Halloween hagan daño a las propiedades ajenas? ¿No seríamos totalmente incongruentes con la educación que hemos venido proponiendo, en la cual se debe respetar a los demás y que las travesuras o maldades no son buenas?  ¿No sería ésto aceptar que, por lo menos, una vez al año se puede hacer el mal al prójimo?  ¿Qué nos enseña Nuestro Señor Jesucristo sobre el prójimo?  Leamos Mt. 22, 37-40: "Respondióle Jesús: Amarás al Señor Dios tuyo de todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente; éste es el máximo y primer mandamiento; el segundo es semejante a éste, y es: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. En estos dos mandamientos está cifrada toda la ley y los profetas".




Con los disfraces y la identificación que existe con los personajes del cine... ¿no estamos promoviendo en la conciencia de los pequeños que el mal y el demonio son sólo fantasías, un mundo irreal que nada tiene que ver con nuestras vidas, y que por lo tanto no nos afectan?  La Palabra de Dios afirma la existencia del diablo, del enemigo de Dios en St. 4,7:  "Estad, pues, sujetos a Dios, y resistid con su gracia al diablo, y huirá de vosotros".  1a. Pe. 5,8: "Sed sobrios, y estad en continua vela; porque vuestro enemigo el diablo anda girando como león rugiente alrededor de vosotros, en busca de presa qué devorar". Ef. 6,11: "Revestíos de toda la armadura de Dios, para poder contrarrestar a las asechanzas del diablo". Lc. 4,2: "Donde estuvo cuarenta días, y allí era tentado del diablo. En cuyos días no comió nada, y al cabo de ellos tuvo hambre".




¿Qué experiencia religiosa
o moral queda después
de la fiesta del Halloween?




¿No es Halloween otra forma de relativismo religioso, con la cual vamos permitiendo que nuestra fe y nuestra vida cristianas se vean debilitadas?

Si aceptamos todas estas ideas y las tomamos a la ligera en "aras de la diversión de los niños" ¿Qué diremos a los jóvenes (a quienes durante su infancia les permitimos jugar al Halloween), cuando acudan a los brujos, hechiceros, médiums, y los que leen las cartas y todas esas actividades contrarias a lo que nos enseña la Biblia?

Es que nosotros, como cristianos, mensajeros de la paz, el amor, la justicia, portadores de la luz para el mundo, ¿podemos identificarnos con una actividad en donde todos sus elementos hablan de temor, injusticia, miedo y oscuridad? Sobre el tema de la paz podemos leer Fil. 4,9: "Lo que habéis aprendido, y recibido, y oído, y visto en mí, ésto habéis de practicar; y el Dios de la paz será con vosotros". Gal. 5,22: "Al contrario, los frutos del espíritu son caridad, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, longanimidad". Ver qué dice Jesús sobre ésto en Mt. 5,14: "Vosotros sois la luz del mundo. No se puede encubrir una ciudad edificada sobre un monte". Jn. 8,12: "Y volviendo Jesús a hablar al pueblo, dijo: Yo Soy la luz del mundo; el que Me sigue, no camina a oscuras, sino que tendrá la luz de la vida".




Si somos sinceros con nosotros mismos y buscamos ser fieles a los valores de la Iglesia Católica, llegaremos a la conclusión de que el Halloween no tiene nada que ver con nuestro recuerdo cristiano de los Fieles Difuntos, y que todas sus connotaciones son nocivas y contrarias a los principios elementales de nuestra fe.


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Fuente - Texto tomado de ACIPRENSA:

San Ignacio de Antioquía - Mártir Año 107 - Fiesta Octubre 17


San Ignacio de Antioquía - Mártir año 107


Antioquía era una ciudad famosa en Asia Menor, en Siria, al norte de Jerusalén. En esa ciudad (que era la tercera en el imperio romano, después de Roma y Alejandría), fue donde los seguidores de Cristo empezaron a llamarse "cristianos". De esa ciudad era obispo San Ignacio, el cual se hizo célebre porque cuando era llevado al martirio, en vez de sentir miedo, rogaba a sus amigos que le ayudaran a pedirle a Dios que las fieras no le fueran a dejar sin destrozar, porque deseaba ser muerto por proclamar su amor a Jesucristo.

Dicen que fue un discípulo de San Juan Evangelista. Por 40 años estuvo como obispo ejemplar de Antioquía que, después de Roma, era la ciudad más importante para los cristianos, porque tenía el mayor número de creyentes. 

Mandó el emperador Trajano que pusieran presos a todos los que no adoraban a los falsos dioses de los paganos. Como Ignacio se negó a adorar esos ídolos, fue llevado preso y entre el perseguidor y el santo se produjo el siguiente diálogo:


-"¿Quién eres tú, espíritu malvado, que osas desobedecer mis órdenes e incitas a otros a su perdición?"

 

-"Nadie llama a Teóforo espíritu malvado", respondió el santo.

 

-"¿Quién es Teóforo?"

 

-"El que lleva a Cristo dentro de sí"

 

-"¿Quiere eso decir que nosotros no llevamos dentro a los dioses que nos ayudan contra nuestros enemigos?", preguntó el emperador.

 

-"Te equivocas cuando llamas dioses a los que no son sino diablos", replicó Ignacio. "Hay un solo Dios que hizo el cielo y la tierra y todas las cosas; y un solo Jesucristo, en cuyo reino deseo ardientemente ser admitido"

 

-"¿Te refieres al que fue crucificado bajo Poncio Pilato?"

 

-"Sí, a Aquél que con su muerte crucificó el pecado y a su autor, y que proclamó que toda malicia diabólica ha de ser hollada por quienes lo llevan en el corazón"

 

-"¿Entonces tú llevas a Cristo dentro de ti?"

 

-"Sí, porque está escrito, viviré con ellos y caminaré con ellos"


Cuando lo mandaron a encadenar para llevarlo a morir en Roma, San Ignacio exclamó:

 
"Te doy gracias, Señor, por haberme permitido darte esta prueba de amor perfecto y por dejar que me encadenen por Ti, como tu apóstol Pablo"


El emperador ordenó entonces que Ignacio fuera llevado a Roma y echado a las fieras, para diversión del pueblo. Encadenado fue llevado preso en un barco desde Antioquía hasta Roma en un largo y penosísimo viaje, durante el cual el santo escribió siete cartas que se han hecho famosas. Iban dirigidas a las Iglesias de Asia Menor. En una de esas cartas dice que los soldados que lo llevaban eran feroces como leopardos; que lo trataban como fieras salvajes y que cuanto más amablemente los trataba él, con más furia lo atormentaban.

El barco se detuvo en muchos puertos y en cada una de esas ciudades salían el obispo y todos los cristianos a saludar al santo mártir y a escucharle sus provechosas enseñanzas. De rodillas recibían todos su bendición. Varios se fueron adelante hasta Roma a acompañarlo en su glorioso martirio. Con los que se adelantaron a ir a la capital antes que él, envió una carta a los cristianos de Roma diciéndoles:

 
"Por favor: no le vayan a pedir a Dios que las fieras no me hagan nada. Ésto no sería para mí un bien sino un mal. Yo quiero ser devorado, molido como trigo, por los dientes de las fieras para así demostrarle a Cristo Jesús el gran amor que le tengo. Y si cuando yo llegue allá me lleno de miedo, no me vayan a hacer caso si digo que ya no quiero morir. Que vengan sobre mí, fuego, cruz, cuchilladas, fracturas, mordiscos, desgarrones, y que mi cuerpo sea hecho pedazos con tal de poder demostrarle mi amor al Señor Jesús"

 

¡Admirable ejemplo!


Al llegar a Roma, salieron a recibirlo miles de cristianos. Y algunos de ellos le ofrecieron hablar con altos dignatarios del gobierno para obtener que no lo martirizaran. Él les rogó que no lo hicieran y se arrodilló y oró con ellos por la Iglesia, por el fin de la persecución y por la paz del mundo. Como al día siguiente era el último y el más concurrido día de las fiestas populares, y el pueblo quería ver muchos martirizados en el circo, especialmente que fueran personajes importantes, fue llevado sin más al circo para echarlo a las fieras. Era el año 107.





Ante el inmenso gentío fue presentado en el anfiteatro. Él oró a Dios y en seguida fueron soltados dos leones hambrientos y feroces que lo destrozaron y devoraron, entre el aplauso de aquella multitud ignorante y cruel. Así consiguió Ignacio lo que tanto deseaba:


"Ser martirizado por proclamar su amor a Jesucristo"


Algunos escritores antiguos decían que Ignacio fue aquel niño que Jesús colocó en medio de los apóstoles para decirles:




"Quien no se haga como un niño, no puede entrar en el reino de los cielos" (Mc. 9,36)


San Ignacio dice en sus cartas que María Santísima fue siempre Virgen. Él es el primero en llamar Católica, a la Iglesia de Cristo (Católica significa: Universal).


Algunas Enseñanzas
de San Ignacio de Antioquía:


Los escritos del obispo San Ignacio de Antioquía son de suma importancia porque demuestran la catolicidad de la doctrina desde tiempos apostólicos. Sus cartas constituyen un testimonio de su amor apasionado por Cristo, su profundidad y claridad de pensamiento teológico y profunda humildad. San Ignacio manifiesta absoluta certeza de que su inminente martirio por Cristo es un privilegio, por lo que no quiere que nadie lo obstruya.


Parto Virginal de María




Es el primer escritor fuera del N.T. en escribir sobre esta verdad:


"Y al príncipe de este mundo se le ocultó la virginidad de María y su parto y también la muerte del Señor". (Carta a los de Éfeso)

 


Cristo: humano y divino




Como San Juan, San Ignacio nos muestra que Cristo es humano y divino:


"Hijo de María e hijo de Dios, primero pasible, después impasible, Jesucristo Nuestro Señor" (Efes., c. XVII)


Su doctrina es una defensa contra dos tendencias de la época: por un lado algunos de los judaizantes negaban la encarnación y creían en un Jesús sólo humano. Por otro lado, los docetistas negaban la humanidad de Cristo.


La Eucaristía




San Ignacio de Antioquía es el primero en usar la palabra "Eucaristía" para referirse al Santísimo Sacramento (Esmir., c. viii). San Ignacio utiliza la terminología joánica para enseñar sobre la Eucaristía, a la que llama:


"La Carne de Cristo", "Don de Dios", "la Medicina de Inmortalidad". Llama a Jesús "Pan de Dios" que ha de ser comido en el altar, dentro de una única Iglesia.

 

"No hallo placer en la comida de corrupción ni en los deleites de la presente vida. El pan de Dios quiero, que es la carne de Jesucristo, de la semilla de David; Su Sangre quiero por bebida, que es amor incorruptible".

  

"Reuníos en una sola fe y en Jesucristo. Rompiendo un solo pan, que es medicina de inmortalidad, remedio para no morir, sino para vivir por siempre en Jesucristo".


San Ignacio denuncia a los herejes "que no confiesan que la Eucaristía es la carne de Jesucristo nuestro Salvador, carne que sufrió por nuestros pecados y que en su amorosa bondad el Padre resucitó".


El día del Señor el domingo




"Los que vivían según el orden de cosas antiguo han pasado a la nueva esperanza, no observando ya el sábado, sino el día del Señor, en el que nuestra vida es bendecida por Él y por su Muerte" San Ignacio de Antioquía, Magn. 9,1.



La Iglesia




"Es una institución divina cuyo fin es la salvación de las almas; quienes se separan de ella se separan de Dios" (San Ignacio de Antioquía, a los de Filadelfia., c. III)

 

"Debe permanecer en unidad. La unidad es expresión del amor" (Trall., c. VI; Filad., c. III; Magn., c. XIII)

 

"Es Santa" (Esmirna, Efes., Magn., Trall., Rom.)

 

"Es Católica"


Fue San Ignacio quien por primera vez se refirió a la Iglesia como "Iglesia Católica" (Universal), incluyendo en ella a todos los que son fieles a la verdad. (Esmirna., c. VIII)


"Por doquier aparezca el obispo, ahí esté el pueblo; lo mismo que donde quiera que Jesucristo está también está la Iglesia Católica"

 

"Es Infalible" (Fila., c. III; Efes., cc. XVI, XVII)

 

"Tiene Jerarquía a la que debemos estar unidos en obediencia"


San Ignacio, como San Juan, puso mucha atención en la relación entre el Padre y el Hijo. El Hijo siempre sujeto por amor a la voluntad del Padre, uno con Él por naturaleza. San Ignacio deduce que debemos imitar a Cristo en su obediencia filial, obedeciendo a los obispos de la Iglesia (lntrod. a Fila.; Efes., c. VI). Sus cartas enseñan que debe haber en la Iglesia disciplina, unidad y sujeción a la jerarquía. 

 
"Por esto debéis estar acordes con el sentir de vuestro obispo, como ya lo hacéis. Y en cuanto a vuestro colegio presbiteral, digno de Dios y del nombre que lleva, está armonizado con vuestro obispo como las cuerdas de una lira. Este vuestro acuerdo y concordia en el amor es como un himno a Jesucristo. Procurad todos vosotros formar parte de este coro, de modo que, por vuestra unión y concordia en el amor, seáis como una melodía que se eleva a una sola voz por Jesucristo al Padre, para que os escuche y os reconozca, por vuestras buenas obras, como miembros de su Hijo. Os conviene, por tanto, manteneros en una unidad perfecta, para que seáis siempre partícipes de Dios" (De la Carta a los Efesios)


Sus palabras recuerdan a las de San Pablo, en Efesios, 4:


"Con empeño por guardar la unidad de espíritu en el vínculo de la paz: un solo cuerpo y un solo Espíritu, a la manera que fuisteis llamados en una sola esperanza de vuestra vocación. Un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo. Un solo Dios y Padre de todos, que está sobre todos y obra por todos y mora en todos"


Su firme enseñanza sobre la obediencia a los obispos es aún más admirable cuando él mismo, siendo obispo, fue siempre muy humilde.


Matrimonio Sacramental




San Ignacio enseña sobre el matrimonio en la iglesia:

 
"...los varones y las mujeres que deseen casarse, deben realizar su enlace conforme a las disposiciones del obispo..." (Filipenses 5,2)


La Virginidad
virtud sobrenatural
(Polyc., c. v)




San Ignacio es claro y fuerte contra la herejía pero también recalca la necesidad de ser indulgentes y tolerantes con los que están en error.

 
"Rueguen incesantemente por el resto de los hombres -porque hay en ellos esperanza de arrepentimiento- para que lleguen a Dios. Por lo tanto instrúyanlos con el ejemplo de sus obras. Cuando ellos estallen en ira, ustedes sean mansos; cuando se vanaglorien al hablar, sean ustedes humildes; cuando les injurien a ustedes, oren por ellos; si ellos están en el error, ustedes sean constantes en la fe; a vista de su furia, sean ustedes apacibles. No ansíen el desquite. Que nuestra indulgencia les muestre que somos sus hermanos. Procuremos ser imitadores del Señor, esforzándonos para ver quién puede sufrir peores injusticias, quién puede aguantar que lo defrauden, que lo rebajen a la nada; que no se encuentre en ustedes cizaña del diablo. Sino con toda pureza y sobriedad vivan en Cristo Jesús en carne y en espíritu" (Carta a los Efesios).


Fuente - Texto tomado de EWTN: