viernes, 23 de octubre de 2020

Cómo conseguir el perdón y misericordia de Dios



Comparto con ustedes una hermosa parábola de la que no conozco su autor, pero nos proporciona una gran enseñanza sobre la penitencia y nos hace reflexionar desde lo más profundo de nuestro corazón humano, en el comportamiento y amor de Dios.





Un joven, que había pecado muchísimo y su conciencia estaba con gran remordimiento por haber ofendido a Dios, cierto día se postró ante un Cristo crucificado y acongojado le dijo:

"Señor, sé que he pecado y te he ofendido mucho, ¿qué debo hacer para conseguir tu perdón?"




Con gran sorpresa, observó que el Cristo descolgó su mano derecha y, le entregó una copa diciendo:




"Llénala de agua. Cuando esté llena habrás quedado perdonado"


Resuelto a cumplir con esta penitencia, el pecador recibió la copa y se acercó a una fuente, pero al instante la fuente se secó. No se preocupó mucho, porque pensó que en el valle había un torrente de aguas tumultuosas, a donde se dirigió a toda prisa, una vez llegó jadeante, cuando arrimó la copa el torrente se secó.

Entonces, pensó para sí mismo, que ésta podría ser la penitencia impuesta por Dios: al hacerlo ir de un sitio a otro sin conseguir el objetivo, por lo que nuevamente se quedó tranquilo, porque a pocos días de camino estaba el mar y sobraría suficiente agua para llenar la copa. 

Se puso en camino y tuvo que atravesar montañas y pueblos. Para conseguir su objetivo se propuso no descansar ni un instante. Al fin, a lo lejos, pudo observar el mar, y se llenó de esperanza.

Cuando por fin llegó a la playa, arrimó la copa a las olas... y ¡oh sorpresa! las olas comenzaron a retroceder. Desconsolado, cayó de rodillas y se dijo para sí mismo:

"Si hasta el mar se retira de mi presencia, es que no tendré el perdón de Dios"




Con profunda tristeza empezó a llorar, y a llorar... Las lágrimas brotaban abundantemente de sus ojos e iban cayendo en la copa... Ésta se llenó... ¡con el agua de sus lágrimas!




Con un corazón sincero y arrepentido, conseguimos el perdón de nuestras culpas confesadas y hacemos feliz a Dios y a nuestra conciencia.

Novena por los fieles difuntos (del 24 de octubre al 1 de noviembre)



Se reza, especialmente, del 24 de octubre al 1 de noviembre. También se puede realizar durante el mes de noviembre. 

Rogamos por todas las almas del purgatorio, especialmente por los padres, parientes y amigos, para que logren el descanso eterno.

Esta novena la rezamos por nuestros difuntos o almas del Purgatorio, para que nuestras oraciones y sufragios de buenas obras les aprovechen y lleguen pronto a unirse con Dios en el cielo.




Rezar la oración del día que corresponda y terminar con la oración final y el responso:


Oración Final y Responso


Oh María, Madre de misericordia: acuérdate de los hijos que tienes en el purgatorio y, presentando nuestros sufragios y tus méritos a tu Hijo, intercede para que les perdone sus deudas y los saque de aquellas tinieblas a la admirable luz de su gloria, donde gocen de tu vista dulcísima y de la de tu Hijo bendito.

Oh glorioso Patriarca San José, intercede juntamente con tu Esposa ante tu Hijo por las almas del purgatorio.


V. No te acuerdes, Señor, de mis pecados.
R. Cuando vengas a purificar al mundo en fuego.
V. Dirige, Señor Dios mío, a tu presencia mis pasos.
R. Cuando vengas a purificar al mundo en fuego.
V. Dales, Señor, el descanso eterno y luzca para ellos la luz eterna.
R. Cuando vengas a purificar al mundo en fuego.


Padrenuestro


V. De la puerta del infierno
R. Saca, Señor, sus almas.
V. Descansen en paz.
R. Amén.
V. Señor, oye mi oración.
R. Y llegue a ti mi clamor.


Oremos:


Oh Dios mío, de quien es propio compadecerse y perdonar: te rogamos suplicantes por las almas de tus siervos que has mandado emigrar de este mundo, para que no las dejes en el purgatorio, sino que mandes que tus santos ángeles las tomen y las lleven a la patria del paraíso, para que, pues esperaron y creyeron en ti, no padezcan las penas del purgatorio, sino que posean los gozos eternos.
Por Cristo Nuestro Señor.
Amén.


V. Dales, Señor, el descanso eterno.
R. Y luzca para ellos la luz perpetua.
V. Descansen en paz.
R. Amén.


DÍA PRIMERO




Por la señal,etc.

¡Señor mío, Jesucristo!, Dios y Hombre verdadero, Creador, Padre y Redentor mío; por ser Vos quien sois, Bondad infinita, y porque os amo sobre todas las cosas, me pesa de todo corazón haberos ofendido; también me pesa porque podéis castigarme con las penas del infierno. Ayudado de vuestra divina gracia, propongo firmemente nunca más pecar, confesarme y cumplir la penitencia que me fuere impuesta. Amen.

Señor mío Jesucristo, que quieres que tengamos suma delicadeza de conciencia y santidad perfecta: te rogamos nos la concedas a nosotros; y a los que por no haberla tenido se están purificando en el purgatorio, te dignes aplicar nuestros sufragios y llevarlos pronto de aquellas penas al cielo. Te lo pedimos por la intercesión de tu Madre purísima y de San José.

Terminar con la oración final y el responso.


DÍA SEGUNDO




Por la señal, etc.

Señor mío Jesucristo, etc.

Señor mío Jesucristo, que eres cabeza de todos tus fieles cristianos, que en ti nos unimos como miembros de un mismo cuerpo que es la Iglesia: te suplicamos nos unas más y más contigo y que nuestras oraciones y sufragios de buenas obras aprovechen a las ánimas de nuestros hermanos del purgatorio, para que lleguen pronto a unirse a sus hermanos del cielo.

Terminar con la oración final y el responso.


DÍA TERCERO




Por la señal, etc.

Señor mío Jesucristo, etc.

Señor mío Jesucristo, que a los que pecan castigas con justicia en esta vida o en la otra: concédenos la gracia de nunca pecar y ten misericordia de los que, habiendo pecado, no pudieron, por falta de tiempo, o no quisieron, por falta de voluntad y por amor del regalo, satisfacer en esta vida y están padeciendo ahora sus penas en el purgatorio; y a ellos y a todos llévalos pronto a su descanso.

Terminar con la oración final y el responso.


DÍA CUARTO




Por la señal, etc.

Señor mío Jesucristo, etc.

Señor mío Jesucristo, que exiges la penitencia aún de los pecados veniales en este mundo o en el otro: danos temor santo de los pecados veniales y en misericordia de los que, por haberlos cometido, están ahora purificándose en el purgatorio y líbralos a ellos y a todos los pecadores de sus penas, llevándoles a la gloria eterna.

Terminar con la oración final y el responso.


DÍA QUINTO




Por la señal, etc.

Señor mío Jesucristo, etc.

Señor mío Jesucristo, que a los regalados en esta vida, que no pagaron por su culpa o no tuvieron bastante caridad con el pobre, castigas en la otra con la penitencia que aquí no hicieron: concédenos las virtudes de la mortificación y de la caridad y acepta misericordioso nuestra caridad y sufragios, para que por ellos lleguen pronto a su descanso eterno.

Terminar con la oración final y el responso.


DÍA SEXTO




Por la señal, etc.

Señor mío Jesucristo, etc.

Señor mío Jesucristo, que quisiste que honrásemos a nuestros padres y parientes y distinguiésemos a nuestros amigos: te rogamos por todas las ánimas del purgatorio, pero especialmente por los padres, parientes y amigos de cuantos hacemos esta novena, para que logren el descanso eterno.

Terminar con la oración final y el responso.


DÍA SÉPTIMO




Por la señal, etc.

Señor mío Jesucristo, etc.

Señor mío Jesucristo, que a los que no se preparan a tiempo para la muerte, recibiendo bien los últimos sacramentos y purificándose de los residuos de la mala vida pasada, los purificas en el purgatorio con terribles tormentos: te suplicamos, Señor, por los que murieron sin prepararse y por todos los demás, rogándote que les concedas a todos ellos la gloria y a nosotros recibir bien los últimos sacramentos.

Terminar con la oración final y el responso.


DÍA OCTAVO




Por la señal, etc.

Señor mío Jesucristo, etc.

Señor mío Jesucristo, que a los que vivieron en este mundo demasiado aficionados a los bienes terrenales y olvidados de la gloria, los retienes apartados del premio, para que se purifiquen de su negligencia en desearlo: calma, Señor misericordioso, sus ansias y colma sus deseos, para que gocen pronto de tu presencia, y a nosotros concédenos amar de tal manera los bienes celestiales, que no deseemos desordenadamente los terrenos.

Terminar con la oración final y el responso.


DÍA NOVENO




Por la señal, etc.

Señor mío Jesucristo, etc.

Señor mío Jesucristo, cuyos méritos son infinitos y cuya bondad es inmensa: mira propicio a tus hijos que gimen en el purgatorio anhelando la hora de ver tu faz, de recibir tu abrazo, de descansar a tu lado y; mirándolos, compadécete de sus penas y perdona lo que les falta para pagar por sus culpas. Nosotros te ofrecemos nuestras obras y sufragios, los de tus Santos y Santas; los de tu Madre y tus méritos; haz que pronto salgan de su cárcel y reciban de tus manos su libertad y la gloria eterna.

Terminar con la oración final y el responso.


Fuente - Texto tomado de REINADELCIELO.ORG:

San Antonio María Claret - Obispo y Fundador - Fiesta Octubre 24



  • Nació en la villa de Sallent, provincia de Barcelona, el día 23 de diciembre de 1807.
  • Fue obrero textil en su juventud.
  • Ordenado sacerdote, fundó en Vic la Orden de los Claretianos.
  • Recorrió Cataluña durante varios años predicando.
  • Fundó la Congregación de Misioneros Hijos del Inmaculado Corazón de María.
  • Fue nombrado arzobispo de Santiago de Cuba, cargo en el que se entregó de lleno al bien de las almas. 
  • Como arzobispo de Santiago de Cuba se destacó por su celo evangelizador por lo que recorrió toda su diócesis y sufrió un atentado contra su vida.
  • Habiendo regresado a España, sus trabajos por el bien de la Iglesia le proporcionaron aún muchos sufrimientos.
  • Confesor de la Reina Isabel II de España.
  • Único santo canonizado entre los padres conciliares del Concilio Vaticano I.
  • Escritor evangélico, especialmente de folletos de fácil alcance para todos (jóvenes, trabajadores, casados).
  • Demostró un amor excepcional por la Eucaristía la cual conservaba en su corazón como tabernáculo.
  • Gran devoto de la Santísima Virgen.
  • Patrón de las cajas de ahorro, ya que fundó una en Cuba en beneficio de los pobres.
  • Sus experiencias místicas lo llevaron a levitar (alzarse del suelo).
  • A los 62 años murió en Fontfroide (Francia) el 24 de octubre de 1870.


Un hombre santo


Antonio pasó la prueba de fuego de la castidad en una tentación que le sobrevino un día en que yacía enfermo en la cama. Vio que la Virgen se le aparecía y, mostrándole una corona, le decía:


"Antonio, esta corona será tuya si vences"

De repente, todas las imágenes obsesivas desaparecieron. Siempre la Virgen Santísima sale a la defensa y auxilio de sus hijos.

La suntuosidad cortesana no impidió al P. Claret vivir como el religioso más observante. Cada día dedicaba mucho tiempo a la oración. Su austeridad era proverbial y su sobriedad para las comidas y bebidas, admirable.

Éste era su horario: Dormía apenas seis horas levantándose a las tres de la mañana. Antes que se levantaran los demás tenía dos horas de oración y lectura de la Biblia, luego otra hora con ellos, celebraba su Eucaristía y oía otra en acción de gracias, desde el desayuno hasta las diez confesaba y luego escribía. Lo que peor soportaba era la hora de audiencia hacia las doce. Por la tarde predicaba, visitaba hospitales, cárceles, colegios y conventos.

Su pobreza era ejemplar: Un día se llevó un susto al llevarse la mano al bolsillo. Le pareció haber encontrado una moneda, pero enseguida se repuso, no era una moneda, sino una medalla. En una ocasión no teniendo otra cosa para poder auxiliar a un pobre empeñó su cruz arzobispal.

San Antonio era un verdadero místico: Varias veces se le vio en estado de profundo ensimismamiento ante el Señor. Un día de Navidad, en la iglesia de las adoratrices de Madrid, dijo haber recibido al Niño Jesús en sus brazos.




En intimidad con el Señor. La clave de toda la espiritualidad de San Antonio es el amor al Santísimo Sacramento, que devoró su corazón durante toda su vida. Este amor es el que le hace transformarse en Cristo, en Cristo paciente y sacrificado. Desde niño acudía con frecuencia a la Santa Misa, reconociendo a Cristo realmente presente en la Eucaristía, fuente de toda su vida. Dice San Antonio:

"Sentía cómo el Señor me llamaba y me concedía el poder identificarme con Él. Le pedía que hiciese siempre su voluntad"


La vivencia de la presencia de Jesús en la Eucaristía, en la celebración de la Misa o en la adoración de Jesús Sacramentado era tan profunda que no la sabía explicar:

"Sentía y siento su presencia tan viva y cercana que me resulta violento separarme del Señor para continuar mis tareas ordinarias"

Un privilegio incomparable del que fue objeto fue la conservación de las especies sacramentales de una comunión a otra durante nueve años. Así lo escribió en su Autobiografía:





"El día 26 de agosto de 1861, hallándome en oración en la iglesia del Rosario de La Granja, a las siete de la tarde, el Señor me concedió la gracia grande de la conservación de las especies sacramentales, y tener siempre día y noche el santísimo sacramento en mi pecho. Desde entonces debía estar con mucho más devoción y recogimiento interior. También tenía que orar y hacer frente a todos los males de España, como así me lo manifestaba el Señor en otras oraciones"

Esta presencia, casi sensible, de Jesús en el P. Claret debió ser tan grande, que llegó a exclamar:

"En ningún lugar me encuentro tan recogido como en medio de las muchedumbres"


Devoción a la Virgen María,
Madre y Maestra


Imagen de los dos corazones
que colgaba en su cuarto


Desde niño, la devoción y el amor a la Santísima Virgen marcaron la vida de San Antonio. La Virgen Santísima era para él la estrella que le guiaba en su vida. Siempre la visitaba en el altar de su parroquia y se imaginaba que sus oraciones subían al cielo por unos "hilos misteriosos". Le gustaba visitar a la Santísima Virgen en su santuario de Fusimaña.

De niño, todos los días rezaba una parte del Santo Rosario y cuando mayor lo rezaba completo, los quince misterios todos los días. Era gran devoto del Santo Rosario a tal punto que la Virgen le dijo un día:

"Tú serás el Domingo de estos tiempos. Promueve el Santo Rosario"

Pasaba largo tiempo frente a una imagen de la Virgen haciendo sus oraciones y rezos, y hablándole con cordialidad y confianza, porque estaba convencido de que la Santísima Virgen lo escuchaba... 





En obsequio a la Virgen María se abstenía no sólo de pecados mortales, sino hasta de veniales, de faltas e imperfecciones, y aún se abstenía de cosas lícitas, sólo para mortificarse y abstenerse de alguna cosa en obsequio a María Santísima. Él amaba a María, pero María le amaba más a él, pues siempre le concedía lo que pedía y aún cosas que nunca pidió, le concedió. La Virgen Santísima lo libró de enfermedades, de peligros y aún de la muerte muchas veces, por mar o por tierra; le libró de tentaciones y de ocasiones de pecar. Decía el Santo:




"Ya veis cuánto importa ser devoto de María Santísima. Ella os librará de males y desgracias de cuerpo y alma. Ella os alcanzará los bienes terrenales y eternos... Rezadle el Santo Rosario todos los días con devoción y fervor y veréis cómo María Santísima será vuestra Madre, vuestra abogada, vuestra medianera, vuestra maestra, vuestro todo después de Jesús"

En otro lado dice:

"Ni en mi vida personal, ni en mis andanzas misioneras podía olvidarme de la figura maternal de María. Ella es todo corazón y toda amor. Siempre la he visto como Madre del Hijo amado y ésto la hace Madre mía, Madre de la Iglesia, Madre de todos. Mi relación con María siempre ha sido muy íntima y a la vez cercana y familiar, de gran confianza. Yo me siento formado y modelado en la fragua de su amor de Madre, de su Corazón lleno de ternura y amor. Por eso me siento un instrumento de su maternidad divina. Ella está siempre presente en mi vida y en mi predicación misionera. Para mí, María, su Corazón Inmaculado, ha sido siempre y es mi fuerza, mi guía, mi consuelo, mi modelo, mi Maestra, mi todo después de Jesús"

"Oh Virgen Madre de Dios... soy hijo y misionero vuestro, formado en la fragua de vuestra misericordia y amor..."


Fuente - Texto tomado de CORAZONES.ORG:

ATENCIÓN - Obispo Schneider pide al Papa Francisco: "Retractar aprobación a las uniones homosexuales" (ofensa grave a Dios)



“Santísimo Padre, por el bien de la salvación de su propia alma inmortal, por el bien de las almas de todas aquellas personas que por su aprobación de las uniones del mismo sexo están por sus actos sexuales ofendiendo gravemente a Dios y exponiendo sus almas al peligro de perderse eternamente, conviértete, retracta tu aprobación y proclama con todos tus predecesores la enseñanza inmutable de la Iglesia”.


Uniones civiles del mismo sexo y la fe católica


La fe católica en la voz del Magisterio de todos los tiempos, el sentido de la fe de los fieles (sensus fidelium) así como el sentido común rechazan claramente cualquier unión civil de dos personas del mismo sexo, unión que tiene como objetivo que estas personas busquen el placer sexual entre sí. Incluso si las personas que viven en tales uniones no deberían participar en el placer sexual mutuo (que en realidad se ha demostrado que es poco realista) tales uniones representan un gran escándalo, un reconocimiento público de los pecados de fornicación contra la naturaleza y una ocasión próxima y continua de pecado. Quienes abogan por las uniones civiles entre personas del mismo sexo son, por tanto, también culpables de crear una especie de estructura de pecado, en este caso de la estructura jurídica de la fornicación habitual contra la naturaleza, ya que los actos homosexuales pertenecen a pecados que claman al cielo, como dice el Catecismo de la Iglesia Católica (ver n. 1867).

Todo verdadero católico, todo verdadero sacerdote católico, todo verdadero obispo católico debe, con profundo dolor y un corazón lloroso, lamentarse y protestar contra el hecho inaudito de que el Papa Francisco, el Romano Pontífice, el sucesor del apóstol Pedro, el Vicario de Cristo en la tierra, expresado en el documental “Francesco” que se estrenó el 21 de octubre de 2020, como parte del Festival de Cine de Roma, por su apoyo a las uniones civiles del mismo sexo. Tal apoyo del Papa significa apoyo para una estructura de pecado, para un estilo de vida contra el Sexto Mandamiento del Decálogo, que fue escrito con los dedos de Dios en tablas de piedra en el Sinaí (ver Ex. 31:18) y entregado por las manos de los ángeles a los hombres (ver Gálatas 3:19). Lo que Dios ha escrito con su mano, ni siquiera un papa puede borrarlo ni reescribirlo con su mano o con su lengua. El Papa no puede comportarse como si fuera Dios o una encarnación de Jesucristo, modificando estas palabras del Señor: “Habéis oído que se dijo: 'No cometerás adulterio'. Pero yo os digo que todo el que mira a una mujer con lujuria, ya cometió adulterio con ella en su corazón” (Mt 5, 27-28) y en lugar de esto diga, más o menos, lo siguiente: “Habéis oído que fue dicho, 'No cometerás adulterio', 'si un hombre se acuesta con un hombre como con una mujer, ambos han cometido una abominación' (Lev. 20:13), 'los hombres que practican la homosexualidad no heredarán el reino de Dios' (1 Cor. 6: 9); 'la práctica de la homosexualidad es contraria a la sana doctrina' (1 Tim. 1:10). Pero les digo que para las personas que sienten atracción por el mismo sexo “tenemos que crear una ley de unión civil. De esa forma están cubiertos legalmente”.

Todo Pastor de la Iglesia, y sobre todo el Papa, debe recordar siempre a los demás estas serias palabras de Nuestro Señor: "Quien haga a un lado uno de estos mandamientos más pequeños y enseñe a otros en consecuencia, será llamado más pequeño en el reino de los cielos" (Mateo 5:19). Todo Papa debe tomarse muy en serio lo que proclamó el Concilio Vaticano I: “No se prometió al Espíritu Santo a los sucesores de Pedro que por su revelación darían a conocer una nueva doctrina, sino que con su ayuda podrían guardar inviolablemente y fielmente exponen la Revelación, el Depósito de la Fe, entregado a través de los Apóstoles". (Constitución Dogmática Pastor Eternus, cap. 4).

Abogar por una unión legal para que se cubra legalmente un estilo de vida contra el Mandamiento explícito de Dios, contra la naturaleza humana y contra la razón humana, es una nueva doctrina, que “cose cojines debajo de cada codo y hace almohadas para la cabeza de las personas” (Ez. 13:18), una nueva doctrina que “pervierte la gracia de nuestro Dios en placer sexual” (Judas 4), una doctrina que evidentemente está en contra de la Revelación Divina y la enseñanza perenne de la Iglesia de todos los tiempos. Tal doctrina está tramando con el pecado y, por lo tanto, es una medida sumamente anti-pastoral. Promover un estilo de vida jurídico de pecado va en contra del núcleo del Evangelio mismo, ya que las personas en uniones del mismo sexo a través de sus actos sexuales ofenden gravemente a Dios. Nuestra Señora de Fátima hizo el llamado maternal a toda la humanidad para que deje de ofender a Dios, que ya está demasiado ofendido.

La siguiente voz del Magisterio está haciendo eco fiel de la voz de Jesucristo, Nuestro Divino Maestro, la Verdad Eterna y la voz de la Iglesia y de los Papas de todos los tiempos:

"El derecho civil no puede contradecir la razón correcta sin perder su fuerza vinculante sobre la conciencia". (cf. Juan Pablo II, Encíclica Evangelium vitae, 72).

“Las leyes a favor de las uniones homosexuales son contrarias a la justa razón porque confieren garantías legales, análogas a las otorgadas al matrimonio, a las uniones entre personas del mismo sexo. Dados los valores en juego en esta cuestión, el Estado no podría otorgar legitimidad a tales uniones sin incumplir su deber de promover y defender el matrimonio como institución esencial para el bien común” (Congregación para la Doctrina de la Fe, Consideraciones sobre propuestas para dar reconocimiento legal a las uniones entre personas homosexuales , n. 6).

“Cabría preguntarse cómo una ley puede ser contraria al bien común si no impone ningún tipo de comportamiento en particular, sino que simplemente da reconocimiento legal a una ley de facto. Realidad que no parece causar injusticia a nadie. En este ámbito, primero se debe reflexionar sobre la diferencia entre el comportamiento homosexual como fenómeno privado y el mismo comportamiento como relación en la sociedad, previsto y aprobado por la ley, hasta el punto de que se convierte en una de las instituciones en la estructura jurídica. Este segundo fenómeno no solo es más grave, sino que también asume una influencia más profunda y de mayor alcance, y daría lugar a cambios en toda la organización de la sociedad, contrarios al bien común. Las leyes civiles son principios estructurantes de la vida del hombre en sociedad, para bien o para mal. Ellos “juegan un papel muy importante y a veces decisivo al influir en los patrones de pensamiento y comportamiento”. Los estilos de vida y los presupuestos subyacentes que estos expresan no solo dan forma externa a la vida de la sociedad, pero también tienden a modificar la percepción y evaluación de las formas de comportamiento de la generación más joven. El reconocimiento legal de las uniones homosexuales oscurecería ciertos valores morales básicos y causaría una devaluación de la institución del matrimonio". (ibídem).

“Las relaciones sexuales son humanas cuando y en la medida en que expresan y promueven la asistencia mutua de los sexos en el matrimonio y están abiertas a la transmisión de una nueva vida”. (ibíd., n. 7).

“Al colocar las uniones homosexuales en un plano legal análogo al del matrimonio y la familia, el Estado actúa de manera arbitraria y en contradicción con sus deberes”. (ibíd., n. 8).

“La negación del estatus social y legal del matrimonio a formas de convivencia que no lo son ni pueden ser maritales no se opone a la justicia; al contrario, la justicia lo exige. Hay buenas razones para sostener que tales uniones son perjudiciales para el desarrollo adecuado de la sociedad humana, especialmente si su impacto en la sociedad aumentara”. (ibídem.).

“Sería gravemente injusto sacrificar el bien común y las leyes justas sobre la familia para proteger los bienes personales que pueden y deben garantizarse de manera que no dañen el cuerpo de la sociedad”. (ibid., N. 9).

Siempre existe "el peligro de que la legislación que haga de la homosexualidad una base para los derechos pueda realmente alentar a una persona con una orientación homosexual a declarar su homosexualidad o incluso a buscar pareja para explotar las disposiciones de la ley". (Congregación para la Doctrina de la Fe, Algunas consideraciones sobre la respuesta a propuestas legislativas sobre la no discriminación de las personas homosexuales, 24 de julio de 1992, n. 14).

Todos los católicos, sean fieles laicos como niños pequeños, como hombres y mujeres jóvenes, como padres y madres de familia, o como personas consagradas, como monjas de clausura, como sacerdotes y como obispos, están inviolablemente guardando y “luchando por la fe que fue entregada una vez y para siempre a los santos” (Judas 3), y que por eso son despreciados y marginados en la periferia de la vida de la Iglesia de nuestros días, lloren y clamen a Dios que, por la poderosa intercesión del Inmaculado Corazón de María, quien en Fátima dijo que la gente debe dejar de ofender a Dios, que ya está demasiado ofendido, el Papa Francisco puede convertirse y retractarse formalmente de su aprobación a las uniones civiles del mismo sexo, a fin de confirmar a sus hermanos, como el El Señor le ha mandado. (Ver Lucas 22:32).

Todos estos pequeños de la Iglesia (niños, jóvenes, padres y madres de familia, monjas de clausura, sacerdotes, obispos) seguramente dirían al Papa Francisco: Santísimo Padre, por la salvación de vuestra propia alma inmortal, por el bien de las almas de todas aquellas personas que a través de tu aprobación de las uniones del mismo sexo están ofendiendo gravemente a Dios con sus actos sexuales y exponiendo sus almas al peligro de perderse eternamente, conviértete, retracta tu aprobación y proclama con todos sus predecesores la siguiente enseñanza inmutable de la Iglesia:

"La Iglesia enseña que el respeto por las personas homosexuales no puede conducir de ninguna manera a la aprobación del comportamiento homosexual o al reconocimiento legal de las uniones homosexuales". (Congregación para la Doctrina de la Fe, Consideraciones sobre propuestas para dar reconocimiento legal a las uniones entre personas homosexuales, n. 11).

“El reconocimiento legal de las uniones homosexuales o colocarlas al mismo nivel que el matrimonio significaría no solo la aprobación de la conducta desviada, con la consecuencia de convertirla en un modelo en la sociedad actual, sino que también oscurecería los valores básicos que pertenecen a la común herencia de la humanidad. La Iglesia no puede dejar de defender estos valores, por el bien de hombres y mujeres y por el bien de la sociedad”. (ibíd., n. 11).

Por la increíble aprobación de las uniones entre personas del mismo sexo a través del Papa, todos los verdaderos hijos de la Iglesia se sienten huérfanos, sin escuchar más la voz clara e inequívoca del Papa, que debe guardar inviolablemente y exponer fielmente la Revelación, el Depósito de la Fe entregado a través de los apóstoles.

Los verdaderos hijos de la Iglesia de nuestros días podrían usar estas palabras del Salmo 137, diciendo: Nos sentimos como en el exilio, junto a los ríos de Babilonia, llorando al recordar a Sión, al recordar la enseñanza luminosa y clara de los papas, de nuestra Santa Madre Iglesia. Sin embargo, creemos inquebrantablemente en las palabras de Nuestro Señor, que las puertas del infierno no prevalecerán contra Su Iglesia. El Señor vendrá, aunque llegue tarde, sólo en la cuarta vigilia de la noche, para calmar la tormenta dentro de la Iglesia, para calmar la tormenta dentro del papado de nuestros días, y dirá: “Anímate; soy yo. No tengas miedo. Oh tú hombre de poca fe, ¿por qué dudaste? Y cuando subieron al barco, el viento cesó”. (Mt. 14: 27; 32-33). Nuestro Señor le dirá también al Papa Francisco: “Porque de qué le sirve al hombre ganar el mundo entero, si sufre la pérdida de su propia alma? ¿O qué cambio dará el hombre por su alma? Porque el Hijo del Hombre vendrá en la gloria de su Padre con sus ángeles, y entonces pagará a cada uno según sus obras”. (Mateo 16: 26-27); y Nuestro Señor dirá además del Papa Francisco: “He rezado para que vuestra propia fe no falle; y que una vez que te hayas convertido, debes fortalecer a tus hermanos” (Lucas 22:32).


22 de octubre de 2020


+ Athanasius Schneider, obispo auxiliar de la archidiócesis de Santa María en Astana.


Fuente - Texto tomado de EDWARDPENTIN.CO.UK: