martes, 16 de febrero de 2021

11 cosas que conviene saber sobre el Miércoles de Ceniza


1. ¿Qué es el Miércoles de Ceniza?


Es el primer día de la Cuaresma, es decir, de los 40 días en los que la Iglesia llama a los fieles a la conversión y a prepararse verdaderamente para vivir los misterios de la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo en la Semana Santa.




El Miércoles de Ceniza es una celebración contenida en el Misal Romano. En este se explica que al término de la Misa, se bendice e impone la ceniza hecha de los ramos de olivo bendecidos en el Domingo de Ramos del año anterior.


2. ¿Cómo nace la tradición de imponer las cenizas?


La tradición de imponer la ceniza se remonta a la Iglesia primitiva. Por aquel entonces las personas se colocaban la ceniza en la cabeza y se presentaban ante la comunidad con un “hábito penitencial” para recibir el Sacramento de la Reconciliación el Jueves Santo.

La Cuaresma adquirió un sentido penitencial para todos los cristianos casi 400 años D.C. y a partir del siglo XI (once), la Iglesia de Roma impone las cenizas al inicio de este tiempo.


3. ¿Por qué se impone la ceniza?


La ceniza es un símbolo. Su función está descrita en un importante documento de la Iglesia, más precisamente en el artículo 125 del Directorio sobre la piedad popular y la liturgia:

“El comienzo de los cuarenta días de penitencia, en el Rito romano, se caracteriza por el austero símbolo de las Cenizas, que distingue la Liturgia del Miércoles de Ceniza. Propio de los antiguos ritos con los que los pecadores convertidos se sometían a la penitencia canónica, el gesto de cubrirse con ceniza tiene el sentido de reconocer la propia fragilidad y mortalidad, que necesita ser redimida por la misericordia de Dios. Lejos de ser un gesto puramente exterior, la Iglesia lo ha conservado como signo de la actitud del corazón penitente que cada bautizado está llamado a asumir en el itinerario cuaresmal. Se debe ayudar a los fieles, que acuden en gran número a recibir la Ceniza, a que capten el significado interior que tiene este gesto, que abre a la conversión y al esfuerzo de la renovación pascual”.


4. ¿Qué simbolizan y qué recuerdan las cenizas?


La palabra ceniza, que proviene del latín "cinis", representa el producto de la combustión de algo por el fuego. Ésta adoptó tempranamente un sentido simbólico de muerte, caducidad, pero también de humildad y penitencia.

La ceniza, como signo de humildad, le recuerda al cristiano su origen y su fin:




"Dios formó al hombre con polvo de la tierra" (Gn 2,7); "hasta que vuelvas a la tierra, pues de ella fuiste hecho" (Gn 3,19).


5. ¿Dónde se puede conseguir la ceniza?


Para la ceremonia se deben quemar los restos de las palmas bendecidas el Domingo de Ramos del año anterior. Estas son rociadas con agua bendita y luego aromatizadas con incienso.


6. ¿Cómo se impone la ceniza?


Este acto tiene lugar en la Misa al término de la homilía y está permitido que los laicos ayuden al sacerdote. Las cenizas son impuestas en la frente, haciendo la señal de la cruz con ellas mientras el ministro dice las palabras Bíblicas:


«Acuérdate que eres polvo y en polvo te convertirás», o «Conviértete y cree en el Evangelio».


7. ¿Qué hacer cuando no hay sacerdote?


Cuando no hay sacerdote la impartición de cenizas puede realizarse sin Misa, de forma extraordinaria. Sin embargo, es recomendable que al acto se preceda por una liturgia de la palabra.

Es importante recordar que la bendición de las cenizas, como todo sacramental, sólo puede realizarla un sacerdote o diácono.


8. ¿A quién se puede imponer la ceniza?


Puede recibir este sacramental cualquier persona, inclusive no católica. Como especifica el Catecismo (1670 ss.) los sacramentales no confieren la gracia del Espíritu Santo como sí lo hacen los sacramentos, pero por la oración de la Iglesia estos «preparan a recibirla y disponen a cooperar con ella».


9. ¿Es obligatoria la imposición de las cenizas?


El Miércoles de Ceniza no es día de precepto y por lo tanto no es obligatoria. No obstante, ese día concurre una gran cantidad de personas a la Santa Misa, algo que siempre es recomendable.


10. ¿Cuánto tiempo hay que tener la ceniza en la frente?


Cuanto uno desee. No existe un tiempo determinado.


11. ¿Es obligatorio el ayuno y la abstinencia?


El Miércoles de Ceniza es obligatorio el ayuno y abstinencia, como en el Viernes Santo, para los mayores de 18 años y menores de 60. Fuera de esos límites es opcional. Ese día los fieles pueden tener una comida “fuerte” una sola vez al día.

La abstinencia de comer carne es obligatoria desde los 14 años. Todos los viernes de Cuaresma también son de abstinencia obligatoria. Los demás viernes del año también, aunque según el país puede sustituirse por otro tipo de mortificación u ofrecimiento como el rezo del rosario.


Fuente - Texto tomado de ACIPRENSA.COM:

Miércoles de Ceniza - Febrero 17 de 2021




"Acuérdate de que eres polvo
y al polvo volverás"


Arrepiéntete y cree
en el Evangelio”


El uso litúrgico de las cenizas se originó en tiempos del Antiguo Testamento. Las cenizas simbolizaban luto, mortandad y penitencia. En el Libro de Ester, Mardoqueo se viste de tela de saco y se cubre de cenizas cuando supo del edicto del Rey Asuro que ordenaba el exterminio por la espada de los judíos, en todas las provincias de su reino (Est. 4:1). Job hace penitencia con polvo y cenizas (Job 42:6). Daniel, profetizando el desierto babilonio de Jerusalén, escribe: "Volví mi rostro al Señor, Dios, buscándole en oración y plegaria, en ayuno, saco y ceniza" (Dan. 9:3). En el Evangelio de San Mateo leemos que Jesús menciona el uso de las cenizas: "Porque si en Tiro y en Sidón se hubieran hecho los milagros realizados en ti, muchos ha que en saco y ceniza hubieran hecho penitencia" (Mt. 11:21). En la Edad Media, los sacerdotes bendecían los moribundos con agua bendita, diciendo: "Acuérdate de que eres polvo y al polvo has de volver".




La Iglesia adaptó el uso de las cenizas para señalar el comienzo de la temporada penitencial de Cuaresma, cuando recordamos nuestra mortandad y lamentamos nuestros pecados. En la presente liturgia para el Miércoles de Ceniza, utilizamos las cenizas sacadas de las palmas que habían servido el año anterior para la procesión del Domingo de Ramos. El sacerdote bendice las cenizas y las impone en la frente de los creyentes, haciendo la señal de la cruz y diciendo:


"Acuérdate de que eres polvo y al polvo volverás", o "Convertíos y creed en el Evangelio"


Al comenzar esta santa temporada de Cuaresma en preparación para la Pascua de Resurrección, debemos recordar el significado de las cenizas que hemos de recibir: Lamentamos y hacemos penitencia por nuestros pecados. Volvemos nuestros corazones nuevamente al Señor, que sufrió, murió y resucitó para nuestra salvación. Renovamos las promesas que hicimos en el bautismo, momento en el cual murió nuestra vida pasada y nacimos a una nueva vida en Cristo. Finalmente, conscientes que el reino de este mundo pasará, nos esforzamos en vivir el reino de Dios ahora y miramos con santa esperanza a su plenitud en el cielo. 


Tiempo de Cuaresma




"La penitencia del tiempo cuaresmal no debe ser sólo interna e individual, sino también externa y social. Dispuso el Concilio Vaticano II que:


Ha de tenerse como sagrado el ayuno pascual; ha de celebrarse en todas partes el Viernes de la Pasión y Muerte del Señor y aún extenderse, según las circunstancias, al Sábado Santo, para que de este modo se llegue al gozo el Domingo de Resurrección, con elevación y apertura de espíritu" (Sacrosanctum Concilium n. 110)


Días de observancia del ayuno
y abstinencia penitencial
durante el tiempo de Cuaresma:


  • Abstinencia: Todos los viernes de Cuaresma a no ser que coincidan con una solemnidad. Debe guardarse la abstinencia de carne, o de otro alimento que haya determinado la Conferencia Episcopal.
  • Ayuno y Abstinencia (se observan ambos): El Miércoles de Ceniza y el Viernes Santo.


La ley eclesiástica obliga a guardar abstinencia a los que hayan cumplido 14 años de edad y a practicar el ayuno, a todos los mayores de edad (18 años), hasta que hayan cumplido 59 años.




La imposición de las cenizas nos recuerda que nuestra vida en la tierra es pasajera y que nuestra vida definitiva se encuentra en el Cielo.

La Cuaresma comienza con el Miércoles de Ceniza y es un tiempo de oración, penitencia y ayuno. Cuarenta días que la Iglesia marca para la conversión del corazón.

Las palabras que se usan para la imposición de cenizas, son:


  • “Concédenos, Señor, el perdón y haznos pasar del pecado a la gracia y de la muerte a la vida”

  • “Recuerda que polvo eres y en polvo te convertirás"

  • “Arrepiéntete y cree en el Evangelio”


Origen de la costumbre


Antiguamente los judíos acostumbraban cubrirse de ceniza cuando hacían algún sacrificio y los ninivitas también usaban la ceniza como signo de su deseo de conversión de su mala vida a una vida con Dios.

En los primeros siglos de la Iglesia, las personas que querían recibir el Sacramento de la Reconciliación el Jueves Santo, se ponían ceniza en la cabeza y se presentaban ante la comunidad vestidos con un "hábito penitencial". Esto representaba su voluntad de convertirse.

En el año 384 d.C., la Cuaresma adquirió un sentido penitencial para todos los cristianos y desde el siglo XI, la Iglesia de Roma acostumbra poner las cenizas al iniciar los 40 días de penitencia y conversión.

Las cenizas que se utilizan se obtienen quemando las palmas usadas el Domingo de Ramos del año anterior. Esto nos recuerda que lo que fue signo de gloria pronto se reduce a nada.

También, fue usado el período de Cuaresma para preparar a los que iban a recibir el Bautismo la noche de Pascua, imitando a Cristo con sus 40 días de ayuno.

La imposición de ceniza es una costumbre que nos recuerda que algún día vamos a morir y que nuestro cuerpo se va a convertir en polvo.

Nos enseña que todo lo material que tengamos aquí se acaba. En cambio, todo el bien que tengamos en nuestra alma nos lo vamos a llevar a la eternidad. Al final de nuestra vida, sólo nos llevaremos aquello que hayamos hecho por Dios y por nuestros hermanos los hombres.

Cuando el sacerdote nos pone la ceniza, debemos tener una actitud de querer mejorar, de querer tener amistad con Dios. La ceniza se le impone a los niños y a los adultos.


Significado del carnaval
al inicio de la Cuaresma


La palabra carnaval significa adiós a la carne y su origen se remonta a los tiempos antiguos en los que por falta de métodos de refrigeración adecuados, los cristianos tenían la necesidad de acabar, antes de que empezara la Cuaresma, con todos los productos que no se podían consumir durante ese período (no sólo carne, sino también leche, huevo, etc.).

Con este pretexto, en muchas localidades se organizaban el martes anterior al miércoles de ceniza, fiestas populares llamadas carnavales en los que se consumían todos los productos que se podrían echar a perder durante la Cuaresma.

Muy pronto empezó a degenerar el sentido del carnaval, convirtiéndose en un pretexto para organizar grandes comilonas y para realizar también todos los actos de los cuales se "arrepentirían" durante la cuaresma, enmarcados por una serie de festejos y desfiles en los que se exaltan los placeres de la carne de forma exagerada, tal como sigue sucediendo en la actualidad en los carnavales de algunas ciudades, como en Río de Janeiro o Nueva Orleans.


El ayuno y la abstinencia




El miércoles de ceniza y el Viernes Santo son días de ayuno y abstinencia. La abstinencia obliga a partir de los 14 años y el ayuno de los 18 hasta los 59 años. El ayuno consiste en hacer una sola comida fuerte al día y la abstinencia es no comer carne. Este es un modo de pedirle perdón a Dios por haberlo ofendido y decirle que queremos cambiar de vida para agradarlo siempre.


La oración




La oración en este tiempo es importante, ya que nos ayuda a estar más cerca de Dios para poder cambiar lo que necesitemos cambiar de nuestro interior. Necesitamos convertirnos, abandonando el pecado que nos aleja de Dios. Cambiar nuestra forma de vivir para que sea Dios el centro de nuestra vida. Sólo en la oración encontraremos el amor de Dios y la dulce y amorosa exigencia de su voluntad.

Para que nuestra oración tenga frutos, debemos evitar lo siguiente:


  • La hipocresía: Jesús no quiere que oremos para que los demás nos vean, llamando la atención con nuestra actitud exterior. Lo que importa es nuestra actitud interior.
  • La disipación: Esto quiere decir que hay que evitar las distracciones lo más posible. Preparar nuestra oración, el tiempo y el lugar donde se va a llevar a cabo para podernos poner en presencia de Dios.
  • La multitud de palabras: Esto quiere decir que no se trata de hablar mucho o repetir oraciones de memoria sino de escuchar a Dios. La oración es conformarnos con Él; nuestros deseos, nuestras intenciones y nuestras necesidades. Por eso no necesitamos decirle muchas cosas. La sinceridad que usemos debe salir de lo profundo de nuestro corazón porque a Dios no se le puede engañar.


El sacrificio




Al hacer sacrificios (cuyo significado es "hacer sagradas las cosas"), debemos hacerlos con alegría, ya que es por amor a Dios. Si no lo hacemos así, causaremos lástima y compasión y perderemos la recompensa de la felicidad eterna. Dios es el que ve nuestro sacrificio desde el cielo y es el que nos va a recompensar.


“Cuando ayunéis no aparezcáis tristes, como los hipócritas que desfiguran su rostro para que los hombres vean que ayunan; en verdad os digo, ya recibieron su recompensa. Tú cuando ayunes, úngete la cabeza y lava tu cara para que no vean los hombres que ayunas, sino Tu Padre, que está en lo secreto: y Tu Padre que ve en lo secreto, te recompensará” (Mt 6,6)


 

Conclusión




Como vemos, la ceniza no es un rito mágico, no nos quita nuestros pecados, para ello tenemos el Sacramento de la Reconciliación. Es un signo de arrepentimiento, de penitencia, pero sobre todo de conversión. Es el inicio del camino de la Cuaresma, para acompañar a Jesús desde su desierto hasta el día de su triunfo que es el Domingo de Resurrección.

Debe ser un tiempo de reflexión de nuestra vida, de entender a dónde vamos, de analizar cómo es nuestro comportamiento con nuestra familia y en general con todos los seres que nos rodean.

En estos momentos al reflexionar sobre nuestra vida, debemos convertirla de ahora en adelante en un seguimiento a Jesús, profundizando en su mensaje de amor y acercándonos en esta Cuaresma al Sacramento de la Reconciliación (también llamado confesión), que como su nombre mismo nos dice, representa reconciliarnos con Dios y sin reconciliarnos con Dios y convertirnos internamente, no podremos seguirle adecuadamente.

Esta Reconciliación con Dios está integrada por el Arrepentimiento, la Confesión de nuestros pecados, la Penitencia y finalmente la Conversión.




  • El arrepentimiento debe ser sincero, reconocer que las faltas que hemos cometido (como decimos en el Yo Pecador: en pensamiento, palabra, obra y omisión), no las debimos realizar y que tenemos el firme propósito de no volverlas a cometer.
  • La confesión de nuestros pecados. El arrepentimiento de nuestras faltas, por sí mismo no las borra, sino que necesitamos para ello la gracia de Dios, la cual llega a nosotros por la absolución de nuestros pecados expresada por el sacerdote en la confesión.
  • La penitencia que debemos cumplir empieza desde luego por la que nos imponga el sacerdote en el Sacramento de la Reconciliación.
  • La oración que es la comunicación íntima con Dios, con el ayuno, que además del que manda la Iglesia en determinados días, es la renuncia voluntaria a diferentes satisfactores con la intención de agradar a Dios y con la caridad hacia el prójimo.
  • Conversión que es ir hacia adelante, es el seguimiento a Jesús.


Es un tiempo de pedir perdón a Dios y a nuestro prójimo, pero es también un tiempo de perdonar a todos los que de alguna forma nos han ofendido o nos han hecho algún daño. Pero debemos perdonar antes y sin necesidad de que nadie nos pida perdón, recordemos como decimos en el Padre Nuestro, muchas veces repitiéndolo sin meditar en su significado, que debemos pedir perdón a nuestro Padre, pero antes tenemos que haber perdonado sinceramente a los demás.

Debemos escuchar y leer el Evangelio, meditarlo y Creer en él y con ello Convertir nuestra vida, siguiendo las palabras del Evangelio y evangelizando, es decir transmitiendo su mensaje con nuestras acciones y nuestras palabras.