miércoles, 1 de enero de 2020

Las previsiones de la Biblia para el año 2020: Amor - Salud - Viajes... ¿qué nos dice la Sagrada Escritura?



ALETEIA TEAM - 1 de enero de 2018




Al principio de cada nuevo año pasa siempre lo mismo: en la TV, en los periódicos, en la radio somos literalmente inundados por las previsiones de astrólogos y adivinos. Pero dado que la única verdadera profecía está contenida en la Biblia, hemos decidido ofreceros las previsiones de la Sagrada Escritura para este nuevo año.

Si habéis nacido entre el 1 de enero y el 31 de diciembre, entonces estáis bajo la influencia de la “gracia de Dios, portadora de salvación para todos los hombres” (Tito 2, 11).

Fortuna: La estrella de la mañana es Jesucristo, ya que “gracias a la bondad misericordiosa de nuestro Dios, […] nos visitará el sol que nace de lo alto” (Lucas 1,78).

Amor: Vuestra felicidad reside en ser amados por Dios y en amarlo a vuestra vez, pues “ni lo presente ni lo futuro, ni la altura ni la profundidad, ni otra criatura alguna nos podrá separar jamás del amor de Dios, manifestado en Cristo Jesús, Señor nuestro” (Romanos 8,39).

Vacaciones: “El Señor vela sobre ti, cuando entras y cuando sales, ahora y por siempre” (Salmo 121,8).

Salud: “Cierta es esta palabra: Si morimos con él, viviremos con él” (2 Timoteo 2,11); “No os angustiéis por nada, pero en toda necesidad exponed a Dios vuestras peticiones, con oraciones, súplicas y acciones de gracias” (Filipenses 4,6).

Dinero: “Mi Dios, a su vez, colmará todas vuestras necesidades según su riqueza, con magnificencia en Cristo Jesús” (Filipenses 4,19), “pues he aprendido a bastarme a mí mismo en toda ocasión” (Filipenses 4,11).

Actualidad: “Oiréis hablar de guerras y rumores de guerras. Mirad no os alarméis; es necesario que todo esto suceda, pero no es aún el fin” (Mateo 24,6); “Mientras tanto se anunciará el evangelio del reino a todo el mundo, para que sea dado testimonio a todos los pueblos; y entonces vendrá el fin” (Mateo 24,14).

Imprevistos: “Por lo demás, sabemos que todo concurre al bien de los que aman a Dios, los que han sido llamados según sus designios” (Romanos 8,28); “¿Qué diremos por tanto al respecto? Si Dios está con nosotros, ¿quién estará contra nosotros?” (Romanos 8,31).

Estas enseñanzas no están ligadas a influencia lunar alguna. Hacedlas vuestras siempre, en cualquier lugar y situación.

¡Id y vivid con la paz y la alegría del Señor!

Por padre Antonio Feghali

Fuente - Texto tomado de ES.ALETEIA.ORG:
https://es.aleteia.org/2018/01/01/las-previsiones-de-la-biblia-para-el-ano-2017/

Oración para comenzar un nuevo año



Comienza un nuevo año.
Lo pongo en tus manos, Señor.

Tú, Padre amoroso,
que velas por mí y estás por encima
de los límites del tiempo y del espacio,
sabes lo que necesitaré
en este año que inicia.

Me abandono a tu misericordia,
a tu providencia.
Que sea lo que Tú dispongas, Señor.

Aumenta mi fe,
que sea capaz de descubrir
tu presencia a mi lado.

No permitas que nada
me separe de Ti.

Dame fortaleza
y perseverancia en las pruebas,
y ayúdame cada día a recordar
que nunca sucederá nada
que Tú y yo juntos,
no podamos superar.

Líbrame de la indiferencia.
Hazme sensible
a las necesidades de los demás,
y muéveme no sólo a orar,
a interceder por ellos,
sino a realizar acciones concretas
en beneficio suyo.

Ayúdame a no ser avaro
ni desperdiciado
con mi tiempo, con mis dones.

Enséñame a darme a los demás,
a comprender que sólo vale la pena
lo que se hace por los demás.

Enséñame a salir de mí mismo
para ir al encuentro
de mis hermanos,
sin prejuicios, sin retórica.

Simplemente como Tú,
con la mano extendida
y el corazón abierto.

Pero líbrame de la vanidad,
de creerme bueno,
de sentirme satisfecho.

No dejes que me paralice la inercia,
el orgullo, la complacencia.
No dejes de inquietarme,
de ponerme en movimiento,
de lanzarme contigo a construir
tu reino de paz, amor y justicia.

Enséñame a mantenerme
sencillo y alegre,
a ser verdaderamente
testigo tuyo en mi mundo.

Ayúdame a desprenderme de todo
lo que me estorba para seguirte,
líbrame de lo que me hace tropezar,
de lo que me pesa: de mis rencores,
mis egoísmos, mis orgullos,
mis miserias, mis apegos.

Enséñame a ser paciente,
comprensivo, dulce,
a perdonar a los otros,
a acogerlos en mi corazón.

Enséñame a amar como amas Tú.
Quiero descubrirte en cada día
de este año que empieza,
y ayudar a que otros
te descubran también.

Señor, que cuando me busquen a mí,
te encuentren siempre a Ti.

Amén.


Fuente - Texto tomado de OBLATOS.COM:

Lectura del Santo Evangelio Según San Lucas 2, 16-21




16. Vinieron, pues, a toda prisa, y hallaron a María y a José y al Niño reclinado en el pesebre.

17. Y viéndole, se certificaron de cuanto se les había dicho de este niño.

18. Y todos los que supieron el suceso, se maravillaron, igualmente, de lo que los pastores les habían contado.




19. María, empero, conservaba todas estas cosas dentro de sí, ponderándolas en su corazón.




20. En fin, los pastores se volvieron, no cesando de alabar y glorificar a Dios por todas las cosas que habían oído y visto, según se les había anunciado por el ángel.






21. Llegado el día octavo en que debía ser circuncidado el niño, le fue puesto por nombre JESÚS, nombre que le puso el ángel antes que fuese concebido.


Palabra de Dios
Gloria a Ti, Señor Jesús

Solemnidad de Santa María - Madre de Dios - Fiesta Enero 1








La Solemnidad de Santa María, Madre de Dios, es la primer Fiesta Mariana que apareció en la Iglesia Occidental, su celebración se comenzó a dar en Roma hacia el siglo VI, probablemente junto con la dedicación (el 1° de enero), del templo Santa María Antigua en el Foro Romano, una de las primeras iglesias marianas de Roma.

La antigüedad de la celebración mariana se constata en las pinturas con el nombre de "María, Madre de Dios" (Theotókos), que han sido encontradas en las Catacumbas o antiquísimos subterráneos que están cavados debajo de la ciudad de Roma, donde se reunían los primeros cristianos para celebrar la Misa en tiempos de las persecuciones.

Más adelante, el rito romano celebraba el 1° de enero la octava de Navidad, conmemorando la circuncisión del Niño Jesús. Tras desaparecer la antigua fiesta mariana, en 1931, el Papa Pío XI, con ocasión del XV centenario del Concilio de Éfeso (431), instituyó la Fiesta Mariana para el 11 de octubre, en recuerdo de este Concilio, en el que se proclamó solemnemente a Santa María como verdadera Madre de Cristo, que es verdadero Hijo de Dios; pero en la última reforma del calendario (luego del Concilio Vaticano II), se trasladó la fiesta al 1° de enero, con la máxima categoría litúrgica, de solemnidad, y con título de Santa María, Madre de Dios.

De esta manera, esta Fiesta Mariana encuentra un marco litúrgico más adecuado en el tiempo de la Navidad del Señor; y al mismo tiempo, todos los católicos empezamos el año pidiendo la protección de la Santísima Virgen María.


El Concilio de Éfeso


En el año de 431, el hereje Nestorio se atrevió a decir que María no era Madre de Dios, afirmando: "¿Entonces Dios tiene una madre? Pues entonces no condenemos la mitología griega, que les atribuye una madre a los dioses". Ante ello, se reunieron los 200 obispos del mundo en Éfeso (la ciudad donde la Santísima Virgen pasó sus últimos años), e iluminados por el Espíritu Santo declararon:


"La Virgen María sí es Madre de Dios porque su Hijo, Cristo, es Dios"



Y acompañados por todo el gentío de la ciudad que los rodeaba portando antorchas encendidas, hicieron una gran procesión cantando:


"Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén"
Así mismo, San Cirilo de Alejandría resaltó:


"Se dirá: ¿La Virgen es madre de la divinidad? A eso respondemos: El Verbo Viviente, subsistente, fue engendrado por la misma substancia de Dios Padre, existe desde toda la eternidad... pero en el tiempo Él se hizo carne, por eso se puede decir que nació de mujer"
Madre del Niño Dios


"He aquí la Sierva del Señor,
hágase en Mí según Tu Palabra"






Es desde ese fiat, hágase que Santa María respondió firme y amorosamente al Plan de Dios; gracias a su entrega generosa, Dios mismo se pudo encarnar para traernos la Reconciliación, que nos libra de las heridas del pecado.

La doncella de Nazareth, la llena de gracia, al asumir en su vientre al Niño Jesús, la Segunda Persona de la Trinidad, la convierte en la Madre de Dios, dando todo de sí para Su Hijo; vemos pues que todo en Ella apunta a Su Hijo Jesús.

Es por ello, que María es modelo para todo cristiano que busca día a día alcanzar su santificación. En nuestra Madre Santa María encontramos la guía segura que nos introduce en la vida del Señor Jesús, ayúdándonos a conformarnos con Él y poder decir como el Apóstol "ya no soy yo quien vive, es Cristo quien vive en mí".


Oración a María,
Madre de los pecadores
San Alfonso M. de Ligorio






Madre mía amantísima, ¿cómo es posible que teniendo Madre tan santa sea yo tan malvado? ¿Una madre ardiendo en amor a Dios y yo apegado a las criaturas? ¿Una Madre tan rica en virtudes y yo tan pobre en merecimientos?

Madre mía amabilísima, no merezco ser tu hijo, pues me hice indigno por mi mala vida. Me conformo con que me aceptes por siervo; y para lograr serlo, aún el más humilde, estoy pronto a renunciar a todas las cosas. Con ésto me contento pero no me impidas poderte llamar Madre mía. Este nombre me consuela y enternece, y me recuerda mi obligación de amarte. Este nombre me obliga a confiar siempre en Ti.

Cuánto más me espantan mis pecados y el temor a la divina justicia, más me reconforta el pensar que Tú eres la Madre mía. Permíteme que te diga: Madre mía. Así te llamo y siempre así te llamaré.

Tú eres siempre, después de Dios, mi esperanza, mi refugio y mi amor en este valle de lágrimas. Así espero morir, confiando mi alma en tus santas manos y diciéndote:




Madre mía,
Madre mía María;
ayúdame
y ten piedad de mí.
Amén.





Fuente - Texto tomado de ACIPRENSA.COM:

Fuente - Texto tomado de ARQUIDIÓCESIS DE BOGOTÁ: