sábado, 6 de mayo de 2023

Lectura del Santo Evangelio Según San Juan 14, 1-12



1. No se turbe vuestro corazón. Pues creéis en Dios, creed también en Mi.

2. En la casa de mi Padre hay muchas habitaciones; que si no fuese así, os lo hubiera Yo dicho. Yo voy a preparar lugar para vosotros.

3. Y cuando habré ido, y os habré preparado lugar, vendré otra vez, y os llevaré conmigo, para que donde Yo estoy, estéis también vosotros.

4. Que ya sabéis adónde voy, y sabéis así mismo el camino.

5. Dícele Tomás:


"Señor, no sabemos adónde vas; pues ¿cómo podemos saber el camino?"


6. Respóndele Jesús:




"Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre sino por Mí"


7. Si me hubieseis conocido a Mí, hubierais sin duda conocido también a mi Padre; pero le conoceréis luego, y ya le habéis visto en cierto modo".

8. Dícele Felipe:


"Señor, muéstranos al Padre, y eso nos basta"


9. Jesús le responde:


"Tanto tiempo ha que estoy con vosotros, ¿y aún no me habéis conocido? Felipe, quien me ve a Mí, ve también al Padre. ¿Pues cómo dices tú: Muéstranos al Padre?

10. ¿No creéis que Yo estoy en el Padre y que el Padre está en Mí? Las palabras que Yo os hablo, no las hablo de Mí mismo. El Padre que está en Mí, Él mismo hace conmigo las obras que Yo hago.




11. ¿Cómo no creéis que Yo estoy en el Padre, y que el Padre está en Mí?

12. Creedlo a lo menos por las obras que Yo hago. En verdad, en verdad os digo, que quien cree en Mí, ése hará también las obras que Yo hago, y las hará todavía mayores; por cuanto Yo me voy al Padre".


Palabra de Dios
Gloria a Ti, Señor Jesús

Profeta San Jeremías (566 A.C.) - Fiesta Mayo 7

  



En el Antiguo Testamento los profetas se dividen en dos clases:


  • Profetas Mayores, los que redactaron escritos más largos. Estos son Isaías y Jeremías, Ezequiel y Daniel.

  • Profetas Menores, los que redactaron escritos más breves. Estos son 12. Por ejemplo: Oseas y Miqueas. Sofonías, Zacarías, Abdías y Malaquías. Joel y Amos, etc.


Jeremías pertenece al grupo de los Profetas Mayores. El nombre Jeremías significa: "Dios me eleva".

Vivía en Ananot un pueblecito cercano de Jerusalén (a 5 km) en la finca de sus padres, cuando fue llamado por Dios a profetizar. Jeremías se resistía aduciendo como excusa que él era demasiado joven y débil para este oficio tan importante y Dios le respondió:


"No digas que eres demasiado joven o demasiado débil, porque Yo iré contigo y te ayudaré"


Los primeros 17 años profetizó sólo por medio de la palabra hablada. Después empezó a dictar sus profecías a su secretario Baruc, y lo que le dictó son los 52 capítulos del Libro de Jeremías en la Biblia (unas 70 páginas). Empezó a profetizar durante el reinado del piadoso rey Josías (año 627 antes de Cristo). Siguió profetizando durante los reinados de Joacaz, Joaquín, Jeconias y Sedecías. Presenció la destrucción de Jerusalén y su templo (año 585 antes de Cristo), y se quedó en la ciudad destruida consolando y corrigiendo a los israelitas que allí habían quedado. Éstos lo obligaron luego a irse con ellos a Egipto y allá lo mataron a pedradas porque les corregía sus maldades. Quizás Jesús pensaba en Jeremías cuando decía:


"Oh Israel que apedreas a los profetas que te son enviados" (Lc. 13,34)


El principal problema para Jeremías fue que la gente no lo comprendió ni le quiso hacer caso. De los cinco reyes en cuyo tiempo tuvo que vivir, sólo uno le hizo caso: fue el piadoso rey Josías, que se propuso restaurar la religiosidad en todo el país y se dejó ayudar de Jeremías para entusiasmar al pueblo por Dios.


Pero los otros cuatro lo despreciaron y no quisieron atender a los avisos que él les daba en nombre de Dios (como hacen los gobernantes de ahora cuando los obispos les advierten acerca de las leyes dañosas que apoyan el aborto, el divorcio, la inmoralidad, y el quitar la religión de la enseñanza. Se hacen los sordos. Pero después, como les sucedió a los reyes malos del tiempo de Jeremías, verán los malos efectos de no haber querido obedecer a Dios que habla por medio de sus enviados).







El rey Joaquín quemó las profecías que había mandado escribir Jeremías, y éste tuvo que hacerlas escribir otra vez. En tiempos del rey Sedecías encarcelaron al profeta y lo metieron en un pozo muy profundo lleno de lodo, y casi se muere allí, y probablemente ese estarse allí en tan grande humedad debió afectarle mucho la salud. Muchísimas veces fue amenazado de muerte si seguía profetizando en contra de la ciudad y los gobernantes. Pero Dios le anunció:


"Te haré fuerte como el diamante si no te acobardas. Pero si te dejas llevar por el miedo, me apartaré de ti"


Y Jeremías no se acobardó y siguió predicando. El oficio de este profeta era anunciar al pueblo y a sus gobernantes que si no se convertían de sus maldades tendrían espantosos castigos y la ciudad sería destruida y ellos muertos o llevados al destierro. Ésto lo gritaba él continuamente en el templo y en las calles y plazas. Pero la gente se burlaba y seguían portándose tan mal como antes. Muchas veces Jeremías clamaba a Dios diciendo:


"Señor, estoy cansado de hablar sin que me escuchen. ¡Todos se burlan de mí! Cuando paso por las calles se ríen y dicen: 'Allá va el de las malas noticias'.  ¡Miren al que regaña y anuncia cosas tristes. Señor me propongo decirles cosas amables y Tú en cambio pones en mis labios anuncios terroríficos!"


Dicen que el profeta Jeremías fue en la antigüedad el que más se asemejó a Jesús en sus sufrimientos y en ser incomprendido y perseguido. Solamente después de su muerte reconoció el pueblo la gran santidad de este profeta. Y cuando todas sus profecías se hubieron cumplido a la letra, se dieron cuenta de que sí había hablado en nombre de Dios. Lástima que lo reconocieran cuando ya era demasiado tarde.


Fuente - Texto tomado de EWTN:
https://www.ewtn.com/es/catolicismo/santos/jeremias-14917

Novena a Nuestra Señora de Fátima - Día Cuarto - Mayo 7 de 2023

Amor a la Iglesia




Comenzar con el ofrecimiento
y la oración preparatoria


Ofrecimiento para todos los días


¡Dios Mío!  Yo creo, adoro, espero y os amo. Os pido perdón por los que no creen, no adoran, no esperan y no os aman.

¡Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo!, yo os adoro profundamente y os ofrezco el preciosísimo cuerpo, sangre, alma y divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, presente en todos los tabernáculos del mundo, en reparación por los ultrajes con que Él es ofendido; y por los méritos infinitos de su Santísimo Corazón e intercesión del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pecadores.


Oración Preparatoria


Oh Santísima Virgen María, Reina del Rosario y Madre de misericordia, que te dignaste manifestar en Fátima la ternura de vuestro Inmaculado Corazón trayéndonos mensajes de salvación y de paz, confiados en vuestra misericordia maternal y agradecidos por las bondades de vuestro amantísimo Corazón, venimos a vuestras plantas para rendiros el tributo de nuestra veneración y amor. Concédenos las gracias que necesitamos para cumplir fielmente vuestro mensaje de amor, y la que os pedimos en esta Novena, si ha de ser para mayor gloria de Dios, honra vuestra y provecho de nuestras almas. Así sea.





¡Oh Santísima Virgen María, Reina de la Iglesia!, que exhortaste a los pastorcitos de Fátima a rogar por el Papa, e infundiste en sus almas sencillas una gran veneración y amor hacia él, como Vicario de vuestro Hijo y su representante en la tierra. Infúndenos también a nosotros el espíritu de veneración y docilidad hacia la autoridad del Romano Pontífice, de adhesión inquebrantable a sus enseñanzas, y en él y con él un gran amor y respeto a todos los ministros de la Santa Iglesia, por medio de los cuales participamos de la vida de la gracia en los sacramentos.


Meditar
y rezar la Oración Final


Oración Final


¡Oh Dios, cuyo Unigénito, con su vida, muerte y resurrección, nos mereció el premio de la salvación eterna!  Os suplicamos nos concedas que, meditando los misterios del Santísimo Rosario de la Bienaventurada Virgen María, imitemos los ejemplos que nos enseñan y alcancemos el premio que prometen. Por el mismo Jesucristo nuestro Señor. Amén.


Texto tomado del Libro "Novena a Nuestra Señora de Fátima" - Caballeros de la Virgen