viernes, 30 de junio de 2023

Examen de Conciencia para conseguir el perdón de Dios y no ser condenados

  



EXAMEN DE CONCIENCIA


Qué es y para qué
es el Examen de Conciencia
Padre Jordi Rivero


Se trata de examinar nuestra conciencia en oración ante Dios, a la luz de las enseñanzas de la Iglesia, a partir de nuestra última confesión. Es paso necesario antes de hacer una buena confesión. Además es aconsejable hacer un examen del día antes de dormir.

El fin del examen no es angustiarse con las culpas sino reconocerlas con seriedad y confianza en Dios para confesarlas sabiendo que seremos perdonados. Todo el proceso se mueve en la misericordia infinita de Dios manifestada en Jesucristo. 


Vemos nuestras faltas en relación con:


- Los Diez Mandamientos. 
- Los Siete Pecados Capitales. 
- Los defectos de carácter. 
- Los dones que Dios nos ha dado para servirle.
- Las responsabilidades de nuestra vocación.







Precisamente por ser pecadores, nos cegamos ante nuestros pecados. Satanás quiere hacernos ver que no hay mal en lo que hacemos. Entonces el corazón se endurece, se hace insensible a las exigencias del amor. Por eso es tan importante la conversión del corazón.


"Por eso, como dice el Espíritu Santo: "Si escucháis hoy mi Voz, no endurezcáis el corazón... ¡Atención hermanos! Que ninguno de ustedes tenga un corazón malo e incrédulo..."  Hb 3


Dios es un Padre amoroso que nos hace ver el pecado para darnos la gracia del arrepentimiento y perdonarnos. Él nos quiere libres. El demonio no quiere que veamos nuestro pecado. Pero si buscamos el camino de Dios tratará de acusarnos con nuestros pecados para que nos desanimemos y volvamos atrás. Podemos discernir entonces la diferencia. Dios enseña el pecado para liberar y perdonar; el demonio lo esconde pero cuando lo enseña es para que desesperemos. Debemos rechazar enérgicamente estos pensamientos e ir a la confesión con toda confianza en el perdón de Dios. Dios SIEMPRE perdona cuando hay arrepentimiento.

Es muy provechoso hacer examen de conciencia diario y también, con toda humildad, abrirnos a que personas cerca de nosotros nos corrijan.


"Si nos examináramos a nosotros mismos, no seríamos condenados"  (1 Cor. 11, 31)


El examen se hace ante Dios, escuchando su Voz en la conciencia. 


Preparación para la confesión




Preparación remota: Nos educamos en la fe por el estudio de la Palabra, el Catecismo, lectura de los santos, participación en enseñanzas... La practica seria de lo que aprendemos. El examen diario de conciencia.

Preparación inmediata: El examen de conciencia antes de confesar. Vamos a un lugar tranquilo, preferiblemente ante el sagrario, para orar. Solo Dios puede iluminar sobre nuestra realidad y darnos los medios para responder a la gracia.




Contemplamos la vida de Jesús y su amor manifiesto en Su Cruz. "Contemplen al que traspasaron" Jn 19:37. ¿Como he respondido a tanto amor, a tantas gracias? Examinamos nuestra vida ante la ley de Dios. Por eso ayuda tener un examen escrito que nos recuerde lo que hemos olvidado. Recordamos que no se trata de sugerencias, Dios nos dio MANDAMIENTOS. Romperlos es romper nuestra alianza con Dios y caer en pecado.

No se trata tan solo de enumerar pecados sino de descubrir la actitud torcida del corazón y con DOLOR POR NUESTROS PECADOS, HACER EL FIRME PROPÓSITO DE NO VOLVER A COMETERLOS. Siempre hay áreas en las que somos mas débiles y requieren atención especial pero si comprendemos que Cristo -no la cultura- es la medida, veremos que en todo tenemos mucho que crecer.

La confesión solo puede hacerse ante un sacerdote.


EXAMEN DE CONCIENCA




Este examen es para aquellos que, amando a Cristo, no se conforman con evitar pecados graves, sino que desean amarle con todo el corazón. Padre Jordi Rivero.


Amarás a Dios sobre todas las cosas
(Primer Mandamiento)




No tomarás el nombre de Dios en vano
(Segundo Mandamiento)




-¿He amado a Dios sobre TODO? 
-¿A quién (qué) le he dado la mayor atención?
-¿He hecho de mi familia, trabajo, apostolados, programas, ideas u otras cosas buenas mi primer amor?
-¿Sé en la práctica lo que es confiar en el amor y el poder de Dios?
-¿Le confío todo a Dios o ando queriendo hacerlo yo solo?
-¿Confío en Dios cuando todo parece ir mal?
-¿He caído en superstición u otra práctica religiosa ajena al cristianismo?


Oración Diaria


Cómo ha sido diariamente mi:
-¿Tiempo personal con Dios; liturgia de las horas; oración familiar?
-¿He alabado a Dios; le he dado gracias o me he quejado?
-¿Intercedo por mi familia, grupo, Iglesia, por el mundo?
-¿He orado con el corazón, abierto al Espíritu Santo?
-¿Tomo tiempo para discernir? 
-¿Sé lo que es esperar al Señor, escucharlo? -¿Lo he hecho?
-¿Cuándo me da alguna enseñanza la guardo en mi corazón y busco profundizarla?
-¿Incluyo a mi esposo/a (u otra persona formada y prudente) en mi discernimiento o solo les informo?
-¿Escucho, obedezco y respeto a los que tienen legitima autoridad sobre mí (leyes justas, jefes, etc.)?
-¿Qué criterios tengo para determinar si algo que quiero hacer es del Espíritu Santo o es mío?
-¿Me parece importante tener y seguir siempre esos criterios?
-¿Uso los dones que Dios me dio para su gloria?
-¿Estoy abierto a recibir nuevos dones según Dios disponga?
-¿He sido legalista (haciendo solo lo necesario para cumplir) o vivo mi fe en el Espíritu entregándome con todo el corazón?


Obediencia


-¿Busco conocer en la oración la voluntad de Dios para mi vida?
-¿Obedezco la enseñanza del magisterio o interpreto a mi manera?
-¿Qué motiva mi vida, la voluntad de Dios o mis propios "buenos" planes (mi voluntad)
-¿Le permito a Dios guiarme o le "entrego" los planes ya hechos para que los bendiga?
-¿Mis gustos, criterios, miedos, dudas, confusiones, pensamientos, actitudes y valores, en que instancias no han estado bajo el Señor?


Estudio


-¿Estudio mi fe católica (Biblia, magisterio, libros sólidos) o me contento con mi propio modo de entender a Dios?
-¿Estoy avanzando en mi formación como debo?
-¿Qué pasos prácticos doy para formarme en la fe?


Orden y Prioridades


-¿Mi tiempo responde a las prioridades de Dios o a las presiones de cualquier persona u ocasión para `quedar bien'?
-¿Interpreto lo que hago en la perspectiva de la vida eterna?
-¿Reflexiono sobre mi muerte; sobre el juicio final?
-¿Tengo prioridades claras y soy firme para vivirlas?
-¿Pierdo el tiempo (revistas, programas, etc.) que no edifican?
-¿Tengo un horario y organizo el día con disciplina, dando tiempo a cada área con sabiduría: oración, familia, trabajo...?
-¿En que me he desordenado?
-¿Me quedo en algo que me gusta sabiendo que es hora de hacer otra cosa?
-¿Respeto el tiempo y necesidades de otros: cuando busco ayuda, en el teléfono, etc.?
-¿Cuido la salud; tengo algún vicio, falta de ejercicio, descanso, alimentación... Me cuido demasiado?


Santificarás el día del Señor
(Tercer Mandamiento)




-¿Guardo el día del Señor para el Señor o trabajo innecesariamente ese día?
-¿Voy a Misa todos los domingos?
-¿He adorado y puesto todo mi corazón en Cristo Eucarístico que me espera en el sagrario?
-¿Lo he amado y consolado por tanto que se le ofende?
-¿Voy a Misa diaria si puedo?
-¿He recibido con preparación al Señor?


La Cruz


-¿He meditado ante la cruz?
-¿Busco su poder transformador y su sabiduría?
-¿Cómo se manifiesta en mi vida?
-¿Pido a Dios la gracia de amar la cruz?
-¿Me he salido de la voluntad de Dios por evitar la cruz?
-¿Uno mi cruz a la de Cristo: problemas, enfermedades, responsabilidades, personas, mi edad, mi vocación...?
-¿Busco la satisfacción de todas mis necesidades físicas y emocionales o sé mortificarme por amor a Jesús?
-¿Me uno a la cruz del que sufre?
-¿Me sacrifico para amar?


Confesión


-¿Rechazo el pecado aunque éste sea aceptable según la cultura?
-¿He pensado o actuado ligeramente como si la rectitud de los santos es "exageración"?
-¿He evitado la ocasión de pecado: ambientes, programas, malas amistades...?
-¿Busco que Dios me enseñe mi pecado (también pecados viejos y olvidados)?
-¿Reconozco y reparo con responsabilidad mis pecados y faltas o me justifico?
-¿Cuándo me corrigen, lo agradezco?
-¿Cuándo fue mi última confesión?
-¿Minimicé el pecado por pena?
-¿Han habido cambios?
-¿Hice una confesión completa o escondí algo?
-¿Hay algo (hábito, herida, complejo) que el enemigo usa para su provecho?
-¿Qué hago para permitirle a Dios que me libere?
-¿Debo reconciliarme con alguien y no lo he hecho?


María


-¿Me he consagrado a Ella y, si lo he hecho, vivo mi consagración plenamente?
-¿Cómo?
-¿Acepto su cuidado maternal?
-Me dejo formar por ella?
-¿Cómo?
-¿Recurro a ella en oración, medito su vida?


Relaciones con otros


-¿Están todas mis relaciones a la luz del Señor: amorosas, castas, sanas y sinceras?
-¿Guardo odios o enemistades? Peleas, rivalidades, violencias, ambiciones, discordias, sectarismo, disensiones, envidias, ebriedades.
-¿He sido fiel a los compromisos con mis hermanos y con otros?
-¿Estoy creciendo en estos compromisos?
-¿Soy confiable en el hogar, grupo, trabajo...?
-¿Cumplo mis promesas, compromisos, guardo confidencialidad?
-¿Busco la unidad en el Señor? (Fil. 2, 1-11, 1 Cor. 10,17)
-¿Soy servicial?
-¿Soy atento sin ser curioso?
-¿Soy prudente en lo que hablo y cómo actúo?
-¿Soy agradecido por el servicio de rutina que recibo?


En el hogar
Honrarás a tu padre y a tu madre
(Cuarto Mandamiento)




-¿Obedezco, cuido y honro a mis padres según mi edad y sus necesidades?
-¿Pongo malas caras?
-¿Doy tiempo a la familia?
-¿Cenar juntos?
-¿Diversiones?
-¿Hospitalidad?
-¿Relación con hermanos?
-¿Responsabilidad en los estudios?
-¿Ayuda económica al hogar según necesidad?


Casados:
(además de lo mencionado)


-¿Protejo mi casa y los míos de las malas influencias del ambiente? 
-¿Cómo?
-¿He manipulado con mis estados de ánimo y enfados para que se haga lo que quiero?
-¿Permito que otros (padres, amigos) manipulen o se antepongan al matrimonio? 
-¿Honro y respeto a mi esposo/a en todo momento?
-¿He compartido con mi esposo/a la visión para la familia?
-¿Le escucho con interés?
-¿Le expreso amor, cariño y respeto a mi esposo/a?
-¿Con mis hijos?
-¿Detecto los problemas y los enfrento con sabiduría?
-¿Qué medidas tomo para que mi casa sea un hogar?
-¿Soy responsable y ordenado con la economía?
-¿Les ayudo para que puedan orar, estudiar, descansar, ir a su grupo, cumplir sus responsabilidades?


Formación: de los hijos:


-¿Comparto con ellos, enseño y guío?
-¿Escucho?
-¿Disciplino con sabiduría?
-¿Les doy buena educación para ser buenos cristianos?


No matarás
(Quinto Mandamiento)




-¿De algún modo he matado o atentado contra la vida? (ejemplo: apoyo o participación en aborto, suicidio, conducir sin cuidado, actos irresponsables que ponen una vida en peligro, agresión, violencia, etc.?
-¿He atentado contra la dignidad de alguien?


No cometerás actos impuros
(No adulterio, no fornicación)
(Sexto Mandamiento)




-¿He buscado afectividad fuera del orden del Señor?
-¿Cómo distingo entre sentimentalismo y una auténtica relación de amor entre hermanos?
-¿Me relaciono según mi estado de ánimo o lo que edifica en el amor? 
-¿Fantasias o actos impuros, conmigo mismo o con otros?
-¿Chistes, programas, actitud seductora, inmodestia en vestir?
-¿Obedezco el plan de Dios para la sexualidad en mi estado de vida?


No robarás
(Séptimo Mandamiento)




-¿De algún modo he robado?
-¿Descuidando o no devolviendo propiedad ajena o común)?
-¿Me aprovecho de mi puesto para beneficio personal?


Al Hablar


No levantarás falsos testimonios ni mentirás
(Octavo Mandamiento)




-¿Quién inspira mis palabras: Dios o mi ego?
-¿He querido dar mi opinión en todo?
-¿Digo la verdad?
-¿He revelado secretos?
-He juzgado (o chismeado)?
-¿Me he quejado buscando conmiseración o desahogo?
-¿He puesto mi atención a lo indebido?
-¿He hablado lo que no edifica: chistes con groserías, hirientes a una raza, nacionalidad, etc.?


Obras de Misericordia


-Corporales: Solidaridad con enfermos/ hambrientos/ sedientos/ presos/ desnudos/ forasteros/ enterrar los muertos.
-¿Veo a estos como hermanos por los que me entrego o estadísticas?

-Espirituales: Dar buen consejo/ corregir/ perdonar (¿guardo algún resentimiento?) / consolar/ sufrir con paciencia las molestias del prójimo/ rezar por los vivos y los muertos.
-¿Estoy atento al dolor ajeno?
-¿Hago acepción de personas según su apariencia?
-¿Vivo en sencillez?
-¿Imito a Cristo que fue pobre?
-¿Soy libre de apegos materiales?
-¿Se refleja esto en mi actitud en las compras?
-¿Me dejo llevar por antojos?
-¿Cuáles?
-¿Coopero con las obras de la Iglesia con verdadero sacrificio y amor o doy de mis sobras?


Evangelización


-¿Soy testimonio?
-¿Soy sal de la tierra y luz del mundo?
-¿Me esfuerzo de todo corazón para que Cristo sea conocido y amado por todos?
-¿Estoy en comunión con el espíritu misionero de la Iglesia?
-¿Llevo a mis amistades al Señor o dejo que ellas me arrastren al mundo?
-Cuando evangelizo, ¿lo hago con seguridad o como si fuera una opinión cualquiera?
-¿Respondo al Espíritu o me paraliza el `que dirán´?


Dominio de las Emociones:
Resentimientos, caprichos,
impulsos, miedos....




-¿Cuáles son mis emociones mas salientes?
-¿Las someto al Señor para encausarlas para el bien?
-¿De qué forma están afectando mi comportamiento?
-¿Busco primero mi interés y comodidad o servir con amor?


Pecados Capitales y Virtudes Contrarias
incluye pensamientos


Soberbia / Humildad


-¿He sido humilde al pensar, me he comparado con otros, he tratado de llamar la atención con mi 'sabiduría', mi físico, etc.?
-¿Me reconozco pequeñito?
-¿Desprecio a otros en mi corazón?
-¿Me he resentido por el trato o puesto recibido?
-¿Cual es la motivación de mis aspiraciones?
-¿Distingo entre lo que es doctrina y lo que es mi opinión?
-¿Soy prudente al dar mi opinión; creo que es la única; creo que sin mi presencia las cosas no van bien?
-¿Sé distinguir lo que es mi misión o me entrometo en lo que no me corresponde?
-¿Reconozco que no tengo razón de gloriarme sino en Cristo?
-¿En qué forma mis acciones están mezcladas con orgullo, vanidad, egoísmo?
-¿Reconozco mis errores y pido perdón?
-¿Puedo ayudar sin mandar?


Avaricia / Generosidad


-¿Estoy apegado a las cosas?
-¿Sacrifico tiempo, dinero, para servir según el plan de Dios?
-¿Juego con el dinero?


No consentirás pensamientos ni deseos impuros
(Noveno Mandamiento)




Lujuria / Castidad
(ya examinado arriba)


Ira vs. Paciencia


-¿Sé lidiar con las cruces, enfermedades, problemas con relaciones, trabajo, etc.?
-¿Pierdo la paz; manifiesto mal humor cuando las cosas no son como yo espero?
-¿Le echo la culpa a las circunstancias (ejemplo "me sacaron de quicio")


Gula vs. Templanza


-¿Como mas de lo necesario?
-¿Ayuno?
-¿Estoy adicto al alcohol, la droga, pildoras?


No codiciarás los bienes ajenos
(Décimo Mandamiento)


Envidia Vs. Caridad




-¿Siento celos por posiciones, talentos... otros grupos de la Iglesia?
-¿O me alegro cuando otros mejoran?
-¿En qué casos puedo pensar en que no me alegre?


Pereza Vs. Diligencia


-¿Me he quedado dormido como los discípulos ante lo que Jesús me pedía?
-¿Soy atento a cumplir mis deberes?
-¿Qué hago para edificar mi familia y grupo?
-¿Soy rápido a servir aún cuando no tengo ganas?
-¿`Descanso´ más de lo necesario?
-¿Dejo las cosas para más tarde?


Bienaventuranzas (Mateo 5, 1-2)




-¿He sido pobre de espíritu, libre de apegos?
-¿He sido manso, paciente, edificando con medios santos?
-¿He llorado ante los pecados que ofenden a Dios?
-¿He tenido hambre y sed de justicia?
-¿He sido misericordioso?
-¿He sido limpio de corazón, puro de pensamiento?
-¿Trabajo por la paz, en mi persona, hogar, grupo, mundo?
-¿Sufro con gozo al ser perseguido por causa de la justicia (como reacciono ante las criticas "injustas" o incomprensiones?

Después del examen se deben hacer resoluciones por escrito, valorando el estado actual para trabajar en él y revisarlo más tarde.


Fuente - Texto tomado de CORAZONES.ORG:

23 razones por las que todo sacerdote debería llevar alzacuellos

  



Las 23 razones
de un mariólogo y un canonista
por las que todo sacerdote
debería llevar alzacuellos


De las 23 razones esgrimidas, sólo una es canónica: el resto son teológicas y, sobre todo, de conveniencia pastoral.






Monseñor Charles M. Mangan, ordenado en 1989, es un mariólogo y escritor espiritual de la diócesis de Sioux Falls, ha ejercido como defensor del vínculo y trabajó ocho años en Roma en la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y Sociedades de Vida Apostólica.









Gerald E. Murray, ordenado en 1984, fue capellán naval y es doctor en Derecho Canónico, juez eclesiástico y párroco en la archidiócesis de Nueva York, ademas de comentarista de la actualidad religiosa en prensa escrita y digital, radio y televisión.





Juntos escribieron un artículo titulado "Por qué un sacerdote debería llevar alzacuellos" que fue publicado en la prestigiosa revista Homiletic & Pastoral Review, que desde hace más de siglo y medio ayuda a los sacerdotes norteamericanos a preparar y orientar su trabajo pastoral y sus homilías. Lo tomamos tal como lo reproduce, en su inglés original, Cristianesimo Cattolico.


Por qué un sacerdote
debería llevar alzacuellos




1. El alzacuellos es un signo de la consagración sacerdotal al Señor. Así como el anillo identifica a marido y mujer y simboliza su unión, el alzacuellos identifica a obispos y sacerdotes (y a menudo a diáconos y seminaristas) y manifiesta su proximidad al Divino Maestro en virtud de su libre consentimiento al ministerio ordenado al cual han sido (o pueden ser) llamados.

2. Llevando alzacuellos y no poseyendo demasiados trajes, el sacerdote demuestra que se adhiere al ejemplo de pobreza material del Señor. El sacerdote no elige su indumentaria: es la Iglesia quien lo hace en virtud de su sabiduría dos veces milenaria. La humilde aceptación del deseo de la Iglesia de que el sacerdote lleve alzacuellos ilustra su saludable sumisión a la autoridad y su conformidad con la voluntad de Cristo expresada a través de su Iglesia.

3. La ley de la Iglesia exige a los clérigos llevar hábito clerical. Lo dice el número 61 del Directorio para Sacerdotes, que remite al canon 284.

4. Que se lleve alzacuellos es el deseo reiterado y ardiente del Papa Juan Pablo II. Este deseo del Santo Padre no puede dejarse de lado sin más: él habla con un carisma especial. Con frecuencia recuerda a los sacerdotes el valor de llevar alzacuellos. En una carta del 8 de septiembre de 1982 al cardenal Ugo Poletti, su vicario para la diócesis de Roma, en la que le instruye sobre las normas que deben promulgarse sobre el uso del alzacuellos y el hábito religioso, el Pontífice observa que el hábito clerical tiene valor "no sólo porque contribuye al decoro del sacerdote en su comportamiento externo o en el ejercicio de su ministerio, sino por encima de todo porque evidencia en el seno de la comunidad eclesiástica el testimonio público que todo sacerdote debe dar de su propia identidad y su especial pertenencia a Dios”.


Juan Pablo II en Valencia (España),
donde el 8 de noviembre de 1982
ordenó sacerdotes a 141 diáconos


En una homilía del 8 de noviembre de 1982 el Papa se dirigió a un grupo de diáconos a quienes iba a ordenar sacerdotes. Dijo que si intentaban ser como uno más en su “estilo de vida” o en su “modo de vestir”, entonces su misión como sacerdotes de Jesucristo no se realizaría del todo.

5. El alzacuellos evita “mensajes equívocos”: las intenciones del sacerdote serán reconocibles cuando se encuentre en lo que podrían parecer circunstancias comprometedoras. Supongamos que a un sacerdote se le pide que visite pastoralmente casas de una zona donde se han impuesto el tráfico de drogas y la prostitución. El alzacuellos lanza un claro mensaje a todos de que el sacerdote ha venido para ejercer su función con los pobres y necesitados en nombre de Cristo. Un sacerdote que, siendo conocido por el vecindario, visite esas casas vestido de laico puede disparar chismorreos ociosos.

6. El alzacuellos anima a los demás a evitar la inmodestia en el vestir, el hablar y el actuar, y les recuerda la necesidad del decoro público. Un sacerdote serio, pero alegre y diligente, puede impulsar a otros a meditar sobre la forma en la que se conducen. El alzacuellos sirve como un desafío necesario en una época que se ahoga en la impureza, exhibida mediante vestidos sugerentes, lenguaje blasfemo y acciones escandalosas.

7. El alzacuellos protege la propia vocación al tratar con mujeres jóvenes y atractivas. Un sacerdote sin alzacuellos (y que, naturalmente, tampoco lleva anillo de casado) puede resultar un apetecible objeto de atenciones por parte de una mujer soltera que busca marido o de una mujer casada tentada por la infidelidad.




8. El alzacuellos es un buen “guardaespaldas” de uno mismo. El alzacuellos le recuerda al mismo sacerdote su misión e identidad: dar testimonio de Jesucristo, el Gran Sacerdote, en cuanto uno de sus hermanos-sacerdotes.

9. Un sacerdote con alzacuellos inspira a otros a pensar: “He aquí un discípulo actual de Jesús”. El alzacuellos habla de la posibilidad de hacer un compromiso sincero y eterno con Dios. Los creyentes de diferentes edades, nacionalidades y temperamentos observarán la vida virtuosa y centrada en los demás de ese hombre que viste con propiedad y orgullo los hábitos de sacerdote católico, y quizá comprenderán que también ellos pueden consagrarse de nuevo, o por primera vez, al Buen Pastor que les ama.

10. El alzacuellos es una beneficiosa fuente de curiosidad para los no católicos. La mayor parte de los no católicos carecen de experiencia en el trato con ministros que lleven hábito talar. Por tanto, los sacerdotes católicos, con su indumentaria, pueden hacerles reflexionar (siquiera sea fugazmente) sobre la Iglesia y lo que implica.

11. Un sacerdote vestido como quiere la Iglesia es un recordatorio de Dios y de lo sagrado. A la ciénaga laicista dominante no le agradan las imágenes que remiten al Creador, a la Iglesia, etc. Cuando uno lleva alzacuellos, los corazones y las mentes de los demás se refrescan elevándose hasta el “Ser Supremo”, normalmente relegado a una escueta nota a pie de página en la agenda de la cultura contemporánea.

12. El alzacuellos recuerda también al sacerdote que “nunca deja de ser sacerdote”. Con tanta confusión como hay hoy, el alzacuellos puede ayudar al sacerdote a evitar las dudas interiores sobre quién es. Dos formas de vestir pueden conducir (y a menudo lo hacen) a dos estilos de vida, e incluso a dos personalidades.

13. Un sacerdote con alzacuellos es un mensaje vocacional andante. Ver a un sacerdote alegre y feliz caminando tranquilamente por la calle puede ser un imán que atraiga a los jóvenes a considerar la posibilidad de que Dios les esté llamando al sacerdocio. Dios hace la llamada; el sacerdote es simplemente un signo visible que Dios utilizará para atraer a los hombres a Sí.

14. El alzacuellos coloca al sacerdote en situación de disponibilidad para los sacramentos, especialmente la confesión y la extremaunción y en situaciones de crisis. Justo porque el alzacuellos permite una identificación inmediata, los sacerdotes que lo llevan se hacen a sí mismos más aptos para que se les aproxime la gente, en particular cuando más seriamente se les necesita. Los autores de este artículo podemos dar testimonio de que se nos han pedido los sacramentos y la asistencia en aeropuertos o tanto en ciudades populosas como pueblos aislados, sólo porque fuimos reconocidos inmediatamente como sacerdotes católicos.


Los últimos momentos del Titanic:
la escena de la película de James Cameron,
con el sacerdote dirigiendo la oración
convertido en espontáneo punto de agarre
para los demás, corresponden
con la realidad de lo que ocurrió




15. El alzacuellos es un signo de que el sacerdote se esfuerza por ser santo viviendo siempre su vocación. Es un sacrificio estar constantemente disponible para las almas siendo públicamente identificable como sacerdote. Pero es un sacrificio agradable a Nuestro Señor. Nos recuerda cómo el pueblo acudía a Él, y cómo Él nunca les daba la espalda. ¡Hay tanta gente que se beneficiará del sacrificio que hacemos al esforzarnos por ser santos sacerdotes sin interrupción!

16. El alzacuellos sirve como recordatorio a los católicos “alejados” para que no olviden su situación irregular y sus responsabilidades con el Señor. Para lo bueno y para lo malo, el sacerdote es un testigo de Cristo y de su Santa Iglesia. Cuando un “alejado” ve un sacerdote, se le anima a recordar que la Iglesia sigue existiendo. Un sacerdote alegre supone un saludable recordatorio de la Iglesia.

17. A veces, en particular cuando hace calor, llevar alzacuellos es un sacrificio. Las mejores mortificaciones son las que uno no busca. Sobrellevar las incomodidades del calor y la humedad puede servir como maravillosa expiación de nuestros pecados, y como medio para obtener gracias para nuestros parroquianos.




18. El alzacuellos sirve como “signo de contradicción” en un mundo perdido en el pecado y en la rebelión contra el Creador. El alzacuellos implica una poderosa afirmación: que el sacerdote, como alter Christus [otro Cristo], ha aceptado el mandato del Redentor de llevar el Evangelio a la plaza pública, sin importar el coste personal.

19. El alzacuellos ayuda a los sacerdotes a evitar la mentalidad “de guardia/de permiso” en el servicio sacerdotal. Los números 24 y 7 deben ser nuestros números característicos: somos sacerdotes 24 horas al día, 7 días a la semana. Somos sacerdotes, no hombres dedicados a una “profesión sacerdotal”. De guardia o de permiso, debemos estar disponibles a quienquiera que Dios ponga en nuestro camino. Con la oveja perdida no se puede programar una cita.




20. Los “oficiales” del ejército de Cristo deben identificarse como tales. Tradicionalmente, se nos insiste en que quienes reciben el sacramento de la confirmación se convierten en “soldados” de Cristo, católicos adultos preparados y dispuestos a defender su nombre y su Iglesia. Quienes se ordenan como diáconos, sacerdotes y obispos deben también prepararse -cada uno en su ámbito- a pastorear el rebaño del Señor. Los sacerdotes que llevan alzacuellos llevan adelante su inequívoco papel como líderes en la Iglesia.

21. Los santos nunca han aprobado que se le quite importancia a las vestiduras sacerdotales. Por ejemplo, San Alfonso María de Ligorio (1696-1787), santo patrono de los teólogos morales y de los confesores, en su estimado tratado "La dignidad y santidad sacerdotal", urge a llevar hábito talar apropiado, afirmando que el alzacuellos ayuda tanto al sacerdote como a los fieles a recordar el sublime esplendor del estado sacerdotal instituido por el Dios-Hombre.




22. La mayor parte de los católicos esperan que sus sacerdotes vistan como tales. Los sacerdotes siempre han hecho sentirse cómodo y seguro a su pueblo. De niños, a los católicos se les enseña que el sacerdote es el representante de Dios, alguien en quien pueden confiar. Por tanto, el Pueblo de Dios quiere saber quiénes son esos representantes y qué representan. La preciada costumbre de llevar un traje distinguible ha sido sancionada durante siglos por la Iglesia; no es una imposición arbitraria. Los católicos esperan de sus sacerdotes que se vistan como sacerdotes y se comporten en armonía con las enseñanzas y las prácticas de la Iglesia. Como hemos observado dolorosamente en los últimos años, a los fieles les molesta e hiere especialmente cuando los sacerdotes desafían a la legítima autoridad de la Iglesia y enseñan o actúan de forma inapropiada o incluso pecaminosa.

23. Tu vida no es tuya; perteneces a Dios de una forma especial, has sido enviado a servirle con tu vida. Cuando nos despertamos cada mañana, debemos dirigir nuestros pensamientos a nuestro amado Dios, y pedir la gracia de servirle bien ese día. Al ponernos la prenda que proclama a todos que Dios aún actúa en este mundo a través del ministerio de hombres pobres y pecadores, nos recordamos a nosotros mismos nuestro estatus de servidores a quienes Él ha elegido.


Fuente - Texto tomado de RELIGIONENLIBERTAD.COM:

Primeros Mártires de la Santa Iglesia Romana - Santos - Fiesta Junio 30

  



Mártires de la persecución de Nerón luego del incendio de Roma. La celebración de hoy, introducida por el nuevo calendario romano universal, se refiere a los protomártires de la Iglesia de Roma, víctimas de la persecución de Nerón después del incendio de Roma, que tuvo lugar el 19 de julio del año 64. 


¿Por qué Nerón
persiguió a los cristianos?


Nos lo dice Cornelio Tácito en el libro XV de los Annales:


“Como corrían voces que el incendio de Roma había sido doloso, Nerón presentó como culpables, castigándolos con penas excepcionales, a los que, odiados por sus abominaciones, el pueblo llamaba cristianos”




En tiempos de Nerón, en Roma, junto a la comunidad hebrea, vivía la pequeña y pacífica comunidad de los cristianos. De ellos, poco conocidos, circulaban voces calumniosas. Sobre ellos descargó Nerón, condenándolos a terribles suplicios, las acusaciones que se le habían hecho a él. Por lo demás, las ideas que profesaban los cristianos eran un abierto desafío a los dioses paganos celosos y vengativos...


“Los paganos (recordará más tarde Tertuliano) atribuyen a los cristianos cualquier calamidad pública, cualquier flagelo. Si las aguas del Tíber se desbordan e inundan la ciudad, si por el contrario el Nilo no se desborda ni inunda los campos, si hay sequía, carestía, peste, terremoto, la culpa es toda de los cristianos, que desprecian a los dioses, y por todas partes se grita: ¡Los cristianos a los leones!”




Nerón tuvo la responsabilidad de haber iniciado la absurda hostilidad del pueblo romano, más bien tolerante en materia religiosa, respecto de los cristianos: la ferocidad con la que castigó a los presuntos incendiarios no se justifica ni siquiera por el supremo interés del imperio. 

Episodios horrendos como el de las antorchas humanas, rociadas con brea y dejadas ardiendo en los jardines de la colina Oppio, o como aquel de mujeres y niños vestidos con pieles de animales y dejados a merced de las bestias feroces en el circo, fueron tales que suscitaron un sentido de compasión y de horror en el mismo pueblo romano.


“Entonces (sigue diciendo Tácito) se manifestó un sentimiento de piedad, aún tratándose de gente merecedora de los más ejemplares castigos, porque se veía que eran eliminados no por el bien público, sino para satisfacer la crueldad de un individuo, Nerón


La persecución no terminó en aquel fatal verano del 64, sino que continuó hasta el año 67. Entre los mártires más ilustres se encuentran el príncipe de los apóstoles, crucificado en el circo neroniano, en donde hoy está la Basílica de San Pedro, y el apóstol de los gentiles, San Pablo, decapitado en las “Acque Galvie” y enterrado en la vía Ostiense. Después de la fiesta de los dos apóstoles, el nuevo calendario quiere celebrar la memoria de los numerosos mártires que no pudieron tener un lugar especial en la liturgia.


Fuente - Texto tomado de ES.CATHOLIC.NET:
http://es.catholic.net/santoraldehoy/