miércoles, 29 de septiembre de 2021

San Jerónimo - Presbítero y Doctor de la Iglesia - Fiesta Septiembre 30

 

Jerónimo quiere decir:
el que tiene un nombre sagrado
JERO = Sagrado
NOMOS = Nombre


Jerónimo bendito:
pídele a Dios que a nosotros se nos prenda
o contagie ese amor tuyo tan inmenso
por la Sagrada Biblia, por estudiar, amar
y practicar la Palabra de Dios.
Bendice a todos los que en el mundo entero
se dedican a dar a conocer y amar el Libro Santo


Dicen que este santo ha sido el hombre que en la antigüedad estudió más y mejor la S. Biblia. Nació San Jerónimo en Dalmacia (Yugoslavia) en el año 342. Sus padres tenían buena posición económica, y así pudieron enviarlo a estudiar a Roma. En Roma estudió latín bajo la dirección del más famoso profesor de su tiempo, Donato, el cual hablaba el latín a la perfección, pero era pagano. Esta instrucción recibida de un hombre muy instruido pero no creyente, llevó a Jerónimo a llegar a ser un gran latinista y muy buen conocedor del griego y de otros idiomas, pero muy poco conocedor de los libros espirituales y religiosos.

Pasaba horas y días leyendo y aprendiendo de memoria a los grandes autores latinos: Cicerón, Virgilio, Horacio y Tácito, y a los autores griegos: Homero y Platón, pero no dedicaba tiempo a leer libros religiosos que lo pudieran volver más espiritual.

En una carta que escribió a Santa Eustoquia, San Jerónimo le cuenta el diálogo aterrador que sostuvo en un sueño o visión:

"Sintió que se presentaba ante el trono de Jesucristo para ser juzgado. Nuestro Señor le preguntaba:


"¿A qué religión pertenece?"


Él le respondió:


"Soy cristiano-católico"


Y Jesús le dijo:



 

"No es verdad. Que borren su nombre de la lista de los cristianos católicos. No es cristiano sino pagano, porque sus lecturas son todas paganas. Tiene tiempo para leer a Virgilio, Cicerón y Homero, pero no encuentra tiempo para leer las Sagradas Escrituras"


Se despertó llorando y en adelante su tiempo será siempre para leer y meditar libros sagrados, y exclamará emocionado:

 
"Nunca más me volveré a trasnochar por leer libros paganos"


A veces dan ganas de que a ciertos católicos les sucediera una aparición como la que tuvo Jerónimo, para ver si dejan de dedicar tanto tiempo a lecturas paganas e inútiles (revistas, novelas) y dedican unos minutos más a leer el libro que los va a salvar, la Sagrada Biblia.

Jerónimo dispuso irse al desierto a hacer penitencia por sus pecados (especialmente por su sensualidad que era muy fuerte, y por su terrible mal genio y su gran orgullo). Pero allá aunque rezaba mucho y ayunaba, y pasaba noches sin dormir, no consiguió la paz. Se dio cuenta de que su temperamento no era para vivir en la soledad de un desierto deshabitado, sin tratar con nadie. Él mismo en una carta cuenta cómo fueron las tentaciones que sufrió en el desierto (y esta experiencia puede servirnos de consuelo a nosotros cuando nos vengan horas de violentos ataques de los enemigos del alma):

 
"Hasta que al fin, sintiéndome impotente ante tan grandes enemigos, me arrodillé llorando ante Jesús crucificado, bañé con mis lágrimas sus pies clavados, y le supliqué que tuviera compasión de mí, y ayudándome el Señor con su poder y misericordia, pude resultar vencedor de tan espantosos ataques de los enemigos del alma. Y yo me pregunto: si ésto sucedió a uno que estaba totalmente dedicado a la oración y a la penitencia, ¿qué no les sucederá a quienes viven dedicados a comer, beber, bailar y darle a su carne todos los gustos sensuales que pide?"


 



Vuelto a la ciudad, sucedió que los obispos de Italia tenían una gran reunión o Concilio con el Papa, y habían nombrado como secretario a San Ambrosio. Pero éste se enfermó, y entonces se les ocurrió nombrar a Jerónimo. Y allí se dieron cuenta de que era un gran sabio que hablaba perfectamente el latín, el griego y varios idiomas más. El Papa San Dámaso, que era poeta y literato, lo nombró entonces como su secretario, encargado de redactar las cartas que el Pontífice enviaba, y algo más tarde le encomendó un oficio importantísimo: hacer la traducción de la S. Biblia. Las traducciones de la Biblia que existían en ese tiempo tenían muchas imperfecciones de lenguaje y varias imprecisiones o traducciones no muy exactas. Jerónimo, que escribía con gran elegancia el latín, tradujo a este idioma toda la S. Biblia, y esa traducción llamada "Vulgata" (o traducción hecha para el pueblo o vulgo), fue la Biblia oficial para la Iglesia Católica durante 15 siglos. Únicamente en los últimos años ha sido reemplazada por traducciones más modernas y más exactas, como por ej. La Biblia de Jerusalén y otras.




Casi de 40 años Jerónimo fue ordenado sacerdote. Pero sus altos cargos en Roma y la dureza con la cual corregía ciertos defectos de la alta clase social, le trajeron envidias y rencores. Sintiéndose incomprendido y hasta calumniado en Roma, donde no aceptaban el modo fuerte que él tenía de conducir hacia la santidad a muchas mujeres que antes habían sido fiesteras y vanidosas, y que ahora por sus consejos se volvían penitentes y dedicadas a la oración, dispuso alejarse de allí para siempre y se fue a la Tierra Santa donde nació Jesús.

Sus últimos 35 años los pasó San Jerónimo en una gruta, junto a la Cueva de Belén. Varias de las ricas matronas romanas que él había convertido con sus predicaciones y consejos, vendieron sus bienes y se fueron también a Belén a seguir bajo su dirección espiritual. Con el dinero de esas señoras construyó en aquella ciudad un convento para hombres y tres para mujeres, y una casa para atender a los peregrinos que llegaban de todas partes del mundo a visitar el sitio donde nació Jesús. Allí, haciendo penitencia, dedicando muchas horas a la oración, días, semanas y años al estudio de la S. Biblia, Jerónimo fue redactando escritos llenos de sabiduría, que le dieron fama en todo el mundo. Con tremenda energía escribía contra los herejes que se atrevían a negar las verdades de nuestra santa religión. Muchas veces se extralimitaba en sus ataques a los enemigos de la verdadera fe, pero después se arrepentía humildemente.

La Santa Iglesia Católica ha reconocido siempre a San Jerónimo como un hombre elegido por Dios para explicar y hacer entender mejor la S. Biblia. Por eso ha sido nombrado Patrono de todos los que en el mundo se dedican a hacer entender y amar más las Sagradas Escrituras. El Papa Clemente VIII decía que el Espíritu Santo le dio a este gran sabio unas luces muy especiales para poder comprender mejor el Libro Santo. Y el vivir durante 35 años en el país donde Jesús y los grandes personajes de la S. Biblia vivieron, enseñaron y murieron, le dio mayores luces para poder explicar mejor las palabras del Libro Santo. 

Se cuenta que una noche de Navidad, después de que los fieles se fueron de la gruta de Belén, el santo se quedó allí solo rezando y le pareció que el Niño Jesús le decía:


"Jerónimo ¿qué me vas a regalar en mi cumpleaños?"




Él respondió:


"Señor te regalo mi salud, mi fama, mi honor, para que dispongas de todo como mejor te parezca"


El Niño Jesús añadió:

 
"¿Y ya no me regalas nada más?"

 

"Oh mi amado Salvador, exclamó el anciano, por Ti repartí ya mis bienes entre los pobres. Por Ti he dedicado mi tiempo a estudiar las Sagradas Escrituras... ¿Qué más te puedo regalar? Si quisieras, te daría mi cuerpo para que lo quemaras en una hoguera y así poder desgastarme todo por Ti"


El Divino Niño le dijo:


 

"Jerónimo: regálame tus pecados para perdonártelos"


El santo al oír ésto se echó a llorar de emoción y exclamaba:

 
"¡Loco tienes que estar de amor, cuando me pides ésto!"


Y se dio cuenta de que lo que más deseaba Dios que le ofrezcamos los pecadores, es un corazón humillado y arrepentido, que le pide perdón por las faltas cometidas. 

El 30 de septiembre del año 420, cuando ya su cuerpo estaba debilitado por tantos trabajos y penitencias, y la vista y la voz agotadas, y Jerónimo parecía más una sombra que un ser viviente, entregó su alma a Dios para ir a recibir el premio de sus fatigas. Se acercaba ya a los 80 años. Más de la mitad los había dedicado a la santidad.


Fuente - Texto tomado de EWTN:

Dato Curioso e Histórico: El Arcángel San Miguel salvó Roma

  



María Paola Daud | Junio 10 de 2017


La misteriosa historia que esconde el puente de Sant'Angelo.




En Roma se encuentra uno de los puentes más bellos del mundo, el puente Elio, al que todo el mundo llama Sant’Angelo, o el puente de los ángeles.

Este puente fue construido por el emperador Adriano en el año 133 para conectar la parte izquierda del río Tíber con lo que sería su mausoleo, un puente para su futuro “funeral imperial”.




Con el tiempo el mausoleo se convirtió en un castillo que en diferentes épocas de la historia fue refugio o prisión para algunos papas, y famoso por el “Passeto del Borgo”, un camino “secreto” que conecta directamente al Vaticano y que fue muchas veces vía de escape para los papas cuando estaban en peligro.

Durante mucho tiempo el puente fue utilizado por los peregrinos para comunicarse con la Basílica de San Pedro por lo que el puente pasó a conocerse como puente de San Pedro. Años después sería el papa Gregorio Magno quien le adjudicó su actual sobrenombre: Sant’Angelo.




En el año 590 dC Roma fue devastada por la peste y el papa llamó a todo el pueblo en procesión para rezar por el fin de la terrible plaga. En ese momento el arcángel Miguel se apareció en la parte más alta del castillo con todo su esplendor. A la vista de todos el arcángel desenfundó su espada y este gesto fue interpretado por el papa como el anuncio del fin de la peste.

Inmediatamente después de la aparición, la peste dejó de asolar Roma y el Papa para conmemorar este hecho hizo poner en lo alto del castillo la estatua del ángel en madera, sustituida a lo largo de los años hasta el actual hecho de bronce por Peter Anton von Verschaffelt.




La leyenda cuenta que el ángel dejó marcado (donde “aterrizó”) sus huellas en el mármol del castillo. Este trozo de piedra aún existe y puede verse en los Museos Capitolinos.




Ya en el año 1535, el Papa Clemente VII hizo erigir las estatuas de los apóstoles San Pedro y San Pablo, a los que se añadieron más tarde los cuatro evangelistas y patriarcas que representaban las estatuas de Adán, Noé, Abrahám y Moisés.

En 1669, el Papa Clemente IX encomendó a Bernini que le diera una nueva cara al puente y esta sería la última gran obra de Bernini. Programó la construcción de diez ángeles que sostenían los instrumentos de la Pasión, un majestuoso Vía Crucis sobre el puente, que servía de preparación para el sacramento de la reconciliación hasta llegar a la Basílica de San Pedro.




El rostro de los ángeles se ven serenos por la esperanza de la Resurrección, y si bien todos fueron proyectados por Bernini, realmente él sólo realizó dos: el ángel que tiene el cartel “I.N.R.I.” y el que tiene la Corona de Espinas.

Al ver tan bellas imágenes y por miedo que se arruinaran por las inclemencias del tiempo las hizo quitar de allí. Se reemplazaron con copias hechas por otros artistas y hoy las originales se encuentran en la iglesia de Sant’Andrea delle Fratte, también en Roma.


Fuente - Texto tomado de ES.ALETEIA.ORG:

Oraciones a los Arcángeles: San Miguel - San Gabriel y San Rafael







Oración a San Miguel Arcángel


San Miguel Arcángel


San Miguel Arcángel, defiéndenos en la batalla.
Se nuestro amparo contra la perversidad
y asechanzas del demonio.
Reprímale Dios, pedimos suplicantes,
y tú príncipe de la milicia celestial
arroja al infierno con el divino poder
a satanás y a los otros espíritus malignos
que andan dispersos por el mundo
para la perdición de las almas.
Amén




Oración a San Gabriel Arcángel


San Gabriel Arcángel


¡Oh! Glorioso Arcángel San Gabriel,
llamado fortaleza de Dios,
príncipe excelentísimo
entre los espíritus angélicos,
embajador del Altísimo,
que mereciste ser escogido
para anunciar a la Santísima Virgen
la Encarnación del Divino Verbo
en sus purísimas entrañas:
yo te suplico tengas a bien
rogar a Dios por mí,
miserable pecador,
para que conociendo
y adorando este inefable misterio,
logre gozar el fruto
de la divina redención
en la gloria celestial.

Amén.


Oración a San Rafael Arcángel


San Rafael Arcángel


¡Oh! poderoso Príncipe de la gloria San Rafael,
llamado medicina de Dios, salud de los enfermos,
luz de los ciegos, guía de caminantes,
protector de la limosna, del ayuno y de la oración:
por aquella caridad con que acompañaste
al joven Tobías, te pido,
¡oh! glorioso protector mío,
me libres de todos los males y peligros
y me acompañes en la peregrinación
de esta vida mortal, para llegar felizmente
a puerto de salvación en la eterna.

Amén