domingo, 23 de agosto de 2020

San Bartolomé - Apóstol - Fiesta Agosto 24




A este santo (que fue uno de los doce apóstoles de Jesús), lo pintaban los antiguos con la piel en sus brazos como quien lleva un abrigo, porque la tradición cuenta que su martirio consistió en que le arrancaron la piel de su cuerpo, estando él aún vivo.

Parece que Bartolomé es un sobrenombre o segundo nombre que le fue añadido a su antiguo nombre que era Natanael (que significa "regalo de Dios"). Muchos autores creen que el personaje que el evangelista San Juan llama Natanael, es el mismo que otros evangelistas llaman Bartolomé. Porque San Mateo, San Lucas y San Marcos cuando nombran al apóstol Felipe, le colocan como compañero de Felipe a Natanael.


El encuentro más grande de su vida


El día en que Natanael o Bartolomé se encontró por primera vez a Jesús, fue para toda su vida una fecha memorable, totalmente inolvidable. El evangelio de San Juan la narra de la siguiente manera:

Jesús se encontró a Felipe y le dijo:






"Sígueme"

Felipe se encontró a Natanael y le dijo:

"Hemos encontrado a Aquél a quien anunciaron Moisés y los profetas. Es Jesús de Nazaret"

Natanael le respondió:

"¿Es que de Nazaret puede salir algo bueno?"

Felipe le dijo:

"Ven y verás"

Vio Jesús que se acercaba Natanael y dijo de él:

"Ahí tienen a un israelita de verdad, en quien no hay engaño"

Natanael le preguntó:

"¿Desde cuándo me conoces?"

Le respondió Jesús:

"Antes de que Felipe te llamara, cuando tú estabas allá debajo del árbol, Yo te vi"

Le respondió Natanael:

"Maestro, Tú eres el Hijo de Dios, Tú eres el Rey de Israel"

Jesús le contestó:

"Por haber dicho que te vi debajo del árbol, ¿crees? Te aseguro que verás a los ángeles del cielo bajar y subir alrededor del Hijo del Hombre" (Jn. 1,43)




Una revelación que lo convenció


Y tan pronto como Jesús vio que nuestro santo se le acercaba, dijo de él un elogio que cualquiera de nosotros envidiaría:

"Éste si que es un verdadero israelita, en el cual no hay engaño"

El joven discípulo se admira y le pregunta desde cuándo lo conoce, y el Divino Maestro le añade algo que le va a conmover:






"Allá, debajo de un árbol estabas pensando que sería de tu vida futura. Pensabas: ¿Qué querrá Dios que yo sea y que yo haga? Cuando estabas allá en esos pensamientos, Yo te estaba observando y viendo lo que pensabas"


Aquella revelación lo impresionó profundamente, y lo convenció de que Éste sí era un verdadero profeta y un gran amigo de Dios y emocionado exclamó:

"¡Maestro, Tú eres el Hijo de Dios!  ¡Tú eres el Rey de Israel!"

¡Maravillosa proclamación! Probablemente estaba meditando muy seriamente allá abajo del árbol y pidiéndole a Dios que le iluminara lo que debía de hacer en el futuro, y ahora viene Jesús a decirle que Él leyó sus pensamientos. Ésto lo convenció de que se hallaba ante un verdadero profeta, un hombre de Dios que hasta leía los pensamientos. Y el Redentor le añadió una noticia muy halagadora.






Los israelitas se sabían de memoria la historia de su antepasado Jacob, el cual una noche, desterrado de su casa, se durmió junto a un árbol y vio una escalera que unía la tierra con el cielo, y montones de ángeles que bajaban y subían por esa escalera misteriosa. Jesús explica a su nuevo amigo, que un día verá a esos mismos ángeles rodear al Hijo del Hombre, a ese Salvador del mundo, y acompañarlo, al subir glorioso a las alturas.

El libro muy antiguo, y muy venerado, llamado el Martirologio Romano, resume así la vida posterior del santo de hoy:


"San Bartolomé predicó el evangelio
en la India. Después pasó a Armenia
y allí convirtió a muchas gentes.
Los enemigos de nuestra religión
lo martirizaron quitándole la piel,
y después le cortaron la cabeza"


Fuente - Texto tomado de EWTN:
http://www.ewtn.com/spanish/Saints/Bartolom%C3%A9_8_24.htm

¿La Elegancia está solo en Vestir? La elegancia es la suma de varias virtudes cristianas



Por: Javier Ordovás | Fuente: Catholic.Net 


Eres elegante incluso cuando nadie te ve.

No se trata de dar una definición más de elegancia; ya hay muchas y todos tenemos una visión intuitiva de lo que es una persona elegante.

Cuando hablamos de elegancia normalmente nos referimos a la forma de vestir, pero sabemos que no es solamente eso, la elegancia nace del interior de la persona y se manifiesta naturalmente al exterior. La elegancia envuelve todo el ser de la persona.

Por otra parte, es interesante y curioso saber que la elegancia guarda relación directa con alcanzar un excelente resultado de la forma más simple posible.

Por ejemplo, en la prueba de un teorema matemático se dice que tiene elegancia matemática si es sorprendentemente simple pero eficaz y constructivo. Igualmente, un programa informático es elegante si se utiliza una pequeña cantidad de códigos, de una manera muy ingeniosa, para un gran efecto. La elegancia es el atributo de ser excepcionalmente eficaz y sencillo.

Y más interesante, todavía, saber que la elegancia tiene su origen en el sentido de la propia dignidad, en la autoestima debidamente fundamentada.

El camino que se inicia con la valoración de la propia dignidad, pasa por la vergüenza, pasa por el pudor y la compostura, para llegar finalmente a la elegancia.

El punto de coincidencia entre la elegancia científica, le elegancia moral y la estética está precisamente en la sencillez.

La elegancia es un valor que rige una conducta social en el actuar caracterizada por el esmero, la distinción, el buen gusto, la mesura, la discreción, la cortesía y los detalles con clase.





La elegancia es, sin lugar a duda, muestra de buena educación. La persona elegante cuida y valora a las personas y a las cosas. La elegancia no tiene edad, no pertenece a una sola condición o status social; la elegancia no es exclusiva de las mujeres, sino que es privilegio de todos los públicos, de todas las edades, sexo, temperamento, nivel social y económico.

La elegancia de una mujer puede dar pie a que el hombre descubra al caballero que lleva dentro. Una dama elegante se muestra en el hablar, en el caminar, al sentarse, al agacharse, al levantarse y, lógicamente, en la forma de vestir.

Una persona elegante vive la sociabilidad, la sobriedad, la mesura, la pulcritud, la modestia, el respeto, la prudencia y la afabilidad.

La persona elegante no es la que se viste al último grito de la moda, sino la que derrocha una conducta correcta.

La conducta vulgar y las expresiones groseras son muy frecuentes; ¿será que nos estamos acostumbrando a lo ordinario? Nuestros ambientes, tanto familiares como laborales están empleando la vulgaridad, la ordinariez, la falta de delicadeza, la falta de educación, de buenos modales, y todo esto se ha convertido en algo común, reforzado por lo que nos brinda el cine, la música, la televisión o los videojuegos. El materialismo, el consumismo, el alejamiento de Dios y de lo espiritual, son detonantes para el descuido de nuestra elegancia como personas.

Tenemos que despertar la elegancia porque la aceleración y la ausencia de educación en valores, ha bajado el listón de nuestro tono humano.


Veamos un recorrido lógico de esa educación para la elegancia


En primer lugar, un enfoque correcto de la vergüenza que tiene que ver directamente con la protección de la propia intimidad y de la autoestima.

Después, el pudor como expresión corporal espontánea del derecho a la intimidad y a la propia dignidad.





La manera quizá más grave de desposeer a la persona de su dignidad es violar su intimidad, exponerla a la vergüenza pública y privarla de seguir siendo dueña y señora de aquello que es sólo suyo: lo íntimo. Reservar a su verdadero dueño el don y el secreto que no deben ser comunicados más que a aquel a quien uno ama. Amar, es donar la propia intimidad. Por eso ante el amado somos transparentes y auténticos siempre.



El pudor es la regla que preside la interioridad. El impúdico suele ser un sinvergüenza, pues no conoce el límite entre lo decente y lo indecente, entre lo que es oportuno y conveniente mostrar y lo que no. La modestia en el vestir, hablar y exponerse es compañera inseparable del pudor.





Y, finalmente la compostura que es el paso previo a la elegancia, es no desentonar; el siguiente paso es entonar correctamente, es el toque de la elegancia.

La compostura incluye limpieza, ausencia de lo sucio y manchado que podrían afear a la persona. Contiene pulcritud, que es un aseo cuidadoso, el cuidado de la propia presencia, estar la persona "compuesta" y preparada, en disposición de aparecer públicamente, ante quien en cada caso corresponda. Compostura es orden, saber estar que no se refiere sólo a la disposición material de objetos y vestidos, sino al moverse del modo conveniente, en el momento adecuado y, sobre todo, con los gestos adecuados. Esto es el decoro, algo así como el orden de los gestos y de las palabras, su oportunidad y mesura.

La elegancia nos da una personalidad distinguida, selecta y con buen gusto, con naturalidad, sin afectación. La arrogancia y la vanidad son groseras. La distinción se aplica al actuar y al lenguaje no vulgar y corriente. Selección es la cualidad del que sabe elegir lo mejor. Gusto o buen gusto es la capacidad de la persona de sentir y apreciar lo que es bello.

Cuando somos elegantes, lo somos incluso cuando nadie nos ve.

Llevando el razonamiento hasta el extremo podríamos decir que la persona elegante es la que cumple sus obligaciones para con sus semejantes y para sí mismo, puesto que el hecho de formar parte del género humano ya nos da el linaje, el privilegio, la excelencia de ser hijos de Dios.


Fuente - Texto tomado de ES.CATHOLIC.NET:
http://es.catholic.net/op/articulos/68630/la-elegancia-esta-solo-en-vestir-.html

Santa Misa - Domingo 23 de Agosto de 2020





Debido a la emergencia mundial por la pandemia del coronavirus, por la cuarentena obligatoria en la cual nos encontramos sometidos, y al lamentable cierre de los templos católicos en todo el mundo, me permito compartir con ustedes el video de la Santa Misa, que corresponde al Domingo 23 de Agosto de 2020.







Unámonos todos como Iglesia Militante y Peregrina, y asistamos virtualmente a la Santa Misa, junto a Jesús en su Calvario, con profunda fe y recogimiento.


Elevemos a Dios nuestras oraciones y peticiones personales, también por las de nuestros familiares, amigos y el mundo entero.


Igualmente, pidamos perdón por nuestros pecados, procuremos la conversión de nuestras vidas, y cuando la Iglesia Católica lo permita y abra nuevamente las puertas de los templos, busquemos a Dios a través del Sacramento de la Reconciliación "Penitencia o Confesión", y recibamos la gracia de su perdón y su amoroso abrazo de Padre, que recibe a sus hijos pródigos que regresan a Él, ÚNICO PADRE que sí nos ama verdaderamente.


Recordemos lo más sublime: recibir en estado de gracia al Señor Dios en su Presencia Real, en el Santísimo Sacramento de la Eucaristía (Hostia Consagrada), en la totalidad de su Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, en el santísimo sacrificio incongruento, como memorial de la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesucristo.



Dios nos colme de abundantes bendiciones a todos, la Santísima Virgen María interceda por nosotros, y San José, protector de la Iglesia Católica Universal, defienda a la Iglesia Santa de Dios de las asechanzas del demonio y de todos sus enemigos, además de toda adversidad.


Muchas gracias a todos ustedes por su gentil atención.



Video tomado de YOUTUBE: