lunes, 28 de octubre de 2019

5 Disfraces con los que Satanás se nos presenta como «ángel de luz» para confundirnos mejor




Son seducciones morales, pero también intelectuales


ReL - 17 de octubre de 2017


San Pablo nos advirtió de que Satanás podría disfrazarse como un "ángel de luz", una idea que ha estado muy presente en la iconografía clásica. Lo recuerda Riccardo Barileen La Nuova Bussola Quotidiana, al tiempo que señala algunos de sus disfraces más comunes en nuestros días:

Entre las dificultades encontradas por el apóstol Pablo en Corinto, estaba la presencia de falsos apóstoles, descritos como un «cualquiera» que predica «un Jesús diferente del que os he predicado» o un espíritu u otro Evangelio diferente que «toleráis tan tranquilos» (2 Cor 11, 4-5). Y hasta aquí todo normal, al menos para San Pablo. Pero lo que sigue es una bomba: «No hay qué extrañarse, pues el mismo Satanás se disfraza de ángel de luz. Siendo esto así, no es mucho que también sus ministros se disfracen de ministros de la justicia. Pero su final corresponderá a sus obras» (2 Cor 11, 14-15). Por lo tanto, Satanás se disfraza con pensamiento o sugestión positiva; y con él, otros se disfrazan como ministros de justicia, también ellos revestidos de una luz que, en principio, parece tranquilizadora.

La pregunta que nos viene enseguida a la mente es: ¿puede suceder esto también hoy? Y si es así, ¿cómo sucede? Un poco de paciencia: antes de pasar al hoy, es necesario centrar algunas cosas.


Ayer




Que Satanás se presente como ángel de luz es lo que sucede en el primer pecado: la serpiente era «la más astuta de las bestias del campo que el Señor había hecho» y su “luminosa catequesis” induce a Eva a mirar el árbol y el fruto de una manera nueva y positiva: «Bueno de comer, atrayente a los ojos y deseable para lograr la inteligencia» (Gen 3, 1.6). La relación entre el ángel de luz y los falsos ministros se delata ya a partir del primer pecado, cuando Adán come el fruto sólo porque se lo ofrece Eva (Gen 3, 6). Hay que añadir que en Pablo los falsos apóstoles no son ni ajenos ni endemoniados, sino personas que se presentan eclesiásticamente como normales; hoy diríamos «complementarios».

La imagen de Satanás como ángel de luz circulaba en la cultura religiosa de la época; esto lo vemos en el apócrifo contemporáneo Vida de Adán y Eva, que narra que tras la expulsión del Paraíso Adán convenció a Eva para hacer penitencia, pero «Satanás, su adversario, se sorprendió y, transformándose en un ángel espléndido, fue al río Tigris donde estaba Eva y al verla llorar presa de un gran dolor, también él se puso a llorar» y la disuadió de la penitencia (n. 9) (para la curiosidad del lector, Adán fue después quien se dio cuenta del engaño).

La imagen y las precauciones permanecieron en la praxis eclesial. Por ejemplo, San Agustín afirma que es importante «saber reconocer atentamente cuando Satanás se disfraza de ángel de luz, para no dejarse engañar y atraer por algún peligro fatal» (Enchiridion 16,60) y, de aquí, pasa a sus ministros: «Hoy Satanás intenta expulsar (a los fieles) de la Iglesia por medio del veneno de los herejes, del mismo modo que hace tiempo nos expulsó del Paraíso con el veneno de la serpiente» (Sermón348/A,5).




En la iconografía medieval y renacentista la serpiente del pecado original tiene, a veces, cabeza femenina: tiene la misma cabeza que Eva en el fresco de Masolino da Panicale († 1440) en Santa María del Carmen en Florencia.

Tiene cabeza femenina también en la tabla izquierda del tríptico El carro del heno, de Hyeronimus Bosch (El Bosco) († 1516); tiene cuerpo de mujer en la monumental serpiente de Miguel Angel († 1564) de la Capilla Sixtina.

¿Imagen negativa de la mujer como tentadora? En parte sí, pero hoy es posible una lectura mucho más intrigante: Satanás «ángel de luz» es tan convincente que su falsa luz se identifica con nuestro propio procesamiento del pensamiento hacia el mal, haciendo que casi no nos demos cuenta de su presencia.


Hoy




Volvamos a la pregunta: ¿puede suceder también hoy? Sí. El rito de los exorcismos recuerda, en el proemio, que el demonio ha sido mentiroso en todos los tiempos y que es el padre de la mentira (Jn 8, 44); entre otras cosas, porque se disfraza de ángel de luz (2 Cor 11, 14). En estos casos no se trata de vejaciones o posesiones: se trata «de la realidad cotidiana de las tentaciones y del pecado, en los que Satanás (…) seguramente está actuando» (Rito de los Exorcismos, Presentación de la Conferencia Episcopal Italiana, n. 7). Más bien percibimos la falsa luz a través de los que se disfrazan como «ministros de justicia». Esto significa que el demonio intenta introducir en los discursos de los hombres de Iglesia -en su mayoría de buena fe- un porcentaje de tinieblas, y lo hace «hablando a Eva con el rostro de Eva» para que así los interesados no se percaten de su presencia y perciban todo como una elaboración personal del pensamiento, es más, como una interpretación más profunda de la fe.

Pero estas «falsas luces» se pueden desenmascarar con una vigilancia o discernimiento ordinarios, también porque repiten una serie de constantes en los contenidos y el método. He aquí algunos ejemplos.

-La falsa luz de otro evangelio. Tanto en 2 Cor 11, 14 como en Gal 1, 6, 8-9 se repiten las expresiones «otro evangelio, evangelio distinto, Jesús distinto, espíritu distinto»: históricamente es la anteposición de la sabiduría helénica o la antigua economía judía a la novedad de Cristo. Para nosotros son encantos superados, pero cada tiempo tiene sus encantos que parecen ser evangelio y no lo son. Por ejemplo, el joven sacerdote Giacomo Biffi, que después fue obispo y cardenal, al confrontarse en los años 70 con ideas que crecían en el pueblo de Dios, escribió: «Todas me parecían bellas y fascinantes, pero no veía en ellas el fundamento evangélico, que después se encontró en la ficción literaria de un manuscrito y que dio origen a un libro de alta ironía teológica (El quinto evangelio), en el que un evangelio distinto justificaba novedades no evangélicas, sino consideradas una vuelta «a las enseñanzas genuinas de Jesús» (p. 18). Aquí nos encontramos con una indicación general de comportamiento más allá de éste o de ese contenido: en cualquier época y, por consiguiente, también hoy, las novedades fascinantes hay que confrontarlas con el Evangelio, con el anuncio cristiano tal como ha sido manifestado por la tradición de la Iglesia y por sus constantes pronunciamientos: todo lo que sea conforme a esto provoca la alegría de sentirse en paz y al seguro; y todo lo que no lo sea, genera una inquietud más allá de la cual es posible ver a Satanás como ángel de luz.




-La falsa luz de las Escrituras contra Cristo y contra el crecimiento de la Iglesia. ¿Qué mejor que citar las Escrituras para disfrazarse de ángel de luz? Lo hizo el demonio en las tentaciones de Cristo, pero fue derrotado por éste que, consciente de su misión, citó otras Escrituras (Mt 4, 1-11). También el primitivismo bíblico e histórico es una falsa luz: citar las Escrituras y la tradición para bloquear lo que ha traído y trae frutos, no escuchando hoy «lo que el Espíritu dice a las Iglesias» (Ap 2,7.11.17.29; 3,6.13.22). Son numerosísimos los ejemplos: Lutero elimina los sacramentos de los que no se habla en el Nuevo Testamento; otros desearían volver a una situación eclesiológica del primer milenio como si lo que hubiera venido después fuera una desviación; se infravaloran la Adoración Eucarística y el Rosario porque se impusieron en una determinada época; si algunos jóvenes (seminaristas) son serios, significa que son «tridentinos» y esto no está bien, etc. En resumen, es citar la Biblia y la historia sin la presencia viva de Cristo y sin la conciencia que es el Espíritu el que hace crecer a la Iglesia. También aquí es posible entrever a Satanás como ángel de luz.




-La falsa luz del alejamiento de la cruz. Cuando Pedro le suplica a Jesús que evite la pasión y la muerte, Jesús le reprende porque piensa como Satanás (Mt 16, 23; Mc 8, 33). Pero también a los demonios que dicen cosas muy justas -Tú eres el Santo, el Hijo de Dios- Jesús les prohíbe hablar (Mc 1, 34; 3, 11; Lc 4, 34; 4, 41) porque esta gloria tiene que derivar de un camino doloroso que aún no se ha puesto en marcha, y sin el cual corre el riesgo de resultar equívoca. ¿Acaso las extremas facilidades de la vida cristiana, la liquidación del ascetismo como neopelagianismo, la concordancia total con el mundo, un cierto intento de simplificar la vida afectiva y el matrimonio, la fácil admisión en la mesa eucarística, no eliminan de facto la cruz? También aquí es posible entrever a Satanás como ángel de luz.

-La falsa luz de la cesión unilateral. La adaptación de la palabra revelada a las distintas culturas y al hombre de hoy «debe mantenerse como ley de toda la evangelización» (Gaudium et Spes 44). Pero cuando sólo queda el prevalente o único principio pastoral que desconoce el mal del mundo y la concupiscencia, es fatal adaptar la palabra revelada más a la concupiscencia que al hombre nuevo creado en Cristo.

-La falsa luz de los ámbitos tranquilizadores, que son fundamentalmente tres: la caridad, la liturgia y la doctrina. Un hombre de Iglesia puede ser muy activo en la caridad y el acogimiento y, protegido por este contexto positivo, puede hacer declaraciones incorrectas o inadecuadas. Otro puede celebrar con reverencias impecables y albas falsamente monásticas con capucha de punta y mangas amplias y, protegido por este contexto positivo, guiñarle el ojo a la cultura gay. Y un tercero puede construir un discurso teológico correctamente estructurado y, protegido por este contexto positivo, hacer declaraciones a diestra y siniestra que son imprudentes o heréticas. Es una técnica de Satanás que se transforma en ángel de luz: situar pequeñas porciones de tinieblas en un cuadro que, de por sí, es luminoso, en la previsión que quien lo recibe vea todo de manera luminosa. Sin demonizar lo que haya de positivo, estamos llamados a ver y separar del resto estas porciones de tinieblas.


La artillería anti-Lucifer: los ángeles custodios




Podríamos continuar -por ejemplo, con el uso de sistemas filosóficos y antropológicos equivocados y ya condenados por la Iglesia-, pero concluimos aquí.

Naturalmente, es obligatorio citar a Santiago 1, 14: «A cada uno lo tienta su propio deseo cuando lo arrastra y lo seduce». Por lo tanto, no todos los errores están causados por Satanás que se transforma en ángel de luz, y el límite entre la vanidad de decir algo contracorriente (es la concupiscencia del intelectual) y la tentación demoníaca sólo lo conoce Dios. Por consiguiente, cuanto hemos escrito antes no ha sido hecho para acusar a alguien de ser un endemoniado o para afirmar que ha sido vencido por una tentación satánica. Ha sido escrito para abrir los ojos de todos, para que vigilen, porque ciertas luces pueden ser un artificio del diablo, y para que desenmascaren a los ministros de justicia. Sucedía en los tiempos de San Pablo. ¿Por qué no debería suceder también hoy?

Al mismo nivel hay, sin embargo, una artillería antiaérea: ¡el ministerio de los ángeles! El 29 de septiembre, fiesta de los tres arcángeles, la Iglesia reza para que nuestra vida en la tierra esté defendida por quienes, sirviendo a Dios en el cielo, están siempre en su presencia.






Y esta oración es constante. La Iglesia, «consciente siempre que “vienen días malos” (Ef 5, 16), ha rezado y reza para que los hombres sean liberados de las insidias del Maligno» (Proemio, Rito de los Exorcismos). Si también nosotros rezamos con la Iglesia, estaremos a salvo.


Favor leer:


Oraciones a los Arcángeles: San Miguel - San Gabriel y San Rafael


Fuente - Texto tomado de RELIGIÓNENLIBERTAD.COM:
https://www.religionenlibertad.com/cinco-disfraces-con-los-que-satanas-nos-presenta-como-angel-59966.htm

8 cosas que tal vez no sabías del popular San Judas Tadeo




REDACCIÓN CENTRAL, 27 de octubre de 2015 / 06:06 p.m. (ACI)


San Judas Tadeo es uno de los santos más populares y queridos entre los católicos debido a los numerosos “favores” que sus devotos aseguran haber conseguido por su intercesión. Estas son 8 cosas que tal vez no sabías sobre San Judas Tadeo, el conocido patrono de los imposibles.


1. Tadeo significa “magnánimo”


La tradición en la Iglesia llama a este apóstol Judas Tadeo. Los Evangelistas San Mateo y San Marcos lo nombran simplemente “Tadeo” (Mt 10, 3; Mc 3, 18) y Lucas lo denomina “Judas de Santiago” (Lc 6, 16; Hch 1, 13). Judas significa “alabanzas sean dadas a Dios”.

No se sabe exactamente de dónde proviene el sobrenombre Tadeo y se considera que viene del arameo “taddà'”, que quiere decir “pecho” y por lo tanto significaría “magnánimo”. O tal vez surgió de la abreviación de un nombre griego como “Teodoro, Teódoto”.


2. Era primo de Jesús


Hay quienes afirman que San Judas Tadeo era hermano del Apóstol Santiago, el hijo de Alfeo (Cleofás), quien era hermano del justo San José. Según sostiene un documento publicado por la Congregación para el Clero, Cleofás se casó con María de Cleofás, después de enviudar de su primer matrimonio del que nació San Judas Tadeo.

Esta otra María es la “hermana” de la Virgen María que estaba al pie de la cruz (Jn. 19,25). Por lo tanto, Santiago el Menor y Judas serían primos de Jesús y sobrinos de San José y la Santísima Virgen. Sin embargo, no se ha logrado especificar si María de Cleofás era “hermana” de sangre de la Virgen María o sólo su cuñada porque en ese tiempo se llamaba “hermanos” a los parientes en general.


3. Era muy parecido a Jesús


Jesús de Nazaret

Se suele representar a San Judas Tadeo con un medallón en el pecho que tiene el rostro de Cristo. Esto debido al parecido no sólo físico, sino también espiritual del popular santo con Jesús. Además lleva una llama de fuego en la cabeza porque recibió al Espíritu Santo en Pentecostés.

Otros artistas lo muestran portando una Biblia en referencia al libro que lleva su nombre. En su mano sostiene un hacha, que hace mención a su martirio, o un bastón como símbolo de las grandes distancias que recorrió mientras predicaba.


4. Murió mártir junto a San Simón






San Judas Tadeo predicó primero en Judea, luego pasó a Mesopotamia y finalmente en Persia. Ahí se reunió con el apóstol San Simón y juntos combatieron las herejías de Zaroes y Arfexat, dos sacerdotes paganos que levantaron al pueblo contra las obras de los apóstoles. Ambos apóstoles recibieron juntos la corona del martirio y por eso la Iglesia los celebra el mismo día. Las reliquias de los Santos se encuentran en un altar de la Basílica de San Pedro en el Vaticano.


5. Tuvo una visión de Jesús antes de morir


Judas Tadeo y Simón buscaron alojamiento donde un discípulo llamado Semme. A la mañana siguiente unos sacerdotes idólatras con una gran multitud rodearon la casa y exigieron a Semme que les entregara a los apóstoles o quemarían la casa. Los santos se entregaron, pero no pudieron hacer que adoren a sus ídolos.

Antes de morir San Judas miró a San Simón y le dijo que veía al Señor que los llamaba hacia Él. Según la antigua tradición, a San Simón lo mataron cortando su cuerpo en dos y a San Judas Tadeo le cortaron la cabeza con un hacha. La Iglesia en occidente los celebra el 28 de octubre.


6. Es patrono de las causas imposibles


Santa Brígida de Suecia, mística y patrona de Europa, escribió que un día Jesús le recomendó que cuando quisiera obtener ciertos favores, los pidiera por medio de San Judas Tadeo. Por esta razón es considerado patrono de las causas imposibles y comparte este patronazgo con Santa Rita de Cascia.


7. Tiene una epístola en la Biblia


La Epístola o Carta de Judas forma parte del Nuevo Testamento y es atribuida a San Judas Tadeo. Fue escrita en griego entre los años 62-65, antes de la caída de Jerusalén. La escribe un Judas, hermano de Santiago, y no está dirigida a ninguna persona, ni Iglesia en particular.

En ella se reprende a los falsos maestros y se hace una invitación a mantener la pureza de la fe. La carta termina con una bella oración (25) que dice:


“Al único Dios que es nuestro Salvador, por medio de Jesucristo nuestro Señor, sea la gloria, el honor, la fuerza y el poder, desde antes de todos los tiempos, ahora y para siempre. Amén”
8. La Iglesia no avala las polémicas cadenas de oración


Con frecuencia circulan en Internet y en papeles dejados en hogares o templos, una supuesta “Cadena o Novena Milagrosa a San Judas Tadeo” que exige que se comparta el contenido a un número determinado de personas y en un lapso de tiempo para obtener bendiciones y amenaza con males a quienes rompan su circulación. El origen es desconocido, pero la Iglesia no avala estas iniciativas.

Si uno desea consagrarse a San Judas Tadeo, puede usar la siguiente oración:


San Judas, Apóstol de Cristo y Mártir glorioso, deseo honrarte con especial devoción. Te acojo como mi patrón y protector. Te encomiendo mi alma y mi cuerpo, todos mis intereses espirituales y temporales y así mismo los de mi familia. Te consagro mi mente para que en todo proceda a la luz de la fe; mi corazón para que lo guardes puro y lleno de amor a Jesús y María; mi voluntad para que, como la tuya, esté siempre unida a la voluntad de Dios.

Te suplico me ayudes a dominar mis malas inclinaciones y tentaciones evitando todas las ocasiones de pecado. Obténme la gracia de no ofender a Dios jamás, de cumplir fielmente con todas las obligaciones de mi estado de vida y practicar las virtudes necesarias para salvarme.

Ruega por mí, Santo Patrón y auxilio mío, para que, inspirado con tu ejemplo y asistido por tu intercesión, pueda llevar una vida santa, tener una muerte dichosa y alcanzar la gloria del Cielo donde se ama y da gracias a Dios eternamente. Amén.


Fuente - Texto tomado de ACIPRENSA.COM:
https://www.aciprensa.com/noticias/8-cosas-que-tal-vez-no-sabias-del-popular-san-judas-tadeo-43122/

El satanismo aumenta «porque se reza poco» y porque «muchos sacerdotes no creen en el demonio»



Los exorcistas italianos denuncian la situación que viven a diario


ReL - 22 de octubre de 2016



"El satanismo está aumentando. ¿La razón? Hemos abandonado la fe, porque se reza poco y a veces mal”. Lo dice en esta entrevista con el diario La Fede Quotidiana el exorcista Ermes Macchioni, de la diócesis de Reggio Emilia, en Italia, quien da la voz de alarma y quien hace una llamada a estar vigilantes. El periodista Bruno Volpe también ha entrevistado a otro exorcista, Elio Nicli, el cual denuncia que gran parte del clero no cree en el demonio.


- Don Ermes, el cardenal Burke convocó a una oración penitencial ante una manifestación satanista en los EE.UU. ¿Podemos hablar de un aumento del satanismo?

El satanismo, con las malas consecuencias que esto conlleva, en realidad está en aumento, lo cual debería conducir a un examen de conciencia.

- Pero, ¿por qué?

Cada vez más, parece que hemos perdido la fe. La sociedad vive ahora de forma pagana y podemos decir que hay un esfuerzo continuo y extendido por eliminar a Dios de la vida pública y sustituirlo por el "yo". El hombre de hoy se siente autorreferencial y piensa que no necesita a Dios. Todo esto conduce a formas de idolatría como el dinero, el éxito, el poder cueste lo que cueste, el sexo desenfrenado y en contra del proyecto de Dios, la pornografía… En otras palabras se ora poco y mal.






- ¿Por qué poco y mal?





Muchas personas que se consideran cristianas no rezan, y la oración es la medicina fundamental del alma en contra de Satanás. Pienso en la recitación del Rosario, que es un arma poderosa y beneficiosa. En cuanto al hecho de orar mal, observo que se reza con adaptaciones personales a la oración, cada uno agrega, quita y pone cosas sin tener debidamente en cuenta la rica enseñanza de la Iglesia y su tradición.

- Un obispo polaco, monseñor Pieronek, sostiene que si el Islam se extiende en Europa es porque el continente vive una fe, por decirlo de una manera, menos cálida…

Tiene toda la razón. Hoy en día, la fe cristiana en muchos lugares es tibia. El mayor problema es el secularismo galopante asociado con el relativismo ético y cultural. Todo esto, los musulmanes han entendido bien.

- Por cierto, ¿podemos definir el ISIS satánico?






Todo lo que va en contra del plan de Dios viene del diablo, y él lo inspira. ISIS mata en nombre de un dios, esto es una locura y va en contra del verdadero Dios. Usted sabe que todo lo que va en contra de Dios viene de Satanás.

- ¿Y la Virgen María?





La Santísima Virgen es un elemento disuasorio formidable contra las asechanzas del diablo. El Rosario lo pone en fuga a la hora de meditarlo y rezarlo. Todos los cristianos debemos hacer un mayor uso de esta bella oración.

- ¿Cuáles son los santos... más temidos por Satanás?

Además de la Virgen:



















El demonio se esconde y no se revela






Bruno Volpe sigue haciéndose eco de lo que explican los exorcistas:

"El mal, el diablo, el maligno, no han desaparecido; siempre han existido y hoy en día, sin dogmas, con los ateos, con cada vez menos fe, Satanás está cada vez más presente y fuerte. Su secreto, ¿lo sabe usted?: fingir que no existe. Se esconde, no se revela. Así que nadie cree que existe. Pero él trabaja y actúa cada vez en más personas, para llevarse sus almas, para que no vayan al cielo", explica el exorcista Elio Nicli.

Nicli es un sacerdote octogenario que ha visto mucho y de todo durante los 20 años que ha realizado exorcismos en la capilla del hospital de Tolmezzo, en Udine, Italia. También explica que a lo largo de estos años, "los casos de posesión real que he conocido no han sido más de una docena. Muchos más numerosos han sido los casos de infestación, es decir, el primer paso del diablo, cuando llega con ruidos extraños en la casa, con un olor extraño; cuando oímos que alguien entra en nuestra casa y no hay nadie”.

La siguiente etapa en la conquista del alma por parte del demonio, explica el sacerdote italiano, “es la obsesión: pensamientos obsesivos, como un sentimiento de persecución, o como el miedo que nunca te deja de una traición del marido o esposa...”.

“Luego –explica Nicli- está otro tipo de acoso del diablo: el dolor físico, cuando el cuerpo sufre. Y, entonces, el último paso, que es la posesión verdadera y propia, cuando el demonio se posesiona literalmente de una persona que luego puede llegar a tener una fuerza sobrehumana o hablar más idiomas, nunca idiomas conocidos, sino idiomas que nunca se han escuchado, idiomas antiguos”. Esta es la etapa más compleja a tratar según señala el exorcista, pero se puede tratar “con mucha fe, con una buena preparación y con la ayuda y la voluntad del Señor”.


"La mayoría de los sacerdotes ya no cree que el diablo existe"






El exorcista reiteró que "existe el diablo: así como existe el Bien. Solo que la mayoría de los sacerdotes de la Iglesia Católica ya no cree en el demonio. Ya no se bendicen las casas, no oramos, las imágenes sagradas han desaparecido de nuestros hogares. Parece cosa pasada de moda, una locura. Pero no lo es. Hemos caído en el engaño del diablo, que actualmente se encuentra fuera de control, cada vez más en esta sociedad sin valores, sin creencias, sin referencias".

Por último, el padre Nicli da un consejo a los jóvenes a través de la periodista: "Manténgase alejado de las sectas. Seguí a una chica de Pordenone que estaba dentro de estos círculos maléficos, que existen y que son potentísimos. ¡Ay! Cuánto ha pasado. Lo sé, pero al final lo ha conseguido y ha podido salir".


Fuente - Texto tomado de RELIGIONENLIBERTAD.COM:

Espeluznante - Científicos hallan "Voces del Infierno" en Rusia



En perforación a 14 kilómetros bajo tierra graban gritos de horror y desolación.




Almas sufriendo bajo tierra...





17 de julio de 2016 - 12:15 pm

Rusia.- Científicos rusos reabrieron la investigación sobre las llamadas "Voces del Infierno", las cuales se escucharon durante una perforación a la corteza terrestre en el llamado Pozo de Kola en esta alejada región de la ex Unión Soviética.

Este grupo de científicos perforó la corteza terrestre 14,4 kilómetros de profundidad. Unos gritos de dolor y de angustia envolvieron la cavidad creando un clima de terror entre los trabajadores, quienes creían fielmente que habían liberado a las almas malditas del infierno. Tanto es así que la mayoría de los allí presentes se transformaron al cristianismo por miedo a ser condenados eternamente con el dolor del que fueron testigos.

“La información que hemos reunido nos ha sorprendido, estamos sinceramente muy asustados de lo que puede esconderse allí” declaró el doctor Azzacove, el director de este proyecto





“Oímos una voz humana, gritando de dolor. Aunque una voz era perceptible, podríamos oír millares, quizás millones, de fondo, de almas en pena sufriendo y gritando. Después de este horroroso descubrimiento, la mitad de los científicos se quedaron parados debido al miedo. Espero que el que esté ahí abajo, se quede ahí”, agregó el Dr. Azzacove

Otra de las sorpresas de las que fueron partícipes es que no imaginaban unas temperaturas tan sumamente altas en el interior de nuestro planeta.

“Los cálculos indican que la temperatura obtenida llegaba a los 1.100 grados centígrados o sobre los 2.000 grados Fahrenheit”

“No nos lo esperábamos. Esto se parecería mucho a lo que creemos que es el mismísimo infierno. El fuego está entrando de forma brutal en el centro de la tierra”





Los científicos escucharon los movimientos terrestres en ciertos intervalos con los micrófonos de alta sensibilidad, que dejamos abajo a través del agujero. Esperábamos escuchar sonidos lógicos, como temblores pero a veces sonaba un débil pero alto sonido desconocido, pensábamos que podría venir de nuestro propio equipo”, explicó el Dr. Azzacove

“Como ateo no creo en el cielo de la biblia pero como científico, después de esto, ahora creo en el infierno, dijo el Dr. Azzacove, Sabemos lo que vimos y sabemos lo que oímos y todo esto nos convence de que ¡Realmente perforamos a través de las puertas del infierno!”
Fuente - Texto tomado de ELPOPULAR.PE:


Videos tomados de YOUTUBE:


https://www.youtube.com/watch?v=Y-2ZvI5RDDQ

La señal de la cruz es el inicio de toda oración




Invocamos a la Santísima Trinidad para iniciar la oración en su nombre.


Por: Carta del Cardenal Norberto Rivera | Fuente: Catholic.net


Porque no me envió Cristo a bautizar, sino a predicar el Evangelio. Y no con palabras sabias, para no desvirtuar la cruz de Cristo. Pues la predicación de la cruz es una necedad para los que se pierden; mas para los que se salvan (para nosotros) es fuerza de Dios. Porque dice la Escritura: Destruiré la sabiduría de los sabios, e inutilizaré la inteligencia de los inteligentes. ¿Dónde está el sabio? ¿Dónde el docto? ¿Dónde el sofista de este mundo? ¿Acaso no ha convertido Dios en necedad la sabiduría del mundo? De hecho, como el mundo mediante su propia sabiduría no conoció a Dios en su divina sabiduría, quiso Dios salvar a los creyentes mediante la necedad de la predicación. Así, mientras los judíos piden señales y los griegos buscan sabiduría, nosotros predicamos a un Cristo crucificado: escándalo para los judíos, necedad para los gentiles; mas para los llamados, lo mismo judíos que griegos, un Cristo, fuerza de Dios y sabiduría de Dios. Porque la necedad divina es más sabia que la sabiduría de los hombres, y la debilidad divina, más fuerte que la fuerza de los hombres (I Corintios 1, 17-25).

Es lógico comenzar esta serie de doce cartas sobre la oración cristiana de la misma forma con la que iniciamos toda oración: con la señal de la cruz. Comenzamos a rezar:

“En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén”



Invocamos a la Santísima Trinidad e iniciamos nuestra oración en su nombre. Recordamos así el centro de nuestra fe recibida en el Bautismo (Mateo 28, 19). Al hacer un ofrecimiento de obras al inicio del día para dar un sentido sobrenatural a todas nuestras actividades; al empezar un examen de conciencia que, más que simple contabilidad moral, es un acto de diálogo con Dios, Padre de misericordia; en el inicio del rezo del Ángelus; en las primeras palabras de la Misa: siempre está presente la señal de la cruz y la invocación a Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo, de quien procede toda bondad y a cuyo santo nombre nos confiamos.






Rezamos en nombre de Dios y este “nombre” encierra en sí toda la misteriosa realidad de “Aquel que es el que es” (Éxodo 3, 13-15) y no necesita de nada ni nadie. El Catecismo de la Iglesia Católica explica muy bien la profundidad que encierra el nombre de Dios: A su pueblo Israel, Dios se reveló dándole a conocer su Nombre. El nombre expresa la esencia, la identidad de la persona y el sentido de su vida. Dios tiene un nombre. No es una fuerza anónima. Comunicar su nombre es darse a conocer a los otros. Es, en cierta manera, comunicarse a sí mismo haciéndose accesible, capaz de ser más íntimamente conocido y de ser invocado personalmente... Al revelar su nombre misterioso de:

YHWH, "Yo soy el que es" o "Yo soy el que soy" o también "Yo soy el que Yo soy", Dios dice quién es y con qué nombre se le debe llamar



Este Nombre Divino es misterioso como Dios es Misterio. Es, a la vez, un Nombre revelado y como la resistencia a tomar un nombre propio, y por esto mismo expresa mejor a Dios como lo que Él es, infinitamente por encima de todo lo que podemos comprender o decir: es el "Dios escondido" (Isaías 45, 15), su nombre es inefable (Cf Jueces 13, 18), y es el Dios que se acerca a los hombres. Al revelar su nombre, Dios revela, al mismo tiempo, su fidelidad que es de siempre y para siempre, valedera para el pasado ("Yo soy el Dios de tus padres", Éxodo 3, 6) como para el porvenir ("Yo estaré contigo", Éxodo 3, 12). Dios, que revela su nombre como "Yo soy", se revela como el Dios que está siempre allí, presente junto a su pueblo para salvarlo (Catecismo de la Iglesia Católica 203 y 206-207).




La señal del cristiano es la señal de la cruz. En ella murió Nuestro Señor Jesucristo para alcanzarnos la salvación eterna. Así, la cruz se ha convertido en signo de esperanza y de victoria. Es el símbolo de la victoria de Jesucristo, una victoria que descubrimos en la resurrección después de haber visto a Jesús sufrir una aparente derrota, la más cruel. La cruz es el icono de Jesucristo y el indicio de la vida eterna que nos espera. Toda esta riqueza de significado hace que mostremos con orgullo y llevemos con amor este instrumento de tortura que para nosotros es mucho más que eso, es un instrumento de amor. La cruz que llevamos y la cruz que señalamos, sobre la frente o el pecho, es símbolo de aquella que nos pide tomar Jesucristo para ser sus discípulos auténticos:



“Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame” (Mateo 10, 38; 16, 24; Marcos 8, 34; Lucas 9, 23; 14, 27)

Los contemporáneos de Jesús no entendieron aquella petición que sólo se aclaró cuando vieron al Maestro morir sobre una cruz y resucitar. Entonces comprendieron que el secreto del seguimiento de Cristo está en morir a sí mismo para tener vida (Marcos 8, 35); perder la vida por Jesucristo y por su Evangelio es salvarla.

En el capítulo 9 (versículos 4-7) del libro del profeta Ezequiel, encontramos un texto enigmático donde aparece por primera vez la señal de la cruz. Es el primer lugar de la Biblia en que se cita esta palabra. Dios envía un castigo contra los idólatras, pero respeta a los que han recibido la señal de la cruz en su frente, aquellos que no compartieron las idolatrías y las abominaciones. En el libro de los Números se nos relata una situación similar que el propio Jesucristo interpreta como un símbolo de lo que será la salvación por la cruz (Juan 3, 14-15). Dios había castigado con mordeduras de serpiente al pueblo de Israel que caminaba por el desierto y no dejaba de quejarse contra Dios. Habían muerto ya muchos israelitas y pidieron perdón a Dios. Moisés intercedió por el pueblo y Dios le dijo que hiciera una serpiente de bronce y la pusiera sobre un mástil. Los que miraran a la serpiente de bronce quedarían curados:

“Hizo Moisés una serpiente de bronce y la puso en un mástil. Y si una serpiente mordía a un hombre y éste miraba la serpiente de bronce, quedaba con vida” (Números 21, 9)

Los israelitas tentaron al Señor (I Corintios 10, 9), como tantos hombres lo han seguido tentando y desafiando a lo largo de la historia. La cruz de Jesucristo es la respuesta misericordiosa de Dios a la rebeldía del hombre:
“Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así tiene que ser levantado el Hijo del hombre, para que todo el que crea tenga por Él vida eterna” (Juan 3, 14-15)



La cruz de Jesucristo es, a la vez, la señal del libro de Ezequiel para los que aman a Dios y están libres de culpa y, al mismo tiempo, la serpiente de bronce de Moisés para que los pecadores puedan volver a Dios. Estos últimos, sin la cruz, estarían perdidos para siempre, sufriendo en sus vidas los efectos de la desobediencia a Dios. Pero Él canceló nuestros cargos (Colosenses 2, 14). Llevar la cruz es llevar el signo de salvación y de vida eterna que Dios nos ha entregado. Hacer la señal de la cruz es manifestar el perdón y la misericordia de Dios. Por ello, en el sacramento de la reconciliación, la absolución de los pecados se acompaña con la señal de la cruz, (Concilio de Trento, 25-XI-1551, Doctrina sobre el sacramento de la penitencia, cap 3. 5 y 6; Dz 896 y 899-902):



“La fórmula sacramental: “Yo te absuelvo …”, y la imposición de la mano y la señal de la cruz, trazada sobre el penitente, manifiesta que en aquel momento el pecador contrito y convertido entra en contacto con el poder y la misericordia de Dios” (Juan Pablo II, Exhortación Apostólica post-sinodal Reconciliatio et Paenitentia 31, 2-XII-1984).

La cruz es signo de obediencia. Jesucristo muere en ella por obediencia a la voluntad de Dios. San Pablo lo ilustra perfectamente en el himno cristológico de su epístola a los filipenses:



“Tened entre vosotros los mismos sentimientos que Cristo: El cual, siendo de condición divina, no retuvo ávidamente el ser igual a Dios. Sino que se despojó de sí mismo tomando condición de siervo haciéndose semejante a los hombres y apareciendo en su porte como hombre; y se humilló a sí mismo, obedeciendo hasta la muerte y muerte de cruz. Por lo cual Dios lo exaltó y le otorgó el Nombre que está sobre todo nombre. Para que al nombre de Jesús toda rodilla se doble en los cielos, en la tierra y en los abismos, y toda lengua confiese que Cristo Jesús es Señor para gloria de Dios Padre” (Filipenses 2, 5-11)

San Pablo nos invita a apropiarnos de la humildad y la obediencia de Jesucristo, a hacerlas nuestras. La obediencia humilde es signo de auténtica presencia de Dios en el alma, es indicio de santidad auténtica. La obediencia de Cristo fue la que nos redimió. María también obedeció (Lucas 1, 38). La Iglesia es obediente a la revelación de Dios en Jesucristo y esta obediencia amorosa requiere muchas veces de la cruz vivida por amor. Obedecer es amar (Juan 14, 15; 14, 21; 14, 23; 15, 24) y, muchas veces, es también sufrir, pero este sufrimiento en la obediencia nos asocia a la cruz de Jesucristo y hace más auténtico nuestro seguimiento del Maestro de Nazaret, Dios y hombre a la vez. La cruz sin obediencia es cruz sin Cristo.

La cruz es signo de persecución e incomprensión. Los hombres de tiempos de Jesús querían que bajase de la cruz para creer en Él (Mateo 27, 42; Marcos 15, 32), querían la salvación sin la cruz (Marcos 15, 30), y parece que esta tendencia continúa muy arraigada en el hombre. Así lo señala el Papa Juan Pablo II en el número 1 de la Carta Encíclica Ut unum sint:

“¡La cruz! La corriente anticristiana pretende anular su valor, vaciarla de su significado, negando que el hombre encuentre en ella las raíces de su nueva vida, pensando que la cruz no puede abrir ni perspectivas ni esperanzas: el hombre, se dice, es sólo un ser terrenal que debe vivir como si Dios no existiese”

También a los cristianos nos toca esta tentación de rechazar la cruz. Queremos creer, pero con una fe sin cruces. Queremos salvación, pero salvarnos sin renunciar a nada, mucho menos a nosotros mismos. Volvemos a ver la cruz como un signo de oprobio. Sin embargo, sin cruz, ni la salvación ni la fe son auténticas. Si queremos ser seguidores de Jesucristo, tenemos que aceptar la cruz, pero viéndola ya como un signo de gloria, como San Pablo: 

“En cuanto a mí ¡Dios me libre de gloriarme si no es en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por la cual el mundo es para mí un crucificado y yo un crucificado para el mundo!” (Gálatas 6,14)

Es signo de gloria porque en ella está la salvación y el centro de nuestra fe. La primera predicación de la Iglesia, según podemos ver en el anuncio del kerigma en los Hechos de los Apóstoles, se centra en la crucifixión y resurrección de Jesucristo (Hechos 2, 23-24; 3, 15; 4, 10; 5, 30). La cruz es el signo de los verdaderos seguidores de Jesucristo, de los ciudadanos del Cielo (Filipenses 3, 18-21).

Si la señal de la cruz nos distingue como cristianos, hay otro elemento que también nos debe distinguir: aquel por el que todos deben conocer que somos discípulos de Cristo, el amor:



“Os doy un mandamiento nuevo: que os améis los unos a los otros. Que, como yo os he amado, así os améis también los unos a los otros. En esto conocerán todos que sois discípulos míos: si os tenéis amor los unos a los otros” (Juan 13, 34-35)

Amar como nos amó Jesucristo significa dar la vida por los demás. Este debe ser el signo de los cristianos. La cruz debe ir siempre acompañada del amor. Jesucristo murió en ella por amor a los hombres y nosotros hacemos de ella un signo del amor de Dios a cada ser humano y de nuestro deseo sincero de imitar ese amor de Dios a cada hombre.



El amor a nuestros hermanos nos exige un sacrificio que va unido a la cruz de Cristo, y la cruz de Cristo nos exige una respuesta continua que no puede hacer a un lado el amor al prójimo. La cruz es signo de unidad (Efesios 2, 16), de paz y reconciliación (Colosenses 1, 18-20)Junto a ella encontramos a María, nuestra Madre amorosa, entregada a nosotros por Jesucristo en un acto de amor muy especial (Juan 19, 25-27)

Cuando nos santiguamos haciendo sobre nosotros la señal de la cruz, nos señalamos como miembros de Jesucristo y de su Iglesia; ponemos a Dios en nuestra vida; le ofrecemos lo que somos, hacemos y tenemos. Mostrar la cruz es predicar que hay que morir para tener vida. Los primeros misioneros que llegaron a América usaban cruces grabadas para enseñar la fe. La cruz es signo de fe auténtica, de esperanza cierta, de amor sincero y generoso. Es resumen de la enseñanza de Jesucristo. Todos estos significados sobre los que hemos reflexionado están presentes cuando hacemos la señal de la cruz. Hacer ese signo sobre nosotros o portarlo en el pecho es ofrecer a Dios nuestra vida y manifestar al mundo nuestro deseo de seguir e imitar a Jesucristo. Santiguarse o signarse es la primera oración del cristiano.


Fuente - Texto tomado de ES.CATHOLIC.NET: