viernes, 18 de marzo de 2022

¡Feliz Día Internacional del Hombre - Marzo 19 de 2022!

 



¡Feliz Día Internacional del Hombre
Marzo 19 de 2022!


Para todos los hombres
creados por Dios.

¡Que Dios los bendiga a todos!






Y que sean un vivo retrato
de San José.






Oración de un hombre para luchar por su pureza y protegerse de las tentaciones


Para el hombre es más difícil evitar actos y deseos impuros, por eso esta sencilla oración te puede ayudar en esta lucha por tu pureza.

La batalla que enfrentamos en estos tiempos por la pureza, es una verdadera guerra, una lucha interna en la que se ponen a prueba todas nuestras virtudes.

Esta es una guerra que de seguro será muy agotadora, y si anteriormente has caído en pecados de impureza será además una lucha más dura y dolorosa, con muchas cruces y obstáculos por superar.

Cuanto más el hombre se ha entregado a sus pecados, convirtiéndolos en algo cotidiano, más difícil le será romper estas cadenas. Sin embargo, Cristo nos da la fuerza, guiándonos en la batalla. Recuerda sus palabras:


"Carguen con mi yugo y aprendan de mí, porque soy manso y humilde de corazón, y así encontrarán alivio. Porque mi yugo es suave y mi carga es ligera" (Mateo 11,29-30)




En nuestros días, la virtud de la pureza está siendo severamente golpeada. Es casi imposible ver la televisión, escuchar la radio, navegar por Internet, o incluso salir por un poco de sano esparcimiento sin tener nuestros sentidos abofeteados por las perversiones, lujurias y todo el libertinaje en todas sus formas, a nuestro alrededor.

Debido a que constantemente nos vemos casi obligados a contemplar estas intrusiones ofensivas, pasamos los días aturdidos por ella. Esta es la razón por las cuales, como buenos soldados de Cristo, debemos colocarnos la armadura de la fe, dejar atrás vicios y errores y recuperar lo que se perdió.

Te invitamos a que, todos los días al levantarte, realices esta breve oración originalmente publicada en LaOpcionV, para luchar por tu pureza.



Oración de un hombre por la pureza





Señor Jesús, Tú me has enseñado
que estoy hecho para amar y ser amado,
y que el amor verdadero
sólo puede florecer allí
donde hay pureza,
respeto y dominio de sí.

Ayúdame a ser hombre de verdad,
a defender a las mujeres,
a luchar por su dignidad e integridad.

Ayúdame también a purificar
cada vez más mi mirada
para ver a las mujeres
no como un objeto de placer,
sino como hijas amadas de tu Padre.

Ayúdame a vivir la castidad
con mi enamorada (novia),
a demostrarle que por amor a ella
estoy dispuesto a dominarme a mí mismo
y esperar hasta el matrimonio
para crecer en un amor más puro,
libre y maduro.

Fortaléceme, Señor,
para que pueda cuidar mi pureza
en medio de una civilización
saturada de elementos de hedonismo,
egocentrismo y sensualidad.

De la pornografía ayúdame a huir,
con la conciencia de que es un veneno
y una plaga que destruye
a las personas y degrada
mi capacidad de amar.

Señor, yo te prometo luchar con firmeza;
concédeme Tú la gracia
para vivir la castidad de mente,
corazón y cuerpo, y así poder amar
cada día más con un amor
que se asemeje cada vez más al Tuyo.

¡Que así sea siempre!

Amén.


Fiesta de San José - Padre adoptivo de Jesús y Esposo de la Santísima Virgen María - Marzo 19

 



La fiesta de San José se celebra el 19 de marzo desde el pontificado de Sixto IV (1471 - 1484). En 1870 el Bienaventurado Papa Pío IX lo declaró patrono de la Iglesia Universal, y San Pío X aprobó en 1909 la Letanía en alabanza del santo.


San José
Patrono de la Iglesia
Defensor de la Sagrada Familia




Las razones por las que el bienaventurado José debe ser considerado especial patrono de la Iglesia, y por las que a su vez, la Iglesia espera muchísimo de su tutela y patrocinio, nacen principalmente del hecho de que él es el esposo de María y padre putativo de Jesús. De estas fuentes ha manado su dignidad, su santidad, su gloria.




Es cierto que la dignidad de Madre de Dios llega tan alto que nada puede existir más sublime; mas, porque entre la Santísima Virgen y José se estrechó un lazo conyugal, no hay duda de que a aquella altísima dignidad, por la que la Madre de Dios supera con mucho a todas las criaturas, él se acercó más que ningún otro. Ya que el matrimonio es el máximo consorcio y amistad -al que de por sí va unida la comunión de bienes- se sigue que, si Dios ha dado a José como esposo a la Virgen, se lo ha dado no sólo como compañero de vida, testigo de la virginidad y tutor de la honestidad, sino también para que participase, por medio del pacto conyugal, en la excelsa grandeza de ella. Él se impone entre todos por su augusta dignidad, dado que por disposición divina fue custodio y, en la creencia de los hombres, padre del Hijo de Dios. De donde se seguía que el Verbo de Dios se sometiera a José, le obedeciera y le diera aquel honor y aquella reverencia que los hijos deben a sus propios padres.

De esta doble dignidad se siguió la obligación que la naturaleza pone en la cabeza de las familias, de modo que José, en su momento, fue el custodio legítimo y natural, cabeza y defensor de la Sagrada Familia. Y durante el curso entero de su vida él cumplió plenamente con esos cargos y esas responsabilidades. Él se dedicó con gran amor y diaria solicitud a proteger a su esposa y al Divino Niño; regularmente por medio de su trabajo consiguió lo que era necesario para la alimentación y el vestido de ambos; cuidó al Niño de la muerte cuando era amenazado por los celos de un monarca, y le encontró un refugio; en las miserias del viaje y en la amargura del exilio fue siempre la compañía, la ayuda y el apoyo de la Virgen y de Jesús.




Ahora bien, el divino hogar que José dirigía con la autoridad de un padre, contenía dentro de sí a la apenas naciente Iglesia. Por el mismo hecho de que la Santísima Virgen es la Madre de Jesucristo, ella es la Madre de todos los cristianos a quienes dio a luz en el Monte Calvario, en medio de los supremos dolores de la Redención; Jesucristo es, de alguna manera, el primogénito de los cristianos, quienes por la adopción y la Redención son sus hermanos. Y por estas razones el Santo Patriarca contempla a la multitud de cristianos que conformamos la Iglesia, como confiados especialmente a su cuidado, a esta ilimitada familia, extendida por toda la tierra, sobre la cual, puesto que es el esposo de María y el padre de Jesucristo, conserva cierta paternal autoridad. Es, por tanto, conveniente y sumamente digno del bienaventurado José que, lo mismo que entonces solía tutelar santamente en todo momento a la familia de Nazaret, así proteja ahora y defienda con su celeste patrocinio a la Iglesia de Cristo.

(SS. León XIII, Encíclica "Quamquam pluries" 1889)


Consagración a San José
ante las tribulaciones




¡Oíd, querido San José,
una palabra mía!... 
Yo me veo abrumada de aflicciones y cruces, y a menudo lloro...
Despedazada bajo el peso de estas cruces, me siento desfallecer, ni tengo fuerzas para levantarme y deseo que mi Bien me llame pronto. En la tranquilidad, empero, entiendo que no es cosa difícil el morir... pero sí el bien vivir.

¿A quién, pues, acudiré sino a Vos, que sois tan bueno y querido, para recibir luz... consuelo... y ayuda?

A Vos, pues, consagro toda mi vida, y en vuestras manos pongo las congojas, las cruces, los intereses de mi alma... de mi familia... de los pecadores... para que, después de una vida tan trabajosa, podamos ir a gozar para siempre con Vos de la bienaventuranza del Paraíso.
Amén.


Jaculatoria:
San José,
Protector de atribulados y de los moribundos,
rogad por nosotros




José significa "Dios me ayuda"


De San José únicamente sabemos los datos históricos que San Mateo y San Lucas nos narran en el Evangelio. Su más grande honor es que Dios le confió sus dos más preciosos tesoros: JESÚS Y MARÍA. San Mateo nos dice que era descendiente de la familia de David.

Una muy antigua tradición dice que el 19 de marzo sucedió la muerte de nuestro Santo y el paso de su alma de la tierra al cielo.

Los santos que más han propagado la devoción a San José han sido:

  • San Vicente Ferrer
  • Santa Brígida
  • San Bernardino de Siena (que escribió en su honor muy hermosos sermones)
  • San Francisco de Sales (que predicó muchas veces recomendando la devoción al Santo Patriarca)
  • Santa Teresa (que fue curada por él de una terrible enfermedad que la tenía casi paralizada, enfermedad que ya era considerada incurable). Le rezó con fe a San José y obtuvo de manera maravillosa su curación. En adelante esta santa ya no dejó nunca de recomendar a las gentes que se encomendaran a él. Y repetía: "Otros santos parece que tienen especial poder para solucionar ciertos problemas. Pero a San José le ha concedido Dios un gran poder para ayudar en todo". Hacia el final de su vida, la mística fundadora decía: "Durante 40 años, cada año en la fiesta de San José le he pedido alguna gracia o favor especial, y no me ha fallado ni una sola vez. Yo les digo a los que me escuchan que hagan el ensayo de rezar con fe a este gran Santo, y verán qué grandes frutos van a conseguir". Y es de anotar que a todos los conventos que fundó Santa Teresa les puso por patrono a San José.

San Mateo narra que San José se había comprometido en ceremonia pública a casarse con la Virgen María. Pero que luego al darse cuenta de que Ella estaba esperando un hijo sin haber vivido juntos los dos, y no entendiendo aquel misterio, en vez de denunciarla como infiel, dispuso abandonarla en secreto e irse a otro pueblo a vivir. Y dice el Evangelio que su determinación de no denunciarla, se debió a que "José era un hombre justo", un verdadero santo. Este es un enorme elogio que le hace la Sagrada Escritura. En la Biblia, "Ser Justo" es lo mejor que un hombre puede ser.


Nuestro Santo tuvo unos sueños muy impresionantes, en los cuales recibió importantísimos mensajes del cielo:




  1. Sueño (en Nazareth). Un ángel le contó que el Hijo que iba a tener María era obra del Espíritu Santo y que podía casarse tranquilamente con Ella, que era totalmente fiel. Tranquilizado con ese mensaje, José celebró sus bodas. La leyenda cuenta que 12 jóvenes pretendían casarse con María, y que cada uno llevaba en su mano un bastón de madera muy seca. Y que en el momento en que María debía escoger entre los 12, he aquí que el bastón que José llevaba, milagrosamente floreció. Por eso pintan a este Santo con un bastón florecido en su mano.
  2. Sueño (en Belén). Un ángel le comunicó que Herodes buscaba al Niño Jesús para matarlo, y que debía salir huyendo a Egipto. José se levantó a medianoche y con María y el Niño se fue hacia Egipto.
  3. Sueño (en Egipto). El ángel le comunicó que ya había muerto Herodes y que podían volver a Israel. Entonces José, su Esposa y el Niño volvieron a Nazareth.


La Iglesia Católica venera mucho los cinco (5) grandes dolores o penas que tuvo este Santo, pero a cada dolor o sufrimiento le corresponde una inmensa alegría que Nuestro Señor le envió.




1. Dolor: Ver nacer al Niño Jesús en una pobrísima cueva en Belén, y no lograr conseguir ni siquiera una casita pobre para el nacimiento. A este dolor correspondió la alegría de ver y oír a los ángeles y pastores llegar a adorar al Divino Niño, y luego recibir la visita de los Magos de Oriente con oro, incienso y mirra.




2. Dolor: El día de la Presentación del Niño en el Templo, al oír al profeta Simeón anunciar que Jesús sería causa de división y que muchos irían en su contra y que por esa causa, un puñal de dolor atravesaría el Corazón de María. A este sufrimiento correspondió la alegría de oír al Profeta anunciar que Jesús sería la luz que iluminaría a todas las naciones, y la gloria del pueblo de Israel.




3. Dolor: La huida a Egipto. Tener que huir por entre esos desiertos a 40 grados de temperatura, y sin sombras ni agua, y con el Niño recién nacido. A este sufrimiento le correspondió la alegría de ser muy bien recibido por sus paisanos en Egipto y el gozo de ver crecer tan Santo y Hermoso al Divino Niño.




4. Dolor: La pérdida del Niño Jesús en el Templo y la angustia de estar buscándolo por tres días. A este sufrimiento le siguió la alegría de encontrarlo sano y salvo y de tenerlo en su casa hasta los 30 años y verlo crecer en edad, sabiduría y gracia ante Dios y ante los hombres.




5. Dolor: La separación de Jesús y de María al llegarle la hora de morir. Pero a este sufrimiento le siguió la alegría, la paz y el consuelo de morir acompañado de los dos seres más Santos de la tierra. Por eso invocamos a San José como Patrono de la Buena Muerte, porque tuvo la muerte más dichosa que un ser humano pueda desear: acompañado y consolado por Jesús y María.
    Para conocer más de la vida de San José, debemos remitirnos a los primeros capítulos de los Evangelios de San Mateo y San Lucas: su genealogía y su descendencia de la casa de David (Mt 1, 1-5 y Lc 3, 23-38), y el hecho de ser esposo de María Santísima, la Virgen Madre del Mesías (Mt 1, 18 y Lc 1, 27).




    Hay una antigua tradición que cuenta el bellísimo episodio de su desposorio con la Virgen María. Consta que María estaba en el Templo, ya en edad de casarse. También Ella pertenecía a la estirpe de David. Entre sus pretendientes fueron seleccionados algunos, de las mejores familias, de los más virtuosos de Israel. Cada uno llevaba en su mano un bastón de madera seca. Al momento de la elección, el bastón de José floreció milagrosamente, naciendo bellos lirios en su punta, símbolo de la pureza que él había prometido guardar siempre. Este hecho le dio seguridad a María, que también había hecho promesa de virginidad. El guardián de la Sagrada Familia quedó maravillado con la decisión de su esposa, una vez él mismo había tomado igual decisión.


    El Santo del Silencio




    San José es llamado el "Santo del Silencio", puesto que no conocemos palabras proferidas por él mismo, sino tan sólo sus obras y actos de fe, amor y protección hacia su amadísima esposa, la Virgen María, y el Niño Jesús.

    Fue un escogido de Dios y desde el comienzo recibió la gracia de ir discerniendo los designios divinos sobre sí, por estar llamado a guardar los más preciosos tesoros del Padre Celestial: Jesús y María.




    San José también es considerado Patrono de la Vida Interior, por ser un ejemplo de espíritu de oración, sufrimiento y admiración. Siendo jefe de familia, admiraba a su esposa virgen, concebida sin mancha del pecado de Adán, y al fruto de sus entrañas, Dios hecho Hombre, mucho mayores que él mismo.




    No se sabe exactamente cuándo murió San José, pero la Iglesia considera que fue antes de iniciarse la vida pública de Nuestro Señor Jesucristo, pues en las Bodas de Caná Él estaba únicamente en compañía de su Madre María.

    La muerte de San José se dio en medio de la alegría y el consuelo de estar al lado de Jesús y María, convirtiéndose así en Patrono de la Buena Muerte.



    Una criatura
    dando consejos al Creador




    ¿Cuántas veces tuvo en brazos San José al Divino Infante? El día entero viviendo con el Niño Jesús, observándolo rezar, hablar, hacer todos los actos de su vida común... En esa contemplación continua, para la que tenía un alma maravillosamente apta, recibía gracias extraordinarias y se dejaba moldear. A veces, el Niño Jesús se detenía frente a él para decirle:



    "Te pido un consejo: ¿cómo debo hacer tal cosa?"


    San José se conmovía, considerando que quien estaba pidiéndole un consejo ¡era el propio Hijo de Dios!




    Era el hombre al que la Providencia había dado los labios suficientemente puros y una humildad lo bastante grande para algo tan formidable como responder a Dios. ¡La criatura plasmada por las manos del Creador le daba consejos! Era el predestinado a ejercer una verdadera autoridad sobre la Santísima Virgen y el Niño Jesús, el privilegiado que alcanzó una altísima intimidad con Jesús y María, el bienaventurado a quien se otorgó la gracia de expirar entre los brazos de Dios, su Hijo, y de la Madre de Dios, su Esposa.



    Oración a San José
    por el Papa León XIII




    A ti, bienaventurado San José,
    acudimos en nuestra tribulación;
    y después de invocar el auxilio
    de tu Santísima Esposa
    solicitamos también confiados tu patrocinio.
    Por aquella caridad que con la
    Inmaculada Virgen María, Madre de Dios,
    te tuvo unido, y por el paterno amor
    con que abrazaste al Niño Jesús,
    humildemente te suplicamos
    vuelvas benigno los ojos a la herencia
    que con su Sangre adquirió Jesucristo,
    y con tu poder y auxilio
    socorras nuestras necesidades.

    Protege, Providentísimo Custodio
    de la Sagrada Familia
    la escogida descendencia de Jesucristo;
    aparta de nosotros toda mancha
    de error y corrupción; asístenos propicio,
    desde el cielo, fortísimo libertador nuestro,
    en esta lucha con el poder de las tinieblas:
    y, como en otro tiempo librasteis al Niño Jesús
    del inminente peligro de la vida, así ahora,
    defiende a la Iglesia Santa de Dios
    de las asechanzas de sus enemigos
    y de toda adversidad, y a cada uno
    de nosotros protégenos
    con el perpetuo patrocinio, para que,
    a tu ejemplo y sostenidos por tu auxilio,
    podamos santamente vivir
    y piadosamente morir y alcanzar
    en el cielo la eterna felicidad.
    Amén.




    Fuente - Texto tomado del Libro San José Custodio del Redentor
    Caballeros de la Virgen - Heraldos del Evangelio - Julio del 2007


    Fuente - Oración tomada de Aciprensa:
    http://www.aciprensa.com/sanjose/oracion6.htm