jueves, 15 de octubre de 2020

¡MILAGRO! La Virgen le rescató del purgatorio: un discípulo del Padre Pío cuenta cómo volvió de la muerte



ReL - 7 de octubre de 2017


Daniele Natale era uno de los discípulos más queridos por el Padre Pío. Este fraile capuchino, que falleció en 1994 y cuya causa de beatificación se abrió este 2016, estuvo en el Purgatorio tras haber sido declarado muerto en un hospital. Pero por intercesión de la Virgen volvió a la vida sin que ningún médico lo pudiera explicar.

Tal y como recoge Cari Filii News, Ramón Ángel Pereira E.P. cuenta en la web de los Heraldos del Evangelio la historia de este fraile, su muerte, sus visiones de Dios, del Purgatorio y de cómo la Virgen se mostró amorosa para que volviera a la vida:

Tarea nada fácil describir el estado de alboroto en que se encontraba la clínica Regina Elena, de Roma, aquel día de 1952. Había sido internado fray Daniele Natale, religioso capuchino de 33 años de edad, para someterse a la extirpación de un tumor canceroso en el bazo. El Dr. Ricardo Moretti se negaba a realizar la delicada operación por lo avanzada que estaba la enfermedad, pero la insistencia del paciente lo llevó a hacer un intento in extremis.


El cadáver que se desprendió de la sábana


Tristemente, los temores del médico se confirmaron: fray Daniele entró en coma tras la intervención quirúrgica y falleció tres días después. Una vez emitido el certificado de defunción, parientes y conocidos acudieron junto al cuerpo sin vida del capuchino para rezar por él. Hasta aquí, nada anormal. Todo ocurrió dentro de la rutina de cualquier centro hospitalario.

El alboroto empezó, o mejor, estalló, tres horas después de haber sido declarada la muerte del religioso. Súbitamente, ¡el cadáver se desprendió de la sábana que lo cubría, se levantó con decisión y se puso a hablar!… Todos salieron corriendo de la sala aterrorizados, gritando por los pasillos. Una agitación sin par se apoderó del hospital. Y no era para menos.




Dos o tres horas de Purgatorio


El mismo fray Daniele narra, con la sencillez de los relatos evangélicos, lo que le pasó en ese intervalo de tres horas:


“Me presenté ante el trono de Dios. Vi a Dios, pero no como juez severo, sino como padre afectuoso y lleno de amor. Entonces comprendí que el Señor todo lo había hecho por amor a mí, que había cuidado de mí desde el primero hasta el último instante de mi vida, amándome como si fuera la única criatura existente en la tierra".


“También me di cuenta, sin embargo, de que no sólo no había correspondido a ese inmenso amor divino, sino que lo había descuidado completamente. Fui condenado a dos o tres horas de Purgatorio. Pero, ¿cómo? -me pregunté- ¿Sólo dos o tres horas? ¿Y después permaneceré para siempre junto a Dios, eterno Amor?. Di un salto de alegría y me sentía como un hijo predilecto”.


Aunque el júbilo de fray Daniel no fue duradero…


“La visión desapareció y me encontré en el Purgatorio. La pena de dos o tres horas me había sido impuesta, sobre todo, por faltas contra el voto de pobreza. Eran dolores terribles que no se sabía de dónde venían, pero que las almas sentían intensamente. Los sentidos que más habían ofendido a Dios en este mundo sufrían mayores tormentos.




Era algo increíble, porque allí uno se siente como si tuviera cuerpo, conoce y reconoce a los demás, como pasa en el mundo. No obstante, los pocos momentos de castigo transcurridos me parecían una eternidad. Lo que más hace sufrir en el Purgatorio no es tanto el fuego, bastante intenso realmente, sino el sentirse alejado de Dios. Y lo que más aflige es el haber tenido a disposición todos los medios para salvarse y no haber sabido aprovecharlos.




Entonces fui a buscar a un fraile de mi convento para pedirle que rezara por mí. Éste, sorprendido porque oía mi voz, pero no me veía, decía: ‘¿Dónde estás? ¿Por qué no te veo?’. Yo insistía y, al ver que no tenía otro medio de conseguirlo, intenté tocarlo; sólo en ese momento me di cuenta de que estaba sin cuerpo. Me contenté con insistir que rezara mucho por mí y me fui”.


La confusión se apoderó de la habitación


La situación en la que el capuchino se encontraba parecía que no se correspondía al veredicto recibido durante su juicio particular.


“Me dije: ‘¿Cómo es esto? ¿No deberían ser sólo dos o tres horas de purgatorio…? ¡Y ya han transcurrido 300 años!’.


De repente se me apareció la Bienaventurada Virgen María y le imploré: ‘¡Oh Virgen Santísima, Madre de Dios, obténme del Señor la gracia de regresar a la tierra para vivir y actuar sólo por amor a Dios!’. También noté la presencia del Padre Pío y le supliqué: ‘Por tus atroces sufrimientos, por tus benditos estigmas de la Pasión de Cristo, Padre Pío, ruega por mí a Dios que me libere de estas llamas y me conceda continuar en la tierra lo que me queda de purgatorio’.




“A continuación no vi nada más. Observé que el Padre Pío hablaba con la Virgen. Unos instantes después Ella se me apareció de nuevo, inclinó la cabeza y me sonrió… En aquel preciso momento retomé posesión de mi cuerpo, abrí los ojos y estiré los brazos; luego, con un movimiento brusco, me deshice de la sábana que me cubría. Estaba muy contento. ¡Había recibido la gracia!”.




Y no era imaginación suya…


“Los que me velaban y rezaban, asustadísimos, salieron corriendo de la habitación en busca de los médicos y enfermeros. En pocos minutos la clínica estaba toda alborotada. Todos creían que yo era un fantasma. El médico que había certificado mi fallecimiento entró precipitadamente en el cuarto y, con lágrimas en los ojos, dijo:


‘Sí, ahora creo. ¡Creo en Dios, creo en la Iglesia, creo en el Padre Pío!’ "


Cuatro décadas de apostolado y sufrimiento


Después de este episodio, fray Daniele retomó su vida de apostolado, como fiel discípulo de San Pío de Pietrelcina, quien le había hecho esta categórica promesa:


“Donde tú estés, también estaré yo. […] Lo que tú dices, también lo digo yo”. 




Vivió cuarenta y dos años más y sintetizó en esta corta oración su ardiente deseo de salvar almas:


“Envíame, Señor, todos los sufrimientos que os plazca, pero haced que un día encuentre en el Paraíso a todas las personas a las que me acerqué”.


Y cuando alguien le manifestaba cualquier duda acerca del Purgatorio, sabía exponer con claridad la doctrina de la Iglesia, pero, sobre todo, podía agregar su testimonio personal:




“¡Vi ese fuego! ¡Sentí el terrible ardor de esas llamas! ¡Mucho peor que el fuego, sufrí el pavoroso tormento de estar separado de Dios!”.


Ante los castigos del Purgatorio, los sufrimientos del Siervo de Dios Fray Daniele Natale en esta tierra se volvieron dulces y tolerables.

Fuente - Texto tomado de RELIGIONENLIBERTAD.COM:
https://www.religionenlibertad.com/virgen-rescato-del-purgatorio-discipulo-del-padre-pio-59783.htm

Papa San Pablo VI - Canonización - Octubre 14 de 2018

 


Por: n/a | Fuente: Enciclopedia Católica / ACIprensa 


CCLXII Papa


Martirologio Romano: En Castelgandolfo, Italia, San Pablo VI, en el siglo Giovanni Battista Montini, Sumo Pontífice († 1978).

Fecha de Beatificación: 19 de octubre de 2014, por el Papa Francisco.

Fecha de canonización: 14 de octubre de 2018 por el Papa Francisco.


Breve Biografía


Hijo de un abogado y de una piadosa mujer, Giovanni Battista Montini nació en Concesio, cerca de Brescia, el 26 de septiembre de 1897. Desde pequeño Giovanni se caracterizó por una gran timidez, así como por un gran amor al estudio.

Acogiendo la llamada sacerdotal, Giovanni ingresó a los 19 años al Seminario de Brescia. Ordenado sacerdote del Señor el 29 de mayo de 1920, cuando tenía cumplidos 23 años, se dirigió a Roma para perfeccionar allí sus estudios teológicos.

Allí mismo realizó estudios también en la academia pontificia de estudios diplomáticos y en 1922 ingresó al servicio papal como miembro de la Secretaría de Estado. En mayo de 1923 se le nombró secretario del Nuncio en Varsovia, cargo que por su frágil salud tuvo que abandonar a finales del mismo año. De vuelta en Roma, y trabajando nuevamente en la Secretaría de Estado de la Santa Sede, el padre Montini dedicó gran parte de sus esfuerzos apostólicos al movimiento italiano de estudiantes católicos (1924-1933), ejerciendo allí una importante labor pastoral. En 1931, a sus 32 años, le era asignada la cátedra de Historia Diplomática en la Academia Diplomática.

En 1937 fue nombrado asistente del Cardenal Pacelli, quien por entonces se desempeñaba como Secretario de Estado. En este puesto de servicio Monseñor Montini prestaría un valioso apoyo en la ayuda que la Santa Sede brindó a numerosos refugiados y presos de guerra.

Arzobispo y cardenal preparando el Concilio Vaticano II En 1944, ya bajo el pontificado de S.S. Pío XII, fue nombrado director de asuntos eclesiásticos internos, y ocho años más tarde, Pro-secretario de Estado.

En 1954, el Papa Pío XII lo nombró Arzobispo de Milán. El nuevo Arzobispo habría de enfrentar muchos retos, siendo el más delicado de todos el problema social. Entregándose con gran energía al cuidado de la grey que se le confiaba, desarrolló un plan pastoral que tendría como puntos centrales la preocupación por los problemas sociales, el acercamiento de los trabajadores industriales a la Iglesia, y la renovación de la vida litúrgica. Por el respeto y la confianza que supo ganarse por parte de la inmensa multitud de obreros, Montini sería conocido como el "Arzobispo de los obreros".

En diciembre de 1958 fue creado Cardenal por S.S. Juan XXIII quien, al mismo tiempo, le otorgó un importante rol en la preparación del Concilio Vaticano II al nombrarlo su asistente. Durante estos años previos al Concilio, el Cardenal Montini realizó algunos viajes importantes: Estados Unidos (1960); Dublín (1961); África (1962).


Sumo Pontífice con apretado programa apostólico


Su pontificado. El Cardenal Montini contaba con 66 años cuando fue elegido como sucesor del Pontífice Juan XXIII, el 21 de junio de 1963, tomando el nombre de Pablo VI. Tres días antes de su coronación, realizada el 30 de junio, el nuevo Papa daba a conocer a todos el programa de su pontificado: su primer y principal esfuerzo se orientaba a la culminación y puesta en marcha del gran Concilio, convocado e inaugurado por su predecesor. Además de esto, el anuncio universal del Evangelio, el trabajo en favor de la unidad de los cristianos y del diálogo con los no creyentes, la paz y solidaridad en el orden social —esta vez a escala mundial—, merecerían su especial preocupación pastoral.


En torno al Concilio Vaticano II - El Papa Pablo VI y el Concilio Vaticano II


El pontificado de Pablo VI está profundamente vinculado al Concilio, tanto en su desarrollo como en la inmediata aplicación.

En su primera encíclica, la "programática" Ecclesiam suam, publicada en 1966 al finalizar la segunda sesión del Concilio, planteaba que eran tres los caminos por los que el Espíritu le impulsaba a conducir a la Iglesia, respondiendo a los "vientos de renovación" que desplegaban las amplias velas de la barca de Pedro. Decía él mismo el día anterior a la publicación de su encíclica Ecclesiam suam:


«El primer camino es espiritual; se refiere a la conciencia que la Iglesia debe tener y fomentar de sí misma. El segundo es moral; se refiere a la renovación ascética, práctica canónica, que la Iglesia necesita para conformarse a la conciencia mencionada, para ser pura, santa, fuerte, auténtica. Y el tercer camino es apostólico; lo hemos designado con términos hoy en boga: el diálogo; es decir, se refiere este camino al modo, al arte, al estilo que la Iglesia debe infundir en su actividad ministerial en el concierto disonante, voluble y complejo del mundo contemporáneo. Conciencia, renovación, diálogo, son los caminos que hoy se abren ante la Iglesia viva y que forman los tres capítulos de la encíclica».

Sesiones del Concilio Vaticano II y varios viajes apostólicos - Cronología del Concilio bajo su pontificado




El 29 de setiembre de 1963 se abre la segunda sesión del Concilio. S.S. Pablo VI la clausura el 4 de diciembre con la promulgación de la Constitución sobre la Sagrada Liturgia.

En enero de 1964 (4-6), S.S. Pablo VI realiza un viaje sin precedentes a Tierra Santa, en donde se da un histórico encuentro con Atenágoras I, Patriarca de Jerusalén.

El 6 de agosto de 1964, S.S. Pablo VI publica su encíclica programática Ecclesiam suam.

La tercera sesión conciliar duraría del 14 de septiembre hasta el 21 de noviembre de 1964. Se clausuraba con la promulgación de la Constitución sobre la Iglesia. En aquella ocasión proclamó a María como Madre de la Iglesia.

Entre la tercera y cuarta sesión del Concilio (diciembre 1964), S.S. Pablo VI viaja a Bombay, para participar en un Congreso Eucarístico Internacional.

El 4 de octubre, durante la cuarta y última sesión del Concilio, viaja a Nueva York a la sede de la ONU, para hacer un histórico llamado a la paz mundial ante los representantes de todas las naciones.

El 7 de diciembre de 1965, un día antes de finalizar el gran Concilio, el Papa Pablo VI y el Patriarca Atenágoras I hacen una declaración conjunta por la que deploraban y se levantaban los mutuos anatemas —pronunciados por representantes de la Iglesia Oriental y Occidental en Constantinopla en 1054, y que marcaban el momento culminante del cisma entre las Iglesias de oriente y la de occidente—.

El 8 de diciembre de 1965 confirmaba solemnemente todos los decretos del Concilio, y proclamaba un jubileo extraordinario, del 1 de enero al 29 de mayo de 1966, para la reflexión y renovación de toda la Iglesia a la luz de las grandes enseñanzas conciliares.

El Post-Concilio. La aplicación del Concilio: la época post-conciliar. Culminado el gran Concilio abierto al tercer milenio, se iniciaba el difícil período de su aplicación. Ello exigía un hombre de mucha fortaleza interior, con un espíritu hondamente cimentado en el Señor; hombre de profunda oración para discernir, a la luz del Espíritu los caminos seguros por dónde conducir al Pueblo de Dios en medio de las dificultades propias de todo proceso de cambio, de adecuación, de renovación... propias también de la furia del enemigo, cuyas fuerzas buscan prevalecer sobre la Iglesia de Cristo.

Lo que a S.S. Pablo VI le tocó vivir como Pastor universal de la grey del Señor, lo resume el Papa San Juan Pablo II en un valiosísimo testimonio, pues él (como dice él mismo) había podido «observar de cerca» su actividad: «Me maravillaron siempre su profunda prudencia y valentía, así como su constancia y paciencia en el difícil período posconciliar de su pontificado. Como timonel de la Iglesia, barca de Pedro, sabía conservar una tranquilidad y un equilibrio providencial incluso en los momentos más críticos, cuando parecía que ella era sacudida desde dentro, manteniendo una esperanza inconmovible en su compactibilidad» (Redemptor hominis, 3).


Otras tareas y el primer Papa en América - otras labores de su pontificado




El Papa Montini tuvo también una gran preocupación por la unión de los cristianos, causa a la que dedicó no pocos esfuerzos, dando así los primeros pasos hacia la unidad de todos los cristianos.

Por otro lado, fomentó con insistencia la colaboración colegial de los obispos. Este impulso se concretaría de diversas formas, siendo las más significativas el proceso de consolidación de las Conferencias Episcopales Nacionales en toda la Iglesia, los diversos Sínodos locales y también los Sínodos internacionales trienales. Durante su pontificado los temas tratados en estos Sínodos episcopales fueron: el sacerdocio (1971); la evangelización (1974); la catequesis (1977).

Otro hito importante de su pontificado lo constituye el viaje realizado al continente americano para la inauguración de la II Conferencia General del Episcopado Latinoamericano, siendo ésta la primera vez que un Sucesor de Pedro pisaba tierras americanas.


Su peculiar doctrina
Las enseñanzas al Pueblo de Dios




S.S. Pablo VI ha dejado un rico legado en sus muchos escritos. Dentro de esta larga lista cabe resaltar a la encíclica Populorum progressio, la cual trata sobre el tema del desarrollo integral de la persona. Esta encíclica fue la base para la Conferencia de los Obispos Latinoamericanos en Medellín. También merece ser especialmente mencionada la exhortación Evangelii nuntiandi, carta magna de la evangelización, que pone enfáticamente el anuncio de Jesucristo en el corazón de la misión de la Iglesia. Para muchos, esta carta vino de algún modo, a completar y profundizar la Gaudium et spes. Además, constituyó el telón de fondo de la III Conferencia General del Episcopado Latinoamericano, en Puebla.

La encíclica programática Ecclesiam suam –la primera que escribió— es asimismo, de gran importancia. Manifiesta que de la «conciencia contemporánea de la Iglesia —nos dice S.S. Juan Pablo II—, Pablo VI hizo el tema primero de su fundamental Encíclica que comienza con las palabras Ecclesiam suam; (...) Iluminada y sostenida por el Espíritu Santo, la Iglesia tiene una conciencia cada vez más profunda, sea respecto de su misterio divino, sea respecto de su misión humana, sea finalmente respecto de sus mismas debilidades humanas: es precisamente esta conciencia la que debe seguir siendo la fuente principal del amor de esta Iglesia, al igual que el amor por su parte contribuye a consolidar y profundizar esa conciencia. Pablo VI nos ha dejado el testimonio de esa profundísima conciencia de Iglesia. A través de los múltiples y frecuentemente dolorosos acontecimientos de su pontificado, nos ha enseñado el amor intrépido a la Iglesia (...)» (Redemptor hominis, 3).

Son muy significativas también todas las enseñanzas dadas con ocasión del Año Santo de la Reconciliación, en 1975, lo que queda manifiesto en una importante exhortación apostólica: La reconciliación dentro de la Iglesia. Por otro lado, es también de especial importancia El Credo del Pueblo de Dios. En él, el Papa Pablo VI hace una hermosa profesión de fe, que reafirma las verdades que el Cuerpo místico de Cristo cree y vive, tomando así una firme postura ante los no pocos intentos de agresión que sufría la fe cristiana. La herencia que ha dejado a la Iglesia con todos sus escritos es invalorable.


Iluminando la plenitud humana de vida próximo ya a su muerte.
Su tránsito a la casa del Padre




Su Santidad Pablo VI, luego de su incansable labor en favor de la Iglesia a la que tanto amor mostró, fue llamado a su presencia por el Padre Eterno, el 6 de agosto de 1978, en la Fiesta de la Transfiguración (que curiosamente fue también la fecha de la publicación de la encíclica que anunciaba el programa de su pontificado). Acaso el Señor mismo, con este signo de su amorosa Providencia, quiso rubricar con sello divino aquello que el Santo Padre, pocos años antes, había escrito en una preciosa exhortación apostólica sobre la alegría cristiana: «...existen muchas moradas en la casa del Padre y, para quienes el Espíritu Santo abrasa el corazón, muchas maneras de morir a sí mismos y de alcanzar la santa alegría de la resurrección. La efusión de la sangre no es el único camino. Sin embargo, el combate por el Reino incluye necesariamente la experiencia de una pasión de amor (...) «per crucem ad lucem», y de este mundo al Padre, en el soplo vivificador del Espíritu» (Gaudete in Domino, 37). Y ciertamente, el Padre Eterno quiso que este hijo suyo, habiendo pasado por muchos sufrimientos y habiendo entregado ejemplarmente su vida en el servicio amoroso a la Iglesia, pasase "de la cruz a la luz" en el día en que la Iglesia entera celebraba la gran Fiesta de la Transfiguración, que indica esperanzada la meta final a la que conduce la muerte física de todo cristiano fiel. Y él —como dijera S.S. Juan Pablo I— había transitado ese camino de modo ejemplar: «(...) en quince años de Pontificado, este Papa ha demostrado no sólo a mí, sino a todo el mundo, cómo se ama, cómo se sirve y cómo se trabaja y sufre por la Iglesia de Cristo».

Él mismo, vislumbrando ya esta magnífica realidad, dejaría escrito para todos en su "Testamento":

«Fijo la mirada en el misterio de la muerte y de lo que a ella sigue a la luz de Cristo, el único que la esclarece; miro, por tanto, la muerte con confianza, humilde y serenamente. Percibo la verdad que ese misterio ha proyectado siempre sobre la vida presente y bendigo al vencedor de la muerte por haber disipado en mí las tinieblas y descubierto su luz.

»Por ello, ante la muerte y la separación total y definitiva de la vida presente, siento el deber de celebrar el don, la fortuna, la belleza, el destino de esta misma fugaz existencia: Señor, te doy gracias porque me has llamado a la vida y más aún todavía porque me has regenerado y destinado a la plenitud de la vida».


Su magisterio pontificio


Encíclicas:


Ecclesiam suam (6-8-1964), sobre los caminos que la Iglesia Católica debe seguir en la actualidad para cumplir con su misión.

Mysterium fidei (3-9-1965), sobre la doctrina y culto de la Santa Eucaristía.

Populorum progressio (26-3-1967), sobre la necesidad de promover el desarrollo de los pueblos.

Sacerdotalis caelibatus (24-6-1967), sobre el celibato sacerdotal.

Humanae vitae (25-7-1968), sobre la regulación de la natalidad.


Exhortaciones apostólicas:


Marialis cultus (2-2-1974), sobre la recta ordenación y desarrollo del culto a la Santísima Virgen.

Petrum et Paulum.

Gaudete in Domino (9-5-1975), sobre la alegría cristiana.




Evangelii nuntiandi (8-12-1975), acerca de la evangelización en el mundo contemporáneo.


Cartas apostólicas:


Octogesima adveniens (1971), con ocasión del 80 aniversario de la encíclica Rerum novarum.


Declaraciones:


Persona humana (29-12-1975), acerca de algunas cuestiones de ética sexual.

Inter insigniores (15-10-1976), sobre la cuestión de la admisión de las mujeres al sacerdocio ministerial.


Otros:


Constitución apostólica Paenitemini (17-2-1966), sobre el valor de la penitencia individual.

El "Credo del Pueblo de Dios" (30-6-1968)


Milagro contra el aborto




"Un milagro acaecido en la vida de un niño dentro el seno materno es algo insólito que nos dice que hay una vida ahí y que Dios la quiere proteger desde la concepción", ha explicado el Padre Antonio Marrazzo, postulador de la Causa de Canonización del Papa Pablo VI.

El evento ocurrió en Florida, Estados Unidos, en el año 2001 y su protagonista es un niño que, en la semana 24 del embarazo, se encontraba en un estado crítico. Exámenes médicos habían revelado la ruptura de la vejiga, con ascitis –presencia de líquido en el abdomen–, y de oligohidramnios –ausencia de líquido en el saco amniótico–. Todo intento terapéutico resultó ineficaz para resolver su situación.

El diagnóstico fue severo. Era muy probable que el niño muriera dentro del útero o que naciera con una insuficiencia renal grave. El ginecólogo ofreció a la madre gestante la opción de abortar, pero la mujer no aceptó la propuesta.

Siguiendo el consejo de una religiosa de la Caridad de Santa de María Bambina, que habían conocido al Papa Pablo VI, la abuela del niño colocó en el vientre de la madre una imagen del Pontífice con una reliquia e invocó la intercesión. Después de este evento las oraciones dirigidas al Pontífice se sucedieron en comunidad, primero en familia, y después en la parroquia.

A las 34 semanas de embarazo, nuevos análisis demostraron que el cuadro clínico del niño había mejorado y en el momento del nacimiento –un parto por cesárea en las 39 semanas–, el bebé demostró buenas condiciones y fue capaz de respirar y llorar.

“Fue un milagro en consonancia con el magisterio del Papa Pablo VI y la defensa de la vida, y muy interesante –continuó el P. Marrazzo-, porque nos dice que Dios nos protege desde el seno materno, desde el momento en que la vida comienza. Para Dios la vida humana es un valor no manipulable, no desechable, es un valor, porque Dios nos da un valor”.




En efecto, el Papa Montini pasará a la historia entre muchas cosas por escribir la Humanae Vitae, la visionaria encíclica sobre la defensa de la vida y la familia. El menor, del que se reserva su nombre y ubicación exacta por motivos de privacidad, ha sido seguido en el curso de los años por médicos expertos y ha demostrado un correcto desarrollo psicofísico y un funcionamiento normal de sus funciones renales. El 12 de diciembre de 2013 la consulta médica de la Congregación para las Causas de los Santos confirmó por unanimidad la curación inexplicable, mientras que el 18 de febrero de 2014 el Congreso de teólogos de dicha congregación reconoció unánimemente la intercesión del Papa Pablo VI.


Fuente - Texto tomado de ES.CATHOLIC.NET:
http://es.catholic.net/op/articulos/54771/pablo-vi-santo.html#modal

DESCUBRA EL MISTERIO: ¿Lo conoces? ¿Quién es?

 



Dos mil años atrás, nació un hombre contradiciendo las leyes de la naturaleza.

Nació en la pobreza y creció en la oscuridad.

No hizo extensos viajes, sólo una vez cruzó las fronteras del país en que nació, y eso fue durante su destierro a Egipto en su niñez.

No poseyó riquezas ni tenía influencias.

Sus parientes eran insignificantes y nunca tuvo una educación formal.

Gobernó el curso de la naturaleza, caminó sobre las olas y acalló el mar para dormir.

Sanó multitudes sin medicina y nunca cobró nada por sus servicios.

Nunca escribió un libro y aún así, todas las bibliotecas del país no podrían contener los libros que se han escrito sobre Él.

Nunca escribió una canción y aún sigue siendo el tema para más canciones.

Nunca fundó una escuela, pero todos quieren estudiarlo.

Nunca practicó la psiquiatría, pero ha sanado más corazones rotos que todos los doctores juntos.

Herodes, el Grande, no pudo destruirlo y la tumba tampoco pudo detenerlo.


ÉL ES JESÚS,
CAMINO, VERDAD Y VIDA...

Reflexión de la amistad: Leyenda Árabe




Dos amigos viajaban por el desierto y en un determinado punto del viaje discutieron.

El otro, ofendido, sin nada que decir, escribió en la arena:

"Hoy mi mejor amigo me pegó una bofetada en el rostro"

Siguieron adelante y llegaron a un oasis donde resolvieron bañarse.

El que había sido abofeteado y lastimado comenzó a ahogarse, siendo salvado por el amigo.

Al recuperarse tomó un estilete y escribió en la piedra:

"Hoy mi mejor amigo me salvó la vida"

Intrigado, el amigo preguntó:

"¿Por qué después de que te lastimé, escribiste en la arena y ahora escribes en una piedra?"

Sonriendo el otro amigo respondió:

"Cuando un gran amigo nos ofende, debemos escribir en la arena donde el viento del olvido y el perdón se encargan de borrar; por otro lado cuando nos pase algo grandioso, debemos grabarlo en la piedra de la memoria del corazón donde no se podrá borrar".

Mi nota personal:


Amigos... ¿Cuántos tenemos y con cuántos contamos para momentos difíciles y desafortunados?

¿Cuántas veces hemos escrito en la arena todas las ofensas de nuestros amigos y/o familiares?

¿Cuántas veces grabamos en la memoria de nuestro corazón los momentos grandiosos compartidos con nuestros amigos y/o familiares?

¡Analiza tu vida y corazón!