lunes, 11 de mayo de 2020

Novena a Nuestra Señora de Fátima - Día Noveno - Mayo 12 de 2020


El Inmaculado Corazón de María





Comenzar con el ofrecimiento
y la oración preparatoria

Ofrecimiento para todos los días


¡Dios Mío! Yo creo, adoro, espero y os amo. Os pido perdón por los que no creen, no adoran, no esperan y no os aman.

¡Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo!, yo os adoro profundamente y os ofrezco el preciosísimo cuerpo, sangre, alma y divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, presente en todos los tabernáculos del mundo, en reparación por los ultrajes con que Él es ofendido; y por los méritos infinitos de su Santísimo Corazón e intercesión del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pecadores.





Oración Preparatoria


Oh Santísima Virgen María, Reina del Rosario y Madre de misericordia, que te dignaste manifestar en Fátima la ternura de vuestro Inmaculado Corazón trayéndonos mensajes de salvación y de paz, confiados en vuestra misericordia maternal y agradecidos por las bondades de vuestro amantísimo Corazón, venimos a vuestras plantas para rendiros el tributo de nuestra veneración y amor. Concédenos las gracias que necesitamos para cumplir fielmente vuestro mensaje de amor, y la que os pedimos en esta Novena, si ha de ser para mayor gloria de Dios, honra vuestra y provecho de nuestras almas. Así sea.




¡Oh Santísima Virgen María, Madre nuestra dulcísima!, que escogiste a los pastorcitos de Fátima para mostrar al mundo las ternuras de vuestro Corazón misericordioso, y les propusiste la devoción al mismo como el medio con el cual Dios quiere dar la paz al mundo, como el camino para llevar las almas a Dios y como prenda suprema de salvación.

Haced, ¡oh Corazón de la más tierna de las madres!, que sepamos comprender vuestro mensaje de amor y de misericordia, que lo abracemos con filial adhesión y que lo pongamos en práctica siempre con fervor; y así sea vuestro Corazón nuestro refugio, nuestro consuelo y el camino que nos conduzca al amor y a la unión con vuestro Hijo Jesús.


Meditar
y rezar la Oración Final

Oración Final


¡Oh Dios, cuyo Unigénito, con su vida, muerte y resurrección, nos mereció el premio de la salvación eterna! Os suplicamos nos concedas que, meditando los misterios del Santísimo Rosario de la Bienaventurada Virgen María, imitemos los ejemplos que nos enseñan y alcancemos el premio que prometen. Por el mismo Jesucristo nuestro Señor. Amén.


Texto tomado del Libro "Novena a Nuestra Señora de Fátima" - Caballeros de la Virgen

San Nereo - Aquileo y Pancracio - Mártires Siglo I - Fiesta Mayo 12


San Nereo y Aquileo
Siglo I


Estos dos militares estaban al servicio de Flavia Domitila una de las primeras señoras de Roma. El historiador Eusebio dice que esta noble dama era sobrina del Emperador Domiciano y que el tal mandatario la envió al destierro, porque ella se había declarado seguidora de Jesucristo. Con Domitila fueron enviados también al destierro San Nereo y San Aquileo, porque proclamaban su fe en el Divino Redentor.

Afirma San Jerónimo que el destierro fue tan cruel y tan largo que les sirvió de martirio. Después otro emperador mandó que les cortaran la cabeza y así tuvieron el honor de derramar su sangre por proclamar su fe.

El Papa San Dámaso escribió en el año 400 la siguiente inscripción en la tumba de estos dos mártires:

"Nereo y Aquileo pertenecían al ejército del emperador. Pero se negaron a cumplir ciertas órdenes que a ellos les parecían crueles. Al convertirse al cristianismo abandonaron toda violencia y prefirieron tener que abandonar el ejército antes que ser crueles con los demás. Proclamaron su amor a Cristo en esta tierra y ahora gozan de la amistad de Cristo en la eternidad". 




San Pancracio
Año 304

El 12 de mayo se celebra también la fiesta de San Pancracio, un jovencito romano de sólo 14 años, que fue martirizado por declararse creyente y partidario de Nuestro Señor Jesucristo. Dicen que su padre murió martirizado y que la mamá recogió en unos algodones un poco de la sangre del mártir y la guardó en un relicario de oro, y le dijo al niño:

"Este relicario lo llevarás colgado al cuello, cuando demuestres que eres tan valiente como lo fue tu padre"

Un día Pancracio volvió de la escuela muy golpeado pero muy contento. La mamá le preguntó la causa de aquellas heridas y de la alegría que mostraba, y el jovencito le respondió:

"Es que en la escuela me declaré seguidor de Jesucristo y todos esos paganos me golpearon para que abandonara mi religión. Pero yo deseo que de mí se pueda decir lo que el Libro Santo afirma de los apóstoles:

'En su corazón había una gran alegría, por haber podido sufrir humillaciones por amor a Jesucristo'" (Hechos 6,41)

Al oír esto la buena mamá tomó en sus manos el relicario con la sangre del padre martirizado, y colgándolo al cuello de su hijo exclamó emocionada:

"Muy bien: ya eres digno seguidor de tu valiente padre"

Como Pancracio continuaba afirmando que él creía en la divinidad de Cristo y que deseaba ser siempre su seguidor y amigo, las autoridades paganas lo llevaron a la cárcel y lo condenaron y decretaron pena de muerte contra él. Cuando lo llevaban hacia el sitio de su martirio (en la vía Aurelia, a dos kilómetros de Roma) varios enviados del gobierno llegaron a ofrecerle grandes premios y muchas ayudas para el futuro si dejaba de decir que Cristo es Dios. 

El valiente joven proclamó con toda la valentía que él quería ser creyente en Cristo hasta el último momento de su vida. Entonces para obligarlo a desistir de sus creencias empezaron a azotarlo ferozmente mientras lo llevaban hacia el lugar donde lo iban a martirizar, pero mientras más lo azotaban, más fuertemente proclamaba él:

"Que Jesús es el Redentor del mundo"

Varias personas al contemplar este maravilloso ejemplo de valentía se convirtieron al cristianismo. Al llegar al sitio determinado, Pancracio dio las gracias a los verdugos porque le permitían ir tan pronto a encontrarse con Nuestro Señor Jesucristo, en el cielo, e invitó a todos los allí presentes a creer siempre en Jesucristo a pesar de todas las contrariedades y de todos los peligros. De muy buena voluntad se arrodilló y colocó su cabeza en el sitio donde iba a recibir el hachazo del verdugo y más parecía sentirse contento que temeroso al ofrecer su sangre y su vida por proclamar su fidelidad a la verdadera religión.

Allí en Roma se levantó un templo en honor de San Pancracio y por muchos siglos las muchedumbres han ido a venerar y admirar en ese templo el glorioso ejemplo de un valeroso muchacho de 14 años, que supo ofrecer su sangre y su vida por demostrar su fe en Dios y su amor por Jesucristo.


San Pancracio: ruégale a Dios
por nuestra juventud
que tiene tantos peligros
de perder su fe  y sus buenas costumbres.


Fuente - Texto tomado de EWTN:

El Padre Nuestro en Misa: ¿nos tomamos las manos? ¿las alzamos?



Estas prácticas no están explícitamente prohibidas en el misal pero tampoco corresponden a una sana Liturgia.

La práctica de tomarse de las manos a la hora de rezar el Padrenuestro viene del mundo protestante. La razón es que los protestantes, al no tener la Presencia Real de Cristo, es decir, al no tener una comunión real y válida que los una entre sí y con Dios, apelan al gesto de tomarse de la mano como momento de comunión en la oración comunitaria.

Nosotros en la misa tenemos dos momentos importantes: la Consagración y la Comunión. Allí –en la misa- es donde está nuestra unidad, allí es donde nos unimos a Cristo y en Cristo por el sacerdocio común de los fieles; y lo de cogerse la mano es obviamente una distracción de eso. Los católicos nos unimos en la Comunión, no cuando nos cogemos de la mano.

No hay nada en la Instrucción General del Misal Romano que indique que la práctica de cogerse las manos tenga que hacerse. En la misa cada gesto es regulado por la Iglesia y sus rúbricas.

Es por esto que tenemos partes particulares de la misa en las que nos arrodillamos, partes en las que nos levantamos, partes en las que nos sentamos, etc., y no hay mención alguna en las rúbricas que hable de que nos tengamos que coger de la mano al rezar el Padrenuestro.

Por tanto evítese esta práctica durante la celebración de la misa. Ahora bien, si alguien quiere hacerlo lo haga (a modo de excepción) con alguien de absoluta confianza, sin forzar a nadie, sin incomodar a nadie y sin ánimo de que ésta práctica se convierta en norma litúrgica para todos.

Hay que tener en cuenta que no todo el mundo quiere coger la mano al vecino, y tratar de imponerlo resulta un momento incómodo en detrimento de la oración, de la piedad y del recogimiento.

Otra cosa muy diferente es la oración comunitaria fuera de la misa; cuando se reza fuera de la misa no habría oposición alguna si se coge de la mano a alguien pues es un gesto muy emotivo y simbólico.

Ésta, como otras actitudes, no es otra cosa que la exaltación del sentimiento. El estar en comunión con alguien no está tanto en coger a alguien de la mano al rezar el Padrenuestro, sino más bien en el hecho de estar confesado, en el hecho de estar en estado de gracia, y, sobre todo, en el estar preparado para la Eucaristía.

Si el gesto de tomarse de la mano fuera necesario o importante o conveniente para toda la Iglesia, los obispos o las conferencias episcopales ya hubieran mandado desde hace mucho tiempo una petición a Roma para que se implantara esta práctica. No lo han hecho ni creo que lo hagan nunca.

Otra cosa que se ve mucho cuando se reza el Padrenuestro es que la gente levante las manos como hace el sacerdote, lo cual tampoco está bien porque no corresponde a los laicos durante la misa hacer los gestos reservados para el sacerdote, como tampoco pronunciar las palabras u oraciones del sacerdote confundiendo el sacerdocio común con el sacrificio ministerial.

Sólo los sacerdotes extienden sus manos y lo mejor es que los fieles permanezcan u oren con las manos juntas pues la fe interior es lo que cuenta, es lo que Dios ve.

Los gestos externos en la santa misa por parte de los sacerdotes son para que los fieles –en primer lugar vean que el sacerdote es el hombre designado que intercede por ellos.

El extender los brazos en la oración era ya habitual en la Iglesia primitiva pero en el contexto de un círculo de oración, o en la oración en privado o en otro encuentro no litúrgico.

Los gestos en misa son precisos tanto en el sacerdote como para los fieles; cada uno hace lo suyo y los fieles no deben copiar los de los sacerdotes. Los gestos de los fieles en misa, son sus respuestas, su canto, sus posiciones.

Tanto coger de la mano a alguien como alzar la mano al rezar el Padrenuestro son, en los fieles, unas práctica no litúrgicas, que si bien no están explícitamente prohibidas en el misal tampoco corresponden a una sana Liturgia. 

Los fieles no deben repetir ni con palabras ni con acciones lo que diga y haga el sacerdote cuya función es presidir la asamblea litúrgica.


Fuente - Texto tomado de ES.ALETEIA.ORG:
https://es.aleteia.org/2014/12/28/el-padrenuestro-en-misa-nos-tomamos-las-manos-las-alzamos/