domingo, 5 de julio de 2020

Santa María Goretti - Virgen y Mártir - Fiesta Julio 6




Virgen Mártir de la Pureza
Una adolescente mártir
por conservar la castidad


Una santa que prefirió morir antes que ofender a Dios y vivió la virtud de la pureza hasta el heroísmo.

Santa María Goretti nació en Corinaldo (Italia), el 16 de octubre de 1890, hija de Luis Goretti y Assunta Carlini, ambos campesinos. Murió asesinada en Nettuno el 6 de julio de 1902, laica y mártir italiana. Su nombre verdadero era María Teresa Goretti, y apodada Marietta.

María fue la segunda de seis hijos. Vivió en el seno de una familia humilde y perdió a su padre a los 10 años por causa del paludismo. Como consecuencia de la muerte de su padre, la madre de María Goretti tuvo que trabajar dejando la casa y los hermanos menores a cargo de ésta, quien realizaba sus obligaciones con alegría y cada semana asistía a clases de catecismo.

A los 11 años hizo su primera comunión haciéndose, desde entonces, el firme propósito de morir antes que cometer un pecado. En la misma finca donde vivía María trabajaba Alejandro Serenelli, quien se enamoró de María que en ese entonces contaba con 12 años. Serenelli, a causa de lecturas impuras, se dedicó a buscar a María haciéndole propuestas que la santa rechazaba, haciendo que Serenelli se sintiera despreciado.

Suplica a su madre que no la deje sola en casa, pero no se atreve a explicarle claramente las causas de su pánico, pues Alessandro la ha amenazado:


"Si le cuentas algo a tu madre, te mato"

Su único recurso es la oración. La víspera de su muerte, María pide de nuevo llorando a su madre que no la deje sola, pero, al no recibir más explicaciones, ésta lo considera un capricho y no concede importancia a aquella súplica.

El 5 de julio de 1902, María se quedó en casa cosiendo ropa y cuidando de su hermanita de dos años (Teresa). Alessandro, que se había cansado de los rechazos de María, porque siempre le hacía proposiciones deshonestas que en un principio ella no las comprende. Más tarde, al adivinar las intenciones del muchacho, la joven está sobre aviso y rechaza la adulación y las amenazas.

Serenelli fue en busca de María quien estaba sola en su casa y al encontrarla la invitó a ir a una recámara de la casa, a lo que María se negó por lo que aquél se vio obligado a forzarla.


"¡María!", grita Alessandro

"¿Qué quieres?"

"Quiero que me sigas"

"¿Para qué?"

"¡Sígueme!"

"Si no me dices lo que quieres, no te sigo"

Ante semejante resistencia, el muchacho la agarra violentamente del brazo y la arrastra hasta la cocina, atrancando la puerta. La niña grita, pero el ruido no llega hasta el exterior. Al no conseguir que la víctima se someta, Alessandro la amordaza y esgrime un puñal. María se pone a temblar pero no sucumbe. Furioso, el joven intenta con violencia arrancarle la ropa, pero María se deshace de la mordaza y grita:


"No hagas eso, que es pecado... Irás al infierno"

Alessandro se descontroló por completo, apuñalando a María más de 14 veces con un punzón para picar hielo; cuando vio a la malherida María tratando de arrastrarse hacia la puerta para pedir ayuda, la acuchilló tres veces más y huyó. María quedó herida de muerte al recibir catorce heridas graves y se ha desvanecido.







En el hospital no hay nada que hacer. Después de un largo y penoso viaje en ambulancia, hacia las ocho de la noche, llegan al hospital. Los médicos se sorprenden de que la niña todavía no haya sucumbido a sus heridas, pues ha sido alcanzado el pericardio, el corazón, el pulmón izquierdo, el diafragma y el intestino. Al comprobar que no tiene cura, mandan llamar al capellán. María se confiesa con toda lucidez. Después, los médicos le prodigan sus cuidados durante dos horas, sin dormirla. María no se lamenta, y no deja de rezar y de ofrecer sus sufrimientos a la Santísima Virgen, Madre de los Dolores. Su madre consigue que le permitan permanecer a la cabecera de la cama. María aún tiene fuerzas para consolarla:


"Mamá, querida mamá, ahora estoy bien... ¿Cómo están mis hermanos y hermanas?"

A María la devora la sed:


"Mamá, dame una gota de agua"

"Mi pobre María, el médico no quiere, porque sería peor para ti"

Extrañada, María sigue diciendo:


"¿Cómo es posible que no pueda beber ni una gota de agua?"

Luego, dirige la mirada sobre Jesús crucificado, que también había dicho ¡Tengo sed!, y se resigna. El capellán del hospital la asiste paternalmente y, en el momento de darle la sagrada Comunión, la interroga:


"María, ¿perdonas de todo corazón a tu asesino?"

Ella, reprimiendo una instintiva repulsión, le responde:


"Sí, lo perdono por el amor de Jesús, y quiero que él también venga conmigo al paraíso. Quiero que esté a mi lado... Que Dios lo perdone, porque yo ya lo he perdonado"

En medio de esos sentimientos, los mismos que tuvo Jesucristo en el Calvario, María recibe la Eucaristía y la Extremaunción, serena, tranquila, humilde en el heroísmo de su victoria. El final se acerca. Se le oye decir: 

"Papá"

Finalmente, después de una postrera llamada a María, entra en la gloria inmensa del paraíso. Es el día 6 de julio de 1902, a las tres de la tarde. No había cumplido los doce años.




El destino de su asesino


El juicio de Alessandro tiene lugar tres meses después del drama. Aconsejado por su abogado, confiesa:

"Me gustaba. La provoqué dos veces al mal, pero no pude conseguir nada. Despechado, preparé el puñal que debía utilizar"

Es condenado a treinta años de trabajos forzados. Aparenta no sentir ningún remordimiento del crimen. Alessandro Serenelli, el asesino de María, cumplió su condena en la cárcel de Roma, y tras su liberación, ingresó como hermano terciario y portero a un convento capuchino de dicha ciudad, donde murió en 1970. Él atribuyó su cambio de vida a un sueño que tuvo en la cárcel varios años después del asesinato; según él:

"Vio en sueños a María con catorce lirios blancos, uno por cada puñalada recibida; gracias a ésto no sólo logró reconciliarse con la sociedad, sino que también con la familia Goretti, que lo perdonó expresamente"

La tradición cuenta que después de un sueño donde María le dijo que él también podía ir al cielo. Serenelli cambió completamente volviéndose hacia Dios y ofreciendo sus trabajos y sufrimientos en reparación de sus pecados. Después de 27 años de cárcel, fue liberado y acudió a pedir perdón a la madre de la santa, quien no sólo lo perdonó sino que lo defendió en público, alegando que si Dios y su hija lo habían perdonado, ella no tenía por qué no perdonarlo. La fama de María Goretti se extendía cada vez más y fueron apareciendo las muestras de santidad, que fue fruto de su cercanía a Dios y su devoción a la Virgen María.

Después de numerosos estudios, la Santa Sede la canonizó el 24 de junio de 1950 en una ceremonia que se tuvo que realizar en la Plaza de San Pedro, debido a la cantidad de asistentes que se calculaban en más de quinientas mil personas. En la ceremonia de canonización acompañaron a Pío XII, la madre, dos hermanas y un hermano de María. Durante esta ceremonia Su Santidad Pío XII exhaltó la virtud de la santa y sus estudiosos afirman que por la vida que llevó aún cuando no hubiera sido mártir habría merecido ser declarada santa, la definió "pequeña y dulce mártir de la pureza".




Esperanza en la Providencia
con amor al prójimo
y dignidad de mujer


Para poder crear un clima favorable a la castidad, es importante practicar la modestia y el pudor en la manera de hablar, de actuar y de vestir. Con esas virtudes, la persona es respetada y amada por sí misma, en lugar de ser contemplada y tratada como objeto de placer. Siguiendo el ejemplo de María Goretti, los jóvenes pueden descubrir "el valor de la verdad que libera al hombre de la esclavitud de las realidades materiales", y podrán "descubrir el gusto por la auténtica belleza y por el bien que vence al mal" (San Juan Pablo II, id).

Con ocasión del centenario de su muerte, el 30 de junio de 2002, el cardenal Sergio Sebastiani ilustró las virtudes de esta santa:


«Confianza en la Providencia, amor hacia el prójimo, rechazo de la violencia y respeto de la propia dignidad de mujer, oración y unión con Dios, heroísmo del perdón por amor a Cristo, fe en la vida ultraterrena»

Reza a S. Maria Goretti




Niña de Dios,
tú que conociste temprano
la dureza y la fatiga,
el dolor y las breves
alegrías de la vida.

Tú que fuiste pobre y huérfana,
tu que quisiste a tus hermanos incansablemente
haciéndote sierva, humilde y atenta.
Tú que fuiste buena sin orgullo.

Tú que quisiste el Amor
por encima de todas las cosas.
Tú que vertiste sangre
para no traicionar al Señor,
tú que perdonaste a tu asesino
deseándole el paraíso.

Implora y reza por nosotros
cerca del Padre en la manera
que decimos sí al proyecto que Dios
tiene sobre nosotros.

Tú que eres amiga de Dios
tanto que ya lo ves cara a cara,
obténdnos de Él
la gracia que te pedimos ....

Te agradecemos, Marietta,
el cariño por Dios
y hacia todos nosotros
que ya sembraste
en nuestros corazones.
Amén.




SAN JUAN PABLO II: 

MARÍA GORETTI,
UN EJEMPLO PARA
ADOLESCENTES Y JÓVENES
Intervención antes de rezar la oración mariana del «Ángelus»




CIUDAD DEL VATICANO, 7 julio 2002 (ZENIT.ORG) - Juan Pablo II consagró su intervención de este domingo, antes de rezar la oración mariana del «Ángelus», a recordar el ejemplo de amor dejado por santa María Goretti, al cumplirse el centenario de su fallecimiento. Estas fueron sus palabras.
* * *
¡Queridos hermanos y hermanas!

1. Hace cien años, el 6 de julio de 1902, moría Maria Goretti, gravemente herida el día anterior por la ciega violencia que le había agredido. Mi venerado predecesor, el siervo de Dios Pío XII, la proclamó santa en 1950, proponiéndola a todos como modelo de valiente fidelidad a la vocación cristiana hasta el supremo sacrificio de la vida.

He querido recordar esta importante fecha con un mensaje especial dirigido al obispo de Albano, subrayando la actualidad de esta mártir de la pureza, deseando que sea más conocida por los adolescentes y los jóvenes.

Santa María Goretti es un ejemplo para las nuevas generaciones, amenazadas por una mentalidad de falta de compromiso, a la que les cuesta comprender la importancia de los valores sobre los que no es lícito llegar a compromisos.

2. Si bien tenía poca instrucción escolar, María, que no había cumplido todavía los doce años, poseía una personalidad fuerte y madura, formada por la educación religiosa recibida en su familia. De este modo, fue capaz no sólo de defender su propia persona con castidad heroica sino incluso perdonar a su asesino.

Su martirio recuerda que el ser humano no se realiza siguiendo sus impulsos de placer, sino viviendo su propia vida en el amor y la responsabilidad.

Sé muy bien, queridos jóvenes, que sois sumamente sensibles a estos ideales. En espera de encontrarme con vosotros dentro de dos semanas en Toronto, quisiera repetiros hoy: ¡no dejéis que la cultura del tener y del placer adormezca vuestras conciencias! Sed «centinelas» despiertos y vigilantes para ser auténticos protagonistas de una nueva humanidad.

3. Dirijámonos ahora a la Virgen, de quien santa María Goretti lleva el nombre. Que la criatura más pura ayude a los hombres y a las mujeres de nuestro tiempo, en especial a los jóvenes, a redescubrir el valor de la castidad y a vivir las relaciones interpersonales en el respeto recíproco y en el amor sincero.

[Traducción del original italiano realizada por Zenit]




La castidad es la virtud que gobierna y modera el deseo del placer sexual según los principios de la fe y la razón. Por la castidad la persona adquiere dominio de su sexualidad y es capaz de integrarla en una sana personalidad, en la que el amor de Dios reina sobre todo. Por lo tanto, no es una negación de la sexualidad. Es un fruto del Espíritu Santo.


Santa María Goretti (Mártir) 






Percibió que la pureza está íntimamente ligada a la dignidad del cuerpo humano. Era consciente de que la Iglesia enseñaba que el cuerpo debía resucitar glorioso. En unión con la Iglesia profesaba todos los domingos: "Creo en la resurrección de la carne (del cuerpo)". Ella dio testimonio de este misterio: que la Encarnación y Resurrección de Jesús constituyen las verdaderas leyes de la naturaleza, de la carne y del físico.


Diversos regímenes de la castidad


Todo bautizado es llamado a la castidad. El cristiano se ha "revestido de Cristo" (Ga 3,27), modelo de toda castidad. Todos los fieles de Cristo son llamados a una vida casta según su estado de vida particular. En el momento de su Bautismo, el cristiano se compromete a dirigir su afectividad en la castidad.

La castidad "debe calificar a las personas según los diferentes estados de vida: a unas, en la virginidad o en el celibato consagrado, manera eminente de dedicarse más fácilmente a Dios sólo con corazón indiviso; a otras, de la manera que determina para ellas la ley moral, según sean casadas o célibes". Las personas casadas son llamadas a vivir la castidad conyugal; las otras practican la castidad en la continencia.

Muchos quieren liberarse de la moral católica que consideran represiva, y lo que hacen es caer en la esclavitud del pecado que degrada al hombre. El yugo de Cristo es suave y ligero, si se lleva con amor y voluntad corredentora. Cf. Mateo, 11,28.

Si no vigilas tu imaginación y tus pensamientos, es imposible que guardes castidad. El apetito sexual es sobre todo psíquico. Si no se arrancan las raíces de la imaginación es imposible contener las consecuencias en la carne. Por eso es necesario saber dominar la imaginación y los deseos. El apetito sexual aumenta según la atención que se le preste. Como los perros que ladran cuando se les mira, y se callan si no se les hace caso.

La pureza no puede guardarse sin la mortificación de los sentidos. Quien no quiere renunciar a los incentivos de la sensual vida moderna, que exaltan la concupiscencia, es natural que sea víctima de tentaciones perturbadoras, y que la caída es inevitable.

La pureza no se puede guardar a medias. Con nuestras solas fuerzas, tampoco; pero con el auxilio de Dios, sí. Quien -con la ayuda de Dios- se decide a luchar con todas sus fuerzas, vence seguro. No es que muera la inclinación, sino que será gobernada por las riendas de la razón.





Fuente - Textos tomados de Zenit - Corazones.org:
http://www.zenit.org/article-6151?l=spanish


Fuente - Textos tomados de Wikipedia
Fuente - Santuario S. Maria Goretti Nettuno Italia
Fuente - Catholic.net

¿Racismo o locura? "En las estatuas se ataca la figura paterna": psicoanalista




ReL / 03 de julio de 2020


El racismo es solamente la excusa: detrás de la oleada de destrucción de estatuas en Estados Unidos y en todo el mundo se encuentra el odio a la historia de Occidente por parte de sus hijos, a quienes se les ha explicado una leyenda negra que reniega, cultural y vitalmente, de la figura paterna. 

Así lo explica Claudio Risé, psicoterapeuta y psicoanalista que ha sido profesor de psicología de la educación y sociología de la comunicación en las universidades de Bicocca (Milán), Insubria (Varese) y Trieste-Gorizia, y ha colaborado con las principales cabeceras italianas, como L'Espresso, La Repubblica y, en Corriere della Sera, en el suplemento Io Donna con el blog Psiche Lui.

Según Risé, la ruptura con la figura paterna que caracteriza la cultura desde mayo del 68 se viene traduciendo desde hace muchos años -aunque ahora con esta expresión de odio y violencia- en el rechazo a las propias raíces. Lo argumenta en un reciente artículo en La Verità:


Pero, ¡qué racismo ni nada!...
Quien ataca las estatuas
intenta demoler la figura del padre


La furia contra las estatuas revela, sobre todo, la violencia del odio de quienes las destruyen. Los destrozos y las mutilaciones de los monumentos revelan, por parte de quienes los perpetran, su feroz impulso destructor contra algo fuerte y estable, como es de hecho la estatua y la vida de la persona a la que está dedicada. Es una protesta desesperada contra quien ha sido capaz de construir y cambiar el mundo, y durar en el tiempo.

La especial violencia de estos episodios revela que (técnicamente) no se trata de posiciones ideológicas o de pensamiento, sino más bien de accesos de locura destructora que, por lo que parece, se está difundiendo colectivamente, ayudada también por el hecho de ser presentada como una buena costumbre, o como una postura cultural o ideológica.

Al contrario: ni siquiera estamos en el ámbito de las sugestiones generalizadas o de las neurosis, sino en el de la psicosis. En estos episodios, lo que conquista la plaza y se homenajea públicamente se pone como ejemplo es la locura destructiva hacia la vida y sus manifestaciones en la historia y la sociedad.


Regresión infantil:
incapaces de reconocer
y valorar el esfuerzo de los antepasados


¿Por qué se ha desencadenado este autolesionismo y qué lo provoca? Son (también hoy) las sociedades enfermas y decadentes las que no aguantan la relación con su grandeza, con su historia. Para apreciar el pasado, es necesario haber sido iniciados en pruebas lo suficientemente duras y complejas como para reactivar las capacidades desarrolladas por los antepasados al construirlo.

La transmisión declamatoria, la estatua propuesta sin que quien la mira haya tenido que vivir un esfuerzo similar al de la persona en ella representada, es una celebración vacía, una renta parasitaria que no educa a quien la recibe, sino que más bien lo incomoda. Este es, efectivamente, el drama del Occidente contemporáneo. Tenemos estatuas, pero ya no queremos batallar ni hacer esfuerzos, ni siquiera simbólicos, que permitan un contacto vivo con esas experiencias.

Horacio, hablando del paso de Grecia a Roma, subrayaba que la transferencia del poder (translatio imperi) requería también la transferencia del saber (translatio studi). Sin embargo, a estos destructores de estatuas no se les ha transferido el saber, los conocimientos, la experiencia y la habilidad del personaje representado en la estatua.

El iconoclasta, más o menos conscientemente, lo percibe y sufre por ello; también por esto hay, en el acto psicótico, una regresión a la protesta infantil que precede a cualquier formación del Yo, y destruye la estatua. Mientras tanto, la sociedad continúa transmitiendo ignorancia y presentando su propio empobrecimiento como si fuera una acción cultural.


Del relativismo a la dictadura


El mismo fenómeno sucede en las familias: sólo los descendientes que se han formado con una buena dosis de esfuerzo y disciplina en la acción aprecian el valor de sus antepasados, como demuestran bien las dos formas presentes en la decadencia actual: el relativismo cínico acompañado de una dictadura pávida (la que, en la Grecia antigua, mandó a la muerte a Sócrates acusándolo de corromper a los jóvenes).

Naturalmente, el racismo no tiene nada que ver. Es la excusa utilizada para librarse de la propia historia, motivo de vergüenza no porque sea escandalosa o inmoral, sino porque es demasiado ardua (también desde el punto de vista ético, de la reflexión seria, no superficial, sobre el bien y el mal). Es como la "amante del abuelo", que todos conocen desde siempre y que tal vez es incluso algo deseada por los nietos, pero que es exhibida como culpa cuando hay que meter la mano a la herencia del anciano.

Ciertamente, en Estados Unidos el racismo existe, con todas sus ambigüedades, desde que el país fue fundado, y el intento de librarse de él lo hace aún más turbio. Sin embargo, en Europa, donde no existe (por lo menos hasta ahora, pero se sabe que el mejor modo para hacer que llegue es gritar "¡Al lobo, al lobo!"), desde hace al menos veinte años se derriban las estatuas de los protagonistas de la historia, y en las universidades se pide la damnatio memoriae de personajes del pasado valientes o que se consideran molestos.


La rebelión contra el padre


La protesta contra el racismo del pasado es el puritanismo del nuevo milenio respecto a los propios antepasados, el intento de devolver a Europa una virginidad imposible. Europa es demasiado antigua y rica para ser inmaculada: pedírselo confunde la historia del hombre con la historia de la Salvación.

Las violencia de Black Lives Matter ronda desde hace días la estatua de San Luis IX, Rey de Francia, en St Louis (Missouri). Grupos de católicos han acudido a protegerla rezando como barrera humana. Un joven sacerdote ordenado el año pasado, Stephen Schumacher, intentó explicar a los manifestantes contrarios la realidad histórica del homenajeado.

Derribar estatuas excelentes e incluir en el Índice textos y frases es también la forma que asumió en el nuevo milenio la "revuelta contra el padre" lanzada hace cincuenta años. Es sólo un eslogan, pero tan insensato como el de "Lenin, Stalin y Mao-Tse-Tsung" del 68 y años posteriores. Es el grito psicótico de una generación avergonzada por la ardua historia del mundo al que pertenece.

Un pasado que grava sobre ella, del que algo intuye, pero que no conoce verdaderamente porque la generación de sus padres, igualmente avergonzados, no se tomó la molestia de contárselo, más allá de alguna "imagen congelada", tan repetitiva y tan congelada que corre el riesgo de convertirse en modalidad sustituyendo, por ejemplo, la historia verdadera con una canción, incluso cogida del enemigo y, en esa época, también algo cantada, como es el caso de Bella ciao. Sin embargo, se sabe que si se deja de relatar la historia, la realidad y las cosas tal como son, el resultado es que nacen los monstruos, los miedos y las paranoias. Es decir, la locura.


La historia perdió ante la economía


¿Por qué ya no contamos la historia real desde hace 75 años y, en cambio, nos enfrentamos a historias absurdas, a locos que martirizan las estatuas de tipos intachables, a los que Trump tiene que amenazar con diez años de cárcel para que se calmen un poco?

El hecho es que poco después del final de la Segunda Guerra Mundial ya no había espacio para la historia de los hombres, sus ideales, sus esperanzas y pasiones, sus enfrentamientos y sus encuentros. En el lugar de la historia, quien volvió de la guerra encontró listo otro relato, omnipresente, que lo explicaba todo, lo condicionaba todo y eliminaba a todo el que no reconociera su primado: la economía (que, junto a la técnica, fueron las grandes vencedoras del conflicto). Lo que importaba, y era el centro de la vida occidental, era eso: la producción y la ganancia derivada del consumo. El resto ya no tenía importancia.

La decapitación de la historia occidental, reducida a un modelo de desarrollo materno, centrado en el consumo y la satisfacción de las necesidades (que hay que multiplicar sin descanso, también con las invenciones de la técnica) empieza en ese momento. Por suerte también, porque había que reconstruir todo un continente, lo que se llevó a cabo con gran celeridad y bien.

En El padre. El ausente inaceptable, Claudio Risé aborda con amplitud la crisis social provocada por la progresiva desaparición de la figura paterna como referencia en la educación y en las costumbres.

Sin embargo, falta algo indispensable. Falta, efectivamente, la historia, el pasado, el padre (el terrenal y el celestial). Y el recorrido accidentado y atormentado, pero hermosísimo, del judaísmo a Grecia, a Cristo, al mundo romano, a la Edad Media, al Renacimiento y la conquista del mundo por parte de este diminuto continente que es nuestra tierra. Faltan los padres que indiquen el camino recorrido y que enseñen cómo seguir adelante con valentía y esfuerzo. Por esto, los hijos, carentes de identidad y, por ende, de esperanza, derriban las estatuas de los padres del pasado. Por envidia, debilidad, rabia, desesperación. Por nostalgia de esa figura indispensable (hoy "incorrecta" y arrinconada), sin la cual no se puede vivir.


Traducido por Elena Faccia Serrano


Fuente - Texto tomado de RELIGIONENLIBERTAD.COM:

Santa Misa - Domingo 5 de Julio de 2020




Debido a la emergencia mundial por la pandemia del coronavirus, por la cuarentena obligatoria en la cual nos encontramos sometidos, y al lamentable cierre de los templos católicos en todo el mundo, me permito compartir con ustedes el video de la Santa Misa, que corresponde al Domingo 5 de Julio de 2020.





Unámonos todos como Iglesia Militante y Peregrina, y asistamos virtualmente a la Santa Misa, junto a Jesús en su Calvario, con profunda fe y recogimiento.


Elevemos a Dios nuestras oraciones y peticiones personales, también por las de nuestros familiares, amigos y el mundo entero.


Igualmente, pidamos perdón por nuestros pecados, procuremos la conversión de nuestras vidas, y cuando la Iglesia Católica lo permita y abra nuevamente las puertas de los templos, busquemos a Dios a través del Sacramento de la Reconciliación "Penitencia o Confesión", y recibamos la gracia de su perdón y su amoroso abrazo de Padre, que recibe a sus hijos pródigos que regresan a Él, ÚNICO PADRE que sí nos ama verdaderamente.


Recordemos lo más sublime: recibir en estado de gracia al Señor Dios en su Presencia Real, en el Santísimo Sacramento de la Eucaristía (Hostia Consagrada), en la totalidad de su Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, en el santísimo sacrificio incongruento, como memorial de la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesucristo.


COMUNIÓN ESPIRITUAL


Creo, Jesús mío, 
que estás real 
y verdaderamente en el cielo 
y en el Santísimo Sacramento
del Altar.


Os amo sobre todas las cosas 
y deseo vivamente recibirte 
dentro de mi alma, 
pero no pudiendo hacerlo 
ahora sacramentalmente, 
venid al menos 
espiritualmente a mi corazón. 
Y como si ya os hubiese recibido, 
os abrazo y me uno del todo a Ti.


Señor, no permitas que jamás
me aparte de Ti.
Amén


Dios nos colme de abundantes bendiciones a todos, la Santísima Virgen María interceda por nosotros, y San José, protector de la Iglesia Católica Universal, defienda a la Iglesia Santa de Dios de las asechanzas del demonio y de todos sus enemigos, además de toda adversidad.


Muchas gracias a todos ustedes por su gentil atención.



Video tomado de YOUTUBE: