viernes, 15 de enero de 2021

¿Por qué pagamos todos el pecado original?


El primer pecado que se cometió en la Tierra, en los principios de la humanidad y que es origen de otros muchos.


Por: P. Jorge Loring, S.I. | Fuente: Para Salvarte 


Dios creó a nuestros primeros padres en estado de gracia. Dios en señal de su soberanía les dio un mandato para que ellos cumpliéndolo mostraran su aceptación. Ellos cediendo a la tentación del demonio desobedecieron. 


«Puesto que el fin propio del precepto era probar la obediencia, no podemos medir la gravedad de la culpa por la acción exterior en que se manifiesta»


«El hombre creado por Dios en la justicia, sin embargo, por instigación del demonio, en el mismo comienzo de la historia, abusó de su libertad, levantándose contra Dios»


Este pecado de desobediencia fue el pecado original, llamado así porque fue el primer pecado que se cometió en la Tierra, en los principios de la humanidad, y es origen de otros muchos. El pecado original es la raíz de los demás pecados de los hombres. La realidad del pecado original es dogma de fe.

Con este pecado de desobediencia nuestros primeros padres perdieron la gracia para ellos y para nosotros sus hijos. Lo mismo que lo pierden todo los hijos del que se arruina en el juego de la ruleta. Si un monarca concede a una familia un titulo nobiliario con la condición de que el cabeza de familia no se haga indigno de semejante gracia, ¿quién puede protestar si después de una ingratitud de este cabeza de familia, el monarca retira el título a toda la familia? El Concilio de Trento el más trascendental de toda la Historia de la Iglesia define como de fe que el pecado original se transmite de generación, por herencia.

Nosotros no somos responsables del pecado original porque no es pecado personal nuestro; pero lo heredamos al nacer. Por eso el pecado original es llamado "pecado" de manera análoga: es un pecado "contraído", no "cometido"; es un estado, no un acto. En virtud de la ley de solidaridad de Adán con toda la humanidad, por ser su cabeza físico-jurídica, nos priva de los dones extraordinarios que Dios había concedido en un principio a Adán para que los comunicara a sus descendientes. «Del mismo modo que entre Adán y sus descendientes hubiera existido solidaridad si hubiera sido fiel, del mismo modo existe también solidaridad en su rebeldía». El gran desastre del pecado de Adán fue que arrastró consigo a toda la naturaleza humana. De igual manera que si Adán se hubiese suicidado antes de tener hijos, hubiera privado de la vida a todo el género humano, así con su pecado nos priva de la gracia. Fue un suicidio espiritual. No debemos protestar por sufrir nosotros las consecuencias del pecado de Adán. ¿Habríamos sabido nosotros conservar estos dones? ¿No son nuestros pecados personales una prueba de que también nosotros habríamos prevaricado?

El pecado original fue un pecado de soberbia. El pecado de Adán y Eva es un pecado muy frecuente hoy día. Hombres y mujeres autosuficientes, independientes, rebeldes a toda norma, orden o mandato, aunque venga del Papa. Para ellos sólo vale lo que ellos opinan, y lo que ellos quieren. No se someten a nadie. Quieren ser como dioses. Ése fue el pecado de Adán y Eva.




Antes de pecar, el demonio dijo a nuestros primeros padres que si pecaban serían como dioses. Ellos pecaron y se dieron cuenta del engaño del demonio. Con esto el demonio logró lo que pretendía: derribar a Adán de su estado de privilegio. El demonio es el padre de la mentira. Eva fue seducida por él. El que peca se entrega al espíritu de la mentira. En la medida que somos pecadores somos mentirosos, pues el pecado es el abandono de la verdad, que es Dios, por la mentira. El demonio también nos engaña a nosotros en las tentaciones presentándonos el pecado muy atractivo, y luego siempre quedamos desilusionados, con el alma vacía y con ganas de más. Porque el pecado nunca sacia. Pero el demonio logra lo suyo: encadenarnos al infierno.




El demonio nos tienta induciéndonos al mal, porque nos tiene envidia, porque podemos alcanzar el cielo que él perdió por su culpa. Todas las tentaciones del demonio se pueden vencer con la ayuda de Dios. El demonio es como un perro encadenado: puede ladrar, pero sólo puede morder al que se le acerca. En el estado de pecado original el hombre carece de la gracia y amistad de Dios, y su libertad está debilitada e inclinada al mal; no podemos ser totalmente dueños de nosotros mismos y de nuestros actos.




Esta vida de la gracia que empieza con el bautismo necesita respirar para no ahogarse. Lo mismo que la vida del cuerpo que, si no se tiene aire para respirar, también se ahoga. Dice San Agustín que la respiración de la vida del alma es la oración.
Fuente - Texto tomado de ES.CATHOLIC.NET:

¡MILAGRO! ¿Cómo Jesús y la Virgen María convirtieron a la pecadora Benita? - Descubra cómo lo hicieron

 



Refiere el beato Alano y Bonifacio, que vivía en Florencia una joven llamada Benita, pero que más bien merecía llamarse maldita por la vida escandalosa y deshonesta que llevaba.

Para su fortuna llegó a predicar en una ciudad Santo Domingo, y ella, por mera curiosidad fue a escucharle.

Y el Señor le puso tal compunción en su corazón al oírlo, que llorando se fue a confesar con el santo. Éste la confesó, la absolvió y le impuso de penitencia rezar el Rosario diariamente.




Pero la infeliz, arrastrada por sus malos hábitos, volvió a su mala vida. Lo supo el santo, y yéndola a buscar, obtuvo de ella que se confesara de nuevo.






Y Dios, para confirmarla en la virtud, le hizo ver el Infierno y en él, algunos que por su culpa se habían condenado. Después, en un libro abierto, le hizo leer el pavoroso recuento de sus pecados.




Horrorizada la penitente ante semejante visión, acudió a María para que le ayudase. Y se le dio a entender que esta divina Madre le había conseguido de Dios espacio de tiempo para llorar todas sus liviandades.

Pasada la visión, Benita se entregó a una vida santa; pero teniendo siempre ante los ojos aquel terrible proceso que había visto, un día se puso a rezarle así a su consoladora:


"Madre, es verdad que yo, por mis excesos debería estar en lo profundo del Infierno, pero ya que Tú, con tu intercesión, me has librado obteniéndome tiempo de hacer penitencia, te pido esta otra gracia: no quiero dejar nunca de llorar mis pecados, pero haz que sean borrados de aquel libro"




Hecha esta oración, se le apareció la Virgen y le dijo que, para obtener lo que pedía, era necesario que, en adelante, se acordase de la misericordia que Dios había tenido con ella y de la Pasión que su Hijo había sufrido por amor de ella; y que considerase que cuántos, con menos culpas que ella, se habían condenado.

Habiendo obedecido Benita fielmente a la Santísima Virgen, un día se le apareció Jesucristo, mostrándole aquel libro le dijo:




"Mira tus pecados están borrados y el libro en blanco: escribe ahora actos de amor y de virtud"




Así lo hizo Benita, llevando una vida santa y teniendo una santa muerte.




MI NOTA PERSONAL




¿Cuántas veces Jesús ha estado buscándonos para convertirnos de nuestra vida de pecado y llevarnos a su Reino del Cielo?

¿Cuántos pecados tenemos registrados en nuestro "LIBRO DE LA VIDA"?





¡La conversión de todos nosotros debe ser INMEDIATA!

O usted cree...

Que tiene "comprada su existencia" y que cada segundo, minuto, hora... ¿son suyos?

Que tiene en "perfecto control su vida"...

¿Usted sabe cuántos días vivirá en este mundo?

Y que sus "PLANES, OBJETIVOS, METAS"... ¿los logrará conseguir por su preparación educativa, inteligencia, dinero, poder, atributos personales?




¡CONVIÉRTETE, BUSCA Y AMA A DIOS, CONFIÉSATE, CREE EN EL EVANGELIO, CUMPLE CON LOS MANDAMIENTOS DE LA LEY DE DIOS Y LLEVA UNA VIDA SANTA!