sábado, 12 de agosto de 2023

Lectura del Santo Evangelio Según San Mateo 14, 22-33



22. Inmediatamente después Jesús obligó a sus discípulos a embarcarse e ir a esperarle al otro lado del lago, mientras que despedía a los pueblos.




23. Y despedidos éstos se subió solo a orar en un monte, y entrada la noche se mantuvo allí solo.

24. Entretanto la barca estaba en medio del mar, batida reciamente de las olas, por tener el viento contrario.

25. Cuando ya era la cuarta vela de la noche, vino Jesús hacia ellos caminando sobre el mar.

26. Y viéndole los discípulos caminar sobre el mar, se conturbaron y dijeron:




"Es un fantasma"


Y llenos de miedo comenzaron a gritar.

27. Al instante Jesús les habló diciendo:


"Soy Yo, no tengáis miedo"


28. Y Pedro respondió:


"Señor, si eres Tú, mándame ir hacia Ti sobre las aguas"


29. Y Él le dijo:


"Ven"


Y Pedro bajando de la barca, iba caminando sobre el agua, para llegar a Jesús.


30. Pero viendo la fuerza del viento, se atemorizó; y empezando luego a hundirse, dio voces diciendo:

"Señor, sálvame"

31. Al punto Jesús, extendiendo la mano, le cogió del brazo, y le dijo:


"Hombre de poca fe, ¿por qué has titubeado?"


32. Y luego que subieron a la barca, calmó el viento.

33. Mas los que dentro estaban, se acercaron a Él y le adoraron, diciendo:


"Verdaderamente eres Tú el Hijo de Dios"


Palabra de Dios,
Gloria a Ti, Señor Jesús

Nuestra Señora del Olvido, Triunfo y Misericordias - Agosto 13 de 1831

 



Nuestra Señora del Olvido, Triunfo y Misericordias, junto a San Miguel Arcángel, España (13 de agosto de 1831).




La madre Patrocinio, conocida hasta entonces por sor Rafaela, tuvo una visión del cielo el 13 de Agosto de 1831.

Se encuentra reunida en el coro de la iglesia con sus Hermanas Concepcionistas Franciscanas de Caballero de Gracia, de Madrid, a la hora de la oración de la tarde.


Esta religiosa, sumida en éxtasis profundo,
contempla a la Virgen María,
que viene acompañada del Arcángel San Miguel


Mientras sostiene en sus manos una pequeña imagen, que representa a la Señora con el Niño Jesús sentado en el brazo derecho.


Una prolongada conversación tiene lugar entre la Virgen y la religiosa


La misma madre Patrocinio lo cuenta en los Apuntes que le mandaron escribir los superiores y su confesor.

La Virgen María entregó la preciosa imagen a la Madre Patrocinio:


«… a tu solicitud y cuidado dejo el culto y veneración de esta sagrada imagen mía con el título de Olvido, Triunfo y Misericordias. Ella será la consoladora del mundo y todo afligido encontrará en mí por la mediación de esta, mi imagen, el consuelo... Al alma que rendida a sus pies me pidiese alguna cosa, jamás se la negará mi amor»


Relato de la Aparición


En el libro «Vida Admirable de la Sierva de Dios Madre Patrocinio», Concepcionista Franciscana, escrito por la R.M. Sor María Isabel de Jesús, de la misma Orden y secretaria por muchos años de la Sierva de Dios, publicada al año 1925, dice:


El día 13 de Agosto de 1831 estando mi Rda. Madre Sor María de los Dolores y Patrocinio en el coro, en la oración de Comunidad, de cinco a seis de la tarde, se le apareció la Santísima Virgen, en una hermosísima y resplandeciente nube, cercada de querubines. Y le presentó una preciosa Imagen suya, que llevaba el glorioso Príncipe San Miguel con los títulos de Olvido, Triunfo y Misericordias.

La Virgen Santísima le dijo, que aquella imagen venía enriquecida con muchas gracias y privilegios para sus verdaderos devotos, que cuidase de darle culto, que la dejaba en la Comunidad.

 

Le dijo también que, desde entonces, le quitaba el permiso a Satanás para atormentarla por sí mismo.

 

Y pusiera la figura del dragón amarrada a los pies de la Sagrada Imagen, que ella misma le atara con una cadena y pusiera ésta en las manos de la Santa Imagen, en señal de que quedaba sujeto.

 

El demonio, furioso, bajó a los abismos, asegurando a mi venerada Madre, que ya que no podía perseguirla por sí -como lo había hecho hasta entonces de una manera terrible-, lo haría por los hombres, y no sólo en vida sino después de muerta la perseguiría también.

Durante esta admirable visión, el Príncipe San Miguel colocó la Sagrada Imagen en el altar del coro, oyendo la celestial música de los ángeles la ejemplarísima religiosa Sor María Juana de la Santísima Trinidad y otras dos religiosas más.

 

Pero, ignorando lo que sucedía, para ellas invisible, guardaron por entonces el más profundo silencio.

 

En la noche del día siguiente de la primera aparición, después de Maitines, tuvo su Reverencia otra celestial visión de la Santísima Virgen con la preciosa Imagen del Olvido en sus purísimas manos.

 

Y le dijo, que en las suyas iba a poner, con aquella Sagrada Imagen, todas las misericordias de su Santísimo Hijo. Para que las distribuyese en su nombre a los mortales. Segura de que, lo que por caridad hiciera a sus hermanos, eso mismo confirmarían la celestial Señora y su divino Hijo en el Cielo.

 

Todo lo cual se lee en unos apuntes de la Sierva de Dios, donde refiere al detalle esta aparición maravillosa.


Dice así:


"Clamaba mucho en esta ocasión por las necesidades que tanto afligen a la Santa Iglesia y el Dulce Amor se me manifestó severo, airado y como dando muestras de que quería castigarnos".


Díjele: 


"Esposo mío, ¿para cuándo son vuestras misericordias?"


Díjome: 


"Pide, Esposa mía, que cuanto pidas seré liberal para concedértelo".


"Pedía sin límites; entonces, mi dulce Amor me manifestó el lastimoso estado en que se hallaba la Santa Iglesia. Moría de dolor y mis angustias crecían sobremanera".


Díjome mi dulce Esposo:


"Paloma mía, mi amor no puede verte afligida; aquí tienes a mi Madre, que siempre será tu guía, consuelo y amparo".


Manifestóse de nuevo la Benditísima Virgen con esta preciosísima, potentísima e invictísima imagen en sus soberanas manos.


Díjome la Soberana y divina Señora:


"Hija mía ¿porqué se contrista tu corazón, si todas las misericordias y tesoros de mi Hijo voy a poner en tus manos, por medio de esta mi soberana Imagen. Para que las distribuyas en mi nombre a los mortales, segura de que las que hicieses por amor a tus hermanos, esas mismas confirmamos mi Hijo y yo, que soy tu Madre, en el cielo?"


Díjele: 


"Señora y Reina mía, ¿no veis la España; no veis los males que nos afligen?"

 

"Hija mía, los veo; pero no puede mi amor ser más benéfico para con los hombres".

 

"Ellos se olvidan de mí y retiran las misericordias; y por esto, a esta Imagen le darás el título misterioso del Olvido; para darles a entender, que me han olvidado".

 

"Pero yo que soy vuestra tierna y amorosa Madre, quiero poner a vista de todos los mortales en esta Imagen mía, que jamás mis misericordias se apartan de ellos".


Miraba yo con gran ternura a tan divino simulacro; cuando ví, que mi invictísima Reina cogió un pañuelo de manos del Príncipe San Miguel, y aplicándole a la soberana llaga del costado de nuestro amante Jesús, lo empapó la divina Señora en sangre de aquel divino y deífico Corazón.

Y después, aquel pañuelo, así empapado, le puso sobre esta encantadora Imagen, y después ví que la soberana Reina rociaba a este pueblo con la sangre preciosísima.

Díjome luego: 


"Hija mía, me amas, hasta tres veces".


Díjele: 


"Señora mira, Vos sabéis que os amo y deseo ser toda vuestra".


 

"Pues a tu solicitud y cuidado dejo el culto y veneración de esta sagrada Imagen mía con el título de Olvido, Triunfo y Misericordias".

 

"Ella será la consoladora del mundo y todo afligido encontrará en mí por la mediación de esta mi Imagen, el consuelo".

 

"Al alma que rendida a sus pies me pidiese alguna cosa, jamás se la negará mi amor".

 

"Será el consuelo del mundo y la alegría de la iglesia Católica y, por su medio, mi Hijo y yo recibiremos culto".

  

"Tú, hija mía, alcanzarás victoria del poder de Satanás, y tu Comunidad perfección en servirme".


Entregóme la soberana Reina esta portentísima Imagen, este encanto de los Cielos y la Tierra, y empezó en el Cielo una celestial música entonando la Salve y otros sagrados cánticos.

Todos los cortesanos del Cielo se daban parabienes.

La Santísima Trinidad la bendijo, igualmente la Santísima Virgen María y después todos los cortesanos del Cielo llegaron a adorar a su Reina y Señora en esta soberana y encantadora Madre del Olvido». (De unos apuntes de la Sierva de Dios).




La Liberación


Escribe la madre María Isabel, secretaria de la madre Patrocinio, que terminada la santa oración.


“Salió mi venerada madre Patrocinio, con su prelada, al pequeño jardín del convento, y le dijo que tenía que darle una noticia de muchísimo consuelo. Y le dijo que ya podía estar tranquila y sin cuidado alguno, pues no volvería jamás el demonio a golpearla ni asustarla, porque la Reina de los Ángeles le había sujetado, que para eso le enseñara una Imagen que tenían”.


La abadesa, madre Pilar refiere a su vez:


“Sólo yo, que lo padecí, puedo decir cuál fue mi gozo, descanso y alegría al oír tan deseada nueva, que no puedo explicar el júbilo que sintió mi corazón”.


Llevaba razón la superiora. Los malos tratos recibidos en estos años del enemigo del mal que fueron extraordinarios y constantes: golpes, amenazas, ruidos estrepitosos que aterraban a toda la Comunidad.

En cierta ocasión la condujo sobre los tejados con grave peligro de resbalar, tanto ella como otras dos religiosas que, al verla en situación semejante, sin pensárselo demasiado, con sus largos hábitos salieron a los tejados a recogerla y la introdujeron de nuevo en la clausura.

Por otra parte, la persecución diabólica fue pública, declarada, intolerable y gravísima, proporcionándole heridas, contusiones, magullamientos, y toda clase de cardenales en brazos, piernas y espalda.

El médico de la Comunidad, que tuvo que auxiliarla en repetidas ocasiones, decía a la madre abadesa:


Dejemos a Dios que obre en ella como mejor le plazca; esto se sale de mi competencia”.


Las curaciones solían ser en ella instantáneas, aunque ya se la había dado por desahuciada en dos ocasiones y recibidos los últimos auxilios espirituales, padeciendo vómitos de sangre y fiebres altísimas.

La prueba fehaciente de la liberación definitiva de los asaltos y persecución del demonio la tuvieron todas las religiosas al comprobar que desde esa fecha y hora nunca más volvió a molestarla.


La Imagen de Nuestra Señora




La madre abadesa e hija buscaron por el convento una “imagen que tenían”.

Cierta vitrina guardaba la perla escondida.

Al verla, y no fue fácil el hallazgo, la hija exclamó llena de gozo:


“Ésta, ésta es”.


Pero la superiora nunca había visto esa imagen en aquella Casa.

Por este motivo hizo venir a las restantes monjas, para cerciorarse y hacer más averiguaciones: nadie la conocía.

Ante esta situación embarazosa, la abadesa mandó por obediencia, a sor Patrocinio, que dijera “qué significaba aquello”.

Con gran humildad y no menor embarazo confesó la joven religiosa lo ocurrido en las visiones de la Virgen.

Para mayor esclarecimiento de los hechos y tranquilidad suya, la Abadesa requirió la presencia del Padre Guardián del convento franciscano de San Francisco el Grande, de Madrid, quien estudió el caso con seriedad e hizo exhaustivos interrogatorios entre las religiosas, pero mientras se halla en este quehacer desapareció la Imagen de la vista de todos, incluido el Padre.

Confuso el religioso y Padre Guardián, se retiró para reflexionar y redactar cartas a los restantes conventos de su provincia en demanda de “rogativas en asunto de mucha gravedad”. Era el 13 de agosto de 1831.

El día 15, fiesta de la Asunción de Nuestra señora, hacia media mañana, decidió retornar por el convento de las concepcionistas para indagar “lo de la imagen”.

Pasa a la clausura y se establece en el despacho que usa la superiora, para continuar su gestión.

“la imagen, de improviso, se coloca al lado de sor Patrocinio”, con gran sorpresa de los tres reunidos, que son el padre, la madre abadesa y sor Patrocinio.

Ante esta novedad se convoca a la Comunidad, y todas las religiosas se convierten en testigos de la “nueva aparición” de esta singular imagen y “oran con alegría con acción de gracias”.

De todo lo sucedido se redactó un informe detallado y se remitió a la Santa Sede para su conocimiento.

Consta que el santo padre tuvo especial interés por este asunto y gran devoción a la Virgen del Olvido.

La respuesta desde Roma consistió en redactar una Bula del Papa Gregorio XVI, en la que se permite el culto público a la Virgen María bajo la advocación de Nuestra Señora del Olvido, Triunfo y Misericordias. Con la concesión de muchas gracias espirituales e indulgencias y otros privilegios singulares.


Gracias obtenidas


El culto a la sagrada imagen surge con fuerza y el primer novenario en su honor se celebra en Madrid, donde pronto se comprobó su especial patrocinio.

Un operario sube a la cornisa del templo a encender las velas que arderán en este primer novenario y, perdiendo el equilibrio, cae estrepitosamente al pavimento.

La madre Patrocinio ve por los aires al infortunado (la religiosa se hallaba en el coro) e invoca en su favor a la Señora del Olvido: “Resultó sólo algo contuso”.

Los presentes, que eran muchos, pensaron que aquello había sido un verdadero “prodigio”.

Y, según ellos, que era el segundo “favor” de la Señora.

El primero había tenido lugar con el nieto del mayordomo de las mismas monjas, que estaba “baldado de las dos piernas y lo poco que andaba era con dos muletas. Ofreció dicho señor a la Santísima Virgen colocar las dos muletas en su altar si le curaba e instantáneamente curó; él, lleno de gozo, cumplió su promesa”.

Las muletas se veían junto al altar y los enfermos acudían presurosos. Se multiplicaban las “gracias”.




El monarca don Francisco de Asís María de Borbón, rey consorte de la soberana Isabel II, que “tenía un enemigo, también poderoso, que le perseguía a muerte; entró, espada en mano, y se arrojó sobre él. Viéndose sin amparo humano (ni medios para defenderse), acudió a la santísima Virgen del Olvido, tomando en la mano una medalla que llevaba siempre consigo de la celestial Señora; el asesino quedó en el acto parado, trémulo y sin acción y huyó avergonzado”.

En el año 1849 dispuso el rey “celebrar una solemne función en acción de gracias a la santísima Virgen del Olvido. Regaló un hermoso altar portátil, con rico dosel de terciopelo grana” y otros obsequios regios.


Emplazamiento de la Imagen




Los años que median entre 1831 y 1891 la dulce Imagen se hizo viajera con la madre Patrocinio (sufrió ésta destierros que duraron más de veinte años) o pernoctó con ella en el retiro del convento.

Como final, desde 1891 dispuso de un hermoso camarín, orlado de nubes y ángeles que le sirven de cobijo amoroso, con despliegues de fervores afectuosos que le vienen ofreciendo los hijos de la Alcarria.

En la iglesia de las concepcionistas franciscanas de Guadalajara (España), presidiendo el retablo del altar mayor, se conserva intacta la Imagen pequeñita y bella, la misma que había sido amor, encanto, fidelidad y de un corazón ardoroso, de un espíritu vibrante, la madre Patrocinio, ofrecida en holocausto permanente, la compañera entrañable de correrías infatigables, mientras los requiebros silenciosos y los coloquios íntimos hinchaban su alma y aliviaban las penas hondas.

Conocemos el último importante requiebro porque lo quiso ella desvelar:


“Ya, gracias a Dios, he conseguido lo que tanto he deseado y pedido”.


Una religiosa le pregunta:


“Podemos saber, madre, ¿qué ha sido?”.

“Sí, hija: que ninguna de mis hijas se condene”.

“Al oír tan inefable anuncio, llenas de agradecimiento, las religiosas se abrazaron a tan sin igual madre y prorrumpieron en copioso llanto de gratitud, de alegría y de consuelo”.


Pronunciaba la madre Patrocinio esta “promesa” “con gran cariño y muy enternecida. Cierto día poco antes de su feliz tránsito”, que tuvo lugar en los dichos conventos y ciudad de Guadalajara (España) a la amanecida del 27 de enero de 1892, legando a la Comunidad Concepcionista Franciscana esta perla y reliquia.

Las religiosas cuidan de la imagen del Olvido, Triunfo y Misericordias con el mismo y exquisitez que se merece.

Trabajan por el mantenimiento de su culto litúrgico y la propagación constante de su devoción con los padres franciscanos, que son los custodios, juntamente con las religiosas, de la iglesia llamada del Carmen, dedicada a la santísima Trinidad.


Promesas de la Virgen a la Madre Patrocinio




1ª. – En tus manos, voy a poner ésta Sagrada IMAGEN y con ella, TODAS LAS MISERICORDIAS de mi Santísimo Hijo.

2ª. – Ha vinculado al Señor en ésta portentosa IMAGEN al ALIVIO, CONSUELO y REMEDIO de todos, y la alegría de la Iglesia Católica.

3ª. – Al alma, que rendida a sus pies (de la IMAGEN) me pidiera alguna GRACIA, jamás se le negará mi AMOR.

4ª. – Cualquier población que expusiese y venerase a la VIRGEN DEL OLVIDO, TRIUNFO y MISERICORDIAS, se verá libre (decía la Sierva de Dios) de las calamidades con que en otros puntos serían poblados, porque sería Ella como un pararrayos de la Divina Justicia, Arca de Noé y Refugio para librar sus devotos.


ORACIÓN A LA VIRGEN MARÍA


Señora nuestra del Olvido, Triunfo y Misericordias
que prometiste ser “EL ALIVIO, CONSUELO
Y REMEDIO DE TODOS,
y que jamás tu AMOR les negaría
cuanto te pidieran rendidos a tus pies”.


Te suplico presentes a Jesús Crucificado
las gracias que solicito por medio
de la Madre Patrocinio.
(Pídase la gracia).

No me olvides, Señora mía,
y consígueme esto que te he confiado.

Por Jesucristo Nuestro Señor.
Amén.

(Tres Avemarías)


El nombre del Triunfo es el título más excelente del triple apelativo advocacional. Su figuración en segundo término indica claramente que el triunfo definitivo no ha llegado aún y que su disponibilidad presupone un esfuerzo necesario y conveniente, a partir del cual, el nombre de Olvido por la Presencia de María, y permanentes las divinas misericordias gracias al indecible Amor con el que somos amados, el título del Triunfo es el único al que su Celestial Dueña niega toda aclaración explícita, por innecesaria. Pronunciado por Ella, une e identifica el Triunfo de María —que supone el quebrantamiento de Satanás– con la imagen que ha de vindicar y producir ese mismo triunfo. No en vano será dispuesto que junto a la imagen de la Virgen del Olvido se muestre al Dragón encadenado e impotente. Y el concepto y su significado son tan transparentes que se vuelven inútiles todas las palabras para agradecer la participación que se nos ofrece en la pronosticada victoria final.


Fuente - Texto tomado de FOROSDELAVIRGEN.ORG:


Fuente - Texto tomado de DOCPLAYER.ES:

San Estanislao de Kostka S.J. - Patrono de Novicios y uno de los Patronos de Polonia - Fiesta 13 de Agosto

  



El Martirologio Romano, al conmemorar la muerte de San Estanislao de Kostka, afirma con razón que, "con la inocencia de su vida, alcanzó en poco tiempo la perfección de una larga existencia".

Estanislao era el segundo hijo de Juan Kostka, senador de Polonia, y de Margarita Kryska. Nació en el castillo de Rostkovo, en 1550. Hizo sus primeros estudios en su casa bajo la dirección de Juan Bilinsky, junto con su hermano mayor, Pablo. A los 14 años, Estanislao ingresó en el colegio de los jesuitas de Viena. Acostumbraba consagrar a la oración y al estudio todo el tiempo que podía y la rudeza del lenguaje le molestaba en extremo. Cuando había en su casa huéspedes indiscretos, el padre de Estanislao les decía:


"No relatéis vuestros cuentos delante de Estanislao"


En el internado del colegio de Viena el recogimiento y devoción de la vida y la oración del joven sorprendieron a todos. Ocho meses después de la llegada de Estanislao a Viena, el emperador Maximiliano II quitó a los jesuitas la casa que Fernando I les había prestado para el internado, comenzando una larga serie de abusos contra la Compañía de Jesús.

Pablo de Kostka, dos años mayor que Estanislao, era un joven alegre y amante de las diversiones, que consiguió el permiso de Bilinsky para hospedarse en casa de unos luteranos. Como esa perspectiva desagradaba a Estanislao, Pablo se burló de su recogimiento y devoción. En cierta ocasión, cansado de los malos tratos de su hermano, Estanislao profirió la gran amenaza que hacen todos los niños:


"Acabaré por escaparme para no volver y tú tendrás que dar cuentas a papá y mamá"


Estanislao comulgaba todos los domingos y días de fiesta y ayunaba siempre la víspera del día en que iba a comulgar. Cuando no estaba en la iglesia o en el colegio, se hallaba en su cuarto, entregado al estudio o a la oración. Se vestía modestamente, practicaba la mortificación corporal y detestaba las clases de baile. La antipatía de Pablo por su hermano aumentó paulatinamente. Por otra parte, Bilinsky, aunque era un hombre razonable, no profesaba a Estanislao un afecto particular.

Cierto día, Estanislao cayó enfermo y pidió el viático, pero el luterano, en cuya casa habitaba, no permitió que el Santísimo Sacramento entrase en ella. Entonces, San Estanislao, muy afligido, se encomendó fervorosamente a Santa Bárbara, a cuya cofradía pertenecía, y tuvo una visión en la que dos ángeles le trajeron la Comunión.




Se cuenta también que se le apareció la Santísima Virgen en otra ocasión y le dijo que aún no había llegado la hora de su muerte y que debía ingresar en la Compañía de Jesús. Estanislao, que ya antes había pensado en hacerlo, pidió la admisión en cuanto recuperó la salud. El P. Maggi, provincial de Viena, no quiso admitirle por temor de indisponer a su padre contra la Compañía. Entonces, Estanislao decidió ir a pie a Roma, si fuera necesario, para solicitar la admisión al P. General en persona. Así pues, caminó a Augsburgo y luego a Dilinga, con el objeto de entrevistarse, primero, con San Pedro Canisio, provincial en Alemania superior. Para ese viaje de casi 500 kilómetros, se vistió pobremente. En cuanto su hermano y Bilinsky descubrieron su fuga, salieron a perseguirle, pero no consiguieron reconocerle, por razones que varían según los autores.

San Pedro Canisio le acogió amablemente y le puso a servir a los estudiantes en el comedor y a hacer la limpieza de sus aposentos; el joven cumplió su cometido con tal reverencia y humildad, que los estudiantes quedaron asombrados, aunque no lo conocían. Al cabo de tres semanas, San Pedro Canisio le envió a Roma con dos compañeros. En la Ciudad Eterna, Estanislao se entrevistó con San Francisco de Borja y le expuso el objeto de su viaje. San Francisco de Borja accedió a su petición y le admitió en el noviciado, en 1567, a los 17 años de edad. Entretanto, Estanislao había recibido una dura carta de su padre, en la que éste le amenazaba con hacer expulsar de Polonia a los jesuitas, y le reprendía por haber tomado una "sotana despreciable y haber abrazado una profesión indigna de su alcurnia". Estanislao respondió en términos filiales, pero manifestó su firme decisión de servir a Dios en la vocación a la que Él le había llamado. Después, dejando el asunto en manos de Dios, se dedicó tranquilamente al cumplimiento de sus deberes.

Según el P. Fazio, maestro de novicios de Estanislao, el objetivo principal del santo fue santificarse perfectamente en la vida ordinaria. El único límite de su mortificación era la obediencia a su director espiritual. Aunque exageraba sus faltas con no fingida sencillez, lo cierto es que llevó en el noviciado una vida de oración constante.

Le preguntaron qué hay que hacer para demostrarle a la Virgen que la amamos, y respondió:




"Ofrecerle pequeños homenajes, pero no dejar nunca de ofrecérselos"


Su amor a Jesucristo en el Santísimo Sacramento era tan ardiente que, cuando entraba en la iglesia, su rostro se encendía; además, con frecuencia era arrebatado en éxtasis durante la misa y después de la Comunión.




Pero aquel novicio modelo sólo estaba destinado a vivir nueve meses. En efecto, el calor del verano romano le hizo mucho daño y le produjo frecuentes desvanecimientos, de suerte que el joven comprendió que moriría pronto. El día de la fiesta de la dedicación de Santa María la Mayor, el 15 de agosto de 1568, hablando con el P. Manuel sobre la Asunción de la Santísima Virgen, Estanislao le dijo:


"¡Qué día tan feliz debió ser para todos los santos aquél en que María entró en el cielo! Quizá ellos lo celebran con especial gozo, como lo hacemos nosotros en la tierra. Espero que estaré entre ellos en su próxima celebración"


Por el momento, nadie dio importancia a esas palabras, cuyo verdadero sentido se reveló 10 días más tarde. El día de la fiesta de San Lorenzo, Estanislao se sintió mal. Dos días después, cuando le sacaron de la cama para trasladarle a un lecho más confortable, hizo la señal de la cruz sobre él y dijo que nunca volvería a levantarse. El P. Fazio se rió paternalmente y le dijo:


"Hombre de poca fe, ¿abandonáis toda esperanza por una enfermedad tan leve?"


Estanislao replicó:


"Cierto que soy un hombre de poca fe, pero la enfermedad no es leve y ella me matará"




Al amanecer del día de la Asunción, el joven susurró al oído del P. Fazio la noticia de que contemplaba a la Santísima Virgen rodeada por los ángeles. Después murió apaciblemente a los 18 años de edad, en 1568. Al cabo de un mes, Pablo de Kostka llegó a Roma con instrucciones de su padre para que Estanislao volviese a toda costa a Polonia. Bajo la impresión de la noticia de la muerte de su hermano, Pablo comprendió lo mal que se había portado con él y fue uno de los principales testigos en el proceso de beatificación. Otro de los testigos fue Bilinsky, quien afirmó entre otras cosas:


"Pablo jamás dijo una palabra amable a su bendito hermano. Tanto él como yo teníamos completa conciencia de la santidad de todos los actos de Estanislao"


Pablo vivió devorado por los remordimientos hasta el fin y, a los 60 años, pidió ser admitido en la Compañía de Jesús. San Estanislao fue canonizado en 1726 y se le venera como patrono menor de Polonia.

Por su intercesión se obtuvieron numerosos milagros, y el Santo Padre lo canonizó y lo declaró patrono de los novicios y de los que se preparan para el sacerdocio.


Fuente - Texto tomado de CORAZONES.ORG:
http://www.corazones.org/santos/estanislao_kostka.htm

Novena por la Asunción de la Virgen María - Día Octavo - Agosto 13 de 2023

  



Octavo día


En el nombre del Padre,
del Hijo,
y del Espíritu Santo
Amén


“María, fue asunta en cuerpo y alma al cielo”.


Versículo introductorio


V. Dichosa, tu María, que llevaste en tu seno a Cristo.

R. Él te ha llevado al cielo en cuerpo y alma.


Lectura


“Proclamamos, declaramos y definimos ser dogma divinamente revelado, que la Inmaculada Madre de Dios, siempre Virgen María, cumplido el curso de su vida terrestre, fue asunta en cuerpo y alma a la Gloria celestial” Cf. DS 3903


Comentario


La gloria de María en el cielo consiste en participar de la gloria de Dios, estar ya gozando de la plenitud total de Dios. María continúa en el cielo la alabanza de gloria, que había iniciado en la tierra, es decir: alaba y glorifica a Dios. Ahora podemos aplicar a María las palabras de Isaías 61, 10:


“Desbordo de gozo con el Señor y me alegro con mi Dios”


María asunta al cielo, por ser Madre de Jesús, sigue siendo Madre de todos los hombres, Madre de la Iglesia:


“Porque en virtud del Espíritu Santo continúa generando al Cuerpo Místico de Cristo que es la Iglesia y a cada creyente… esta maternidad de María en la economía de la gracia perdura sin cesar… hasta la consumación perpetua de todos los siglos” (L.G. 62)


Una vez asociada a la glorificación de su Hijo, María continúa intercediendo en el cielo como Mediadora al Mediador y de esta forma, el recurrir a María debe conducirnos al encuentro con Cristo y por medio de Él llegar al Padre.


“María es la figura de una Mujer que, calladamente y en espíritu de servicio, vela por la Iglesia y la protege benignamente en su camino hacia la Patria hasta que llegue el día glorioso del Señor” (Cf. Pablo VI, 2-2-1974)


Peticiones




a) Señor, por intercesión de la Virgen María, Virgen oyente, orante y oferente, te pedimos que también nosotros escuchemos y oremos tu Palabra divina y haz que nuestra ofrenda de cada día te sea agradable y sea dedicación a los que sufren para que permanezcamos fieles al evangelio y al espíritu de nuestra Santa Madre Fundadora.


Ave María… y Gloria al Padre


b) Señor, por intercesión de la Virgen María, que permaneció firme y fuerte junto a la cruz de su hijo, te pedimos para que sepamos estar junto a los enfermos y seamos portadores de evangelio, consuelo y paz.


Ave María… y Gloria al Padre


c) Señor, por intercesión de la Virgen María, que fue elevada al cielo y glorificada sobre los coros de los ángeles y santos, te pedimos que Ella mire con materno amor a todos y dirija nuestros pasos y nos impulse a encarnar el espíritu y carisma que vivió Santa María para que, recorriendo el camino de la caridad perfecta, lleguemos un día a la gloria del cielo.


Ave María… y Gloria al Padre


Oración final


Señor, has querido elevar a tu humilde sierva María a la dignidad de Madre de tu Hijo y la has coronado de gloria en el cielo, te pedimos, por su intercesión, que imitemos su ejemplo, camine por la senda de la caridad perfecta, para que un día podamos gozar con ella en el cielo. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.


Fuente - Texto tomado de ACIPRENSA.COM:

LLAMADO DE ATENCIÓN: ¿Cómo perder una guerra? No perdamos el Combate Espiritual - Defendamos nuestra fe católica con mucha firmeza y fortaleza de Dios



Por Redaccioninfovaticana | 11 de Agosto de 2023


(David Carlin-The Catholic Thing) - Si eres un general y quieres romper la línea defensiva del enemigo, busca su punto más vulnerable y atácale precisamente en ese punto con una concentración excepcional de fuerzas. Cuando la rompas en ese punto, es muy probable que toda su línea defensiva se derrumbe. Habrás ganado la batalla, tal vez incluso la guerra.

El punto más vulnerable del catolicismo, en su defensa contra el asalto que le está haciendo el ateísmo actual, es su antigua enseñanza de que la práctica homosexual es un gran pecado. Muchos de nuestros defensores nominales no creen realmente que valga la pena defender este punto de nuestra línea de defensa, al menos no con energía heroica. Algunos de nuestros «defensores» están incluso bastante dispuestos a permitir que el enemigo se cuele por una brecha en este punto.

Una vez que fracasamos en la defensa de nuestra enseñanza sobre la homosexualidad, una vez que permitimos que el enemigo rompa nuestras líneas en ese punto, ¿puede alguien, salvo un necio, dudar de que otras secciones de nuestra defensa también se derrumbarán? Si la conducta homosexual es permisible, ¿cómo podremos decir que la fornicación es gravemente pecaminosa, o incluso el adulterio?

Una vez que abandonemos las antiguas doctrinas morales en materia sexual, ¿cómo podremos mantener nuestras antiguas doctrinas morales en materia de mentir, engañar y robar, por no hablar de nuestras enseñanzas sobre el uso de la fuerza física?

Y una vez que abandonemos nuestras doctrinas morales, ¿cómo podremos mantener nuestros dogmas respecto a ciertos milagros esenciales, por ejemplo, el Nacimiento Virginal, la Resurrección, la Presencia Verdadera de Cristo en la Eucaristía? Por último, nos resultará difícil creer en la Encarnación o en la Trinidad, o incluso en la existencia misma de un Dios mal definido.

El catolicismo es un sistema; cada parte está conectada con todas las demás y depende de ellas; si una parte se derrumba, todo el sistema estará en peligro. Dejemos que el enemigo irrumpa en el Fuerte de la Homosexualidad y, con el tiempo, todos nuestros otros fuertes doctrinales caerán. Tal vez no de la noche a la mañana. Pero tarde o temprano lo hará. Roma no se construyó en un día; tampoco cayó en un día.

El enemigo ateo siente que está cerca de la victoria. De ahí su inmensa concentración de fuerzas propagandísticas en este punto vulnerable: fuerzas como Hollywood, la música popular, los medios de comunicación, nuestras universidades y facultades de derecho, nuestras escuelas públicas, el Partido Demócrata y el actual presidente de Estados Unidos.

Cualquiera que no esté al tanto de esto debe haber dormido durante el pasado mes de junio, el Mes del Orgullo. Pero este gran asalto propagandístico no se limita al Mes del Orgullo, ni mucho menos. Es un asalto de 12 meses/24 horas al día. Y nos dice, sin cesar, que el deseo homosexual y las relaciones homosexuales son algo espléndido. Y que pronunciar palabras negativas sobre ello, o incluso tener pensamientos negativos al respecto, es muy malo, incluso francamente perverso.


¿Por qué los católicos estadounidenses son ineptos a la hora de defender la fe en este punto tan vulnerable?
Por varias razones.


  1. Los católicos, antaño un grupo marginado en Estados Unidos, hace tiempo que se americanizaron por completo; por lo tanto, si estar a favor de la homosexualidad es ahora lo americano (que parece serlo), los católicos no podemos evitar estar a favor de la homosexualidad.
  2. Muchos católicos han adoptado la teoría moral ahora dominante en Estados Unidos, según la cual todo está moralmente permitido si no causa un daño obvio y tangible a otro. Dado que los actos homosexuales no causan la caída del cielo, deben ser moralmente permisibles.
  3. Vivimos en una sociedad altamente comercial en la que «todo vale» siempre que no sea malo para el negocio. La homosexualidad, al parecer, no es mala para los negocios.
  4. Solemos interpretar que el mandamiento «ama a tu prójimo» incluye el submandamiento «no hieras los delicados sentimientos de tu prójimo homosexual».
  5. Como conocemos -o sabemos de- personas homosexuales que parecen llevar una vida inofensiva, suponemos que sus inclinaciones sexuales también deben ser inofensivas.
  6. La mayoría de nuestros obispos y párrocos evitan hacer un gran escándalo sobre la maldad de la conducta homosexual. Y si un obispo imprudente llega a hacer un gran alboroto (véase el obispo Strickland de Tyler, Texas), el Vaticano puede hacerle una «visita» de advertencia.
  7. El papa Francisco no ayuda cuando rinde honores extraordinarios al padre James Martin, S.J., el sacerdote pro-homosexualidad más famoso/notorio de Estados Unidos.


¿Qué podemos hacer los católicos, sobre todo nuestros obispos y sacerdotes, para defender la fe en este momento de máxima vulnerabilidad?


Para empezar, podríamos adoptar como lema las palabras del gran abolicionista William Lloyd Garrison:


«Lo digo en serio, no me equivocaré, no me excusaré, no retrocederé ni un ápice, y seré escuchado».


Debemos hacer lo posible por acabar con la glorificación pública de la homosexualidad, una glorificación que socava los cimientos de nuestra religión y corrompe los corazones y las mentes de nuestros jóvenes. Como mínimo, debemos gritar a los cuatro vientos un mensaje que nuestra religión ha proclamado desde los tiempos de los Apóstoles, a saber, que la conducta homosexual es un gran pecado, un vicio contrario a la naturaleza.

Esto requerirá, el valor necesario para enfrentarse a insultos como «homófobo», «intolerante» u «odioso». En algunos pocos casos, el valor necesario para afrontar la pérdida de una oportunidad laboral, incluso la pérdida del puesto de trabajo.

Si, por el contrario, elegimos no defender la enseñanza sobre la homosexualidad que se remonta a la época de los Apóstoles, e incluso antes en la tradición judía, la fe que heredarán nuestros descendientes no será más que una sombra de la fe católica transmitida por los Apóstoles.

Podemos despedirnos del catolicismo estadounidense.


Fuente - Texto tomado de INFOVATICANA.COM: