miércoles, 16 de noviembre de 2022

Santa Isabel de Hungría - Viuda (1207 - 1231) - Fiesta Noviembre 17

 

Santa Isabel de Hungría
Princesa de Hungría y Duquesa de Turingia


Su padre, el rey Andrés II de Hungría, primo del emperador de Alemania, la había prometido por esposa a Luis, hijo de los duques de Turingia, cuando sólo tenía 11 años.

Isabel, princesa de Hungría y duquesa de Turingia, a los 15 años fue dada en matrimonio por su padre el Rey de Hungría al Príncipe Luis VI de Turingia, el matrimonio tuvo tres hijos. Se amaban tan intensamente que ella llegó a exclamar un día:


"Dios mío, si a mi esposo lo amo tantísimo, ¿cuánto más debiera amarte a Ti?"


Su esposo aceptaba de buen modo las santas exageraciones que Isabel tenía en repartir a los pobres cuanto encontraba en la casa. Él respondía a los que criticaban:


"Cuanto más demos nosotros a los pobres, más nos dará Dios a nosotros"




A pesar de que el matrimonio fue arreglado por los padres, fue un matrimonio vivido en el amor y una feliz conjunción entre la ascética cristiana y la felicidad humana, entre la diadema real y la aureola de santidad. La joven duquesa, con su austeridad característica, despertando el enojo de la suegra y de la cuñada al no querer acudir a la Iglesia, adornada con los preciosos collares de su rango:




"¿Cómo podría -dijo cándidamente- llevar una corona tan preciosa ante un Rey coronado de espinas?"


Sólo su esposo, tiernamente enamorado de ella, quiso demostrarse digno de una criatura tan bella en el rostro y en el alma y tomó por lema en su escudo, tres palabras que expresaron de modo concreto el programa de su vida pública:


"Piedad, Pureza, Justicia"


Una vez se encontró un leproso abandonado en el camino, y no teniendo otro sitio en dónde colocarlo por el momento, lo acostó en la cama de su marido que estaba ausente. Llegó éste inesperadamente y le contaron el caso. Se fue furioso a regañarla, pero al llegar a la habitación, vio en su cama, no el leproso sino un hermoso crucifijo ensangrentado.




Recordó entonces que Jesús premia nuestros actos de caridad para con los pobres como hechos a Él mismo. Juntos crecieron en la recíproca donación, animados y apoyados por la convicción de que su amor y la felicidad que resultaba de él eran un don sacramental:


"Si yo amo tanto a una criatura mortal -le confiaba la joven duquesa a una de sus sirvientes y amiga- ¿cómo debería amar al Señor inmortal, dueño de mi alma?"


A sus 15 años Isabel tuvo a su primogénito, a los 17 una niña y a los 20 otra niña. Cuando apenas tenía 20 años y con su hijo menor recién nacido, su esposo, un cruzado, murió en un viaje a defender Tierra Santa. Isabel casi se desespera al oír la noticia, pero luego se resignó y aceptó la voluntad de Dios. Rechazó varias ofertas de matrimonio y se decidió entonces a vivir en la pobreza y dedicarse al servicio de los más pobres y desamparados.

Cuando apenas hacía tres semanas había perdido a su esposo, muerto en una cruzada a la que se había unido con entusiasmo juvenil. Cuando quedó viuda, estallaron las animosidades reprimidas de sus cuñados que no soportaban su generosidad para con los pobres.




El sucesor de su marido la desterró del castillo de Wartemburg y tuvo que huir con sus tres hijos, desprovistos de toda ayuda material. Ella, que cada día daba de comer a 900 pobres en el castillo, ahora no tenía quién le diera para el desayuno. Pero confiaba totalmente en Dios y sabía que nunca la abandonaría, ni a sus hijos. Finalmente algunos familiares la recibieron en su casa, y más tarde el Rey de Hungría consiguió que le devolvieran los bienes que le pertenecían como viuda, y con ellos construyó un gran hospital para pobres, y ayudó a muchas familias necesitadas.

Un día, cuando todavía era princesa, fue al templo vestida con los más exquisitos lujos, pero al ver una imagen de Jesús crucificado pensó:


"¿Jesús en la Cruz despojado de todo y coronado de espinas, y yo con corona de oro y vestidos lujosos?"


Nunca más volvió con vestidos lujosos al templo de Dios.




Un Viernes Santo, después de la ceremonia, cuando ya habían desvestido los altares en la iglesia, se arrodilló ante uno y delante de varios religiosos hizo voto de renuncia de todos sus bienes y voto de pobreza, como San Francisco de Asís, y consagró su vida al servicio de los más pobres y desamparados. 

Cambió sus vestidos de princesa por un simple hábito de hermana franciscana, de tela burda y ordinaria, y los últimos cuatro años de su vida (de los 20 hasta los 24 años), se dedicó a atender a los pobres enfermos del hospital que había fundado. Se propuso recorrer calles y campos pidiendo limosna para sus pobres, y vestía como las mujeres más pobres del campo. Vivía en una humilde choza junto al hospital. Tejía y hasta pescaba, con tal de obtener con qué comprarles medicinas a los enfermos.

Tenía un director espiritual que para ayudarla en su camino a la santidad, la trataba duramente. Ella exclamaba:


"Dios mío, si a este sacerdote le tengo tanto temor, ¿cuánto más te debería temer a Ti, si desobedezco tus mandamientos?"


El pueblo la llamaba "la mamacita buena". Uno de los sacerdotes de aquella época escribió:


"Afirmo delante de Dios que raramente he visto una mujer de una actividad tan intensa, unida a una vida de oración y de contemplación tan elevada"


Algunos religiosos franciscanos que la dirigían en su vida de total pobreza, afirman que varias veces, cuando ella regresaba de sus horas de oración, la vieron rodeada de resplandores y que sus ojos brillaban como luces muy resplandecientes. El mismo emperador Federico II afirmó:


"La venerable Isabel, tan amada de Dios, iluminó las tinieblas de este mundo como una estrella luminosa en la noche oscura"


Cuando apenas cumplía 24 años, el 17 de noviembre del año 1231, pasó de esta vida a la eternidad. A sus funerales asistieron el emperador Federico II y una multitud tan grande formada por gentes de diversos países y de todas las clases sociales, que los asistentes decían que no se había visto ni quizá se volvería a ver en Alemania un entierro tan concurrido y fervoroso como el de Isabel de Hungría, la patrona de los pobres.


Una Historia


No faltó quien acusó a la princesa ante el propio duque de estar dilapilando los caudales públicos y dejar exhaustos los graneros y almacenes. El margrave Luis quería a su esposa con delirio, pero no pudo resistir, sin duda, el acoso de sus intendentes y les pidió una prueba de su acusación.





"Espera un poco -le dijeron- y verás salir a la señora con la faltriquera llena"


Efectivamente, poco tuvo que esperar el duque para ver a su mujer que salía, como a hurtadillas de palacio cerrando cautelosamente la puerta. Violentamente la detuvo y le preguntó con dureza:


¿Qué llevas en la falda?

Nada..., son rosas -contestó Isabel tratando de disculparse, sin recordar que estaba en pleno invierno-


Y, al extender el delantal, rosas eran y no mendrugos de pan lo que Isabel llevaba, porque el Señor quiso salir fiador de la palabra de su sierva.


Milagros


El mismo día de la muerte de la santa, a un hermano lego se le destrozó un brazo en un accidente y estaba en cama sufriendo terribles dolores. De pronto vio aparecer a Isabel en su habitación, vestida con trajes hermosísimos. Él dijo:


"¿Señora, usted que siempre ha vestido trajes tan pobres, por qué ahora tan hermosamente vestida?"


Y ella sonriente le dijo:


"Es que voy para la gloria. Acabo de morir para la tierra. Estire su brazo que ya ha quedado curado"


El paciente estiró el brazo que tenía totalmente destrozado, y la curación fue completa e instantánea.

Dos días después de su entierro, llegó al sepulcro de la santa un monje cisterciense el cual desde hacía varios años sufría un terrible dolor al corazón y ningún médico había logrado aliviarle de su dolencia. Se arrodilló por un buen rato a rezar junto a la tumba de la santa, y de un momento a otro quedó completamente curado de su dolor y de su enfermedad.

Estos milagros y muchos más, movieron al Papa Gregorio IX a declararla santa, cuando apenas habían pasado cuatro años de su muerte.


Santa Isabel de Hungría es patrona de la Arquidiócesis de Bogotá.


Oración


Oh Dios misericordioso, 
alumbra los corazones de tus fieles;
y por las súplicas gloriosas de Santa Isabel,
haz que despreciemos las prosperidades 
mundanales, y gocemos siempre
de la celestial consolación.
Por nuestro Señor Jesucristo.
Amén.


Fuente - Texto tomado de EWTN:

REFLEXIÓN: Sobre personas inhumanas y de duro corazón... ¿Silencio cómplice y criminal ante maltratadores, abusadores y psicópatas?




Mi nota personal


Queridos y estimados amigos, familiares y seguidores de este blog católico, me permito compartir con ustedes esta humilde reflexión que, es una breve exhortación para entender lo que está sucediendo a nivel mundial...


Cuando estamos viviendo en una sociedad actual, en la cual, las leyes, normas, reglamentos, y sobre todo, los Mandamientos de la Ley de Dios y Sus Preceptos, están siendo pisoteados, y "alterados convenientemente" para "perdonar y exaltar" la maldad humana...


Es decir, que si se "abusa o se maltrata" a un ser humano, desde el momento de la concepción (a un bebé aún no nacido), con el maltrato físico al cual es sometido y su posterior "muerte" en el "aborto"... Ahora quieren hacerlo ver como un "derecho" de la madre para progresar en su vida, sin "estorbos" que le impidan avanzar en su carrera profesional y lograr una mayor libertad sexual y degradación moral...


Otro caso, igualmente desagradable y abominable para los Ojos Benditos de Dios: cuando están apoyando la famosa "eutanasia" o el mal llamado "permiso para morir dignamente"... sabiendo por nuestra "limitada inteligencia humana", que todos los seres humanos tenemos un "reloj biológico" que, controla directamente un sólo ser: "DIOS MISMO" y toda su Sabiduría Eterna, por lo cual, no somos nosotros quienes tenemos "el permiso" para dar término a una vida humana, SÓLO DIOS es la Autoridad que determina el momento de la muerte de cada uno de sus hijos. Si las personas "autorizan para otros la eutanasia", cometen el grave pecado mortal del asesinato. Si las personas acceden y autorizan a que les pratiquen a ellas mismas la "eutanasia", es otro grave pecado mortal del "suicidio"...


¿Ustedes quieren saber Quién está dando el "permiso" para dar muerte y terminar la vida humana, con los maléficos procedimientos mortales del aborto o la eutanasia?


Por supuesto, que es el padre de la Mentira = Demonio o Satanás...


Estos graves pecados mortales no tienen el "permiso de Dios"...


¿Usted quisiera terminar con su vida y sin el permiso de Dios?


Está condenando su alma al Infierno... porque la "Eutanasia" es un "asesinato" y "suicidio" y un grave pecado mortal...


Menciono otro caso, que es abominable para Dios, el maltrato físico o psicológico, entre seres humanos... Cuando en las circunstancias actuales, con tantos maltratadores y abusadores que existen en la sociedad, quienes "usan máscaras de amabilidad o cortesía fingida", para ocultar sus nefastas tendencias y comportamientos psicópatas...


Se han dado muchos casos dentro de las mismas familias, niños, mujeres, hombres, adultos mayores, que están siendo perseguidos, abusados y maltratados, por sus propios familiares, o personas externas que buscan a toda costa la destrucción de sus vidas, de su calidad de hijos de Dios, y de todos sus valores y dignidad como seres humanos...


Cuando "la familia" llega a tener conocimiento de los maltratos a los que están siendo sometidos sus propios familiares... ¿Qué actitudes o comportamientos observamos?


Inexplicablemente, analizamos un ¿silencio cómplice? o un total "desprecio", y miran hacia otro lado y se hacen los "desentendidos", como si estos hechos abusivos y de maltrato que le ocurren a sus familiares "su propia sangre" en "nada, absolutamente nada, les afecta a ellos"... Igualmente, sus "silencios cómplices", podrían ser catalogados como totalmente "orquestados y delincuenciales", al apoyar a estos maltratadores y sus sucios negocios para su propio provecho personal.


¿Ustedes cómo perciben a estos seres humanos?


No es cierto, que ante los abusadores y maltratadores... ¿La mayoría de las personas de buena voluntad... levantan su voz, y protestan ante tal barbarie, y se busca la forma de ayudar y proteger a quienes están sufriendo el maltrato, el abuso y la discriminación?


Pues, en cierta medida, observamos que existen muchas personas que se hacen los "ciegos y sordos" ante hechos realmente crueles, sangrientos y de tormentos inhumanos, por los que pasan sus propios familiares...


¿El "Silencio Cómplice" será una estrategia mucho más criminal y abusiva?, con la cual se quiere apoyar al maltratador y abusador, haciendo entender al familiar perseguido y torturado, que ellos también le infringirían los mismos hechos reprobables y maléficos contra su propia persona.


Estos "cómplices" podemos llamarlos "criminales", porque se considera como "grave pecado de omisión", a quienes sabiendo que se está cometiendo un delito, o falta grave contra un ser humano indefenso por parte de un maltratador... prefieren "callar" y asumir un "comportamiento desprevenido" y nada "empático ni solidario" hacia su familiar.


¿Saben cuál es el final de la historia para estos "cómplices criminales"?


Que Dios en su absoluta Sabiduría, conoce muy bien sus corazones y voluntades, y cuando estos "cómplices criminales" se vean envueltos en sus propios problemas y dificultades, o peor aún: sientan y vivan en carne propia el "maltrato o abuso", recordarán cómo se comportaron hacia su propia familia.


También, tendrán que dar "cuentas" a Dios cuando fallezcan, por su nefasto y "criminal proceder". Por su comportamiento hostil, nada caritativo ni humanitario sino bestial... El que le hace esto a un ser humano... se lo está haciendo al mismo Dios...