viernes, 3 de septiembre de 2021

San Moisés - Libertador del Pueblo Elegido y Profeta del Antiguo Testamento - Fiesta Septiembre 4

 



La historia de Moisés se encuentra en el segundo libro de la S. Biblia, el Libro del Éxodo, uno de los libros más hermosos y emocionantes de toda la literatura universal. Ningún buen cristiano debería quedarse sin leer el Éxodo no sólo una vez sino muchas veces. Su lectura le hará un gran provecho a su alma.

Cuenta el libro del Éxodo que empezó a gobernar a Egipto un faraón que no quería a los israelitas y dio una ley, mandando que todo niño varón que naciera había que matarlo. Y un día nació un bellísimo niño de la tribu de Leví. Sus padres lo escondieron para que no lo fueran a matar los soldados del faraón, pero como el niño lloraba y podían oírlo desde la calle, dispuso entonces la madre echarlo entre un canasto, que ella había forrado con brea por fuera, y dejarlo flotando sobre las aguas del río Nilo.




Y sucedió que fue la hija del faraón a bañarse al río Nilo y al ver el canasto sobre el agua mandó un nadador a que lo sacara. Y allí encontró el hermoso niño que lloraba. Se compadeció de él y en ese momento llega la hermanita del niño, que estaba escondida entre los matorrales de la orilla observando, y le propuso que ella le podía conseguir una señora para que criara al niño. La hija del rey aceptó y fue llamada la mamá a quien la princesa le pagó para que criara al pequeño, al cual le puso por nombre MOISÉS, que significa salvado de las aguas.




La hija del faraón adoptó a Moisés como príncipe y lo hizo educar en el palacio del rey, donde se educaban los que iban a ser gobernantes de la nación. Esta educación tan esmerada le sirvió mucho después para saber gobernar muy bien al pueblo de Israel.




Cuando Moisés fue mayor, un día vio que un egipcio atormentaba a un israelita y por defender al israelita hirió gravemente al egipcio. Lo supo el rey y lo iba a mandar matar, y entonces Moisés salió huyendo hacia el desierto. En el desierto encontró a unas pastoras que no podían dar de beber a sus rebaños porque unos pastores asesinos se lo impedían. Como él era un buen luchador las defendió y les permitió dar de beber a sus ovejas. Las muchachas le contaron ésto a su padre y el buen hombre mandó llamar a Moisés y lo encargó de cuidar sus rebaños en el desierto. Allí estuvo por siete años, dedicado a la meditación y a la oración, y ese tiempo le fue muy útil porque pudo conocer muy bien el desierto por donde más tarde iba a conducir al pueblo de Israel. Moisés se casó con Séfora, la hija del dueño de las ovejas, y de ella tuvo dos hijos: Eliécer y Gerson.

Un día mientras cuidaba las ovejas en el desierto vio Moisés que un montón de espinas ardían entre llamaradas pero no se quemaban. Lleno de curiosidad se acercó para ver qué era lo que pasaba y una Voz le dijo:

"Moisés, Moisés, quítate las sandalias porque el sitio que estás pisando es sagrado"


Le preguntó:


"¿Quién eres Tú Señor?"


La Voz le respondió:


"Yo Soy el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob. He oído las lamentaciones de mi pueblo de Israel y he dispuesto bajar a ayudarlos. He dispuesto liberarlos de la esclavitud de Egipto y llevarlos a una tierra que mana leche y miel. Yo te enviaré al faraón para que los deje salir en libertad"


Moisés preguntó:


"¿Señor, y si me preguntan cuál es Tu Nombre, qué les diré?"


El Señor le respondió:


"Yo Soy Yavhé. Yo Soy el que Soy. Irás a los israelitas y les dirás: 'Yavhé, que es el Dios de Abraham, Isaac y Jacob me envía a vosotros'. Luego reunirás a los ancianos de Israel, y con ellos irás al faraón a pedirle que deje salir libre al pueblo. El faraón se negará pero Yo haré toda clase de prodigios para que los dejen salir"


Moisés dijo al Señor:


"¿Y qué demostración les voy a hacer para que sepan que sí voy de parte de Dios?"


El Señor le respondió:


"Echa al suelo tu vara de pastor"


Moisés lanzó al suelo su vara o bastón que se convirtió en serpiente. Dios le dijo:


"Toma la serpiente por la cola"


La agarró y se volvió otra vez bastón. Dios le dijo:


"Ésta será una de las señales con las cuales Yo te voy a apoyar para que te crean"


Moisés le dijo a Nuestro Señor:


"Yo tengo dificultad para hablar. ¿Por qué no mandas a otro?"


El Señor le dijo:


"Tu hermano Aarón, que sí tiene facilidad para hablar, te ayudará"


Moisés se volvió a Egipto y junto con su hermano Aarón reunió a los ancianos de Israel y les contó lo que le había mandado el Señor Dios. Y convirtió el bastón en serpiente para demostrarles que sí venía de parte de Dios. Se fueron donde el faraón a pedirle que dejara salir en libertad al pueblo de Israel, pero el faraón no quiso aceptar sino que más bien esclavizó más a los israelitas y les puso trabajos más pesados, haciendo ladrillos. El pueblo clamó a Dios y Dios los escuchó y mandó las terribles 10 plagas de Egipto.



La primera plaga consistió en que las aguas del Nilo se convirtieron en sangre, al ser tocadas por el bastón de Moisés. La segunda plaga fue una espantosa invasión de ranas por todas las casas. El faraón se asustó, pero apenas Moisés obtuvo que se acabara la plaga, ya no dejó salir al pueblo. La tercera, una nube inmensa de mosquitos que molestaban a todo el mundo. La cuarta, unos tábanos o abejones que picaban muy duro. La quinta plaga, una peste que mató el ganado. La sexta, úlceras por todo el cuerpo en la gente. La séptima plaga, una terrible granizada que destruyó los cultivos. La octava, las langostas que llegaron por millones y arrasaron con todo. La novena, tres días de tinieblas. Y la décima y más terrible, la muerte de todos los hijos mayores o primogénitos de las familias de Egipto. Ante esta calamidad, el faraón se asustó y dejó salir al pueblo de Israel.


Cuando el faraón asustado dio la orden de que los israelitas podían salir de Egipto donde estaban como esclavos, todos ellos se apresuraron a abandonar el país con sus animales y cuanto tenían dirigidos por Moisés. Pero al llegar al Mar Rojo vieron que el ejército egipcio venía a perseguirlos. Asustados clamaron a Dios y entonces el Señor mandó a Moisés que tocara con su bastón el mar. Inmediatamente se abrieron las aguas en dos grandes murallas y el pueblo pasó a pie por terreno seco hasta la otra orilla.




El ejército del faraón quiso pasar también, pero por orden de Dios, Moisés tocó otra vez con su bastón las aguas y éstas se cerraron y ahogaron a todo el ejército perseguidor. En ese día el pueblo aumentó su fe en Dios y creyó en Moisés su profeta.

En el desierto faltó el agua y el pueblo se moría de sed. Moisés, por orden del Señor, golpeó con su bastón una roca y de ella brotó una fuente de agua en la cual bebió todo el pueblo y bebieron sus ganados. La gente empezó a sufrir hambre y a protestar. Entonces Dios hizo llover del cielo un pan blanco y agradable. La gente al verlo decía:


"¿Maná?" (que en su idioma significa, ¿qué es ésto?)




Dios le dijo a Moisés:


"Éste es el pan con el cual los voy a alimentar mientras se encuentran en el desierto"


Y así durante 40 años el maná fue el alimento prodigioso que los libró de morirse de hambre. Moisés subió al Monte Sinaí y allí Dios le dio los Diez Mandamientos, escritos en dos tablas de piedra. Y prometió que quien los cumpla tendrá siempre sus bendiciones y su ayuda.




Moisés tuvo que sufrir mucho porque el pueblo era rebelde y muy inclinado al mal, pero Dios se le aparecía y hablaba con él como un amigo de mucha confianza. Inspirado por Nuestro Señor dio Moisés al pueblo unas leyes sumamente sabias, que fueron después muy útiles para conservarlos en las buenas costumbres y preservarlos en la fe. Cuando el pueblo pecaba y Dios se proponía castigarlo, Moisés oraba por el pueblo pecador y Dios los perdonaba. 

Cuando los enemigos venían a atacarlos, Moisés se iba al Monte a rezar. Mientras él rezaba con las manos levantadas triunfaba el ejército de Israel. Pero cuando Moisés dejaba de rezar, era derrotado el pueblo de Dios. Por eso entre dos hombres le tenían los brazos levantados para que no dejara de orar mientras duraba la batalla. Es que por ser tan amigo de Dios, conseguía de Él cuanto le pedía en la oración.




Dios lo hizo subir a un Monte desde donde pudo ver la Tierra Prometida. Y allí murió y lo enterraron los ángeles. Nunca más hubo otro hombre que hablara con Dios de tú a tú, como Moisés y que hiciera tantos milagros y prodigios. Hasta que llegó Nuestro Señor Jesucristo, nuevo Moisés, pero muchísimo más poderoso y santo que él, porque Jesús es a la vez Dios y hombre.

Memoria de San Moisés, profeta, a quien Dios eligió para liberar al pueblo oprimido en Egipto, y conducirlo a la tierra de promisión. También se le reveló en el monte Sinaí, diciéndole:


"Yo Soy el que Soy"


Y le propuso la ley para regir la vida del pueblo elegido. Murió lleno de días en el monte Nebo, en tierra de Moab, a las puertas de la tierra de promisión.

Moisés juntamente con Abraham son los dos personajes centrales del Antiguo Testamento. Es el libertador del pueblo elegido, y el mediador de la Alianza renovada en el Sinaí, y conforme a ella es el organizador de la teocracia hebrea. Los días del Éxodo habían quedado como los tiempos heroicos de la historia israelita, y el principal protagonista de las gestas, Moisés, quedó en la memoria de todas las generaciones como el amigo de Dios por excelencia.


Vida y milagros
de San Moisés Profeta




Salvado de las aguas. Criado junto al Faraón. Elegido para salvar a su pueblo. Instrumento de Dios en las plagas. Caudillo desde el Mar Rojo. Y ya en el desierto, el hombre de la Alianza: Amigo de Dios, padre del pueblo, legislador, juez, guerrero, libertador...

Es el hombre fuerte como un titán que se resiste a aceptar las debilidades de su pueblo. Dios permite su fracaso. Viendo ya la Tierra Prometida, muere con la esperanza incumplida de entrar en la tierra de Canaán.

El que extendió su mano en el mar y lo secó o hizo brotar agua de la roca en el desierto, o consiguió de Dios el maná y las codornices para quitar la hambruna, no disfruta su máximo proyecto humano: entrar en la Tierra de Promisión.

El sinsabor de la derrota humana es permitido por Dios para que reconozcamos nuestra flaqueza. El fracaso en lo humano marca la dependencia del Creador.


Los 10 Mandamientos
de la Ley de Dios


1° Amarás a Dios sobre todas las cosas. 
2° No tomarás el Nombre de Dios en vano. 
3° Santificarás el día del Señor. 
4° Honrarás a tu padre y a tu madre. 
5° No matarás. 
6° No cometerás actos impuros. 
7° No robarás. 
8° No levantarás falsos testimonios ni mentirás. 
9° No consentirás pensamientos ni deseos impuros. 
10° No codiciarás los bienes ajenos.




    Fuente - Texto tomado de EWTN.COM:
    http://www.ewtn.com/spanish/saints/Mois%C3%A9s.htm

    Fuente - Texto tomado de CATHOLIC.NET:

    Fuente - Texto tomado de SANTOPEDIA.COM:

    POLÉMICA: ¿Los pecados de nuestros antepasados condicionan nuestra vida? Responde el exorcista Amorth



    ReL - 29 de julio de 2017


    Es una pregunta que se hacen miles de personas y que produce mucha inquietud:


    ¿Hasta qué punto influye en nuestras vidas los pecados cometidos por nuestros antepasados?


    Y sobre esta cuestión responde una autoridad en la materia como es el Padre Gabriele Amorth, paulino, recientemente fallecido, que hasta su muerte se convirtió en la referencia mundial de los exorcistas. Durante años fue el exorcista oficial del Vaticano.

    En una entrevista de Stefano Stimamiglio, para Aleteia, el Padre Amorth responde con precisión sobre esta cuestión.


    - ¿Es verdad que el árbol genealógico puede estar espiritualmente "enfermo"? Algunas veces oímos hablar en el ámbito carismático del “árbol genealógico”. ¿Qué puede decir usted al respecto?


    Esta es una cuestión controvertida. Hay quien sostiene que las consecuencias de las culpas morales graves, las cuales mancharon a los propios antepasados -como por ejemplo homicidios, abortos, suicidios, prácticas mágicas, etc.-, se propagan a las generaciones sucesivas.


    Pero, atención, no es la culpa moral, que es siempre y solamente personal, sino sus consecuencias, como por ejemplo la tendencia innata a repetir los mismos actos pecaminosos de los antepasados.


    Una especie de “inclinación” espiritual, que llegaría a los hijos, nietos, bisnietos y así descendería en el árbol genealógico. Como se transmiten los caracteres hereditarios fijos en la transmisión de la vida, así sería para aquellos espirituales.


    Para librarse de esta tendencia, cada descendiente debería renunciar a ellos con un estilo de vida cristiano. A través de un camino de purificación, se lograría -una vez localizada la tendencia pecaminosa, que puede bordear en lo compulsivo- enmendarse en ella.


    Esto sería de cualquier manera la transmisión del carácter “enfermo” a los descendientes. La tesis está difundida en el libro del psiquiatra inglés Kenneth McAll hasta las raíces, el cual sostiene -citando casos observados por él- que la causa de los males puede depender de cuestiones de generación.


    - Se habla también de misas de sanación del árbol genealógico...


    - Lo confirmo. Se celebran misas para interceder por los difuntos que, a causa de sus pecados, aún no gozan de la luz de Dios y están en el purgatorio.


    El libro de McAll cita episodios en los que, tras esta misa carismática, desaparecen los efectos negativos sobre los vivos como consecuencia de la liberación de aquellas almas del purgatorio.


    Sea lo que fuere, es siempre oportuno celebrar misas por nuestros queridos difuntos, también por aquellos que nunca conocimos y que, tal vez, vivieron hace siglos.


    - ¿Qué piensan los exorcistas -y usted- sobre la cuestión del árbol genealógico?


    - No existe una posición uniforme. Cada uno ha desarrollado una posición personal con base en la experiencia que ha madurado.


    Yo he tenido algunos casos en los que la persona que sufría una posesión demoníaca tenía ascendientes que practicaban la magia y la brujería. Aunque no me parece que estos episodios puedan representar una razón suficiente de demostración de la tesis.


    Se necesitan nuevas perspectivas teológicas. Además, mi maestro, el sacerdote Candido Amantini, tenía dudas sobre si los malos espíritus se difunden por vía de las generaciones.


    Fuente - Texto tomado de RELIGIONENLIBERTAD.COM:
    http://www.religionenlibertad.com/los-pecados-nuestros-antepasados-condicionan-nuestra-vida-responde-exorcista-58470.htm

    Beato Miguel Sopocko: perseguido por nazis y rusos - (director espiritual de Santa Faustina Kowalska)


    El P. Miguel Sopocko, director espiritual
    de Sor Faustina Kowalska


    Se encargó de la imagen de la Divina Misericordia, instituir su fiesta y fundar una congregación.


    Fernando de Navascués / ReL / 27 de agosto de 2021


    Nadie niega el valor que tienen los soldados durante el combate y los valores por los que ponen en juego su vida. Y entre ellos destacan unos personajes capaces de ir a los frentes más sangrientos sin un arma con la que defenderse: los capellanes castrenses. Algunos de ellos al final de sus vidas la Iglesia los ha reconocido como santos o están en proceso de canonización. Es el caso del Papa San Juan XXIII y el P. Fernando Huidobro Polanco, S.J. Y entre ellos destaca uno con luz propia y que el Señor fue preparando para una vida realmente dura y exigente, el beato lituano Miguel Sopocko: capellán castrense, párroco en la Lituania ocupada por nazis y soviéticos, perseguido por la Gestapo y, además, director espiritual de santa Faustina Kowalska, de la que recibió tres encargos de parte de la Divina Misericordia: pintar su imagen, establecer su fiesta el primer domingo después de Pascua y fundar una nueva Congregación.


    La I Guerra Mundial, una preparación para el futuro


    Miguel Sopocko, capellán castrense, el segundo por la derecha


    Su trepidante historia como capellán castrense comienza en 1918. Entonces se encontraba en Varsovia y tras una enfermedad que le impidió iniciar unos estudios decidió incorporarse como voluntario al servicio pastoral militar. El arzobispo castrense le nombró capellán militar y lo destinó al hospital de campaña de Varsovia. Después de un mes de servicio, pidió el traslado al frente, donde se desvivía por los heridos que carecían de servicio hospitalario y se encontraban en unas condiciones muy precarias. En el ejército llegó a ser presidente de la “Ayuda Militar Fraternal”, capellán de oficiales, de la residencia militar e, incluso, de la escuela para huérfanos de las familias militares.


    Director espiritual de Sor Faustina




    Acabada la guerra, el arzobispo de Vilna, le encargó la pastoral con adolescentes y la asistencia pastoral del Ejército, teniendo una “feligresía” de más de 10.000 soldados.

    El encuentro con sor Faustina Kowalska tuvo lugar años más tarde, en el período de entreguerras, en 1933, cuando fue confesor de las monjas de la Congregación de las Hermanas de la Madre de Dios de la Misericordia en el convento de Vilna. Ese encuentro fue fundamental para ambos: Sor Faustina encontró en este sacerdote un confesor ilustrado y un director para su alma, con lo que empezó a presentarle, cada vez más a menudo, sus vivencias relacionadas con las revelaciones sobre la Divina Misericordia.

    En cierta ocasión, el P. Sopocko explicó que:


    “Ya desde el principio me dijo que me conocía desde una visión que había tenido, según la cual yo debía ser su director espiritual y debía llevar a cabo ciertos planes de Dios, los cuales serían transmitidos a través suyo”.


    Tres encargos de la Providencia


    A causa de la falta de tiempo que tenía, Sopocko recomendó a sor Faustina que anote sus experiencias interiores en un cuaderno. Luego él, en los ratos libres, leería sus escritos, así nació el Diario espiritual de sor Faustina Kowalska. La Divina Misericordia, a través de él la religiosa polaca, le transmitió tres grandes peticiones que habría de llevar a cabo a lo largo de su vida: encargar un cuadro con la imagen de la Divina Misericordia; establecer su fiesta el primer domingo después del Domingo de Pascua; y fundar una nueva Congregación.




    Imagen de la Divina Misericordia
    que mandó pintar Miguel Sopocko


    Las revelaciones fueron recibidas por Sor Faustina, pero la ingente tarea que se le encomendó a él fue la de ahondar en la Teología para descubrir argumentos que justificaran la existencia de esta “cualidad” de la misericordia en Dios. Lo mismo, por tanto, para instituir la fiesta de la Divina Misericordia, según las indicaciones reveladas en las visiones. Esta labor de profundidad teológica fue difundida por él en revistas especializadas y en todo momento y ocasión que le fue concedido. Sor Faustina murió en Cracovia el 5 de octubre de 1938, pero él continuó la obra.

    La II Guerra Mundial estalló en septiembre de 1939. Sopocko entendió que era el momento decisivo para difundir el contenido de las revelaciones de sor Faustina. No hubo oportunidad que rechazase para poder predicar la Misericordia de Dios en medio de una guerra que cada día apuntaba mayor crueldad.

    Lituania fue ocupada una vez más por el ejército rojo en junio de 1940 e incorporada a la Unión Soviética como su decimoquinta república. Sopocko, teniendo miedo a que se perdiera todo el trabajo desarrollado hasta ese momento hizo copia de todo su tratado y envió ejemplares fuera de Lituania con personas que tenían la posibilidad de salir del país. De esta manera, su obra llegó a muchos países y, sobre todo, a las manos de numerosos obispos de Europa y del mundo entero.


    Más tiempos de persecución




    Con el tiempo nacerían nuevos enemigos de la Divina Misericordia: Lituania fue ocupada por los alemanes y la Gestapo perseguía ahora al padre Miguel Sopocko por difundir el culto y la devoción de la Misericordia Divina, aunque logró escapar de Vilna tras ser avisado por una funcionaria de la oficina de registro.

    La población judía era especialmente perseguida en Lituania por los nazis. Unos 100.000 murieron en sus manos. Sopocko no dejó de atenderlos económica y espiritual, algunos incluso llegaron a convertirse sinceramente. Esa manera de actuar traía graves consecuencias, hasta poner en peligro su propia vida. De hecho, la Gestapo encontró huellas de estas actividades y le detuvieron durante varios días.

    También en este año de 1941 fundó la Congregación de las Hermanas de Jesús Misericordioso, a las que dedicaría su vida por la petición de la Divina Misericordia. Con todo, no pararon los nazis en perseguir a la Iglesia. Detuvieron a los sacerdotes del seminario, y al padre Sopocko se le volvió a montar una nueva emboscada, de la que nuevamente avisado por una conocida pudo esquivar y huir.

    Disfrazado, abandonó Vilna y fue acogido en un convento de las hermanas ursulinas situado en Czarny Bor, las cuales le facilitaron una casa donde esconderse, y a las cuales atendía y confesaba periódicamente.

    La guerra continuaba, pero él no se resignaba a vivir escondido. Por eso, a través de personas de confianza, consiguió un documento de identidad falso, con el nombre de Waclaw Rodziewicz pasando como carpintero y ebanista, y haciendo unas herramientas simples y objetos para la gente local, mientras se acercaba a todos los que podía, celebraba misa, atendía espiritualmente…

    Tras un largo período de clandestinidad, en otoño de 1944, a pesar de las difíciles condiciones de vida, el arzobispo Jalbrzykowski ordenó el comienzo de las clases en el seminario conciliar. El padre Sopocko volvió a Vilna y empezó con los deberes asignados, entre otros conseguir alimentos para los seminaristas.


    Siberia o Polonia




    Recuperada Lituania para la Unión Soviética, las autoridades comunistas fueron limitando el trabajo pastoral de los sacerdotes, aunque Sopocko organizaba reuniones con jóvenes y adolescentes a escondidas. En cierta ocasión, los comunistas supieron de uno de estos encuentros y fue llamado a presentarse en comisaría. Se le advirtió que de seguir así sería deportado a Siberia, por lo que su obispo le mandó salir de Lituania y trasladarse a Polonia.

    Allí pudo dedicarse a la fundación de la Congregación de las Hermanas de Jesús Misericordioso, y continuar con la difusión de la Divina Misericordia a pesar de la resistencia que ahora le ponían las autoridades eclesiásticas. Obviamente fue uno de los grandes impulsores de la beatificación de sor Faustina, cuyo proceso se inició siendo arzobispo de Cracovia Karol Wojtyla en 1965. El P. Miguel Sopocko murió en Cracovia, el 15 de febrero de 1975, y fue beatificado el 28 de septiembre de 2008.


    El Padre Miguel Sopocko y Sor Faustina


    Sor Faustina Kowalska


    Uno de los grandes conocedores de la vida del Padre Miguel Sopocko y Sor Faustina, es el sacerdote Henryk Ciereszko. En un artículo biográfico se pregunta “¿en qué ayudó el Padre Miguel Sopocko a Sor Faustina?” La realidad es que su presencia fue fundamental: “Como sacerdote, y confesor que le había sido asignado, la función que desempeñaba era una función instructiva; él se hacía responsable de la penitente bajo su cargo, así como de la labor de la Misericordia de Dios que le había sido revelada”. De hecho, Jesús mismo había mandado a Sor Faustina que escuchara a su confesor (Diario 331, 979, 1308, 1644). A sor Faustina “la obediencia la protegía y preservaba del peligro de ir contra la voluntad de Dios y la ayudó a caminar por las sendas del crecimiento espiritual”. Y de hecho el mismo P. Miguel Sopocko no debía animarla mucho para que fuera ser fiel a Dios, ni siquiera tenía que empujarla para que buscara su crecimiento de su vida espiritual: “Ella misma ya lo deseaba ardorosamente, con todo su corazón. El Padre, como confesor, le transmitió su conocimiento, pero ella estaba tan preocupada y solícita por el amor de Dios, que de modo natural fue pasando y avanzando por los grados de la perfección, e incluso quizás aventajó con su propia vida la doctrina que le había sido transmitida”. Con todo, su papel fue el de ser “quien la condujo por los caminos de la santidad, como la misma Sor Faustina escribió en su Diario (269-270, 331, 444, 144, 145, 937)”.


    Fuente - Texto tomado de RELIGIONENLIBERTAD.COM: