miércoles, 9 de octubre de 2019

Oración de la Sangre de Cristo



Señor Jesús, en tu nombre
y con el Poder de tu Sangre Preciosa
sellamos toda persona,
hechos o acontecimientos
a través de los cuales
el enemigo nos quiera hacer daño.

Con el Poder de la Sangre de Jesús 
sellamos toda potestad destructora
en el aire, en la tierra, en el agua, en el fuego, 
debajo de la tierra, en las fuerzas satánicas 
de la naturaleza, en los abismos del infierno, 
y en el mundo en el cual nos movemos hoy.

Con el Poder de la Sangre de Jesús
rompemos toda interferencia y acción del maligno. 
Te pedimos Jesús que envíes a nuestros hogares 
y lugares de trabajo a la Santísima Virgen 
acompañada de San Miguel, San Gabriel, San Rafael
y toda su corte de Santos Ángeles.

Con el Poder de la Sangre de Jesús 
sellamos nuestra casa, todos los que la habitan 
(nombrar a cada una de ellas), 
las personas que el Señor enviará a ella, 
así como los alimentos y los bienes
que Él generosamente nos envía
para nuestro sustento.

Con el Poder de la Sangre de Jesús
sellamos tierra, puertas, ventanas, 
objetos, paredes, pisos y el aire que respiramos,
y en fe colocamos un círculo de Su Sangre
alrededor de toda nuestra familia.

Con el Poder de la Sangre de Jesús
sellamos los lugares en donde vamos 
a estar este día, y las personas, empresas 
o instituciones con quienes vamos a tratar 
(nombrar a cada una de ellas).

Con el Poder de la Sangre de Jesús
sellamos nuestro trabajo material y espiritual, 
los negocios de toda nuestra familia, 
y los vehículos, las carreteras, los aires, 
las vías y cualquier medio de transporte 
que habremos de utilizar.

Con Tu Sangre preciosa sellamos los actos,
las mentes y los corazones de todos los habitantes 
y dirigentes de nuestra Patria a fin de que 
Tu Paz y Tu Corazón al fin reinen en ella.

Te agradecemos Señor por Tu Sangre
y por Tu Vida, ya que gracias a Ellas 
hemos sido salvados y somos
preservados de todo lo malo. 

Amén.

Fuente - Texto tomado de EWTN.COM:

PSICOLOGÍA - La Razón y la Emoción en Política - Claves psicológicas del fanatismo político



Por Enrique Echeburúa

Concepto

El fanatismo es una actitud caracterizada por una adhesión intolerante a unos ideales (políticos, étnicos o religiosos) que pueden llevar en algunos casos a conductas destructivas.

En las personas fanáticas hay una amalgama de componentes:

  • Afectivos (la exaltación emocional)
  • Cognitivos (el valor absoluto de las creencias)
  • Comportamentales (las conductas impositivas contra quienes piensan distinto)

El predominio de la convicción emocional sobre la coherencia racional (pensamiento mágico) –las ideas son discutibles; las creencias, no- lleva a la ofuscación de la conciencia. Los fanáticos, que creen estar en posesión de la verdad, cargan su pensamiento de odio para compensar su falta de racionalidad. El fanatismo supone un ahorro de energía psicológica porque no requiere de ningún trabajo intelectual (no se ponen en cuestión las ideas), elimina la incertidumbre, ofrece seguridad y proporciona el apoyo emocional del grupo.

Las creencias fanáticas aluden a los registros más primitivos del ser humano. El extremismo fanático se asienta en la inseguridad. Esta actitud suele proceder de una incapacidad de pensar y de un sentimiento de inferioridad, que muchas veces pueden aparecer revestidos como de superioridad. Los fanáticos son personas rígidas con ideas sobrevaloradas y con estilos de pensamiento tendentes a reducir informaciones complejas a elementos simples: adhesión inquebrantable a una idea, intolerancia al cambio y visión unilateral de la realidad. Esto constituye la base del dogmatismo en cuanto ideología cerrada y con creencias invariables. También son personas elementales intelectualmente, con un pensamiento dicotómico a nivel cognitivo (las ideas o las personas son buenas o malas), a nivel emocional (empatía solo con el endogrupo) y a nivel moral (valores compartidos solo con el endogrupo). Así, son personas incapaces de trascender su sistema de valores o creencias, que hipervaloran lo propio y desprecian lo ajeno.





Las actitudes fanáticas se aplican especialmente a la religión y a la política. En el ámbito religioso el fanático quiere creer a toda costa algo increíble. Uno no es fanático ante lo evidente, sino a lo que escapa a la racionalidad. Por ello, hay personas inteligentes y racionales en diversas facetas de su vida, pero que, en cambio, pueden ser fanáticas en otras, como en la religión o en la política, que calman sus ansiedades personales.

Enemigo externo


Si las personas se sienten víctimas de una agresión exterior, la única solución puede ser la acción directa y violenta. En estos casos el adversario se convierte en enemigo y se le niega su propia naturaleza como sujeto portador de derechos. De este modo el fanático pasa de la indiferencia al desprecio y del desprecio al odio (Baca, 2003).

Los fanáticos precisan la presencia de un enemigo externo, al que atribuyen todas sus frustraciones, como factor fundamental para conformar una identidad propia y generar una cohesión grupal. Ese es el caldo de cultivo en el que germinan las semillas del odio, que pueden conducir a la venganza y a la violencia. El grupo genera asimismo un contagio emocional. Así, sus miembros muestran una mayor tendencia a adoptar decisiones arriesgadas porque el riesgo se percibe como compartido y, por tanto, como menos amenazador.

En el caso del fanatismo violento el proceso es el siguiente:

a) Una creencia victimista sirve de aglutinador de un grupo.

b) Hay una identificación emocional de cada sujeto con la creencia y con el grupo.

c) Se refuerza la homogeneidad grupal mediante la creación de un enemigo exterior, que puede ser una amenaza para el grupo propio.

d) Ese enemigo no es de los nuestros ni siquiera es “humano” como nosotros.

e) Hay que destruir al enemigo en defensa propia.

Un sistema de creencias así genera mucho fervor, cristaliza esperanzas y funciona como una droga cultural. En resumen, entre los componentes de la violencia figuran el odio, el fanatismo, la glorificación de la violencia y la mentalidad sectaria (Lázaro, 2013).

A efectos de protegerse de los sentimientos de culpa y de conseguir una inmunidad emocional, los fanáticos distorsionan la realidad, atribuyen sus frustraciones a los demás, deshumanizan a las víctimas, considerándolas como un mero obstáculo que se interpone en la consecución de sus ideales, y legitiman con ello su conducta destructiva, a modo de imperativo moral.

El fanático encuentra en el grupo y su mente colectiva un elemento de primer orden para no asumir culpa alguna. El grupo llega incluso a dotar de significado existencial a sus miembros. Formar parte de un movimiento extremista tiene recompensas, como sentir emoción y aventura, sentimiento de camaradería y un alto sentido de la identidad.

Sin embargo...

El fanatismo conlleva unos terribles «efectos secundarios»:

  • Limita la libertad.
  • Empobrece el psiquismo.
  • Incomunica.
  • Limita la autocrítica
  • El afán de superación.
  • Reduce la riqueza de matices de la vida
  • Y en muchos casos desemboca en la negación de la dignidad humana de los otros.

Proceso evolutivo

Convertirse en fanático es resultado de un proceso gradual en el que determinados líderes, la familia (padres o hermanos), las redes sociales o los amigos desempeñan un papel muy importante, sobre todo en la adolescencia, dentro de un marco endogámico e impermeable a influencias externas. Nadie nace odiando. La transmisión generacional de las creencias extremistas se inicia a edades tempranas con un fuerte sentimiento de victimización, que justifica la violencia por el bien de una causa moral superior (Baron-Cohen, 2012).

Cuando, desde la adolescencia, se crece en un grupo que justifica la violencia como una forma de lenguaje para expresar las ideas propias y excluir las ajenas, escuchando una música, adoptando una estética en la vestimenta o leyendo unos determinados libros, que proclaman ese mismo mensaje una y otra vez, se termina por interiorizarlo, sobre todo si la persona se desenvuelve en un medio cerrado y excluyente.

Pertenecer a un grupo que manipula emociones, destruye la individualidad y los lazos afectivos con el entorno y deshumaniza al adversario es un elemento clave en la radicalización fanática. Lo que el grupo ofrece es la materialización de un sueño, la búsqueda de aventura y la gloria inmediata. Así, hacer daño a los enemigos puede convertirse en un deber. El grupo puede convertir el acto de practicar la violencia en algo rutinario. Vengar las humillaciones es un acicate poderoso.

Personas vulnerables

Las personas son más vulnerables al fanatismo y a la violencia cuando:

  • Acumulan frustraciones repetidas procedentes de un entorno percibido como hostil (sentimientos de humillación y venganza).
  • Carecen de un proyecto existencial propio y de una identidad personal y presentan ciertas características psicológicas (sugestionabilidad, hipersensibilidad emocional, con poca disposición al razonamiento e intolerancia a las críticas, autoestima baja, impulsividad o dependencia emocional de otras personas a quienes confieren un liderazgo incondicional).(Echeburúa y Corral, 2004).

La pertenencia a un grupo extremista puede dar sentido a la vida desnortada de muchos jóvenes de este perfil, que carecen con frecuencia de un apego familiar sólido, no han desarrollado sentimientos de compasión y han crecido movidos por el odio. Las personas con este perfil se dejan tentar y sucumben fácilmente a los cantos de sirena de la violencia contra los otros, sobre todo cuando son sometidas a un proceso de lavado de cerebro. El fanatismo se ha convertido así en una utopía global disponible para jóvenes que, por diversos motivos, no se encuentran a gusto en el mundo y necesitan una coartada para sus venganzas.

Trastornos mentales


Sin embargo, muchos fanáticos no tienen un trastorno mental (una cosa es la irracionalidad y otra bien distinta la locura) ni siquiera son psicópatas porque, a diferencia de estos, saben prodigar cariño a sus familias y amistades y cumplen habitualmente con sus obligaciones cotidianas. Entre ellos puede haber una amalgama de idealistas apasionados, de iluminados violentos y de fanáticos narcisistas criminales.

Muchos fanáticos son ignorantes, pero con una actitud a adscribir motivaciones malévolas a la gente y con una gran carga de odio basada en una visión totalmente distorsionada (incluso paranoica) de la realidad. Y el odio es una energía motivacional muy importante. El odio se puede transformar en un deseo de venganza.

Factores de protección


Ser reflexivo y no fanático requiere un psiquismo sano: se debe ser capaz de controlar la angustia que a todos nos produce el hecho de no contar con toda la razón y de pensar que el otro puede tenerla también. Por ello, la tolerancia genuina consiste, en primer lugar, en escuchar al otro, y, en segundo lugar, en admitir que puede tener razón y que su punto de vista me puede enriquecer.

Los prejuicios son actitudes irracionales que son irreversibles por argumentos racionales.

A nivel cognitivo, los aspectos protectores del fanatismo son los siguientes:

a) Flexibilidad y tolerancia a la ambigüedad, debiéndose tomar decisiones en contextos de incertidumbre.

b) Capacidad para poder integrar aspectos contradictorios de uno mismo, de otras personas o de situaciones extremas.

A nivel preventivo, el sistema educativo y familiar debería inculcar en los jóvenes los siguientes valores:

1. La vida humana es el máximo valor a salvaguardar, y esta no puede ser sacrificada ni violentada por ninguna idea ni proyecto político.

2. Vivimos en un sistema democrático, aún con sus imperfecciones, que hay que defender porque protege las vidas y libertades de sus ciudadanos.

3. No todos los proyectos políticos son igualmente legítimos y éticos. Se deben rechazar aquellos que violen los derechos humanos.

4. Todos los ciudadanos, independientemente de sus ideas políticas, su religión o su raza, son igualmente seres humanos y tienen los mismos derechos y deberes.

Referencias

Baca, E. (2003). La construcción del enemigo. En E. Baca y M.L. Cabanas (Eds.), Las víctimas de la violencia (pp. 13.28). Madrid: Triacastela.
Baron-Cohen, S. (2012). Empatía cero. Nueva teoría de la crueldad. Madrid: Alianza.

Echeburúa, E. y Corral, P. (2004). Raíces psicológicas del fanatismo político. Análisis y Modificación de Conducta, 30, 161-176.

Lázaro, J. (2013). La violencia de los fanáticos. Madrid: Triacastela.

Fuente - Texto tomado de EUROMIND.GLOBAL:
http://euromind.global/es/claves-psicologicas-del-fanatismo-politico/

La ciencia confirma que: Familia que reza unida se mantiene unida


Sagrada Familia: Jesús, José y María
Informes centrados en la relación entre religión y psicología son muy concluyentes en este aspecto.

Fuente: Revista Vive

La famosa frase del sacerdote Patrick Peyton: “Familia que reza unida, permanece unida”, fue confirmada por distintos estudios científicos. Se llegó a la conclusión de que las familias que rezan juntas están más unidas, son más felices y por consiguiente viven mejor. 

Estos informes centrados en la relación entre religión y psicología son muy concluyentes en este aspecto.

La oración reduce el estrés y mejora la salud


Clay Routledge, profesor de Psicología en la Universidad Estatal de Dakota del Norte ha recogido la literatura científica publicada al respecto. Ha llegado a la conclusión de que la oración, y más en familia, ayuda a ser más paciente convirtiendo a las personas en más tolerantes con respecto al entorno más cercano. Además, tal y como recoge UCCR, tiene ventajas por las que muchas personas pagan a profesionales: mejora la salud y reduce el estrés.

“Hay una evidencia que indica que la oración, un comportamiento asociado a la religión, puede ser útil para los individuos y para la sociedad”

Este estudio no entraba en los aspectos teológicos sino en los efectos que la práctica religiosa y la oración tiene en las personas. También en las consecuencias son beneficiosas no sólo para el alma sino también para el cuerpo.

Y no son cosas imposibles. Si una familia pasa un rato unida rezando, durante ese tiempo no está enganchada a la televisión, al celular o la tablet provocando una mayor interacción entre los miembros de la familia.

Se genera un impacto en niños y adolescentes



El departamento de Sociología de la Universidad de Carolina del Norte, realizó un estudio centrado en los adolescentes estadounidenses. En este llegó a la conclusión de que los niños cuyos padres rezan juntos tienen una mejor relación con ellos. Aunque los pequeños no hayan participado en ese momento de oración, la paz que generan se transmite también a los niños.

Otro informe de la Universidad Estatal de Florida menciona también que ésta incidía en los efectos positivos que la oración genera en una pareja puesto que aumenta la confianza mutua entre ellos.

La oración, también clave en la enfermedad



Los efectos de la oración son muy visibles en las personas. No sólo a la hora de unir a la familia sino para afrontar acontecimientos difíciles. Que se lo digan a Alexis Carrel, Nobel de Medicina, que se convirtió en Lourdes cuando provenía de un ateísmo radical. Y lo que más le llamó precisamente la atención fue la oración. Ésta es su reflexión sobre los efectos de la oración en las personas:

“Cuando la oración es habitual y verdaderamente ferviente, su influencia se hace muy clara. Consiste en una especie de transformación mental y orgánica. Esta transformación se opera de manera progresiva. Se diría que en la profundidad de la conciencia se enciende una luz. El hombre se ve tal como es. (…) Poco a poco se produce un apaciguamiento interior; una armonía de las actividades nerviosas y morales, una mayor resistencia frente a la pobreza, la calumnia, las preocupaciones. Una mayor capacidad de soportar sin desfallecer la pérdida de los suyos, el dolor, la enfermedad, la muerte. Así, el médico que ve un enfermo que se pone a orar puede alegrarse. La calma engendrada por la oración es una poderosa ayuda para la terapéutica.

La oración no puede compararse con la morfina puesto que la oración determina, al mismo tiempo que la calma, una integración de las actividades mentales, una especie de florecimiento de la personalidad. A veces, heroísmo. La pureza de la mirada, la tranquilidad del porte, la serena alegría de la expresión, la virilidad de la conducta y, cuando es necesario, la simple aceptación de la muerte del soldado o del mártir, traducen la presencia del tesoro escondido del espíritu”.

Somos una gran familia; recemos juntos:



El Santo Rosario

Fuente - Texto tomado de ES.CATHOLIC.NET: