sábado, 22 de octubre de 2022

Lectura del Santo Evangelio Según San Lucas 18, 9-14




9. Dijo así mismo a ciertos hombres que presumían de justos, y despreciaban a los demás, esta parábola:


10. "Dos hombres subieron al templo a orar: el uno era fariseo, y el otro publicano, o alcabalero.

 

11. El fariseo, puesto en pie, oraba en su interior de esta manera:

 

"¡Oh Dios!, yo te doy gracias de que no soy como los demás hombres, que son ladrones, injustos, adúlteros; ni tampoco como este publicano.

 

12. Ayuno dos veces a la semana; pago los diezmos de todo lo que poseo".

  

13. El publicano, al contrario, puesto allá lejos, ni aún los ojos osaba levantar al cielo; sino que se daba golpes de pecho, diciendo:




"Dios mío, ten misericordia de mí, que soy un pecador"

 

14. Os declaro, pues, que éste volvió a su casa justificado, mas no el otro; porque todo aquel que se ensalza, será humillado; y el que se humilla, será ensalzado".




Palabra de Dios,
Gloria a Ti, Señor Jesús

San Juan de Capistrano - Religioso - Predicador (Año 1456) - Fiesta Octubre 23

  



Es éste uno de los predicadores más famosos que ha tenido la Iglesia Católica.

Nació en un pueblo llamado Capistrano, en la región montañosa de Italia, en 1386. Fue un estudiante sumamente consagrado a sus deberes y llegó a ser abogado y juez, y gobernador de Perugia. Pero en una guerra contra otra ciudad cayó prisionero. Tuvo un sueño en el que vió a San Francisco que le llamaba a entrar en la orden franciscana. En la cárcel se puso a meditar y se dio cuenta de que en vez de dedicarse a conseguir dinero, honores y dignidades en el mundo, era mejor dedicarse a conseguir la santidad y la salvación en una comunidad de religiosos, y entró de franciscano.

Como era muy vanidoso y le gustaba mucho aparecer, dispuso vencer su orgullo recorriendo la ciudad cabalgando en un pobre burro, pero montado al revés, mirando hacia atrás, y con un sombrero de papel en el cual había escrito en grandes letras:


"Soy un miserable pecador"


La gente le silbó y le lanzaron piedras y basura. Así llegó hasta el convento de los franciscanos a pedir que lo recibieran de religioso.

El Padre maestro de novicios dispuso ponerle pruebas muy duras para ver si en verdad este hombre de 30 años era capaz de ser religioso humilde y sacrificado. Lo humillaba sin compasión y lo dedicaba a los oficios más cansones y humildes, pero Juan en vez de disgustarse le conservó una profunda gratitud por toda su vida, pues le supo formar un verdadero carácter, y lo preparó para enfrentarse valientemente a las dificultades de la vida. Él recordaba muy bien aquellas palabras de Jesús:


"Si el grano de trigo no cae en tierra y no muere, se queda sin producir fruto, pero si muere producirá mucho fruto" (Jn. 12,24)


A los 33 años fue ordenado de sacerdote y luego, durante 40 años recorrió toda Europa predicando con enormes éxitos espirituales. Tuvo por maestro de predicación y por guía espiritual al gran San Bernardino de Siena, y formando grupos de seis y ocho religiosos se distribuyeron primero por toda Italia, y después por los demás países de Europa predicando la conversión y la penitencia.

Juan tenía que predicar en los campos y en las plazas porque el gentío tan enorme no cabía en las iglesias.




Su presencia de predicador era impresionante. Flaco, pálido, penitente, con voz sonora y penetrante; un semblante luminoso, y unos ojos brillantes que parecían traspasar el alma, conmovía hasta a los más indiferentes. La gente lo llamaba "El padre piadoso""el santo predicador". Vibraba en la predicación de las verdades eternas. La gente al verlo y oírlo recordaba la figura austera de San Juan Bautista predicando conversión en las orillas del río Jordán. Y les repetía las palabras del Bautista:


"Raza de víboras: tienen que producir frutos de conversión. Porque ya está el hacha de la justicia divina junto a la vida de cada uno, y árbol que no produce frutos de obras buenas será cortado y echado al fuego" (Lc. 3,7)




Muchos pedían a gritos la confesión, prometiendo cambiar de vida y estallaban en llanto de arrepentimiento. Las gentes traían sus objetos de superstición y los libros de brujería y otros juegos y los quemaban en públicas hogueras en la mitad de las plazas. Muchos jóvenes al oírlo predicar se proponían irse de religiosos. En Alemania consiguió 120 jóvenes para las comunidades religiosas y en Polonia 130. Sus sermones eran de dos y tres horas, pero a los oyentes se les pasaba el tiempo sin darse cuenta. Atacaba sin miedo a los vicios y malas costumbres, y muchísimos, después de escucharle, dejaban sus malas amistades y las borracheras. Después de predicar se iba a visitar enfermos, y con sus oraciones y su bendición sacerdotal obtenía innumerables curaciones.

Juan convertía pecadores no sólo por su predicación tan elocuente y fuerte, sino por su gran espíritu de penitencia. Dormía pocas horas cada noche. Vestía siempre trajes sumamente pobres. Comía muy poco, y siempre alimentos burdos y nunca comidas finas ni especiales. Una artritis muy dolorosa lo hacía cojear y dolores muy fuertes de estómago lo hacían retorcerse, pero su rostro era siempre alegre y jovial. En su cuerpo era débil pero en su espíritu era un gigante. Después de muerto reunieron los apuntes de los estudios que hizo para preparar sus sermones y suman 17 gruesos volúmenes.

La Comunidad Franciscana lo eligió por dos veces como Vicario General, y aprovechó este altísimo cargo para tratar de reformar la vida religiosa de los franciscanos, llegando a conseguir que en toda Europa esta Orden religiosa llegara a un gran fervor.

Muchos se le oponían a sus ideas de reformar y de volver más fervorosos a los religiosos. Y lo que más lo hacía sufrir era que la oposición venía de sus mismos colegas en el apostolado. Se cumplía en él lo que dice el Salmo:


"Aquél que comía conmigo el pan en la misma mesa, se ha declarado en contra de mí"




Pero esas incomprensiones le sirvieron para no dedicarse a buscar las alabanzas de las gentes, sino las felicitaciones de Dios. Él repetía la frase de San Pablo:


"Si lo que busco es agradar a la gente, ya no seré siervo de Cristo"




Juan tenía unas dotes nada comunes para la diplomacia. Era sabio, era prudente, y medía muy bien sus juicios y sus palabras. Había sido juez y gobernador y sabía tratar muy bien a las personas. Por eso cuatro Pontífices (Martín V, Eugenio IV, Nicolás V y Calixto III) lo emplearon como embajador en muchas y muy delicadas misiones diplomáticas y con muy buenos resultados. Tres veces le ofrecieron los Sumos Pontífices nombrarlo obispo de importantes ciudades, pero prefirió seguir siendo humilde predicador, pobre y sin títulos honoríficos.

Cuarenta años llevaba Juan predicando de ciudad en ciudad y de nación en nación, con enormes frutos espirituales, cuando a la edad de 70 años lo llamó Dios a que le colaborara en la liberación de sus católicos en Hungría. Y fue de la siguiente manera:

En 1453 los turcos musulmanes se habían apoderado de Constantinopla, y se propusieron invadir a Europa para acabar con el cristianismo. Y se dirigieron a Hungría. Las noticias que llegaban de Serbia, nación invadida por los turcos, eran impresionantes. Crueldades salvajes contra los que no quisieran renegar de la fe en Cristo, y destrucción de todo lo que fuera cristiano católico. Entonces Juan se fue a Hungría y recorrió toda la nación predicando al pueblo, incitándolo a salir entusiasta en defensa de su santa religión. Las multitudes respondieron a su llamado, y pronto se formó un buen ejército de creyentes.

Los musulmanes llegaron cerca de Belgrado con 200 cañones, una gran flota de barcos de guerra por el río Danubio, y 50.000 terribles jenízaros de a caballo, armados hasta los dientes. Los jefes católicos pensaron en retirarse porque eran muy inferiores en número. Pero fue aquí cuando intervino Juan de Capistrano. El gran misionero salvó a la ciudad de Bucarest de tres modos:





  1. El primero, convenciendo al jefe católico Hunyades a que atacara la flota turca que era mucho más numerosa. Atacaron y salieron vencedores los católicos.
  2. El segundo, fue cuando ya los católicos estaban dispuestos a abandonar la fortaleza de la ciudad y salir huyendo. Entonces Juan se dedicó a animarlos, llevando en sus manos una bandera con una cruz y gritando sin cesar: Jesús, Jesús, Jesús. Los combatientes cristianos se llenaron de valor y resistieron heroicamente.
  3. Y el tercer modo, fue cuando ya Hunyades y sus generales estaban dispuestos a abandonar la ciudad, juzgando la situación insostenible, ante la tremenda desproporción entre las fuerzas católicas y las enemigas, Juan recorrió todos los batallones gritando entusiasmado: "Creyentes valientes, todos a defender nuestra santa religión". Entonces los católicos dieron el asalto final y derrotaron totalmente a los enemigos que tuvieron que abandonar aquella región.


Jamás empleó armas materiales. Sus armas eran la oración, la penitencia y la fuerza irresistible de su predicación.




Las gentes decían que aquellos cuarteles de guerreros más parecían casas de religiosos que campamentos militares, porque allí se rezaba y se vivía una vida llena de virtudes. Todos los capellanes celebraban cada día la santa misa y predicaban. Muchísimos soldados se confesaban y comulgaban. Y los militares repetían en sus batallones:


"Tenemos un capellán santo. Hay que portarse de manera digna de este gran sacerdote que nos dirige. Si nos portamos mal no vamos a conseguir victorias sino derrotas"


Y los oficiales afirmaban:


"Este padrecito tiene más autoridad sobre nuestros soldados, que el mismo jefe de la nación"


Mientras los católicos luchaban con las armas en Hungría, el Sumo Pontífice hacía rezar en todo el mundo el Ángelus (o tres Avemarías diarias) por los guerreros católicos y la Santísima Virgen consiguió de su Hijo una gran victoria. Con razón en Budapest le levantaron una gran estatua a San Juan de Capistrano, porque salvó la ciudad de caer en manos de los más crueles enemigos de nuestra santa religión.

Y sucedió que la cantidad de muertos en aquella descomunal batalla fue tan grande, que los cadáveres dispersados por los campos llenaron el aire de putrefacción y se desató una furiosa epidemia de tifo. San Juan de Capistrano había ofrecido a Dios su vida con tal de conseguir la victoria contra los enemigos del catolicismo, y Dios le aceptó su oferta. El santo se contagió de tifo, y como estaba tan débil a causa de tantos trabajos y de tantas penitencias, murió el 23 de octubre de 1456.


Gran apóstol:
alcánzanos de Dios
entusiasmo y valor
para defender siempre
nuestra amada
Religión Católica




Orad y trabajad por la nación
donde estáis viviendo, 
porque su bien será vuestro bien
(S. Biblia, Jeremías 29)


Fuente - Texto tomado de EWTN.COM:

13 Hechos fascinantes de la vida de San Juan Pablo II

   



21 de octubre de 2019 - 5:41 pm

Redacción ACI Prensa


En la víspera de la fiesta de San Juan Pablo II nuestros amigos de Churchpop.com rescataron estos 13 fascinantes hechos de la vida del gran Pontífice.


1. Casi muere de un disparo accidental a los 15 años


Un amigo le estaba mostrando un arma que creía descargada. Cuando el amigo en broma apretó el gatillo a poca distancia frente a él, el arma se disparó. Afortunadamente (o milagrosamente), la bala no lo rozó.


2. Tuvo una "novia" judía en su juventud


Su nombre era Ginka Beer y era "una belleza judía, con ojos estupendos y cabello negro azabache, delgada, una magnífica actriz". Aunque no se puede describir con precisión el vínculo entre Karol Wojtyla y Ginka, ella fue la primera y posiblemente la única con quien tuvo una relación romántica.


3. Fue actor y dramaturgo


Era miembro de una compañía de teatro y consideraba la actuación como carrera antes de descubrir su vocación al sacerdocio.


4. A los 21 años de edad ya había perdido a todos sus familiares directos


Su madre murió cuando él tenía 8 años por complicaciones en un parto, sus tres hermanos murieron durante su infancia, y su padre murió de un ataque al corazón cuando él tenía 21 años.


5. Fue atropellado por un camión nazi durante la Segunda Guerra Mundial


En febrero de 1944, mientras regresaba a casa del trabajo, fue atropellado por un camión alemán. Los oficiales alemanes se detuvieron y, al ver que estaba inconsciente y malherido, detuvieron un automóvil para usarlo como ambulancia y llevarlo al hospital. Pasó dos semanas internado. La terrible experiencia y su sorprendente recuperación le confirmaron su llamado al sacerdocio.


6. Fue arrestado por soldados nazis y escapó escondiéndose detrás de una puerta


En agosto de 1944, durante un levantamiento polaco, soldados nazis barrieron su ciudad para arrestar a todos los hombres jóvenes. Al entrar en su casa, se escondió detrás de una puerta. Los soldados registraron la casa, pero no lo encontraron y se fueron. Luego se escondió en la residencia de su arzobispo, donde permaneció hasta el final de la guerra.


7. Asistió al Concilio Vaticano II como obispo y ayudó a redactar varios documentos


Colaboró en la redacción del texto final de Dignitatis humanae, el Decreto sobre la libertad religiosa, y Gaudium et spes, la Constitución Pastoral sobre la Iglesia en el mundo actual.


8. Fue el primer Papa no italiano desde el siglo XVI


Juan Pablo II era polaco y no hemos tenido un Papa italiano desde él: Benedicto XVI es alemán, y Francisco es argentino.


9. Hablaba 9 idiomas con fluidez


Sabía polaco, latín, griego antiguo, italiano, francés, alemán, inglés, español y portugués. En su juventud estuvo familiarizado con unos 12 idiomas.


10. Visitó 129 países durante su pontificado


Esto lo convirtió en uno de los líderes mundiales que más ha viajado en la historia y le hizo ganar el sobrenombre de "Papa Peregrino".


11. Beatificó y canonizó a más personas que el resto de los Papas que lo antecedieron... juntos


Beatificó a 1.340 personas y canonizó a 483 personas. Esta cifra supera a todos los beatos y santos canonizados por todos los Papas anteriores a él en toda la historia de la Iglesia.


12. Fue héroe de un cómic de Marvel en los años '80s


No estaba solo: Santa Teresa de Calcuta y San Francisco de Asís también protagonizaron libros de historietas.


13. Es el cuarto Papa que ostenta el título de "el Grande"


Aunque el otorgamiento del título no tiene proceso oficial y es solamente por el uso popular, sólo otros tres papas en la historia han merecido tal honor: San León Magno (440 hasta 461), San Gregorio el Grande (590-604), y San Nicolás Magno (858-867).

Este post fue publicado originalmente en inglés en Churchpop.com


Fuente - Texto tomado de ACIPRENSA.COM:
https://www.aciprensa.com/noticias/13-hechos-sorprendentes-de-la-fascinante-vida-de-san-juan-pablo-ii-38684





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Fuente - Texto y foto tomadas de ES.ALETEIA.ORG: