miércoles, 24 de julio de 2019

8 Consejos de los Santos de la Iglesia Católica para las tormentas y estrés familiar




Estrés y conflictos en la familia: estos 8 consejos de santos te pueden ayudar.

ReL - 21 de julio de 2019

Queremos a los nuestros y son nuestra prioridad pero, en ocasiones, nuestras relaciones pueden ser complejas. Entonces, ¿de qué manera podemos gestionar situaciones de estrés y lograr el bienestar afectivo en el hogar?

Los santos, explica Cecilia Zinicola en Aleteia, nos enseñan algunas acciones voluntarias con las que podemos superar la falta del viento afectivo de sentimientos positivos y restaurar las relaciones ante las pequeñas o grandes tormentas familiares.


1. Hablar amablemente




San Juan Bosco decía que “la dulzura en el hablar, en el obrar y en el reprender, lo gana todo y a todos”. Es sorprendente cómo un poco de amabilidad ayuda a establecer la armonía en el hogar.

Frente al error, cabe la posibilidad sanadora de corregir la conducta que ha dañado y reparar el dolor en la medida de las posibilidades. Para eso, es útil aprender a conjugar más el verbo rectificar y no olvidarnos de las respuestas afectivas y las palabras positivas.

El refuerzo positivo nos permite conectar con los demás y fortalecer el vínculo para dar seguridad a la persona. También el santo nos aconseja con estas palabras: “Jamás reprendas a tus hermanos ni los humilles en presencia de los demás, sino avísalos siempre ‘in camera caritatis’, o sea dulcemente y estrictamente en privado”.


2. Sonreír frecuentemente





Madre Teresa decía que “la paz comienza con una sonrisa”. En la medida en que nos proponemos sonreír, podemos llegar a crear un hábito natural que nos ayude y al mismo tiempo alivie la carga de los demás.

Sonreír muchas veces es un desafío porque esto implica hacerlo incluso cuando tantas cosas duelen, pero los cristianos conocemos una verdad que nos enseña a llevar las penas con amor de modo que nuestros gestos amorosos traigan consuelo y fortaleza.

La sonrisa no sólo tiene un efecto positivo en nosotros, sino que también es un acto de generosidad para hacer más agradable la vida de los demás, saliendo de nosotros mismos, de nuestro egoísmo y lo que nos parece más cómodo.

La santa nos recuerda esta tarea diaria: “Comienza cada día con una sonrisa, aunque no hayas podido descansar en la noche. Una sonrisa puede cambiar tu suerte y la de aquellas personas que se crucen contigo”.


3. Reunirse y compartir necesidades






San Juan Pablo II decía que “el amor será fermento de paz, cuando la gente sienta las necesidades de los demás como propias y comparta con ellos lo que posee, empezando por los valores del espíritu”.

A veces el campo de interacción es tan estrecho que solo abarcamos las propias necesidades, las propias opiniones, juicios y valoraciones sin tener en cuenta que las personas que nos rodean también tienen las suyas.

Para combatir el estrés familiar necesitamos lograr un equilibrio entre lo que nosotros queremos y lo que otros quieren, entre lo que ambos necesitamos y lo que nos permite conseguir un adecuado bienestar.

El modo de lograr esto es crear y mantener un espíritu de comunidad, sabiendo que todos necesitamos algo y que también tenemos algo que ofrecer. Ser participativo, poner voluntad y un claro deseo por conocer más profundamente a los que nos rodean, alimenta las posibilidades de construir oportunidades y seguir adelante juntos.


4. Pedir perdón y perdonar rápidamente






San Juan Pablo II dijo “no pierdas el tiempo guardando rencor. Déjalo ir de inmediato y continúa con una relación amorosa. Debemos perdonar siempre recordando que nosotros mismos hemos necesitado el perdón”.

El orgullo no tiene cabida en un hogar tranquilo. Por eso debería ser una fórmula amiga la de saber disculparse con facilidad y pedir perdón. De hecho, lo que normalmente ocurre es que tenemos necesidad de ser perdonados mucho más que perdonar a los demás.

La humildad es la verdad sobre uno mismo: nos permite conocer las fortalezas y también las debilidades sobre las que hay que ir trabajando para superarlas. Esta conciencia de las propias debilidades es la que nos motiva a tener acciones de misericordia con los demás, es decir, tratar con “cordia” o “corazón” las “miserias” o “defectos”.

Existe una visión inadecuada bastante generalizada del perdón, que lo percibe como una realidad afectiva, pero como decía la Madre Teresa “el perdón no es un sentimiento sino una acción voluntaria”. Se puede perdonar llorando de dolor por lo que uno le hizo al otro.

El perdón es la acción voluntaria de no odiar, dañar, devolver mal por mal, de no quedarse resentido o sintiendo ira por lo padecido, de no vengarse. Y eso significa elegir “hacer las paces” o buscar la paz con los demás.

Y aunque el perdón no cicatriza inmediatamente las heridas espirituales, restaura los circuitos del amor que con el tiempo tienen efecto cicatrizante. Como decía la Madre Teresa: “Perdona, que perdonando tendrás en paz tu alma y la tendrá el que te ofendió”.


5. Ser pacientes en el amor






Madre Teresa dijo: “Al darle a alguien todo tu amor nunca es seguro de que te amarán de vuelta. No esperes que te amen de vuelta; solo espera que el amor crezca en el corazón de la otra persona, pero si no crece, sé feliz porque creció en el tuyo”.

Hay cosas que nos encantaría oír, pero que posiblemente nunca escuchemos de la boca de los demás. Sin embargo, esta santa nos alienta a no quedarnos en esa sensación de vacío y dar un paso más para perseverar en el amor.

Todo acto de amor verdadero tiene, tarde o temprano, un impacto en el corazón y por tanto, muchas veces el lenguaje que llega a nosotros no es necesariamente verbal. ¡Sepamos esperar y aprendamos a escuchar!

La paciencia genera paz. Cuando permanecemos en el amor que es paciente le damos crédito afectivo al otro. ¿Hasta cuándo nos gustaría que nos den crédito a nosotros? Seguramente la respuesta que esperamos es: para siempre, sin plazo de vencimiento.

El cansancio emocional tiene como fuente principal el invertir mucho y obtener muy poco a cambio. A veces, renunciamos a muchas cosas por atender a nuestros padres, por hacer felices a nuestras parejas y por dar lo mejor a nuestros hijos.

Para hacer frente al estrés familiar y al cansancio emocional hay que llenar nuestro día con actos que contengan amor. Cuando ponemos amor en lo que hacemos, invertimos en los demás pero también en nosotros mismos y nos convertimos en instrumentos de paz.


6. Compartir tiempo de calidad






San Juan Pablo II destinaba parte de su tiempo llevando grupos de jóvenes a la montaña para esquiar o hacer senderismo. Siempre buscaba un tiempo de exclusividad para hablarles, escucharlos y compartir sus experiencias y conocimientos.

Una forma de combatir el estrés familiar es “desconectar”, cambiar de rutinas y romper esos hábitos en los que a veces caemos donde acaba apareciendo el agobio, el cansancio o los reproches.

¿Cuánto tiempo de calidad compartimos en familia? Intenta hacer cosas nuevas, una excursión, una reunión distendida en el campo. Romper con las rutinas es, sin duda, una forma estupenda de hacer frente al estrés e incluso hablar sobre aquellos temas que son importantes en un contexto diferente y más relajado.


7. Abrazarse libremente






San Pablo pidió a los cristianos que “saluden a todos los hermanos con un beso santo” (cf. 1 Tesalonicenses 5:26). Un beso santo es sinónimo de un abrazo hoy: un gesto cálido, amistoso y respetuoso de unidad y consideración amorosa.

Pablo repite la sugerencia a otras cuatro comunidades, como lo hace Pedro cuando les pide a sus seguidores que “se saluden unos a otros con un beso de amor cristiano”. De hecho, el beso de la paz en la Misa proviene de esta antigua tradición.

Abrazarse es un signo de paz, una forma de saludarnos desde el corazón, un recurso que aunque no sepamos qué decir puede decirlo todo. Dale a tus pequeños un apretón. Envuelve tus brazos alrededor de tus hijos grandes. ¡Tu cónyuge probablemente también podría estar necesitando uno aunque no lo pida!

También está comprobado que es una medicina muy efectiva. Abrazarse por solo veinte segundos reduce la presión arterial y aumenta la oxitocina, una hormona que alivia el estrés. Una gran cantidad de abrazos reduce el riesgo de enfermedades del corazón y todos saben que abrazarse hace que los bebés – y los adultos – lloren menos.


8. Orar diariamente





San Juan Pablo II decía: “Pídele a Dios que traiga paz a tu hogar. Levanta las necesidades del día”.

No sólo es importante construir la paz con los demás, sino muy especialmente vivirla en nuestro corazón y también saber pedirla. Dios nunca nos abandona y menos aún en los momentos difíciles.

Cuando le damos a Dios un lugar privilegiado en nuestro hogar, podemos llegar a comprender su amor y así superar el desaliento, la tristeza o el abatimiento que nos conducen al desgano. Él trae la alegría y nos llena de fuerzas para sobrellevar las situaciones que nos generan estrés.

Madre Teresa decía que “la alegría es oración, la señal de nuestra generosidad, de nuestro desprendimiento y de nuestra unión interior con Dios”.


Fuente - Texto tomado de RELIGIONENLIBERTAD.COM:
https://www.religionenlibertad.com/vida_familia/314641159/Estres-y-conflictos-en-la-familia-estos-8-consejos-de-santos-te-pueden-ayudar.html

Santiago El Mayor - Apóstol Año 44 - Fiesta Julio 25




El nombre Santiago, proviene de dos palabras Sant Iacob. Porque su nombre en hebreo era Jacob. Los españoles en sus batallas gritaban: "Sant Iacob, ayúdenos". Y de tanto repetir estas dos palabras, las unieron formando una sola: Santiago.

Fue uno de los 12 apóstoles del Señor. Era hermano de San Juan evangelista. Se le llamaba el Mayor, para distinguirlo del otro apóstol, Santiago el Menor, que era más joven que él. Con sus padres Zebedeo y Salomé vivía en la ciudad de Betsaida, junto al Mar de Galilea, donde tenían una pequeña empresa de pesca. Tenían obreros a su servicio, y su situación económica era bastante buena pues podían ausentarse del trabajo por varias semanas, como lo hizo su hermano Juan cuando se fue a estarse una temporada en el Jordán escuchando a Juan Bautista. Santiago formó parte del grupo de los tres preferidos de Jesús, junto con su hermano Juan y con Simón Pedro. Después de presenciar la pesca milagrosa, al oír que Jesús les decía:



"Desde ahora seréis pescadores de hombres"

Dejó sus redes y a su padre y a su empresa pesquera y se fue con Jesucristo a colaborarle en su apostolado. Presenció todos los grandes milagros de Cristo, y con Pedro y Juan fueron los únicos que estuvieron presentes en la Transfiguración del Señor, y en su Oración en el Huerto de Getsemaní.


¿Por qué lo prefería tanto Jesús?

"Quizás porque (como dice San Juan Crisóstomo) era el más atrevido y valiente para declararse amigo y seguidor del Redentor, o porque iba a ser el primero que derramaría su sangre por proclamar su fe en Jesucristo"

Cuenta el santo Evangelio que una vez al pasar por un pueblo de Samaria, la gente no quiso proporcionarles ningún alimento, y que Santiago y Juan le pidieron a Jesús que hiciera llover fuego del cielo y quemara a esos maleducados. Cristo tuvo que regañarlos por ese espíritu vengativo, y les recordó que Él no había venido a hacer daño a nadie, sino a salvar al mayor número posible de personas. Santiago no era santo cuando se hizo discípulo del Señor. La santidad le irá llegando poquito a poco.

Otro día Santiago y Juan comisionaron a Salomé, su madre, para que fuera a pedirle a Jesús que en el día de su gloria los colocara a ellos dos en los primeros puestos: uno a la derecha y otro a la izquierda. Jesús les dijo:

"¿Serán capaces de beber el cáliz de amargura que Yo voy a beber?"



Ellos le dijeron:

"Sí somos capaces"

Cristo añadió:

"El cáliz de amargura sí lo beberán, pero el ocupar los primeros puestos no me corresponde a Mí el concederlo, sino que esos puestos son para aquellos para quienes los tiene reservado mi Padre Celestial"

Los otros apóstoles se disgustaron por esta petición tan vanidosa de los dos hijos de Zebedeo, pero Jesús les dijo a todos:

"El que quiera ser el primero, que se haga el servidor de todos, a imitación del Hijo del hombre que no ha venido a ser servido sino a servir"




Seguramente que con esta lección de Jesús, habrá aprendido Santiago a ser más humilde. Después de la Ascensión de Jesús, Santiago el Mayor se distinguió como una de las principales figuras entre el grupo de los apóstoles. 




Por eso cuando el rey Herodes Agripa se propuso acabar con los seguidores de Cristo, lo primero que hizo fue mandar cortarle la cabeza a Santiago, y encarcelar a Pedro. Así el hijo de Zebedeo tuvo el honor de ser el primero de los apóstoles que derramó su sangre por proclamar la religión de Jesús Resucitado.




Antiguas tradiciones (del siglo VI) dicen que Santiago alcanzó a ir hasta España a evangelizar. Y desde el siglo IX se cree que su cuerpo se encuentra en la catedral de Compostela (norte de España), y a ese santuario han ido miles y miles de peregrinos por siglos y siglos, y han conseguido maravillosos favores del cielo. El historiador Pérez de Urbel dice que lo que hay en Santiago de Compostela son unas reliquias, o sea restos del Apóstol, que fueron llevados allí desde Palestina.

Es Patrono de España y de su caballería. Los españoles lo han invocado en momentos de grandes peligros y han sentido su poderosa protección. También nosotros si pedimos su intercesión conseguiremos sus favores.

Apóstol Santiago:
Pídele a Jesús que seamos muchos, muchos, los que como tú, nos dediquemos con toda valentía y generosidad a propagar por el mundo la religión de Cristo.

Fuente - Texto tomado de EWTN:
http://www.ewtn.com/spanish/Saints/Santiago_el_Mayor.htm