sábado, 12 de marzo de 2022

Lectura del Santo Evangelio Según San Lucas 9, 28-36

 



28. Sucedió, pues, que cerca de ocho días después de dichas estas palabras, tomó consigo a Pedro, y a Santiago, y a Juan, y subió a un monte a orar.

29. Y mientras estaba orando, apareció diversa la figura de su semblante, y su vestido se volvió blanco y refulgente.




30. Y viéronse de repente dos personajes que conversaban con Él, los cuales eran Moisés y Elías.

31. Que aparecieron en forma gloriosa y hablaban de su salida del mundo, la cual estaba para verificar en Jerusalén.

32. Mas Pedro y sus compañeros se hallaban cargados de sueño. Y despertando vieron la gloria de Jesús y a los dos personajes que le acompañaban.

33. Y así que éstos iban a despedirse de Él, díjole Pedro:


"Maestro, bien estamos aquí; hagamos tres tiendas o pabellones, una para Ti, otra para Moisés, y otra para Elías"


No sabiendo lo que se decía.

34. Mas en tanto que esto hablaba, formóse una nube que los cubrió; y viéndolos entrar en esta nube, quedaron aterrados.

35. Y salió de la nube una Voz que decía:


"Éste es el Hijo Mío querido: Escuchadle"




36. Al oírse esta Voz, se halló Jesús solo. Y ellos guardaron silencio, y a nadie dijeron por entonces nada de lo que habían visto.


Palabra de Dios,
Gloria a Ti, Señor Jesús

San Humberto - Cazador y Obispo (727) - Fiesta 13 de Marzo

 



Es patrono de los cazadores y de los obispos que tienen que gobernar regiones muy problemáticas. Las antiguas tradiciones cuentan de él lo siguiente:

Humberto era hijo del rey Bertrand de Aquitania. De joven era muy aficionado a la cacería y valientísimo para luchar contra las fieras. Un día en un bosque, su padre fue atacado por un oso furioso que lo iba a matar, pero el joven Humberto llegó a tiempo y arremetió tan fuertemente a la fiera feroz, que ésta tuvo que soltar a Bertrand y así el rey salvó su vida.

Fue enviado a estudiar al palacio del rey de Neustria (Bélgica), pero allá había malas costumbres y salió huyendo para no volverse vicioso. Fue entonces al palacio del rey de Austrasia, donde recibió una buena educación, y se casó con una hija del rey y tuvo un hijo a quien llamó Floriberto. Humberto olvidó los sabios consejos de su santa madre, y se dedicó únicamente a fiestas y deportes, y dejó de asistir al templo.


Y un Viernes Santo en vez de ir a las ceremonias religiosas se fue de cacería. Pero sucedió que yendo en pleno bosque persiguiendo un venado, éste se detuvo repentinamente y los perros y los caballos saltaron asustados hacia atrás. Entre los cuernos del venado apareció una cruz luminosa y Humberto oyó una voz que le decía:


 

"Si no vuelves hacia Dios, caerás en el infierno"


El joven príncipe se fue en busca del obispo San Lamberto, ante el cual pidió de rodillas perdón por sus pecados. El santo obispo le concedió el perdón y se dedicó a instruirlo muy esmeradamente en la religión. Poco después murió la esposa y entonces Humberto quedó libre para dedicarse totalmente a la vida espiritual. Renunció al derecho que tenía de ser heredero del trono, repartió sus bienes a los pobres y fue ordenado de sacerdote. Entró de monje en el convento de los Padres Benedictinos y se dedicó a la oración, a la lectura y meditación y a humildes trabajos en el convento, como hortelano, y pastor de ovejas.

Deseaba ir a Roma a visitar la tumba de los Apóstoles San Pedro y San Pablo, y a escuchar al Sumo Pontífice. Y se fue a pie escalando montañas cubiertas de hielo y atravesando en barcas pequeñas ríos crecidísimos, hasta que logró llegar, después de mil peligros, a la Ciudad Eterna.

Estando un día en un templo de Roma orando muy devotamente, fue mandado llamar por el Sumo Pontífice Sergio, el cual le contó que a su santo obispo Lamberto lo habían asesinado los enemigos de la religión, y que al Papa le parecía que el mejor para reemplazar al obispo muerto era él, el monje Humberto. Aunque tenía miedo de aceptar tan alto cargo, una visión sobrenatural lo convenció de que debía aceptar, y fue consagrado obispo de la Iglesia Católica.

El territorio que le correspondió gobernar a San Humberto estaba poblado por gentes que adoraban ídolos y eran muy crueles. Él fue recorriendo todas las regiones enseñando la verdadera religión y alejando a la gente de las falsas creencias y dañosas supersticiones. Dios le concedió el don de hacer milagros. Los que tenían malos espíritus, al encontrarse con el santo recobraban la paz, y el mal espíritu se les alejaba. Los que antes adoraban ídolos y dioses falsos, al oírlo predicar tan hermosamente acerca del Dios del cielo que hizo la tierra, y todo cuanto existe, exclamaban:


"Nunca nos habían hablado así"


Y se convertían y se hacían bautizar. Por ríos tormentosos y cruzando selvas tenebrosas y haciendo viajes muy agotadores, y recorriendo los campos en procesión cantando y rezando, visitó todo el territorio de su diócesis, ofreciendo, los sacrificios de sus viajes, por la conversión de los pecadores, y Dios le respondió concediéndole que miles y miles se convirtieran a la verdadera fe.




Un día vio que ardía en llamas la casita de una pobre mujer. Se puso a rezar con toda fe y el incendio se apagó milagrosamente. Le construyó un templo al santo obispo asesinado, San Lamberto, y llevó allá las reliquias del mártir (el cuerpo de Lamberto, al abrir su sepulcro después de varios años de enterrado, estaba incorrupto, como recién sepultado). Al paso de los restos del santo obispo varios paralíticos quedaron sanados y empezaron a andar, y varios ciegos recobraron la vista.

Un día mientras Humberto celebraba la misa entró al templo un hombre loco porque lo había mordido un perro con hidrofobia (o enfermedad de la rabia). Toda la gente salió corriendo a la plaza, pero el santo le dio una bendición al loco enfermo y éste quedó instantáneamente sano y salió a la plaza gritando:


"Vuelvan tranquilos al templo que el santo obispo me ha curado con su bendición"


Por ésto las gentes han invocado a San Humberto contra las mordeduras de perros rabiosos. Otro día se acercó a la orilla del mar y vio que una terrible tempestad hundía una barca llena de gente y que todos los pasajeros caían entre las embravecidas olas. El santo se arrodilló a orar por ellos y milagrosamente los náufragos salieron a la orilla sanos y salvos. Por eso los marineros le han tenido mucha fe a San Humberto. En el año 727 Dios le anunció que pronto iba a morir, y al terminar una misa les dijo a los fieles:


"Ya no volveré a beber este cáliz entre vosotros"


Poco después se enfermó y murió santamente, dejando entre las gentes el recuerdo de una vida dedicada totalmente al bien de los demás.


Fuente - Texto tomado de EWTN:
http://www.ewtn.com/spanish/Saints/Humberto.htm