jueves, 8 de agosto de 2019

Santa Teresa Benedicta de la Cruz - Edith Stein - Santa Patrona de Europa - Fiesta Agosto 9




Santa Teresa Benedicta de la Cruz, una de las tres santas mujeres a las que el también Santo Papa Juan Pablo II declaró, mediante carta apostólica en forma Motu Proprio el 1 de octubre del año 1999, patrona de Europa junto a Santa Catalina de Siena y a Santa Brígida de Siena, pasando así a engrosar una nómina en la que ya militaban San Benito de Nursia y los hermanos San Cirilo y San Metodio.






Deja claro el Papa el hecho de que la elección es personal: “el motivo que ha orientado específicamente mi opción por estas tres santas se halla en su vida misma”. Y repara especialmente en el hecho de que se haya dirigido su elección hacia tres mujeres:

“Considero particularmente significativa la opción por esta santidad de rostro femenino, en el marco de la tendencia providencial que, en la Iglesia y en la sociedad de nuestro tiempo, se ha venido afirmando, con un reconocimiento cada vez más claro de la dignidad y de los dones propios de la mujer. En realidad, la Iglesia, desde sus albores, no ha dejado de reconocer el papel y la misión de la mujer, aún bajo la influencia, a veces, de los condicionamientos de una cultura que no siempre la tenía en la debida consideración”.





Santa Teresa Benedicta es, de las tres santas seleccionadas para tan alto designio, la más recientemente canonizada, pues lo había sido en año tan próximo como 1998 por el propio San Juan Pablo II, que aporta estas razones para la declaración de Santa Teresa Benedicta como patrona del continente:

“No sólo transcurrió su existencia en diversos países de Europa, sino que con toda su vida de pensadora, mística y mártir, lanzó como un puente entre sus raíces judías y la adhesión a Cristo, moviéndose con segura intuición en el diálogo con el pensamiento filosófico contemporáneo y, en fin, proclamando con el martirio las razones de Dios y del hombre en la inmensa vergüenza de la “shoah” [nombre hebreo del holocausto judío]. Se ha convertido así en la expresión de una peregrinación humana, cultural y religiosa que encarna el núcleo profundo de la tragedia y de las esperanzas del continente europeo”.






Y más adelante:

“Contemplamos hoy a Teresa Benedicta de la Cruz, reconociendo en su testimonio de víctima inocente, por una parte, la imitación del Cordero inmolado y la protesta contra todas las violaciones de los derechos fundamentales de la persona y, por otra, una señal de ese renovado encuentro entre judíos y cristianos que, en la línea deseada por el Concilio Vaticano II, está conociendo una prometedora fase de apertura recíproca. Declarar hoy a Edith Stein copatrona de Europa significa poner en el horizonte del viejo continente una bandera de respeto, de tolerancia y de acogida que invita a hombres y mujeres a comprenderse y a aceptarse, más allá de las diversidades étnicas, culturales y religiosas, para formar una sociedad verdaderamente fraterna”.


Biografía


Edith nace en 1891 en una familia judía de Breslau, territorio por entonces alemán. Iniciada por su madre en la filosofía racionalista y en el abandono de la práctica religiosa, entra en contacto con la espiritualidad cristiana a través de la lectura de Santa Teresa de Jesús, cuyo nombre adopta, y otros místicos. Por este camino llega al bautismo y después a la vida contemplativa en la orden carmelita.





Teresa Benedicta deja una obra escrita en la que destacan títulos como “El problema de la empatía” o “La mujer. Su misión según la naturaleza y la gracia” en la que, como destaca el propio San Juan Pablo II, es “apreciable su militancia en favor de la promoción social de la mujer, y resultan verdaderamente penetrantes las páginas en las que ha explorado la riqueza de la femineidad y la misión de la mujer desde el punto de vista humano y religioso”.

Aunque Teresa Benedicta no reniega en momento alguno de sus raíces judías, ello no le libró de la incomprensión de sus familiares. Como señala San Juan Pablo II “el desacuerdo de su madre, sobre todo, le causó un dolor indecible”...

Edith hizo suyo el sufrimiento del pueblo judío en la feroz persecución nazi. “Sintió entonces -escribe San Juan Pablo II- que en el exterminio sistemático de los judíos se cargaba la cruz de Cristo sobre su pueblo, y vivió como una participación personal en ella su deportación y ejecución en el tristemente famoso campo de Auschwitz-Birkenau”, en el que morirá gaseada a los 51 años de edad el día 9 de agosto de 1942.




Su último testamento:




El telegrama que Edith había enviado a la Priora de Echt antes de ser llevada a Auschwitz, contenía esta declaración:

"No se puede adquirir la ciencia de la Cruz más que sufriendo verdaderamente el peso de la cruz. Desde el primer instante he tenido la convicción íntima de ello y me he dicho desde el fondo de mi corazón: Salve, Oh Cruz, mi única esperanza"

Es beatificada el 1 de mayo de 1987 por el Papa Juan Pablo II y canonizada el 11 de octubre de 1998 por el mismo Papa. Es también patrona de los judíos convertidos.


Fuente - Texto tomado de RELIGIONENLIBERTAD.COM:
http://www.religionenlibertad.com/articulo.asp?idarticulo=37092

Fuente - Texto tomado de CORAZONES.ORG:
http://www.corazones.org/santos/edith_stein.htm

Novena por la Asunción de la Virgen María - Día Cuarto - Agosto 9 de 2019




Cuarto día


En el nombre del Padre,
del Hijo,
y del Espíritu Santo
Amén


“Hijo, ¿Por qué has hecho así con nosotros?”


Versículo introductorio


V. María conservaba todas estas cosas.

R. Meditándolas en su corazón.


Lectura


Lc 2:41-52 - Jesús entre los doctores.


Comentario


La pregunta de María, doliéndose por la pérdida del hijo, se hace lenguaje de amor, de docilidad plena, a la vez que manifiesta su pobreza, su íntima humillación, su dolor, su entrega a los planes divinos.

“Sin embargo es consolador para nosotros saber que también la Virgen preguntó “por qué” a Jesús en una circunstancia de intenso sufrimiento… demostrándonos en esta escena evangélica que la Virgen no siempre, ni inmediatamente comprendió el comportamiento de su Hijo… pero a pesar de ello María creía, confiaba y “conservaba todo esto en su corazón” (Lc 2, 51) (Juan Pablo)

Ante este episodio que nos narra San Lucas, María nos enseña una doble actitud: su silencio ante la respuesta del Hijo y su serenidad y equilibrio, virtudes tan necesarias en nuestra búsqueda constante de Dios, a través de todos los acontecimientos prósperos o adversos, a través de toda la vida, tanto en momentos de gozo como en circunstancias dolorosas y a veces humanamente incomprensibles. María nos muestra el camino: silencio, fe y oración.


Peticiones





a) Señor, por intercesión de la Virgen María, Virgen oyente, orante y oferente, te pedimos que también nosotros escuchemos y oremos tu Palabra divina y haz que nuestra ofrenda de cada día te sea agradable y sea dedicación a los que sufren para que permanezcamos fieles al evangelio y al espíritu de nuestra Santa Madre Fundadora.


Ave María… y Gloria al Padre


b) Señor, por intercesión de la Virgen María, que permaneció firme y fuerte junto a la cruz de su hijo, te pedimos para que sepamos estar junto a los enfermos y seamos portadores de evangelio, consuelo y paz.


Ave María… y Gloria al Padre


c) Señor, por intercesión de la Virgen María, que fue elevada al cielo y glorificada sobre los coros de los ángeles y santos, te pedimos que Ella mire con materno amor a todos y dirija nuestros pasos y nos impulse a encarnar el espíritu y carisma que vivió Santa María para que, recorriendo el camino de la caridad perfecta, lleguemos un día a la gloria del cielo.


Ave María… y Gloria al Padre


Oración final



Señor, Padre santo, que quisiste que Jesús se quedará en el templo y estuviera a tu plena disposición, concédenos, por intercesión de Santa María, profundizar en el misterio de tu voluntad y haz que seamos verdaderos discípulos de tu Hijo conservando y meditando en nuestro corazón tu Palabra divina. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.


Fuente - Texto tomado de ACIPRENSA.COM:
https://www.aciprensa.com/recursos/cuarto-dia-de-la-novena-por-la-solemnidad-de-la-asuncion-de-la-virgen-maria-1358/

¡INCREÍBLE! - Milagros de Dios en la F1 y en otras carreras del piloto Robert Kubica




Javier Varela | 18 de junio de 2019

El piloto polaco ha sufrido tres graves accidentes que ha superado gracias a su fe católica y al papa Wojtyła​.

Robert Kubica siempre estará agradecido a la vida. Sobre todo porque le ha dado la oportunidad de nacer tres veces:

La primera fue hace 34 años en Cracovia, Polonia.

La segunda en el circuito de Montreal, durante el GP de Canadá en 2007.

Y la tercera, en una carretera a las afueras de Génova en 2011.

Este año, con su regreso al Mundial de Fórmula Uno, el piloto polaco ha recuperado la vida que perdió en aquel accidente de rally: la Fórmula Uno.

«Antes de mi accidente, la Fórmula Uno representaba el 90% de mi vida. Perder todo eso en un día no es fácil. Han sido años muy largos, con períodos difíciles» Robert Kubica

Una pasión, la de los coches, que comenzó cuando apenas había aprendido a caminar en un circuito señalizado con botellas de plástico. Aquel pequeño con aspecto frágil se convirtió en uno de los pilotos de Fórmula Uno con más talento. Siempre disfrutó con la velocidad, aunque a la vuelta de la esquina amenacen más accidentes, lesiones, operaciones y sacrificio. Su aparente fragilidad y un cuerpo que nada tiene que ver con los esculpidos por el resto de compañeros del paddock, y si bajas la mirada y te fijas en su brazo derecho, entiendes que haber regresado este año a la Fórmula Uno sea parte del milagro que ya es de por sí el piloto polaco.





Un brazo arrasado, esquelético, sin apenas musculatura y que no tiene plena movilidad.


Una foto y un milagro




Pero la fe mueve montañas y el caso de Kubica es el mejor ejemplo. Católico ferviente en un ambiente frívolo como el de la Fórmula Uno y donde la máquina deja en un segundo plano al hombre, el piloto polaco lleva una foto de su amado San Juan Pablo II en el mono, así como el nombre del santo en el casco. Muchos dicen que esa compañía en su monoplaza fue lo que le salvó la vida en el GP de Canadá de 2007. Su BMW rodaba a más de 200 km/h cuando embistió al Toyota de Jarno Trulli, voló, impactó contra un muro, cruzó la pista destrozándose hasta quedar hecho añicos y con tan solo el habitáculo intacto. Un escalofrío recorrió el corazón de los aficionados. El casco rosado, blanco y negro quedó inmóvil, pero sólo sufrió un ligero traumatismo craneal y un esguince de tobillo.


Ver video del accidente - GP - Canadá (2007):






Un milagro, sin duda.


«Fue Juan Pablo. Él me salvó»

Atribuyó el polaco sobre el papa fallecido en 2005 al abandonar el Hospital del Sagrado Corazón de Montreal. Un año después del accidente ganó en ese mismo circuito su única carrera en la Fórmula Uno.






Su segundo encuentro con San Juan Pablo II fue el 6 de febrero de 2011, cuando sufrió un espeluznante accidente mientras se divertía en el Rally de Andorra, en las cercanías de Génova. El polaco perdió el control de su Skoda Fabia y uno de los quitamiedos de la carretera se soltó y atravesó el coche desde la parte delantera a la trasera. Tardaron hora y media en rescatarlo del coche. Sufrió fracturas en los brazos y una pierna, hemorragias internas y la mano derecha quedó muy dañada. Se temió por su vida y se pensó en la amputación de la extremidad. Sería un milagro que volviera a pilotar… pero hablamos de Robert Kubica.

Reliquia de San Juan Pablo II






El polaco decidió no rendirse y se agarró a su fe cristiana. Desde el hospital pidió al Arzobispo de su ciudad natal, Cracovia, alguna reliquia del Pontífice polaco que le acompañara en el proceso de recuperación (más de 30 operaciones). El cardenal Dziwisz le entregó dos reliquias (un pedazo de las vestiduras papales y una gota de sangre) en un medallón de oro. Y Robert comenzó su batalla por recuperar su vida en la Fórmula Uno. Volvió a competir en la segunda categoría del Mundial de rallies y ganó el título, pero no era del todo feliz porque su verdadera pasión era la máxima categoría. Pero sus condiciones físicas le imposibilitaban competir allí y llegó a reconocer que iba a ser imposible volver a pilotar un Fórmula 1. Se equivocó.

Volvió a hacerlo en un test en 2017. Hasta ese día no quiso pisar un paddock pues se había prometido a sí mismo que no volvería hasta hacerlo de nuevo como piloto y no como invitado. Tras probar en Renault y Williams, por fin se le abrió la puerta de recuperar un asiento en el Mundial gracias, en buena medida, a llevar de la mano a la petrolera polaca Orlen que, según los medios de su país, invirtió unos 10 millones de dólares. Tras ser el peor equipo en 2018, la llegada del piloto polaco se vio como una bocanada de aire fresco. Pero no ha habido milagro y Williams sigue teniendo los peores coches de la parrilla. Además, a Kubica no le van bien las cosas. Está siendo superado por su compañero -el británico George Russell- y ya son muchas las voces que ponen en evidencia su incapacidad para la competición. Y más después de que uno de sus grandes valedores, Paddy Lowe, se marchara del equipo.

A pesar de las complicaciones, Kubica nunca ha arrojado la toalla, ha preferido mantener una actitud positiva como ha hecho toda su vida y mantener la fe.


«Esto puede sonar extraño, pero estoy disfrutando de estar de vuelta. Probablemente es porque estuve lejos durante mucho tiempo. Sé que estamos sufriendo, y somos lentos, y las carreras son difíciles, pero lo disfruto», confesaba.

Lástima que a Williams no le sirva para mantener en el equipo al piloto milagro de la Fórmula Uno.

Fuente - Texto tomado de ELDEBATEDEHOY.ES:
https://eldebatedehoy.es/noticia/robert-kubica/

Videos tomados de YOUTUBE:
https://www.youtube.com/watch?v=I3psHZ-i9u0

https://www.youtube.com/watch?v=vWukyGxtl8s