martes, 5 de septiembre de 2023

Los sellos del Apocalipsis: 7 signos para reconocer el fin del mundo

  



APOCALIPSIS DE SAN JUAN
CAPÍTULO 6




Señales misteriosas que fue viendo el apóstol, conforme iba el Cordero abriendo los seis primeros sellos.


01 Vi, pues, cómo el Cordero abrió el primero de los siete sellos, y oí al primero de los cuatro animales que decía, con voz como de trueno: Ven, y verás.

  
02 Yo miré; y he ahí un caballo blanco, y el que lo montaba tenía un arco y diósele una corona, y salió victorioso para continuar las victorias.


03 Y como hubiese abierto el segundo sello, oí al segundo animal, que decía: Ven, y verás.


04 Y salió otro caballo bermejo; y al que lo montaba se le concedió el poder de desterrar la paz de la tierra, y de hacer que los hombres se matasen unos a otros; y así, se le dio una grande espada.


05 Abierto que hubo el sello tercero, oí al tercer animal, que decía: Ven, y verás. Y vi un caballo negro; y el que lo montaba tenía una balanza en su mano.


06 Y oí cierta voz en medio de los cuatro animales, que decía: Dos libras de trigo valdrán un denario, y seis libras de cebada a denario también; mas al vino y al aceite no hagas daño.

  
07 Después que abrió el sello cuarto, oí una voz del cuarto animal, que decía: Ven, y verás.


08 Y he ahí un caballo pálido y macilento, cuyo jinete tenía por nombre Muerte, y el infierno le iba siguiendo, y diósele poder sobre las cuatro partes de la tierra para matar a los hombres a cuchillo, con hambre, con mortandad y por medio de las fieras de la tierra.

  
09 Y cuando hubo abierto el quinto sello, vi debajo o al pie del altar las almas de los que fueron muertos por la palabra de Dios y por ratificar su testimonio.


10 Y clamaban a grandes voces, diciendo: ¿Hasta cuándo, Señor (Tú que eres santo y veraz), difieres hacer justicia y vengar nuestra sangre contra los que habitan en la tierra?


11 Diósele luego a cada uno de ellos un ropaje o vestido blanco y se les dijo que descansasen o guardasen en paz un poco de tiempo, en tanto que se cumplía el numero de sus consiervos y hermanos, que habían de ser martirizados también como ellos.


12 Vi asímismo cómo abrió el sexto sello; y al punto se sintió un gran terremoto, y el sol se puso negro como un saco de cilicio, o de cerda, y la luna se volvió toda bermeja como sangre.


13 Y las estrellas cayeron del cielo sobre la tierra, a la manera que una higuera, sacudida de un recio viento, deja caer sus brevas.


14 Y el cielo desapareció como un libro que es arrollado; y todos los montes y las islas fueron movidos de sus lugares.


15 Y los reyes de la tierra, y los príncipes, y los tribunos, y los ricos, y los poderosos, y todos los hombres, así esclavos como libres, se escondieron en las grutas y entre las peñas de los montes.


16 Y decían a los montes y peñascos: Caed sobre nosotros, y escondednos de la cara de aquel Señor que está sentado sobre el trono, y de la ira del Cordero.


17 Porque llegado es el día grande de la cólera de ambos, ¿y quién podrá soportarla?


APOCALIPSIS DE SAN JUAN
CAPÍTULO 8


Abierto ya el sello séptimo, se aparecen siete ángeles con siete trompetas; tocan los cuatro primeros cada uno la suya; cae fuego, la mar se altera, las aguas se vuelven amargas y las estrellas pierden su resplandor.


01 Y cuando el Cordero hubo abierto el séptimo sello, siguióle un gran silencio en el cielo, cosa de media hora.


Los sellos del Apocalipsis:
7 signos para reconocer el fin del mundo


Por Editor de ChurchPOP - Febrero 19 de 2020


No se puede asegurar cuándo ocurrirá el fin del mundo, pero Dios ha previsto en su Revelación que podamos reconocer los signos de los tiempos.

El padre José Antonio Fortea explica los 7 sellos del Apocalipsis. Estos son una sucesión de acontecimientos que marcarán el fin de la historia del hombre.

Según el sacerdote, para tener la certeza de que se trata del fin del mundo, tienen que encajar TODOS los hechos.

El Apocalipsis, que significa “revelación”, fue comunicado al apóstol San Juan en la isla de Patmos, donde se hallaba desterrado.

El padre Fortea nos previene diciendo que muchos de sus supuestos son interpretaciones personales, pero parecen razonables a la luz de la Escritura.

Es importante tener en cuenta que sólo analiza un cuarto del libro. Además, el Apocalipsis está contado tres veces, con los sellos, con las trompetas y con las copas de la ira.


Las consecuencias del pecado de la humanidad en Apocalipsis


“La historia humana acaba con un larguísimo aviso de Dios de cómo el pecado siempre conlleva consecuencias. Dios perdona todo, pero el pecado siempre tiene consecuencias. El quebrantar la ley de Dios siempre tiene consecuencias”, comenta el sacerdote.

Al final agrega: “En este caso, las consecuencias no son personales, o de una familia, o de un reino; el último momento de la historia es la humanidad entera la que se corrompe, y por eso el castigo tiene que volverse global”.


Estos son los 7 sellos del Apocalipsis que nos avisarán que estaremos viviendo el fin del mundo:


1. Primer sello:


“Y vi aparecer un caballo blanco. Su jinete tenía un arco, recibió una corona y salió triunfante, para seguir venciendo”. (Ap. 6, 2)


En opinión del padre Fortea, este pasaje del Apocalipsis señala el comienzo de una guerra. El arco es símbolo de la guerra balística, de los misiles, de las bombas. Una guerra en la que el que la hace no se mancha las manos y piensa que ha salido vencedor. Pero la situación se complica y viene una segunda fase.


2. Segundo sello:


“Y vi aparecer otro caballo, rojo como el fuego. Su jinete recibió el poder de desterrar la paz de la tierra, para que los hombres se mataran entre sí; y se le dio una gran espada”. (Ap. 6, 4)


Se trataría de una guerra. El rojo representa la sangre. La espada sería símbolo de la infantería. Al decir que se degollan unos a otros significa que va a haber muchos muertos.

Para el padre Fortea, esta guerra no se comparará a nada de lo que haya sucedido. Ni siquiera a la Segunda Guerra Mundial.


3. Tercer sello:


“Y vi aparecer un caballo negro. Su jinete tenía una balanza en la mano; y oí una voz en medio de los cuatro Seres Vivientes, que decía: «Se vende una ración de trigo por un denario y tres raciones de cebada por un denario. Y no eches a perder el aceite y el vino». (Ap. 6, 5-6)


El Caballo negro es símbolo del luto y la muerte.

El resultado de la guerra del Apocalipsis, amplia y brutal, es que la economía se hunde, se destruye. El hambre empieza a cundir en las grandes ciudades. Sin embargo, por alguna razón misteriosa, el aceite y el vino no se volverán extremadamente caros.


4. Cuarto sello:


“Y vi aparecer un caballo amarillo. Su jinete se llamaba «Muerte», y el Abismo de la muerte lo seguía. Y recibió poder sobre la cuarta parte de la tierra, para matar por medio de la espada, del hambre, de la peste y de las fieras salvajes”. (Ap. 6, 8)


El amarillo es el color de los cadáveres. Se trata de una gran peste. Aquí una distinción importante. El padre Fortea utiliza una versión del Apocalipsis que, en vez de hablar del “abismo de la muerte” tradujo ese pasaje como “el Hades”.

Este concepto, según el sacerdote “es la forma del griego para referirse a la región subterránea donde reina la oscuridad y el dolor. Como es lógico se suele traducir como el infierno, pero realmente es la región subterránea de los muertos que viven penando. Incluye también al purgatorio”.

Esto significa que habrá mucha muerte y que los muertos irán a esa región pero no necesariamente todos al infierno. No significa que todos se condenen en esa generación. Lo que sí es seguro es que habrá una mortandad tan grande y que no van a ir al cielo en lo inmediato.

El resto del pasaje es una recapitulación.


5. Quinto sello:


“Vi debajo del altar las almas de los que habían sido inmolados a causa de la Palabra de Dios y del testimonio que habían dado. Ellas clamaban a voz en cuello: «¿Hasta cuándo, Señor santo y verdadero, tardarás en hacer justicia y en vengar nuestra sangre sobre los habitantes de la tierra?” (Ap. 6,9)


Según el padre Fortea, este pasaje del Apocalipsis nos habla de los mártires. En todas las generaciones ha habido mártires, pero en esta ocasión habrá muchísimos más.

¿Por qué debajo del altar? El altar que describe San Juan es el altar del templo de Jerusalén, el único en todo Israel que es el altar de bronce. Simboliza el sacrificio a Dios.

Todos los mártires están esperando el momento de la Resurrección. Están debajo del altar porque piden que se les haga justicia.

“En ese momento incluso los santos se dan cuenta que hay que poner fin a esa maquinaria de pecado, a esa maquinaria de sufrimiento, del mal; en el que se ha convertido el mundo”, comenta el sacerdote.


6. Sexto sello:


“Vi que se produjo un violento terremoto. El sol se puso negro como ropa de luto y la luna quedó como ensangrentada; los astros del cielo cayeron sobre la tierra”. (Ap. 6,12-13)


Esto yo lo entiendo como que algo pasa en la atmósfera, la contaminación por la guerra, la destrucción de, quien sabe, de complejos industriales; la atmósfera se contamina y entonces la luna, toda como sangre” interpreta Fortea.


“Y todas las montañas y las islas fueron arrancadas de sus sitios”. (Ap. 6, 14)


En el terremoto hay islas que deben hundirse y montañas que deben desplazarse.


“Los reyes y los grandes de la tierra, los jefes militares, los ricos y los poderosos, los esclavos y los hombres libres, todos se escondieron en las cavernas y entre las rocas y las montañas”. (Ap. 6, 15)


En el fin del mundo, todos las personas, independientemente de su condición social, temen y se refugian en las montañas.


“Porque ha llegado el gran Día de su ira, y ¿quién podrá resistir?”. (Ap. 6, 17)


Para el padre Fortea, esta cita del Apocalipsis significa que todo lo anterior ha sido una preparación.


7. Séptimo sello:


“Cuando el Cordero abrió el séptimo sello, se produjo en el cielo un silencio, que duró alrededor de media hora”. (Ap. 8, 1)


Hacia el final de estos siete sellos del Apocalipsis, “la gente ya se ha metido en los refugios, ha habido la gran guerra final, la última batalla final en que los arsenales atómicos los han disparado. Todo queda destruido, la atmósfera está irrecomponible, entramos en un invierno nuclear” afirma Fortea.

Cuando dice media hora puede referirse a medio mes, es una suposición pero parece razonable.

El padre Fortea termina su conferencia diciendo que en el fin del mundo, “las consecuencias del pecado no son personales, o de una familia, o de un reino; el último momento de la historia es la humanidad entera la que se corrompe, y por eso el castigo tiene que volverse global”.

“Pero el Apocalipsis es progresivo, es lento para darle tiempo a la gente que reflexione, a que se arrepienta”, concluye.


Fuente - Texto tomado de ES.CHURCHPOP.COM:




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Así fueron los 33 días del Pontificado del Beato Papa Juan Pablo I: Albino Luciani y ¿Conspiraron su muerte?

 



4 de septiembre de 2022 - 9:14 AM


Así fueron los 33 días del Pontificado del Beato Juan Pablo I


POR MERCEDES DE LA TORRE | ACI Prensa


La fundación vaticana Juan Pablo I difundió una síntesis del “Diario del Pontificado” de Albino Luciani, conocido como “el Papa de la sonrisa” cuyo papado duró solo 33 días: del 26 de agosto al 28 de septiembre de 1978.

Durante su breve Pontificado realizó cuatro Audiencias Generales, presidió el rezo del Ángelus en cinco ocasiones, pronunció dos homilías, nueve discursos oficiales y recibió a numerosas personas en el Vaticano.

El 26 de agosto Albino Luciani fue elegido sucesor del apóstol Pedro en la cuarta votación del cónclave. Elige el nombre de Juan Pablo I e imparte la bendición desde el balcón central de la fachada de San Pedro.

Al día siguiente, el Papa Juan Pablo I concelebra con el Colegio Cardenalicio una Misa por la mañana, envía un radiomensaje Urbi et Orbi y dirige el rezo del primer Ángelus dominical del Pontificado.

En el Ángelus del 27 de agosto el Papa Luciani explicó que eligió el nombre de Juan Pablo I en recuerdo de sus predecesores San Juan XXIII y San Pablo VI.

El 30 de agosto se reúne con el Colegio Cardenalicio y destaca a los purpurados del mundo la importancia de la unidad.

El 31 de agosto pronuncia un discurso al Cuerpo Diplomático acreditado ante la Santa Sede, recuerda el legado de San Pablo VI, y alienta a los diplomáticos a buscar “las soluciones mejores de los grandes problemas en los que están en juego la distensión, el desarme, la paz, la justicia, las medidas o las ayudas humanitarias, el desarrollo”.

El 1 de septiembre Juan Pablo I recibe a los representantes de la prensa internacional y les pide “tratar de comprender las razones profundas por las que el Papa, la Iglesia y sus Pastores deben pedir a veces, en el ejercicio de su servicio apostólico, espíritu de sacrificio, de generosidad, de renuncia para edificar un mundo de justicia, de amor y de paz”.

El 2 de septiembre Albino Luciani recibe a sus familiares y se reúne con las delegaciones de las iglesias no católicas.

El 3 de septiembre el Papa Juan Pablo I invita en el rezo del Ángelus procuremos que haya más oraciones y menos batallas y celebra la Santa Misa de inicio oficial del Pontificado.

El 6 de septiembre realizó su primera Audiencia General que dedicó a “la gran virtud de la humildad”.

El 7 de septiembre se reúne con el clero de Roma.

El 10 de septiembre el Beato Juan Pablo I dice en el Ángelus dominical que Dios es Padre, más aún, es madre y explicó que Dios “no quiere nuestro mal; sólo quiere hacernos bien, a todos. Y los hijos, si están enfermos, tienen más motivo para que la madre los ame. Igualmente nosotros, si acaso estamos enfermos de maldad o fuera de camino, tenemos un título más para ser amados por el Señor”.

El 12 de septiembre, Juan Pablo I va a rezar a la tumba de su predecesor, San Pablo VI.

El 13 de septiembre preside su segunda Audiencia General y dedica su catequesis a la virtud teologal de la fe y dice que “la Iglesia católica tiene un jabón excelente: Evangelio, sacramentos, oración; Evangelio leído y vivido, sacramentos celebrados del modo debido y oración bien hecha, serían un jabón maravilloso capaz de hacernos santos a todos” y advierte que “no somos todos santos por no haber utilizado bastante este jabón”.

El 17 de septiembre el Papa Luciani dirige el rezo del Ángelus y destaca la importancia de la escuela y la sociedad.

El 20 de septiembre preside la tercera Audiencia General dedicada a la virtud de la esperanza “obligatoria para todo cristiano”.

El 23 de septiembre Juan Pablo I toma posesión de la Cátedra romana de la Basílica de San Juan de Letrán y expresa su deseo de servir y ponerse “a disposición de todos mis pobres fuerzas, todo lo poco que tengo y que soy”.

El 24 de septiembre el Papa Juan Pablo I dirige el rezo del Ángelus dominical y advierte que “no es la violencia la que puede todo, sino el amor”.

El 27 de septiembre preside su cuarta y última Audiencia General en la que dedica su catequesis a la caridad y afirma que “¡Dios es demasiado grande para darle solo unas migajas de nuestro tiempo o corazón!”.

“El amor a Dios es inseparable del amor al hermano, un amor que no debe ser sólo de palabra, sino de hechos; concretizado en la práctica de las obras de misericordia, que hay que completar con el amor y ayuda efectiva a los pueblos que sufren hambre y necesitan justicia, además de caridad”.

El 28 de septiembre recibió en Visita Ad Limina obispos de Filipinas y por la tarde permaneció en el apartamento pontificio. Las religiosas que vivían con él lo describieron como sereno y contento.

Tras una conversación telefónica de alrededor de 30 minutos con el entonces Arzobispo de Milán, el Cardenal Giovanni Colombo, se despidió de las hermanas y se fue a su habitación a dormir.

Al día siguiente, las religiosas descubrieron que había fallecido. El médico Renato Buzzonetti reconoció el cadáver y escribió que la muerte fue causada por un infarto cardiaco.


Fuente - Texto tomado de ACIPRENSA.COM: 




Fallecimiento del Papa Juan Pablo I


El comunicado oficial informó que falleció de un infarto:


Esta mañana, 29 de septiembre de 1978, alrededor de las 05:30 a.m., el secretario particular del papa, sin haberle encontrado en la capilla como es su costumbre, le buscó en su habitación y le ha encontrado muerto en la cama, con la luz prendida, como si todavía leyese. El médico Renato Buzzonetti, que acudió inmediatamente, ha constatado su muerte, acaecida probablemente hacia las 23:00 p.m. del día anterior a causa de un infarto agudo de miocardio.

Fue embalsamado, pero sin extraerle sangre ni extirparle las vísceras, mediante inyección de líquidos antipútridos. En cuanto a los papeles, eran sobre la reorganización y el cambio del poder en el Vaticano. Además, se afirma que la leve sonrisa con la que falleció no corresponde al dolor previo producido por un infarto.

El cuerpo de Luciani nunca pasó por una autopsia. Directamente, tuvo un funeral correspondiente al de un pontífice y fue depositado en las grutas vaticanas.


Teorías de conspiración


Entre las numerosas especulaciones en torno al deceso del papa, algunas apuntan tanto a la CIA como a la KGB sovíética. Igual con la masonería, afirmando que lo mataron masones infiltrados en las altas esferas vaticanas,​ y otros aseguran que el pontífice fue envenenado. Se asegura igual que todo tenía un trasfondo económico,​ que la mafia italoestadounidense estaba aprovechándose de las instituciones financieras de la Santa Sede para blanquear dinero de los crímenes, algo que el papa tenía bajo sospecha. El teólogo tradicionalista Abbé Georges de Nantes pasó gran parte de su vida atendiendo el caso, sobre los bancos y sobre el supuesto descubrimiento del papa de una serie de sacerdotes masones en el Vaticano.​ En su libro Juan Pablo I: Caso abierto, el sacerdote y teólogo Jesús López Sáez sostiene la tesis de que Luciani sufrió un homicidio.

En julio de 2019 fue publicado un libro por Anthony S. Luciano Raimondi, supuestamente gánster de la Familia Colombo y familiar del obispo Paul Marcinkus, con quienes habrían perpetrado el asesinato de Juan Pablo utilizando valium y cianuro, cuyo móvil también habría sido encubrir un fraude masivo de títulos financieros.


Fuente - Texto tomado de ES.WIKIPEDIA.ORG:




El milagro de Candela Giarda


Candela tenía 10 años y vivía en Paraná (Argentina) cuando enfermó. Tenía dolores de cabeza, vómitos y fiebre. En marzo de 2011 fue internada en el Hospital Pediátrico de Paraná a causa de las convulsiones que comenzó a sufrir.

Fue trasladada a la unidad de Pediatría de la Fundación Favaloro de Buenos Aires. Allí fue internada porque su pronóstico no era bueno.

Roxana se acercó entonces a la parroquia Nuestra Señora de la Rábida, para solicitar la visita del entonces párroco, el P. Juan José Dabusti.

El sacerdote comenzó a visitarla, le administró la Unción de los Enfermos y animó a Roxana a rezar pidiendo la intercesión de Juan Pablo I, por su hija que estaba intubada y que había quedado en estado vegetativo.

La pequeña tenía 11 años y pesaba solo 19 kilos. Con las oraciones comenzó a mejorar hasta quedar sana por completo.

Candela tiene hoy 22 años y no tiene secuelas de la enfermedad que padeció: el síndrome epiléptico por infección febril, una enfermedad que afecta a una persona en un millón, por lo general sin posibilidades de sobrevivir.


Fuente - Texto tomado de ACIPRENSA.COM: