jueves, 24 de octubre de 2019

Los 16 principales Nombres que se le dan a Jesús

JESÚS, HIJO DE DIOS


Todos los títulos que se le dan nos demuestran la riqueza escondida en Jesús, el Hijo de Dios. 


Por: P. Antonio Rivero, L. C. | Fuente: Jesucristo




Leyendo los Santos Evangelios nos sorprende la variedad de nombres que se le dan a Cristo, ya sea por parte de los evangelistas o porque el mismo Cristo se los aplica a sí mismo:

Camino, Verdad, Vida, Pastor, Rey, Luz, Pan, Maestro, Compañero de camino, Resurrección, Vida, Salvador, Mesías, Cordero de Dios, etc.

Ésto nos demuestra la riqueza inmensa que encierra el Corazón de Cristo. Acerquémonos, pues, al Evangelio para descubrir la hondura y profundidad de su Amor. A lo largo de los Evangelios podemos descubrir diversos títulos de Jesús. Todos nos demuestran que ha sido el Hombre más grande de la historia. Muchos hombres han sido admirados, pero no siempre amados. Jesucristo es el único hombre que ha sido amado más allá de su tumba. A los dos mil años de su muerte, legiones de hombres y mujeres, dejando su familia paterna y su familia futura, sus riquezas y su Patria, despojándose de todo, han vivido sólo para Él. Jesucristo ha sido amado con heroísmo.






Millares y millares de mártires dieron por Él su sangre. Millares y millares de santos centraron en Él su vida. Jesús ha sido también el hombre más combatido de la humanidad. ¿Qué tendrá este hombre que murió hace dos mil años y hoy molesta a tantos vivos? ¿Qué tendrá este hombre que sigue enterrando a sus mismos enemigos y Él sigue vivo? ¿Quién es Jesús?

Fray Luis de León ha escrito lo siguiente:

"Vienen a ser casi innumerables los nombres que la Escritura divina da a Cristo, porque le llama León y Cordero, y Puerta y Camino, y Pastor y Sacerdote, y Sacrificio y Esposo, y Vid y Pimpollo, y Rey de Dios y Cara suya, y Piedra y Lucero, y Oriente y Padre, y Príncipe de Paz y Salud, y Vida y Verdad, y así otros nombres sin cuento"

¿Quién es, pues, Cristo?


Aún resuena en nuestros oídos la pregunta que el mismo Cristo formuló hace dos mil años:





"¿Quién decís que soy Yo?" (Mateo 16, 16-17)

A esta pregunta respondió su mismo Padre celestial, respondió la gente que le vio y le escuchó y respondió el mismo Jesús.

Todos los títulos que se le dan nos demuestran la riqueza escondida en Jesús, el Hijo de Dios. Es la riqueza que Dios Padre quiso compartir con la humanidad. Cada uno de nosotros va haciendo a lo largo de la vida diversas experiencias de Jesucristo. Lo importante es estar abierto a este Pozo insondable y acercarnos cada día a sorber aunque sólo sea una gota de su agua saciativa y refrescante. Ojalá terminemos nuestra vida con el Nombre de Jesús en nuestros labios y en nuestro corazón. Con solo escuchar este Nombre el alma se pacifica, el corazón se enardece y se ensancha. ¿Cómo no predicarlo por todos los rincones del mundo? En Él está la salvación.


1. Jesús




San Mateo nos dice así, de parte del Ángel:

"Le pondrás por nombre Jesús, porque Él salvará a su pueblo de sus pecados" (Mt 1, 21)

Son palabras del Ángel a José. Este Nombre expresa la misión del Hijo de Dios al encarnarse. Revela el motivo de la encarnación. Jesús en lengua hebrea se dice Yehoshuah y quiere decir Yahvéh salvaDios salva; quiere decir, pues, Salud-dador.

Éste el Nombre que resume todos los demás que enunció Fray Luis de León. Es el nombre más suave. Así lo dirá San Bernardo:

"Nada más suave de cantar, nada más grato de oír, nada tan dulce de pensar, como Jesús, Hijo de Dios"

¡Jesús! No existe bajo el cielo otro nombre, dado a los hombres, en el cual hayamos de salvarnos (Act 4, 12).

Manuel de Iribarne cuenta la muerte trágica de Francisco Pizarro diciendo: Pizarro quedó solo en medio de sus enemigos, que arremetieron contra él sin compasión. Atacado por todas partes, el viejo soldado se mantuvo en pie defendiéndose durante algún tiempo, hasta que su nervudo brazo se rindió a la fatiga, incapaz de sostener la espada. Martín Bilbao le asestó entonces una furiosa cuchillada en el cuello, que dio con él de bruces sobre las losas. Un surtidor de sangre caliente brotó de su garganta. Al caer, el conquistador del Perú pidió confesión a voces. Dícese que antes de lanzar su postrer aliento, como español y como cristiano, trazó una cruz con su propia sangre en el suelo -única firma que usó en vida- y luego la besó devotamente. Un tenue y suspirado ¡Jesús! Se escapó de sus labios. Un nombre, pues, que trae consuelo y confianza incluso en el mismo trance de la muerte trágica.


2. Jesús: Cordero de Dios




Así lo nombró Juan Bautista a orillas del Jordán (cf Jn 1, 29). ¿Qué quiso significar Juan? Talvés estaba indicándolo como el verdadero Cordero Pascual (cf Ex 12,6), o tenía en mente el cordero del sacrificio cotidiano en el templo (cf Ex 29,38); o talvés al Siervo de Yahvéh, de Isaías, llevado al matadero como corderito mudo (cf Is 53, 6,7); podía también querer resaltar su cualidad de inocencia o su disposición al sufrimiento.

Es Cordero que quita el pecado del mundo, no sólo que lo lleva. Y San Juan dice que quita y no que quitará, para indicar y significar la virtud natural de Cristo de quitar los pecados.


3. Jesús: Profeta




"Este es el profeta Jesús, de Nazaret en Galilea" (Mt 21, 9-11)

Jesús fue el Profeta esperado. ¿Qué es una profecía? Es un conocimiento impreso en la mente del profeta mediante una revelación divina; es una señal de la divina presciencia.

¿Qué clase de profeta: taumaturgo (que obra milagros), reformador, mesiánico?

Jesús no rechaza el intento popular de colocar su obra y su personalidad dentro del marco de profetismo, pero la supera porque no sólo anuncia la venida del Reino, sino que la realiza en Él mismo. Es profeta, también, porque es rechazado y perseguido; así supera la imagen del profeta mesiánico nacionalista, apocalíptico y espectacular.

Como Profeta Jesús tuvo conocimiento del corazón del hombre. Conocía lo que había en el corazón de Natanael (cf Jn 1, 43). Conocía los pecados de la samaritana (cf Jn 4, 17-18). Conocía las murmuraciones internas de los escribas cuando sana al paralítico (cf Lc 9, 46). Conocía los juicios del fariseo cuando la pecadora lava sus pies con lágrimas (cf Lc 7, 36-50). Conocía la traición de Judas (cf Jn 13, 27). ¡Él conocía lo que hay en el corazón del hombre!

Pero Jesús fue más que un Profeta. Y con sus profecías demostró que era enviado de Dios y además demostró que era Dios. Todo cuanto Él decía lo sabía como Dios y también como Hombre.


4. Jesús: Mesías






Elegido y ungido por Dios y enviado con una misión. Jesús no sólo no usa el término de Mesías, sino que positivamente tiene una actitud de ocultamiento y reserva en este sentido. Impone silencio a los demonios para que no lo descubran como Mesías (Cf Mc 1, 33; 3, 12; Lc 4, 41).

Pero ocurre también que a Jesús le preguntan si es Él el Mesías y responde diciendo: Sí, pero...; sí, pero no del modo como vosotros pensáis.. Su mesianismo va a escandalizar, va a defraudar a muchos, va a ser signo de contradicción, una piedra de escándalo para los judíos.

Cristo había sido reacio a confesar públicamente su identidad mesiánica. Tenía el peligro de que le entendieran en sentido político-nacional, cuando su misión era otra muy distinta. Y cuando lo confesó públicamente en la Pasión, ante el sumo sacerdote, fue tratado de blasfemo.


5. Jesús: Hijo de David






Jesús no se lo aplica nunca espontáneamente, aunque tampoco lo niega cuando se lo atribuyen (Mt 21, 9-15). La muchedumbre lo considera como hijo de David (Mt 12, 23-27; Mc 10, 47-48; Lc 18, 38-39); pero Jesús no reivindica dicho título, como si tuviese miedo a la exaltación política que ello traería consigo. Era en tiempos de Jesús uno de los títulos de más acusado trasfondo político.


6. Jesús: el Hijo del hombre






Tiene estos sentidos:

Primero: Hijo del hombre en clara referencia al texto de Daniel (7, 9-14). Con ellos viene a indicar que su mesianismo es divino. En efecto, el hijo del hombre es preexistente, proviene del cielo y aparece junto al anciano sobre la nube, lugar de las manifestaciones de Dios.

Segundo: Jesús, al usar el título de hijo del hombre, lo hace en conexión con la función del siervo de Yavé, en cuanto que su mesianismo de origen divino y trascendente se realiza con la misión de redimir a la humanidad (Mateo 20, 28), perdonar los pecados, juzgar, consolar a los pecadores. Jesucristo emplea este título 82 veces.

Tercero: Hijo del hombre por ser verdadero hombre. Es el hijo de hombre más extraordinario de todos. Hijo de hombre porque sufrirá todo tipo de humillaciones, porque no tendrá donde reclinar la cabeza. Une la función del Hijo del Hombre con la del siervo de Yavé humillado, servidor y sufrido.


7. Jesús: Maestro






Es curioso ver que de un total de 58 veces en que aparece la palabra maestro en el Nuevo Testamento, 48 se encuentran en los evangelios, y 41 referido a Jesús. En muchas ocasiones se dice en el evangelio que Jesús enseña a los discípulos y a la gente. La actividad pública de Jesús se caracteriza por su enseñanza, por lo que parece justificado hablar respecta a Él designándolo como Maestro.

Jesús enseña en los lugares públicos de carácter religioso, dirigiéndose a la gente que allí se reúne: en la sinagoga los días de sábado y en el área del templo. Ocasionalmente los evangelios mencionan la actividad de enseñanza al aire libre, o en las plazas de la aldea.

La instrucción de Jesús se dirige a la gente sin distinción alguna o a los discípulos por separado. La forma de enseñanza de Jesús corresponde a la de la tradición bíblica, sapiencial y de las escuelas judías: sentencias proverbiales, semejanzas, parábolas, etc.


8. Jesús: Señor






Superior a todos, de condición divina. El título Señor se refiere más directamente a las relaciones de Cristo con nosotros. La función magisterial de Jesús, según el primer evangelista, tiende a coincidir con la de Señor de los discípulos, hasta el punto de que ninguno de ellos puede arrogarse el título de maestro.

En concomitancia con esta acentuación del papel autorizado de Jesús en el evangelio de Mateo, los discípulos se dirigen a Jesús dándole el título de Señor, mientras que son los demás, los de fuera, los que llaman a Jesús Maestro. También el evangelio de Lucas revela esta tendencia a reservar el uso del título Maestro para los que son extraños al grupo de los discípulos, mientras que estos últimos llaman a Jesús: Señor.


9. Jesús: Hijo de Dios






Jesús al presentar al Padre, indirectamente se está revelando a sí mismo como el Hijo en un sentido único y trascendente. No es que busque su gloria al revelarse como el Hijo; es que al revelar la gloria del Padre, inevitablemente revela la suya propia.

Es en el evangelio de San Juan donde Jesús se presenta como el Hijo en un sentido único y trascendente. La relación única entre ambos la presenta mediante un conocimiento mutuo único (Jn 1, 18: 10, 15; 17, 25), un amor recíproco también exclusivo (Jn 5, 20; 14, 31; 17, 24.26), mediante la unidad de ambos en la acción (Jn 5, 17.19.20.30), que hace que los dos sean una misma cosa (Jn 14, 10; 17, 21-22). De este modo, quien honra al Padre honra al Hijo (Jn 5, 22-27), y quien ve al Hijo ve igualmente al Padre.

Este es el secreto de la vida íntima de Jesús: su filiación divina. Hay en Él, junto a su condición divina, una atracción continua del Padre, un deseo de estar a solas con Él; deseo que a veces sólo puede cumplir quedándose toda la noche de oración tras una jornada agotadora de actividad.






Parece como si la esencia misma de la personalidad de Jesús fuese su relación con el Padre. Era algo obsesivo en Él. Incluso le llamaba Abbá, papá, expresando así la conciencia de su filiación divina. Jesús nos ha introducido por adopción en la relación única filial que Él mantiene con el Padre. Ser cristiano es ser hijo en el Hijo.


10. Jesús: Mesías, el Hijo de Dios vivo




Jesús no se autodesigna nunca como el mesías. Son los otros, los discípulos o la gente quienes lo llaman mesias, christós, o con fórmulas equivalentes como hijo de David.

No sólo Jesús no se presenta nunca como mesías, sino que se muestra reticente y en algunos casos contrario frente a semejante reconocimiento por parte de los demás. Incluso cuando Pedro le confesó como Mesías, les impuso a todos los apóstoles severamente que no hablasen de él a nadie (cf. Mc 8, 30).

Se trata del famoso secreto mesiánico. ¿Por qué? Porque había tendencia de entender el término mesías desde el punto de vista demasiado político y social. Y Jesús quería evitar a toda costa ese significado. No es un mesías político ni social, sino un mesías espiritual, un ungido de Dios, que nos salvó del pecado a través de su pasión y muerte en la cruz.






No vino a instaurar un mesianismo nacionalista judío. Incluso la fuerte acentuación religiosa de su proyecto, que incluye una nueva imagen de Dios-Padre que acoge a los pobres, a los pequeños y desamparados, a los pecadores y a los extranjeros, choca abiertamente con la visión de un mesianismo político.

Además, la propuesta de una síntesis ética que se caracteriza por el amor gratuito y universal que abraza incluso a los enemigos no se presta a la realización de un programa mesiánico de tipo revolucionario y socializante. De hecho, Jesús con sus opciones y sus tomas de posición defraudó las esperanzas mesiánico-nacionalistas.


11. Jesús: Salvador






Jesucristo vino a salvar al hombre, no tanto a las circunstancias molestas. Por eso, aún con la venida de Cristo Salvador, perdura el mal en el mundo, sobre todo el mal físico (cf. Mt 19, 12-13; Mc 1, 14-15). Vino a salvar a todo el hombre: sea en el alma, sea el cuerpo. Y vino a salvar a todos los hombres (cf. Mt 28, 19-20). Esa salvación supuso un cambio interior del hombre. La salvación de Cristo nos hace hombres nuevos.

¿Cómo nos salvó? Encarnándose, muriendo por nosotros, satisfaciendo y reparando nuestro pecado. Nosotros recibimos la salvación reconociéndonos pecadores, abriéndonos a esa salvación en los sacramentos. Estamos llamados a ser co-salvadores con Cristo, mediante nuestro sacrificio, nuestro apostolado directo.


12. Jesús: Siervo de Yahvé






Este calificativo hace referencia al hecho de que está íntimamente unido a Dios y que sufrirá por nosotros.


13. Jesús: Sumo Sacerdote






Sumo Sacerdote, pues es el puente más directo para unirnos a Dios.


14. Jesús: Mediador






Ya que es el intermediario ante Dios de nuestras necesidades.


15. Jesús: Juez






Porque nos juzgará en el último día.


16. Jesús: Santo de Dios






Se le denomina Santo de Dios dado que es Hijo de Dios.


Fuente - Texto tomado de ES.CATHOLIC.NET:

Cómo conseguir el perdón y misericordia de Dios




Comparto con ustedes una hermosa parábola de la que no conozco su autor, pero nos proporciona una gran enseñanza sobre la penitencia y nos hace reflexionar desde lo más profundo de nuestro corazón humano, en el comportamiento y amor de Dios.

Un joven, que había pecado muchísimo y su conciencia estaba con gran remordimiento por haber ofendido a Dios, cierto día se postró ante un Cristo crucificado y acongojado le dijo:

"Señor, sé que he pecado y te he ofendido mucho, ¿qué debo hacer para conseguir tu perdón?"




Con gran sorpresa, observó que el Cristo descolgó su mano derecha y, le entregó una copa diciendo:




"Llénala de agua. Cuando esté llena habrás quedado perdonado"


Resuelto a cumplir con esta penitencia, el pecador recibió la copa y se acercó a una fuente, pero al instante la fuente se secó. No se preocupó mucho, porque pensó que en el valle había un torrente de aguas tumultuosas, a donde se dirigió a toda prisa, una vez llegó jadeante, cuando arrimó la copa el torrente se secó.

Entonces, pensó para sí mismo, que ésta podría ser la penitencia impuesta por Dios: al hacerlo ir de un sitio a otro sin conseguir el objetivo, por lo que nuevamente se quedó tranquilo, porque a pocos días de camino estaba el mar y sobraría suficiente agua para llenar la copa. 

Se puso en camino y tuvo que atravesar montañas y pueblos. Para conseguir su objetivo se propuso no descansar ni un instante. Al fin, a lo lejos, pudo observar el mar, y se llenó de esperanza.

Cuando por fin llegó a la playa, arrimó la copa a las olas... y ¡oh sorpresa! las olas comenzaron a retroceder. Desconsolado, cayó de rodillas y se dijo para sí mismo:

"Si hasta el mar se retira de mi presencia, es que no tendré el perdón de Dios"




Con profunda tristeza empezó a llorar, y a llorar... Las lágrimas brotaban abundantemente de sus ojos e iban cayendo en la copa... Ésta se llenó... ¡con el agua de sus lágrimas!




Con un corazón sincero y arrepentido, conseguimos el perdón de nuestras culpas confesadas y hacemos feliz a Dios y a nuestra conciencia.

Novena por los fieles difuntos (del 24 de octubre al 1 de noviembre)




Se reza, especialmente, del 24 de octubre al 1 de noviembre. También se puede realizar durante el mes de noviembre. 

Rogamos por todas las almas del purgatorio, especialmente por los padres, parientes y amigos, para que logren el descanso eterno.

Esta novena la rezamos por nuestros difuntos o almas del Purgatorio, para que nuestras oraciones y sufragios de buenas obras les aprovechen y lleguen pronto a unirse con Dios en el cielo.





Rezar la oración del día que corresponda y terminar con la oración final y el responso:


Oración Final y Responso


Oh María, Madre de misericordia: acuérdate de los hijos que tienes en el purgatorio y, presentando nuestros sufragios y tus méritos a tu Hijo, intercede para que les perdone sus deudas y los saque de aquellas tinieblas a la admirable luz de su gloria, donde gocen de tu vista dulcísima y de la de tu Hijo bendito.

Oh glorioso Patriarca San José, intercede juntamente con tu Esposa ante tu Hijo por las almas del purgatorio.


V. No te acuerdes, Señor, de mis pecados.
R. Cuando vengas a purificar al mundo en fuego.
V. Dirige, Señor Dios mío, a tu presencia mis pasos.
R. Cuando vengas a purificar al mundo en fuego.
V. Dales, Señor, el descanso eterno y luzca para ellos la luz eterna.
R. Cuando vengas a purificar al mundo en fuego.


Padrenuestro


V. De la puerta del infierno
R. Saca, Señor, sus almas.
V. Descansen en paz.
R. Amén.
V. Señor, oye mi oración.
R. Y llegue a ti mi clamor.


Oremos:


Oh Dios mío, de quien es propio compadecerse y perdonar: te rogamos suplicantes por las almas de tus siervos que has mandado emigrar de este mundo, para que no las dejes en el purgatorio, sino que mandes que tus santos ángeles las tomen y las lleven a la patria del paraíso, para que, pues esperaron y creyeron en ti, no padezcan las penas del purgatorio, sino que posean los gozos eternos.
Por Cristo Nuestro Señor.
Amén.


V. Dales, Señor, el descanso eterno.
R. Y luzca para ellos la luz perpetua.
V. Descansen en paz.
R. Amén.


DÍA PRIMERO




Por la señal,etc.

¡Señor mío, Jesucristo!, Dios y Hombre verdadero, Creador, Padre y Redentor mío; por ser Vos quien sois, Bondad infinita, y porque os amo sobre todas las cosas, me pesa de todo corazón haberos ofendido; también me pesa porque podéis castigarme con las penas del infierno. Ayudado de vuestra divina gracia, propongo firmemente nunca más pecar, confesarme y cumplir la penitencia que me fuere impuesta. Amen.

Señor mío Jesucristo, que quieres que tengamos suma delicadeza de conciencia y santidad perfecta: te rogamos nos la concedas a nosotros; y a los que por no haberla tenido se están purificando en el purgatorio, te dignes aplicar nuestros sufragios y llevarlos pronto de aquellas penas al cielo. Te lo pedimos por la intercesión de tu Madre purísima y de San José.

Terminar con la oración final y el responso.


DÍA SEGUNDO




Por la señal, etc.

Señor mío Jesucristo, etc.

Señor mío Jesucristo, que eres cabeza de todos tus fieles cristianos, que en ti nos unimos como miembros de un mismo cuerpo que es la Iglesia: te suplicamos nos unas más y más contigo y que nuestras oraciones y sufragios de buenas obras aprovechen a las ánimas de nuestros hermanos del purgatorio, para que lleguen pronto a unirse a sus hermanos del cielo.

Terminar con la oración final y el responso.


DÍA TERCERO




Por la señal, etc.

Señor mío Jesucristo, etc.

Señor mío Jesucristo, que a los que pecan castigas con justicia en esta vida o en la otra: concédenos la gracia de nunca pecar y ten misericordia de los que, habiendo pecado, no pudieron, por falta de tiempo, o no quisieron, por falta de voluntad y por amor del regalo, satisfacer en esta vida y están padeciendo ahora sus penas en el purgatorio; y a ellos y a todos llévalos pronto a su descanso.

Terminar con la oración final y el responso.


DÍA CUARTO




Por la señal, etc.

Señor mío Jesucristo, etc.

Señor mío Jesucristo, que exiges la penitencia aún de los pecados veniales en este mundo o en el otro: danos temor santo de los pecados veniales y en misericordia de los que, por haberlos cometido, están ahora purificándose en el purgatorio y líbralos a ellos y a todos los pecadores de sus penas, llevándoles a la gloria eterna.

Terminar con la oración final y el responso.


DÍA QUINTO




Por la señal, etc.

Señor mío Jesucristo, etc.

Señor mío Jesucristo, que a los regalados en esta vida, que no pagaron por su culpa o no tuvieron bastante caridad con el pobre, castigas en la otra con la penitencia que aquí no hicieron: concédenos las virtudes de la mortificación y de la caridad y acepta misericordioso nuestra caridad y sufragios, para que por ellos lleguen pronto a su descanso eterno.

Terminar con la oración final y el responso.


DÍA SEXTO




Por la señal, etc.

Señor mío Jesucristo, etc.

Señor mío Jesucristo, que quisiste que honrásemos a nuestros padres y parientes y distinguiésemos a nuestros amigos: te rogamos por todas las ánimas del purgatorio, pero especialmente por los padres, parientes y amigos de cuantos hacemos esta novena, para que logren el descanso eterno.

Terminar con la oración final y el responso.


DÍA SÉPTIMO




Por la señal, etc.

Señor mío Jesucristo, etc.

Señor mío Jesucristo, que a los que no se preparan a tiempo para la muerte, recibiendo bien los últimos sacramentos y purificándose de los residuos de la mala vida pasada, los purificas en el purgatorio con terribles tormentos: te suplicamos, Señor, por los que murieron sin prepararse y por todos los demás, rogándote que les concedas a todos ellos la gloria y a nosotros recibir bien los últimos sacramentos.

Terminar con la oración final y el responso.


DÍA OCTAVO




Por la señal, etc.

Señor mío Jesucristo, etc.

Señor mío Jesucristo, que a los que vivieron en este mundo demasiado aficionados a los bienes terrenales y olvidados de la gloria, los retienes apartados del premio, para que se purifiquen de su negligencia en desearlo: calma, Señor misericordioso, sus ansias y colma sus deseos, para que gocen pronto de tu presencia, y a nosotros concédenos amar de tal manera los bienes celestiales, que no deseemos desordenadamente los terrenos.

Terminar con la oración final y el responso.


DÍA NOVENO




Por la señal, etc.

Señor mío Jesucristo, etc.

Señor mío Jesucristo, cuyos méritos son infinitos y cuya bondad es inmensa: mira propicio a tus hijos que gimen en el purgatorio anhelando la hora de ver tu faz, de recibir tu abrazo, de descansar a tu lado y; mirándolos, compadécete de sus penas y perdona lo que les falta para pagar por sus culpas. Nosotros te ofrecemos nuestras obras y sufragios, los de tus Santos y Santas; los de tu Madre y tus méritos; haz que pronto salgan de su cárcel y reciban de tus manos su libertad y la gloria eterna.

Terminar con la oración final y el responso.


Fuente - Texto tomado de REINADELCIELO.ORG:

San Antonio María Claret - Obispo y Fundador - Fiesta Octubre 24




  • Nació en la villa de Sallent, provincia de Barcelona, el día 23 de diciembre de 1807.
  • Fue obrero textil en su juventud.
  • Ordenado sacerdote, fundó en Vic la Orden de los Claretianos.
  • Recorrió Cataluña durante varios años predicando.
  • Fundó la Congregación de Misioneros Hijos del Inmaculado Corazón de María.
  • Fue nombrado arzobispo de Santiago de Cuba, cargo en el que se entregó de lleno al bien de las almas. 
  • Como arzobispo de Santiago de Cuba se destacó por su celo evangelizador por lo que recorrió toda su diócesis y sufrió un atentado contra su vida.
  • Habiendo regresado a España, sus trabajos por el bien de la Iglesia le proporcionaron aún muchos sufrimientos.
  • Confesor de la Reina Isabel II de España.
  • Único santo canonizado entre los padres conciliares del Concilio Vaticano I.
  • Escritor evangélico, especialmente de folletos de fácil alcance para todos (jóvenes, trabajadores, casados).
  • Demostró un amor excepcional por la Eucaristía la cual conservaba en su corazón como tabernáculo.
  • Gran devoto de la Santísima Virgen.
  • Patrón de las cajas de ahorro, ya que fundó una en Cuba en beneficio de los pobres.
  • Sus experiencias místicas lo llevaron a levitar (alzarse del suelo).
  • A los 62 años murió en Fontfroide (Francia) el 24 de octubre de 1870.

Un hombre santo


Antonio pasó la prueba de fuego de la castidad en una tentación que le sobrevino un día en que yacía enfermo en la cama. Vio que la Virgen se le aparecía y, mostrándole una corona, le decía:

"Antonio, esta corona será tuya si vences"

De repente, todas las imágenes obsesivas desaparecieron. Siempre la Virgen Santísima sale a la defensa y auxilio de sus hijos.

La suntuosidad cortesana no impidió al P. Claret vivir como el religioso más observante. Cada día dedicaba mucho tiempo a la oración. Su austeridad era proverbial y su sobriedad para las comidas y bebidas, admirable.

Éste era su horario: Dormía apenas seis horas levantándose a las tres de la mañana. Antes que se levantaran los demás tenía dos horas de oración y lectura de la Biblia, luego otra hora con ellos, celebraba su Eucaristía y oía otra en acción de gracias, desde el desayuno hasta las diez confesaba y luego escribía. Lo que peor soportaba era la hora de audiencia hacia las doce. Por la tarde predicaba, visitaba hospitales, cárceles, colegios y conventos.

Su pobreza era ejemplar: Un día se llevó un susto al llevarse la mano al bolsillo. Le pareció haber encontrado una moneda, pero enseguida se repuso, no era una moneda, sino una medalla. En una ocasión no teniendo otra cosa para poder auxiliar a un pobre empeñó su cruz arzobispal.

San Antonio era un verdadero místico: Varias veces se le vio en estado de profundo ensimismamiento ante el Señor. Un día de Navidad, en la iglesia de las adoratrices de Madrid, dijo haber recibido al Niño Jesús en sus brazos.




En intimidad con el Señor. La clave de toda la espiritualidad de San Antonio es el amor al Santísimo Sacramento, que devoró su corazón durante toda su vida. Este amor es el que le hace transformarse en Cristo, en Cristo paciente y sacrificado. Desde niño acudía con frecuencia a la Santa Misa, reconociendo a Cristo realmente presente en la Eucaristía, fuente de toda su vida. Dice San Antonio:

"Sentía cómo el Señor me llamaba y me concedía el poder identificarme con Él. Le pedía que hiciese siempre su voluntad"


La vivencia de la presencia de Jesús en la Eucaristía, en la celebración de la Misa o en la adoración de Jesús Sacramentado era tan profunda que no la sabía explicar:

"Sentía y siento su presencia tan viva y cercana que me resulta violento separarme del Señor para continuar mis tareas ordinarias"

Un privilegio incomparable del que fue objeto fue la conservación de las especies sacramentales de una comunión a otra durante nueve años. Así lo escribió en su Autobiografía:




"El día 26 de agosto de 1861, hallándome en oración en la iglesia del Rosario de La Granja, a las siete de la tarde, el Señor me concedió la gracia grande de la conservación de las especies sacramentales, y tener siempre día y noche el santísimo sacramento en mi pecho. Desde entonces debía estar con mucho más devoción y recogimiento interior. También tenía que orar y hacer frente a todos los males de España, como así me lo manifestaba el Señor en otras oraciones"

Esta presencia, casi sensible, de Jesús en el P. Claret debió ser tan grande, que llegó a exclamar:

"En ningún lugar me encuentro tan recogido como en medio de las muchedumbres"

Devoción a la Virgen María,
Madre y Maestra


Imagen de los dos corazones
que colgaba en su cuarto


Desde niño, la devoción y el amor a la Santísima Virgen marcaron la vida de San Antonio. La Virgen Santísima era para él la estrella que le guiaba en su vida. Siempre la visitaba en el altar de su parroquia y se imaginaba que sus oraciones subían al cielo por unos "hilos misteriosos". Le gustaba visitar a la Santísima Virgen en su santuario de Fusimaña.

De niño, todos los días rezaba una parte del Santo Rosario y cuando mayor lo rezaba completo, los quince misterios todos los días. Era gran devoto del Santo Rosario a tal punto que la Virgen le dijo un día:

"Tú serás el Domingo de estos tiempos. Promueve el Santo Rosario"

Pasaba largo tiempo frente a una imagen de la Virgen haciendo sus oraciones y rezos, y hablándole con cordialidad y confianza, porque estaba convencido de que la Santísima Virgen lo escuchaba... 





En obsequio a la Virgen María se abstenía no sólo de pecados mortales, sino hasta de veniales, de faltas e imperfecciones, y aún se abstenía de cosas lícitas, sólo para mortificarse y abstenerse de alguna cosa en obsequio a María Santísima. Él amaba a María, pero María le amaba más a él, pues siempre le concedía lo que pedía y aún cosas que nunca pidió, le concedió. La Virgen Santísima lo libró de enfermedades, de peligros y aún de la muerte muchas veces, por mar o por tierra; le libró de tentaciones y de ocasiones de pecar. Decía el Santo:





"Ya veis cuánto importa ser devoto de María Santísima. Ella os librará de males y desgracias de cuerpo y alma. Ella os alcanzará los bienes terrenales y eternos... Rezadle el Santo Rosario todos los días con devoción y fervor y veréis cómo María Santísima será vuestra Madre, vuestra abogada, vuestra medianera, vuestra maestra, vuestro todo después de Jesús"

En otro lado dice:

"Ni en mi vida personal, ni en mis andanzas misioneras podía olvidarme de la figura maternal de María. Ella es todo corazón y toda amor. Siempre la he visto como Madre del Hijo amado y ésto la hace Madre mía, Madre de la Iglesia, Madre de todos. Mi relación con María siempre ha sido muy íntima y a la vez cercana y familiar, de gran confianza. Yo me siento formado y modelado en la fragua de su amor de Madre, de su Corazón lleno de ternura y amor. Por eso me siento un instrumento de su maternidad divina. Ella está siempre presente en mi vida y en mi predicación misionera. Para mí, María, su Corazón Inmaculado, ha sido siempre y es mi fuerza, mi guía, mi consuelo, mi modelo, mi Maestra, mi todo después de Jesús"

"Oh Virgen Madre de Dios... soy hijo y misionero vuestro, formado en la fragua de vuestra misericordia y amor..."

Fuente - Texto tomado de CORAZONES.ORG: