sábado, 29 de mayo de 2021

Solemnidad Santísima Trinidad - Fiesta Mayo 30 de 2021



EL DOGMA
DE LA
SANTÍSIMA TRINIDAD


253 La Trinidad es una. No confesamos tres dioses sino un solo Dios en tres personas: "la Trinidad consubstancial" (Concilio de Constantinopla II, año 553: DS 421). Las personas divinas no se reparten la única divinidad, sino que cada una de ellas es enteramente Dios: "El Padre es lo mismo que es el Hijo, el Hijo lo mismo que es el Padre, el Padre y el Hijo lo mismo que el Espíritu Santo, es decir, un solo Dios por naturaleza" (Concilio de Toledo XI, año 675: DS 530). "Cada una de las tres personas es esta realidad, es decir, la substancia, la esencia o la naturaleza divina" (Concilio de Letrán IV, año 1215: DS 804).

254 Las Personas divinas son realmente distintas entre sí. "Dios es único pero no solitario" (Fides Damasi: DS 71). "Padre", "Hijo", Espíritu Santo" no son simplemente nombres que designan modalidades del ser divino, pues son realmente distintos entre sí: "El que es el Hijo no es el Padre, y el que es el Padre no es el Hijo, ni el Espíritu Santo el que es el Padre o el Hijo" (Concilio de Toledo XI, año 675: DS 530). Son distintos entre sí por sus relaciones de origen: "El Padre es quien engendra, el Hijo quien es engendrado, y el Espíritu Santo es quien procede" (Concilio de Letrán IV, año 1215: DS 804). La Unidad divina es Trina.

255 Las Personas divinas son relativas unas a otras. La distinción real de las Personas entre sí, porque no divide la unidad divina, reside únicamente en las relaciones que las refieren unas a otras: "En los nombres relativos de las personas, el Padre es referido al Hijo, el Hijo lo es al Padre, el Espíritu Santo lo es a los dos; sin embargo, cuando se habla de estas tres Personas considerando las relaciones se cree en una sola naturaleza o substancia" (Concilio de Toledo XI, año 675: DS 528). En efecto, "en Dios todo es uno, excepto lo que comporta relaciones opuestas" (Concilio de Florencia, año 1442: DS 1330). "A causa de esta unidad, el Padre está todo en el Hijo, todo en el Espíritu Santo; el Hijo está todo en el Padre, todo en el Espíritu Santo; el Espíritu Santo está todo en el Padre, todo en el Hijo" (Concilio de Florencia, año 1442: DS 1331).



Resumen


261 El misterio de la Santísima Trinidad es el misterio central de la fe y de la vida cristiana. Sólo Dios puede dárnoslo a conocer revelándose como Padre, Hijo y Espíritu Santo.

262 La Encarnación del Hijo de Dios revela que Dios es el Padre eterno, y que el Hijo es "de la misma naturaleza que el Padre", es decir, que es en Él y con Él el mismo y único Dios.

263 La misión del Espíritu Santo, enviado por el Padre en nombre del Hijo (cf. Jn 14,26) y por el Hijo "de junto al Padre" (Jn 15,26), revela que él es con ellos el mismo Dios único. "Con el Padre y el Hijo recibe una misma adoración y gloria".

264 "El Espíritu Santo procede principalmente del Padre, y por concesión del Padre, sin intervalo de tiempo procede de los dos como de un principio común" (S. Agustín, De Trinitate, 15,26,47).

265 Por la gracia del bautismo "en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo" (Mt 28, 19) somos llamados a participar en la vida de la Bienaventurada Trinidad, aquí abajo en la oscuridad de la fe y, después de la muerte, en la luz eterna (cf. Pablo VI, Credo del Pueblo de Dios 9).

266 "La fe católica es ésta: que veneremos un Dios en la Trinidad y la Trinidad en la unidad, no confundiendo las Personas, ni separando las substancias; una es la persona del Padre, otra la del Hijo, otra la del Espíritu Santo; pero del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo una es la divinidad, igual la gloria, coeterna la majestad" (Símbolo "Quicumque": DS, 75).

267 Las Personas divinas, inseparables en su ser, son también inseparables en su obrar. Pero en la única operación divina cada una manifiesta lo que le es propio en la Trinidad, sobre todo en las misiones divinas de la Encarnación del Hijo y del don del Espíritu Santo.




Historia de la Fiesta




Comenzó a celebrarse esta fiesta hacia el año 1000, tal vez un poco antes. Parece ser que fueron los monjes los que asignaron el Domingo después de Pentecostés para su celebración. Las iglesias diocesanas comenzaron a seguir el ejemplo de los benedictinos y los cistercienses, y en los dos siglos siguientes, la celebración se extendió por toda Europa. Roma, siempre tan conservadora en cuestión de liturgia, tardó en admitir la nueva fiesta. Por fin, en 1334, el Papa Juan XXII la introdujo como fiesta de la Iglesia universal.

El Domingo de la Santísima Trinidad es de institución relativamente tardía, pero fue precedido por siglos de devoción al misterio que celebra. Tal devoción arranca del mismo Nuevo Testamento; pero lo que le dio especial impulso fue la lucha de la Iglesia contra las herejías de los siglos IV y V. 


Significado de la Fiesta


El objeto de la fiesta no es una realidad abstracta. Lo que adoramos es el Dios vivo, el Dios en que vivimos, nos movemos y existimos. Las personas divinas de la Trinidad no son extrañas. Por el bautismo participamos en la vida de Dios; entramos en relación personal con el Dios uno y trino. La gracia bautismal nos incorpora a Cristo, nos llena con su Espíritu, nos hace hijos de Dios. En una meditación sobre la Trinidad, Santo Tomás de Aquino afirma que por la gracia no sólo el Hijo, sino también el Padre y el Espíritu Santo vienen a morar en la mente y el corazón. El Padre viene fortaleciéndonos con su poder; el Hijo, iluminándonos con su sabiduría, el Espíritu Santo, con su bondad llena de amor nuestros corazones.


Símbolo
Niceno-Constantinopolitano




Creo en un solo Dios,
Padre todopoderoso,
Creador de cielo y tierra,
de todo lo visible y lo invisible.




Creo en un solo Señor,
Jesucristo, Hijo único de Dios,
nacido del Padre antes de todos los siglos:
Dios de Dios,
Luz de Luz,
Dios verdadero de Dios verdadero;
engendrado, no creado,
de la misma naturaleza que el Padre,
por Quien todo fue hecho;
que por nosotros los hombres
y por nuestra salvación bajó del cielo,
y por obra del Espíritu Santo
se encarnó de María, la Virgen,
y se hizo hombre;
y por nuestra causa fue crucificado
en tiempos de Poncio Pilato;
padeció y fue sepultado,
y resucitó al tercer día,
según las Escrituras,
y subió al cielo,
y está sentado a la derecha del Padre;
y de nuevo vendrá con gloria
para juzgar a vivos y muertos,
y su reino no tendrá fin.




Creo en el Espíritu Santo,
Señor y dador de vida,
que procede del Padre y del Hijo,
que con el Padre y el Hijo
recibe una misma adoración y gloria,
y que habló por los profetas.




Creo en la Iglesia,
que es una, santa, católica y apostólica.
Confieso que hay un sólo bautismo
para el perdón de los pecados.
Espero la resurrección de los muertos
y la vida del mundo futuro.
Amén.




El Misterio




El misterio de la Santísima Trinidad
consiste en que Dios es uno solo
y en Él hay tres Personas:

Padre, Hijo y Espíritu Santo


El misterio de la Santísima Trinidad nos ha sido revelado por la Persona, palabras y acciones de Jesucristo. Después de haber hablado por los Profetas, Dios envió a su Hijo, Jesucristo, quien nos dio la Buena Nueva de la salvación. Éste es el mensaje del Nuevo Testamento. Con sus palabras y acciones, y especialmente en su sagrada Persona, Jesús nos dio a conocer las más profundas verdades acerca de Dios. La Trinidad es el misterio más profundo.

Jesús nos ha revelado los secretos del Reino de los Cielos. La suprema de sus enseñanzas es el secreto de Dios mismo. Nos ha hablado de la vida de Dios. Nos enseñó que Dios, siendo uno solo, hay en Él tres Personas iguales.

Nos dijo sus nombres:


"Padre, Hijo y Espíritu Santo"


Jesucristo se presentó a Sí mismo como el eterno y divino Hijo de Dios. Afirmó que es el Hijo, el Unigénito del Padre, igual al Padre.

Jesús nos reveló más plenamente al Padre. Siempre hablaba de su Padre llamándole por este nombre. Nos enseñó a amar a nuestro Padre celestial porque nos ama. Él quiere ayudarnos en todas las necesidades de alma y cuerpo. Quiere llevar a sus hijos a su hogar del Cielo.

Jesús reveló la tercera Persona divina, el Espíritu Santo. El Padre y el Hijo, después de la Resurrección, lo enviaron a la Iglesia. Jesús había prometido enviar la tercera Persona, Dios igual que Él mismo y el Padre.

Jesús, el Divino Maestro, habló a sus discípulos acerca del verdadero Dios y los llamó a ser hijos de Dios por el don del Espíritu.

Honramos a la Santísima Trinidad siempre que tomamos conciencia de que Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo están presentes en nuestra alma. Le honramos así mismo cuando tratamos de entender con la ayuda de la fe, que por el Bautismo estamos llamados a íntima unión de amor con las tres divinas Personas.




Misión de la Santísima Trinidad




  1. En la Creación: Dios Padre está como principio de todo lo que existe.
  2. En la Encarnación: Dios se encarna, por amor a nosotros, en Jesús, para liberarnos del pecado y llevarnos a la vida eterna.
  3. En Pentecostés: El Padre y El Hijo se hacen presentes en la vida del hombre en la Persona del Espíritu Santo, cuya misión es santificarnos, iluminándonos y ayudándonos con sus dones a alcanzar la vida eterna.


¿Qué hacemos al persignarnos?


"En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo" Es costumbre de los católicos repetir frecuentemente estas palabras, al principio y al fin de nuestras acciones. Cada vez que hacemos la Señal de la Cruz sobre nuestro cuerpo, recordamos el misterio de la Santísima Trinidad:


  1. En el nombre del Padre: Ponemos la mano sobre la frente, señalando el cerebro que controla todo nuestro cuerpo, recordando en forma simbólica que Dios es la fuente de nuestra vida.
  2. ... y del Hijo: Colocamos la mano en el pecho, donde está el corazón, que simboliza al amor. Recordamos con ello que por amor a los hombres, Jesucristo se encarnó, murió y resucitó para librarnos del pecado y llevarnos a la vida eterna.
  3. ... y del Espíritu Santo: Colocamos la mano en el hombro izquierdo y luego en el derecho, recordando que el Espíritu Santo nos ayuda a cargar con el peso de nuestra vida, el que nos ilumina y nos da la gracia para vivir de acuerdo con los mandatos de Jesucristo.




Oración de Adoración
a la
Santísima Trinidad




Adoración al Padre Eterno
Un Padrenuestro, un Avemaría y un Gloria




Oración


Os adoro, oh Padre eterno, con toda la corte celestial, por mi Dios y Señor, y os doy infinitas gracias en nombre de la Santísima Virgen, vuestra Hija muy amada, por todos los dones y privilegios con que la adornasteis, especialmente por aquel poder con que la enaltecisteis en su gloriosa Asunción a los cielos.


Adoración al eterno Hijo
Un Padrenuestro, un Avemaría y un Gloria




Oración


Os adoro, oh eterno Hijo, con toda la corte celestial por mi Dios, Señor y Redentor, y os rindo gracias infinitas en nombre de la Santísima Virgen, vuestra muy amada Madre, por todos los dones y privilegios con que la adornasteis, especialmente por aquella suma sabiduría con que la ilustrasteis en su gloriosa Asunción al cielo.


Adoración al Espíritu Santo
Un Padrenuestro, un Avemaría y un Gloria




Oración


Os adoro, Espíritu Santo paráclito, por mi Dios y Señor, y os doy infinitas gracias con toda la corte celestial en nombre de la Santísima Virgen, vuestra amantísima Esposa por todos los dones y privilegios con que la adornasteis, especialmente por aquella perfectísima y divina caridad con que inflamasteis su santísimo y purísimo corazón en el acto de su gloriosísima Asunción al cielo; y humildemente os suplico en nombre de vuestra inmaculada Esposa, me otorguéis la gracia de perdonarme todos los gravísimos pecados que he cometido desde el primer instante en que pude pecar, hasta el presente, de los cuales me duelo infinitamente, con propósito de morir antes que volver más a ofender a vuestra divina Majestad; y por los altísimos méritos y eficacísima protección de vuestra amantísima Esposa os suplico me concedáis a mí y a N. el preciosísimo don de vuestra gracia y divino amor, otorgándome aquellas luces y particulares auxilios con los cuales vuestra eterna Providencia ha predeterminado salvarme, y conducirme a sí.


Texto Tomado del Catecismo de la Iglesia Católica – La Profesión de la Fe – La Revelación de Dios como Trinidad – La Santa Sede – Vaticano


Santa Juana de Arco - el detalle que se escapó

 


Hace casi seiscientos años fue juzgada por un poder extranjero en su propia patria.


Por: Gonzalo Abadie | Fuente: Religión en Libertad


Fue juzgada por un poder extranjero en su propia patria, hace casi seiscientos años. Inglaterra decidió que no debía quedar el menor vestigio de su cuerpo, y que aún su memoria fuera destruida. Por eso, una vez que la muchacha cayó cautiva en sus manos, los ingleses desistieron de ejecutarla de inmediato, porque —pensaban—, eso podía volverse como un búmeran en su contra, pues no haría sino catapultarla a las alturas y ensalzar su fama de heroína a las glorias del martirio.

En su lugar, y a pesar del miedo que les producía la posibilidad de que la legendaria prisionera se les pudiese escapar, prefirieron simular un proceso inquisitorial en el que su condena estuviera asegurada antes de comenzar el juicio, y al cabo del cual Juana de Arco fuera desenmascarada como hereje mentirosa digna del suplicio. Una bruja, una hechicera, una embaucadora que había engañado a los franceses pretextando escuchar voces procedentes del Cielo, cuando en realidad —a esta conclusión debían arribar— no se había tratado sino de influencias demoníacas.

En realidad, el asunto religioso en sí les importaba un rábano. Inglaterra necesitaba matar a Juana para saciar su deseo de venganza por una parte, y por otra, por motivos políticos. El odio contra ella era tremendo, pues aquella jovencita los había desairado dejándolos en ridículo con tan solo 17 años. Una aldeana analfabeta que en su vida había salido de su pueblito de apenas cuarenta casas, se había convertido de la noche a la mañana en jefa del ejército francés. Ni siquiera una mujer. Apenas una jovencita vestida como varón que se movía a sus anchas por el campo de batalla montada en su caballo blanco, portando un gran estandarte, venerada por capitanes y soldados, obedecida por todos, audaz y resuelta, distinguida por un singular genio militar que dejaba patitiesos a los experimentados jefes franceses cada vez que daba a conocer su estrategia, la cual resultaba desconcertante por la osadía o extrema peligrosidad que representaba.

Como sucedió en Orléans, cuando los jefes franceses, perplejos al escuchar el plan de la recién llegada, resistieron sus órdenes por lo descabelladas que les resultaban, y recibieron una terminante respuesta, tal como era su estilo de pocas palabras, pero palabras de acero:


«Ustedes han tenido su consejo, yo tengo el mío; y crean que el consejo de mi Señor se cumplirá y triunfará y que el vuestro fracasará»


Eran momentos dramáticos, pues, tras la ciudad, caería el reino de Francia, que se encontraba sin rey, y postrado, derrotado militar, política y moralmente. Venía arrastrando una larga y penosa contienda —la Guerra de los Cien Años—, machacados una y otra vez por Inglaterra, que pretendía apoderarse de la corona francesa que reclamaba para sí, y que creía ya tener casi en su puño. Por si fuera poco, los franceses se habían enfrascado en una guerra civil, y alguna región, como la de los borgoñones, había hecho alianza con los ingleses. Cansados de tanta lucha, de perder tanto y durante tanto tiempo, malquistados unos con otros, habían bajado la cabeza, y habían aceptado el yugo del ejército invasor. El caos político auspiciaba el pillaje y favorecía la suerte de los bandidos. París estaba con los ingleses, y la famosa Universidad de la Sorbona se había involucrado hasta los tuétanos en el Tratado de Troyes, pocos años antes, por el que se había declarado heredero del trono de Francia al rey inglés y a sus sucesores.

De este modo, el destino del errante, debilitado y cobardón delfín (así se llama al príncipe heredero francés) se presentaba más que negro. Para poder despejarles todavía más el camino a los ingleses, su propia madre lo tachó de bastardo, y de esta manera, lo dejaba fuera de toda aspiración a convertirse en rey de los franceses. Reducido casi a la nada, zangoloteado por tantas calamidades, el delfín (futuro Carlos VII) deambulaba de aquí para allá con la breve esperanza de diferir al menos el golpe fatal, moviéndose sigiloso de un punto a otro para no caer en la ratonera, mortificado por la duda de si gozaba siquiera de los derechos legítimos sobre la corona. No solo no tenía certezas de adónde ir, sino, tampoco, de dónde venía. El que creía su padre había muerto desquiciado por la locura; la que creía su madre lo traicionaba.

Sólo Orléans, que desde hacía siete meses libraba solitaria una resistencia feroz y desesperada, mantenía la llama encendida de quienes aún aguardaban la milagrosa liberación del reino. Fue en esta hora precisa y sonada que se cruzó en el camino del delfín una campesina que decía estar asistida por la voz de Dios que le ordenaba liberar a Francia y coronar como rey al desanimado delfín. Y este detalle trastornará el plan que los enemigos de Francia —Inglaterra, la Sorbona y los borgoñones— creían ya consumado. Y estos mismos enemigos la llevarán a la hoguera. No solo para perder su cuerpo, sino también su crédito. Pues desopinar a Juana era quitarse de encima a Carlos VII, cuyo acceso al trono se fundaba en la voluntad de Dios, quien, contrariando la calumnia materna, defendía la legitimidad del delfín.


Fuente - Texto tomado de ES.CATHOLIC.NET:

Santa Juana de Arco - Virgen y Mártir (Año 1431) - Patrona de Francia - Fiesta Mayo 30

 



Historia


De todas las historias de los santos, la de Santa Juana de Arco es sin duda la más extraordinaria e increíble: una joven, campesina y sin estudios, a la cabeza de un ejército derrota a un aguerrido ejército, derriba fortalezas, corona a un rey y termina en la hoguera. Y todo en cuestión de dos años. Un acontecimiento unido a la historia de toda una Nación, coloreada con fuertes tintes patrióticos y místicos.

Esta santa a los 17 años llegó a ser heroína nacional y mártir de la religión. Juana de Arco nació en el año 1412 en Donrémy, Francia. Juana creció en el campo y nunca aprendió a leer ni a escribir. Pero su madre que era muy piadosa le infundió una gran confianza en el Padre Celestial y una tierna devoción hacia la Virgen María. Cada sábado la niña Juana recogía flores del campo para llevarlas al altar de Nuestra Señora. Cada mes se confesaba y comulgaba, y su gran deseo era llegar a la santidad y no cometer nunca ningún pecado. Era tan buena y bondadosa que todos en el pueblo la querían.

Su patria, Francia, estaba en muy grave situación porque la habían invadido los ingleses, que se iban posesionando rápidamente de muchas ciudades y hacían grandes estragos. A los 14 años la niña Juana empezó a sentir unas voces que la llamaban. Al principio, no sabía de quién se trataba, pero después empezó a ver resplandores y que se le aparecían el Arcángel San MiguelSanta Catalina y Santa Margarita y le decían:




"Tú debes salvar
a la nación y al rey"


Por temor no contó a nadie nada al principio, pero después las voces fueron insistiéndole fuertemente en que ella, pobre niña campesina e ignorante, estaba destinada para salvar la nación y al rey, y entonces contó a sus familiares y vecinos. Las primeras veces las gentes no le creyeron, pero después ante la insistencia de las voces y los ruegos de la joven, un tío suyo se la llevó a donde el comandante del ejército de la ciudad vecina. Ella le dijo que Dios la enviaba para llevar un mensaje al rey. Pero el militar no le creyó y la despachó otra vez para su casa.

Sin embargo, unos meses después Juana volvió a presentarse ante el comandante, y éste ante la noticia de una derrota que la niña le había profetizado, la envió con una escolta a que fuera a ver al rey. Llegada a la ciudad pidió poder hablarle al rey. Éste, para engañarla se disfrazó de simple aldeano y colocó en su sitio a otro. La joven llegó al gran salón y en vez de dirigirse hacia donde estaba el reemplazo del rey, guiada por las "voces", que la dirigían se fue directamente a donde estaba el rey disfrazado y le habló, y le contó secretos que el rey no se imaginaba. Ésto hizo que el rey cambiara totalmente de opinión acerca de la joven campesina.

Ya no faltaba sino una ciudad importante para caer en manos de los ingleses. Era Orléans. Y estaba sitiada por un fuerte ejército inglés. El rey Carlos y sus militares ya creían perdida la guerra. Pero Juana le pide al monarca que le conceda a ella el mando sobre las tropas. Y el rey la nombra capitana. Juana manda hacer una bandera blanca con los nombres de Jesús y de María, y al frente de diez mil hombres se dirige hacia Orléans. Animados por la joven capitana, los soldados franceses lucharon como héroes y expulsaron a los asaltantes y liberaron Orléans. Luego se dirigieron a varias otras ciudades y las liberaron también.


Santa Juana de Arco
Patrona de Francia
y Doncella de Orléans


Juana no luchaba ni hería a nadie, pero al frente del ejército iba de grupo en grupo, animando a los combatientes e infundiéndoles entusiasmo y varias veces fue herida en las batallas. Después de sus resonantes victorias, obtuvo Santa Juana que el temeroso rey Carlos VII aceptara ser coronado como jefe de toda la nación. Y así se hizo con impresionante solemnidad en la ciudad de Reims.

Pero vinieron luego las envidias y entonces empezó para nuestra santa una época de sufrimiento y de traiciones contra ella. Hasta ahora había sido una heroína nacional. Ahora iba a llegar a ser una mártir. Muchos empleados de la corte del rey tenían celos de que ella llegara a ser demasiado importante y empezaron a hacerle la guerra. Faltaba algo muy importante en aquella guerra nacional:


Conquistar a París, la capital, que estaba en poder del enemigo.


Y hacia allá se dirigió Juana con sus valientes. Pero el rey Carlos VII, por envidias y por componendas con los enemigos, le retiró sus tropas y Juana fue herida en la batalla y hecha prisionera por los Borgoñones. Los franceses la habían abandonado, pero los ingleses estaban supremamente interesados en tenerla en la cárcel, y así pagaron más de mil monedas de oro a los de Borgoña, para que se la entregaran y la sentenciaron a cadena perpetua. Los ingleses la hicieron sufrir muchísimo en la cárcel. Las humillaciones y los insultos eran todos los días y a todas horas, hasta el punto que Juana llegó a exclamar:

 

"Esta cárcel ha sido para mí un martirio tan cruel, como nunca me había imaginado que pudiera serlo"


Pero seguía rezando con fe y proclamando que sí había oído las voces del cielo y que la campaña que había hecho por salvar a su patria, había sido por voluntad de Dios. En ese tiempo estaba muy de moda acusar de brujería a toda mujer que uno quisiera hacer desaparecer. Y así fue que los enemigos acusaron a Juana de brujería, diciendo que las victorias que había obtenido era porque les había hecho brujerías a los ingleses para poderlos derrotar. Ella apeló al Sumo Pontífice, pidiéndole que fuera el Papa de Roma el que la juzgara, pero nadie quiso llevarle al Santo Padre esta noticia, y el tribunal estuvo compuesto exclusivamente por enemigos de la santa. Y aunque Juana declaró muchas veces que nunca había empleado brujerías y que era totalmente creyente y buena católica, sin embargo, la sentenciaron a la más terrible de las muertes de ese entonces: ser quemada viva.




Encendieron una gran hoguera y la amarraron a un poste y la quemaron lentamente.


Murió rezando y su mayor consuelo era mirar el crucifijo que un religioso le presentaba y encomendarse a Nuestro Señor.


Invocaba al Arcángel San Miguel, al cual siempre le había tenido gran devoción y pronunciando por tres veces el Nombre de JESÚS, entregó su espíritu.


Era el 29 de mayo del año 1431. Tenía apenas 19 años. Varios volvieron a sus casas diciendo:


"Hoy hemos quemado a una santa"


Veintitrés años después, su madre y sus hermanos pidieron que se reabriera otra vez aquel juicio que se había hecho contra ella. Y el Papa Calixto III nombró una comisión de juristas, los cuales declararon que la sentencia de Juana fue una injusticia. El rey de Francia la declaró inocente y el Papa Benedicto XV la proclamó santa en 1920 y la elevó al honor de los altares.




Juana de Arco:
Concédenos un gran amor
por nuestra patria


Fuente - Texto tomado de EWTN:

Fuente - Texto tomado de ES.CATHOLIC.NET:

VIDEO: Programa en directo - Virgen María Corredentora - Mayo 29 de 2021 - 19:30 horas Ecuador



Mi nota personal


Considero fervientemente que Nuestra Madre, la Santísima Virgen María, es la mejor Intercesora y Abogada, que tenemos ante su Divino Hijo Jesús, Dios Todopoderoso, Creador del Universo entero.

¿A Quién más podemos acudir que sea la mejor mensajera de nuestras súplicas?



Cordial invitación para todos mis amados seguidores.

Hoy, les comparto este link para que disfrutemos de un programa en directo, que tratará un tema de suma importancia para el mundo actual:


María Santísima,
Corredentora de la Humanidad


Transmisión en vivo por Youtube.


Día: Sábado 29 de mayo de 2021

Horario: 19:30 horas (hora de Ecuador)

¿Cómo intervino la Virgen Santísima en la Redención? Transmisión en vivo con el Padre Ricardo del Campo (Caballeros de la Virgen - Heraldos del Evangelio - Ecuador).




Video tomado de YOUTUBE:
https://www.youtube.com/watch?v=rKO3AlJUqic

Santa Misa - Sábado - Mayo 29 de 2021


 


Debido a la emergencia mundial por la pandemia del coronavirus, por la cuarentena obligatoria en la cual nos encontramos sometidos, y al lamentable cierre de los templos católicos en todo el mundo, me permito compartir con ustedes el video de la Santa Misa, que corresponde al Sábado 29 de Mayo de 2021.






Unámonos todos como Iglesia Militante y Peregrina, y asistamos virtualmente a la Santa Misa, junto a Jesús en su Calvario, con profunda fe y recogimiento.


Elevemos a Dios nuestras oraciones y peticiones personales, también por las de nuestros familiares, amigos y el mundo entero.


Igualmente, pidamos perdón por nuestros pecados, procuremos la conversión de nuestras vidas, y cuando la Iglesia Católica lo permita y abra nuevamente las puertas de los templos, busquemos a Dios a través del Sacramento de la Reconciliación "Penitencia o Confesión", y recibamos la gracia de su perdón y su amoroso abrazo de Padre, que recibe a sus hijos pródigos que regresan a Él, ÚNICO PADRE que sí nos ama verdaderamente.


Recordemos lo más sublime: recibir en estado de gracia al Señor Dios en su Presencia Real, en el Santísimo Sacramento de la Eucaristía (Hostia Consagrada), en la totalidad de su Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, en el santísimo sacrificio incongruento, como memorial de la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesucristo.






Dios nos colme de abundantes bendiciones a todos, la Santísima Virgen María interceda por nosotros, y San José, protector de la Iglesia Católica Universal, defienda a la Iglesia Santa de Dios de las asechanzas del demonio y de todos sus enemigos, además de toda adversidad.


Muchas gracias a todos ustedes por su gentil atención.


Video tomado de YOUTUBE: