lunes, 24 de abril de 2023

San Marcos Evangelista - Mártir - Fiesta Abril 25

 



Se le atribuye el primer Evangelio escrito. Fue amigo de San Pedro y de otros apóstoles. Fundó la comunidad cristiana de Alejandría en Egipto. Sus palabras sencillas nos muestran a Jesús como el Salvador amoroso y cercano. Su fiesta se celebra el 25 de abril.

En los escritos del Nuevo Testamento aparece un personaje, importante en la Iglesia apostólica, que unas veces es llamado Juan, otras Juan Marcos y otras Marcos solamente. Por la simple lectura del Evangelio se ve que se trata de la misma persona. Nada tiene de extraño que un judío usase dos nombres: uno hebreo Juan y otro latino helenizado Juan Marcos, máxime si procedía de provincias del Imperio romano. En San Marcos, como en San Pablo, el nombre romano terminó por imponerse sobre el hebreo.

San Marcos era hijo de María, viuda al parecer, de alta posición, en cuya casa se reunía la primitiva Iglesia de Jerusalén. Una antigua tradición nos atestigua que es la misma casa en la que el Señor celebró la Última Cena e instituyó la Eucaristía, y que el hombre que llevaba el cántaro era el propio Marcos, detalle conservado por el evangelista y usado también por San Lucas. También parece que "el muchacho que seguía (al grupo del prendimiento) cubierto con una sábana" era el propio Marcos que guarda este dato como íntimo recuerdo personal. De ser así, Getsemaní debió pertenecer al patrimonio de la familia. Era primo de Bernabé, una de las grandes figuras de la primitiva Iglesia y, al ser Bernabé levita y de Chipre, es natural que Marcos perteneciese a la colonia chipriota de Jerusalén y que fuese levita, como su primo. Así lo cree el Prólogo de Prisciliano.


San Marcos Evangelista


La actividad evangélica de San Marcos la inicia con Bernabé y Pablo, quienes cumplido su ministerio de llevar subsidios a la iglesia de Jerusalén, se volvieron a Antioquía llevándose consigo a Marcos. Enviados de nuevo Bernabé y Saulo a la misión, para la que les había llamado el Espíritu Santo, embarcaron rumbo a Chipre donde predicaron en las sinagogas, teniendo a Marcos como auxiliar o diácono y una vez evangelizada la Isla, al zarpar Pablo y los que con él estaban de Pafos a Perge de Pamfilia, Marcos se separó de ellos y se volvió a Jerusalén. Cuando más tarde Pablo y Bernabé visitaron las comunidades evangelizadas, Bernabé quiso llevar consigo a Marcos pero Pablo se opuso, pues no olvidaba que no les había acompañado a Pamfilia. Como la divergencia de criterios fue irreductible, ambos se separaron en la tarea misional y "Bernabé tomando consigo a Marcos se embarcó para Chipre". Los acontecimientos posteriores indican una plena reconciliación de San Pablo con Marcos.

Unos diez años más tarde encontramos a Marcos en Roma como intérprete de San Pedro y, un poco después, como escritor de su evangelio, según lo presenta la tradición. Su relación debía de ser muy antigua. Sabemos que liberado Pedro por el Ángel, se dirigió a la casa de María, la madre de Marcos, donde era muy familiar. Tal testimonio, junto con los datos de la tradición, hace suponer que Marcos se hallaba en Roma como intérprete de Pedro antes de que llegara San Pablo, con el que, olvidadas las diferencias de la primera separación, ahora le sirve como auxiliar, de consuelo y de gran utilidad para el ministerio. En Roma, hacia el año 60, debió de escribir el Evangelio conocido en la tradición como Evangelio según San Marcos.


San Marcos
escribiendo su Evangelio


Consta que tuvo que visitar la Iglesia de Colosas y que San Pablo le recomendó a los colosenses:


"Hacedle buena acogida"


No sabemos si realizó tal visita; pero sí que estaba en Oriente y por aquellas tierras, pues Timoteo al parecer en Éfeso, recibe este encargo de San Pablo:


"Procura venir pronto... y a Marcos, tráele, que me va a ser útil para el ministerio"


Marcos se halla en Roma el año 67 cuando mueren los dos Apóstoles, San Pedro y San Pablo. La tradición dice que Marcos evangelizó como Obispo de Alejandría, en Egipto, donde realizó varios milagros y estableció una iglesia y su famosa escuela cristiana, nombrando un obispo, tres presbíteros y siete diáconos.

Probablemente murió en el año 68 d.C., de muerte natural, según una relación, y según otra, como mártir, en Alejandría de Egipto. Los Hechos de San Marcos, un escrito de mitad del siglo IV, refieren que San Marcos fue arrastrado por las calles de Alejandría, atado con cuerdas al cuello. Después lo llevaron a la cárcel y al día siguiente le volvieron a aplicar el mismo martirio hasta que falleció. Luego echaron su cuerpo a las llamas, pero los fieles lograron sacarlo y evitar su destrucción.

Se dice que sus asesinos trataron de quemar su cuerpo, sin conseguirlo. Los cristianos de Alejandría rescataron su cuerpo intacto, lo envolvieron y le dieron sepultura. En Venecia, Italia, se veneran, en la preciosa catedral de su mismo nombre, los restos mortales del evangelista, cuyo traslado de Alejandría se remonta al siglo IX.




De Alejandría fueron trasladadas sus reliquias a Venecia el año 825, cuya República lo adoptó como celestial patrono, erigiendo en su honor la maravillosa Basílica de San Marcos, y tomando el símbolo del evangelista (el león alado con el libro del Evangelio) como su escudo, que esculpió en todos sus monumentos y posesiones.


Secretario, intérprete y consejero de San Pedro


Los documentos más antiguos que hablan de San Marcos aseguran que Marcos estuvo al lado de San Pedro, en Roma, como intérprete y redactor de la Buena Nueva, primeramente en la catequesis oral y después, en la composición (guiado por el Espíritu Santo) de aquel admirable texto que es el Evangelio más condensado de la vida, los milagros y la muerte de Jesús.

Un sabio afirmó que "el evangelio de San Marcos es el libro más importante que se ha escrito", pues todo indica que fue el primer evangelio que se escribió, que estuvo basado en el testimonio del mismo San Pedro y que de él sacaron mucho material los otros tres evangelistas.

La primera vez que habla de Marcos el libro de los Hechos de los Apóstoles, es en el capítulo 12, versículos 12-16, cuando relatan la salida milagrosa de San Pedro, de la cárcel, por obra del Ángel que le abre las puertas y se dirige "a casa de María, madre de Juan, por sobrenombre Marcos, donde muchos hermanos se hallan congregados en oración". Quizá era un niño o jovencito cuando Jesús fue condenado a muerte. Dice su Evangelio que cuando Jesús fue apresado en el Huerto de Los Olivos, le seguía un joven envuelto en una sábana para curiosear, a ver en qué paraba todo aquello. Es muy posible que este joven fuera el mismo Juan Marcos.

Todo parece indicar que Jesús tuvo estrecha amistad con los padres de Juan Marcos y que éste escuchara, en muchas ocasiones los discursos de Jesús. Fue él uno de los primeros bautizados por San Pedro. El que era un niño el año 30, por el 44 ya era todo un hombre y decidió marcharse a evangelizar con su primo, José Bernabé. Acompañó a Pablo y Bernabé en sus recorridos apostólicos por Chipre y otras ciudades. Posteriormente pasó diez o doce años en Jerusalén al lado de Pedro, ayudándole como secretario y haciendo de "intérprete y consejero". Pedro amaba con cariño a Marcos. Le llama "mi hijo Marcos" (1 Pedro 5, 13).

El evangelista Marcos escribe con fluidez, sencillez, en estilo directo y sólido a la vez, y se propone probar la Divinidad de Cristo. El Evangelio de Marcos comprende dos partes, y cada una comienza con una manifestación divina: en la primera es la palabra divina con ocasión del Bautismo de Jesús por Juan, y en la segunda la Transfiguración.

La primera parte del Evangelio se desarrolla en Galilea, la provincia de Jesús; la segunda en Judea y en Jerusalén, el corazón de la nación judía. La primera parte muestra la novedad de Jesús, el impacto de su enseñanza sobre las multitudes. Pero, en la segunda parte, viene la desilusión, pues Jesús se niega a ser lo que la gente quería que fuera, y la muchedumbre ya no lo sigue. Cuando Jesús muere, el oficial romano reconoce que el crucificado era el Hijo de Dios (Marcos 15, 39).

Es el más breve de los libros del Evangelio (16 capítulos); sin embargo, tiene sus razones: Marcos dio a su Evangelio los mismos límites que los apóstoles habían asignado a la catequesis primitiva. Los apóstoles no se proponían dar todo lo que los creyentes querían saber, sino que querían transmitir lo esencial de lo que Jesús había dicho y hecho (Hechos 1, 21-22).

El león es el símbolo de San Marcos. Tanto este símbolo como el de los otros tres evangelistas (Apocalipsis 4, 7-8), son muy antiguos. De ellos hablan San Jerónimo y San Agustín, explicando que San Marcos, en su primer capítulo, habla de Juan el Bautista en el desierto y el león es el rey del desierto (Marcos 1, 3).


Fuente - Texto tomado de ENCUENTRA.COM:
Fuente - Texto tomado de ARCHIBOGOTA.ORG.CO:

Wokismo y diferencia sexual - ¿La nueva locura demoníaca?



Por Redaccioninfovaticana | 22 de Abril de 2023


(Mathieu Bock-Côté en La Nef)


Tras haber descartado las certezas metafísicas, el hombre contemporáneo en su forma woke pretende descartar las certezas físicas y liberarse de los cuerpos, haciendo de toda una generación sus cobayas.

A veces creo que nuestra época ha perdido la razón, que es el escenario de un colapso psíquico excepcional, como si asistiéramos a la desrealización del mundo. Golpeado por la revolución woke, el hombre contemporáneo ya no duda solo de las grandes certezas metafísicas que habían hecho fecunda la civilización occidental a lo largo de los siglos; ha habido muchas revoluciones filosóficas a lo largo de la historia. Pero ahora duda de las grandes certezas físicas que estaban en el origen de su experiencia del mundo: duda de la existencia de la dualidad de los sexos se piensa en lo masculino y lo femenino como dos categorías ideológicas reaccionarias, que encierran al individuo en una identidad encorsetada, moldeada por prejuicios naturalizados.

Hay que deconstruir los sexos para liberar lo que ahora se llama fluidez identitaria, para volver a una versión del ser humano anterior a la Caída, anterior a la división de la humanidad en sexos, pueblos y civilizaciones. Solo así el ser humano entraría realmente en la era de la autonomía, y la modernidad cumpliría su promesa inaugural de liberar al ser humano de todas las ataduras imaginables, siendo ahora el cuerpo el nuevo obstáculo en el camino hacia la emancipación, en la medida en que le recordaría su finitud y que no puede ser todo lo que le gustaría ser.

De ahí la tentación de desencarnar al individuo. El dispositivo tecnológico en el que el hombre contemporáneo está llamado a plasmar su identidad favorece esta virtualización de la existencia o, dicho de otro modo, la decorporación de la identidad. La subjetividad, que puede alimentarse con todas las fantasías imaginables, se vuelve tiránica: un hombre puede así decidir que es una mujer, simplemente porque dice sentirse como tal aunque su biología diga lo contrario (dejando de lado la siguiente cuestión: si lo masculino y lo femenino son puras construcciones sociales que no remiten a ninguna realidad, ¿por qué querría un individuo cambiar de sexo?) Pero, ¿no es el cuerpo un residuo prehistórico y reaccionario? Y a quien no reconoce esta manifestación de autodeterminación de género se le acusa de «transfobia».

En la medida en que el individuo no tiene realmente un sexo -se le asigna uno al nacer de forma autoritaria y casi arbitraria-, es importante permitirle salir cuanto antes de esta situación recurriendo a la administración, que deberá reconocer el cambio de género como si fuera evidente. La administración también puede crear un género indeterminado, para aquellos que simplemente quieren evitar el masculino y el femenino, o crear, como se puede ver en muchas empresas, un número casi infinito de géneros, como muestra el signo + en LGBTQI2T+. El lenguaje también debe integrar esta realidad, como puede verse a través del lenguaje inclusivo, o si se prefiere, su conversión a una escritura inclusiva.

La sociedad también debe tener como misión debilitar al máximo la identidad de género de la nueva generación desde la infancia, para liberar a los jóvenes de la ilusión de la dualidad sexual; de ahí los experimentos pedagógicos en los que se les invita a experimentar el otro sexo en la escuela, suspendiendo su identidad de género, como también había propuesto Disney en sus parques temáticos, para distanciarse de sí mismos y convertirse en otra persona. También por eso vemos cada vez más drag queens desfilando en las escuelas: se presentan como activistas para promover lo que podríamos llamar una versión lúdica de la teoría de género. Con el mismo espíritu, la literatura infantil se centra cada vez más en la cuestión de la identidad de género.

En cuanto un niño o un adolescente expresa dudas sobre su identidad -lo cual, por cierto, es propio de la adolescencia-, es probable que los activistas trans radicales le inviten a interpretarlo como un malestar con su identidad de género. Regularmente, en los medios de comunicación, las experiencias de transición se contarán como historias de liberación. Si consulta a un psicólogo, es probable que le pregunten lo mismo, como si la ideología trans radical hubiera penetrado en el vocabulario de los profesionales de la salud. A la inversa, si el joven, hipnotizado durante un tiempo por la posibilidad de la transición, decide «retirarse», se le acusará de traición y corre el riesgo de perder el contacto con el entorno que le había acogido empujándole aún más hacia esta experiencia, que no deja de evocar una psicología sectaria.

La joven generación se ha transformado en un conejillo de indias histórico: ya no se trata solo de acoger, según las exigencias de la tolerancia liberal, a los jóvenes que tienen auténticas dudas sobre su identidad sexual, como se ha encontrado al margen en todas las épocas, sino de hacer de la indeterminación sexual la nueva norma identitaria. Pero esto va más allá: la fantasía de autoengendramiento de la humanidad se une aquí a las promesas de la tecnología, que cree en la plasticidad integral del ser humano y no encuentra en la biología un obstáculo insalvable para sus ambiciones demiúrgicas. El constructivismo social se basa en la idea de que si todo está construido, todo puede deconstruirse y reconstruirse, lo que transforma a la sociedad en un campo de reeducación y asigna a la política una tarea infinita de ingeniería social que reclama pericia terapéutica.


Una revolución religiosa


La fantasía del hombre nuevo encuentra en el progreso de la tecnología médica la ocasión de renovarse. En el pasado, se pretendía que el hombre nuevo naciera de una revolución política, que sería la ocasión para la desalienación radical del ser humano. Ahora se pretende que nazca directamente en los laboratorios, donde es posible transformar a un hombre en mujer, o a una mujer en hombre, tras una operación de cambio de sexo y después de que el individuo en cuestión se haya sometido a una terapia que le habrá permitido reprogramarse hormonalmente, operación posible en particular gracias a la labor de la industria farmacéutica, que más globalmente desempeña un papel primordial en la regulación química de las emociones humanas, en un mundo alterado sociológica y antropológicamente. El régimen diversitario encuentra en la farmacopea el soma imaginado en su día por Aldous Huxley [en su obra Un mundo feliz], el medio de aturdir a las masas desestabilizadas.

Es difícil no ver en esta revolución una revolución religiosa. El ser humano ya no se acepta a sí mismo a la manera de un individuo inscrito en una filiación, que evidentemente tendrá la posibilidad de construir su identidad, sino a partir de un dato que nunca podrá reducir a la nada. El ser humano quiere ahora ser su propio creador. Está habitado por una fantasía de autoengendramiento que transforma radicalmente su relación con la realidad. Como he dicho antes, quiere volver al magma original anterior a la caída, anterior a la fragmentación de la humanidad. Solo así podrá crearse a sí mismo -el transhumanismo toma aquí el relevo y promete al ser humano que un día podrá superar la muerte.

Esta revolución invade todos los ámbitos de la realidad, lo que no deja de plantear problemas prácticos: la presencia de un hombre condenado por violar a mujeres que, de repente, se declara mujer en el momento de su condena y pide ser encarcelado en una prisión de mujeres sigue ofendiendo al sentido común. La participación de un hombre biológico que se declara mujer en competiciones deportivas femeninas crea un desequilibrio que pone en desventaja a las «mujeres biológicas». La idea de que un hombre pueda ir al ginecólogo y una mujer contraer cáncer de próstata sigue confundiendo a algunos. La idea de que un hombre pueda estar «embarazado» escandaliza a los reacios. La idea de que pueda considerarse odiosa la afirmación según la cual las mujeres tienen hijos no consigue penetrar la conciencia pública.

Así que hay quienes son reacios a creer que la realidad no es una construcción ideológica como cualquier otra. Habrá que perseguirlos. El régimen es claro: recordar la realidad no es más que incitar al odio. Porque la realidad es una ficción reaccionaria. Los que creen en ella son los que han perdido la cabeza. Fóbicos, reaccionarios de extrema derecha, no merecen otra cosa que ser desterrados de la ciudad, para evitar que contaminen al hombre común con sus creencias proscritas. Esto se llamará el tratamiento psiquiátrico de la disidencia. No se crea una sociedad inclusiva sin romper algunos huevos.


Publicado por Mathieu Bock-Côté en La Nef

Traducido por Verbum Caro para InfoVaticana


Fuente texto tomado de INFOVATICANA.COM:


Mi nota personal


El Demonio está infiltrado en la Humanidad... su mayor deseo es provocar este caos existencial y absurdo. Que todos los seres humanos puedan "desafiar" a Dios cuando nos creó a todos, a Su Imagen y Semejanza... Ninguno de nosotros podemos enfrentarnos a la Santa Voluntad de Dios, cuando nos asignó el "SEXO": Hombre y Mujer nos creó.

De tal forma, si yo soy Mujer, NUNCA cambiaré mi SEXO, porque estaría en contra de mi naturaleza, mi aspecto físico, mi conciencia, mi voluntad, mi ser integral (cuerpo, alma, espíritu y corazón). SOY MUY FELIZ al recibir de Dios su precioso regalo: me creó Mujer, y de esta forma honro su Santa Voluntad, cuando mi comportamiento, sentimientos, pensamientos y forma de obrar están realzando mi dignidad de haber sido creada y engendrada como UNA MUJER.

La "LOCURA DE GÉNEROS ES DIABÓLICA"... ¿Ustedes no se dan cuenta? ¿Que el Demonio se está burlando de todos los travestis, gays, lesbianas, transgéneros? ¿Cuando "desafiando" a Dios cumplen con sus tentadoras influencias diabólicas?

Él Demonio sabe muy bien que al atraerlos a esta nueva forma de "CREACIÓN INDIVIDUAL", donde ellos "se creen dueños de sus propios cuerpos", para personificar unos "seres extravagantes", cuyas hormonas con las que nacieron, luchan por sobresalir y se produce este CAOS PSICOLÓGICO Y FÍSICO, porque el cuerpo humano y su naturaleza "no pueden amoldarse ni encajar" en estructuras ajenas y postizas.

¿Cómo es posible que ellos mismos al verse al espejo no observan los "espantajáros" en que se han convertido y que son la "burla" de otras personas?

Empezando por sus propias "comunidades gay", que son todo un "circo" sin fin de vulgaridad, obscenidad, locura, y sobre todo, de pecados mortales al igual que Sodoma y Gomorra, que reclamaron al Cielo la Justicia Divina.

Después, "no se extrañen" cuando en el mundo entero hay tantos "CASTIGOS DE DIOS", a través de: pandemias, SIDA (AIDS), enfermedades de transmisión sexual, catástrofes naturales, como terremotos, tsunamis, huracanes, inundaciones, incendios forestales, rayos, erupción de volcanes, etc.