jueves, 11 de mayo de 2023

San Nereo - Aquileo y Pancracio - Mártires Siglo I - Fiesta Mayo 12


San Nereo y Aquileo
Siglo I


Estos dos militares estaban al servicio de Flavia Domitila una de las primeras señoras de Roma. El historiador Eusebio dice que esta noble dama era sobrina del Emperador Domiciano y que el tal mandatario la envió al destierro, porque ella se había declarado seguidora de Jesucristo. Con Domitila fueron enviados también al destierro San Nereo y San Aquileo, porque proclamaban su fe en el Divino Redentor.

Afirma San Jerónimo que el destierro fue tan cruel y tan largo que les sirvió de martirio. Después otro emperador mandó que les cortaran la cabeza y así tuvieron el honor de derramar su sangre por proclamar su fe.

El Papa San Dámaso escribió en el año 400 la siguiente inscripción en la tumba de estos dos mártires:


"Nereo y Aquileo pertenecían al ejército del emperador. Pero se negaron a cumplir ciertas órdenes que a ellos les parecían crueles. Al convertirse al cristianismo abandonaron toda violencia y prefirieron tener que abandonar el ejército antes que ser crueles con los demás. Proclamaron su amor a Cristo en esta tierra y ahora gozan de la amistad de Cristo en la eternidad". 




San Pancracio
Año 304


El 12 de mayo se celebra también la fiesta de San Pancracio, un jovencito romano de sólo 14 años, que fue martirizado por declararse creyente y partidario de Nuestro Señor Jesucristo. Dicen que su padre murió martirizado y que la mamá recogió en unos algodones un poco de la sangre del mártir y la guardó en un relicario de oro, y le dijo al niño:


"Este relicario lo llevarás colgado al cuello, cuando demuestres que eres tan valiente como lo fue tu padre"


Un día Pancracio volvió de la escuela muy golpeado pero muy contento. La mamá le preguntó la causa de aquellas heridas y de la alegría que mostraba, y el jovencito le respondió:


"Es que en la escuela me declaré seguidor de Jesucristo y todos esos paganos me golpearon para que abandonara mi religión. Pero yo deseo que de mí se pueda decir lo que el Libro Santo afirma de los apóstoles:

'En su corazón había una gran alegría, por haber podido sufrir humillaciones por amor a Jesucristo'" (Hechos 6,41)


Al oír esto la buena mamá tomó en sus manos el relicario con la sangre del padre martirizado, y colgándolo al cuello de su hijo exclamó emocionada:


"Muy bien: ya eres digno seguidor de tu valiente padre"


Como Pancracio continuaba afirmando que él creía en la divinidad de Cristo y que deseaba ser siempre su seguidor y amigo, las autoridades paganas lo llevaron a la cárcel y lo condenaron y decretaron pena de muerte contra él. Cuando lo llevaban hacia el sitio de su martirio (en la vía Aurelia, a dos kilómetros de Roma) varios enviados del gobierno llegaron a ofrecerle grandes premios y muchas ayudas para el futuro si dejaba de decir que Cristo es Dios. 

El valiente joven proclamó con toda la valentía que él quería ser creyente en Cristo hasta el último momento de su vida. Entonces para obligarlo a desistir de sus creencias empezaron a azotarlo ferozmente mientras lo llevaban hacia el lugar donde lo iban a martirizar, pero mientras más lo azotaban, más fuertemente proclamaba él:


"Que Jesús es el Redentor del mundo"


Varias personas al contemplar este maravilloso ejemplo de valentía se convirtieron al cristianismo. Al llegar al sitio determinado, Pancracio dio las gracias a los verdugos porque le permitían ir tan pronto a encontrarse con Nuestro Señor Jesucristo, en el cielo, e invitó a todos los allí presentes a creer siempre en Jesucristo a pesar de todas las contrariedades y de todos los peligros. De muy buena voluntad se arrodilló y colocó su cabeza en el sitio donde iba a recibir el hachazo del verdugo y más parecía sentirse contento que temeroso al ofrecer su sangre y su vida por proclamar su fidelidad a la verdadera religión.

Allí en Roma se levantó un templo en honor de San Pancracio y por muchos siglos las muchedumbres han ido a venerar y admirar en ese templo el glorioso ejemplo de un valeroso muchacho de 14 años, que supo ofrecer su sangre y su vida por demostrar su fe en Dios y su amor por Jesucristo.


San Pancracio: ruégale a Dios
por nuestra juventud
que tiene tantos peligros
de perder su fe  y sus buenas costumbres.


Fuente - Texto tomado de EWTN:

Del amor a la soledad y al silencio - Imitación de Cristo - Tomás de Kempis

  


1. Busca tiempo a propósito para estar contigo y piensa a menudo en los beneficios de Dios.

Deja las cosas curiosas: lee tales materias, que te den más compunción que ocupación.

Si te apartares de conversaciones superfluas y de andar ocioso y de oír noticias y murmuraciones, hallarás tiempo suficiente y a propósito para entregarte a santas meditaciones.

Los mayores Santos evitaban cuanto podían la compañía de los hombres, y elegían el vivir para Dios en su retiro.

2. Dijo uno: "Cuántas veces estuve entre los hombres volví menos hombre". Lo cual experimentamos cada día cuando hablamos mucho.

Más fácil cosa es callar siempre que hablar sin errar.

Más fácil es encerrarse en su casa que guardarse del todo fuera de ella.

Por esto, al que quiere llegar a las cosas interiores y espirituales le conviene apartarse con Jesús de la gente.

Ninguno se muestra seguro en público, sino el que se esconde voluntariamente.

Ninguno habla con acierto, sino el que calla de buena gana.

Ninguno preside dignamente, sino el que se sujeta con gusto.

Ninguno manda con razón, sino el que aprendió a obedecer sin replicar.

3. Nadie se alegra seguramente, sino quien tiene el testimonio de la buena conciencia. Pues la seguridad de los Santos siempre estuvo llena de temor divino.

Ni por eso fueron menos solícitos y humildes en sí, aunque resplandecían en grandes virtudes y gracias.

Pero la seguridad de los malos nace de la soberbia y presunción, y al fin se convierte en su mismo engaño. Nunca te tengas por seguro en esta vida, aunque parezcas buen religioso o devoto ermitaño.

4. Los muy estimados por buenos, muchas veces han caído en graves peligros por su mucha confianza.

Por lo cual es utilísimo a muchos que no les falten del todo tentaciones y que sean muchas veces combatidos, porque no se aseguren demasiado de si propios, porque no se levanten con soberbia, ni tampoco se entreguen demasiadamente a los consuelos exteriores.

¡Oh, quién nunca buscase alegría transitoria! ¡Oh, quién nunca se ocupase en el mundo, y cuán buena conciencia guardaría!

¡Oh, quién quitara de sí todo vano cuidado, y pensase solamente las cosas saludables y divinas, y pusiese toda su esperanza en Dios, cuánta paz y sosiego poseería!

5. Ninguno es digno de la consolación celestial si no se ejercitare con diligencia en la santa contrición.

Si quieres arrepentirte de corazón, entra en tu retiro, y destierra de ti todo bullicio del Mundo, según está escrito: "Contristaos en vuestros aposentos"(Salmo 4, 5). En la celda hallarás lo que perderás muchas veces por de fuera.

El retiro usado se hace dulce, y el poco usado causa hastío. Si al principio de tu conversión le frecuentares y guardares bien, te será después dulce amigo y agradable consuelo.

6. En el silencio y sosiego aprovecha el alma devota y aprende los secretos de las Escrituras.

Allí halla arroyos de lágrimas con que lavarse y purificarse todas las noches, para hacerse, tanto más familiar a su Hacedor cuanto más se desviare del tumulto del siglo.

Y así el que se aparta de sus amigos y conocidos, estará más cerca de Dios y de sus santos ángeles.

Mejor es esconderse y cuidar de sí, que con descuido propio hacer milagros.

Muy loable es al hombre religioso salir fuera pocas veces, huir de que le vean y no querer ver a los hombres.

7. ¿Para qué quieres ver lo que no te conviene tener?

El mundo pasa y sus deleites  (1 Jn., 2, 1"7). Los deseos sensuales nos llevan a pasatiempos; mas, pasada aquella hora, ¿qué nos queda, sino pesadumbre de conciencia y derramamiento de corazón?

La salida alegre causa muchas veces triste vuelta, y la alegre trasnochada hace triste mañana. Así, todo gozo carnal entra blandamente; mas al cabo, muerde y mata.

¿Qué puedes ver en otro lugar, que aquí no lo veas? Aquí ves el cielo y la tierra y todos los elementos, y de éstos fueron hechas todas las cosas.

8. ¿Qué puedes ver en algún lugar, que permanezca mucho tiempo debajo del sol?

¿Piensas, acaso, satisfacer tu apetito? Pues no lo alcanzarás. Si vieses todas las cosas delante de ti, ¿qué sería sino una vista vana?

Alza tus ojos a Dios en el cielo, y ruega por tus pecados y negligencias.

Deja lo vano a los vanos, y tú ten cuidado de lo que te manda Dios. Cierra tu puerta sobre ti, y llama a tu amado Jesús; permanece con Él en tu aposento, que no hallarás en otro lugar tanta paz.

Si no salieras ni oyeras noticias, mejor perseverarías en santa paz. Pues te huelgas de oír algunas veces novedades, conviénete sufrir inquietudes de corazón.


Fuente - Texto tomado de ENCUENTRA.COM:

Novena a Nuestra Señora de Fátima - Día Noveno - Mayo 12 de 2023

 El Inmaculado Corazón de María





Comenzar con el ofrecimiento
y la oración preparatoria


Ofrecimiento para todos los días


¡Dios Mío! Yo creo, adoro, espero y os amo. Os pido perdón por los que no creen, no adoran, no esperan y no os aman.

¡Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo!, yo os adoro profundamente y os ofrezco el preciosísimo cuerpo, sangre, alma y divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, presente en todos los tabernáculos del mundo, en reparación por los ultrajes con que Él es ofendido; y por los méritos infinitos de su Santísimo Corazón e intercesión del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pecadores.



Oración Preparatoria


Oh Santísima Virgen María, Reina del Rosario y Madre de misericordia, que te dignaste manifestar en Fátima la ternura de vuestro Inmaculado Corazón trayéndonos mensajes de salvación y de paz, confiados en vuestra misericordia maternal y agradecidos por las bondades de vuestro amantísimo Corazón, venimos a vuestras plantas para rendiros el tributo de nuestra veneración y amor. Concédenos las gracias que necesitamos para cumplir fielmente vuestro mensaje de amor, y la que os pedimos en esta Novena, si ha de ser para mayor gloria de Dios, honra vuestra y provecho de nuestras almas. Así sea.




¡Oh Santísima Virgen María, Madre nuestra dulcísima!, que escogiste a los pastorcitos de Fátima para mostrar al mundo las ternuras de vuestro Corazón misericordioso, y les propusiste la devoción al mismo como el medio con el cual Dios quiere dar la paz al mundo, como el camino para llevar las almas a Dios y como prenda suprema de salvación.

Haced, ¡oh Corazón de la más tierna de las madres!, que sepamos comprender vuestro mensaje de amor y de misericordia, que lo abracemos con filial adhesión y que lo pongamos en práctica siempre con fervor; y así sea vuestro Corazón nuestro refugio, nuestro consuelo y el camino que nos conduzca al amor y a la unión con vuestro Hijo Jesús.


Meditar
y rezar la Oración Final


Oración Final


¡Oh Dios, cuyo Unigénito, con su vida, muerte y resurrección, nos mereció el premio de la salvación eterna! Os suplicamos nos concedas que, meditando los misterios del Santísimo Rosario de la Bienaventurada Virgen María, imitemos los ejemplos que nos enseñan y alcancemos el premio que prometen. Por el mismo Jesucristo nuestro Señor. Amén.


Texto tomado del Libro "Novena a Nuestra Señora de Fátima" - Caballeros de la Virgen