jueves, 7 de enero de 2021

San Severino Abad - Predicador - Año 482 - Fiesta Enero 8



Había nacido probablemente en Roma el año 410. Es patrono de Viena (Austria) y de Baviera (Alemania). Su biografía la escribió su discípulo Eugipio. A nadie decía que era de Roma (la capital del mundo en ese entonces), ni que provenía de una familia noble y rica, pero su perfecto modo de hablar el latín y sus exquisitos modales y su trato finísimo lo decían.

San Severino tenía el don de profecía (anunciar el futuro) y el don de consejo, dos preciosos dones que el Espíritu Santo regala a quienes le rezan con mucha fe.


Se fue a misionar en las orillas del río Danubio en Austria y anunció a las gentes de la ciudad de Astura, que si no dejaban sus vicios y no se dedicaban a rezar más y a hacer sacrificios, iban a sufrir un gran castigo.


Nadie le hizo caso, y entonces él, declarando que no se hacía responsable de la mala voluntad de esas cabezas tan duras, se fue a la ciudad de Cumana. Pocos días después llegaron los terribles "Hunos", bárbaros de Hungría, y destruyeron totalmente la ciudad de Astura, y mataron a casi todos sus habitantes. En Cumana, el santo anunció que esa ciudad también iba a recibir castigos si la gente no se convertía. Al principio nadie le hacía caso, pero luego llegó un prófugo que había logrado huir de Astura y les dijo:


"Nada de lo terrible que nos sucedió en mi ciudad habría sucedido si le hubiéramos hecho caso a los consejos de este santo. Él quiso liberarnos, pero nosotros no quisimos dejarnos ayudar"




Entonces las gentes se fueron a los templos a orar y se cerraron las cantinas, y empezaron a portarse mejor y a hacer pequeños sacrificios, y cuando ya los bárbaros estaban llegando, un tremendo terremoto los hizo salir huyendo. Y no entraron a destruir la ciudad.




En Faviana, una ciudad que quedaba junto al Danubio, había mucha carestía porque la nieve no dejaba llegar barcos con comestibles. San Severino amenazó con castigos del cielo a los que habían guardado alimentos en gran cantidad, si no los repartían. Ellos le hicieron caso y los repartieron. Entonces el santo, acompañado de mucha gente, se puso a orar y el hielo del río Danubio se derritió y llegaron barcos con provisiones. Su discípulo preferido, Bonoso, sufría mucho de un mal de ojos. San Severino curaba milagrosamente a muchos enfermos, pero a su discípulo no lo quiso curar, porque le decía:


"Enfermo puedes llegar a ser santo. Pero si estás muy sano te vas a perder"


Y por 40 años sufrió Bonoso su enfermedad, pero llegó a buen grado de santidad. El santo iba repitiendo por todas partes aquella frase de la S. Biblia:


"Para los que hacen el bien, habrá gloria, honor y paz. Pero para los que hacen el mal, la tristeza y castigos vendrán" (Romanos 2)


Y anunciaba que no es cierto lo que se imaginan muchos pecadores:


"He pecado y nada malo me ha pasado"

 

Pues todo pecado trae castigos del cielo.



Y ésto detenía a muchos y les impedía seguir por el camino del vicio y del mal. San Severino era muy inclinado por temperamento a vivir retirado rezando y por eso durante 30 años fue fundando monasterios, pero las inspiraciones del cielo le mandaban irse a las multitudes a predicar penitencia y conversión.  Buscando pecadores para convertir recorría aquellas inmensas llanuras de Austria y Alemania, siempre descalzo, aunque estuviera andando sobre las más heladas nieves, sin comer nada jamás antes de que se ocultara el sol cada día; reuniendo multitudes para predicarles la penitencia y la necesidad de ayudar al pobre y sanando enfermos, despertando en sus oyentes una gran confianza en Dios y un serio temor a ofenderle; vistiendo siempre una túnica desgastada y vieja, pero venerado y respetado por cristianos y bárbaros, y por pobres y ricos, pues todos lo consideraban un verdadero santo. Se encontró con Odoacro, un pequeño reyezuelo, y le dijo proféticamente:


"Hoy te vistes simplemente con una piel sobre el hombro. Pronto repartirás entre los tuyos los lujos de la capital del mundo"


Y así sucedió. Odoacro con sus Hérulos conquistó Roma, y por cariño a San Severino respetó el cristianismo y lo apoyó. Cuando Odoacro desde Roma le mandó ofrecer toda clase de regalos y de honores, el santo lo único que le pidió fue que respetara la religión y que a un pobre hombre que habían desterrado injustamente, le concediera la gracia de poder volver a su patria y a su familia. Así se hizo.

Giboldo, rey de los bárbaros alamanos, pensaba destruir la ciudad de Batavia, San Severino le rogó por la ciudad y el rey bárbaro le perdonó por el extraordinario aprecio que le tenía a la santidad de este hombre.

En otra ciudad predicó la necesidad de hacer penitencia. La gente dijo que en vez de enseñarles a hacer penitencia les ayudara a comerciar con otras ciudades. Él les respondió:


"¿Para qué comerciar, si esta ciudad se va a convertir en un desierto a causa de la maldad de sus habitantes?"


Y se alejó de la ciudad. Poco después llegaron los bárbaros y destruyeron la ciudad y mataron a mucha gente. En Tulnman llegó una terrible plaga que destruía todos los cultivos. La gente acudió a San Severino, el cual les dijo:




"El remedio es rezar, dar limosnas a los pobres y hacer penitencia"


Toda la gente se fue al templo a rezar con él. Menos un hacendado que se quedó en su campo por pereza de ir a rezar. A los tres días la plaga se había ido de todas las demás fincas, menos de la finca del hacendado perezoso, el cual vio devorada por plagas toda su cosecha de ese año.

En Kuntzing, ciudad a las orillas del Danubio, este río hacía grandes destrozos en sus inundaciones, y le hacía mucho daño al templo católico que estaba construido a la orilla de las aguas. San Severino llegó, colocó una gran cruz en la puerta de la iglesia y dijo al Danubio:


"No te dejará mi Señor Jesucristo que pases del sitio donde está su santa cruz"


El río obedeció siempre y ya nunca pasaron sus crecientes del lugar donde estaba la cruz puesta por el santo. El 6 de enero del año 482, fiesta de la Epifanía, sintió que se iba a morir, llamó entonces a las autoridades civiles de la ciudad y les dijo:


"Si quieren tener la bendición de Dios respeten mucho los derechos de los demás. Ayuden a los necesitados y esmérense por ayudar todo lo más posible a los monasterios y a los templos"


Y entonando el Salmo 150 se murió, el 8 de enero. A los seis años fueron a sacar sus restos y lo encontraron incorrupto, como si estuviera recién enterrado. Al levantarle los párpados vieron que sus bellos ojos azules brillaban como si apenas estuviera dormido. Sus restos han sido venerados por muchos siglos, en Nápoles. En Austria todavía se conserva en uno de los conventos fundados por él, la celda donde el santo pasaba horas y horas rezando por la conversión de los pecadores y la paz del mundo.


Fuente - Texto tomado de EWTN:

«No son alucinaciones»: los moribundos y también sus cuidadores viven experiencias espirituales



Una doctora ha acumulado 17 años de experiencias personales y muchas otras ligadas a la cercanía de la muerte y analiza la evidencia.


Iván Gil / El Confidencial - 31 de agosto de 2015


Las unidades de paliativos o cuidados intensivos de los hospitales guardan una estrecha relación con la muerte, dando lugar a numerosas experiencias que se escapan a cualquier explicación racional. 

Pacientes que intuyen el momento exacto en el que van a morir, otros que parecen decidir por sí mismos el día y la hora, adelantando o retrasando su muerte, sueños premonitorios de familiares o presentimientos de terceras personas que, sin ni siquiera saber que alguien está ingresado o ha sufrido un accidente, están seguros de que ha fallecido.

Sólo los profesionales sanitarios que trabajan de cerca con los pacientes terminales conocen de primera mano el alcance y variedad de estas extrañas experiencias. 

La ciencia no ha podido ser capaz de ofrecer algún tipo de respuesta, por lo que se suelen describir como sucesos paranormales o sobrenaturales. 

Una etiqueta “demasiado vaga para la magnitud de estas experiencias”, según explica la doctora británica Penny Sartori (www.drpennysartori.com), que lleva cerca de 20 años trabajando en la UCI.

Una carrera lo suficientemente sólida como para haber visto de todo, intuir patrones y elaborar hipótesis sobre estos fenómenos. Tanto es así, que ha preparado una tesis doctoral sobre estas cuestiones, cuyas principales conclusiones adelantó en el libro The Wisdom Of Near-Death Experiences (Watkins Publishing), que salió a la venta el 6 de febrero de 2014.


“Alucinaciones” compartidas por familiares


A lo largo de toda su carrera, Sartori se ha entrevistado con pacientes que han vivido experiencias cercanas a la muerte (ECM), así como con familiares que han vivido de cerca experiencias de muerte compartida (EMC). 

La cantidad y la repetición de patrones hacen que la doctora descarte la hipótesis de la casualidad o la imposibilidad de hallar un razonamiento lógico para este extendido fenómeno.

Su tesis principal se centra en que “nuestro cerebro es independiente de la conciencia. Es el medio para canalizarla, por lo que en realidad es físicamente ajena al cuerpo”. Una idea que explicaría, añade, por qué “el alma y la conciencia pueden experimentarse al margen del cuerpo”, como en las ECM.


La doctora Penny Sartori explica los hallazgos de sus
años de investigación, que no pueden desdeñarse
como "alucinaciones"


Los ejemplos de los que Sartori se vale en su libro son muy numerosos, pero todos suelen coincidir en que los pacientes que viven estas ECM son siempre los que abrazan la muerte de la forma más tranquila y feliz, al igual que los familiares que presienten la muerte de sus seres queridos. 

¿Por qué? Según las entrevistas que ha mantenido con estos últimos se debe a que están convencidos de que sólo se trata del fin de la vida terrenal.




Al margen de que se trate de personas creyentes, agnósticas o ateas, todas ellas tienen el sueño o la visión de cómo su familiar se va de este mundo guiado por alguien (cónyuges ya fallecidos, seres anónimos o ángeles) y lo hace con una clara sensación de “paz y amor”. 

Al principio, relata Sartori, “me llamaba la atención que algunos familiares de fallecidos no se sintiesen tristes tras diagnosticar la muerte de su ser querido, pero al entrevistarlos me di cuenta de que en realidad estaban tranquilos por haber experimentado esta sensación de trascendencia a la vida”.


Eligiendo el momento “más apropiado” para morir


Este no es el caso de los ejemplos de personas que a sabiendas de cuando van a morir piden quedarse unos minutos solos o lo hacen justo cuando el familiar, que permanece todo el tiempo a su lado, los abandona un solo momento para ir al baño. 

Otros casos igualmente llamativos son los de personas que se mueren justo después de ver al familiar que tarda en acudir a verlos por estar en el extranjero, cuando terminan con todo el papeleo de herencias y seguros vitalicios. “Parecen estar a la espera de que ocurra un evento específico para permitirse morir”, relata la enfermera.


No son alucinaciones




El director del Tucson Medical Center John Lerma, especializado en cuidados paliativos, ha recopilado ejemplos muy similares a los citados por Sartori en Into the Light: Real Life Stories About Angelic Visits, Visions of the Afterlife, and Other Pre-Death Experiences (New Page Books). Según sus informes, entre el 70% y el 80% de los pacientes esperan a que sus seres queridos salgan de la habitación para morirse.

Sartori se niega a creer que estas vivencias estén motivadas por alucinaciones. “No es posible que varias personas vean lo mismo y sean capaces de describirlo igual si realmente se trata de una percepción distorsionada de la realidad”, apunta. 

Unas tesis que se apoyan en las famosas teorías del profesor Raymond Moody, que acuñó el concepto de experiencias cercanas a la muerte a finales de los 70.

Sus estudios más novedosos se centran en las vivencias compartidas por las personas que acompañan a los que están en trance de muerte. 

"Abren una vía completamente nueva de iluminación racional sobre la cuestión de la vida después de la muerte porque las personas que comunican estas experiencias están sanas. Suelen estar sentadas junto al lecho de muerte de un ser querido cuando le sobreviene una de estas experiencias maravillosas y misteriosas. Y el hecho mismo de que las personas no están próximas a la muerte incapacita la cláusula de exención. Como sus experiencias no se pueden achacar a fallos de la química cerebral, tendremos que ir más allá de este argumento”, asegura.


Enfermos de alzheimer lúcidos en el final


El recurso, “cínico” según Sartori, a explicar este fenómeno a partir de disfunciones cerebrales, tampoco se sostiene con los ejemplos de personas ingresadas con alzhéimer avanzado que repentinamente recuperan la capacidad de raciocinio.

“Se trata de pacientes en un estadio terminal de la enfermedad, incapaces de articular palabra, que de forma sorprendente comienzan a hablar con total coherencia, interactuando con gente que no está en la habitación y que frecuentemente son familiares muertos”, explica la autora. 

Además, añade, “suele suceder que después de esta experiencia dejan de estar intranquilos y acaban muriendo con una sonrisa en la cara, generalmente, uno o dos días después”.

El argumento de que estas visiones están inducidas por los fármacos tampoco es aceptado por la autora porque, dice, “estos causan ansiedad, todo lo contrario de lo que sienten los pacientes”. La autora defiende en su libro que este tipo de vivencias, recopiladas a lo largo de toda su carrera, pueden ser claves para demostrar la existencia de una vida después de la muerte y que, al menos, deben abrir una nueva vía de investigación (como algunas que parten de la física cuántica) para los estudios científicos. De lo que sí dice estar convencida es de que “la muerte no es tan temible como nos la solemos imaginar”.


Fuente - Texto tomado de RELIGIONENLIBERTAD.COM: