viernes, 23 de septiembre de 2022

Virgen de la Merced - Fiesta Septiembre 24





La Virgen de la Merced o Nuestra Señora de las Mercedes es una de las advocaciones marianas de la Bienaventurada Virgen María. Se le llama también: Generala de los Ejércitos Celestiales, la Mujer Vestida de Sol y la Reina de la Paz.



Historia del Culto


La Santísima Virgen se le apareció a San Pedro Nolasco el 1 de agosto de 1218, dándose a conocer como La Merced, que lo exhortaba a fundar una orden religiosa, con el fin principal de auxiliar y redimir a aquellos cristianos cautivos, que eran llevados a sitios lejanos. En ese momento, la península ibérica estaba dominada por los musulmanes, y los piratas sarracenos asolaban las costas del Mediterráneo, haciendo miles de cautivos a quienes llevaban al norte de África.

San Pedro Nolasco, inspirado por la Santísima Virgen, funda una orden dedicada a la merced (que significa obras de misericordia). Su misión era la misericordia para con los cristianos cautivos en manos de los musulmanes. La creación de la Celeste, Real y Militar Orden de la Merced, fue fundada en la Catedral de Barcelona con el apoyo del rey Jaime I, el Conquistador y el consejo de San Raimundo de Peñafort. Muchos de los miembros de la orden canjeaban sus vidas por la de presos y esclavos.

San Pedro Nolasco y sus frailes muy devotos de la Virgen María, la tomaron como patrona y guía. Su espiritualidad es fundamentada en Jesús el liberador de la humanidad y en la Santísima Virgen, la Madre liberadora e ideal de la persona libre. Los mercedarios querían ser caballeros de la Virgen María al servicio de su obra redentora. Por eso la honran como Madre de la Merced o Virgen Redentora.

El Padre Gaver, en 1400, relata cómo La Virgen llama a Pedro Nolasco y le revela su deseo de ser liberadora a través de una orden dedicada a la liberación.

Nolasco le pide ayuda a Dios y, en signo de la misericordia divina, le responde la Virgen María diciéndole que funde una orden liberadora.




  • Nolasco: "¿Quién eres Tú, que a mí, un indigno siervo, pides que realice obra tan difícil, de tan gran caridad, que es grata a Dios y meritoria para mi?"
  • María: "Yo soy María, Aquella en cuyo vientre asumió la carne el Hijo de Dios, tomándola de mi sangre purísima, para reconciliación del género humano. Soy Aquella a la que dijo Simeón, cuando ofrecí mi Hijo en el Templo: Mira que Éste ha sido puesto para ruina y resurrección de muchos en Israel; ha sido puesto como signo de contradicción, y a ti misma una espada vendrá a atravesarte por el alma".
  • Nolasco: "¡Oh Virgen María, Madre de Gracia, Madre de Misericordia!  ¿Quién podrá creer (que Tú me mandas)?"
  • María: "No dudes en nada, porque es voluntad de Dios que se funde una orden de ese tipo en honor mío; será una orden cuyos hermanos y profesos, a imitación de mi Hijo Jesucristo, estarán puestos para ruina y redención de muchos en Israel (es decir, entre los cristianos) y serán signo de contradicción para muchos"


Desde el año 1259, los padres Mercedarios empiezan a difundir la devoción a Nuestra Señora de La Merced (o de Las Mercedes), la cual se extiende por el mundo.

En 1272, tras la muerte del fundador, los frailes toman oficialmente el nombre de la Orden de Santa María de la Merced, de la redención de los cautivos, pero son más conocidos como mercedarios. El Padre Antonio Quexal en 1406, siendo general de la Merced, dice:


"María es fundamento y cabeza de nuestra orden"


Esta comunidad religiosa se ha dedicado por siglos a ayudar a los prisioneros y ha tenido mártires y santos. Sus religiosos rescataron muchísimos cautivos que estaban presos en manos de los feroces sarracenos. Se calcula que fueron alrededor de trescientos mil los redimidos por los frailes mercedarios del cautiverio de los musulmanes.

Unos tres mil son los religiosos que se consideran mártires por morir en cumplimiento de su voto. Fundada en 1218, se tienen testimonios de este nombre desde mediados del siglo XIII. En las primeras Constituciones de la Orden, en 1272, la Orden recibe ya el título de "Orden de la Virgen de la Merced de la Redención de los cristianos cautivos de Santa Eulalia de Barcelona".

En el año 1265 aparecieron las primeras monjas de la Merced, iniciadas por la santa María de Cervellón. Los seguidores de la Orden de la Merced estuvieron entre los primeros misioneros de América. En la Isla de La Española o República Dominicana, por ejemplo, misionó Fray Gabriel Téllez, conocido como Tirso de Molina.


Devoción


La devoción a la Virgen de la Merced se difundió muy pronto por Cataluña y por toda España, por Francia y por Italia, a partir del siglo XIII con la labor de redención de estos religiosos y sus cofrades. Con la Evangelización de América, en la que la Orden de la Merced participó desde sus mismos inicios, la devoción se extendió y arraigó profundamente en todo el territorio americano. Perú es actualmente el país de toda América que reúne a la mayor cantidad de fieles que cada 24 de septiembre celebra esta fiesta en honor a la Bienaventurada Virgen María. Y en Potosí (Bolivia), se celebra una solemne y lúcida fiesta en su honor, organizada por la Archicofradía de Nuestra Señora de la Merced, institución fundada en 1730 y que llegó a cobijar en el siglo XVIII a 10.000 cofrades.


Iconografía




La iconografía usada para representar a esta Virgen de la Merced, es aquella cuya vestimenta es su manto (a partir del siglo XVI, con el hábito de la Orden de la Merced), mientras ora o cobija bajo él a un grupo de presos cautivos, pero también a santos, o personas de todas las clases sociales.


La Virgen de la Merced,
La Fundadora




El título mariano de la Merced tiene su origen en Barcelona (España), cuando muchos eran cautivos de los moros y en su desesperación y abandono estaban en peligro de perder la fe. La Virgen de La Merced, manifiesta su misericordia para atenderlos y liberarlos. La talla de la imagen de la Merced venerada en la basílica de la Merced de Barcelona es del siglo XIV, de estilo sedente, como las románicas. De aspecto imponente por su talla extraordinaria e impresionante. En el año 1696, el Papa Inocencio XII extendió la fiesta de la Virgen de la Merced a toda la Iglesia el 24 de septiembre. 


Actualidad del Carisma


El carisma mercedario de liberar a los cautivos sigue siendo tan necesario como siempre. María ofreció todo su ser para que viva el Hijo de Dios Encarnado. En el cántico del Magníficat (Lc 1, 46), María expresa la liberación de Dios. El Papa Juan Pablo II dijo que "María es la imagen más perfecta de la libertad y de la liberación de la humanidad". La Virgen continúa velando por sus hijos cautivos de Satanás (LG. 62) y nos pide nuestra cooperación. Nosotros debemos dar nuestra vida para que su Hijo viva en nosotros y así pueda liberar a nuestros hermanos. Ella nos enseñará cómo hacerlo.


Dios Padre de Misericordia,
María Madre de Misericordia




Dios es Padre de Misericordia, María es Madre de Misericordia. Ella refleja la misericordia de Dios, sufriéndolo todo por sus hijos. Los cristianos debemos también reflejar la misericordia de Dios sufriéndolo todo por amor. "Mirad la hondura o cavidad del lago de donde habéis sido tomados, las entrañas de la Madre de Dios". 


Las obras de misericordia que la Virgen pidió incluyen la visita, el acompañamiento y la ayuda a los que salen de la cárcel.


Una congregación laical


Así fue en los primeros tiempos. Su primera ubicación fue el hospital de Santa Eulalia, junto al palacio real en Barcelona. Allí recogían a indigentes y a cautivos que regresaban de tierras de moros y no tenían dónde ir. Seguían la labor que ya antes hacían de crear conciencia sobre los cautivos y recaudar dinero para liberarlos. Salían cada año en expediciones redentoras. San Pedro continuó sus viajes personalmente en busca de esclavos cristianos. En Argelia (África), lo hicieron prisionero pero logró conseguir su libertad. Aprovechando sus dones de comerciante, organizó con éxito por muchas ciudades colectas para los esclavos. 


Cuarto Voto


Además de los tres votos de la vida religiosa: pobreza, castidad y obediencia, hacían un cuarto voto: dedicar su vida a liberar esclavos. Se comprometían a quedarse en lugar de algún cautivo que estuviese en peligro de perder la fe, cuando el dinero no alcanzara a pagar su redención. Así lo hizo San Pedro Ermengol, un noble que entró en la orden tras una juventud disoluta. Este cuarto voto distinguió a la nueva comunidad de mercedarios. El Papa Gregorio IX aprobó la comunidad y San Pedro Nolasco fue nombrado Superior General. El rey Jaime decía que la conquista de Valencia, se debía a las oraciones de Pedro Nolasco. Cada triunfo que obtenía lo atribuía a sus oraciones. 


Descansa ya, siervo bueno y fiel


Pedro Nolasco, a los 77 años, pronunció el Salmo 76:

 

"Tú, oh Dios, haciendo maravillas, mostraste tu poder a los pueblos y con tu brazo has rescatado a los que estaban cautivos y esclavizados"


Y se durmió en el regazo de la Virgen. Su intercesión logró muchos milagros y fue canonizado en 1628. 

En el año 1696, el papa Inocencio XII extendió la fiesta de la Virgen de la Merced a toda la Iglesia, y fijó su fecha el 24 de septiembre.


Oración a la Virgen de la Merced




María, Merced de Dios,
regalo de Cristo a los hombres.
La Trinidad Santa te envió a Barcelona,
Mensajera de libertad y misericordia,
para, por medio de Pedro Nolasco,
mostrarte Corredentora,
Mediadora, Madre de todos,
ternura de Dios para los pobres.

Madre de la Merced,
enséñanos a valorar
nuestra fe cristiana,
haznos capaces de amar
con caridad mercedaria,
conviértenos en portadores de paz.

Que tus besos derritan
la violencia que nos envuelve,
hasta que recuperemos,
en tu regazo materno,
la ilusión de familia,
transformado el mundo en un hogar.

Bendice esta ciudad tuya,
que te proclama
Patrona y Princesa,
y gusta, enamorada,
de llamarte Madre.


Fuente - Texto tomado de OBLATOS.COM:
http://www.oblatos.com/dematovelle/index.php?option=com_content&view=article&id=973:la-virgen-de-la-merced-&catid=124:legion-de-maria&Itemid=115

Fuente - Texto tomado de ACIPRENSA.COM:

Exorcismos - Padre Gabriele Amorth



El Padre Gabriele Amorth
nos da una clase de
demonología y exorcismo:


Exorcismos I
(Ritual - Efectos - Oración de Liberación - Satanistas - Hechizo)


 


Exorcismos II
(Posesión - Vejación - Obsesión e Infestación)





Milagro del Padre Pío: Jean Derobert fue fusilado pero regresó a la vida y explica lo que vio en el Cielo

 



Jean Derobert fue sacerdote e hijo espiritual del santo.

Fue fusilado pero un milagro del Padre Pío le devolvió a la vida: explica lo que vio en el Cielo.

El testimonio acreditado sobre el milagro de Jean Derobert se aportó con vistas a la canonización del padre Pío.


ReL / 2 de Agosto de 2017


Patrick Theillier, médico responsable del Departamento de Constataciones Médicas del Santuario de Lourdes de 1998 a 2009, publica en Experiencias cercanas a la muerte (Palabra), una carta escrita por el sacerdote francés Jean Derobert, donde habla de su experiencia cercana a la muerte tras el fusilamiento que sufrió durante la guerra de Argelia en 1958, y el milagro sucedido después mediante la intercesión del padre Pío.

Se trata del testimonio acreditado que el sacerdote aportó con vistas a la canonización del padre Pío y que se reproduce íntegro a continuación.




Querido padre:

Me habéis solicitado un resumen por escrito de la evidente protección de la que fui objeto en agosto de 1958, durante la guerra de Argelia.

En aquel momento formaba parte de los servicios sanitarios del ejército. Había observado que, en los momentos importantes de mi vida, el padre Pío, que me había tomado como su hijo espiritual desde 1955, me hacía llegar una carta en la que me prometía su oración y apoyo. Lo hizo antes de mi examen en la Universidad Gregoriana de Roma, y lo volvió a hacer en el momento en que tuve que unirme a los combatientes de Argelia.


El momento del fusilamiento


Cuerpos de fusilados durante la guerra de Argelia


Una noche, un comando del FLN (Frente de Liberación Nacional argelino) atacó nuestro pueblo y rápidamente fui arrestado. Me llevaron a una puerta junto a otros cinco militares y allí nos fusilaron. Recuerdo que no pensé ni en mi padre ni en mi madre, a pesar de ser hijo único, sino que sólo experimenté una gran alegría puesto que “me disponía a ver lo que hay al otro lado”. Aquella misma mañana había recibido una carta del padre Pío con dos líneas manuscritas que decían: “La vida es una lucha, pero conduce a la luz” (subrayado dos o tres veces).

Inmediatamente experimenté la descorporeización. Vi mi cuerpo a mi lado, que yacía, cubierto de sangre, entre mis camaradas asesinados. Y empecé una curiosa ascensión por una especie de túnel.

De la nube que me rodeaba surgían rostros conocidos y desconocidos. Al principio aquellos rostros eran sombras; se trataban de personas poco recomendables, pecadores poco virtuosos. A medida que ascendía, los rostros con los que me encontraba eran cada vez menos luminosos.

Me sorprendía el hecho de poder caminar. Me dije que estaba fuera del tiempo y que por tanto había resucitado. Me sorprendía poder ver todo lo que me rodeaba sin tener que mover la cabeza. Me sorprendía sentir el dolor de las heridas producidas por las balas de los fusiles. Y comprendí que habían penetrado en mi cuerpo tan deprisa que no pude sentirlas.

De pronto, mis pensamientos se dirigieron a mis padres. Inmediatamente me encontré en mi casa, en Annecy, en la habitación de mis padres, a los que contemplé mientras dormían. Intenté hablarles, pero sin éxito. Recorrí el apartamento y advertí que un mueble había sido cambiado de sitio. Unos días después escribí a mi madre y le pregunté por qué había cambiado aquel mueble. Ella me contestó por carta: “¿Cómo lo sabes?”.

Pensé en el Papa Pío XII, al que conocía bien (estudié en Roma) y, de pronto, me encontré en su habitación. Acababa de acostarse. Hablamos intercambiando pensamientos, pues era un hombre muy espiritual. Continué mi ascensión hasta que me encontré en medio de un paisaje maravilloso, envuelto en una luz dulce y azulada. Sin embargo, no había sol, "porque el Señor los alumbrará”, como dice el Apocalipsis.

Vi a miles de personas, todas de unos treinta años, pero me encontré con algunas a las que había conocido cuando estaban vivas. Una había muerto con ochenta años y parecía tener treinta, otra había muerto con dos años y todas tenían la misma edad.

Dejé aquel “paraíso” repleto de flores extraordinarias y desconocidas en la tierra. Y ascendí aún más. Allí perdí mi naturaleza humana y me convertí en una “gota de luz”.




Vi a muchas otras “gotas de luz” y supe que una era San Pedro, otra Pablo, otra Juan, o un apóstol, o un santo.

Después vi a María, maravillosamente bella con su manto de luz, que me recibió con una sonrisa indecible. Detrás de ella estaba Jesús, maravillosamente bello, y detrás, una zona de luz que supe que era el Padre, y en la que me sumergí.

Allí sentí la satisfacción total de todos mis deseos. Conocí la dicha perfecta.


De vuelta a la vida




Y bruscamente me encontré en la tierra, con el rostro en el polvo, entre los cuerpos cubiertos de sangre de mis camaradas.

Advertí que la puerta ante la que me encontraba estaba acribillada de balas, las balas que me habían atravesado el cuerpo, que mis ropas estaban agujereadas y cubiertas de sangre, que mi pecho y mi espalda estaban manchados de sangre prácticamente seca y ligeramente viscosa. Pero que estaba intacto. Fui a ver al comandante con aquella pinta. Él se acercó a mí y gritó: “¡Milagro!”.

Sin duda, esta experiencia me marcó mucho. Más tarde, cuando, liberado del ejército, fui a visitar al padre Pío, éste me divisó desde lejos en la sala de San Francisco. Me hizo un gesto para que me acercara y me ofreció, como siempre, una pequeña muestra de cariño.

A continuación me dijo estas sencillas palabras:


“¡Ay! ¡Cuánto me has hecho pasar! ¡Pero lo que viste fue muy bello!”. 


Y ahí se acabó su explicación.

Ahora puede entenderse por qué no tengo miedo a la muerte… Porque sé lo que hay al otro lado.


[Jean Derobert fue hijo espiritual del padre Pío. Falleció en el año 2013 y escribió un libro sobre la vida de este santo titulado Padre Pío, transparente de Dios. El padre Pío fue canonizado en 2002 por el Papa Juan Pablo II con el nombre de San Pío de Pietrelcina].


Fuente - Texto tomado de RELIGIONENLIBERTAD.COM:




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