sábado, 30 de noviembre de 2019

Carta de Jesús en Navidad (invitación al cumpleaños del Niño Dios)





"Como sabrás nos acercamos nuevamente a la fecha de mi cumpleaños, todos los años se hace una gran fiesta en mi honor y creo que en este año sucederá lo mismo. En estos días la gente hace muchas compras, hay anuncios en la radio, en la televisión, y en todas partes no se habla de otra cosa, sino de lo poco que falta para que llegue ese día. La verdad, es agradable saber que, al menos un día del año algunas personas piensan un poco en mí.

Como tú sabes, hace muchos años empezaron a festejar mi cumpleaños. Al principio no parecían comprender y agradecer lo mucho que hice por ellos, pero hoy en día pocos saben para qué lo celebran, la gente se reúne y se divierte mucho pero no sabe de qué se trata. Recuerdo que el año pasado al llegar el día de mi cumpleaños, hicieron una gran fiesta en mi honor, había cosas muy deliciosas en la mesa, todo estaba decorado y recuerdo también que habían muchos regalos, ¿pero sabes una cosa? A mí ni siquiera me invitaron...

Yo era el invitado de honor y ni siquiera se acordaron de invitarme. La fiesta era para mí y cuando llegó el gran día me dejaron afuera, me cerraron la puerta... y yo quería compartir la mesa con ellos. La verdad no me sorprendió, porque en los últimos años todos me cierran la puerta.




Como no me invitaron, se me ocurrió entrar sin hacer ruido, entré y me quedé en el rincón, estaban todos bebiendo, había algunos ebrios contando chistes, carcajeándose, la estaban pasando en grande, para colmo llegó un viejo gordo vestido de rojo, de barba blanca y gritando jo-jo-jo-jo, parecía que había bebido de más; se dejó caer pesadamente en un sillón y todos los niños corrieron hacia él, diciendo: Santa Claus, Santa Claus y ¡como si la fiesta fuese en su honor!

Llegaron las doce de la noche y todos comenzaron a abrazarse, yo extendí mis brazos esperando que alguien me abrazara y ¿sabes? Nadie me abrazó... de repente todos empezaron a repartirse los regalos, uno a uno los fueron abriendo, hasta que se abrieron todos, me acerqué para ver si de casualidad había alguno para mí.




¿Qué sentirías si el día de tu cumpleaños se hicieran regalos unos a otros y a ti no te regalaran nada?

Comprendí entonces que yo sobraba en esa fiesta, salí sin hacer ruido, cerré la puerta y me retiré. Cada año que pasa es peor, la gente sólo se acuerda de la cena, de los regalos y de las fiestas, y de mí nadie se acuerda. Quisiera que esta Navidad me permitieras entrar en tu vida, quisiera que reconocieras que hace dos mil años vine a este mundo para dar mi vida por ti en la Cruz y de esa forma poder salvarte.




Hoy sólo quiero que tú creas ésto con todo tu corazón. Voy a contarte algo:

He pensado que como muchos no me invitaron a su fiesta, voy a hacer la mía propia, una fiesta grandiosa como la que jamás nadie se imaginó, una fiesta espectacular.

Todavía estoy haciendo los últimos arreglos, por lo que este año estoy enviando muchas invitaciones y en este día, hay una invitación para ti, sólo quiero que me digas si quieres asistir, te reservaré un lugar, y escribiré tu nombre con letras de oro en mi gran libro de invitados.

Prepárate porque cuando todo esté listo daré la gran fiesta.

Hasta pronto... Tu Amigo: Jesús

P.D. Anexo la invitación:


INVITACIÓN






Maria y José de Nazaret
invitan a usted y familia
a la fiesta del Cumpleaños
de su Hijo Jesús






Fecha: 25 de diciembre

Lugar: Tu Corazón

Los participantes a la fiesta de Cumpleaños de Nuestro Hijo, serán contemplados con un crédito infinito de gracias para todo el año, pudiendo recibir diariamente sin límite de horario ni de suma las bendiciones que necesiten.

Y más aún, recibirán el ciento por uno, si sus oraciones son por un hermano, que lo necesita.

Por favor confirmad vuestra presencia a través de la oración.

Agradecemos todo el esfuerzo que haréis por la preparación espiritual de la fiesta en honor de Nuestro Adorado Hijo.

Abrazos en todas sus almas,

María y José"


Fuente - Texto tomado de PERIODISTADIGITAL.COM:

Las increíbles historias de cinco grandes santos que lucharon cara a cara contra Satanás




Los santos, apoyados en Dios,
vencieron al demonio


Agosto 11 de 2015


El mundo espiritual es real y hay una batalla, aunque Satanás y sus demonios rara vez se revelan a la gente común, si atacaron a los Santos. El mundo espiritual es real y hay una batalla.

Aunque Satanás y sus demonios rara vez se revelan a la gente común, cuando se trata de aquellos que son fuertes en el Señor como los santos, los demonios a veces aparecen y hacen ataques abiertos. Por supuesto, Jesús ya ha vencido a Satanás y todas las fuerzas del mal de este mundo. Aunque Satanás continúa buscando almas para llevar al infierno, toda persona que permanece en Jesús no puede ser separada de Dios.

Así que no dejes que estas historias te asusten. Más bien, deja que estas historias sean recordatorios de que Satanás y sus tentaciones de pecado son reales, incluso si no lo ves, como estos santos lo hicieron.


1. San Antonio el Grande:
"El león rugía, 
con el deseo de atacar"




Fue un monje del desierto que vivió entre los siglos III y IV. Sabemos de San Antonio a partir de una biografía escrita por San Atanasio llamada “Vida de San Antonio”. Ésta dice que cuando la gente visitaba a San Antonio en su casa en el desierto, "oían tumultos, muchas voces, y sonidos que parecían del choque de las armas. Por la noche en la montaña aparecían bestias salvajes y el santo combatía contra ellas mediante la oración”.

En una ocasión, San Antonio decidió pasar una noche solo en una gran tumba. Un enorme grupo de demonios descendió sobre él y le atacó el cuerpo. “El diablo lo arañó y el dolor causado fue tan terrible, que le impidió levantarse del suelo y lo dejó sin habla. Afirmó que la tortura había sido tan excesiva, que no hay golpes infligidos por el hombre, que podrían alguna vez causar semejante tormento”.

Al día siguiente, un amigo que le llevaba suministros lo encontró y lo trajo a la aldea más cercana. Pero esa noche, él recuperó la conciencia y le pidió al amigo que lo llevara de nuevo a la tumba. Después de que su amigo lo encerró de nuevo en la tumba, San Antonio gritó:


"Aquí estoy yo, Antonio; yo no huyo de tus latigazos, ya que incluso si tú me infliges más dolor, nada me separará del amor de Cristo”

Los demonios regresaron, y así es como San Atanasio describe lo que sucedió después:

En la noche hicieron un estruendo tal, que la totalidad de ese lugar parecía ser sacudido por un terremoto y como si se rompieran las cuatro paredes de la vivienda, parecía que los demonios entraban a través de ellas, hechos semejantes a bestias y reptiles.

Y el lugar estuvo de repente lleno de formas de leones, osos, leopardos, toros, serpientes, víboras, escorpiones y lobos, y cada uno de ellos se movía de acuerdo a su naturaleza. El león estaba rugiendo, con el deseo de atacar, el toro parecía embestir con sus cuernos, la serpiente se arrastraba buscando un punto de ataque y el lobo gruñía rodeándolo por completo; los ruidos de las apariciones, fueron horribles.

A pesar de que estaba en un terrible dolor, él respondió con valentía a los demonios:

"Si ustedes tuviesen algún poder, habría bastado que solo uno de ustedes viniera, pero como Dios los hizo débiles, ustedes quieren aterrorizarme con su gran número y una prueba de su debilidad es que tomen la forma de bestias brutas.

Si son capaces y han recibido, un poder contra mí, ¿por qué retrasan el ataque?; pero si no pueden, ¿por qué molestarme en vano? Por la fe en nuestro Señor que es un sello y un muro de seguridad para nosotros"

De repente, el techo se abrió y una luz brillante llenó la tumba. Los demonios desaparecieron y su dolor cesó. Al darse cuenta de que Dios lo había salvado, él oró:

¿Dónde estabas? ¿Por qué no te apareciste desde el principio para cesar mis dolores?

Y Dios le respondió:

"Antonio, yo estaba aquí, pero esperé a ver tu lucha; ya que has perdurado en la fe y no has sido vencido, siempre estaré dispuesto a socorrerte y haré famoso tu nombre en todas partes"
San Atanasio escribe que habiendo oído esto, “Antonio se levantó, rezó, y recibió tal fuerza que él percibía que tenía más poder en su cuerpo que antes. Y era entonces de unos treinta y cinco años”.


2. San Padre Pío:
"Estos demonios
no dejan de golpearme"




San Padre Pío nacido a finales del siglo XIX, vivió y murió en Italia. Cuando murió en 1968 ya era conocido y venerado en todo el mundo. Un sacerdote santo, hacedor de milagros, y estigmatizado, San Padre Pío también fue atacado regularmente por demonios.

Según el P. Gabriele Amorth, un exorcista líder del Vaticano:


"Los verdaderos enemigos del Padre Pío eran los demonios que lo asediaban”

La grande y constante lucha del Padre Pío, durante su vida era en contra de estos enemigos de Dios y de las almas humanas, los demonios que trataban de capturar su alma. Incluso en su juventud, San Padre Pío disfrutaba de increíbles visiones celestiales, pero también sufría ataques demoníacos. Padre Amorth explica:

"El diablo se le aparecía como un gato negro feo, o en la forma de un animal verdaderamente repugnante, la intención obvia era llenarlo de terror. Otras veces los demonios vinieron como jóvenes mujeres, desnudas y provocativas, realizando bailes obscenos, para poner a prueba la castidad del joven sacerdote. Pero el Padre Pío sintió su mayor peligro cuando el diablo trató de engañarlo, tomando la forma de uno de sus superiores (su superior provincial o su director espiritual) o en una forma sagrada (el Señor, la Virgen o San Francisco)"

Esta última táctica del diablo, en la que aparece como alguien bueno y santo, era un problema particular. Así es como San Padre Pío hacía para discernir una visión:

"Se daba cuenta primero de una cierta timidez cuando la Virgen o el Señor se le aparecían, seguido de una sensación de paz cuando la visión terminaba. Por otro lado, cuando era un demonio tomando una forma sagrada provocaba en él una inmediata sensación de alegría y atracción, sustituido después por el remordimiento y la tristeza"

Satanás incluso a veces atacaba a San Padre Pío físicamente. Él describe esto en una carta que escribió a su sacerdote confesor:

"Estos demonios no se detienen, incluso me golpean y me hacen caer de la cama, arrancan mi camisa. Pero ahora no me asustan más. Jesús me ama, a menudo me levanta y me pone de nuevo en la cama. De hecho, si estamos cerca del Señor, no debemos tener ningún miedo de los demonios"
3. Santa Gema Galgani:
"Sus brutales garras"





Santa Gema Galgani era una mística italiana del siglo XIX, que tenía experiencias espirituales increíbles. En una carta a un sacerdote, ella escribió:

'Durante los últimos dos días, Jesús me ha estado diciendo después de la Santa Comunión:

“Hija mía, muy pronto el diablo desatará una guerra contra ti”

Estas palabras se oyen en mi corazón continuamente. Por favor rece por mi...'
Rápidamente se dio cuenta de que la oración era la mejor defensa. En respuesta para ella, Satanás le dio dolores de cabeza violentos con el fin de dificultar el sueño. Su fatiga hizo que orar fuera más difícil, pero ella perseveró:

"Cuántos esfuerzos no hace este miserable para que sea imposible que yo ore. Ayer por la tarde trató de matarme y habría tenido éxito si Jesús no viene rápidamente en mi ayuda. Estaba aterrorizada y mantuve la imagen de Jesús en mi mente..."
En un momento, mientras ella estaba escribiendo una carta, el diablo:


"Le arrebató la pluma de su mano y rompió el papel y luego la arrastró, agarrándola por el pelo con sus brutales garras, con tal violencia que la tumbó de la mesa"

Ella describe otro ataque en uno de sus escritos:

"El demonio se presentó ante mí como un gigante de gran altura y seguía diciéndome:

"Para ti ya no hay más esperanza de la salvación. Tú estás en mis manos"

Le respondí que Dios es misericordioso y por lo tanto no temo nada. Entonces, me dio un duro golpe en la cabeza en un ataque de cólera y dijo:

"¡Maldita seas tú!"

Y luego desapareció. Después me fui a mi habitación a descansar y lo encontré; comenzó de nuevo a golpearme con una cuerda anudada y quería que yo lo escuchara, le dije que no y él me golpeó aún más fuerte, golpeando mi cabeza violentamente contra el suelo. En un momento determinado, vino a mi mente invocar al Padre de Jesús: "Padre Eterno, por medio de la preciosísima sangre de Jesús, líbrame”.
Entonces no sé muy bien lo que pasó. Esa bestia despreciable me arrastró de la cama y me tiró, golpeando mi cabeza contra el suelo con tanta fuerza que me duele todavía. Me quedé sin sentido y permanecí acostada allí hasta que volví en mí, mucho tiempo después. Gracias a Jesús"
Pero ella mantuvo su fe en Jesús, incluso utilizaba el humor contra el diablo. Ella escribió esto a un sacerdote:

"Si usted lo hubiera visto, cuando huyó haciendo caras, habría echado a reír, ¡Él es tan feo! .... Pero Jesús me dijo que no tuviera miedo de él"
4. San Juan María Vianney:
"Es porque puedo convertir
almas al Dios bueno"





San Juan Vianney vivió en Francia en el siglo XIX. Es respetado por su santa obra como sacerdote, es el santo patrón de los sacerdotes. Y también combatió contra el maligno en varias ocasiones.

Una vez, su hermana pasó la noche en su casa adjunta a su iglesia parroquial. Ella se despertó porque escuchaba por sonidos extraños como golpecitos en su pared y mesa, fue a donde San Juan María Vianney, que estaba oyendo confesiones hasta tarde en la noche y él le explicó:

"Oh, hija mía, no deberías haber tenido miedo: Es el “Garfio” (su apodo para Satanás). Él no te puede hacer daño. En cuanto a mí, me atormenta en formas diversas. A veces me agarra por los pies y me arrastra por la habitación. Es porque puedo convertir almas para el buen Dios"
En otro ejemplo, San Juan Vianney estaba oyendo confesiones en la iglesia parroquial cuando alguien le informó de que su dormitorio estaba en llamas. ¿Su respuesta?






"El “Garfio” está muy enojado. No ha podido atrapar el ave, por lo que ha quemado la jaula, es una buena señal. Tendremos muchos pecadores este día"
5. Santa Teresa de Ávila:
"Sus cuernos estaban alrededor
del cuello del sacerdote
mientras celebraba la misa"




Santa Teresa de Ávila era una mística española del siglo XVI y es honrada hoy como Doctora de la Iglesia, por su increíble visión de la vida espiritual. Y en sus oraciones y meditaciones, tuvo regularmente contacto con el diablo. Ella describe:


"Tiene una forma abominable, su boca era horrible. Su cuerpo parecía provenir de una gran llama” En una ocasión “vio con los ojos del alma dos demonios de aspecto horrible que parecían tener sus cuernos alrededor del cuello de un sacerdote mientras celebraba la misa”
Sin embargo, incluso para ella, estas manifestaciones visuales eran raras. Ella escribe:


"Yo casi nunca lo he visto en forma corporal. A menudo lo he visto sin ninguna forma, como en el tipo de visión que he descrito, en el que no se observa la forma, pero sé que está allí”
¿Sus armas contra estas fuerzas del mal?


La oración, la humildad y curiosamente agua bendita, que ella decía por experiencia fue un arma particularmente eficaz.

Así puedes lograr un amor para siempre




Si el amor humano es puente al amor a Dios, y el amor a Dios seguro y pilar de nuestro amor humano.


Carlos Padilla Esteban - 8 de octubre de 2015


Leía el otro día unas palabras sobre el amor, unas palabras sencillas: “Amar a una persona significa: aceptar no entender todo de ella, estar dispuesto a cambiar y por lo tanto a sufrir, renunciar a algo por ella”.

Amar significa estar dispuesto a no comprenderlo todo de la persona amada, de la vida, de Dios. Significa aceptar vivir con dudas e interrogantes. Con preguntas sin respuestas.

El amor a una persona, a aquella que Dios pone en nuestra vida para formar una familia, forma parte del camino que recorremos. Así como en la vida cada paso sigue a otro paso, sin saber todo el futuro. Así en el amor cada gesto de amor es una entrega total, sin medir, sin esperar lo mismo a cambio.




El sacerdote alemán José Kentenich, nos invita a permanecer fieles al amor primero: “Fidelidad es el acrisolamiento firme y la perpetuación victoriosa del primer amor”.

El amor es esa fuerza que mueve el universo, que transforma el alma y nos hace capaces de darlo todo sin escatimar nada. Un amor renovado y fiel. Un amor probado y maduro. Permanecemos fieles a nuestro sí primero.

“Nuestro sí primero, el del primer amor, se ha de renovar cada mañana, cada noche, a cada hora. En momentos de luz y en momentos de oscuridad. En días de Tabor, cuando lo vemos todo claro y en días de Calvario, cuando el cielo parece oscurecerse. Es el sí primero, el de la fidelidad a nuestra vocación. Ese sí a veces trémulo y vacilante, ese sí que se hace roca al descansar en Dios. Sabemos que sólo cuando vivimos cerca de Dios, de la fuente de vida, tenemos una luz diferente”.

Un amor así es un amor que sueña con ser eterno, que lleva la semilla del cielo en su interior. Así nos ama Dios. Y así quiere que aprendamos a amarnos.




¡Qué difícil resulta hoy creer en un amor eterno! En un amor que dure por encima de las dificultades, de las contrariedades de la vida. Estar dispuesto a cambiar, a sufrir, a renunciar por amor. No es tan sencillo el amor humano. Amar sin egoísmos, sin ponernos en el centro, sin buscar ser los primeros.

Amar de forma incondicional a alguien y para toda la vida requiere renovar ese sí cada mañana. El sí ante el altar bendecido por Dios. El sí a esa fidelidad de Dios con nosotros. El sí sincero y cotidiano.

El otro día leía: “Me enamoré de él, pero no me quedo con él por inercia, como si no hubiera nada más a mi disposición. Me quedo con él porque así lo decido todos los días al despertarme, todos los días que nos peleamos, nos mentimos o nos decepcionamos. Lo elijo a él una y otra vez, y él me elige a mí”.

El amor cotidiano en el matrimonio se conjuga en presente, no ya en futuro. Podemos hacer muchas promesas, pero el amor se concreta en hechos, no en bonitas palabras.




El verdadero amante es aquel que no deja nunca de amar. ¿Es eso posible? Miramos el ideal desde nuestra torpeza y debilidad. ¡Qué difícil amar de verdad y para siempre! Es como si viéramos que el amor se debilita con el paso del tiempo…

El amor de esposos, si no se cuida cada día, se enfría y languidece. El amor que quiere ser eterno se difumina en el alma. ¿En qué quedaron las promesas de eternidad? Jesús quiere que los esposos sean una sola carne. El ideal se presenta como una meta casi imposible. Para Dios nada hay imposible.

Como rezaba una persona: “Creo, Jesús, que este amor humano que se desvanece entre mis dedos, es el reflejo pálido de ese amor inmenso que Tú me tienes. Por eso confío en ti, Señor”.

Creemos en Jesús que puede cambiar nuestra vida, nuestro amor. Puede hacernos subir a las cumbres más altas por encima de nuestros límites.

Decía José Kentenich: “Que nuestra alianza de amor sellada como esposos sea expresión de la Alianza de Amor con Dios y con María. Que en la práctica nuestro amor mutuo de esposos sea expresión del amor a Dios y a María”.

El amor humano como puente al amor a Dios. El amor a Dios como seguro y pilar de nuestro amor humano. Ambos amores están íntimamente unidos. La fidelidad es la gracia que pedimos cada día anclados en Dios.

El matrimonio que vive su vida en oración, de la mano de Dios, camina seguro. Porque nacemos al amor para vivir para siempre. El sentido de nuestra vida es aprender a amar.




Así lo dice José Kentenich: “El sentido fundamental de nuestra vida es aprender a amar correctamente, con abnegación, con constancia, con fidelidad ¡Cuántas oportunidades tenemos en el matrimonio y la familia para ser héroes del verdadero amor cristiano!”.

Es la meta de nuestra vida, aprender a amar como Jesús nos ama. Con ese amor que supera nuestro egoísmo y nuestro amor propio a veces enfermizo.