lunes, 25 de octubre de 2021

San Alfredo - El Grande - Rey de Wessex - Fiesta Octubre 26

 



Fuente: Wikipedia 


Fue rey de Wessex (uno de los siete reinos principales que precedieron al reino de Inglaterra) desde 871 hasta su muerte. Se hizo célebre por defender a su reino contra los vikingos, volviéndose como resultado de esto en el único rey de su dinastía en ser llamado "El Grande" o Magno, por su pueblo. Fue también el primer rey de Wessex que se autoproclamó rey de Inglaterra. Los detalles de su vida son conocidos gracias a Asser, cronista de la tribu de los Galos. Siendo un hombre culto y letrado, ayudó mucho a la educación y a mejorar el sistema de leyes de su reino.

Nació en la localidad de Wantage, en Dorset, en el año 849, siendo el quinto y menor de los hijos varones -fueron 6 en total- de Ethelwulfo, rey de Wessex, y de su primera esposa, Osburga.

En 855, al morir su madre, acompañó a su padre a un peregrinaje a Roma, pasando a su regreso una temporada en la corte del rey Carlos el Calvo de Francia, realizándose entonces la segunda boda de Ethelwulfo con la hija del rey francés, Judith.

Ethelwulfo muere el 13 de enero de 858, siendo sucedido por su segundo hijo, Ethelbaldo, el cual se casa con su madrastra Judith.

Nada se sabe de los siguientes años de Alfredo durante los reinados de sus dos hermanos mayores, Ethelbaldo y Ethelberto que se sucedieron rápidamente. Fue hasta el reinado del tercer hermano -cuarto en orden de nacimiento-, Etelredo I, que el joven Alfredo comenzó su vida pública y su brillante carrera militar en contra de los vikingos. Fue gracias a sus éxitos militares que, según el cronista Asser, le fue concedido el título de secundarius o co-rey, siendo posiblemente aprobado este cargo por la Witenagemot para evitar problemas en la sucesión en caso de que el rey muriera en batalla, aunque con ello desheredaban a los dos hijos de Etelredo.

En 869, luchando al lado de su hermano Etelredo, hizo una tentativa fracasada de quitar a Mercia de la presión de los daneses. Durante casi dos años Wessex disfrutó de una tregua. Pero a finales de 870 se reanudan las hostilidades, y el año siguiente sería conocido como el "año de las batallas de Alfredo". Nueve batallas se realizaron con variada fortuna, aunque el lugar y la fecha de dos de ellas no se han registrado. Una escaramuza acertada en la batalla de Englesfield, Berkshire (31 de diciembre de 870), fue seguida por una derrota severa en la batalla de Reading (4 de enero de 871), para, cuatro días más tarde, logra una brillante victoria en la batalla de Ashdown, cerca de Compton Beauchamp, en Shrivenham Hundred.

El 22 de enero de 871, los daneses derrotaron de nuevo a los ingleses en Basing, y el 23 abril de 871 en Merton, Wiltshire, en la que muere el rey Etelredo I; las dos batallas no identificadas quizás ocurrieron en el intervalo.

Habiendo muerto Etelredo I en batalla, Alfredo al fin sube al trono de Wessex, siendo coronado en Kingston-upon-Thames el mismo día.

Mientras que él estaba ocupado con el entierro y las ceremonias fúnebres de su hermano, los daneses derrotaron al ejército inglés en su ausencia en un lugar desconocido, y una vez más en su presencia, en Wilton en el mes de mayo. Después de que fuera hecha la paz, y que por los siguientes cinco años ocuparon los daneses otras partes de Inglaterra, Alfredo se vio obligado a no realizar nuevas acciones que no fueran más allá de la observación y protección de la frontera. Las cosas cambian en 876, cuando los daneses, bajo un nuevo líder, Guthrum, regresan al reino y atacan Wareham. De allí, a comienzos de 877 y bajo el pretexto de negociaciones, incursionaron hacia el oeste y tomaron Exeter. Aquí Alfredo los bloqueó, y gracias a que la flota danesa no llegó luego de que fuera dispersada por una tormenta, los vikingos tuvieron que someterse y retirarse a Mercia. En enero de 878 los daneses volvieron a la lucha e hicieron un ataque repentino en Chippenham, una plaza fuerte la cual Alfredo había estado manteniendo desde Navidad, "y la mayoría de la gente fueron capturadas, excepto el rey Alfredo, el cual con una pequeña tropa reunida por sí mismo logra huir... por el bosque y el pantano, y después de Pascua él... construye una fortaleza en Athelney, y desde esa fortaleza comenzó a luchar contra el enemigo" (crónica).


LEYENDAS DEL PERÍODO


Una leyenda dice cómo, disfrazado como un fugitivo en los pantanos de Athelney, en Petherton, al norte de Somerset, después de la primera invasión danesa, fue visto por una campesina y ella le dio abrigo, ignorante de su identidad, dejándolo que la ayude a hacer algunas tortas que había dejado cocinar en el fuego mientras iba a hacer otros quehaceres. Preocupado con los problemas del reino, Alfredo dejó que las tortas se quemaran y fue golpeado por la mujer cuando volvió. Una vez expuesta la identidad del rey, la mujer se disculpó profusamente, pero Alfredo insistió que él era el que debería disculparse. En realidad toda esta historia de que Alfredo, durante su retiro en Athelney, saliera a la vista como un fugitivo y ayudara a una mujer a cocinar unas tortas, es falsa. En realidad él estaba organizando la resistencia. Al mismo tiempo, otras leyendas lo suponen disfrazado como arpista para entrar al campo de Guthrum y descubrir sus planes.


VICTORIA DECISIVA


A mediados de mayo de 878, los preparativos estaban listos y Alfredo se marchó de Athelney, reuniéndosele en el camino las fuerzas militares de Somerset, Wiltshire y Hampshire. Los daneses por su lado, se movieron fuera de Chippenham, y los dos ejércitos se enfrentaron en la batalla de Edington, en Wiltshire. El resultado fue una victoria decisiva para Alfredo. Los daneses fueron sometidos. Guthrum, el rey danés, y 29 de sus principales hombres tomaron el bautismo. Como resultado de esto, Inglaterra se dividió en dos tierras, la mitad al sudoeste en manos de los sajones y la mitad nororiental que se conocería ahora como el Danelaw. Al año siguiente (879) no solamente Wessex, sino también Mercia, al oeste de Watling Street, estaba libre del invasor. Éste es el arreglo conocido por los historiadores como la paz de Wedmore (878), aunque no hay documento alguno que pruebe su existencia.

Sin embargo por aquel tiempo aunque la mitad nororiental de Inglaterra, incluyendo Londres, estaba en las manos de los daneses, la verdad es que la marea había cambiado en su contra. Por aquellos años había paz en la isla, pero los daneses se mantenían ocupados en Europa. Un ataque a Kent en 884 o 885, aunque rechazado con éxito, animó a los daneses de Anglia del Este a rebelarse. Las medidas tomadas por Alfredo para reprimir esta sublevación culminan con la toma de Londres en 885 o 886, y con el tratado conocido como paz de Alfredo y de Guthrum, por el que los límites del tratado de Wedmore (con el cual se confunde a menudo) fueron modificados materialmente para beneficio de Alfredo.

Una vez terminada la lucha con los daneses, Alfredo se concentró en reforzar la marina real, siendo construidas diversas embarcaciones de acuerdo al gusto del rey.

También decidió reconstruir la organización civil, gravemente dañada durante la invasión danesa, favoreciendo a los desamparados y ganándose el título de "Protector del Pobre" (Asser).

Asser también habla de manera grandiosa acerca de las relaciones de Alfredo con potencias extranjeras, aunque no hay mucha información disponible a este respecto. Él ciertamente sostuvo correspondencia con Elías III, patriarca de Jerusalén, y envió probablemente una misión a la India. Las embajadas a Roma que aseguraban la salvación de las almas inglesas al papa eran bastante frecuentes; mientras que el interés de Alfredo en países extranjeros se demuestra por las inserciones que él hizo en su traducción de Orosius.

Alrededor del año 890, Wulfstan de Haithabu emprendió un viaje de Haithabu en Jutlandia a lo largo del Mar Báltico a la ciudad prusiana de Truso. Wulfstan dio detalles de su viaje a Alfredo.

Sus relaciones con los príncipes célticos en la mitad meridional de la isla están más claras. Comparativamente temprano en su reinado los príncipes de Gales, debido a la presión en ellas de Gales del norte y de Mercia, se acogieron a la protección de Alfredo. Más adelante Gales del norte siguió su ejemplo, y cooperó con el rey inglés en la campaña de 893 o 894. Que Alfredo enviara irlandeses a monasterios europeos se puede aceptar por la autoridad de Asser; la visita de tres peregrinos "escotos" (es decir, irlandeses) a Alfredo en 891 es indudablemente auténtica; la historia que él mismo en su niñez fue enviado a Irlanda a que se curara por St. Modwenna, aunque mítica, puede demostrar el interés del rey en esa isla.

Murió en Winchester, el 26 de octubre de 899, a los 50 años de edad, siendo sepultado en la abadía de Newminster, pero luego es trasladado a la abadía de Hyde, en Winchester.


Fuente - Texto tomado de ES.CATHOLIC.NET:
http://es.catholic.net/op/articulos/35576/alfredo-el-grande-santo.html

Los 16 principales Nombres que se le dan a Jesús

JESÚS, HIJO DE DIOS


Todos los títulos que se le dan nos demuestran la riqueza escondida en Jesús, el Hijo de Dios. 


Por: P. Antonio Rivero, L. C. | Fuente: Jesucristo




Leyendo los Santos Evangelios nos sorprende la variedad de nombres que se le dan a Cristo, ya sea por parte de los evangelistas o porque el mismo Cristo se los aplica a sí mismo:


Camino, Verdad, Vida, Pastor, Rey, Luz, Pan, Maestro, Compañero de camino, Resurrección, Vida, Salvador, Mesías, Cordero de Dios, etc.


Ésto nos demuestra la riqueza inmensa que encierra el Corazón de Cristo. Acerquémonos, pues, al Evangelio para descubrir la hondura y profundidad de su Amor. A lo largo de los Evangelios podemos descubrir diversos títulos de Jesús. Todos nos demuestran que ha sido el Hombre más grande de la historia. Muchos hombres han sido admirados, pero no siempre amados. Jesucristo es el único hombre que ha sido amado más allá de su tumba. A los dos mil años de su muerte, legiones de hombres y mujeres, dejando su familia paterna y su familia futura, sus riquezas y su Patria, despojándose de todo, han vivido sólo para Él. Jesucristo ha sido amado con heroísmo.




Millares y millares de mártires dieron por Él su sangre. Millares y millares de santos centraron en Él su vida. Jesús ha sido también el hombre más combatido de la humanidad. ¿Qué tendrá este hombre que murió hace dos mil años y hoy molesta a tantos vivos? ¿Qué tendrá este hombre que sigue enterrando a sus mismos enemigos y Él sigue vivo? ¿Quién es Jesús?

Fray Luis de León ha escrito lo siguiente:


"Vienen a ser casi innumerables los nombres que la Escritura divina da a Cristo, porque le llama León y Cordero, y Puerta y Camino, y Pastor y Sacerdote, y Sacrificio y Esposo, y Vid y Pimpollo, y Rey de Dios y Cara suya, y Piedra y Lucero, y Oriente y Padre, y Príncipe de Paz y Salud, y Vida y Verdad, y así otros nombres sin cuento"


¿Quién es, pues, Cristo?


Aún resuena en nuestros oídos la pregunta que el mismo Cristo formuló hace dos mil años:




"¿Quién decís que soy Yo?" (Mateo 16, 16-17)


A esta pregunta respondió su mismo Padre celestial, respondió la gente que le vio y le escuchó y respondió el mismo Jesús.

Todos los títulos que se le dan nos demuestran la riqueza escondida en Jesús, el Hijo de Dios. Es la riqueza que Dios Padre quiso compartir con la humanidad. Cada uno de nosotros va haciendo a lo largo de la vida diversas experiencias de Jesucristo. Lo importante es estar abierto a este Pozo insondable y acercarnos cada día a sorber aunque sólo sea una gota de su agua saciativa y refrescante. Ojalá terminemos nuestra vida con el Nombre de Jesús en nuestros labios y en nuestro corazón. Con solo escuchar este Nombre el alma se pacifica, el corazón se enardece y se ensancha. ¿Cómo no predicarlo por todos los rincones del mundo? En Él está la salvación.


1. Jesús




San Mateo nos dice así, de parte del Ángel:


"Le pondrás por nombre Jesús, porque Él salvará a su pueblo de sus pecados" (Mt 1, 21)


Son palabras del Ángel a José. Este Nombre expresa la misión del Hijo de Dios al encarnarse. Revela el motivo de la encarnación. Jesús en lengua hebrea se dice Yehoshuah y quiere decir Yahvéh salvaDios salva; quiere decir, pues, Salud-dador.

Éste el Nombre que resume todos los demás que enunció Fray Luis de León. Es el nombre más suave. Así lo dirá San Bernardo:


"Nada más suave de cantar, nada más grato de oír, nada tan dulce de pensar, como Jesús, Hijo de Dios"


¡Jesús! No existe bajo el cielo otro nombre, dado a los hombres, en el cual hayamos de salvarnos (Act 4, 12).

Manuel de Iribarne cuenta la muerte trágica de Francisco Pizarro diciendo: Pizarro quedó solo en medio de sus enemigos, que arremetieron contra él sin compasión. Atacado por todas partes, el viejo soldado se mantuvo en pie defendiéndose durante algún tiempo, hasta que su nervudo brazo se rindió a la fatiga, incapaz de sostener la espada. Martín Bilbao le asestó entonces una furiosa cuchillada en el cuello, que dio con él de bruces sobre las losas. Un surtidor de sangre caliente brotó de su garganta. Al caer, el conquistador del Perú pidió confesión a voces. Dícese que antes de lanzar su postrer aliento, como español y como cristiano, trazó una cruz con su propia sangre en el suelo -única firma que usó en vida- y luego la besó devotamente. Un tenue y suspirado ¡Jesús! Se escapó de sus labios. Un nombre, pues, que trae consuelo y confianza incluso en el mismo trance de la muerte trágica.


2. Jesús: Cordero de Dios




Así lo nombró Juan Bautista a orillas del Jordán (cf Jn 1, 29). ¿Qué quiso significar Juan? Tal vez estaba indicándolo como el verdadero Cordero Pascual (cf Ex 12,6), o tenía en mente el cordero del sacrificio cotidiano en el templo (cf Ex 29,38); o tal vez al Siervo de Yahvéh, de Isaías, llevado al matadero como corderito mudo (cf Is 53, 6,7); podía también querer resaltar su cualidad de inocencia o su disposición al sufrimiento.

Es Cordero que quita el pecado del mundo, no sólo que lo lleva. Y San Juan dice que quita y no que quitará, para indicar y significar la virtud natural de Cristo de quitar los pecados.


3. Jesús: Profeta




"Este es el profeta Jesús, de Nazaret en Galilea" (Mt 21, 9-11)


Jesús fue el Profeta esperado. ¿Qué es una profecía? Es un conocimiento impreso en la mente del profeta mediante una revelación divina; es una señal de la divina presciencia.

¿Qué clase de profeta: taumaturgo (que obra milagros), reformador, mesiánico?

Jesús no rechaza el intento popular de colocar su obra y su personalidad dentro del marco de profetismo, pero la supera porque no sólo anuncia la venida del Reino, sino que la realiza en Él mismo. Es profeta, también, porque es rechazado y perseguido; así supera la imagen del profeta mesiánico nacionalista, apocalíptico y espectacular.

Como Profeta Jesús tuvo conocimiento del corazón del hombre. Conocía lo que había en el corazón de Natanael (cf Jn 1, 43). Conocía los pecados de la samaritana (cf Jn 4, 17-18). Conocía las murmuraciones internas de los escribas cuando sana al paralítico (cf Lc 9, 46). Conocía los juicios del fariseo cuando la pecadora lava sus pies con lágrimas (cf Lc 7, 36-50). Conocía la traición de Judas (cf Jn 13, 27). ¡Él conocía lo que hay en el corazón del hombre!

Pero Jesús fue más que un Profeta. Y con sus profecías demostró que era enviado de Dios y además demostró que era Dios. Todo cuanto Él decía lo sabía como Dios y también como Hombre.


4. Jesús: Mesías




Elegido y ungido por Dios y enviado con una misión. Jesús no sólo no usa el término de Mesías, sino que positivamente tiene una actitud de ocultamiento y reserva en este sentido. Impone silencio a los demonios para que no lo descubran como Mesías (Cf Mc 1, 33; 3, 12; Lc 4, 41).

Pero ocurre también que a Jesús le preguntan si es Él el Mesías y responde diciendo: Sí, pero...; sí, pero no del modo como vosotros pensáis.. Su mesianismo va a escandalizar, va a defraudar a muchos, va a ser signo de contradicción, una piedra de escándalo para los judíos.

Cristo había sido reacio a confesar públicamente su identidad mesiánica. Tenía el peligro de que le entendieran en sentido político-nacional, cuando su misión era otra muy distinta. Y cuando lo confesó públicamente en la Pasión, ante el sumo sacerdote, fue tratado de blasfemo.


5. Jesús: Hijo de David




Jesús no se lo aplica nunca espontáneamente, aunque tampoco lo niega cuando se lo atribuyen (Mt 21, 9-15). La muchedumbre lo considera como hijo de David (Mt 12, 23-27; Mc 10, 47-48; Lc 18, 38-39); pero Jesús no reivindica dicho título, como si tuviese miedo a la exaltación política que ello traería consigo. Era en tiempos de Jesús uno de los títulos de más acusado trasfondo político.


6. Jesús: el Hijo del hombre




Tiene estos sentidos:

Primero: Hijo del hombre en clara referencia al texto de Daniel (7, 9-14). Con ellos viene a indicar que su mesianismo es divino. En efecto, el hijo del hombre es preexistente, proviene del cielo y aparece junto al anciano sobre la nube, lugar de las manifestaciones de Dios.

Segundo: Jesús, al usar el título de hijo del hombre, lo hace en conexión con la función del siervo de Yavé, en cuanto que su mesianismo de origen divino y trascendente se realiza con la misión de redimir a la humanidad (Mateo 20, 28), perdonar los pecados, juzgar, consolar a los pecadores. Jesucristo emplea este título 82 veces.

Tercero: Hijo del hombre por ser verdadero hombre. Es el hijo de hombre más extraordinario de todos. Hijo de hombre porque sufrirá todo tipo de humillaciones, porque no tendrá donde reclinar la cabeza. Une la función del Hijo del Hombre con la del siervo de Yavé humillado, servidor y sufrido.


7. Jesús: Maestro




Es curioso ver que de un total de 58 veces en que aparece la palabra maestro en el Nuevo Testamento, 48 se encuentran en los evangelios, y 41 referido a Jesús. En muchas ocasiones se dice en el evangelio que Jesús enseña a los discípulos y a la gente. La actividad pública de Jesús se caracteriza por su enseñanza, por lo que parece justificado hablar respecta a Él designándolo como Maestro.

Jesús enseña en los lugares públicos de carácter religioso, dirigiéndose a la gente que allí se reúne: en la sinagoga los días de sábado y en el área del templo. Ocasionalmente los evangelios mencionan la actividad de enseñanza al aire libre, o en las plazas de la aldea.

La instrucción de Jesús se dirige a la gente sin distinción alguna o a los discípulos por separado. La forma de enseñanza de Jesús corresponde a la de la tradición bíblica, sapiencial y de las escuelas judías: sentencias proverbiales, semejanzas, parábolas, etc.


8. Jesús: Señor




Superior a todos, de condición divina. El título Señor se refiere más directamente a las relaciones de Cristo con nosotros. La función magisterial de Jesús, según el primer evangelista, tiende a coincidir con la de Señor de los discípulos, hasta el punto de que ninguno de ellos puede arrogarse el título de maestro.

En concomitancia con esta acentuación del papel autorizado de Jesús en el evangelio de Mateo, los discípulos se dirigen a Jesús dándole el título de Señor, mientras que son los demás, los de fuera, los que llaman a Jesús Maestro. También el evangelio de Lucas revela esta tendencia a reservar el uso del título Maestro para los que son extraños al grupo de los discípulos, mientras que estos últimos llaman a Jesús: Señor.


9. Jesús: Hijo de Dios




Jesús al presentar al Padre, indirectamente se está revelando a sí mismo como el Hijo en un sentido único y trascendente. No es que busque su gloria al revelarse como el Hijo; es que al revelar la gloria del Padre, inevitablemente revela la suya propia.

Es en el evangelio de San Juan donde Jesús se presenta como el Hijo en un sentido único y trascendente. La relación única entre ambos la presenta mediante un conocimiento mutuo único (Jn 1, 18: 10, 15; 17, 25), un amor recíproco también exclusivo (Jn 5, 20; 14, 31; 17, 24.26), mediante la unidad de ambos en la acción (Jn 5, 17.19.20.30), que hace que los dos sean una misma cosa (Jn 14, 10; 17, 21-22). De este modo, quien honra al Padre honra al Hijo (Jn 5, 22-27), y quien ve al Hijo ve igualmente al Padre.

Este es el secreto de la vida íntima de Jesús: su filiación divina. Hay en Él, junto a su condición divina, una atracción continua del Padre, un deseo de estar a solas con Él; deseo que a veces sólo puede cumplir quedándose toda la noche de oración tras una jornada agotadora de actividad.




Parece como si la esencia misma de la personalidad de Jesús fuese su relación con el Padre. Era algo obsesivo en Él. Incluso le llamaba Abbá, papá, expresando así la conciencia de su filiación divina. Jesús nos ha introducido por adopción en la relación única filial que Él mantiene con el Padre. Ser cristiano es ser hijo en el Hijo.


10. Jesús: Mesías, el Hijo de Dios vivo




Jesús no se autodesigna nunca como el mesías. Son los otros, los discípulos o la gente quienes lo llaman mesias, christós, o con fórmulas equivalentes como hijo de David.

No sólo Jesús no se presenta nunca como mesías, sino que se muestra reticente y en algunos casos contrario frente a semejante reconocimiento por parte de los demás. Incluso cuando Pedro le confesó como Mesías, les impuso a todos los apóstoles severamente que no hablasen de él a nadie (cf. Mc 8, 30).

Se trata del famoso secreto mesiánico. ¿Por qué? Porque había tendencia de entender el término mesías desde el punto de vista demasiado político y social. Y Jesús quería evitar a toda costa ese significado. No es un mesías político ni social, sino un mesías espiritual, un ungido de Dios, que nos salvó del pecado a través de su pasión y muerte en la cruz.




No vino a instaurar un mesianismo nacionalista judío. Incluso la fuerte acentuación religiosa de su proyecto, que incluye una nueva imagen de Dios-Padre que acoge a los pobres, a los pequeños y desamparados, a los pecadores y a los extranjeros, choca abiertamente con la visión de un mesianismo político.

Además, la propuesta de una síntesis ética que se caracteriza por el amor gratuito y universal que abraza incluso a los enemigos no se presta a la realización de un programa mesiánico de tipo revolucionario y socializante. De hecho, Jesús con sus opciones y sus tomas de posición defraudó las esperanzas mesiánico-nacionalistas.


11. Jesús: Salvador




Jesucristo vino a salvar al hombre, no tanto a las circunstancias molestas. Por eso, aún con la venida de Cristo Salvador, perdura el mal en el mundo, sobre todo el mal físico (cf. Mt 19, 12-13; Mc 1, 14-15). Vino a salvar a todo el hombre: sea en el alma, sea el cuerpo. Y vino a salvar a todos los hombres (cf. Mt 28, 19-20). Esa salvación supuso un cambio interior del hombre. La salvación de Cristo nos hace hombres nuevos.

¿Cómo nos salvó? Encarnándose, muriendo por nosotros, satisfaciendo y reparando nuestro pecado. Nosotros recibimos la salvación reconociéndonos pecadores, abriéndonos a esa salvación en los sacramentos. Estamos llamados a ser co-salvadores con Cristo, mediante nuestro sacrificio, nuestro apostolado directo.


12. Jesús: Siervo de Yahvé




Este calificativo hace referencia al hecho de que está íntimamente unido a Dios y que sufrirá por nosotros.


13. Jesús: Sumo Sacerdote




Sumo Sacerdote, pues es el puente más directo para unirnos a Dios.


14. Jesús: Mediador




Ya que es el intermediario ante Dios de nuestras necesidades.


15. Jesús: Juez




Porque nos juzgará en el último día.


16. Jesús: Santo de Dios




Se le denomina Santo de Dios dado que es Hijo de Dios.


Fuente - Texto tomado de ES.CATHOLIC.NET: