domingo, 8 de septiembre de 2024

San Pedro Claver - Patrono de Colombia - Fiesta Septiembre 9

   



  • Nombre: Juan Pedro Claver
  • Nacimiento: Verdú - Cataluña (España) Junio de 1580; bautizado en Junio 16
  • Fallecimiento: Cartagena (Colombia) - Septiembre 9 de 1654
  • Canonización: Ciudad del Vaticano - Enero 15 de 1888
  • Patronazgo: Declarado patrono de las misiones entre los negros (Julio 7 de 1896) - Declarado defensor de los derechos humanos en 1985. Es patrono de Colombia y de las personas afro-americanas


Se graduó de la Universidad de Barcelona y a los 19 años decide ser Jesuita e ingresó a Tarragona. Mientras estudiaba filosofía en Mallorca en 1605 se encontró con San Alonso Rodríguez, portero del colegio. Fue providencial. San Alonso recibió por inspiración de Dios conocimiento de la futura misión del joven Pedro, y desde entonces no paró de animarlo a ir a evangelizar los territorios españoles en América.

Pedro creyó en esta inspiración y con gran fe y el beneplácito de sus superiores se embarcó hacia la Nueva Granada en 1610.




Al llegar a América, Pedro encontró la terrible injusticia de la esclavitud institucionalizada, que había comenzado desde el segundo viaje de Colón el 12 de enero de 1510. Cartagena por ser lugar estratégico en la ruta de las flotas españolas, se convirtió en el principal centro del comercio de esclavos en el Nuevo Mundo.

Estudió su teología en Santa Fe de Bogotá durante dos años, uno más en Tunja y luego fue enviado a Cartagena, donde fue ordenado sacerdote el 20 de marzo de 1616.

En aquellos tiempos, la trata de negros era uno de los espectáculos más deprimentes de la humanidad. Arrancados de África, eran transportados como mercancía en el fondo de los barcos, donde morían muchas veces más de dos tercios de los que viajaban. Mal alimentados, desnudos, atados con argollas, eran presa de la viruela negra y de toda clase de enfermedades.




Mil esclavos desembarcaban cada mes y cuando anunciaban su llegada, el padre Claver salía a visitarlos, les llevaba comida, los instruía y los bautizaba. Se calcula que catequizó y bautizó a más de 300.000 negros en los 40 años de intensa labor misionera que realizó en Cartagena, convirtiéndose en apóstol de los esclavos negros.

Aterrorizados por la idea de que los llevaban para hacer aceite de sus cuerpos, eran vendidos en trata pública al llegar el barco a alguna de las ciudades de América. De ésto, hace sólo tres siglos...

Pedro Claver espera los barcos en el puerto, alimenta a los negros que llegan sin fuerzas, cura a los enfermos. Intenta comprar a los que puede y a los que nadie quiere. Bautiza a los moribundos. Y cuando sus manos se resisten a cuidar las llagas más repugnantes, saca el cilicio y la disciplina y se somete a sus efectos hasta que sangra; después, besa las purulencias de los apestados.




Es el padre de los negros, de los negros en esclavitud, de los abandonados por enfermos o por inútiles... A una pobre mujer aislada en una alta choza, a causa del nauseabundo olor que despide, la visita tres o cuatro veces por día, durante varios años. 




Como ha adquirido fama de santo, algunas damas que se consideran virtuosas van a él para confesarse; y a veces las damas virtuosas tienen que esperar a que pasen todos los negros, que están formando cola para recibir su absolución y sus consejos.

En Cartagena, Claver es acusado de infectar las iglesias con sus negros, con el olor de sus negros. Casi todos los ricos y poderosos de la ciudad le desprecian. Pero él no se inmuta. Se ha trazado un camino y piensa seguirlo hasta la muerte.

En 1650 se declara en la población una peste. Los más atacados por su virulencia son, precisamente, los negros. Claver se desvive, va de un lado para otro, ejerciendo sus ministerios, socorriendo a todos en lo posible y en todas formas.




Pero, al fin, sucumbe también él y cae víctima de una parálisis rara, desconocida. Es la última prueba que Dios le deparaba. Ya no puede visitar a sus enfermos... y sus enfermos se olvidan de él.

Pedro Claver pasa cuatro años abandonado de todo el mundo, sin poderse mover. Los mismos que están en torno suyo lo maltratan. Y con paciencia imponente lo resiste todo, porque cree merecer aquello como castigo de Dios por sus pecados.

El día 6 de septiembre de 1654 corre por la ciudad una noticia: el Padre Claver se está muriendo. Y es entonces cuando empiezan a surgir de nuevo cuantos le deben la vida o la fe, todos aquellos a quienes él en otros tiempos favoreció.

La estancia del Padre Pedro se llena de negros y de blancos. De todas partes acude gente que lo quiere ver, que lo quiere oír por última vez, que quiere tocar sus manos. Así dos días. Al octavo del mes, languidece el Santo irremediablemente y su alma se evade del peso de su cuerpo para ir a gozar de la bienaventuranza eterna. ¡Había cumplido setenta años!





En la mañana del 9 de septiembre de 1654, con gran paz se fue al cielo. Beatificado el 16 de julio de 1850 por Pío IX. Canonizado el 15 de enero de 1888 por León XIII junto con Alonso Rodríguez.

El 7 de julio de 1896 fue proclamado patrón especial de todas las misiones católicas entre los negros, por su entrega a aliviar el sufrimiento de los esclavos del puerto de Cartagena de Indias (Colombia). El Papa Juan Pablo II rezó ante los restos mortales de San Pedro Claver en la Iglesia de los Jesuitas en Cartagena. En 1985, el Congreso de la República de Colombia lo declaró "Defensor de los Derechos Humanos".


Fuente - Texto tomado de WIKIPEDIA.ORG:

Fuente - Texto tomado de MULTIMEDIOS.ORG - BEC:


Recemos juntos a San Pedro Claver
para que interceda a Dios por Colombia
para que nos libre del
comunismo, terrorismo y dictadura








Novena a Nuestra Señora de los Dolores - Día Tercero - Septiembre 9 de 2024

   



Oración
Señor Mío Jesucristo


Señor mío, Jesucristo, 
Dios y Hombre verdadero,
Creador, Padre y Redentor mío, 
por ser Vos quién sois
y porque os amo
sobre todas las cosas,
me pesa de todo corazón
haberos ofendido; 
propongo firmemente
nunca más pecar, 
apartarme de todas
las ocasiones de ofenderos, 
confesarme y,
cumplir la penitencia
que me fuera impuesta.

Ofrezco, Señor,
mi vida, obras y trabajos, 
en satisfacción de todos
mis pecados, y, así como lo suplico,
así confío en vuestra
bondad y misericordia infinita, 
que los perdonareis,
por los méritos de vuestra
preciosísima sangre,
pasión y muerte,
y me daréis la gracia
para enmendarme,
y perseverar en vuestro
santo amor y servicio, 
hasta el fin de mi vida.
Amén


Oración Inicial




Oh Virgen, la más dolorosa del mundo después de tu Hijo, a cuyos dolores estuviste perpetuamente asociada: te ruego que me alcances fortaleza para sufrir por mis pecados, como tú sufriste por los nuestros, a fin de que, crucificando mis pasiones y concupiscencias en la cruz de Cristo, llevando la cruz de mi deber por el camino de mi vida, caminando en pos de mi Señor y perseverando constantemente a tu lado, oh Madre mía, al pie de la cruz de tu Hijo, viva siempre y muera contigo, redimido y santificado por la sangre preciosísima de nuestro Redentor. También te pido, por tus dolores, que oigas mi petición en esta novena y, si conviene, me la concedas. 


Rezar la oración
del día correspondiente:


Día Tercero


Oh Virgen Dolorosa, por el dolor que tuviste cuando el soberbio y ambicioso Herodes quiso dar muerte a tu Hijo, que venía a darnos vida, líbrame de toda ambición y soberbia y haz que, en vez de arrojar de mi lado a tu Hijo, le llame a mi, y, pospuestos todos mis intereses, le haga reinar sobre mi, siendo yo su vasallo fiel y obediente, para reinar con él en la gloria.


Terminar con la
oración final
para todos los días


Oración Final
para todos los días




Acuérdate, Virgen Madre de Dios,
cuando estés en la presencia del Señor,
de hablar en favor nuestro y que aparte
su indignación de nosotros.

Oh Santísima Madre,
hazme esta gracia:
fija en mi corazón
con eficacia las llagas
de Jesús crucificado.

Haz que de Cristo
en mí lleve la muerte,
que participe su pasión y suerte
y medite en sus llagas apenado.

Para que no arda
en los eternos fuegos,
defiéndeme tú, oh Virgen,
con tus ruegos, en el día del juicio.

Y tú, oh Cristo,
al salir yo de esta vida,
por tu Madre querida,
haz que llegue a la palma de victoria.

Cuando mi cuerpo muera,
haz que mi alma adquiera
del paraíso la gloria.


Rezar tres Avemarías


Ruega por nosotros,
Virgen dolorosísima,
que estuviste constantemente
junto a la cruz de Jesucristo.

Nuestra Señora de la Buena Muerte,
ruega por nosotros.


Siete gracias concedidas
por la Santísima Virgen María


Favor leer el siguiente link:




Oremos:


Te rogamos, Señor Nuestro Jesucristo,
que interceda ante tu clemencia
la bienaventurada Virgen María
Tu Madre, cuya alma atravesó
la espada de dolor
en la hora de tu Pasión.
Lo pedimos por Ti,
oh Jesucristo, Salvador del mundo,
que vives y reinas con el Padre
y el Espíritu Santo
por los siglos de los siglos.
Amén

San José,
ruega por nosotros


Fuente - Texto tomado de DEVOCIONARIO.COM:

Los sellos del Apocalipsis: 7 signos para reconocer el fin del mundo

   



APOCALIPSIS DE SAN JUAN
CAPÍTULO 6




Señales misteriosas que fue viendo el apóstol, conforme iba el Cordero abriendo los seis primeros sellos.


01 Vi, pues, cómo el Cordero abrió el primero de los siete sellos, y oí al primero de los cuatro animales que decía, con voz como de trueno: Ven, y verás.

  
02 Yo miré; y he ahí un caballo blanco, y el que lo montaba tenía un arco y diósele una corona, y salió victorioso para continuar las victorias.


03 Y como hubiese abierto el segundo sello, oí al segundo animal, que decía: Ven, y verás.


04 Y salió otro caballo bermejo; y al que lo montaba se le concedió el poder de desterrar la paz de la tierra, y de hacer que los hombres se matasen unos a otros; y así, se le dio una grande espada.


05 Abierto que hubo el sello tercero, oí al tercer animal, que decía: Ven, y verás. Y vi un caballo negro; y el que lo montaba tenía una balanza en su mano.


06 Y oí cierta voz en medio de los cuatro animales, que decía: Dos libras de trigo valdrán un denario, y seis libras de cebada a denario también; mas al vino y al aceite no hagas daño.

  
07 Después que abrió el sello cuarto, oí una voz del cuarto animal, que decía: Ven, y verás.


08 Y he ahí un caballo pálido y macilento, cuyo jinete tenía por nombre Muerte, y el infierno le iba siguiendo, y diósele poder sobre las cuatro partes de la tierra para matar a los hombres a cuchillo, con hambre, con mortandad y por medio de las fieras de la tierra.

  
09 Y cuando hubo abierto el quinto sello, vi debajo o al pie del altar las almas de los que fueron muertos por la palabra de Dios y por ratificar su testimonio.


10 Y clamaban a grandes voces, diciendo: ¿Hasta cuándo, Señor (Tú que eres santo y veraz), difieres hacer justicia y vengar nuestra sangre contra los que habitan en la tierra?


11 Diósele luego a cada uno de ellos un ropaje o vestido blanco y se les dijo que descansasen o guardasen en paz un poco de tiempo, en tanto que se cumplía el numero de sus consiervos y hermanos, que habían de ser martirizados también como ellos.


12 Vi asímismo cómo abrió el sexto sello; y al punto se sintió un gran terremoto, y el sol se puso negro como un saco de cilicio, o de cerda, y la luna se volvió toda bermeja como sangre.


13 Y las estrellas cayeron del cielo sobre la tierra, a la manera que una higuera, sacudida de un recio viento, deja caer sus brevas.


14 Y el cielo desapareció como un libro que es arrollado; y todos los montes y las islas fueron movidos de sus lugares.


15 Y los reyes de la tierra, y los príncipes, y los tribunos, y los ricos, y los poderosos, y todos los hombres, así esclavos como libres, se escondieron en las grutas y entre las peñas de los montes.


16 Y decían a los montes y peñascos: Caed sobre nosotros, y escondednos de la cara de aquel Señor que está sentado sobre el trono, y de la ira del Cordero.


17 Porque llegado es el día grande de la cólera de ambos, ¿y quién podrá soportarla?


APOCALIPSIS DE SAN JUAN
CAPÍTULO 8


Abierto ya el sello séptimo, se aparecen siete ángeles con siete trompetas; tocan los cuatro primeros cada uno la suya; cae fuego, la mar se altera, las aguas se vuelven amargas y las estrellas pierden su resplandor.


01 Y cuando el Cordero hubo abierto el séptimo sello, siguióle un gran silencio en el cielo, cosa de media hora.


Los sellos del Apocalipsis:
7 signos para reconocer el fin del mundo


Por Editor de ChurchPOP - Febrero 19 de 2020


No se puede asegurar cuándo ocurrirá el fin del mundo, pero Dios ha previsto en su Revelación que podamos reconocer los signos de los tiempos.

El padre José Antonio Fortea explica los 7 sellos del Apocalipsis. Estos son una sucesión de acontecimientos que marcarán el fin de la historia del hombre.

Según el sacerdote, para tener la certeza de que se trata del fin del mundo, tienen que encajar TODOS los hechos.

El Apocalipsis, que significa “revelación”, fue comunicado al apóstol San Juan en la isla de Patmos, donde se hallaba desterrado.

El padre Fortea nos previene diciendo que muchos de sus supuestos son interpretaciones personales, pero parecen razonables a la luz de la Escritura.

Es importante tener en cuenta que sólo analiza un cuarto del libro. Además, el Apocalipsis está contado tres veces, con los sellos, con las trompetas y con las copas de la ira.


Las consecuencias del pecado de la humanidad en Apocalipsis


“La historia humana acaba con un larguísimo aviso de Dios de cómo el pecado siempre conlleva consecuencias. Dios perdona todo, pero el pecado siempre tiene consecuencias. El quebrantar la ley de Dios siempre tiene consecuencias”, comenta el sacerdote.

Al final agrega: “En este caso, las consecuencias no son personales, o de una familia, o de un reino; el último momento de la historia es la humanidad entera la que se corrompe, y por eso el castigo tiene que volverse global”.


Estos son los 7 sellos del Apocalipsis que nos avisarán que estaremos viviendo el fin del mundo:


1. Primer sello:


“Y vi aparecer un caballo blanco. Su jinete tenía un arco, recibió una corona y salió triunfante, para seguir venciendo”. (Ap. 6, 2)


En opinión del padre Fortea, este pasaje del Apocalipsis señala el comienzo de una guerra. El arco es símbolo de la guerra balística, de los misiles, de las bombas. Una guerra en la que el que la hace no se mancha las manos y piensa que ha salido vencedor. Pero la situación se complica y viene una segunda fase.


2. Segundo sello:


“Y vi aparecer otro caballo, rojo como el fuego. Su jinete recibió el poder de desterrar la paz de la tierra, para que los hombres se mataran entre sí; y se le dio una gran espada”. (Ap. 6, 4)


Se trataría de una guerra. El rojo representa la sangre. La espada sería símbolo de la infantería. Al decir que se degollan unos a otros significa que va a haber muchos muertos.

Para el padre Fortea, esta guerra no se comparará a nada de lo que haya sucedido. Ni siquiera a la Segunda Guerra Mundial.


3. Tercer sello:


“Y vi aparecer un caballo negro. Su jinete tenía una balanza en la mano; y oí una voz en medio de los cuatro Seres Vivientes, que decía: «Se vende una ración de trigo por un denario y tres raciones de cebada por un denario. Y no eches a perder el aceite y el vino». (Ap. 6, 5-6)


El Caballo negro es símbolo del luto y la muerte.

El resultado de la guerra del Apocalipsis, amplia y brutal, es que la economía se hunde, se destruye. El hambre empieza a cundir en las grandes ciudades. Sin embargo, por alguna razón misteriosa, el aceite y el vino no se volverán extremadamente caros.


4. Cuarto sello:


“Y vi aparecer un caballo amarillo. Su jinete se llamaba «Muerte», y el Abismo de la muerte lo seguía. Y recibió poder sobre la cuarta parte de la tierra, para matar por medio de la espada, del hambre, de la peste y de las fieras salvajes”. (Ap. 6, 8)


El amarillo es el color de los cadáveres. Se trata de una gran peste. Aquí una distinción importante. El padre Fortea utiliza una versión del Apocalipsis que, en vez de hablar del “abismo de la muerte” tradujo ese pasaje como “el Hades”.

Este concepto, según el sacerdote “es la forma del griego para referirse a la región subterránea donde reina la oscuridad y el dolor. Como es lógico se suele traducir como el infierno, pero realmente es la región subterránea de los muertos que viven penando. Incluye también al purgatorio”.

Esto significa que habrá mucha muerte y que los muertos irán a esa región pero no necesariamente todos al infierno. No significa que todos se condenen en esa generación. Lo que sí es seguro es que habrá una mortandad tan grande y que no van a ir al cielo en lo inmediato.

El resto del pasaje es una recapitulación.


5. Quinto sello:


“Vi debajo del altar las almas de los que habían sido inmolados a causa de la Palabra de Dios y del testimonio que habían dado. Ellas clamaban a voz en cuello: «¿Hasta cuándo, Señor santo y verdadero, tardarás en hacer justicia y en vengar nuestra sangre sobre los habitantes de la tierra?” (Ap. 6,9)


Según el padre Fortea, este pasaje del Apocalipsis nos habla de los mártires. En todas las generaciones ha habido mártires, pero en esta ocasión habrá muchísimos más.

¿Por qué debajo del altar? El altar que describe San Juan es el altar del templo de Jerusalén, el único en todo Israel que es el altar de bronce. Simboliza el sacrificio a Dios.

Todos los mártires están esperando el momento de la Resurrección. Están debajo del altar porque piden que se les haga justicia.

“En ese momento incluso los santos se dan cuenta que hay que poner fin a esa maquinaria de pecado, a esa maquinaria de sufrimiento, del mal; en el que se ha convertido el mundo”, comenta el sacerdote.


6. Sexto sello:


“Vi que se produjo un violento terremoto. El sol se puso negro como ropa de luto y la luna quedó como ensangrentada; los astros del cielo cayeron sobre la tierra”. (Ap. 6,12-13)


Esto yo lo entiendo como que algo pasa en la atmósfera, la contaminación por la guerra, la destrucción de, quien sabe, de complejos industriales; la atmósfera se contamina y entonces la luna, toda como sangre” interpreta Fortea.


“Y todas las montañas y las islas fueron arrancadas de sus sitios”. (Ap. 6, 14)


En el terremoto hay islas que deben hundirse y montañas que deben desplazarse.


“Los reyes y los grandes de la tierra, los jefes militares, los ricos y los poderosos, los esclavos y los hombres libres, todos se escondieron en las cavernas y entre las rocas y las montañas”. (Ap. 6, 15)


En el fin del mundo, todos las personas, independientemente de su condición social, temen y se refugian en las montañas.


“Porque ha llegado el gran Día de su ira, y ¿quién podrá resistir?”. (Ap. 6, 17)


Para el padre Fortea, esta cita del Apocalipsis significa que todo lo anterior ha sido una preparación.


7. Séptimo sello:


“Cuando el Cordero abrió el séptimo sello, se produjo en el cielo un silencio, que duró alrededor de media hora”. (Ap. 8, 1)


Hacia el final de estos siete sellos del Apocalipsis, “la gente ya se ha metido en los refugios, ha habido la gran guerra final, la última batalla final en que los arsenales atómicos los han disparado. Todo queda destruido, la atmósfera está irrecomponible, entramos en un invierno nuclear” afirma Fortea.

Cuando dice media hora puede referirse a medio mes, es una suposición pero parece razonable.

El padre Fortea termina su conferencia diciendo que en el fin del mundo, “las consecuencias del pecado no son personales, o de una familia, o de un reino; el último momento de la historia es la humanidad entera la que se corrompe, y por eso el castigo tiene que volverse global”.

“Pero el Apocalipsis es progresivo, es lento para darle tiempo a la gente que reflexione, a que se arrepienta”, concluye.


Fuente - Texto tomado de ES.CHURCHPOP.COM:




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Igualmente, ofrezcamos el rezo del Santo Rosario y el Santo VíaCrucis a Dios, por intercesión de la Virgen María, por el fin de los fenómenos naturales y terribles acontecimientos a nivel mundial. También por las intenciones de todos y cada uno de ustedes:












Unámonos todos como Iglesia Militante y Peregrina, y asistamos virtualmente a la Santa Misa, junto a Jesús en su Calvario, con profunda fe y recogimiento.


Elevemos a Dios nuestras oraciones y peticiones personales, también por las de nuestros familiares, amigos y el mundo entero.


Igualmente, pidamos perdón por nuestros pecados, procuremos la conversión de nuestras vidas, y cuando la Iglesia Católica lo permita y abra nuevamente las puertas de los templos, busquemos a Dios a través del Sacramento de la Reconciliación "Penitencia o Confesión", y recibamos la gracia de su perdón y su amoroso abrazo de Padre, que recibe a sus hijos pródigos que regresan a Él, ÚNICO PADRE que sí nos ama verdaderamente.


Recordemos lo más sublime: recibir en estado de gracia al Señor Dios en su Presencia Real, en el Santísimo Sacramento de la Eucaristía (Hostia Consagrada), en la totalidad de su Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, en el santísimo sacrificio incongruento, como memorial de la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesucristo.






Dios nos colme de abundantes bendiciones a todos, la Santísima Virgen María interceda por nosotros, y San José, protector de la Iglesia Católica Universal, defienda a la Iglesia Santa de Dios de las asechanzas del demonio y de todos sus enemigos, además de toda adversidad.


Muchas gracias a todos ustedes por su gentil atención.