miércoles, 30 de agosto de 2023

San Ramón Nonato - Cardenal - Año 1240 - Patrono de las Embarazadas y Parturientas - Fiesta Agosto 31

 

San Ramón Nonato:
Te rogamos por todos los católicos
que tienen que sufrir por defender
nuestra santa religión


Ramón significa: "protegido por la divinidad" (Ra=divinidad. Mon=protegido)


Se le llama Nonato (no-nacido) porque nació después de morir su madre. Ella murió al dar a luz. Después de la muerte le hicieron cesárea para que el niño pudiera nacer.

San Ramón nació en Cataluña, España, en 1204. Muy joven entró en la Congregación de Padres Mercedarios que se dedicaban a rescatar cautivos que los mahometanos habían llevado presos a Argel. Lo recibió el mismo San Pedro Nolasco, fundador de la Comunidad.

Pocos años después de haber entrado de religioso fue enviado con una gran cantidad de dinero a rescatar a los católicos que estaban esclavizados por los musulmanes en África. Allá gastó todo el dinero en conseguir la libertad de muchos cristianos y enviarlos otra vez a su patria, de donde habían sido llevados secuestrados por los enemigos de nuestra religión.

Cuando se le acabó el dinero se ofreció él mismo a quedarse como esclavo, con tal de que libertaran a algunos católicos que estaban en grave peligro de perder su fe y su religión por causa de los atroces castigos que los mahometanos les infligían.

Como entre los musulmanes está absolutamente prohibido hablar de la religión católica, y Ramón se dedicó a instruir en la religión a sus compañeros de esclavitud y aún hasta algunos mahometanos, le dieron terribles tormentos y lo azotaron muchas veces hasta dejarlo casi muerto. Y al fin, como no se callaba, le amarraron la cara a una correa a la cual le echaron candado, para que no pudiera hablar, y no abrían el candado sino cuando iba a comer.

El jefe musulmán, con la esperanza de que Ramón volviera a España y le llevara más dinero para rescatar cristianos, lo dejó en libertad. Pero se dedicó a hablar de nuestra religión a cuantas más personas podía. Esto hizo arder en cólera a los mahometanos y lo volvieron a encarcelar y a atormentar. Al fin San Pedro Nolasco envió a algunos de sus religiosos con una fuerte suma de dinero y pagaron su rescate y por orden de sus superiores volvió a España.

Como premio de tantos heroísmos, el sumo Pontífice Gregorio IX lo nombró Cardenal. Pero San Ramón siguió viviendo humildemente como si fuera un pobre e ignorado religioso.

El Santo Padre lo llamó a Roma para que le colaborara en la dirección de la Iglesia, y el humilde Cardenal emprendió el largo viaje a pie. Pero por el camino lo atacaron unas altísimas fiebres y murió. Era el año 1240. Apenas tenía 36 años. Pero había sufrido y trabajado muy intensamente, y se había ganado una gran corona para el cielo.

A San Ramón le rezan las mujeres que van a tener un hijo, para que les conceda la gracia de dar a luz sin peligro ni tormentos.


Oración para pedir su protección




¡Oh! Glorioso San Ramón,
a cuyo poder sometió Dios
la tierra y los elementos,
la salud y la enfermedad,
la vida y la muerte,
hallando en vuestra
poderosa intercesión,
abogado las doncellas,
sucesión las casadas,
defensa los que se ven calumniados,
cosecha los labradores,
puerto los náufragos,
redención los cautivos,
vista los ciegos
y fin todos los males;
por aquel vuestro ardiente
deseo de recibir
el Santísimo Sacramento,
que obligó a Jesucristo
a daros de sus benditas manos
la sagrada Comunión,
os suplico intercedáis
por mí para que merezca
frecuentar este celestial convite,
y recibirle por Viático
al fin de mi vida,
y sobre todo que pueda obtener
la gracia especial que os pido
y la eterna felicidad de la gloria.
Amén.


Fuente - Texto tomado de EWTN.COM:

Santo Dominguito del Val - Niño Mártir - Agosto 31 de 1250

   



Santo Dominguito del Val fue un mártir y monaguillo de Zaragoza, torturado, crucificado y asesinado por un ritual anticristiano en la edad media. 

Dominguito nació en la ciudad de Zaragoza, capital del Reino de Aragón, en el año 1243. Fue hijo de los infanzones Sancho del Val, notario de la ciudad, e Isabel Sancho, su mujer. Desde pequeño, Dominguito fue infante del coro y monaguillo de la Seo de Zaragoza, a donde iba cada día a ayudar en la liturgia, aprender cantos y rezar. Entre los demás niños y compañeros de la catedral, Dominguito tenía fama de gran devoción y piedad personal.

Durante la edad media, la península ibérica estaba aún en proceso de reconquista, y dentro de sus fronteras vivían personas de distintas razas y religiones. En esa mezcla de culturas, era común encontrar grandes supersticiones y creencias alejadas de la Verdad y la Fe. Hasta la creación del Tribunal de la Inquisición, no había un órgano formal que guiara a los fieles en el discernimiento de la Verdad, y aún así, lo que pertenecía a las demás religiones quedaba fuera de la jurisdicción de la Inquisición, y éstas también estaban invadidas y deformadas por supersticiones y creencias fuera del ámbito estricto de sus creencias.

Entre estas supersticiones se recoge una surgida dentro de la comunidad judía acerca de la necesidad del derramamiento de sangre de cristianos para acabar con la “opresión” a la que se sentían sujetos. Surgieron entonces, numerosos crímenes a lo ancho de la cristiandad que le fueron atribuidos a rituales perpetuados por judíos. Algunas de las víctimas de estos crímenes fueron reconocidas como mártires por la Iglesia, siendo canonizados en distintos siglos, alcanzando una gran devoción en distintos países. Hoy en día, numerosos escritores sionistas atribuyen estas crónicas medievales al antisemitismo, sin embargo, la extensión de estos casos por toda la edad media cristiana, hace improbable ese argumento.

En el caso de Dominguito del Val, el crimen al que fue sujeto causó una gran indignación en su comunidad, y la naturaleza de estas prácticas era ya muy común. El mismo rey Alfonso X el Sabio escribió en las Siete partidas:


«Y porque oímos decir que, en algunos lugares, los judíos hicieron y hacen el día del Viernes Santo remembranza de la pasión de Nuestro Señor Jesucristo en manera de escarnio, hurtando los niños y poniéndolos en la cruz, o haciendo imágenes de cera y crucificándolas cuando no pueden conseguir niños».


El 31 de agosto de 1250, Dominguito desapareció a los siete años de edad, causando un gran revuelo en su familia y en toda la ciudad. A los siete meses de aquel hecho, unos hombres dijeron ver un fuego fatuo en la orilla del Ebro, que es una lumbre que sale repentinamente debido a los gases desprendidos de materias descompuestas. Los hombres avisaron a las autoridades, quienes excavaron y encontraron el cuerpo de un niño, de la edad y complexión de Dominguito. El cuerpo se encontró con agujeros provocados por clavos en las palmas de las manos y en los pies, el costado abierto, y decapitado. Inmediatamente se relacionó este hecho a crímenes cometidos de manera similar, vinculado a rituales de superstición judía medieval.

Dominguito fue canonizado como mártir y su devoción se extendió por toda España. Años más tarde, otros casos parecidos surgieron en la península, como aquél del Santo Niño de la Guardia. En Zaragoza, Santo Dominguito del Val sigue siendo muy venerado, siendo considerado patrono de los monaguillos y de los infantes de la escolanía de la ciudad.

En la Iglesia de San Felipe Neri, de Sevilla, se construyó un altar en devoción a Santo Dominguito, que hasta el día de hoy lleva la siguiente inscripción: 


«Fue martirizado por los judíos en el año 1250 en Zaragoza, su patria, a la edad de 7 años. Sus reliquias encontradas milagrosamente se veneran en el templo del Salvador de dicha ciudad, y su culto se extendió, por rescripto de N.S.P. el Papa Pío VII de 9 de julio de 1808. Este altar erigido por sus parientes en el año 1815, trasladado a esta iglesia por un individuo de su familia en diciembre de 1863, es hoy propiedad del Exmo. Sr. Dn. Rafael Merry y del Val, pariente de dicho santo».


Fuente - Texto tomado de INFOVATICANA.COM:

El cardenal Burke teme que el Sínodo de la sinodalidad aporte «confusión, error y división» en la Iglesia




Por Redaccioninfovaticana | 30 de Agosto de 2023


El cardenal Burke ha escrito el prólogo del libro ‘El Proceso sinodal, la caja de pandora’ en donde se suma al obispo Strickland y critica abiertamente el próximo Sínodo de la Sinodalidad.

Escribe Burke sobre el Sínodo que «es una situación que con razón preocupa a todo católico reflexivo y a toda persona de buena voluntad que observe el daño evidente y grave que se está infligiendo al Cuerpo Místico de Cristo». El purpurado estadounidense afirma que «se nos dice que la Iglesia que profesamos —en comunión con nuestros antepasados en la fe desde el tiempo de los Apóstoles— como Una, Santa, Católica y Apostólica, ahora será definida por la sinodalidad, un término que no tiene historia en la doctrina de la Iglesia y para el cual no existe una definición razonable».

«La sinodalidad y su adjetivo, sinodal, se han convertido en consignas con las cuales se está fraguando una revolución para cambiar radicalmente la autocomprensión de la Iglesia, de acuerdo con una ideología contemporánea que niega mucho de lo que la Iglesia siempre ha enseñado y practicado», lamenta el cardenal.

Raymond Burke escribe que «no es una cuestión puramente teórica, pues esta ideología ya se ha puesto en práctica desde hace algunos años en la Iglesia en Alemania, difundiendo ampliamente la confusión y el error y su fruto, la división —de hecho, el cisma— con grave daño de muchas almas».

Burke carga contra «el inminente Sínodo sobre la Sinodalidad» y defiende que «es razonable temer que la misma confusión, error y división puedan afectar a la Iglesia universal. De hecho, ya ha comenzado a suceder a través de la preparación del Sínodo a nivel local».

«Solo la verdad de Cristo, tal como nos es transmitida en la perenne e inmutable doctrina y disciplina de la Iglesia, puede abordar eficazmente la situación, revelando la ideología subyacente, corrigiendo la confusión mortal, el error y la división que se está propagando, e inspirando a los miembros de la Iglesia a emprender la verdadera reforma, que es la conversión diaria a Cristo vivo para nosotros en la enseñanza de la Iglesia, en su oración, su adoración y su práctica de las virtudes y de la disciplina», sentencia el cardenal Burke.


Fuente - Texto tomado de INFOVATICANA.COM: