"El reino de los cielos es semejante a un hombre que sembró buena simiente en su campo.
25. Pero al tiempo de dormir los hombres, vino cierto enemigo suyo y sembró cizaña en medio del trigo, y se fue.
26. Estando ya el trigo en hierba y apuntando la espiga, descubrióse así mismo la cizaña.
27. Entonces los criados del padre de familia acudieron a él, y le dijeron:
"Señor, ¿no sembraste buena simiente en tu campo?; pues ¿cómo tiene cizaña?"
28. Respondióles:
"Algún enemigo mío la habrá sembrado"
Replicaron los criados:
"¿Quieres que vayamos a cogerla?"
29. A lo que respondió:
"No, porque no suceda que, arrancando la cizaña, arranquéis juntamente con ella el trigo.
30.Dejad crecer una y otro hasta la siega, que al tiempo de la siega, yo diré a los segadores:
Coged primero la cizaña, y haced gavillas de ella para el fuego, y meted después el trigo en mi granero".
31. Propúsoles otra parábola diciendo:
"El reino de los cielos es semejante al grano de mostaza que tomó en su mano un hombre, y lo sembró en su campo.
32. El cual es a la vista menudísimo entre todas las semillas; mas en creciendo viene a ser mayor que todas las legumbres, y hácese árbol; de forma que las aves del cielo bajan y posan en sus ramas".
33. Y añadió esta otra parábola:
"El reino de los cielos es semejante a la levadura, que cogió una mujer y mezclóla con tres satos o celemines de harina, hasta que toda la masa quedó fermentada"
34. Todas estas cosas dijo Jesús al pueblo con parábolas, sin las cuales no solía predicarles.
35. Cumpliéndose lo que había dicho el profeta:
"Abriré mi boca para hablar con parábolas; publicaré cosas misteriosas que han estado ocultas desde la creación del mundo"
36. Entonces Jesús, despedido el auditorio, volvió a casa, y rodeándole sus discípulos le dijeron:
"Explícanos la parábola de la cizaña sembrada en el campo"
37. El cual les respondió:
"El que siembra la buena simiente es el Hijo del hombre.
38. El campo es el mundo; la buena simiente son los hijos del reino; la cizaña son los hijos del maligno espíritu.
39. El enemigo que la sembró es el diablo; la siega es el fin del mundo; los segadores son los ángeles.
40. Y así como se recoge la cizaña y se quema en el fuego, así sucederá el fin del mundo.
41. Enviará el Hijo del hombre a sus ángeles, y quitarán de su reino a todos los escandalosos y a cuantos obran la maldad.
42. Y los arrojarán en el horno del fuego; allí será el llanto y el crujir de dientes.
43. Al mismo tiempo los justos resplandecerán como el sol en el reino de su Padre.
"Brígida, te hablo no solamente a ti sino también a todos los cristianos. Tú serás mi esposa... y por medio de ti hablaré al mundo. Mi Espíritu permanecerá en ti hasta tu muerte"
Santa Brígida:
"La verdadera sabiduría, entonces consiste en obras, no en grandes talentos que el mundo admira; pues los sabios en la estima del mundo... son necedad que hacen nada de la voluntad de Dios, y no saben cómo controlar sus pasiones"
Santa Brígida era hija de Birgerio, gobernador de Uplandia, la principal provincia de Suecia. La madre de Brígida, Ingerborg; era hija del gobernador de Gotlandia oriental. Ingerborg murió hacia 1315 y dejó varios hijos. Brígida, que tenía entonces 12 años aproximadamente, fue educada por una tía suya en Aspenas. A los tres años, hablaba con perfecta claridad, como si fuese una persona mayor, y su bondad y devoción fueron tan precoces como su lenguaje. Sin embargo, la santa confesaba que de joven había sido inclinada al orgullo y la presunción.
La Pasión (centro de su vida)
A los siete años tuvo una visión de la Reina de los cielos. A los 10, a raíz de un sermón sobre la Pasión de Cristo que la impresionó mucho, soñó que veía al Señor clavado en la Cruz y oyó estas palabras:
"Mira en qué estado estoy, hija mía"
"¿Quién os ha hecho eso, Señor?", preguntó la niña
Y Cristo respondió:
"Los que me desprecian y se burlan de mi Amor"
Esa visión dejó una huella imborrable en Brígida y, desde entonces, la Pasión del Señor se convirtió en el centro de su vida espiritual.
Matrimonio
Antes de cumplir 14 años, la joven contrajo matrimonio con Ulf Gudmarsson, quien era cuatro años mayor que ella. Dios les concedió 28 años de felicidad matrimonial. Tuvieron cuatro hijos y cuatro hijas, una de las cuales es venerada con el nombre de Santa Catalina de Suecia. Durante algunos años, Brígida llevó la vida de la época, como una señora feudal, en las posesiones de su esposo en Ulfassa, con la diferencia de que cultivaba la amistad de los hombres sabios y virtuosos.
Problemas familiares
y peregrinaciones
La santa tenía dificultades con su propia familia. Su hija mayor se había casado con un noble muy revoltoso, a quien Brígida llamaba "el Bandolero" y, hacia 1340, murió Gudmaro, su hijo menor. Por esa pérdida la santa hizo una peregrinación al santuario de San Olaf de Noruega. A su regreso, fortalecida por las oraciones, intentó con más ahínco que nunca volver al buen camino a sus soberanos. Como no lo lograse, les pidió permiso de ausentarse de la corte e hizo una peregrinación a Compostela con su esposo. A la vuelta del viaje, Ulf cayó gravemente enfermo en Arras y recibió los últimos sacramentos ya que la muerte parecía inminente. Pero Santa Brígida, que oraba fervorosamente por el restablecimiento de su esposo, tuvo un sueño en el que San Dionisio le reveló que no moriría. A raíz de la curación de Ulf, ambos esposos prometieron consagrarse a Dios en la vida religiosa.
Viuda y vida religiosa
Ulf murió en 1344 en el monasterio cisterciense de Alvastra, antes de poner por obra su propósito. Santa Brígida se quedó en Alvastra cuatro años apartada del mundo y dedicada a la penitencia. Desde entonces, abandonó los vestidos lujosos, sólo usaba lino para el velo y vestía una burda túnica ceñida con una cuerda anudada.
En Roma
La santa se estableció en Roma, donde se ocupó de los pobres de la ciudad. Asistía diariamente a Misa a las cinco de la mañana, se confesaba todos los días y comulgaba varias veces por semana (según era permitido en aquella época). El brillo de su virtud contrastaba con la corrupción de costumbres que reinaba entonces en Roma: el robo y la violencia hacían estragos, el vicio era cosa normal, las iglesias estaban en ruinas y lo único que interesaba al pueblo era escapar de sus opresores. La austeridad de la santa, su devoción a los santuarios, su severidad consigo misma, su bondad con el prójimo, su entrega total al cuidado de los pobres y los enfermos, le ganaron el cariño de muchos.
Visiones y escritos
Uno de los aspectos más en la vida de Santa Brígida, es el de las múltiples visiones con las que la favoreció el Señor, especialmente las que se refieren a los sufrimientos de la Pasión y a ciertos acontecimientos de su época. Santa Brígida con gran sencillez de corazón, sometió siempre sus revelaciones a las autoridades eclesiásticas y, lejos de gloriarse por gozar de gracias tan extraordinarias, las aprovechó como una ocasión para manifestar su obediencia y crecer en amor y humildad. Si sus revelaciones la han hecho famosa, ello se debe en gran parte a su virtud heroica, consagrada por el juicio de la Iglesia. El libro de sus revelaciones fue publicado por primera vez en 1492.
Las brigidinas tienen unas lecciones de maitines tomadas de sus revelaciones sobre las glorias de María, conocidas con el nombre de "Sermo Angelicus", en recuerdo de las palabras del Señor a la santa:
"Mi Ángel te comunicará las lecciones que las religiosas de tus monasterios deben leer en maitines, y tú las escribirás tal como él te las dicte"
Profecías y revelaciones
Las profecías y revelaciones de Santa Brígida se referían a las cuestiones más candentes de su época. Predijo, por ejemplo, que el Papa y el emperador se reunirían amistosamente en Roma. Al poco tiempo así lo hicieron (el Papa Beato Urbano V y Carlos IV, en 1368). La profecía de que los partidos en que estaba dividida la Ciudad Eterna recibirían el castigo que merecían por sus crímenes, disminuyeron un tanto la popularidad de la santa y aún le atrajeron persecuciones. Brígida fue arrojada de su casa y tuvo que ir con su hija a pedir limosna al convento de las Clarisas. Por otra parte, ni siquiera el Papa escapaba a sus severas admoniciones proféticas. El gozo que experimentó la santa con la llegada de Urbano a Roma fue de corta duración, pues el Pontífice se retiró poco después a Viterbo, luego a Montefiascone y aún se rumoró que se disponía a volver a Aviñón. Al regresar de una peregrinación, a Amalfi, Brígida tuvo una visión en la que Nuestro Señor la envió a avisar al Papa que se acercaba la hora de su muerte, a fin de que diese su aprobación a la regla del convento de Vadstena. Brígida había ya sometido la regla a la aprobación de Urbano V, en Roma, pero el Pontífice no había dado respuesta alguna. Así pues, se dirigió a Montefiascone montada en su mula blanca. Urbano aprobó, en general, la fundación y la regla de Santa Brígida, que completó con la regla de San Agustín. Cuatro meses más tarde, murió el Pontífice. Santa Brígida escribió tres veces a su sucesor, Gregorio XI, que estaba en Avigñón, conminándole a trasladarse a Roma. Así lo hizo el Pontífice cuatro años después de la muerte de la santa.
Brígida que estaba enferma desde hacía algún tiempo, empezó a debilitarse rápidamente, y falleció el 23 de julio de 1373, después de recibir los últimos sacramentos (tenía entonces 71 años). Las reliquias de Santa Brígida reposan todavía en la abadía fundada por ella. Fue canonizada en 1391 y es la Patrona de Suecia.
Oraciones aprobadas
por el Papa Pío IX
En la Basílica de San Pablo Extramuros en Roma todavía se puede contemplar, en la capilla del Santísimo Sacramento, el Crucifijo Milagroso ante el cual estuvo arrodillada Santa Brígida cuando recibió estas 15 Oraciones de Nuestro Señor. Por mucho tiempo, Santa Brígida había deseado saber cuántos latigazos había recibido Nuestro Señor en Su Pasión. Cierto día se le apareció Jesucristo, diciéndole:
"Recibí en Mi Cuerpo cinco mil cuatrocientos ochenta latigazos: son 5.480 azotes. Si queréis honrarlos en verdad, con alguna veneración, decid 15 veces el Padrenuestro; también 15 veces el Avemaría, con las siguientes oraciones durante un año completo. Al terminar el año, habréis venerado cada una de Mis Llagas"
(Nuestro Señor mismo le dictó las oraciones a la santa)
Las 20 divinas promesas
Viacrucis compuesto de 15 oraciones que Nuestro Señor Jesucristo le dictó a Santa Brígida de Suecia.
Jesucristo prometió a Santa Brígida los siguientes maravillosos privilegios, con la condición de que ella fuera fiel a la diaria recitación del Santo Oficio. Y se garantizan también a todo aquél que diga las oraciones devotamente cada día por el espacio de un año.
He aquí las promesas:
1. Cualquiera que recite estas oraciones, obtendrá el grado máximo de perfección.
2. Quince (15) días antes de su muerte, tendrá un conocimiento perfecto de todos sus pecados y una contrición profunda de ellos.
3. Quince (15) días antes de su muerte, le daré mi precioso cuerpo a fin de que escape el hambre eterna; le daré a beber mi preciosa sangre para que no permanezca sediento eternamente.
4. Libraré del purgatorio a 15 almas de su familia.
5. Quince (15) almas de su familia serán confirmadas y preservadas en gracia.
6. Quince (15) pecadores de su familia se convertirán.
7. Haz de saber que cualquiera que haya vivido en estado de pecado mortal por 30 años; pero recita o tiene la intención de recitar estas oraciones devotamente, Yo, el Señor, le perdonaré todos sus pecados.
8. Si ha vivido haciendo su propia voluntad durante toda su vida y está para morir al día siguiente, prolongaré su existencia.
9. Obtendrá todo lo que pida a Dios y a la Santísima Virgen.
10. En cualquier parte donde se estén diciendo las oraciones, o donde se digan, Dios estará presenté por su gracia.
11. Todo aquél que enseñe estas oraciones a los demás, ganará incalculables méritos y su gloria será mayor en el cielo.
12. Por cada vez que se recite estas oraciones, se ganarán 100 días de indulgencia.
13. Su alma será liberada de la muerte eterna.
14. Gozará de la promesa de que será contado entre los bienaventurados del cielo.
15. Lo defenderé contra las tentaciones del mal.
16. Preservaré y guardaré sus cinco sentidos.
17. Lo preservaré de una muerte repentina.
18. Yo colocaré mi cruz victoriosa ante él para que venza a los enemigos de su alma.
19. Antes de su muerte vendré con mi amada Madre.
20. Recibiré muy complacido su alma y lo conduciré a los gozos eternos. Y habiéndolo llevado allí, le daré a beber de la fuente de mi divinidad.
Actos y Oraciones Básicas
Esta devoción se hará diariamente por espacio de un (1) año. Cada día debe iniciarse de la siguiente manera:
1. Persignarse.
2. Realizar la oración al Espíritu Santo.
3. Rezar un Padrenuestro y un Ave María.
4. Realizar la oración de unión con Jesucristo cada día.
5. Concluir con el Gloria.
Nuestro Señor mismo
le dictó las oraciones a la santa:
Primera oración
Padrenuestro - Avemaría
¡Oh Jesucristo! Sois la eterna dulzura de todos los que Os aman; la alegría que sobrepasa todo gozo y deseo; la salvación y esperanza de todos los pecadores. Habéis manifestado no tener mayor deseo que el de permanecer en medio de los hombres, en la tierra. Los amáis hasta el punto de asumir la naturaleza humana, en la plenitud de los tiempos, por amor a ellos. Acordaos de todos los sufrimientos que habéis soportado desde el instante de Vuestra Concepción y especialmente durante Vuestra Sagrada Pasión; así como fue decretado y ordenado desde toda la eternidad, según el plan divino.
Acordaos, Oh Señor, que durante la Última Cena con Vuestros discípulos les habéis Lavado los pies; y después, les distéis Vuestro Sacratísimo Cuerpo y Vuestra Sangre Preciosísima. Luego, confortándolos con dulzura, les anunciasteis Vuestra próxima Pasión.
Acordaos de la tristeza y amargura que habéis experimentado en Vuestra Alma, como Vos mismo lo afirmasteis, diciendo: "Mi Alma está triste hasta la muerte".
Acordaos de todos los temores, las angustias y los dolores que habéis soportado, en Vuestro Sagrado Cuerpo, antes del suplicio de la Crucifixión. Después de haber orado tres veces, todo bañado de sudor sangriento, fuisteis traicionado por Vuestro discípulo Judas; apresado por los habitantes de una nación que habíais escogido y enaltecido. Fuisteis acusado por falsos testigos e injustamente juzgado por tres jueces; todo lo cual sucedió en la flor de Vuestra madurez, y en la solemne estación pascual.
Acordaos que fuisteis despojado de Vuestra propia vestidura, y revestido con manto de irrisión. Os cubrieron los Ojos y la Cara infligiendo bofetadas. Después, coronándoos de espinas, pusieron en Vuestras Manos una caña. Finalmente, fuisteis atado a la columna, desgarrado con azotes y agobiado de oprobios y ultrajes.
En memoria de todas estas penas y dolores que habéis soportado antes de Vuestra Pasión en la Cruz concededme antes de morir, una contrición verdadera, una confesión sincera y completa, adecuada satisfacción; y la remisión de todos mis pecados. Amén.
Segunda oración
Padrenuestro - Avemaría
¡Oh Jesús, la verdadera libertad de los ángeles y paraíso de delicias! Acordaos del horror y la tristeza con que fuisteis oprimido, cuando Vuestros enemigos como leones furiosos, os rodearon con miles de injurias: salivazos, bofetadas, laceraciones, arañazos y otros suplicios inauditos. Os atormentaron a su antojo. En consideración a estos tormentos y a las palabras injuriosas, Os suplico. ¡Oh mi Salvador, y Redentor! que me libréis de todos mis enemigos visibles e invisibles y que bajo Vuestra protección, hagáis que yo alcance la perfección de la salvación eterna. Amén.
Tercera oración
Padrenuestro - Avemaría
¡Oh Jesús, Creador del Cielo y de la Tierra, al que nada puede contener ni limitar! Vos abarcáis todo; y todo es sostenido bajo Vuestra amorosa potestad. Acordaos del dolor muy amargo que sufristeis cuando los judíos, con gruesos clavos cuadrados, golpe a golpe clavaron Vuestras Sagradas Manos y Pies a la Cruz. Y no viéndoos en un estado suficientemente lamentable para satisfacer su furor, agrandaron Vuestras Llagas, agregando dolor sobre dolor. Con indescriptible crueldad. Extendieron Vuestro Cuerpo en la Cruz. Y con jalones y estirones violentos, en toda dirección, dislocaron Vuestros Huesos.
¡Oh Jesús! en memoria de este santo dolor que habéis soportado con tanto amor en la Cruz, Os suplico concederme la gracia de temeros y amaros. Amén.
Cuarta oración
Padrenuestro - Avemaría
¡Oh Jesús, Médico Celestial, elevado en la Cruz para curar nuestras llagas con las Vuestras! Acordaos de las contusiones y los desfallecimientos que habéis sufrido en todos Vuestros Miembros; y que fueron distendidos a tal grado, que no ha habido dolor semejante al Vuestro. Desde la cima de la cabeza hasta la planta de los pies, ninguna parte de Vuestro Cuerpo estaba exenta de tormentos. Sin embargo, olvidando todos Vuestros sufrimientos, no dejasteis de pedir por Vuestros enemigos, a Vuestro Padre Celestial, diciéndole: "Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen". Por esta inmensa misericordia, y en memoria de estos sufrimientos, Os hago esta súplica: conceded que el recuerdo de Vuestra muy amarga Pasión, nos alcance una perfecta contrición, y la remisión de todos nuestros pecados. Amén.
Quinta oración
Padrenuestro - Avemaría
¡Oh Jesús! ¡Espejo de Resplandor Eterno! Acordaos de la tristeza aguda que habéis sentido al contemplar con anticipación, las almas que habían de condenarse. A la luz de Vuestra Divinidad, habéis vislumbrado la predestinación de aquellos que se salvarían, mediante los méritos de Vuestra Sagrada Pasión. Simultáneamente habéis contemplado tristemente la inmensa multitud de réprobos que serían condenados por sus pecados; y Os habéis quejado amargamente de esos desesperados, perdidos y desgraciados pecadores.
Por este abismo de compasión y piedad y principalmente por la bondad que demostrasteis hacia el buen ladrón, diciéndole: "Hoy estarás Conmigo en el Paraíso", hago esta súplica, Dulce Jesús, Os pido que a la hora de mi muerte tengáis misericordia de mí. Amén.
Sexta oración
Padrenuestro - Avemaría
¡Oh Jesús, Rey infinitamente amado y deseado! Acordaos del dolor que habéis sufrido, cuando, desnudo y como un criminal común y corriente, fuisteis clavado y elevado en la Cruz. También fuisteis abandonado de todos Vuestros parientes y amigos con la excepción de Vuestra muy amada Madre. En Vuestra agonía, Ella permaneció fiel junto a Vos; luego, la encomendasteis a Vuestro fiel discípulo, Juan, diciendo a María: "¡Mujer, he aquí a tu hijo!" Y a Juan: "¡He aquí a tu Madre!"
Os suplico, Oh mi Salvador, por la espada de dolor que entonces traspasó el Alma de Vuestra Santísima Madre, que tengáis compasión de mí. Y en todas mis aflicciones y tribulaciones, tanto corporales como espirituales, ten piedad de mí. Asistidme en todas mis pruebas, y especialmente en la hora de mi muerte. Amén.
Séptima oración
Padrenuestro - Avemaría
¡Oh Jesús, inagotable Fuente de compasión, ten compasión de mí! En profundo gesto de amor, habéis exclamado en la Cruz: "Tengo sed" Era sed por la salvación del género humano. Oh mi Salvador os ruego que inflaméis nuestros corazones con el deseo de dirigirnos a la perfección, en todas nuestras obras. Extinguid en nosotros la concupiscencia carnal y el ardor de los apetitos mundanos. Amén.
Octava oración
Padrenuestro - Avemaría
¡Oh Jesús, Dulzura de los corazones y Deleite del espíritu! Por el vinagre y la hiel amarga que habéis probado en la Cruz, por amor a nosotros, oíd nuestros ruegos. Concedednos la gracia de recibir dignamente Vuestro Sacratísimo Cuerpo y Sangre Preciosísima durante nuestra vida, y también a la hora de la muerte para servir de remedio y consuelo a nuestras almas. Amén.
Novena oración
Padrenuestro - Avemaría
¡Oh Jesús, Virtud real y gozo del alma! Acordaos del dolor que habéis sentido, sumergido en un océano de amargura, al acercarse la muerte, insultado y ultrajado por los judíos. Clamasteis en alta voz que habíais sido abandonado por Vuestro Padre Celestial, diciéndole: "Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?" Por esta angustia, Os suplico, Oh mi Salvador, que no me abandonéis en los terrores y dolores de mi muerte. Amén.
Décima oración
Padrenuestro - Avemaría
¡Oh Jesús, Principio y Fin de todas las cosas. Sois la Vida y la Virtud plena! Acordaos que por causa nuestra fuisteis sumergido en un abismo de penas, sufriendo dolor desde la planta de los Pies hasta la cima de la Cabeza. En consideración a la enormidad de Vuestras Llagas, enseñadme a guardar, por puro amor a Vos, todos Vuestros Mandamientos; cuyo camino de Vuestra Ley Divina es amplio y agradable para aquellos que Os aman. Amén.
Undécima oración
Padrenuestro - Avemaría
¡Oh Jesús! ¡Abismo muy profundo de Misericordia! En memoria de las Llagas que penetraron hasta la médula de Vuestros Huesos y Entrañas, para atraerme hacia Vos, presento esta súplica. Yo, miserable pecador, profundamente sumergido en mis ofensas, pido que me apartéis del pecado. Ocultadme de Vuestro Rostro tan justamente irritado contra mí. Escondedme en los huecos de Vuestras Llagas hasta que Vuestra cólera y justísima indignación hayan cesado. Amén.
Duodécima oración
Padrenuestro - Avemaría
¡Oh Jesús. Espejo de la Verdad, Sello de la Unidad, y Vínculo de la Caridad! Acordaos de la multitud de Llagas con que fuisteis herido, desde la Cabeza hasta los Pies. Esas Llagas fueron laceradas y enrojecidas, Oh dulce Jesús, por la efusión de Vuestra adorable Sangre. ¡Oh, qué dolor tan grande y repleto habéis sufrido por amor a nosotros, en Vuestra Carne Virginal! ¡Dulcísimo Jesús! ¿Qué hubo de hacer por nosotros que no habéis hecho? Nada falta. ¡Todo lo habéis cumplido! ¡Oh amable y adorable Jesús! Por el fiel recuerdo de Vuestra Pasión, que el Fruto meritorio de Vuestros sufrimientos sea renovado en mi alma. Y que en mi corazón, Vuestro Amor aumente cada día hasta que llegue a contemplaros en la eternidad. ¡Oh amabilísimo Jesús! Vos sois el Tesoro de toda alegría y dicha verdadera, que Os pido concederme en el Cielo. Amén.
Décima-Tercera oración
Padrenuestro - Avemaría
¡Oh Jesús! ¡Fuerte León, Rey inmortal e invencible! Acordaos del inmenso dolor que habéis sufrido cuando, agotadas todas Vuestras fuerzas, tanto morales como físicas, inclinasteis la Cabeza y dijisteis: "Todo está consumado". Por esta angustia y dolor, Os suplico, Señor Jesús, que tengáis piedad de mí en la hora de mi muerte cuando mi mente estará tremendamente perturbada y mi alma sumergida en angustia. Amén.
Décima-Cuarta oración
Padrenuestro - Avemaría
¡Oh Jesús! ¡Único Hijo del Padre Celestial esplendor y semejanza de su Esencia! Acordaos de la sencilla y humilde recomendación que hicisteis de Vuestra Alma, a Vuestro Padre Eterno, diciéndole: "¡Padre, en Tus Manos encomiendo Mi Espíritu!" Desgarrado Vuestro Cuerpo, destrozado Vuestro Corazón, y abiertas las Entrañas de Vuestra misericordia para redimirnos, habéis expirado. Por Vuestra Preciosa Muerte, Os suplico, Oh Rey de los santos, confortadme. Socorredme para resistir al demonio, la carne y al mundo. A fin de que, estando muerto al mundo, viva yo solamente para Vos. Y a la hora de mi muerte, recibid mi alma peregrina y desterrada que regresa a Vos. Amén.
Décima-Quinta oración
Padrenuestro - Avemaría
¡Oh Jesús! ¡Verdadera y fecunda Vid! Acordaos de la abundante efusión de Sangre que tan generosamente habéis derramado de Vuestro Sagrado Cuerpo. Vuestra Preciosa Sangre fue derramada como el jugo de la uva bajo el lagar.
De Vuestro Costado perforado por un soldado, con la lanza, ha brotado Sangre y Agua, hasta no quedar en Vuestro Cuerpo gota alguna. Finalmente, como un haz de mirra, elevado a lo alto de la Cruz, la muy fina y delicada Carne Vuestra fue destrozada; la Substancia de Vuestro Cuerpo fue marchitada; y disecada la médula de Vuestros Huesos. Por esta amarga Pasión, y por la efusión de Vuestra Preciosa Sangre, Os suplico, Oh dulcísimo Jesús, que recibáis mi alma, cuando yo esté sufriendo en la agonía de mi muerte. Amén.
Conclusión
¡Oh Dulce Jesús! Herid mi corazón, a fin de que mis lágrimas de amor y penitencia me sirvan de pan, día y noche. Convertidme enteramente, Oh mi Señor, a Vos. Haced que mi corazón sea Vuestra Habitación perpetua. Y que mi conversación Os sea agradable. Que al fin de mi vida Os sea de tal suerte loable, que después de mi muerte pueda merecer Vuestro Paraíso; y alabaros para siempre en el Cielo con todos Vuestros santos. Amén.
Steven A. Richards vivió como mujer durante ocho años, víctima del lobby transgénero: hoy destapa sus verdaderos objetivos.
El objetivo LGBT
«no es la autorrealización, es la autoaniquilación»,
desvela un trans arrepentido
Steven A Richards vivió como mujer 8 años... Dejarlo fue «lo más difícil» que ha hecho en su vida.
José María Carrera
20 de Julio de 2022 / 13:35
Durante ocho años, Steven A. Richards vivió como una mujer. Desde pequeño tuvo un listado de afecciones que, al no ser tratadas -como sucede en muchos otros casos- desembocaron en una profunda disforia de género. La experiencia, relata en su blog, le dejó “delirante, paranoico y enfermo”. Hoy sabe que nunca podrá ser el que era y advierte a todos los públicos sobre la perversión trans. Especialmente, sobre su verdadero objetivo, “la autoaniquilación”.
El calvario de Steven comenzó a los 14 años, con unos problemas que le sepultaron uno detrás de otro hasta casi sumirle en la locura.
Primero fueron las agresiones que sufrió su madre cuando él era pequeño. Después llegó el acoso y abuso sexual en la escuela. Llegó el turno del diagnóstico del TOC y del autismo. Y finalmente, el autoconvencimiento de que, aunque “nunca había participado en una pelea”, como hombre blanco era “directamente responsable de la opresión que sufrieron las mujeres y personas de color”.
"Me odiaba por ser hombre y blanco"
“Creía que haber nacido en mis circunstancias me convertía en un monstruo, que todos los hombres eran malvados y que todas las mujeres eran virtuosas”, relata. Definitivamente, estaba “aterrorizado” por los efectos que la testosterona generaba día tras día en su cuerpo de manera irremediable.
Con 15 años, estaba convencido de que su cuerpo era su “enemigo”. También lo era “del mundo” y se declaró transexual.
“Me odiaba y quería castigarme a mí mismo. No podía dejar de ser blanco, pero tal vez si podría dejar de ser hombre”, relata. El primer paso fue acabar con “el veneno” que corría por su propio cuerpo, la testosterona.
“Cuando estás siendo envenenado, cuando tu alma misma está en peligro, harías cualquier cosa para detenerlo. Y para mí es lo que significó la transición. No tenía ningún motivo para querer ser mujer, excepto de que [creía que] las mujeres eran mejores que los hombres”, menciona.
Sus patologías y traumas,
¿culpa de la sociedad transfóbica?
Con 15 años comenzó a tomar Lupron, un quimioterápico usado para detener la pubertad. A los 16, comenzó a tomar estrógeno sintético.
Lejos de funcionar, todo empeoró...
“La medicación me hizo sentir peor, no mejor. No podía pensar con claridad. Empecé a faltar a la escuela. Desarrollé migrañas crónicas. Me dolían los huesos. Empecé a tener tendencias suicidas y casi no pude graduarme de la escuela secundaria”, relata.
La comunidad LGBT que Steven creía que se dedicaría a ayudarle solo le dijo que aquellos problemas eran “manifestaciones de disforia de género y estrés de las minorías”.
“El empeoramiento de mi salud no tuvo nada que ver con mi rechazo a mi cuerpo e identidad o los medicamentos experimentales que estaba tomando; todo fue culpa de la sociedad transfóbica”, relata con ironía.
Los “especialistas” médicos transmitieron a sus padres un mensaje: Steven era trans, y lo mejor que podía hacer era completar la transición.
La peor decisión de su vida
Pero él era demasiado joven para entender lo que hacía, “no sabía a lo que estaba renunciando” y, por ahora, aún no había tomado “la peor decisión” de su vida.
Pese a que cada vez se sentía peor, paralizar la transición significaría que su cuerpo se masculinizaría y esto le aterraba. Con 19 años, ya ni si quiera le importaba ser mujer. Solo deseaba acabar con el odio a sí mismo con que se despertaba cada mañana.
Y decidió realizarse una orquiectomía o lo que es lo mismo, “una castración”:
“Quería que me extirparan los testículos, la fuente de testosterona, la fuente del veneno y símbolo de todo lo que odiaba”.
Pero los resultados no fueron los esperados.
“La euforia que me habían prometido no se materializó. Mutilarme a mí mismo no me hizo una persona completa, solo mutilada”, recuerda.
Dos años después fue consciente de la realidad:
“La transición nunca me iba a curar. No pude obligarme a creer la mentira de nuevo”.
Decidió abandonar el proceso, años después de saber que se arrepentía profundamente de lo que había hecho con su cuerpo.
Los efectos secundarios de la transición, de por vida
A día de hoy, Steven continúa teniendo pesadillas donde se ve corriendo y gritando pidiendo que arreglen su cuerpo y que vuelva a ser como era. Durante años después de la operación, sufrió una “disonancia cognitiva severa” en la que su realidad y sus creencias sobre el resultado de su operación entraban en un conflicto cada vez mayor.
“Finalmente tuve que admitir lo que había ocurrido. No me había curado, me había arruinado y nunca recuperaré lo que perdí. Me he vuelto completamente dependiente de la industria farmacéutica para la testosterona artificial, que nunca será tan buena como la real. Aceptar lo que perdí ha sido lo más difícil que he hecho”, lamenta.
Actualmente, desde su blog, sus redes sociales y en colaboraciones con otros medios como Washington Examiner se dedica a destapar las verdaderas intenciones de los lobbies de género y la llamada "transición".
El objetivo final del lobby LGBT
Esta, explica, "nace de la ideología, el odio hacia uno mismo, el trauma y la manipulación por parte de extraños en Internet. Los adolescentes homosexuales, los autistas, las personas con discapacidad mental y las víctimas de violencia sexual son los más afectados. Los inversores farmacéuticos y cirugía plástica se están enriqueciendo con la carnicería, la mutilación y la esterilización masiva de estas poblaciones vulnerables y traumatizadas. Los médicos y terapeutas que ayudan a las personas en transición no brindan atención, sino que permiten la autolesión y practican la eugenesia".
En sus redes sociales, no son pocas las veces que vincula el nuevo movimiento woke con la ideología de género.
Menciona que esta ideología "enseña que los hombres oprimen a las mujeres" por naturaleza, y que "cualquier interacción entre un hombre y una mujer está desequilibrada a favor del hombre", por lo que "los hombres ejercen poder sobre las mujeres solo con existir", describe.
Los más vulnerables, niños, personas traumatizadas y enfermos mentales son los principales perjudicados: "Se les dice que su infelicidad es el síntoma de la disforia de género y que el tratamiento consiste principalmente en medicamentos y cirugía no probados pero altamente rentables". Y por si fuera poco, "se les dice que si no reciben este tratamiento, van a morir por suicidio. El movimiento trans crea una epidemia de suicidios y luego se vende como la solución".
Por ello, concluye tajante sobre "el objetivo final" de los lobbies de género y la transición: "No es la autorrealización. Es autoaniquilación".