domingo, 15 de septiembre de 2019

Nuestra Señora de las Lajas - Fiesta Septiembre 16


Nuestra Señora de Las Lajas
Fiesta Septiembre 16

Es una advocación mariana venerada en el santuario de su mismo nombre, en el sur de Colombia desde el siglo XVIII.

Historia

En el siglo dieciocho, en Colombia, María Meneses de Quiñones, que descendía de caciques indígenas de Potosí, solía caminar la distancia de seis millas y un cuarto que separaban su villa de otra llamada Ipiales, ubicado en el Departamento de Nariño en los límites con la frontera del Ecuador.

Un día de 1754, cuando ella se acercaba al puente encima del río Guáitara, en un sitio de nombre Las Lajas (las piedras planas y lisas), se desató una terrible tormenta. Muy asustada, la pobre indígena, se refugió en una cueva al lado del camino. Sintiéndose angustiada y sola, comenzó a invocar a Nuestra Señora del Rosario, cuyo patrocinio se había hecho popular en la región gracias a los Dominicos.

Entonces, sintió que alguien le tocó la espalda y la llamó. Ella se volteó, pero no vio nada. Con gran miedo, huyó a Potosí. Días después, María regresó a Ipiales, llevando en la espalda a su hijita Rosa, que era sordomuda. Cuando llegaron a la cueva del Guáitara, ella se sentó a descansar sobre una piedra. No había terminado de acomodarse, cuando la niña se bajó de su espalda y comenzó a treparse en las piedras de la cueva, exclamando:

"¡Mami! ¡Mami!, ¡Aquí hay una señora blanca con un niño en sus brazos!"
María estaba fuera de sí del espanto, pues era la primera vez que oía a su hija hablar. Y, más aún, no veía por ninguna parte las figuras que la niña describía. Muy nerviosa y con temor, colocó a la niña sobre su espalda y se fue para Ipiales. Allí les contó a parientes y amigos lo sucedido, pero nadie le creyó.

Una vez que María arregló sus asuntos en Ipiales, regresó a su casa en Potosí. Cuando llegó al sitio donde se hallaba la cueva, sin vacilar, pasó por el frente de la entrada, y entonces Rosa gritó:
"¡Mami! ¡La señora blanca me está llamando!"
María no podía ver nada. Asustada en extremo, se apresuró a llevarse a la niña lejos de allí. Cuando llegó a casa, hizo el relato a sus amistades de lo que le había pasado. De esta manera, muy pronto la región entera supo del misterio de la cueva, la cual todos conocían, pues quedaba al pie de un camino muy transitado.

Aparición de la 
Virgen con el Niño Jesús


Unos días después, Rosa desapareció de su casa. María, angustiadísima, la buscó por todas partes, pero no la halló, hasta que su corazón de madre la hizo caer en la cuenta de que su hija debía haber ido a la cueva, pues a menudo decía que la mujer blanca la llamaba. Así pues, se apresuró a la cueva del Guáitara y se alegró muchísimo de que su corazón de madre no la había engañado. Vio a su hija arrodillada frente a la mujer blanca y jugando, cariñosa y familiarmente, con el Niño, el cual había bajado de los brazos de su madre para permitirle a la niña disfrutar su divina y sublime ternura. María cayó de rodillas ante este hermoso espectáculo; había visto a la Santísima Virgen por primera vez.

Temerosa del menosprecio de sus parientes y vecinos, que no le habían creído lo que ya les había contado, María prefirió callar al respecto. Comenzó a frecuentar la cueva, y, poco a poco, la llenó de flores silvestres y velas de sebo, que su hija le ayudó a pegar en la vía de piedra.

Pasó el tiempo, y el secreto lo sabían sólo María y Rosa, hasta el día en que la niña cayó gravemente enferma y pronto murió. María, muy afligida, decidió llevar el cuerpo de la niña a los pies de la Señora del Guáitara. Allí le recordó a la Virgen todas las flores y velas que Rosa le solía llevar, y le pidió que le devolviera la vida.

Milagro asombroso

Sintiéndose presionada por la tristeza de las súplicas maternales que no cesaban, la Virgen Santísima consiguió de su Divino Hijo el milagro de la resurrección de la pequeña Rosa. Llena de alegría, María se fue a Ipiales. Llegó a las diez de la noche. Les contó a todos sus allegados la maravilla ocurrida. Los que se encontraban ya durmiendo, se levantaron; hicieron que tocaran las campanas de la iglesia, y una gran muchedumbre se reunió frente a la iglesia de la villa. Ya estaba amaneciendo, y todos se dirigieron hacia la cueva. Llegaron al rayar el alba.

A las seis de la mañana, se encontraban en Las Lajas. Ya no podía haber duda acerca del milagro; de la cueva brillaban luces extraordinarias. Allí, en la pared de piedra, se hallaba grabada para siempre la imagen de la Santísima Virgen.

Imagen







La imagen está pintada en una piedra laja que tiene 3,20 m. de alto por 2,03 m. de ancho, ubicada en un hueco de 0,58 m. de fondo en la pared del cañón del río Guaítara. El conjunto iconográfico tiene 1,80 m. por 1,22 m. La figura principal corresponde a la de la Virgen del Rosario, de pie sobre una media luna, llevando a Jesús Niño sobre su brazo izquierdo, mientras que con el derecho ofrece el rosario a una de las figuras que la acompañan en cada lado, y que son las de dos frailes santos en actitud orante, y que han sido identificados como Santo Domingo de Guzmán y San Francisco de Asís. El estilo pictórico de la imagen es el de la escuela quiteña de los siglos XVI y XVII, y con el tiempo los devotos la han adornado con alhajas como testimonio de su agradecimiento por los favores recibidos, incluyendo coronas para la Virgen y el Niño Jesús, y estrellas de oro y plata que adornan su manto.

El Santuario de
Nuestra Señora de las Lajas


El precioso santuario estilo gótico está edificado sobre el lugar del milagro en Guáitara, en los Andes colombianos, a 7 km. de la ciudad de Ipiales y 11 km. del puente de Rumichaca que une Colombia y Ecuador. Es un lugar de extraordinaria belleza escogido por la Madre para prodigar su amor. La Basílica también es una obra preciosa edificada sobre la pendiente del río. La imagen se encuentra en el punto central sobre el altar.

Cada 16 de septiembre, fecha de su aparición, millares de peregrinos acuden al santuario para honrar la Virgen y rezar junto con ella.

Uno de los más populares benefactores del templo de las Lajas fue "el ciego Rivera", quien sin la luz de sus ojos recorrió campos, pueblos y ciudades mendigando dinero para comprar materiales con los cuales construirle el santuario a Nuestra Señora. Es el amor a la Madre que no repara en sacrificios con tal de poder levantarle un templo digno de tan Gran Benefactora. Nos podemos imaginar cómo le habrá recompensado Ella en la eternidad.


El arquitecto Espinoza la construyó con obreros que no sabían nada de construcción. Labradores campesinos a los cuales él tenía que enseñarles desde el modo como se hace una formaleta hasta la proporción en que hay que mezclar la arena y el cemento. Pero la buena voluntad pudo más que las dificultades que se presentaban. Y trabajando fueron aprendiendo.

Alrededor de la imagen los fieles devotos le han erigido cuatro templos sucesivamente cada vez más grandes, hasta culminar en el actual santuario, cuya construcción duró 30 años siendo terminado en 1949.

En 1952 el Papa Pío XII le otorgó a la imagen la coronación canónica y al santuario el título de Basílica Menor en 1954.


Autor



El pintor es desconocido. En el manto de la Virgen se ven dos letras: P y B, que algunos autores han propuesto que corresponden a las iniciales del Fraile Pedro Bedón (1555 - 1621), provincial de la Orden de los Dominicos entre 1618 a 1621, pintor, misionero, caminante y viajero por esas tierras.

Otros autores señalan la imposibilidad de dicha autoría por su improbable conservación de aproximadamente 150 años a la intemperie, hasta que fue descubierta en la mitad del siglo XVIII, y se propone también la teoría de su factura milagrosa no humana, con base en sus características físicas como su colorido mate y el hecho de que no la dañen el humo de los cirios o las deyecciones de los insectos y palomas.

Qué hermoso que cuando nos presentemos a Jesucristo en el día del juicio para que nos señale nuestro puesto en la eternidad, le podamos oír decir:

"He oído a mi Madre hablar bien de ti"
Fuente - Texto tomado de IPITIMES.COM:

Fuente - Texto tomado de ES.WIKIPEDIA.ORG:

Los 7 Dolores de la Virgen María






Los Siete Dolores de la Virgen María


1. La profecía de Simeón en la Presentación del Niño Jesús.
2. La huída a Egipto con Jesús y José.
3. La pérdida de Jesús.
4. El encuentro de Jesús con la cruz a cuestas camino del calvario.
5. La crucifixión y la agonía de Jesús.
6. La lanzada y el recibir en brazos a Jesús ya muerto.
7. El entierro de Jesús y la soledad de María.


    Los siete dolores y su meditación:







    La profecía de Simeón: Por esta profecía se le revela a María que la misión salvadora de Jesús no será bien recibida por muchos, y que su vida terminará con una dolorosa Pasión y Muerte, durante la cual, una espada de dolor le atravesará a ella el alma.






















    La huida de Egipto: El rey Herodes está furioso por el nacimiento de Jesús y se propone matarlo. El dolor de la Virgen María es el dolor de la Madre que ve amenazada la vida de su recién nacido, que es el Hijo de Dios, El Mesías.



















    El niño Jesús perdido en el Templo: Fue el dolor más sensible, porque en todos los otros tuvo consigo a su querido Hijo; mas éste lo sufrió apartada de Él.
















    Encuentro de Jesús y María camino al Calvario: Jesús va cargando la pesada Cruz, su rostro está bañado de sangre, sus facciones desfiguradas por la multitud de golpes y por el dolor. María va siguiendo sus pasos para ser crucificada junto a Él.





















    La crucifixión: Su Inmaculado Corazón no miraba la pena propia, miraba la Pasión y Muerte del Hijo tan Amado. Todas las penas de la crucifixión las sufrieron los dos. Se ofrecían dos holocaustos: el cuerpo de Jesús y el corazón de María.
























    El cuerpo de Jesús es bajado de la cruz: Al tenerlo en sus brazos, María ve de cerca la gravedad y profundidad de todas las llagas y heridas de su Hijo, reavivando el dolor.


















    El entierro de Jesús: A pesar que sabe que su Hijo va a resucitar, siente un grandísimo dolor al separarse físicamente de Él.











    Nuestro Señor Jesucristo dijo a María Valtorta:






    "Pensad en mi Madre que, desde el momento que me concibió, ha sufrido pensando que era condenado, esta Madre que, cuando me ha dado el primer beso en mi cuerpo de recién nacido, ha presentido las futuras llagas de su Criatura, esta Madre que habría dado diez, cien, miles de veces su vida, con tal de impedir que, en mi vida adulta, llegara el momento de la Inmolación, esta Madre que sabía y que debía desear que se cumpliera ese tremendo acontecimiento, para aceptar la voluntad del Señor, para la gloria del Señor, por bondad hacia la humanidad".

    Por favor leer el siguiente enlace:
    Nuestra Señora la Virgen de los Dolores

    Lectura del Santo Evangelio Según San Lucas 15, 1-32



    1. Solían los publicanos y pecadores acercarse a Jesús para oírle.

    2. Y los fariseos y escribas murmuraban de eso diciendo:
    "Mirad cómo se familiariza con los pecadores, y come con ellos"
    3. Entonces les propuso esta parábola:
    4. "¿Quién hay de vosotros que, teniendo cien ovejas, y habiendo perdido una de ellas, no deje las noventa y nueve en la dehesa, y no vaya en busca de la que se perdió, hasta encontrarla?

    5. En hallándola se la pone sobre los hombros muy gozoso.
     

    6. Y llegado a casa, convoca a sus amigos y vecinos, diciéndoles:

    'Regocijaos conmigo, porque he hallado la oveja mía, que se me había perdido'

    7. Os digo que a este modo habrá más fiesta en el cielo por un pecador que se arrepiente, que por noventa y nueve justos, que no tienen necesidad de penitencia.


    8. O ¿qué mujer, teniendo diez dracmas o reales de plata, si pierde una, no enciende luz, y barre bien la casa, y lo registra todo, hasta dar con ella?

     

    9. Y en hallándola, convoca a sus amigas y vecinas, diciendo:

    'Alegraos conmigo, que ya he hallado la dracma que había perdido'

    10. Así os digo yo, que harán fiesta los ángeles de Dios por un pecador que haga penitencia.

     

    11. Añadió también: un hombre tenía dos hijos.

    12. De los cuales el más mozo dijo a su padre:

    'Padre, dame la parte de la herencia que me toca. Y el padre repartió entre los dos la herencia'

    13. No se pasaron muchos días que aquel hijo más mozo, recogidas todas sus cosas, se marchó a un país muy remoto, y allí malbarató todo su caudal, viviendo disolutamente.

    14. Después que lo gastó todo, sobrevino una grande hambre en aquel país, y comenzó a padecer necesidad.

    15. De resultas púsose a servir a un morador de aquella tierra, el cual le envió a su granja a guardar cerdos.

    16. Allí deseaba con ansia henchir su vientre de las algarrobas y mondaduras que comían los cerdos; y nadie se las daba.

    17. Y volviendo en sí, dijo:

    '¡Ay cuántos jornaleros en casa de mi padre tienen pan en abundancia, mientras que yo estoy aquí pereciendo de hambre!

    18. No: yo iré a mi padre y le diré: Padre mío, pequé contra el cielo, y contra ti:

    19. Ya no soy digno de ser llamado hijo tuyo; trátame como a uno de tus jornaleros' 

    20. Con esta resolución se puso en camino para la casa de su padre. Estando todavía lejos, avistóle su padre, y enterneciéronsele las entrañas, y corriendo a su encuentro, le echó los brazos al cuello, y le dio mil besos.

     

    21. Díjole el hijo:

    'Padre mío, yo he pecado contra el cielo y contra ti: ya no soy digno de ser llamado hijo tuyo'

    22. Mas el padre, por respuesta dijo a sus criados:

    'Presto traed aquí luego el vestido más precioso que hay en casa, y ponédselo, ponedle un anillo en el dedo, y calzadle las sandalias.

     

    23. Y traed un ternero cebado, matadlo, y comamos, y celebremos un banquete.

    24. Pues que este hijo mío estaba muerto, y ha resucitado; habíase perdido, y ha sido hallado.

    Y con eso dieron principio al banquete.

    25. Hallábase a la sazón el hijo mayor en el campo; y a la vuelta, estando ya cerca de su casa, oyó el concierto de música y el baile.

    26. Y llamó a uno de sus criados, y preguntóle qué venía a ser aquello.

    27. El cual le respondió:

    'Ha vuelto tu hermano, y tu padre ha mandado matar un becerro cebado, por haberle recobrado en buena salud'

    28. Al oír ésto, indignóse, y no quería entrar. Salió, pues, su padre afuera y empezó a instarle con ruegos.

    29. Pero él le replicó diciendo:

    'Es bueno que tantos años ha que te sirvo, sin haberte jamás desobedecido en cosa alguna que me hayas mandado, y nunca me has dado un cabrito para merendar con mis amigos.

    30. Y ahora que ha venido este hijo tuyo, el cual ha consumido su hacienda con meretrices, luego has hecho matar para él un becerro cebado'.

    31. 'Hijo mío, respondió el padre, tú siempre estás conmigo, y todos los bienes míos son tuyos.

    32. Mas ya ves que era muy justo el tener un banquete y regocijarnos, por cuanto éste tu hermano había muerto, y ha resucitado; estaba perdido, y se ha hallado'.
    Palabra de Dios,
    Gloria a Ti, Señor Jesús

    Nuestra Señora la Virgen de los Dolores - Fiesta Septiembre 15





    Bajo el título de la Virgen de la Soledad o de los Dolores se venera a María en muchos lugares (15 de septiembre).

    Memoria



    Memoria de Nuestra Señora de los Dolores, que de pie junto a la cruz de Jesús, su Hijo, estuvo íntima y fielmente asociada a su pasión salvadora. Fue la nueva Eva, que por su admirable obediencia contribuyó a la vida, al contrario de lo que hizo la primera mujer, que por su desobediencia trajo la muerte.

    Los Evangelios muestran a la Virgen Santísima presente, con inmenso amor y dolor de Madre, junto a la Cruz en el momento de la muerte redentora de su Hijo, uniéndose a sus padecimientos y mereciendo por ello el título de Corredentora. La representación pictórica e iconográfica de la Virgen Dolorosa, mueve el corazón de los creyentes a justipreciar el valor de la redención y a descubrir mejor la malicia del pecado.

    Un poco de historia



    La fiesta de Nuestra Señora de los Dolores se celebra el 15 de septiembre, y recordamos en ella los sufrimientos por los que pasó María a lo largo de su vida, por haber aceptado ser la Madre del Salvador. Este día se acompaña a María en su experiencia de un muy profundo dolor, el dolor de una madre que ve a su amado Hijo incomprendido, acusado, abandonado por los temerosos apóstoles, flagelado por los soldados romanos, coronado con espinas, escupido, abofeteado, caminando descalzo debajo de un madero astilloso y muy pesado hacia el monte Calvario, donde finalmente presenció la agonía de su muerte en una cruz, clavado de pies y manos.



    María saca su fortaleza de la oración y de la confianza en que la Voluntad de Dios es lo mejor para nosotros, aunque nosotros no la comprendamos. Es Ella quien, con su compañía, su fortaleza y su fe, nos da fuerza en los momentos de dolor, en los sufrimientos diarios. Pidámosle la gracia de sufrir unidos a Jesucristo, en nuestro corazón, para así unir los sacrificios de nuestra vida a los de Ella y comprender que, en el dolor, somos más parecidos a Cristo y somos capaces de amarlo con mayor intensidad.

    ¿Qué nos enseña
    la Virgen de los Dolores?


    La imagen de la Virgen Dolorosa nos enseña a tener fortaleza ante los sufrimientos de la vida. Encontremos en Ella una compañía y una fuerza para dar sentido a los propios sufrimientos.

    Cuida tu fe



    Algunos te dirán que Dios no es bueno porque permite el dolor y el sufrimiento en las personas. El sufrimiento humano es parte de la naturaleza del hombre, es algo inevitable en la vida, y Jesús nos ha enseñado, con su propio sufrimiento, que el dolor tiene valor de salvación. Lo importante es el sentido que nosotros le demos.

    Debemos ser fuertes ante el dolor y ofrecerlo a Dios por la salvación de las almas. De este modo podremos convertir el sufrimiento en sacrificio (sacrum-facere = hacer algo sagrado). Esto nos ayudará a amar más a Dios y, además, llevaremos a muchas almas al Cielo, uniendo nuestro sacrificio al de Cristo.


    Siete gracias concedidas
    por la Santísima Virgen María



    La Santísima Virgen María manifestó a Santa Brígida, que concedía siete gracias a quienes diariamente le honrasen, considerando sus lágrimas y dolores y rezando siete Avemarías:
    1. Pondré paz en sus familias.
    2. Serán iluminados en los Divinos Misterios.
    3. Los consolaré en sus penas y acompañaré en sus trabajos.
    4. Les daré cuanto me pidan, con tal que no se oponga a la voluntad adorable de mi Divino Hijo y a la santificación de sus almas.
    5. Los defenderé en los combates espirituales con el enemigo infernal, y protegeré en todos los instantes de su vida.
    6. Los asistiré visiblemente en el momento de su muerte; verán el rostro de su Madre.
    7. He conseguido de mi Divino Hijo que las almas que propaguen esta devoción a mis lágrimas y dolores, sean trasladadas de esta vida terrenal a la felicidad eterna directamente, pues serán borrados todos sus pecados, y mi Hijo y Yo seremos su consolación y alegría.



    Es la más universal de todas las advocaciones de la Virgen, pues no está vinculada a una aparición, sino que recuerda los dolores que sufrió la Madre de Jesús. Estos son:

    1. La profecía de Simeón
    2. La huida de Egipto
    3. El Niño Jesús perdido en el templo
    4. El encuentro de Jesús y María camino al Calvario
    5. La Crucifixión
    6. El Cuerpo de Jesús es bajado de la Cruz
    7. El entierro de Jesús

    La devoción de los dolores de María es fuente de Gracias porque llega a lo profundo del corazón de Cristo. La Iglesia nos exhorta a entregarnos sin reserva al amor de María y llevar con paciencia nuestra cruz acompañados de la Madre Dolorosa.



    La liturgia de la celebración de los Dolores de la Virgen es de origen Alemán. En 1423 el arzobispo de Colonia, Teodorico de Neurs la instituye para reparar las burlas que los herejes hacían a las imágenes de la Virgen Dolorosa, y en 1727 el Papa Benedicto XIII la propagó a toda la Iglesia. El hecho de que se celebre el 15 de septiembre, se debió a que desde 1688 los religiosos Servitas celebraron en esa fecha, la fiesta de los dolores de la Virgen, fiesta que Pío VII extendió a toda la cristiandad en 1814.

    Nuestra Señora de los Dolores





    Los Siete Dolores de la Virgen María


    1. La profecía de Simeón en la Presentación del Niño Jesús.
    2. La huída a Egipto con Jesús y José.
    3. La pérdida de Jesús.
    4. El encuentro de Jesús con la cruz a cuestas camino del calvario.
    5. La crucifixión y la agonía de Jesús.
    6. La lanzada y el recibir en brazos a Jesús ya muerto.
    7. El entierro de Jesús y la soledad de María.



    Los siete dolores y su meditación:




    La profecía de Simeón: Por esta profecía se le revela a María que la misión salvadora de Jesús no será bien recibida por muchos, y que su vida terminará con una dolorosa Pasión y Muerte, durante la cual, una espada de dolor le atravesará a ella el alma. 










    La huida de Egipto: El rey Herodes está furioso por el nacimiento de Jesús y se propone matarlo. El dolor de la Virgen María es el dolor de la Madre que ve amenazada la vida de su recién nacido, que es el Hijo de Dios, El Mesías.







    El niño Jesús perdido en el Templo: Fue el dolor más sensible, porque en todos los otros tuvo consigo a su querido Hijo; mas éste lo sufrió apartada de Él.







    Encuentro de Jesús y María camino al Calvario: Jesús va cargando la pesada Cruz, su rostro está bañado de sangre, sus facciones desfiguradas por la multitud de golpes y por el dolor. María va siguiendo sus pasos para ser crucificada junto a Él. 









    La crucifixión: Su Inmaculado Corazón no miraba la pena propia, miraba la Pasión y Muerte del Hijo tan Amado. Todas las penas de la crucifixión las sufrieron los dos. Se ofrecían dos holocaustos: el cuerpo de Jesús y el corazón de María.












    El cuerpo de Jesús es bajado de la cruz: Al tenerlo en sus brazos, María ve de cerca la gravedad y profundidad de todas las llagas y heridas de su Hijo, reavivando el dolor.









    El entierro de Jesús: A pesar que sabe que su Hijo va a resucitar, siente un grandísimo dolor al separarse físicamente de Él. Nuestro Señor Jesucristo dijo a María Valtorta:





    "Pensad en mi Madre que, desde el momento que me concibió, ha sufrido pensando que era condenado, esta Madre que, cuando me ha dado el primer beso en mi cuerpo de recién nacido, ha presentido las futuras llagas de su Criatura, esta Madre que habría dado diez, cien, miles de veces su vida, con tal de impedir que, en mi vida adulta, llegara el momento de la Inmolación, esta Madre que sabía y que debía desear que se cumpliera ese tremendo acontecimiento, para aceptar la voluntad del Señor, para la gloria del Señor, por bondad hacia la humanidad".

    Por favor leer el siguiente enlace:
    El Santo Rosario


    Fuente - Texto tomado de ES.CATHOLIC.NET:

    Fuente - Texto tomado de DEVOCIONARIO.COM:
    http://www.devocionario.com/maria/dolores_1.html

    Fuente - Texto tomado de IGLESIA.ORG:

    Fuente - Texto tomado de DEVOCIONESYPROMESAS.COM.AR: 

    Fuente - Texto tomado de DEVOCIONARIO.COM: