domingo, 10 de mayo de 2020

Novena a Nuestra Señora de Fátima - Día Octavo - Mayo 11 de 2020

María, Reina del Rosario




Comenzar con el ofrecimiento
y la oración preparatoria

Ofrecimiento para todos los días


¡Dios Mío! Yo creo, adoro, espero y os amo. Os pido perdón por los que no creen, no adoran, no esperan y no os aman.

¡Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo!, yo os adoro profundamente y os ofrezco el preciosísimo cuerpo, sangre, alma y divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, presente en todos los tabernáculos del mundo, en reparación por los ultrajes con que Él es ofendido; y por los méritos infinitos de su Santísimo Corazón e intercesión del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pecadores.




Oración Preparatoria


Oh Santísima Virgen María, Reina del Rosario y Madre de misericordia, que te dignaste manifestar en Fátima la ternura de vuestro Inmaculado Corazón trayéndonos mensajes de salvación y de paz, confiados en vuestra misericordia maternal y agradecidos por las bondades de vuestro amantísimo Corazón, venimos a vuestras plantas para rendiros el tributo de nuestra veneración y amor. Concédenos las gracias que necesitamos para cumplir fielmente vuestro mensaje de amor, y la que os pedimos en esta Novena, si ha de ser para mayor gloria de Dios, honra vuestra y provecho de nuestras almas. Así sea.





¡Oh Santísima Virgen María!, que en vuestra última aparición te diste a conocer como la Reina del Santísimo Rosario, y en todas ellas recomendaste el rezo de esta devoción como el remedio más seguro y eficaz para todos los males y calamidades que nos afligen, tanto del alma como del cuerpo, tanto públicas como privadas.

Infunde en nuestras almas una profunda estima de los misterios de nuestra Redención que se conmemoran en el rezo del rosario, para así vivir siempre de sus frutos. Concédenos la gracia de ser siempre fieles a la práctica de rezarlo diariamente para honrarte, acompañando vuestros gozos, dolores y glorias, y así merecer vuestra maternal protección y asistencia en todos los momentos de la vida, y especialmente en la hora de la muerte.



Meditar
y rezar la Oración Final

Oración Final


¡Oh Dios, cuyo Unigénito, con su vida, muerte y resurrección, nos mereció el premio de la salvación eterna! Os suplicamos nos concedas que, meditando los misterios del Santísimo Rosario de la Bienaventurada Virgen María, imitemos los ejemplos que nos enseñan y alcancemos el premio que prometen. Por el mismo Jesucristo nuestro Señor. Amén.


Texto tomado del Libro "Novena a Nuestra Señora de Fátima" - Caballeros de la Virgen

Santo Job - Patriarca - Modelo de Paciencia - Fiesta Mayo 10




Patriarca


Se llama patriarca a un antiquísimo jefe religioso de Israel. Así por ejemplo fueron Patriarcas: Noé, Abraham, Jacob, Isaac, etc.

Job ha sido considerado durante muchos siglos como el mejor modelo de paciencia, antes de Jesucristo. El profeta Jeremías afirma que la tierra donde Job nació y vivió (al suroriente del Jordán) era considerada como región de grandes sabios y profundos pensadores.

La S. Biblia narra de la siguiente manera los hechos de Job:

"Había en la región de Us (al suroriente de Palestina) un hombre de muy buen comportamiento, que se apartaba del mal y temía mucho ofender a Dios. Tenía siete hijos y tres hijas. Era inmensamente rico. Tenía 7.000 ovejas, 3.000 camellos, 500 pares de bueyes, 500 asnas, y muchísimos obreros. Era el más rico de toda la región. De vez en cuando ofrecía sacrificios de animales a Dios, para pedirle perdón por los pecados de sus hijos, porque se decía: 

"¡Quien sabe si alguno de mis hijos haya disgustado al Señor con algún pecado!"

Un día se reunió Dios en el cielo con sus ángeles y les dijo:

"¿Han visto a mi amigo Job? No hay nadie en la tierra tan bueno como él. ¡Tiene gran temor de ofenderme y se aparta del mal!"

Pero Satanás llegó y dijo a Dios:

"Es que has tratado demasiado bien a Job. Le concediste enorme cantidad de animales, y de personas. Así cualquiera se porta bien. Pero permítele que se le acaben sus riquezas, y verás como se portará de mal!"

Y Dios le dijo a Satanás:

"Le concedo permiso para que lo ataque en sus bienes, en sus animales y personas que le sirven. Pero cuidado ¡A él no lo vaya a tocar!"



Y un día en que sus siete hijos y sus tres hijas estaban celebrando un almuerzo en casa del hijo mayor, llegó corriendo un mensajero a decirle a Job: 

"Sus bueyes estaban arando, y sus asnas estaban pastando en el potrero y llegaron los guerrilleros y mataron a los trabajadores y se robaron todos los animales. Solamente yo logré huir para traerle la noticia"

Todavía estaba el otro hablando cuando llegó un segundo obrero y le dijo: 

"Cayeron rayos del cielo y mataron a todas sus ovejas y a sus pastores. Solamente yo logré salir huyendo para traerle la noticia"

Aún estaba hablando el anterior cuando llegó otro que le dijo:

"Los enemigos del país vecino se dividieron en tres escuadrones y atacaron los camellos, mataron a los arrieros, y se llevaron todos los animales. Únicamente yo logré huir para venir a contarle la noticia"

No había terminado el otro de hablar cuando llegó un cuarto mensajero a decirle:

"Sus siete hijos y sus tres hijas estaban almorzando en casa del hijo mayor y se cayó el techo y los mató a todos"

Job se levantó, rasgó sus vestiduras en señal de tristeza; se rapó la cabeza en señal de duelo y exclamó:

"Desnudo salí del vientre de mi madre. Sin nada volveré al sepulcro. Dios me lo dio, Dios me lo quitó. Bendito sea Dios"

Y en todo esto no pecó Job, ni dijo ninguna palabra contra Dios que había permitido que le sucedieran tantas desgracias.





Se volvió Dios a reunir con sus ángeles en el cielo y les dijo:

"¿Se han fijado en mi amigo Job? No hay ninguno tan santo como él en la tierra. Tiene gran temor de ofenderme y se aparta siempre del mal. ¡Y aunque he permitido que le sucedan tantos sufrimientos, no se aparta de mi amistad!"

Pero llegó Satanás y le dijo:

"Sí, se conserva así porque goza de buena salud. ¡Pero permíteme quitarle la salud y verás que ahora sí maldice y se porta mal!"

Y Dios le dijo:

"Puede quitarle la salud. ¡Pero cuidado: respétale la vida!"

Y a Job le llegó una enfermedad en la piel, y se volvió una sola llaga desde la cabeza hasta los pies. Tuvo que ir a sentarse junto a un basurero, y con un pedazo de teja se rascaba, y vivía entre la basura. Y hasta su mujer lo despreciaba y le decía:

"¡Maldiga su suerte y muérase!"

Pero Job le respondió:

"Si aceptamos de Dios los bienes, ¿por qué no vamos a aceptar los males que Él permita que nos sucedan?"

Y en todo esto no pecó Job con sus labios o sus palabras. Y eran tales sus angustias y los desprecios que le hacían, que cuando amanecía exclamaba:

"¿Cuándo anochecerá para que no me desprecien ni se burlen más de mí?"

Y cuando anochecía decía:

"¿Cuándo amanecerá para que no me atormenten más las pesadillas y espantos?"

Y todo esto le sucedía, siendo él tan santo. Al saber tan tristes noticias, llegaron tres amigos desde diversos sitios, a consolarlo. Y al verlo tan acabado, lanzaron gritos de angustia, rasgaron sus vestiduras en señal de dolor, se echaron polvo en la cabeza como penitencia, y se quedaron siete días, sentados en el suelo, sin decir palabra, llenos de dolor.




Y después los tres amigos empezaron un diálogo en verso, diciendo cada uno a qué se debían probablemente aquellos infortunios tan terribles del pobre Job. Y sacaron como consecuencia final que probablemente él había sido muy pecador y que por eso era que estaba disgustado Dios. Job respondió con fuertes exclamaciones que esa no era la causa de sus desgracias. Que él se había esmerado durante toda su vida por comportarse de una manera que le fuera agradable a Dios. Que había compartido sus bienes con los pobres. Que su deseo de mantenerse puro era tan sincero que había hecho un pacto con sus ojos para no mirar a mujeres jóvenes. Y decía:

"Estoy cierto que un día, con estos ojos veré a mi Dios"

En un momento de emoción Job llega a decirle a Dios que a él le parece que Nuestro Señor ha exagerado en el modo de hacerle sufrir. Que siendo Dios tan poderoso por qué se venga de un pobrecito tan miserable como él. Y entonces interviene Dios y le contesta fuertemente a Job que la criatura no tiene por qué pedirle cuentas al Creador, y empieza la voz de Dios a hacer una descripción maravillosamente poética de los seres que Él ha creado.

"¿Cuando yo hice el universo dónde estabas tú? ¿Cuando hice el mar y los animales que lo llenan, por dónde andabas a esa hora?". Y luego Dios va describiendo la imponencia del cocodrilo y del rinoceronte, y las astucias de los animales salvajes, y le pregunta a Job: "Cuando yo hice a todos estos animales, dónde estabas tú, para que ahora me vengas a pedir cuenta de lo que Yo hago? ¿Quién es éste que se atreve a discutirme?"

Job se da cuenta de que hizo mal en ponerse a pedirle cuentas a Dios y le dice humildemente:

"Señor: me he puesto a hablar lo que no debía decir. Retracto mis palabras. Me arrepiento de lo que he dicho al protestar. Te pido perdón humildemente, mi Señor"

Entonces Dios volvió a hablar con voz amable, y dijo a los amigos de Job:

"Ofrézcanme un sacrificio para pedirme perdón por lo que dijeron contra mi amigo Job. Y por las oraciones de él, Yo los perdono"

Luego Dios le concedió a Job el doble de bienes de los que antes había tenido. Vinieron todos sus familiares cercanos y lejanos y cada uno le trajo un regalo y una barra de plata, y un anillo de oro y celebraron un gran banquete en su honor.




Y Dios bendijo otra vez a Job y le concedió 14.000 ovejas, 6.000 camellos, 1.000 pares de bueyes, y 1.000 asnas. Se casó de nuevo y tuvo siete hijos y tres hijas. Y sus hijas fueron las mujeres más bellas de su tiempo. Y Dios le concedió a Job una larga vida. Vivió hasta los 140 años. Y conoció a los nietos, a los biznietos y a los tataranietos. Y murió en feliz ancianidad y lleno de alegría y paz.


Fuente - Texto tomado de ES.CATHOLIC.NET:

Santa Misa - V Domingo de Pascua - Mayo 10 de 2020










Debido a la emergencia mundial por la pandemia del coronavirus, por la cuarentena obligatoria en la cual nos encontramos sometidos, y al lamentable cierre de los templos católicos en todo el mundo, me permito compartir con ustedes el video de la Santa Misa, que corresponde al V Domingo de Pascua (Mayo 10 de 2020).


Unámonos todos como Iglesia Militante y Peregrina, y asistamos virtualmente a la Santa Misa, junto a Jesús en su Calvario, con profunda fe y recogimiento.


Elevemos a Dios nuestras oraciones y peticiones personales, también por las de nuestros familiares, amigos y el mundo entero.


Igualmente, pidamos perdón por nuestros pecados, procuremos la conversión de nuestras vidas, y cuando la Iglesia Católica lo permita y abra nuevamente las puertas de los templos, busquemos a Dios a través del Sacramento de la Reconciliación "Penitencia o Confesión", y recibamos la gracia de su perdón y su amoroso abrazo de Padre, que recibe a sus hijos pródigos que regresan a Él, ÚNICO PADRE que sí nos ama verdaderamente.


Recordemos lo más sublime: recibir en estado de gracia al Señor Dios en su Presencia Real, en el Santísimo Sacramento de la Eucaristía (Hostia Consagrada), en la totalidad de su Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, en el santísimo sacrificio incongruento, como memorial de la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesucristo.


COMUNIÓN ESPIRITUAL


Creo, Jesús mío, 
que estás real 
y verdaderamente en el cielo 
y en el Santísimo Sacramento
del Altar.


Os amo sobre todas las cosas 
y deseo vivamente recibirte 
dentro de mi alma, 
pero no pudiendo hacerlo 
ahora sacramentalmente, 
venid al menos 
espiritualmente a mi corazón. 
Y como si ya os hubiese recibido, 
os abrazo y me uno del todo a Ti.


Señor, no permitas que jamás
me aparte de Ti.
Amén


Dios nos colme de abundantes bendiciones a todos, la Santísima Virgen María interceda por nosotros, y San José, protector de la Iglesia Católica Universal, defienda a la Iglesia Santa de Dios de las asechanzas del demonio y de todos sus enemigos, además de toda adversidad.


Muchas gracias a todos ustedes por su gentil atención.



Video tomado de YOUTUBE:

¿Existe el Infierno? La verdad revelada: auténtico peligro mortal y eterno




¿Por qué hablar del infierno? 


Porque nos lo piden los papas Juan Pablo II y Benedicto XVI.

Si hay un peligro mortal ante nosotros, el amor exige que quienes lo saben alerten a todos cuanto antes. El infierno es no sólo un peligro mortal sino también eterno. Es en realidad la desgracia total y definitiva que nos puede ocurrir.

“El que desprecia el infierno o lo olvida, no escapará de él”: San Juan Crisóstomo

Dios es amor




"(Dios) quiere que nadie perezca, sino que todos lleguen a la conversión" (2 P. 3,9). Por ese amor infinito envió a su único Hijo, Quien se hizo hombre y murió por nuestra salvación. Pero si no nos convertimos a Él en el tiempo limitado que tenemos en la tierra, si nos obstinamos en seguir viviendo en pecado mortal, entonces iremos al infierno. No podremos culpar a Dios. Él ya lo hizo, nos abrió las puertas del cielo, pero no nos forzará a entrar.

Los que niegan el infierno no conocen la Palabra de Dios. Se dejan llevar por un mundo que se burla u opta por ignorar las realidades más importantes. Pero les ocurrirá como a los compatriotas de Noé que se reían mientras él construía el arca para sobrevivir el diluvio. Todos los que se burlan también morirán y no podrán escapar la realidad.


El temor al infierno






Los cristianos no debemos basar nuestra buena conducta en miedo del infierno sino en el amor a Dios. Pero es saludable recordar que hay un justo castigo. El temor nos ayuda a evitar aquello que nos causa daño. En momentos de ceguera y debilidad, cuando la tempestad de la tentación es recia, pensar en el infierno es saludable y provechoso, como también debemos pensar en el amor de Dios. El cristiano debe reconocer la realidad. El temor es parte de la realidad humana que debemos saber integrar sanamente en nuestra persona. Ignorar una realidad que tememos sólo logra postergarla hasta que ésta ya no se pueda esconder y entonces nos invade y domina. 


Jesucristo habló claramente
del infierno
En el Nuevo Testamento se le llama "gehenna"






Mateo 5:22. "Pues yo os digo: todo aquel que se encolerice contra su hermano, será reo ante el tribunal; pero el que llame a su hermano 'imbécil', será reo ante el Sanedrín; y el que le llame 'renegado', será reo de la gehenna de fuego".


Mateo 5:29. "Si, pues, tu ojo derecho te es ocasión de pecado, sácatelo y arrójalo de ti; más te conviene que se pierda uno de tus miembros, que no que todo tu cuerpo sea arrojado a la gehenna".


Mateo 10:28. "Y no temáis a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma; temed más bien a Aquel que puede llevar a la perdición alma y cuerpo en la gehenna".




Mateo 23:33. "¡Serpientes, raza de víboras! ¿Cómo vais a escapar a la condenación de la gehenna?"


Santiago 3:6. "Y la lengua es fuego, es un mundo de iniquidad; la lengua, que es uno de nuestros miembros, contamina todo el cuerpo y, encendida por la gehenna, prende fuego a la rueda de la vida desde sus comienzos". 


Von Balthasar y Addrienne Von Speyr describieron el infierno como el estado del hombre que experimenta una terrible e infinita soledad y falta de felicidad por haberse separado de Dios.


El Catecismo de la Iglesia Católica


1033 Salvo que elijamos libremente amarle no podemos estar unidos con Dios. Pero no podemos amar a Dios si pecamos gravemente contra Él, contra nuestro prójimo o contra nosotros mismos:

"Quien no ama permanece en la muerte. Todo el que aborrece a su hermano es un asesino; y sabéis que ningún asesino tiene vida eterna permanente en él" (1 Jn 3,15).

Nuestro Señor nos advierte que estaremos separados de Él si omitimos socorrer las necesidades graves de los pobres y de los pequeños que son sus hermanos. (cf. Mt 25, 31-46).

Morir en pecado mortal sin estar arrepentido ni acoger el amor misericordioso de Dios, significa permanecer separados de Él para siempre por nuestra propia y libre elección. Este estado de autoexclusión definitiva de la comunión con Dios y con los bienaventurados es lo que se designa con la palabra "infierno".






1034 Jesús habla con frecuencia de la "gehenna" y del "fuego que nunca se apaga" (cf. Mt. 5, 22.29; 13, 42.50; Mc. 9, 43-48) reservado a los que, hasta el fin de su vida rehúsan creer y convertirse, y donde se puede perder a la vez el alma y el cuerpo (cf Mt 10, 28).






Jesús anuncia en términos graves que "enviará a sus ángeles que recogerán a todos los autores de iniquidad..., y los arrojarán al horno ardiendo" (Mt. 13, 41-42), y que pronunciará la condenación: "¡Alejaos de mí, malditos al fuego eterno!" (Mt. 25, 41).

1035 La enseñanza de la Iglesia afirma la existencia del infierno y su eternidad. Las almas de los que mueren en estado de pecado mortal descienden a los infiernos inmediatamente después de la muerte y allí sufren las penas del infierno, "el fuego eterno" (cf DS 76; 409; 411; 80 1; 858; 1002; 135 1; 1575; SPF 12). La pena principal del infierno consiste en la separación eterna de Dios en quien únicamente puede tener el hombre la vida y la felicidad para las que ha sido creado y a las que aspira.

1036 Las afirmaciones de la Escritura y las enseñanzas de la Iglesia a propósito del infierno son un llamamiento a la responsabilidad con la que el hombre debe usar de su libertad en relación con su destino eterno. Constituyen al mismo tiempo un llamamiento apremiante a la conversión: 






"Entrad por la puerta estrecha; porque ancha es la puerta y espacioso el camino que lleva a la perdición, y son muchos los que entran por ella; mas ¡qué estrecha la puerta y qué angosto el camino que lleva a la Vida!; y pocos son los que la encuentran"(Mt 7, 13-14).

Como no sabemos ni el día ni la hora, es necesario, según el consejo del Señor, estar continuamente en vela. Así, terminada la única carrera que es nuestra vida en la tierra, mereceremos entrar con Él en la boda y ser contados entre los santos y no nos mandarán ir, como siervos malos y perezosos, al fuego eterno, a las tinieblas exteriores, donde "habrá llanto y rechinar de dientes" (LG 48).

1037 Dios no predestina a nadie a ir al infierno (cf DS 397; 1567); para que eso suceda es necesaria una aversión voluntaria a Dios (un pecado mortal), y persistir en él hasta el final. En la liturgia eucarística y en las plegarias diarias de los fieles, la Iglesia implora la misericordia de Dios, que "quiere que nadie perezca, sino que todos lleguen a la conversión" (2 P. 3:9).


Visión del infierno de Santa
Faustina Kowalska, según lo escribió en su diario:





"Hoy, fui llevada por un ángel a las profundidades del infierno. Es un lugar de gran tortura; ¡qué imponentemente grande y extenso es!


Los tipos de torturas que vi:

  1. La primera que constituye el infierno es la pérdida de Dios;
  2. La segunda es el eterno remordimiento de conciencia;
  3. La tercera es que la condición de uno nunca cambiará; (160)
  4. La cuarta es el fuego que penetra el alma sin destruirla; es un sufrimiento terrible, ya que es un fuego completamente espiritual, encendido por el enojo de Dios;
  5. La quinta tortura es la continua oscuridad y un terrible olor sofocante y, a pesar de la oscuridad, los demonios y las almas de los condenados se ven unos a otros y ven todo el mal, el propio y el del resto;
  6. La sexta tortura es la compañía constante de Satanás;
  7. La séptima es la horrible desesperación, el odio de Dios, las palabras viles, maldiciones y blasfemias.

Éstas son las torturas sufridas por todos los condenados juntos, pero ése no es el extremo de los sufrimientos.


Hay torturas especiales destinadas para las almas particulares:


Éstos son los tormentos de los sentidos. Cada alma padece sufrimientos terribles e indescriptibles, relacionados con la forma en que ha pecado. Hay cavernas y hoyos de tortura donde una forma de agonía difiere de otra. Yo me habría muerto ante la visión de estas torturas si la omnipotencia de Dios no me hubiera sostenido. 





Debe el pecador saber que será torturado por toda la eternidad, en esos sentidos que suele usar para pecar. (161) Estoy escribiendo ésto por orden de Dios, para que ninguna alma pueda encontrar una excusa diciendo que no hay ningún infierno, o que nadie ha estado allí, y que por lo tanto nadie puede decir cómo es. Yo, Sor Faustina, por orden de Dios, he visitado los abismos del infierno para que pudiera hablar a las almas sobre él y para testificar sobre su existencia. No puedo hablar ahora sobre él; pero he recibido una orden de Dios de dejarlo por escrito. Los demonios estaban llenos de odio hacia mí, pero tuvieron que obedecerme por orden de Dios. Lo que he escrito es una sombra pálida de las cosas que vi.


Pero noté una cosa:


Que la mayoría de las almas que están allí son de aquéllos que descreyeron que hay un infierno. Cuando regresé, apenas podía recuperarme del miedo. ¡Cuán terriblemente sufren las almas allí! Por consiguiente, oro aún más fervorosamente por la conversión de los pecadores. Suplico continuamente por la misericordia de Dios sobre ellos.


"Oh mi Jesús, preferiría estar en agonía
hasta el fin del mundo,
entre los mayores sufrimientos, 
antes que ofenderte con el
menor de los pecados"


¿Cómo se entiende la ausencia
de Dios en el infierno
si Dios está en todas partes?






El infierno no ocurre por la ausencia de Dios, sino porque el hombre se autoexcluye definitivamente de la comunión con Dios. 

Dios sostiene en vida a todos los condenados. Sin Dios nada puede existir.





Dios está en todas partes pero no es amado en todas partes. El infierno no es por ausencia de Dios sino por la falta de comunión con Él.


Fuente - Texto tomado de CORAZONES.ORG:

Lectura del Santo Evangelio Según San Juan 14, 1-12

JESUS ES EL CAMINO

1. No se turbe vuestro corazón. Pues creéis en Dios, creed también en Mi.

2. En la casa de mi Padre hay muchas habitaciones; que si no fuese así, os lo hubiera Yo dicho. Yo voy a preparar lugar para vosotros.

3. Y cuando habré ido, y os habré preparado lugar, vendré otra vez, y os llevaré conmigo, para que donde Yo estoy, estéis también vosotros. 

4. Que ya sabéis adónde voy, y sabéis así mismo el camino.

5. Dícele Tomás:


"Señor, no sabemos adónde vas; pues ¿cómo podemos saber el camino?"

6. Respóndele Jesús:






"Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre sino por Mí".

7. Si me hubieseis conocido a Mí, hubierais sin duda conocido también a mi Padre; pero le conoceréis luego, y ya le habéis visto en cierto modo".

8. Dícele Felipe:


"Señor, muéstranos al Padre, y eso nos basta".

9. Jesús le responde:


"Tanto tiempo ha que estoy con vosotros, ¿y aún no me habéis conocido? Felipe, quien me ve a Mí, ve también al Padre. ¿Pues cómo dices tú: Muéstranos al Padre?

10. ¿No creéis que Yo estoy en el Padre y que el Padre está en Mí? Las palabras que Yo os hablo, no las hablo de Mí mismo. El Padre que está en Mí, Él mismo hace conmigo las obras que Yo hago.




11. ¿Cómo no creéis que Yo estoy en el Padre, y que el Padre está en Mí?

12. Creedlo a lo menos por las obras que Yo hago. En verdad, en verdad os digo, que quien cree en Mí, ése hará también las obras que Yo hago, y las hará todavía mayores; por cuanto Yo me voy al Padre".

Palabra de Dios
Gloria a Ti, Señor Jesús