domingo, 16 de agosto de 2020

PSICOLOGÍA: 7 Características de los Megalómanos - ¿A cuántos conoces?




Este artículo fue redactado y avalado por la psicóloga María Prieto.


22 de marzo de 2019


Los megalómanos son personas con un concepto de sí mismos desproporcionadamente elevado. De entre sus características, te presentamos 7 para detectarlos.


¿Conoces a alguna persona que posea la convicción de que todo lo que dice, piensa o hace es grandioso?


Si la respuesta es afirmativa, probablemente te encuentres ante un megalómano. Se trata de ese tipo de persona que desprecia a los demás porque se considera superior a ellos, debido a una egolatría sobredimensionada. Ahora bien, ¿cómo identificarlos?

Aunque es bastante frecuente encontrar personas orgullosas de sí mismas, con una visión optimista sobre sus capacidades y que se creen capaces de todo, a veces, no resulta tan sencillo saber si son megalómanos o no. Una pista sería que esa autopercepción tan elevada se acompañase de un rechazo o desprecio de todo aquel que lo rodea por considerarlo inferior.

La megalomanía es una condición psicológica incluida en el trastorno narcisista de la personalidad como síntomatología según el Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (DSM – V). No obstante, para saber si una persona presenta megalomanía como parte de un trastorno se presta atención a si existen o no ideas delirantes, es decir, si experimentan fantasías de poder, relevancia y omnipotencia que le llevan a considerarse como el mejor.

Personajes históricos como Napoleón Bonaparte, Hitler, Stalin o Mao Zedong son personalidades a las que se les atribuye rasgos de megalomanía y narcisismo; rasgos que a algunos de ellos les impulsaron al planteamiento de nada menos que la conquista del mundo.

Si profundizamos en su idiosincrasia, descubrimos que todos ellos se creían los únicos capacitados para salvar sus territorios y conquistar nuevos países para engrandecer su patria. Se veían a sí mismos como imprescindibles salvadores, en constante búsqueda del agrandamiento del poder en una espiral de verdadero delirio.

Y es que las personas que manifiestan el impulso de alzarse como los agentes únicos de las más grandes conquistas, bajo la creencia de tener el poder absoluto, experimentan un agravamiento de sus síntomas patológicos como consecuencia, precisamente, de ese creerse responsables y capaces de lo inalcanzable. Como la historia ha demostrado, estos acaban por convertirse en peligrosos gobernantes capaces de las más temerarias acciones.

Así, un megalómano tiene un concepto de sí mismo desproporcionado y ansía la valoración social, la cual atribuye al logro de posiciones de poder y relevancia. Sin embargo, aunque muestren mucha seguridad en sí mismos, si se analiza en profundidad su personalidad, se puede detectar que son individuos con más carencias y un inesperado sentimiento de inferioridad o vacío social.


7 características para detectar a un megalómano

  1. Son sumamente presumidos. Sienten que su presencia es imprescindible en cualquier reunión.
  2. Se creen indestructibles, capaces de solucionar cualquier problema que se les plantee. Son capaces de todo para conseguir poder y esto incluye la manipulación de los demás.
  3. Se comportan como si fuesen omnipotentes y les gusta poner a prueba las capacidades de las personas que les rodean para jactarse de ellos.
  4. No suelen aprender de sus errores y, por tanto, la experiencia no hace que corrijan sus fallos.
  5. Poseen una imagen narcisista e idealizada de sí mismos.
  6. Se fijan en la manera en la que los demás reaccionan ante lo que ellos hacen o dicen. Si son rechazados por los otros a causa de sus desajustados comportamientos, piensan que el problema es de los demás.
  7. La vanidad, apoyada en un ego fuertemente sobrevalorado y alimentado por un marcado complejo de superioridad, les hace despreciar todo aquello que no se refiera a sí mismos.

¿Qué hay detrás de la personalidad de un megalómano?


El megalómano se niega a reconocer que en su interior alberga a una persona miedosa, acomplejada y carente de cariño. Por ello, utiliza la agresión verbal o la imposición de su falsa omnipotencia como mecanismo de defensa.

Por otro lado, por su temor a ser superado, ridiculiza a toda persona que le haga sentirse amenazado y como consecuencia daña a todos los que percibe como una amenaza para su ego. No obstante, tras esa máscara se refugia una persona llena de inseguridad y con un sentimiento de incapacidad que lucha por no mostrarse vulnerable ante los demás.

La arrogancia y exceso conductual del megalómano suele llevarlo a una situación de profunda soledad, ya que no suele ser aceptado por los demás. Otras veces, es él mismo el que se aísla; su sentimiento de superioridad le mantiene al margen de la interacción con aquellas personas que considera inferiores.

Ahora bien, esa soledad, tanto recibida como autoimpuesta, desemboca en una fuerte sensación de vacío emocional, que puede agravar aún más su malestar y acrecentar la sintomatología patológica.


Fuente texto tomado de lamenteesmaravillosa.com:
https://lamenteesmaravillosa.com/megalomano-7-caracteristicas/

San Roque - Enfermero Año 1378 - Fiesta Agosto 16


Roque significa "Fuerte como Roca"

Este santo se ha hecho famoso en el mundo por los grandes favores que consigue a favor de pobres y enfermos. Su popularidad ha sido verdaderamente extraordinaria, cuando a pueblos o regiones han llegado pestes o epidemias, porque consigue librar de la enfermedad y del contagio a muchísimos de los que se encomiendan a él. Quizás él pueda librarnos de epidemias peligrosas.





San Roque nació en Montpellier (Francia, aproximadamente en 1295), de una familia sumamente rica. A sus 20 años quedó huérfano de padre y madre. Encontrándose dueño de una fortuna considerable, se acordó del consejo de Jesucristo:


"Si quieres ser perfecto, da tus bienes a los pobres y sígueme"




Y he aquí que al momento lo puso en práctica. Como no tenía hermanos, cedió una parte de la herencia a un tío paterno, juntamente con todos los derechos que le pudiesen pertenecer desde entonces en adelante. Y hecho ésto, vendió secretamente el resto de su hacienda y distribuyó su precio entre los necesitados. Descargado totalmente de los bienes de la tierra, se vistió de peregrino y emprendió viaje hacia Roma.

Pidiendo limosna y sintiéndose feliz cuando se la negaban groseramente o cuando le asaltaban los perros de los cortijos, llegó a Aquapendente, ciudad italiana donde la peste estaba haciendo grandes estragos. Deseando prestar ayuda al prójimo, se presentó en el hospital, pidiendo que le admitiesen como enfermero. El administrador no quería acceder a ésto, pues le inspiraba lástima verle, tan joven y delicado, exponiéndose a la muerte. Pero tanto y tanto insistió Roque en su petición y en decir que tenía segura confianza en Dios, que, al fin, fue aceptado.

Roque se dedicó entonces a atender a los más abandonados. Y comenzando su tarea, visitó uno por uno todos los lechos, haciendo la señal de la Cruz sobre la frente de cada uno de los apestados. Todos ellos se sintieron curados al instante. A muchísimos ayudó al bien morir, y él mismo les hacía la sepultura, porque nadie se atrevía a acercárseles por temor al contagio. Con todos practicaba la más exquisita caridad. La gente decía al verlo:


"Ahí va el santo"

¡Ya podéis figuraros el pasmo de todo el hospital ante semejante maravilla! Inmediatamente salió Roque a la ciudad y curó, de la misma manera, a todos los enfermos que había en las casas. Comenzó a correr la voz de que era un Ángel enviado del Cielo, para librarlos de la epidemia. Querían hacerle una gran demostración de homenaje. Pero él, para evitar toda suerte de honor, huyó escondidamente.

En Plasencia tuvo un sueño en el que oyó la Voz de Dios que le decía:

"Siervo fiel, ya que has tenido bastante ánimo para dedicarte al cuidado de los enfermos por Mi Amor, tenlo para sufrir la prueba que te voy a enviar"

Al despertar se sintió atacado de una fiebre abrasadora y de unos dolores acerbadísimos. Su cuerpo se llenó de manchas negras y de úlceras. Levantó el corazón al Cielo, no para quejarse, sino para dar gracias a Dios bondadoso, pues le daba una ocasión de sufrir por amor suyo. Lo colocaron en el hospital entre los demás enfermos víctimas de la epidemia. Sus dolores se agravaron más todavía, de manera que no podía evitar dar grandes gritos. Cuando se dio cuenta que molestaba a los demás enfermos, se levantó de la cama y se dispuso a salir fuera de la ciudad hacia alguna cueva o refugio, en que no molestase a nadie. Burlando la vigilancia del hospital, aunque con mucha dificultad para caminar, llegó a un bosque vecino en donde encontró una pequeña cabaña abandonada, que le sirvió de asilo. Sintiéndose devorado por la sed, alzó los ojos al Señor, diciendo:

"¡Oh Dios de misericordia!, os doy gracias porque me permitís sufrir por Vos; pero, ¡oh Señor!, no me abandonéis en mi tribulación"

Al instante vio salir de una roca inmediata una fuente de agua cristalina y abundante. Apagando su sed con aquella agua milagrosa y lavándose frecuentemente en ella, se fue curando poco a poco. No lejos de la cabaña había unos grandes cortijos. El señor de uno de ellos, llamado Gotardo, se dio cuenta que uno de sus perros arrebataba cada día de la mesa un panecillo y lo llevaba más allá de los campos. Lo siguió y vio con sorpresa cómo el animal ponía el pan en las manos de Roque. El señor pensó:

"Éste debe ser un Santo, pues Dios le sustenta de una manera tan maravillosa"

Se acercó y le preguntó quién era. Roque le respondió:

"Apartaos de mí, que puedo contagiaros de peste"

Pero Gotardo, reflexionando, se convenció de que se hallaba delante de un gran siervo de Dios. Entonces se llevó a Roque a su casa y lo curó de sus llagas y enfermedades. Y comenzó a hablar con él sin temor, y enseguida se hicieron grandes amigos, de tal manera que quiso imitarlo en su vida de pobreza y penitencia -como lo hizo efectivamente-. Renunció Gotardo a toda su hacienda y determinó vivir en una cueva del bosque, completamente olvidado del mundo y entregado a la contemplación de las verdades divinas. Roque lo ejercitó en alguna prueba durísima, como la de hacerle salir a mendigar por aquellos cortijos conocidos, cuyos moradores le tomaron por loco y lo llenaron de mofas e improperios. Al mismo tiempo lo fue instruyendo en el camino de la perfección y no lo dejó hasta que le vio entrenado en su nueva y santa vida. Mientras tanto, Roque había oído la Voz de Dios que le ordenó:

"Roque, fiel siervo mío; ya que estás curado de tu mal, vuelve a tu patria, y allí harás obras de penitencia; y prepárate para merecer un lugar entre los bienaventurados del Paraíso"

En efecto, se sintió completamente curado y decidió obedecer el mandato del Cielo. La ciudad de Montpellier estaba en guerra, y el Santo estaba muy cambiado, nadie lo reconoció y él no quiso decir quién era. Se presentó como un pobre peregrino; nadie le creyó, los militares lo confundieron con un espía. Le apresaron y después de hacerlo ir de tribunal en tribunal, lo metieron en un calabozo infecto y oscurísimo en donde vivió cinco años, ejercitándose en el ayuno y la oración, en la que pasaba todo el día y la mayor parte de la noche. Y así estuvo cinco años en la prisión, consolando a los demás prisioneros y ofreciendo sus penas y humillaciones por la salvación de las almas.






Finalmente, una luz misteriosa iluminó el calabozo, y Roque oyó que Jesucristo le decía:


"Ha llegado tu hora, y quiero llevarte a mi gloria. Si tienes alguna gracia que pedirme, hazlo ahora mismo"

El santo prisionero le pidió nuevamente el perdón de sus culpas y que fuesen preservados o libres de la peste aquellos que acudiesen a su intercesión. Poco después murió dulcemente un 15 de agosto, del año 1378, fiesta de la Asunción de la Virgen Santísima.






Del calabozo salían unos rayos de luz brillantísima. El cuerpo del Santo resplandecía y a su lado se encontró una tablilla con esta inscripción:


"Todos los que imploraren la intercesión de Roque, se verán libres del terrible azote de la peste"

La nueva de estas maravillas se extendió rápidamente por la ciudad. La gente quería ver al Santo. Al prepararlo para echarlo al ataúd, descubrieron en su pecho una señal de la cruz, que su padre le había trazado de pequeñito y se dieron cuenta de que era hijo del que había sido gobernador de la ciudad. Su tío reconoció el cadáver, y dispuso que se le hiciesen exequias triunfales, en las que tomó parte todo el pueblo.

El cuerpo fue sepultado primeramente en la iglesia principal, y más tarde en una capilla edificada expresamente en honor de San Roque. Desde entonces empezó a conseguir de Dios admirables milagros y no ha dejado de conseguirlos por montones en tantos siglos. Hoy es una iglesia magnífica, donde acuden devotas muchedumbres para pedir su protección contra las enfermedades contagiosas.

Lo pintan con su bastón y sombrero de peregrino, señalando con la mano una de sus llagas y con su perro al lado, ofreciéndole el pan.


Fuente - Texto tomado de EWTN:

San Esteban - Rey de Hungría - Convirtió al catolicismo al reino de Hungría - Fiesta Agosto 16




Martirologio Romano


San Esteban, rey de Hungría, que, regenerado por el bautismo y habiendo recibido la corona real de manos del papa Silvestre II, veló por la propagación de la fe de Cristo entre los húngaros y puso en orden la Iglesia en su reino, dotándola de bienes y monasterios. Justo y pacífico en el gobierno de sus súbditos, murió en Alba Real (Székesfehérvár), en Hungría, el día de la Asunción, entrando su alma en el cielo (1038).

Fecha de canonización: En el año 1083 por el Papa Gregorio VII.


Breve Biografía


Este santo tiene el honor de haber convertido al catolicismo al reino de Hungría.

Fue bautizado por San Adalberto y tuvo la suerte de casarse con Gisela, la hermana de San Enrique de Alemania, la cual influyó mucho en su vida. Valiente guerrero y muy buen organizador, logró derrotar en fuertes batallas a todos los que se querían oponer a que él gobernara la nación, como le correspondía, pues era el hijo del mandatario anterior.

Cuando ya hubo derrotado a todos aquellos que se habían opuesto a él cuando quiso propagar la religión católica por todo el país y acabar la idolatría y las falsas religiones, y había organizado la nación en varios obispados, envió al obispo principal, San Astrik, a Roma a obtener del Papa Silvestre II la aprobación para los obispados y que le concediera el título de rey. El sumo Pontífice se alegró mucho ante tantas buenas noticias y le envío una corona de oro, nombrándolo rey de Hungría. Y así en el año 1000 fue coronado solemnemente por el enviado del Papa como primer rey de aquel país.

El cariño del rey Esteban por la religión católica era inmenso; a los obispos y sacerdotes los trataba con extremo respeto y hacía que sus súbditos lo imitaran en demostrarles gran veneración. Su devoción por la Virgen Santísima era extraordinaria.






Levantaba templos en su honor y la invocaba en todos sus momentos difíciles. Fundaba conventos y los dotaba de todo lo necesario. Ordenó que cada 10 pueblos debían construir un templo, y a cada Iglesia se encargaba de dotarla de ornamentos, libros, cálices y demás objetos necesarios para mantener el personal de religiosos allá. Lo mismo hizo en Roma.

La cantidad de limosnas que este santo rey repartía era tan extraordinaria, que la gente exclamaba:


"¡Ahora sí se van a acabar los pobres!"

Él personalmente atendía con gran bondad a todas las gentes que llegaban a hablarle o a pedirle favores, pero prefería siempre a los más pobres, diciendo:


"Ellos representan mejor a Jesucristo, a quien yo quiero atender de manera especial"




Para conocer mejor la terrible situación de los más necesitados, se disfrazaba de sencillo albañil y salía de noche por las calles a repartir ayudas. Y una noche al encontrarse con un enorme grupo de menesterosos empezó a repartirles las monedas que llevaba. Éstos, incapaces de aguardar a que les llegara a cada quien un turno para recibir, se le lanzaron encima, quitándole todo y lo molieron a palos. Cuando se hubieron alejado, el santo se arrodilló y dio gracias a Dios por haberle permitido ofrecer aquel sacrificio. Cuando narró esto en el palacio, sus empleados celebraron aquella aventura, pero le aconsejaron que debía andar con más prudencia para evitar peligros. Él les dijo:


"Una cosa sí me he propuesto: no negar jamás una ayuda o un favor. Si en mí existe la capacidad de hacerlo"

A su hijo lo educó con todo esmero y para él dejó escritos unos bellos consejos, recomendándole huir de toda impureza y del orgullo. Ser paciente, muy generoso con los pobres y en extremo respetuoso con la santa Iglesia Católica.

La gente al ver su modo tan admirable de practicar la religión exclamaba:


"El rey Esteban convierte más personas con buenos ejemplos, que con sus leyes o palabras"

Dios, para poderlo hacer llegar a mayor santidad, permitió que en sus últimos años Esteban tuviera que sufrir muchos padecimientos. Y uno de ellos fue que su hijo en quien él tenía puestas todas sus esperanzas y al cual había formado muy bien, muriera en una cacería, quedando el santo rey sin sucesor. Él exclamó al saber tan infausta noticia:


"El Señor me lo dio, el Señor me los quitó. Bendito sea Dios"

Pero esto fue para su corazón una pena inmensa.

Los últimos años de su vida tuvo que padecer muy dolorosas enfermedades que lo fueron purificando y santificando cada vez más.

El 15 de agosto del año 1038, día de la Asunción, fiesta muy querida por él, expiró santamente. Desde entonces la nación Húngara siempre ha sido muy católica. A los 45 años de muerto, el Sumo Pontífice permitió que lo invocaran como santo y en su sepulcro se obraron admirables milagros.




Mano derecha
rey San Esteban de Hungría



"San Esteban llevaba una bolsa de tela ricamente decorada con oro que colgaba de su cintura, y estaba llena de denarios, y cuando veía a pobres y a mendigos, de inmediato iba hacia ellos y con su propia mano se ocupaba de ellos ayudándolos. Es por esto que su mano derecha caritativa, se ha preservado en su realidad corpórea hasta nuestros días" escribió Márk Kálti.


Que nuestro Dios Todopoderoso nos envíe en todo el mundo muchos gobernantes que sepan ser tan buenos católicos y tan generosos con los necesitados como lo fue el santo rey Esteban.


Fuente - Texto tomado de ES.CATHOLIC.NET:

Santa Misa - Domingo 16 de Agosto de 2020




Debido a la emergencia mundial por la pandemia del coronavirus, por la cuarentena obligatoria en la cual nos encontramos sometidos, y al lamentable cierre de los templos católicos en todo el mundo, me permito compartir con ustedes el video de la Santa Misa, que corresponde al Domingo 16 de Agosto de 2020.





Unámonos todos como Iglesia Militante y Peregrina, y asistamos virtualmente a la Santa Misa, junto a Jesús en su Calvario, con profunda fe y recogimiento.


Elevemos a Dios nuestras oraciones y peticiones personales, también por las de nuestros familiares, amigos y el mundo entero.


Igualmente, pidamos perdón por nuestros pecados, procuremos la conversión de nuestras vidas, y cuando la Iglesia Católica lo permita y abra nuevamente las puertas de los templos, busquemos a Dios a través del Sacramento de la Reconciliación "Penitencia o Confesión", y recibamos la gracia de su perdón y su amoroso abrazo de Padre, que recibe a sus hijos pródigos que regresan a Él, ÚNICO PADRE que sí nos ama verdaderamente.


Recordemos lo más sublime: recibir en estado de gracia al Señor Dios en su Presencia Real, en el Santísimo Sacramento de la Eucaristía (Hostia Consagrada), en la totalidad de su Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, en el santísimo sacrificio incongruento, como memorial de la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesucristo.



Dios nos colme de abundantes bendiciones a todos, la Santísima Virgen María interceda por nosotros, y San José, protector de la Iglesia Católica Universal, defienda a la Iglesia Santa de Dios de las asechanzas del demonio y de todos sus enemigos, además de toda adversidad.


Muchas gracias a todos ustedes por su gentil atención.



Video tomado de YOUTUBE:
https://www.youtube.com/watch?v=LGj6-UeQPto


Fuente - Texto de la Comunión Espiritual tomada de ACIPRENSA.COM:
https://www.aciprensa.com/recursos/comunion-espiritual-682