martes, 1 de septiembre de 2020

Los tips de una persona soberbia - según Santo Tomás de Aquino





¿Te crees mejor en todo? ¿Te cuesta ser compañero? ¿Te cuesta ver tus defectos pero criticas fácilmente los de los demás?


29 de agosto de 2016


La palabra “soberbia” designa un vicio negativo del espíritu, el superior a todos. Para Tomás de Aquino, el soberbio es el que tiene un amor desordenado hacia su propio bien por encima de otros bienes superiores. Es amor desordenado porque, como el soberbio no se conoce como quién es, sino que tiene un conocimiento de sí como de aquél que quiere ser, desea para él lo que no le es adecuado. El santo lo describe como el apetito inmoderado de la propia excelencia que, de paso, rebaja la dignidad ajena.

Otra nota que Aquino atribuye a la soberbia es que este defecto radica en la voluntad, y, precisamente por eso, el conocimiento de si mismo está distorsionado. Por el contrario, el humilde sí que se conoce bien (“donde hay humildad hay sabiduría”, dice la Escritura). Por eso, para el santo, la soberbia impide la verdadera sabiduría. En rigor, el fruto seguro de la soberbia es la ceguera de la mente y la ceguera del corazón.

Santo Tomás distingue dos tipos de soberbio: el que se gloría en sus cualidades, y el que se atribuye cosas que en realidad le sobrepasan. Obviamente el segundo es peor –también más ciego– que el primero.

La soberbia tiene que ver con la vanagloria, es decir, del amor a la gloria mundana, porque tiende a ser considerado superior a quien se es, pues así como el honor social es –según Aristóteles– el premio debido de la virtud, la soberbia busca ese honor pero sin virtud.

La soberbia se presenta sobre todo en dos frentes: en el de la ciencia, y en el del poder. En cuanto a la ciencia, es bien conocido que ésta hincha, pues el que se cree que sabe, todavía no sabe como es debido. Por lo que al poder respecta, dos son las posibles causas de soberbia: la altura del status y las obras. No es extraño, pues, que, sobre todo en una sociedad como la nuestra donde “mandar” y “obedecer” no significan exclusivamente “servir”, la soberbia se manifieste en el sentirse “señor” del cargo en vez de “administrador” del mismo.

Seguidamente se intentan rastrear tres ámbitos de este defecto. Se atiende, en primer lugar, a la soberbia para consigo mismo; en segundo lugar, para con los demás y, por último, con referencia a Dios.



Soberbia personal



La actitud soberbia lleva al convencimiento de que sin el propio criterio y experiencia difícilmente se acierta en un tema o se realiza algo con corrección. Manifestaciones suyas son la arrogancia y la jactancia: cuando se siente pagado de sus propios éxitos por encima de su verdadera valía. El soberbio siempre habla seguro de sí, de forma rotunda, y no es capaz de admitir que otros le pueden hacer cambiar de criterio. Nunca reconoce que se ha equivocado.

Soberbia propia es, sobre todo, creer que el sentido del ser personal que se es coincide con el del yo que uno se ha forjado con sus títulos y currículum y con el que barniza su mirada y actuación. En el fondo, para captar el sinsentido de la soberbia, tal vez valga la pregunta del libro de la Sabiduría: “¿De qué nos ha servido la soberbia?”, pues si por ella agoniza el propio ser personal, tras su pérdida ¿qué se podrá ganar?


Soberbia respecto de los demás


Saber que uno es mejor que los demás en algo no es en sí soberbia (es muy posible que esté fundado en la realidad), pero hay que sospechar cuando uno es mejor “en todo” y tiende a despreciar las capacidades de los demás.

Al soberbio se le “ve venir”: anda con el cuello erguido y tiene miradas altivas, indiferentes o, incluso, aparta la vista de los demás. El soberbio no favorece la libertad ajena, sino que tiende a uniformar a los demás según su criterio. La soberbia promueve así mismo la injuria, pues tras solidificar una concepción tan fijista como rebajada de demás; tiende a ponerles etiquetas en base a sus propios juicios.

Así mismo, el orgulloso se inclina fácilmente a airarse, incluso por nimiedades, cuando algo contraría su voluntad. Soberbia es también cometer claras injusticias a los inferiores sin repararlas ni pedir perdón por ellas. Cuando es él el agraviado, guarda permanente rencor al agresor.

Es difícil trabajar con un soberbio, porque tiende a ver a los demás no como compañeros sino como subordinados; se fija más en los defectos de los demás que en sus virtudes; intenta controlar en concreto el trabajo de los demás, siendo el propio inmune a todo control; el aparentar interés ante la presencia de otros cuando en realidad no se ven sino personas que molestan a sus propios intereses.

El soberbio es un ingrato cuando le ayudan; suele negarse a desempeñar tareas “inferiores” y se “excusa” cuando le corrigen. Le gusta preguntar no para aprender, sino para poner en un brete al otro; objetar no para ayudar, sino para hacer valer la propia opinión. Suele tender a la precipitación en las decisiones de gobierno; a la pérdida de tiempo en asuntos insignificantes; a la desobediencia a sus superiores, y cuando es él el superior, tiende a extralimitarse mandando algo fuera de lo debido, y a sentirse “intocable”.

Es orgullo el desprecio (máxime sin justificación racional) de cualquier otra opinión, parecer, ajeno. Otra muestra es el juicio temerario sobre asuntos inciertos y realidades futuras. Y otras, la indignación, el desdén hacia el consejo sensato de los demás, etc.


Soberbia respecto de Dios


Una vida engreída, centrada en el yo, tiende a perder de su horizonte existencial a Dios. En el fondo, si el yo recaba su propia finitud, tal pretensión favorece el ateísmo. Para Agustín de Hipona, la soberbia no es más que una perversa imitación de Dios, al único que se le debe la gloria y el agradecimiento por todo. En cambio, para Tomás de Aquino, negar a Dios es mayor soberbia que pretender ser como él. En esa situación no se pierde, desde luego, la “idea” de Dios, pero el trato “personal” con él se torna, primero una cosa pesada, y luego desaparece.

El soberbio concibe a Dios, más que como un Padre, como una achacosa abuela de ojos ciegos para con los delitos del nieto; es en el fondo, un abusador de la misericordia divina. En suma, soberbia es hacer la propia voluntad, no la divina.

La aversión a Dios que este defecto provoca es distinta a la que provocan los demás vicios, pues en aquéllos uno se separa del ser divino bien por debilidad o bien por cierta ignorancia, mientras que en éste el rechazo se produce por el hecho de que no se le quiere aceptar, ni a él ni a sus mandatos. De otro modo: los demás vicios huyen de Dios, pero la soberbia se enfrenta a él.

Tomás recoge una Glosa medieval en la que se añadía que si bien este defecto es lo que más pronto aparta de Dios, también es lo que más tarda en volver a él. Por eso es tan peligroso.



Fuente- Texto tomado de ES.ALETEIA.ORG:

12 razones por las que la Biblia es un lugar de encuentro con Jesús




No es un libro pasado de moda.


Por: Sebastián Campos | Fuente: Catholic-link.com 




Familiarizarnos con la Biblia es tremendamente importante para los que hacemos apostolado, pero no solo porque tengamos que usarla como un recurso para preparar nuestras actividades o encontrar lindos versículos que darán nombre a nuestros encuentros o serán el lema inspirador de alguna de las actividades que realizamos, sino porque es Dios mismo hablándonos de su amor quien está entre esas líneas.

Cómo acercarse a ella, cómo usarla en la oración y cómo profundizar en su estudio, no siempre es cosa fácil, por eso hemos querido compartir contigo esta galería en donde buscamos motivarte a su lectura pero sobre todo a que puedas abrir tu corazón para recibir a Dios que habita en su Palabra.


1. No es sólo información... Dios nos habla a través de ella


Si te has dado el tiempo de mirar programas en esos canales que dan documentales, seguro has visto cosas tituladas algo así como: "los misterios de la Biblia" o los "secretos de la Biblia". Aunque puede que los tenga, es mejor idea mirar a la Biblia como un texto escrito por amor, para acompañar a la humanidad de parte de Dios, no para contarnos hechos históricos y con la intención de tener un lenguaje oculto e indescifrable.

Si quieres información, para eso están los libros de historia, y de hecho hay muchos y muy buenos.


2. No la veas sólo como un instrumento apologético


Seguro te ha pasado que intentas defender la fe desde la Palabra de Dios y para eso te preparas, marcas los textos controversiales, buscas argumentos dentro de la misma Biblia para contra argumentar los que te dan.

Claro que la Biblia contiene todo lo necesario para defenderse por sí misma, está llena de verdad y si la estudiamos seriamente, vamos a encontrar elementos para defender nuestra fe, pero es mejor que te acerques a ella no solo para buscar buenas e ingeniosas respuestas para un debate, sino para encontrar la voz de Dios, tan necesaria para nuestras vidas.


3. Está escrita en clave de amor


No te quedes solo con los acontecimientos históricamente bélicos en donde una nación se ponía en guerra contra la otra. Tampoco te quedes con los castigos de parte de Dios para aquellos que no hicieron su voluntad.

Jesús nos ha venido a explicar las escrituras con su propia vida. La Palabra de Dios fue escrita para decirnos que Él nos ama y nos quiere a su lado. Quizás el lenguaje no siempre nos ayuda tanto a comprender esa idea, pero con el corazón abierto y acercándote a ella con ternura, encontrarás pasajes como: "Con cuerdas de ternura, con lazos de amor los agraria; fui para ellos como quien alza a un niño hasta sus mejillas o se inclina hasta él para darle de comer" (Oseas 11, 4).


4. Se lee como una carta de amor, no como un libro de historia


Si te ha tocado recibir una carta escrita a mano por quien amas, esas que se escribe uno cuando el amor de la juventud te hace explotar de pasión; seguro que la leías con una actitud diferente a como leías el periódico.

Muchos de los acontecimientos que se relatan en la Biblia no son históricos, sino que están escritos en un lenguaje metafórico para darnos a entender una idea.

Muchas de las historias que aparecen ahí tienen como objetivo tocar nuestros corazones para que nos acerquemos a Dios y el Papa Benedicto XVI lo tiene muy claro cuando nos dice que: "en primer lugar, es preciso leer la Biblia no como un libro histórico o literario cualquiera, por importantes, hermosos o relevantes que sean sus contenidos y su autor. La Biblia hay que leerla como Palabra de Dios, es decir, entablando una conversación con Dios, que me habla y me llama a través de su Palabra. Hay que llamar a esta puerta, como afirmaba San Agustín, "he llamado a la puerta de la Palabra para encontrar finalmente lo que el Señor me quiere decir", con alma orante, con espíritu humilde, con disposición del corazón, con apertura de la mente".


5. Es el relato más apasionante de la historia... por eso lo contamos a todo el mundo


Imagina nada más que Dios se pone a crear todo por amor. Luego desarrolla un plan magistral, en donde el único objetivo es que a aquellos a los que creó para que fueran libres, libremente regresen a él y descubran por qué han sido creados. Todo eso, explicado a través de un pueblo escogido, matizado con incontables prodigios y asombrosos sucesos. Y de final para el infarto, el mismo Dios baja a la tierra para decirnos que nos ama y nos quiere de regreso. Y además la historia no se queda corta de signos milagrosos, prodigios y cosas sólo dignas de Dios. ¿Acaso no te apasiona una historia así?

Por eso, porque es una buena noticia, los cristianos amamos la Palabra de Dios.


6. Su estudio sí o sí debe ser espiritual, no sólo teórico


Es importante estudiarla y conocerla, pues nuestra fe tiene sus cimientos en ella, pero el que sea estudiada teóricamente no le quita lo espiritual. La Lectio Divina es una metodología que a muchos ayuda a poder acercarse a la Biblia de forma orante y sencilla.


Son 4 pasos:


1. Lectura
2. Meditación
3. Oración
4. Contemplación


Así como este método, hay muchos más, pero la CELAM (Conferencia Latinoamericana de Obispos) nos propone ésta.


7. No es un conjunto de buenas frases


Gracias a las populares tarjetas del tipo "pan de la Palabra" o "pan de vida", algunos han tomado el hábito de acercarse a la Biblia sólo como una buena frase para poner bajo una foto en nuestras redes sociales, aunque algunos más "espirituales" lo toman como una especie de predicción sobre el futuro o como una instrucción de parte de Dios para aplicarla en la vida.

De hecho hay quienes abren la Biblia azarosamente esperando encontrar alguna respuesta arbitrariamente poniendo el dedo sobre el primer versículo que ven.

Dios nos quiere hablar a través de su Palabra, pero no quiere que la usemos al azar. Imagina como sería que hoy Dios te muestre el siguiente versículo:


"Entonces Judas, arrojando en el templo las monedas, se retiró, luego fue y se ahorcó" (Mateo 27, 5)


¿Qué haces después de ese versículo? Mejor nos acercamos a ella sin el azar ni con versículos aislados. Si deseas saber que quiere decirte Dios hoy, revisa el Evangelio del Día, que son las lecturas que se utilizan en misa hoy en todo el mundo.


8. Familiarízate con ella... es para ti


Cuenta un relato que dos Obispos iban sentados en un avión de viaje a una reunión. Uno de ellos tenía una Biblia espectacular, bordes dorados, las tapas de cuero con motivos en relieve, una edición de verdad de lujo y muy bien cuidada, se notaba que para él era un tesoro. El otro tenía una Biblia Latinoamericana, muy a mal traer, con las hojas todas dobladas en las esquinas, las tapas con un poco de cinta adhesiva para mantenerlas en su lugar; estaba llena de marcadores, subrayada, con papeles saliendo de ella por todas partes... Realmente era lo que podemos llamar: "una Biblia de combate". El de la Biblia de lujo, mirando con desprecio y sorpresa le dice: "Monseñor, ¿Cómo puede tratar así a la Sagrada Biblia, acaso no le da vergüenza?" A lo que el otro responde: "Vergüenza me daría usar la Biblia como un adorno, seguro cuando el Señor inspiró a los autores, lo hizo para que la leyéramos, eso es lo que hago a diario y muchas veces".

¿Cómo está tu Biblia? ¿Es sólo un adorno en el velador o su lectura forma parte de tu vida?


9. El vicio de los que hacemos apostolado: usarla como una herramienta


Aquellos que hacemos apostolado, como tú y como yo, sin darnos cuenta, en ocasiones caemos en un hábito que, aunque no está mal, tampoco está para nada bien: tomamos la Biblia solo cuando tenemos que preparar algo, la usamos como una herramienta para nuestro apostolado y nada más.

Nos pasa sin querer, pero al estar sumergidos en muchas actividades pastorales, estamos siempre con la Biblia en la mochila, toda marcada y subrayada, pero todo lo que tenemos destacado son los textos que vamos a usar en nuestra próxima charla o reflexión en nuestra comunidad y de lo que menos hay, son aquellos textos en los que Dios nos ha hablado al corazón en nuestra oración íntima.

La Palabra de Dios también es para nosotros, no solo para que se la expliquemos a aquellos a quienes servimos. Léela también para ti.


10. Debemos interpretarla con ayuda


Es buena idea es acercarse a ella con todas las ganas posibles, pero al mismo tiempo con prudencia, pues su interpretación no siempre es cosa fácil. De hecho el que sea interpretada de forma arbitraria, es lo que conduce a errores en la fe.

El Papa Benedicto XVI, un experto en asuntos relacionados a la Biblia nos dice que:

"La Sagrada Escritura nos introduce en la comunión con la familia de Dios. Por ello, no se puede leer a ráfagas y a ventoleras. No basta con una lectura individual, menos aún con una búsqueda y sensibilidad fundamentalista. Hay que dejarse ayudar por los grandes maestros de la Palabra de Dios que tienen experiencia de la fe, que han penetrado en el sentido de la Sagrada Escritura, y por los miembros de nuestras propias comunidades. Por supuesto, que es precisa una lectura personal de la Biblia. Pero lectura personal no significa hacerlo fuera de la comunión de la Iglesia".


11. Es una buena idea recordar que fue escrita por hombres en un contexto


Lo primero es que no debes olvidar que lo que nosotros leemos son "traducciones de la Biblia", habiendo unas más fieles que otras, por lo tanto, aunque el mensaje es el mismo, el lenguaje puede cambiar. Por eso es bueno tener más de una traducción e ir comparando. Considerando que es una traducción, es importante saber de qué lengua se tradujo y así comprender un poco del contexto en que fue escrita. Muchos libros fueron escritos en hebreo, otros tantos en griego, algunos en arameo.

Comprendiendo eso, es más fácil acercarse a aquellos pasajes que hablan del rol de la mujer o del culto y celebraciones religiosas. Todo lo que está escrito, aunque inspirado por Dios, también está bajo las costumbres y cultura de la época, por lo tanto averiguar sobre ese contexto, es importante para no equivocarse en la interpretación.


12. Recuerda siempre el mensaje principal que contiene: Dios te ama


Sobre la Biblia, hay una cosa que no debes olvidar nunca: el tema principal de toda la Sagrada Escritura es que Dios te ama, te quiere a su lado, hace todo lo posible porque experimentes ese amor y luego, tú mismo salgas a contarle a todo el mundo sobre cómo tu corazón es renovado por su misericordia.

Te invitamos a que guardes en tu corazón esta declaración de amor de parte de Dios para ti:


"Y es que tú vales mucho para mi, eres valioso y yo te amo" (Isaías 43, 4a)


Fuente - Texto tomado de ES.CATHOLIC.NET:
http://es.catholic.net/op/articulos/66606/12-razones-por-las-que-la-biblia-es-un-lugar-de-encuentro-con-jesus