lunes, 30 de mayo de 2022

Visitación de la Santísima Virgen María a su prima Santa Isabel - Fiesta Mayo 31 de 2022



Lectura del Santo Evangelio
Según San Lucas 1, 39-56


39. Por aquellos días partió María, y se fue apresuradamente a las montañas de Judea a una ciudad de la tribu de Judá.

40. Y habiendo entrado en la casa de Zacarías, saludó a Elisabet.

41. Lo mismo fue oír Elisabet la salutación de María, que la criatura, o el niño Juan, dio saltos de placer en su vientre, y Elisabet se sintió llena del Espíritu Santo.




42. Y exclamando en alta voz, dijo a María:


"¡Bendita tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre!

43. Y ¿de dónde a mí tanto bien que venga la Madre de mi Señor a visitarme?

44. Pues lo mismo fue penetrar la voz de tu salutación en mis oídos, que dar saltos de júbilo la criatura en mi vientre.

45. ¡Oh bienaventurada tú que has creído! Porque se cumplirán sin falta las cosas que se te han dicho de parte del Señor".


46. Entonces María dijo:




"Mi alma glorifica al Señor.

47. Y mi espíritu está transportado de gozo en el Dios salvador mío.

 

48. Porque ha puesto los ojos en la bajeza de su esclava; por tanto ya desde ahora me llamarán bienaventurada todas las generaciones.

49. Porque ha hecho en mí cosas grandes Aquel que es Todopoderoso, cuyo nombre es Santo.

50. Y cuya misericordia se derrama de generación en generación sobre los que le temen.

51. Hizo alarde del poder de su brazo; deshizo las miras del corazón de los soberbios.

52. Derribó del solio a los poderosos, y ensalzó a los humildes.

53. Colmó de bienes a los hambrientos, y a los ricos los despidió sin nada.

54. Acordándose de su misericordia, acogió a Israel su siervo.

55. Según la promesa que hizo a nuestros padres, a Abrahán y a su descendencia por los siglos de los siglos".


56. Y detúvose María con Elisabet cosa de tres meses, y después se volvió a su casa.

Palabra de Dios
Gloria a Ti, Señor Jesús




Asumiendo que la Anunciación y la Encarnación tuvieron lugar hacia el equinoccio de verano, María salió de Nazaret a finales de marzo y cruzó los montes de Hebrón, al sur de Jerusalén, para cuidar de su prima Isabel, puesto que su presencia y sobre todo la presencia del Niño Dios en su vientre, de acuerdo con la voluntad de Dios, iba a ser el origen de gracias muy importantes para San Juan, el precursor de Cristo.

El acontecimiento se narra en Lucas 1, 39-56. Sintiendo la presencia del Divino Salvador, Juan, a la llegada de María, saltó en el seno de su madre; entonces fue lavado del pecado original y recibió la gracia de Dios. Ahora por primera vez, Nuestra Señora cumplió la labor que correspondía a la Madre de Dios hecho hombre: que Él nos santificaría y glorificaría a través de Ella.


Fiesta Litúrgica




Luego que María Santísima oyó del Ángel Gabriel que su prima Isabel también esperaba un hijo, sintióse iluminada por el Espíritu Santo y comprendió que debería ir a visitar a aquella familia y ayudarles y llevarles las gracias y bendiciones del Hijo de Dios que se había encarnado en Ella. San Ambrosio anota que fue María la que se adelantó a saludar a Isabel, puesto que es la Virgen María la que siempre se adelanta a dar demostraciones de cariño a quienes ama.

Por medio de la visita de María llevó Jesús a aquel hogar muchos favores y gracias: el Espíritu Santo a Isabel, la alegría a Juan, el don de Profecía, etc., los cuales constituyen los primeros favores que nosotros conocemos que haya hecho en la tierra el Hijo de Dios encarnado.

San Bernardo señala aquí que desde entonces María quedó constituida como un "Canal inmenso" por medio del cual la bondad de Dios envía hacia nosotros las cantidades más admirables de gracias, favores y bendiciones.

Además, nuestra Madre María recibió el mensaje más importante que Dios ha enviado a la tierra: el de la Encarnación del Redentor en el mundo, y enseguida se fue a prestar servicios humildes a su prima Isabel. No fue como reina y señora sino como sierva humilde y fraterna, siempre dispuesta a atender a todos que la necesitan.




Este fue el primero de los numerosos viajes de María a ayudar a los demás. Hasta el final de la vida en el mundo. Ella estará siempre viajando para prestar auxilios a quienes lo estén necesitando. También fue la primera marcha misionera de María, ya que ella fue a llevar a Jesús a que bendijera a otros, obra de amor que sigue realizando a cada día y cada hora. Finalmente, Jesús empleó a su Madre para santificar a Juan Bautista y ahora Ella sigue siendo el medio por el cual Jesús nos santifica a cada uno de nosotros que somos también hijos de Su Santa Madre.


MAGNIFICAT




Proclama mi alma
la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu
en Dios mi Salvador,
porque ha mirado
la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán
todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho
obras grandes por mí.
Su Nombre es Santo
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

Él hace proezas con su brazo,
dispersa a los soberbios de corazón.
Derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes.
A los hambrientos
los colma de bienes
y a los ricos despide vacíos.

Auxilia a Israel su siervo,
acordándose de su santa alianza
según lo había prometido
a nuestros padres
en favor de Abrahám
y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre
y al Hijo
y al Espíritu Santo,
como era en el principio
ahora y siempre
por los siglos de los siglos.
Amén.


Fuente - Texto tomado de EC.ACIPRENSA.COM:
http://ec.aciprensa.com/wiki/Visitaci%C3%B3n_de_la_Sant%C3%ADsima_Virgen_Mar%C3%ADa

Fuente - Texto tomado de ES.CATHOLIC.NET:
http://es.catholic.net/santoral/articulo.php?id=9680

Fuente - Texto tomado de EWTN:
http://www.ewtn.com/spanish/prayers/magnificat.htm

Novena en Honor del Espíritu Santo - Día Quinto - Mayo 31 de 2022

¡Luz Inmortal!
¡Divina Luz!
¡Visita estos corazones tuyos
y llena nuestro más íntimo ser!


El don de Conocimiento




El don del Conocimiento permite al alma darle a las cosas creadas su verdadero valor en su relación con Dios. El conocimiento desenmascara la simulación de las creaturas, revela su vacuidad y hace notar sus verdaderos propósitos como instrumentos al servicio de Dios. Nos muestra el cuidado amoroso de Dios aún en la adversidad, y nos lleva a glorificarlo en cada circunstancia de la vida. Guiados por su Luz damos prioridad a las cosas que deben tenerla y apreciamos la amistad de Dios por encima de todo. "El conocimiento es fuente de vida para aquel que lo posee" (Prov 16,22).


Padrenuestro y Avemaría: 1 vez.
Gloria: 7 veces.
Acto de Consagración.
Oración por los 7 dones.



Acto de Consagración
al Espíritu Santo
(Se reza diariamente durante la novena)




De rodillas frente a la gran multitud de testigos celestiales me ofrezco, en alma y cuerpo, a Ti, Eterno Espíritu de Dios. Adoro la brillantez de tu Pureza, la inequívoca precisión de tu Justicia, y el poder de tu Amor. Tú eres la Fuerza y la Luz de mi alma. En Ti yo vivo, me muevo y soy. Deseo no contristarte nunca por la infidelidad a la gracia, y ruego con todo mi corazón apartarme del mínimo pecado contra Ti. Misericordiosamente cuida de mi íntimo pensamiento y concédeme que pueda siempre observar tu Luz, escuchar tu Voz, y seguir las inspiraciones de tu gracia. Yo me aferro a Ti y me entrego a Ti y te pido, por tu Compasión, que me cuides en mi debilidad. Sosteniendo los pies traspasados de Jesús y viendo sus Cinco Llagas, y confiando en su Preciosa Sangre y adorando su Costado y su Corazón Abierto, te imploro, Adorable Espíritu, Ayuda de mi enfermedad, mantenme en tu gracia, que nunca peque contra Ti. ¡Dame la gracia, Oh Espíritu Santo, Espíritu del Padre y del Hijo, de decirte siempre que sí en todo tiempo y lugar. "¡Habla, Señor, que tu siervo escucha!"

Amén


Oración por los
Siete Dones del Espíritu Santo
(Se reza diariamente durante la novena)




Oh, Señor Jesucristo, que antes de ascender al cielo prometiste enviar al Espíritu Santo para completar tu obra en las almas de tus Apóstoles y discípulos, dígnate concederme el mismo Espíritu Santo para que Él perfeccione en mi alma la obra de tu gracia y de tu amor. Concédeme el Espíritu de Sabiduría para que pueda despreciar las cosas perecederas de este mundo y aspirar sólo a las cosas que son eternas. El Espíritu de Entendimiento para iluminar mi mente con la luz de tu divina verdad. El Espíritu de Consejo para que pueda siempre elegir el camino más seguro para agradar a Dios y ganar el Cielo. El Espíritu de Fortaleza para que pueda llevar mi cruz contigo y sobrellevar con coraje todos los obstáculos que se opongan a mi salvación. El Espíritu de Conocimiento para que pueda conocer a Dios y conocerme a mí mismo y crecer en la perfección de la ciencia de los santos. El Espíritu de Piedad para que pueda encontrar el servicio a Dios dulce y amable. Y el Espíritu de Temor de Dios para que pueda ser lleno de reverencia amorosa hacia Dios y que tema en cualquier modo disgustarlo. Márcame, amado Señor, con la señal de tus verdaderos discípulos y anímame en todas las cosas con tu Espíritu.

Amén


Oraciones
para empezar todos los días


¡Dios mío! Dios de amor y de verdad. Autor de la santificación de nuestras almas, postrado humildemente ante vuestra soberana Majestad, detesto en la amargura de mi corazón todos mis pecados, como ofensas hechas a Vos, digno de ser amado sobre todas las cosas.  ¡Oh bondad infinita! ¡Quién jamás os hubiera ofendido! Perdonadme, Señor, Dios de gracia y de misericordia, perdonadme mis continuas infidelidades; el no haber tenido valor para ejecutar cosa alguna buena, después que tantas veces vuestra misericordia y gracia me han solicitado, reprendido, amenazado e inspirado amorosamente. Me pesa, me arrepiento de la ingrata correspondencia e indigna ceguedad con que he resistido incesantemente a vuestros dulces y divinos llamamientos. Mas propongo firmemente con vuestro auxilio de no ser ya rebelde a Vos, de seguir en adelante vuestras tiernas inspiraciones con suma docilidad. A este fin, alumbrad, oh fuente de luz, mi entendimiento, fortaleced mi voluntad, purificad mi corazón, arreglad todos mis pensamientos, deseos y afectos, y hacedme digno de gustar los frutos bienaventurados que vuestros dones producen en las almas que os poseen. Concededme las gracias que os pido en esta Novena, si han de ser para mayor gloria vuestra, y para que yo os vea, ame y alabe sin fin en vuestra gloria.

Amén


INVOCACIÓN AL ESPÍRITU SANTO





Ven a nuestras almas
¡Oh Espíritu Santo!
y del cielo envía
de tu luz un rayo.

Ven, padre de pobres,
ven, de dones franco,
ven, de corazones
lúcido reparo.

Ven, consolador,
dulce y soberano,
huésped de las almas,
suave regalo.

En los contratiempos
descanso al trabajo,
templanza en lo ardiente
consuelo en el llanto.

Santísima luz de
todo cristiano,
lo íntimo del pecho,
llena de amor casto.

En el hombre nada
se halla sin tu amparo,
y nada haber puede
sin Ti, puro y santo.

Con tus aguas puras
lava lo manchado,
riega lo que es seco
pon lo enfermo sano.

Al corazón duro
doblegue tu mano,
y ablande las almas
que manchó el pecado.

Vuelve al buen camino
al extraviado,
y al helado enciende
en tu fuego santo.

Concede a tus fieles
en Ti confiados
de tus altos dones
sacro setenario.

Aumento en virtudes
haz que merezcamos,
del eterno gozo
el feliz descanso.

Amén


A continuación rezar
la oración del día que corresponda:


Oración


Ven, Oh Bendito Espíritu de Conocimiento, y concédeme que pueda percibir la voluntad del Padre; muéstrame la nulidad de las cosas de la tierra, que tenga idea de su vanidad y las use sólo para tu gloria y mi propia salvación, siempre por encima de ellas mirándote a Ti y tus premios eternos.

Amén.


ORACIONES FINALES
PARA TODOS LOS DÍAS
(Excepto el último día)


HIMNO AL ESPÍRITU SANTO




¡Ven, Oh Criador Espíritu!
nuestras almas visitad,
los pechos, que Vos criasteis,
llene gracia celestial.

Pues sois Paráclito Espíritu,
Don del Padre celestial,
fuente viva, sacro fuego,
unción santa, espiritual.

En tus dones setiformes,
tu promesa paternal,
dedo eterno de Dios Padre
nuestras lenguas inflamad.

Ilustrad nuestros sentidos,
el corazón inflamad,
nuestros cuerpos, que son flacos,
con vuestra virtud armad.

Apartad los enemigos,
danos la divina paz
y siendo Vos nuestra guía
huyamos toda maldad.

Por Vos al Padre y al Hijo,
en esta vida mortal
conozcamos, y creamos
siempre tu Divinidad.

A Dios PADRE sea gloria,
al HIJO gloria inmortal
y al Espíritu PARÁCLITO
por toda la Eternidad.

Amén


ORACIÓN


¡Oh Espíritu Santo! Divinísimo consolador de mi alma, fuego, luz y celestial ardor de los corazones humanos, si es para gloria de vuestra Majestad que yo consiga lo que deseo y pido en este día, dignáos concedérmelo benignamente; y sino dirigid mi petición, dándome las gracias que ha de ser para vuestra mayor gloria y bien de la salvación de mi alma.

Amén


Ahora cada uno se recogerá interiormente y pedirá la gracia que más necesite...

Hecha la petición, se concluirá todos los días con antífona, verso, respuesta y oración siguientes:


ANTÍFONA


No os dejaré huérfanos, aleluya; voy y vengo a vosotros, aleluya; y se alegrará vuestro corazón, aleluya, aleluya.

V. Enviad, Señor, vuestro Santo Espíritu, y serán creados.

R. Y renovaréis la faz de la tierra.


ORACIÓN


Oh Dios, que habéis instruido los corazones de los fieles con la ilustración del Espíritu Santo, dadnos el sentir rectamente con este mismo Espíritu, y gozar siempre de su consolación. Por Jesucristo Señor nuestro, tu Hijo, que vive contigo y reina en la unidad del mismo Espíritu Santo, Dios por todos los siglos de los siglos.

Amén


Fuente - Apologética Siloé - Traducción de EWTN:
Fuente:  Devocionario Católico
http://www.devocionario.com/espiritu/novena_1.html

Santa Juana de Arco - el detalle que se escapó

  



Hace casi seiscientos años fue juzgada por un poder extranjero en su propia patria.


Por: Gonzalo Abadie | Fuente: Religión en Libertad


Fue juzgada por un poder extranjero en su propia patria, hace casi seiscientos años. Inglaterra decidió que no debía quedar el menor vestigio de su cuerpo, y que aún su memoria fuera destruida. Por eso, una vez que la muchacha cayó cautiva en sus manos, los ingleses desistieron de ejecutarla de inmediato, porque —pensaban—, eso podía volverse como un búmeran en su contra, pues no haría sino catapultarla a las alturas y ensalzar su fama de heroína a las glorias del martirio.

En su lugar, y a pesar del miedo que les producía la posibilidad de que la legendaria prisionera se les pudiese escapar, prefirieron simular un proceso inquisitorial en el que su condena estuviera asegurada antes de comenzar el juicio, y al cabo del cual Juana de Arco fuera desenmascarada como hereje mentirosa digna del suplicio. Una bruja, una hechicera, una embaucadora que había engañado a los franceses pretextando escuchar voces procedentes del Cielo, cuando en realidad —a esta conclusión debían arribar— no se había tratado sino de influencias demoníacas.

En realidad, el asunto religioso en sí les importaba un rábano. Inglaterra necesitaba matar a Juana para saciar su deseo de venganza por una parte, y por otra, por motivos políticos. El odio contra ella era tremendo, pues aquella jovencita los había desairado dejándolos en ridículo con tan solo 17 años. Una aldeana analfabeta que en su vida había salido de su pueblito de apenas cuarenta casas, se había convertido de la noche a la mañana en jefa del ejército francés. Ni siquiera una mujer. Apenas una jovencita vestida como varón que se movía a sus anchas por el campo de batalla montada en su caballo blanco, portando un gran estandarte, venerada por capitanes y soldados, obedecida por todos, audaz y resuelta, distinguida por un singular genio militar que dejaba patitiesos a los experimentados jefes franceses cada vez que daba a conocer su estrategia, la cual resultaba desconcertante por la osadía o extrema peligrosidad que representaba.

Como sucedió en Orléans, cuando los jefes franceses, perplejos al escuchar el plan de la recién llegada, resistieron sus órdenes por lo descabelladas que les resultaban, y recibieron una terminante respuesta, tal como era su estilo de pocas palabras, pero palabras de acero:


«Ustedes han tenido su consejo, yo tengo el mío; y crean que el consejo de mi Señor se cumplirá y triunfará y que el vuestro fracasará»


Eran momentos dramáticos, pues, tras la ciudad, caería el reino de Francia, que se encontraba sin rey, y postrado, derrotado militar, política y moralmente. Venía arrastrando una larga y penosa contienda —la Guerra de los Cien Años—, machacados una y otra vez por Inglaterra, que pretendía apoderarse de la corona francesa que reclamaba para sí, y que creía ya tener casi en su puño. Por si fuera poco, los franceses se habían enfrascado en una guerra civil, y alguna región, como la de los borgoñones, había hecho alianza con los ingleses. Cansados de tanta lucha, de perder tanto y durante tanto tiempo, malquistados unos con otros, habían bajado la cabeza, y habían aceptado el yugo del ejército invasor. El caos político auspiciaba el pillaje y favorecía la suerte de los bandidos. París estaba con los ingleses, y la famosa Universidad de la Sorbona se había involucrado hasta los tuétanos en el Tratado de Troyes, pocos años antes, por el que se había declarado heredero del trono de Francia al rey inglés y a sus sucesores.

De este modo, el destino del errante, debilitado y cobardón delfín (así se llama al príncipe heredero francés) se presentaba más que negro. Para poder despejarles todavía más el camino a los ingleses, su propia madre lo tachó de bastardo, y de esta manera, lo dejaba fuera de toda aspiración a convertirse en rey de los franceses. Reducido casi a la nada, zangoloteado por tantas calamidades, el delfín (futuro Carlos VII) deambulaba de aquí para allá con la breve esperanza de diferir al menos el golpe fatal, moviéndose sigiloso de un punto a otro para no caer en la ratonera, mortificado por la duda de si gozaba siquiera de los derechos legítimos sobre la corona. No solo no tenía certezas de adónde ir, sino, tampoco, de dónde venía. El que creía su padre había muerto desquiciado por la locura; la que creía su madre lo traicionaba.

Sólo Orléans, que desde hacía siete meses libraba solitaria una resistencia feroz y desesperada, mantenía la llama encendida de quienes aún aguardaban la milagrosa liberación del reino. Fue en esta hora precisa y sonada que se cruzó en el camino del delfín una campesina que decía estar asistida por la voz de Dios que le ordenaba liberar a Francia y coronar como rey al desanimado delfín. Y este detalle trastornará el plan que los enemigos de Francia —Inglaterra, la Sorbona y los borgoñones— creían ya consumado. Y estos mismos enemigos la llevarán a la hoguera. No solo para perder su cuerpo, sino también su crédito. Pues desopinar a Juana era quitarse de encima a Carlos VII, cuyo acceso al trono se fundaba en la voluntad de Dios, quien, contrariando la calumnia materna, defendía la legitimidad del delfín.

Fuente - Texto tomado de ES.CATHOLIC.NET:

Santa Juana de Arco - Virgen y Mártir (Año 1431) - Patrona de Francia - Fiesta Mayo 30

 



Historia


De todas las historias de los santos, la de Santa Juana de Arco es sin duda la más extraordinaria e increíble: una joven, campesina y sin estudios, a la cabeza de un ejército derrota a un aguerrido ejército, derriba fortalezas, corona a un rey y termina en la hoguera. Y todo en cuestión de dos años. Un acontecimiento unido a la historia de toda una Nación, coloreada con fuertes tintes patrióticos y místicos.

Esta santa a los 17 años llegó a ser heroína nacional y mártir de la religión. Juana de Arco nació en el año 1412 en Donrémy, Francia. Juana creció en el campo y nunca aprendió a leer ni a escribir. Pero su madre que era muy piadosa le infundió una gran confianza en el Padre Celestial y una tierna devoción hacia la Virgen María. Cada sábado la niña Juana recogía flores del campo para llevarlas al altar de Nuestra Señora. Cada mes se confesaba y comulgaba, y su gran deseo era llegar a la santidad y no cometer nunca ningún pecado. Era tan buena y bondadosa que todos en el pueblo la querían.

Su patria, Francia, estaba en muy grave situación porque la habían invadido los ingleses, que se iban posesionando rápidamente de muchas ciudades y hacían grandes estragos. A los 14 años la niña Juana empezó a sentir unas voces que la llamaban. Al principio, no sabía de quién se trataba, pero después empezó a ver resplandores y que se le aparecían el Arcángel San MiguelSanta Catalina y Santa Margarita y le decían:




"Tú debes salvar
a la nación y al rey"


Por temor no contó a nadie nada al principio, pero después las voces fueron insistiéndole fuertemente en que ella, pobre niña campesina e ignorante, estaba destinada para salvar la nación y al rey, y entonces contó a sus familiares y vecinos. Las primeras veces las gentes no le creyeron, pero después ante la insistencia de las voces y los ruegos de la joven, un tío suyo se la llevó a donde el comandante del ejército de la ciudad vecina. Ella le dijo que Dios la enviaba para llevar un mensaje al rey. Pero el militar no le creyó y la despachó otra vez para su casa.

Sin embargo, unos meses después Juana volvió a presentarse ante el comandante, y éste ante la noticia de una derrota que la niña le había profetizado, la envió con una escolta a que fuera a ver al rey. Llegada a la ciudad pidió poder hablarle al rey. Éste, para engañarla se disfrazó de simple aldeano y colocó en su sitio a otro. La joven llegó al gran salón y en vez de dirigirse hacia donde estaba el reemplazo del rey, guiada por las "voces", que la dirigían se fue directamente a donde estaba el rey disfrazado y le habló, y le contó secretos que el rey no se imaginaba. Ésto hizo que el rey cambiara totalmente de opinión acerca de la joven campesina.

Ya no faltaba sino una ciudad importante para caer en manos de los ingleses. Era Orléans. Y estaba sitiada por un fuerte ejército inglés. El rey Carlos y sus militares ya creían perdida la guerra. Pero Juana le pide al monarca que le conceda a ella el mando sobre las tropas. Y el rey la nombra capitana. Juana manda hacer una bandera blanca con los nombres de Jesús y de María, y al frente de diez mil hombres se dirige hacia Orléans. Animados por la joven capitana, los soldados franceses lucharon como héroes y expulsaron a los asaltantes y liberaron Orléans. Luego se dirigieron a varias otras ciudades y las liberaron también.


Santa Juana de Arco
Patrona de Francia
y Doncella de Orléans


Juana no luchaba ni hería a nadie, pero al frente del ejército iba de grupo en grupo, animando a los combatientes e infundiéndoles entusiasmo y varias veces fue herida en las batallas. Después de sus resonantes victorias, obtuvo Santa Juana que el temeroso rey Carlos VII aceptara ser coronado como jefe de toda la nación. Y así se hizo con impresionante solemnidad en la ciudad de Reims.

Pero vinieron luego las envidias y entonces empezó para nuestra santa una época de sufrimiento y de traiciones contra ella. Hasta ahora había sido una heroína nacional. Ahora iba a llegar a ser una mártir. Muchos empleados de la corte del rey tenían celos de que ella llegara a ser demasiado importante y empezaron a hacerle la guerra. Faltaba algo muy importante en aquella guerra nacional:


Conquistar a París, la capital, que estaba en poder del enemigo.


Y hacia allá se dirigió Juana con sus valientes. Pero el rey Carlos VII, por envidias y por componendas con los enemigos, le retiró sus tropas y Juana fue herida en la batalla y hecha prisionera por los Borgoñones. Los franceses la habían abandonado, pero los ingleses estaban supremamente interesados en tenerla en la cárcel, y así pagaron más de mil monedas de oro a los de Borgoña, para que se la entregaran y la sentenciaron a cadena perpetua. Los ingleses la hicieron sufrir muchísimo en la cárcel. Las humillaciones y los insultos eran todos los días y a todas horas, hasta el punto que Juana llegó a exclamar:

 

"Esta cárcel ha sido para mí un martirio tan cruel, como nunca me había imaginado que pudiera serlo"


Pero seguía rezando con fe y proclamando que sí había oído las voces del cielo y que la campaña que había hecho por salvar a su patria, había sido por voluntad de Dios. En ese tiempo estaba muy de moda acusar de brujería a toda mujer que uno quisiera hacer desaparecer. Y así fue que los enemigos acusaron a Juana de brujería, diciendo que las victorias que había obtenido era porque les había hecho brujerías a los ingleses para poderlos derrotar. Ella apeló al Sumo Pontífice, pidiéndole que fuera el Papa de Roma el que la juzgara, pero nadie quiso llevarle al Santo Padre esta noticia, y el tribunal estuvo compuesto exclusivamente por enemigos de la santa. Y aunque Juana declaró muchas veces que nunca había empleado brujerías y que era totalmente creyente y buena católica, sin embargo, la sentenciaron a la más terrible de las muertes de ese entonces: ser quemada viva.




Encendieron una gran hoguera y la amarraron a un poste y la quemaron lentamente.


Murió rezando y su mayor consuelo era mirar el crucifijo que un religioso le presentaba y encomendarse a Nuestro Señor.


Invocaba al Arcángel San Miguel, al cual siempre le había tenido gran devoción y pronunciando por tres veces el Nombre de JESÚS, entregó su espíritu.


Era el 29 de mayo del año 1431. Tenía apenas 19 años. Varios volvieron a sus casas diciendo:


"Hoy hemos quemado a una santa"


Veintitrés años después, su madre y sus hermanos pidieron que se reabriera otra vez aquel juicio que se había hecho contra ella. Y el Papa Calixto III nombró una comisión de juristas, los cuales declararon que la sentencia de Juana fue una injusticia. El rey de Francia la declaró inocente y el Papa Benedicto XV la proclamó santa en 1920 y la elevó al honor de los altares.




Juana de Arco:
Concédenos un gran amor
por nuestra patria


Fuente - Texto tomado de EWTN:

Fuente - Texto tomado de ES.CATHOLIC.NET: