martes, 26 de diciembre de 2023

San Juan - Apóstol y Evangelista - Fiesta Diciembre 27

 



San Juan Evangelista:
consíguenos de Dios
la gracia especial
de leer con fe y cariño
tu santo evangelio,
y obtener de su lectura
gran provecho
para nuestra alma

Dios es amor (San Juan)
Juan significa = "Dios es misericordioso"


El discípulo amado


Este apóstol tuvo la inmensa dicha de ser el discípulo más amado por Jesús. Y se ha hecho muy famoso por haber compuesto el cuarto evangelio. Nació en Galilea. Era hijo de Zebedeo y de Salomé, y hermano de Santiago el Mayor. Fue capaz de plasmar con exquisitas imágenes literarias los sublimes pensamientos de Dios. Hombre de elevación espiritual, se lo considera el águila que se alza hacia las vertiginosas alturas del misterio trinitario:


"En el principio existía el Verbo, y el Verbo estaba en Dios, y el Verbo era Dios"


Su oficio era el de pescador. Parece que fue uno de los dos primeros discípulos de Jesús, junto con Andrés. Los dos eran también discípulos de Juan Bautista, y un día al escuchar que el Bautista señalaba a Jesús y decía:




"Éste es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo"


Se fueron detrás de Él. Jesús se volvió y les dijo:


"¿Qué buscan?"


Ellos le respondieron:


"Señor: ¿Dónde habitas?"


Y Jesús les dijo:


"Vengan y verán"


Y se fueron con Él y estuvieron en su compañía toda la tarde recibiendo sus enseñanzas. Durante toda su vida, Juan jamás podrá olvidar el día, la hora y el sitio en que se encontró por primera vez con Jesucristo. Fue el momento más decisivo de su existencia. Juan estaba después un día con su hermano Santiago, y con sus amigos Simón y Andrés, remendando las redes a la orilla del lago, cuando pasó Jesús y les dijo:




"Vengan conmigo y los haré pescadores de almas"


Inmediatamente, dejando a su padre y a su empresa pequeña, se fue con Cristo a dedicarse para siempre y por completo a extender el Reino de Dios. Juan Evangelista hizo parte, junto con Pedro y Santiago, del pequeño grupo de preferidos que Jesús llevaba a todas partes y que presenciaron sus más grandes milagros. Los tres estuvieron presentes en la Transfiguración, y presenciaron la Resurrección de la hija de Jairo. Los tres presenciaron la agonía de Cristo en el Huerto de los Olivos. Junto con Pedro, fue este apóstol encargado por Jesús de prepararle la Última Cena.

Al ver la mamá de Santiago y Juan que Jesús los prefería tanto, y aconsejada por ellos dos, que eran bien orgullosos, se atrevió a pedirle al Señor una gracia muy especial: que cuando Él empezara a reinar, nombrara a Juan primer ministro y a Santiago ministro también. Jesús le respondió que el señalar los primeros puestos en el Reino de los Cielos le correspondía al Padre Celestial, y que éstos ya estaban determinados para otros. Los demás apóstoles se indignaron contra estos dos vanidosos, pero Jesús aprovechó aquella ocasión para recordarles que en el Reino de los Cielos ocuparán los primeros puestos, los que se hayan dedicado a prestar servicios humildes a los demás.

Está junto a Él en la Última Cena, durante el proceso y, único entre los apóstoles, asiste a su muerte al lado de la Virgen. Pero contrariamente a cuanto pueden hacer pensar las representaciones del arte, Juan no era un hombre fantasioso y delicado, y bastaría el apodo que puso el Maestro a él y a su hermano Santiago:


"Hijos del trueno"


Y ésto se debió a que un día fueron los apóstoles a pedir hospedaje en un pueblo de samaritanos (que odiaban a los judíos), y nadie les quiso proporcionar nada. Entonces estos dos hermanos, que eran violentos, le propusieron a Jesús que les mandara a aquellos maleducados samaritanos alguno de los rayos que tenía desocupados por allá en las nubes. Jesús tuvo que regañarlos porque no habían comprendido todavía que Él no había venido a hacer daño a ninguno, sino a tratar de salvar a cuantos más pudiera. Más tarde estos dos hermanos tan vanidosos y malgeniados, cuando reciban el Espíritu Santo, se volverán humildes y sumamente amables y bondadosos.

Es de los íntimos de Jesús y le está cerca en las horas más solemnes de su vida. Para demostrarnos un temperamento vivaz e impulsivo, ajeno a compromisos y dudas, hasta parecer intolerante. En el Evangelio, él se presenta a sí mismo como:


"El discípulo a quien Jesús amaba"




Aunque no podemos indagar sobre el secreto de esta inefable amistad, podemos adivinar una cierta analogía entre el alma del "hijo del trueno" y la del "Hijo del hombre", que vino a la tierra a traer no sólo la paz sino también el fuego. Después de la Resurrección, Juan permanecerá largo tiempo junto a Pedro. Pablo, en la carta de los Gálatas, habla de Pedro, Santiago y Juan "como las columnas" de la Iglesia.




En la Última Cena tuvo el honor de recostar su cabeza sobre el corazón de Cristo. Juan Evangelista fue el único de los apóstoles que estuvo presente en el Calvario al morir Jesús. Y recibió de Él en sus últimos momentos el más precioso de los regalos. Cristo le encomendó que se encargara de cuidar a la Madre Santísima María, como si fuera su propia madre, diciéndole:


"He ahí a tu Madre"




Y diciendo a María:


"He ahí a tu hijo"


El domingo de la Resurrección, fue el primero de los apóstoles en llegar al sepulcro vacío de Jesús. Se fue corriendo con Pedro (al oír la noticia de que el sepulcro estaba vacío), pero como era más joven, corrió a mayor velocidad y llegó primero. Sin embargo, por respeto a Pedro lo dejó entrar a él primero y luego entró él también; y vio y creyó que Jesús había resucitado. Después de la Resurrección de Cristo, cuando la segunda pesca milagrosa, Juan fue el primero en darse cuenta de que el que estaba en la orilla era Jesús. Luego Pedro le preguntó al Señor señalando a Juan:


"¿Y éste qué será?"


Jesús le respondió:


"Y si Yo quiero que se quede hasta que Yo venga, a ti qué?"


Con esto algunos creyeron que el Señor había anunciado que Juan no moriría. Pero lo que anunció fue que se quedaría vivo por bastante tiempo, hasta que el reinado de Cristo se hubiera extendido mucho. Y en efecto vivió hasta el año 100, y fue el único apóstol al cual no lograron matar los perseguidores. Después de recibir el Espíritu Santo en Pentecostés, Juan iba con Pedro un día hacia el templo, y un pobre paralítico les pidió limosna. En cambio le dieron la curación instantánea de su enfermedad. Con este milagro se convirtieron cinco mil personas, pero los apóstoles fueron llevados al tribunal supremo de los judíos, que les prohibió hablar de Jesucristo. Pedro y Juan les respondieron:


"Tenemos que obedecer a Dios, antes que a los hombres"


Los encarcelaron, pero un ángel llegó y los libertó. Otra vez los pusieron presos y les dieron 39 azotes a cada uno. Ellos salieron muy contentos de haber tenido el honor de sufrir esta afrenta por amor al Señor Jesús, y siguieron predicando por todas partes. Juan, para cumplir el mandato de Jesús en la Cruz, se encargó de cuidar a María Santísima como el más cariñoso de los hijos. Con Ella se fue a evangelizar a Éfeso y la acompañó hasta la hora de su gloriosa muerte.

El emperador Domiciano quiso matar al apóstol San Juan y lo hizo echar en una olla de aceite hirviente, pero él salió de allá más joven y más sano de lo que había entrado, entonces fue desterrado a la Isla de Patmos, donde fue escrito el Apocalipsis. En el Apocalipsis Juan dice que fue perseguido y relegado a la Isla de Patmos por:


"La Palabra de Dios y el testimonio de Jesucristo"


Después volvió otra vez a Éfeso, donde escribió el Evangelio según San Juan, que es el libro que lo ha hecho tan famoso. Este libro tiene un estilo elevadísimo e impresionantemente hermoso. Agrada mucho a las almas místicas, y ha convertido a muchísimos con su lectura. A San Juan Evangelista lo pintan con un águila al lado, porque es el escritor de la Biblia que se ha elevado a más grandes alturas de espiritualidad con sus escritos. Ningún otro libro tiene tan elevados pensamientos como en su evangelio.




Dice San Jerónimo que cuando San Juan era ya muy anciano se hacía llevar a las reuniones de los cristianos, y lo único que les decía siempre era ésto:


"Hermanos, ámense los unos a otros"


Una vez le preguntaron por qué repetía siempre lo mismo, y respondió:


"Es que ése es el mandato de Jesús, y si lo cumplimos, todo lo demás vendrá por añadidura"


San Epifanio dice que San Juan murió hacia el año 100, a los 94 años de edad. Poco antes había ido a un monte tenebroso a convertir a un discípulo suyo que se había vuelto guerrillero, y lo logró convertir volviéndolo bueno otra vez. Dicen los antiguos escritores que amaba mucho a todos, pero que les tenía especial temor a los herejes porque ellos con sus errores pierden muchas almas.


Fuente - Texto tomado de EWTN:

Fuente - Texto tomado de ES.CATHOLIC.NET:
http://es.catholic.net/santoral/articulo.php?id=695

¡ESCÁNDALO PAPAL! Una asociación de Abogados Católicos argentinos pide al papa Francisco la derogación de la Fiducia Supplicans



Una asociación de Abogados Católicos argentinos pide al Papa la derogación de la Fiducia Supplicans.


Por Redaccioninfovaticana | 26 de Diciembre de 2023


POR AMOR A LA VERDAD Y EN FIDELIDAD AL EVANGELIO DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO


La Corporación de Abogados Católicos, de la República Argentina, efectúa públicamente esta petición a S.S. Francisco, solicitando la abrogación de la Declaración “Fiducia supplicans” del Prefecto del Dicasterio para la Doctrina de la Fe.

Ello así debido al grave daño a la Fe y a las costumbres morales que su contenido produce en el Pueblo de Dios por el efecto docente de la ley, dado que a través de la Declaración se permiten “bendiciones de parejas en situaciones irregulares y de parejas del mismo sexo” (n° 31), lo que implica que no se efectúan a las personas que las integran en forma individual y separada, sino a las parejas en cuanto tales, a pesar de mantener vida en común fuera del matrimonio, en situación objetiva o próxima de los pecados graves de adulterio o concubinato fornicario o sodomítico, con la sola condición de que la pareja lo solicite.

Al considerar el documento a estas bendiciones como un bien espiritual, los clérigos están obligados a impartirla, pues “los laicos, al igual que todos los fieles cristianos, tienen el derecho de recibir con abundancia de los sagrados Pastores los auxilios de los bienes espirituales de la Iglesia” (Lumen Gentium n. 37) y porque, según la Declaración, “no se debe tampoco impedir o prohibir la cercanía de la Iglesia a cada situación en la que se pida la ayuda de Dios a través de una simple bendición” (Fiducia supplicans n. 38). Esto pone en evidencia que la nueva práctica se introduce por medio de un acto de autoridad cuya sustancia es la de ser una verdadera disposición legal -porque tiene fuerza de obligar- y, como tal, pasa a formar parte del derecho de la Iglesia, suprimiendo las anteriores normas que, con fundamento en la doctrina inmutable de que esas relaciones se encuentran fuera de la ley de Dios y no pueden ser favorecidas de ninguna forma, prohibían tales bendiciones, lo que fue ratificado recientemente en este mismo pontificado.

La apreciación de que se ha producido un cambio en la doctrina y no de algo meramente disciplinar, es la consecuencia razonable que surge de los hechos objetivos prudentemente considerados por el hombre común. En efecto, baste señalar, que el Diccionario de la lengua de la Real Academia Española define al término “bendición”, en sus distintas acepciones, como: 1. consagración, santificación, sacralización; 2. consentimiento, aprobación, asentimiento, favor, gracia o congratulación; 3. bendición de Dios y 4. bendiciones nupciales.

Por su parte al definir la conjunción “bendición de Dios” lo hace de la siguiente manera: “cosa excelente o muy beneficiosa”; y la de “echar la bendición” como “ratificar o confirmar algo”. Esta percepción no se evita por solo declarar el documento la intención de mantener firme a aquella, mediante argumentos complejos o sutiles, inaceptables para peritos y escandalosos para las personas de fe sencilla ante el evidente mensaje contradictorio de separar la ley de la doctrina que las fundamenta esencialmente. Como consecuencia, habrá una imposibilidad real de distinguir entre la bondad y santidad de una relación fundada en el matrimonio, del de la intrínseca malicia de los pecados que se ocasionan en estas otras relaciones, en razón del derecho de las parejas a exigir la bendición, la obligación impuesta a los clérigos de impartirla y el deber de los obispos de favorecerlas.

Por otro lado, la estimación de que se ha producido ese cambio doctrinal, lo han señalado influyentes medios de prensa a nivel mundial, circunstancia que tendrá perjudiciales consecuencias en la legislación civil que rige en las sociedades. Las leyes de la Iglesia tienen que ser diáfanas para servir de modelo a aquellas.

La situación creada con la Declaración resulta particularmente grave respecto de los niños y adolescentes, a los que se causa escándalo, porque en esa etapa de formación quedan expuestos e indefensos a ser víctimas -con los ejemplos vívidos de las parejas bendecidas de caer en su juventud en las falsas doctrinas que promueven el divorcio, el amor libre, o las que exaltan la práctica de la homosexualidad -intrínsecamente desordenada y contraria a la ley natural- y promueven la ideología de género hasta en los propios niños. Ellas se propician con violencia por los Estados a través de leyes inicuas con las que se oprime a los fieles.

En la medida que la Declaración cuenta con la aprobación de la máxima autoridad de la Iglesia, la valoración, en el juicio de las autoridades estatales, acerca de la existencia de un cambio doctrinal, afecta la seriedad de los fundamentos con que se ejerce ante ellas el derecho a la objeción de conciencia. También relativiza el cumplimiento de los idearios de las instituciones católicas, especialmente las educativas y de salud, severamente atacadas en la actualidad. Porque es bajo las condiciones de las leyes positivas vigentes en la sociedad moderna, a través del ejercicio de su derecho a la libertad religiosa contenido en esas normas, que los ciudadanos e instituciones resisten en el ámbito civil para no ser parte, mediante cooperación formal o material, de actos o situaciones contrarios a los preceptos de la religión y la moral, que aquellas leyes los obligan a realizar.

Por lo mismo, queda también notoriamente restringido el derecho de los padres de educar a sus hijos conforme a sus convicciones morales y religiosas, reconocido por las leyes civiles y los tratados internacionales, como la Convención sobre los derechos del niño, la Convención Americana de Derechos Humanos y el Protocolo adicional al Convenio para la Protección de los Derechos Humanos y de las Libertades Fundamentales del Convenio Europeo de Derechos Humanos. En efecto, este derecho incluye, principalmente, el de impedir que sus hijos o pupilos sean instruidos en lo que los padres o tutores juzgan nocivo y perjudicial por contrario a aquellas, lo que exige la demostración de que los contenidos concretos y específicos de la enseñanza afectan el bienestar espiritual, moral, físico, social o emocional de ellos.

Es un requisito mínimo que la ley no cause daño. Ello no se exceptúa por el propósito de satisfacer algún aspecto de un supuesto bien particular, porque sería justificar por el fin el empleo de un medio intrínsecamente malo. La Declaración Fiducia supplicans, en su parte esencial, produce un necesario efecto nocivo para el bien común de la sociedad y de la Iglesia.

Tampoco puede una disposición o prescripción de ella, cualquiera fuera su naturaleza jurídica, mandar imperativamente que obispos, presbíteros, diáconos, catequistas o laicos deban participar, cooperar, aprobar, consentir, convalidar, propiciar o aconsejar lo que ellos reconocen como algo abiertamente contrario a los Mandamientos de la Ley de Dios, de los que ninguna autoridad humana puede exceptuar, dispensar, morigerar o relajar en su cumplimiento, sea en forma expresa y asertiva o por la omisión de enseñar claramente la verdad, cualquiera sea la naturaleza y el fin del propósito invocado; pues de ello resulta el abandono de los fieles en las tinieblas del error y del pecado, renunciando a su misión dentro de la Iglesia de proclamar la verdad y el bien, lo que la Declaración les impone coactivamente realizar en contra de sus propias conciencias, a las que nadie, por derecho divino y natural, tiene la autoridad de violentar.

Por el mandato de Jesucristo dado a Pedro de confirmar a sus hermanos en la Fe, pedimos humildemente a S.S. Francisco, en carácter de institución laica católica obligada a expresar su parecer según el propio oficio, ejerciendo “la facultad, más aún, a veces el deber, de exponer su parecer acerca de los asuntos concernientes al bien de la Iglesia” (Lumen Gentium n. 37), la inmediata revocación de la Declaración “Fiducia supplicans” para evitar un daño cierto y grave a la Fe, la moral y la vida de la Iglesia.

Aprobada por unanimidad en la sesión de la Junta Directiva de la Corporación de Abogados Católicos realizada en la Ciudad de Buenos Aires el 21 de diciembre de 2023.

Pedro Javier María Andereggen -presidente

Cosme María Beccar Varela -vicepresidente

Carlos José Mosso -secretario

Miguel Haslop -tesorero

Mariana Rodríguez -prosecretaria

Laura Bieule -protesorera

Juan María Diaz Madero -vocal

Nancy Teresa Anzoategui -vocal

Agustín Durañona y Vedia -vocal

Emilio Hardoy -vocal


Por Corporación de Abogados Católicos de Argentina


Fuente - Texto tomado de INFOVATICANA.COM:




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