sábado, 9 de abril de 2022

Lectura del Santo Evangelio Según San Lucas 22, 14-71; 23, 1-56



14. Llegada la hora de la cena, púsose a la mesa con los doce apóstoles.

15. Y les dijo:


"Ardientemente he deseado comer este cordero pascual o celebrar esta Pascua con vosotros, antes de mi Pasión.

 

16. Porque Yo os digo, que ya no lo comeré otra vez, hasta que la Pascua tenga su cumplimiento en el reino de Dios"




17. Y tomando el cáliz dio gracias a Dios, y dijo:


"Tomad, y distribuidlo entre vosotros.

 

18. Porque os aseguro que ya no beberé del zumo de la vid, hasta que llegue el reino de Dios"



19. Después de acabada la cena tomó el pan, dio de nuevo gracias, lo partió, y dióselo, diciendo:



"Este es mi cuerpo, el cual se da por vosotros: haced esto en memoría mía"



20. Del mismo modo tomó el cáliz después que hubo cenado, diciendo:



"Este cáliz es la nueva alianza sellada con mi sangre, que se derramará por vosotros.

 

21. Con todo, he aquí que la mano del que me hace traición está conmigo en la mesa.

 

22. Verdad es que el Hijo del hombre, según está decretado, va a su camino; pero ¡ay de aquel hombre que le ha de hacer traición!"


23. Inmediatamente comenzaron a preguntarse unos a otros quién de ellos podía ser el que tal hiciese.

24. Suscitóse además entre los mismos una contienda sobre quién de ellos sería reputado el mayor, al establecerse el reino del Mesías.

25. Mas Jesús les dijo:


"Los reyes de las naciones las tratan con imperio; y los que tienen autoridad sobre ellas, son llamados bienhechores.

 

26. No habéis de ser así vosotros; antes bien el mayor de entre vosotros, pórtese como el menor, y el que tiene la precedencia, como sirviente.

 

27. Porque, ¿quién es mayor, el que está comiendo a la mesa, o el que sirve?  ¿No es claro que quien está a la mesa? No obstante, Yo estoy en medio de vosotros como un sirviente.

 

28. Vosotros sois los que constantemente habéis perseverado conmigo en mis tribulaciones.

 

29. Por eso Yo os preparo el reino celestial como mi Padre me lo preparó a Mí.

 

30. Para que comáis y bebáis a mi mesa en mi reino, y os sentéis sobre tronos para juzgar a las doce tribus de Israel".



31. Dijo también el Señor:



"Simón, Simón mira que Satanás va tras de vosotros para zarandearos, como el trigo cuando se criba.

 

32. Mas Yo he rogado por ti a fin de que tu fe no perezca; y tú, cuando te conviertas y arrepientas, confirma en ella a tus hermanos".

 

33. "Señor -respondió él-, yo estoy pronto a ir contigo a la cárcel y aún a la muerte misma"



34. Pero Jesús le replicó:



"Yo te digo, ¡oh Pedro!, que no cantará hoy el gallo, antes que tú niegues tres veces haberme conocido"


joles después:


35. "En aquel tiempo en que os envié sin bolsillo, sin alforja y sin zapatos, ¿por ventura os faltó alguna cosa?"

 

36. "Nada"


Respondieron ellos.


"Pues ahora, -prosiguió Jesús-, el que tiene bolsillo, llévelo, y también alforja; y el que no tiene espada, venda su túnica, y cómprela.

 

37. Porque Yo os digo, que es necesario que se cumpla en mí todavía esto que está escrito: Él ha sido contado y sentenciado entre los malhechores. Lo cual sucederá luego; pues las cosas que de Mí fueron pronunciadas, están a punto de cumplirse".



38. Ellos salieron con decir:



"Señor, he aquí dos espadas"



Pero Jesús cortando la conversación, les respondió:



"Basta"


39.
 Salió, pues, Jesús acabada la cena, y se fue según costumbre hacia el Monte de los Olivos para orar. Siguiéronle así mismo sus discípulos.

40. Y llegado que fue allí les dijo:


"Orad para que no caigáis en tentación"


41.
 Y apartándose de ellos como la distancia de un tiro de piedra, hincadas las rodillas hacía oración.

42. Diciendo:


"Padre mío, si es de tu agrado, aleja de Mí este cáliz. No obstante, no se haga Mi Voluntad, sino la Tuya"




43. En ésto se le apareció un ángel del cielo, confortándole. Y entrando en agonía, oraba con mayor intención.

44. Y vínole un sudor como de gotas de sangre, que chorreaba hasta el suelo.

45. Y levantándose de la oración, y viniendo a sus discípulos, hallóles dormidos por causa de la tristeza.

46. Y díjoles:


"¿Por qué dormís?, levantaos, y orad, para no caer en tentación"


47.
 Estando todavía con la palabra en la boca, sobrevino un tropel de gente, delante de la cual iba uno de los doce llamado Judas, que se arrimó a Jesús para besarle.




48. Y Jesús le djio:


"¡Oh Judas!, ¿con un beso entregas al Hijo del hombre?"


49. 
Viendo los que acompañaban a Jesús lo que iba a suceder, le dijeron:


"Señor, ¿heriremos con la espada?


50.
 Y uno de ellos hirió a un criado del príncipe de los sacerdotes, y le cortó la oreja derecha.

51. Pero, Jesús, tomando la palabra, dijo luego:


"Dejadlo, no paséis adelante"


Y habiendo tocado la oreja del herido, le curó.


52. Dijo después Jesús a los príncipes de los sacerdotes, y a los prefectos del templo, y a los ancianos que venían contra Él:


"¿Habéis salido armados con espadas y garrotes como contra un ladrón?

 

53. Aunque cada día estaba con vosotros en el templo, nunca me habéis echado la mano; mas esta es la hora vuestra y el poder de las tinieblas"


54.
 En seguida prendiendo a Jesús, le condujeron a casa del Sumo sacerdote; y Pedro le iba siguiendo a lo lejos.

55. Encendido fuego en medio del atrio, y sentándose todos a la redonda estaba también Pedro entre ellos.

56. Al cual, como una criada le viese sentado a la lumbre, fijando en él los ojos, dijo:


"También éste andaba con aquel hombre"




57. Mas Pedro lo negó, diciendo:


"Mujer, no le conozco"


58.
 De allí a poco mirándole otro, dijo:


"Si, tú también eres de aquellos"


Mas Pedro le respondió:


"¡Oh hombre!, no lo soy"


59.
 Pasada como una hora, otro distinto aseguraba lo mismo, diciendo:


"No hay duda, éste estaba también con Él porque se ve que es igualmente de Galilea"


60.
 A lo que Pedro respondió:


"Hombre, yo no entiendo lo que dices"


E inmediatamente estando todavía él hablando, cantó el gallo.


61. Y volviéndose el Señor, dio una mirada a Pedro. Y Pedro se acordó luego de la palabra que el Señor le había dicho:




"Antes que cante el gallo, tres veces me negarás"


62.
 Y habiéndose salido afuera lloró amargamente.

63. Mientras tanto, los que tenían atado a Jesús, se mofaban de Él, y le golpeaban.

64. Y habiéndole vendado los ojos, le daban bofetones, y le preguntaban, diciendo:


"Adivina, ¿quién es el que te ha herido?"


65.
 Y repetían otros muchos dicterios blasfemando contra Él.

66. Luego que fue de día, se congregaron los ancianos del pueblo, y los príncipes de los sacerdotes y los escribas, y haciéndole comparecer en su concilio, le dijeron:


"Si Tú eres el Cristo, o Mesías, dínoslo"


67.
 Respondióles:


"Si os lo dijere, no me creeréis.

 

68. Y si Yo os hiciera alguna pregunta, no me responderéis, ni me dejaréis ir.

 

69. Pero después de lo que veis ahora, el Hijo del hombre estará sentado a la diestra del poder de Dios"




70. Dijeron entonces todos:


"¿Luego Tú eres el Hijo de Dios?"


Respondióles Él:


"Así es, que Yo Soy, como vosotros decís"


71.
 Y replicaron ellos:


"¿Qué necesitamos ya buscar otros testigos, cuando nosotros mismos lo hemos oído de su propia boca?"




1. Y levantándose luego todo aquel congreso, le llevaron a Pilatos.

2. Y comenzaron a acusarle, diciendo:


"A Éste le hemos hallado pervirtiendo a nuestra nación, y vedando pagar los tributos a César, y diciendo que Él es el Cristo o el Ungido rey de Israel"


3. Pilatos, pues, le interrogó, diciendo:


"¿Eres Tú el rey de los judíos?"


A lo cual respondió Jesús:


"Así es como tú dices"


4.
 Pilatos dijo a los príncipes de los sacerdotes y al pueblo:


"Yo no hallo delito alguno en este hombre"


5.
 Pero ellos insistían más y más, diciendo:


"Tiene alborotado al pueblo con la doctrina que va sembrando por toda la Judea, desde la Galilea, donde comenzó, hasta aquí"


6.
 Pilatos oyendo Galilea, preguntó si aquel hombre era galileo.

7. Y cuando entendió que era de la jurisdicción de Herodes, remitióle al mismo Herodes, que en aquellos días se hallaba también en Jerusalén.

8. Herodes holgóse sobremanera de ver a Jesús; porque hacía mucho tiempo que deseaba verle, por las muchas cosas que había oído de Él, y con esta ocasión esperaba verle hacer algún milagro.

9. Hízole, pues, muchas preguntas, pero Él no le respondió palabra.

10. Entretanto los príncipes de los sacerdotes y los escribas persistían obstinadamente en acusarle.

11. Mas Herodes con todos los de su séquito le despreció; y para burlarse de Él, le hizo vestir de una ropa blanca, y le volvió a enviar a Pilatos.

12. Con lo cual se hicieron amigos aquel mismo día Herodes y Pilatos, que antes estaban entre sí enemistados.

13. Habiendo, pues, Pilatos, convocado a los príncipes de los sacerdotes, y a los magistrados, juntamente con el pueblo.

14. Les dijo:


"Vosotros me habéis presentado este hombre como alborotador del pueblo, y he aquí que habiéndole yo interrogado en presencia vuestra, ningún delito he hallado en Él, de los que le acusáis.

 

15. Pero ni tampoco Herodes; puesto que lo remití a Él, y por el hecho se ve que no le juzgó digno de muerte.

 

16. Por tanto, después de castigado le dejaré libre"


17. Tenía Pilatos que dar libertad a un reo, cuando llegaba la celebridad de la fiesta de la Pascua.

18. Y todo el pueblo a una voz clamó, diciendo:




"Quítale a Éste la vida, y suéltanos a Barrabás"


19. El cual por una sedición levantada en la ciudad y por un homicidio, había sido puesto en la cárcel.

20. Hablóles nuevamente Pilatos, con deseo de libertar a Jesús.

21. Pero ellos se pusieron a gritar, diciendo:


"¡Crucifícale, crucíficale!"


22.
 Él, no obstante, por tercera vez les dijo:


"¿Pues qué mal ha hecho Éste? Yo no hallo en Él delito ninguno de muerte; así que, después de castigarle, le daré por libre"


23. Mas ellos insistían con grandes clamores pidiendo que fuese crucificado, y se aumentaba la gritería.

24. Al fin Pilatos se resolvió a otorgar su demanda.




25. En consecuencia dio libertad, como ellos pedían, al que por causa de homicidio y sedición había sido encarcelado; y a Jesús le abandonó al arbitrio de ellos.

26. Al conducirle al suplicio echaron mano de un tal Simón, natural de Cirene, que venía de una granja, y le cargaron la cruz para que la llevara en pos de Jesús.




27. Seguíale gran muchedumbre de pueblo, y de mujeres, las cuales se deshacían en llantos, y le plañían.

28. Pero Jesús vuelto a ellas, les dijo:


"Hijas de Jerusalén, no lloréis por Mí; llorad por vosotras mismas y por vuestros hijos.

 

29. Porque presto vendrán días en que se diga: Dichosas las estériles, y dichosos los vientres que no concibieron, y los pechos que no dieron de mamar.

 

30. Entonces comenzarán a decir a los montes: Caed sobre nosotros; y a los collados: Sepultadnos.

 

31. Pues si al árbol verde le tratan de esta manera, ¿en el seco que se hará?"


32. Eran también conducidos con Jesús a la muerte otros dos fascinerosos.

33. Llegados que fueron al lugar llamado Calvario u osario, allí le crucificaron; y con Él a los ladrones, uno a la diestra y otro a la izquierda.




34. Entretanto Jesús decía:


"Padre mío, perdónales, porque no saben lo que hacen"


Y ellos poniéndose a repartir entre sí sus vestidos, los sortearon.

35. El pueblo lo estaba mirando todo, y a una con Él los príncipes hacían befa de Jesús diciendo:


"A otros ha salvado: sálvese, pues, a sí mismo, si Él es el Cristo, o Mesías, el escogido de Dios"


36. Insultábanle no menos los soldados, los cuales se arrimaban a Él, y presentándole vinagre.

37. Le decían:


"Si Tú eres el rey de los judíos, ponte en salvo"


38. Estaba colocado sobre la cabeza de Jesús un letrero escrito en griego, en latín y en hebreo, que decía:




"ÉSTE ES EL REY DE LOS JUDÍOS"


39. Y uno de los ladrones que estaban crucificados, blasfemaba contra Jesús, diciendo:


"Si Tú eres el Cristo, o Mesías, sálvate a Ti mismo y a nosotros"


40. Mas el otro le reprendía, diciendo:


"¿Cómo, ni aún tú temes a Dios, estando como estás en el mismo suplicio?

 

41. Y nosotros a la verdad estamos en él justamente, pues pagamos la pena merecida por nuestros delitos; pero Éste ningún mal ha hecho"


42. Decía después a Jesús:


"Señor, acuérdate de mí, cuando hayas llegado a tu reino"




43. Y Jesús le dijo:




"En verdad te digo, que hoy estarás Conmigo en el paraíso"


44. Era ya casi la hora de sexta o el mediodía, y las tinieblas cubrieron toda la tierra hasta la hora de nona.

45. El sol se oscureció; y el velo del templo se rasgó por medio.

46. Entonces Jesús clamando con una voz muy grande, dijo:


"Padre mío, en Tus Manos encomiendo mi Espíritu"




Y diciendo ésto, expiró.

47. Así que vio el centurión lo que acababa de suceder, glorificó a Dios diciendo:


"Verdaderamente era Éste un hombre justo"


48. Y todo aquel concurso de los que se hallaban presentes a este espectáculo, considerando lo que había pasado, se volvían dándose golpes de pecho.

49. Estaban al mismo tiempo todos los conocidos de Jesús y las mujeres que le habían seguido desde Galilea, observando de lejos estas cosas.

50. Entonces se dejó ver un senador llamado José, varón virtuoso y justo, oriundo de Arimatea, ciudad de la Judea.

51. El cual no había consentido en el designio de los otros ni en lo que habían ejecutado; antes bien era de aquellos que esperaban también el reino de Dios.

52. Éste, pues, se presentó a Pilatos, y le pidió el cuerpo de Jesús.




53. Y habiéndole descolgado de la cruz le envolvió en una sábana, y le colocó en un sepulcro abierto en peña viva, en donde ninguno hasta entonces había sido sepultado.

54. Era aquel el día que llamaban parasceve, o preparación, e iba ya a entrar el sábado.

55. Las mujeres que habían seguido a Jesús desde Galilea, yendo en pos de José, observaron el sepulcro, y la manera con que había sido depositado el cuerpo de Jesús.

56. Y al volverse, hicieron prevención de aromas y bálsamos; bien que durante el sábado se mantuvieron quietas según el mandamiento de la ley.


Palabra de Dios,
Gloria a Ti, Señor Jesús

Semana Santa y Pascua de Resurrección (Abril 10 al 17 de 2022)







Domingo de Ramos
(Abril 10)


Conmemoración de la entrada del Señor en Jerusalén




En este día la Iglesia recuerda la entrada de Cristo, el Señor, en Jerusalén para consumar su misterio pascual. Por esa razón, en todas las misas se hace memoria de esta entrada del Señor: por la procesión o entrada solemne antes de la Misa principal, o por la entrada simple antes de las restantes misas.


El Domingo de Ramos


La liturgia de este día expresa por medio de dos ceremonias, una de alegría y otra de tristeza, los dos aspectos del misterio de la Cruz.

Se trata primero de la bendición y procesión de las Palmas en que todo respira un santo júbilo, el cual nos permite, aún después de veinte siglos, revivir la escena grandiosa de la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén.

Luego viene la Misa, cuyos cantos y lecturas se relacionan exclusivamente con el doloroso recuerdo de la Pasión del Salvador.


Bendición de los Ramos y Procesión


En Jerusalén, y en el siglo IV, se leía en este domingo, y en el lugar mismo en que se realizó, el relato evangélico que nos pinta a Cristo aclamado por las turbas como rey de Israel, y tomando posesión de la capital de su reino. Y, en efecto, Jerusalén era imagen del reino de la Jerusalén celestial.

Luego, el obispo cabalgando sobre un jumento, iba desde la cima del Monte de los Olivos hasta la Iglesia de la Resurrección, rodeado de la muchedumbre que llevaba en la mano ramos y cantaba himnos y antífonas.

Semejante ceremonia iba precedida de la lectura del paso del Éxodo, relativo a la salida de Egipto. El pueblo de Dios, acampado a la sombra de las palmeras, junto a las doce fuentes en que Moisés les prometió el maná, era figura del pueblo cristiano que corta ramas de palmeras y manifiesta que su Rey, Jesús, viene a liberar las almas del pecado y a conducirlas a las fuentes bautismales para alimentarlas después con el Maná eucarístico.

La iglesia romana, al adoptar uso tan bello hacia el siglo IX, añadió los ritos de la bendición de los Ramos. En esa bendición, la Iglesia implora sobre «los que moran en las habitaciones en que se guardan, la salud del alma y cuerpo».

Este cortejo de cristianos que, con palmas en la mano y entonando triunfantes hosannas, aclama todos los años en el mundo entero y a través de todas las generaciones la realeza de Cristo.

"Viendo por la fe ese hecho y su significación roguemos al Señor que, lo que aquél pueblo hizo exteriormente, nosotros lo cumplamos también espiritualmente, ganando la victoria sobre el demonio".

Conservemos religiosamente en nuestras casas uno de los ramos bendecidos. Este sacramental nos alcanzará gracias, por virtud de la oración de la Iglesia, y afianzará nuestra fe en Jesús vencedor del pecado y de la muerte.


ABRIL 10 AL 17






Lunes Santo (Abril 11)




"Yahveh es mi luz y mi salvación, ¿a quién he de temer? Yahveh, el refugio de mi vida, ¿por quién he de temblar? Cuando se acercan contra mí los malhechores a devorar mi carne, son ellos, mis adversarios y enemigos, los que tropiezan y sucumben. Aunque acampe contra mí un ejército, mi corazón no teme; aunque estalle una guerra contra mí, estoy seguro en ella. ¡Ay, si estuviera seguro de ver la bondad de Yahveh en la tierra de los vivos! Espera en Yahveh, ten valor y firme corazón, espera en Yahveh". (Antífona de Entrada, Sal 27, 1-3, 13-14).


Oración


Dios todopoderoso, mira la fragilidad de nuestra naturaleza, y, con la fuerza de la pasión de tu Hijo, levanta nuestra débil esperanza. Por Nuestro Señor Jesucristo.


Martes Santo (Abril 12)




"A ti, Yahveh, me acojo, ¡no sea confundido jamás! ¡Por tu justicia sálvame, libérame! tiende hacia mí tu oído y sálvame! ¡Sé para mí una roca de refugio, alcázar fuerte que me salve, pues mi roca eres tú y mi fortaleza. ¡Dios mío, líbrame de la mano del impío, de las garras del perverso y del violento! Pues tú eres mi esperanza, Señor, Yahveh, mi confianza desde mi juventud. En ti tengo mi apoyo desde el seno, tú mi porción desde las entrañas de mi madre; ¡en ti sin cesar mi alabanza! publicará mi boca tu justicia, todo el día tu salvación. ¡Oh Dios, desde mi juventud me has instruido, y yo he anunciado hasta hoy tus maravillas!" (Antífona de Entrada, Sal 71, 1-6, 15, 17).


Oración


Dios todopoderoso y eterno, concédenos participar tan vivamente en las celebraciones de la pasión del Señor, que alcancemos tu perdón. Por Nuestro Señor Jesucristo.


Miércoles Santo (Abril 13)




"Pues por ti sufro el insulto, y la vergüenza cubre mi semblante; para mis hermanos soy un extranjero, un desconocido para los hijos de mi madre; pues me devora el celo de tu casa, y caen sobre mí los insultos de los que te insultan. El oprobio me ha roto el corazón y desfallezco. Espero compasión, y no la hay, consoladores, y no encuentro ninguno. Veneno me han dado por comida, en mi sed me han abrevado con vinagre. El nombre de Dios celebraré en un cántico, le ensalzaré con la acción de gracias. Lo han visto los humildes y se alegran; ¡viva vuestro corazón, los que buscáis a Dios! Porque Yahveh escucha a los pobres, no desprecia a sus cautivos". (Antífona de Entrada, Sal 69, 8-10, 21-22, 31, 33-34).


Oración


Oh Dios, que, para librarnos del poder del enemigo; quisiste que tu Hijo muriera en la cruz; concédenos alcanzar la gracia de la resurrección. Por Nuestro Señor Jesucristo.


Jueves Santo (Abril 14)




La liturgia del Jueves Santo está toda embebida en el recuerdo de la Redención. La función antiguamente de tres misas: La primera, en que se reconciliaban a los públicos penitentes, la segunda, en la cual se consagraban los Santos Óleos, y la tercera, para conmemorar muy especialmente la institución de la Sagrada Eucaristía en la Última Cena.

La Iglesia, celebra en la Eucaristía durante el curso del año todos los misterios de la vida de Jesús, se apega hoy al recuerdo de la institución misma de este Sacramento inefable y del Sacerdocio Católico.

Esta misa realiza de un modo muy especial la orden dada por Jesús a sus sacerdotes de renovar la Última Cena en que Jesús, en los momentos mismos en que tramaban su muerte, instituyó el misterio de perpetuar entre nosotros su presencia. Por eso la Iglesia, suspendiendo un instante su duelo, celebra el Santo Sacrificio en este día con santo júbilo, reviste a sus ministros con ornamentos blancos y festivos, y canta el Gloria como a vuelo de campanas, las cuales enmudecerán hasta la Vigilia Pascual.

En la Epístola nos dice el Apóstol que la Misa es el "Memorial de la muerte de Jesús". Era necesario el sacrificio del altar para que pudiésemos comulgar la Víctima del Calvario y aplicarnos sus méritos. Y así la Eucaristía, que toma todo su valor del sacrificio de la cruz, comunica a su vez una universalidad de tiempo y de lugares. El mismo Salvador se encarga de hacer las abluciones prescritas por los judíos en el curso del festín (Ev), mostrándose con ello cuál es la pureza y la caridad que Dios exige a los que quieren comulgar, para no exponerse como Judas a ser reos del Cuerpo y Sangre del Señor (Ep).

Participemos todos hoy de este Ágape, de este festín de la Caridad. Ésa es la intención de nuestra Santa Madre Iglesia. No dejemos de ir a recibir en este Jueves Santo la Sagrada Víctima que se inmola en el altar, y así cumpliremos santamente con nuestro deber; precisamente en este día se nos recuerdan todos los detalles de la institución del Sacerdocio y del Sacrificio Eucarístico.


Viernes Santo (Abril 15)




El Viernes Santo es un día de duelo, el mayor de todos. Cristo muere. El dominio de la muerte, consecuencia del pecado, sobre todas nuestras vidas humanas alcanza incluso al jefe de la humanidad, el Hijo de Dios hecho hombre.

Pero, como todos los cristianos saben, esta muerte que Jesús ha compartido con nosotros y que fue tan atroz para Él, respondía a los designios de Dios sobre la salvación del mundo y aceptada por el Hijo para nuestra redención. Desde entonces la cruz de Cristo es la gloria de los cristianos. "Para nosotros toda nuestra gloria está en la cruz de nuestro Señor Jesucristo" y, hoy, lo repite la Iglesia y presenta la misma cruz para nuestra adoración: "He aquí el madero de la cruz, del cual pendió la salvación del mundo". Por ello, el Viernes Santo es al mismo tiempo que un día de luto, el día que ha devuelto la esperanza a los hombres; él nos lleva a la alegría de la resurrección.

La acción litúrgica con que la Iglesia celebra, por la tarde, la redención del mundo, debería ser amada de todos los cristianos. En este día, el recuerdo solemne de la Pasión, las grandes oraciones en que la Iglesia ora confiada por la salvación de todos los hombres, la adoración de la cruz y el canto de los improperios son algo más que ritos emocionantes; es la oración y el hacinamiento de gracias de los rescatados que, en comunidad, adquieren conciencia ante Dios de todo lo que el misterio de la cruz representa para ellos.


Sábado de Gloria (Abril 16)




Durante el día sábado, como una viuda, la Iglesia llora la muerte de su Esposo.

La Iglesia permanece junto al sepulcro del Señor, meditando su pasión y muerte y aquél "descenso a los infiernos" –al lugar de los muertos– que confesamos en el Credo y que prolonga la humillación de la cruz, manifestando el realismo de la muerte de Jesús, cuya alma conoció en verdad la separación del cuerpo y se unió a las restantes almas de los justos. Pero el descenso al reino de muerte es también el primer movimiento de la victoria de Cristo sobre la misma.

Hoy no se celebra sacrificio de la Misa ni se recibe comunión –a no ser el caso de viático-, aunque se reza la liturgia de las Horas. El altar permanece por todo ello desnudo hasta que, después de la solemne Vigilia o expectación nocturna de la Resurrección, se inauguren los gozos de la Pascua, cuya exuberancia inundará los cincuenta días pasados.


Domingo de Resurrección (Abril 17)




Cristo verdaderamente resucitó de la muerte, ganando para nosotros nueva vida. (Secuencia del Domingo de Resurrección).


Reflexión


En el Domingo de Resurrección, la Iglesia contempla a Cristo resucitado. Así revive la experiencia primordial en que descansa la base de su existencia. Ella experimenta la misma maravilla que María Magdalena y las otras mujeres que fueron a la tumba de Cristo en la mañana de Pascua y la encontraron vacía. Esa tumba llegó a ser la matriz de la vida. Quienquiera que había condenado a Jesús, creyó que Él había enterrado su causa bajo una lápida helada. Los mismos discípulos experimentaron el sentimiento del fracaso irreparable. Entendemos su sorpresa, entonces, e incluso su desconfianza ante las noticias de la tumba vacía.




Pero el Resucitado no demoró en dejarse ver Él mismo y ellos se rindieron a la realidad.




¡Ellos vieron y creyeron! Dos mil años más tarde, nosotros sentimos todavía la emoción indecible que los venció cuando ellos oyeron el saludo del Maestro:




"La Paz esté con ustedes..."


La Resurrección de Cristo es la fuerza, el secreto de la Cristiandad. No es una pregunta de la mitología ni de mero simbolismo, sino un acontecimiento concreto. Es confirmado por pruebas seguras y convincentes. La aceptación de esta verdad, aunque es fruto de la gracia de Espíritu Santo, descansa al mismo tiempo en una base histórica sólida. En el umbral del tercer milenio, el nuevo esfuerzo por la evangelización puede empezar sólo de una experiencia renovada de este Misterio, aceptado en la fe y presenciado en la vida. ... Papa San Juan Pablo II.


Actos


La Misa deberá ser celebrada en el Día de Pascua con gran solemnidad. Es apropiado que el rito penitencial en este día se acompañe con rocío de agua bendita en la Vigilia, durante la cual se debe cantar la antífona del Vidi Aquam, o alguna otra canción de carácter bautismal. Las fuentes en la entrada de la iglesia deben llenarse también con la misma agua. La tradición de celebrar Vísperas bautismales en el Día de Pascua cantando salmos durante la procesión a la fuente se debe mantener donde está todavía vigente, o ser reestablecida debidamente. El Cirio Pascual tiene su lugar apropiado cerca del púlpito o en el altar y debe ser encendida por lo menos en todas las celebraciones litúrgicas más solemnes de la temporada hasta el domingo de Pentecostés, lo mismo en Misa que en la oración Matutina y Nocturna. Después del tiempo de Pascua el Cirio se debe guardar con respeto en el baptisterio, así que en la celebración del Bautismo la vela del bautizado pueda ser encendida de él. En la celebración de funerales, el Cirio Pascual debe estar cerca del ataúd para indicar que la muerte de un cristiano es su propia Pascua. El Cirio Pascual no debe encenderse ni colocarse en el santuario fuera de la temporada de Pascua.


Oración


Dios nuestro Padre, creador de todo, hoy es el día de la alegría de Pascua. Esta es la mañana en que el Señor apareció a los hombres que habían comenzado a perder su esperanza y abrieron sus ojos a lo que las escrituras predijeron: que primero Él debió morir, y entonces Él resucitaría y subiría en la presencia gloriosa del Padre. Que el Señor resucitado inspire a nuestras mentes y abra nuestros ojos para que lo podamos reconocer en la fracción del pan, y seguirlo en su Resurrección. Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor. Amén.


Fuente - Texto tomado de EWTN.COM:





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