domingo, 14 de abril de 2019

Santa Liduvina - Patrona de los Enfermos Crónicos - Año 1433 - Fiesta Abril 14


Paciente enferma crónica 

Oración

Santa Liduvina: Alcánzanos de Dios la gracia de aceptar con paciencia nuestros sufrimientos como pago por nuestros pecados y para conseguir la conversión y salvación de muchos pecadores.

Historia

Esta santa es la Patrona de los enfermos crónicos. Ella nos enseña a aprovechar la enfermedad para pagar nuestros pecados, convertir pecadores y conseguir un gran premio en el cielo. El decreto de Roma al declararla santa dice:

Santa Liduvina fue "un prodigio de sufrimiento humano y de paciencia heroica"

Liduvina nació en Schiedam, Holanda, en 1380. Su padre era muy pobre y tenía por oficio el de "celador" o cuidador de fincas. Hasta los 15 años Liduvina era una muchacha como las demás: alegre, simpática, buena y muy bonita. Pero en aquel año su vida cambió completamente. Un día, después de jugar con sus amigos, iban a patinar y en el camino cayó en el hielo partiéndose la columna vertebral.

La pobre muchacha empezó desde entonces un horroroso martirio. Continuos vómitos, jaquecas, fiebre intermitente y dolores por todo el cuerpo la martirizaban todo el día. En ninguna posición podía descansar. La altísima fiebre le producía una sed insaciable. Los médicos declararon que su enfermedad no tenía remedio.

Liduvina se desesperaba en esa cama inmóvil, y cuando oía a sus compañeras correr y reír, se ponía a llorar y a preguntar a Dios por qué le había permitido tan horrible martirio. Pero un día Dios le dio un gran regalo: nombraron de párroco de su pueblo a un verdadero santo, el Padre Pott. Este virtuoso sacerdote lo primero que hizo fue recordarle que:
"Dios al árbol que más lo quiere más lo poda, para que produzca mayor fruto y a los hijos que más ama más los hace sufrir"
Le colocó en frente de la cama un crucifijo, pidiéndole que de vez en cuando mirara a Jesús crucificado y se comparara con Él y pensara que si Cristo sufrió tanto, debe ser que el sufrimiento lleva a la santidad. En adelante ya no volvió más a pedir a Dios que le quitara sus sufrimientos, sino que se dedicó a pedir a Nuestro Señor que le diera valor y amor para sufrir como Jesús por la conversión de los pecadores, y la salvación de las almas.


Santa Liduvina llegó a amar de tal manera sus sufrimientos que repetía:
"Si bastara rezar una pequeña oración para que se me fueran mis dolores, no la rezaría"
Descubrió que su "vocación" era ofrecer sus padecimientos por la conversión de los pecadores. Se dedicó a meditar fuertemente en la Pasión y Muerte de Jesús. Y en adelante sus sufrimientos se le convirtieron en una fuente de gozo espiritual y en su "arma" y su "red" para apartar pecadores del camino hacia el infierno y llevarlos hacia el cielo.
Decía que la Sagrada Comunión y la meditación en la Pasión de Nuestro Señor eran las dos fuentes que le concedían valor, alegría y paz
La enfermedad fue invadiendo todo su cuerpo. Una llaga le fue destrozando la piel. Perdió la vista por un ojo y el otro se le volvió tan sensible a la luz que no soportaba ni siquiera el reflejo de la llama de una vela. Estaba completamente paralizada y solamente podía mover un poco el brazo izquierdo. En los fríos terribles del invierno de Holanda quedaba a veces en tal estado de enfriamiento que sus lágrimas se le congelaban en la mejilla. En el hombro izquierdo se le formó un absceso dolorosísimo y la más aguda neuritis (o inflamación de los nervios) le producía dolores casi insoportables. Parecía que ya en vida estuviera descomponiéndose como un cadáver. Pero nadie la veía triste o desanimada, sino todo lo contrario: feliz por lograr sufrir por amor a Cristo y por la conversión de los pecadores. Y cosa rara: a pesar de que su enfermedad era tan destructora, se sentía a su alrededor un aroma agradable y que llenaba el alma de deseos de rezar y de meditar.

Cuentan las antiguas crónicas que recién paralizada una noche Liduvina soñó que Nuestro Señor le proponía:
"Para pago de tus pecados y conversión de los pecadores, ¿qué prefieres, 38 años tullida en una cama o 38 horas en el purgatorio?"
Y que ella respondió:
"Prefiero 38 horas en el purgatorio"


Y sintió que moría que iba al purgatorio y empezaba a sufrir. Y pasaron 38 horas y 380 horas y 3.800 horas y su martirio no terminaba, y al fin preguntó a un ángel que pasaba por allí:
"¿Por qué Nuestro Señor no me habrá cumplido el contrato que hicimos? Me dijo que me viniera 38 horas al purgatorio y ya llevo 3.800 horas"
El ángel fue y averiguó y volvió con esta respuesta:
"¿Qué cuántas horas cree que ha estado en el Purgatorio?" ¡Pues 3.800! ¿Sabe cuánto hace que Ud. se murió? No hace todavía cinco minutos que se murió. Su cadáver todavía está caliente y no se ha enfriado. Sus familiares todavía no saben que Ud. se ha muerto. ¿No han pasado cinco minutos y ya se imagina que van 3.800?"
Al oír semejante respuesta, Liduvina se asustó y gritó:
"Dios mío, prefiero entonces estarme 38 años tullida en la tierra"
Y despertó. Y en verdad estuvo 38 años paralizada y a quienes la compadecían les respondía:



"Tengan cuidado porque la Justicia Divina en la otra vida es muy severa. No ofendan a Dios, porque el castigo que espera a los pecadores en la eternidad es algo terrible, que no podemos ni imaginar"
En 1421, o sea 12 años antes de su muerte, las autoridades civiles de Schiedam (su pueblo) publicaron un documento que decía:

"Certificamos por las declaraciones de muchos testigos presenciales, que durante los últimos siete años, Liduvina no ha comido ni bebido nada, y que así lo hace actualmente. Vive únicamente de la Sagrada Comunión que recibe"
Santa Liduvina, paralizada y sufriendo espantosamente en su lecho de enferma, recibió de Dios los dones de anunciar el futuro a muchas personas y de curar a numerosos enfermos, orando por ellos. A los 12 años de estar enferma y sufriendo, empezó a tener éxtasis y visiones. Mientras el cuerpo quedaba como sin vida, en los éxtasis conversaba con Dios, con la Santísima Virgen y con su Ángel de la Guarda. Unas veces recibía de Dios la gracia de poder presenciar los sufrimientos que Jesucristo padeció en su Santísima Pasión. Otras veces contemplaba los sufrimientos de las almas del purgatorio, y en algunas ocasiones le permitían ver algunos de los goces que nos esperan en el cielo.

Dicen los que escribieron su biografía que después de cada éxtasis se afirmaba más y más en su "vocación" de salvar almas por medio de su sufrimiento ofrecidos a Dios, y que al finalizar cada una de estas visiones aumentaban los dolores de sus enfermedades pero aumentaba también el amor con el que ofrecía todo por Nuestro Señor.

Cambiaron al santo párroco que tanto la ayudaba, por otro menos santo y menos comprensivo, quien empezó a decir que Liduvina era una mentirosa que inventaba lo que decía. El pueblo se levantó en revolución para defender a su santa y las autoridades para evitar problemas, nombraron una comisión investigadora compuesta por personalidades muy serias. Los investigadores declararon que ella decía toda la verdad y que su caso era algo extraordinario que no podía explicarse sin una intervención sobrenatural. Y así la fama de la santa creció y se propagó.

En los últimos siete meses Santa Liduvina no pudo dormir ni siquiera una hora a causa de sus tremendos dolores. Pero no cesaba de elevar su oración a Dios, uniendo sus sufrimientos a los padecimientos de Cristo en la Cruz.

Y el 14 de abril de 1433, día de Pascua de Resurrección poco antes de las tres de la tarde, pasó santamente a la eternidad. Pocos días antes contempló en una visión que en la eternidad le estaban tejiendo una hermosa corona de premios. Pero aún debía sufrir un poco. En esos días llegaron unos soldados y la insultaron y la maltrataron. Ella ofreció todo a Dios con mucha paciencia y luego oyó una voz que le decía:
"Con esos sufrimientos ha quedado completa tu corona. Puedes morir en paz"
La última petición que le hizo al médico antes de morir fue que su casa la convirtieran en hospital para pobres. Y así se hizo. Y su fama se extendió ya en vida por muchos sitios y después de muerta sus milagros la hicieron muy popular. Tiene un gran templo en Schiedam. Tuvo el honor de que su biografía la escribiera el escritor Tomás de Kempis, autor del famosísimo libro "La imitación de Cristo".

Fuente - Texto tomado de EWTN.COM:

Domingo de Ramos - Abril 14 de 2019



Conmemoración
de la entrada del Señor
en Jerusalén

En este día la Iglesia recuerda la entrada de Cristo, el Señor, en Jerusalén para consumar su misterio pascual. Por esa razón, en todas las misas se hace memoria de esta entrada del Señor: por la procesión o entrada solemne antes de la Misa principal, o por la entrada simple antes de las restantes misas.

El Domingo de Ramos



La liturgia de este día expresa por medio de dos ceremonias, una de alegría y otra de tristeza, los dos aspectos del misterio de la Cruz.

Se trata primero de la bendición y procesión de las Palmas en que todo respira un santo júbilo, el cual nos permite, aún después de veinte siglos, revivir la escena grandiosa de la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén.

Luego viene la Misa, cuyos cantos y lecturas se relacionan exclusivamente con el doloroso recuerdo de la Pasión del Salvador.

Bendición de los ramos
y procesión


En Jerusalén, y en el siglo IV, se leía en este domingo, y en el lugar mismo en que se realizó, el relato evangélico que nos pinta a Cristo aclamado por las turbas como rey de Israel, y tomando posesión de la capital de su reino. Y, en efecto, Jerusalén era imagen del reino de la Jerusalén celestial.

Luego, el obispo cabalgando sobre un jumento, iba desde la cima del Monte de los Olivos hasta la Iglesia de la Resurrección, rodeado de la muchedumbre que llevaba en la mano ramos y cantaba himnos y antífonas.

Semejante ceremonia iba precedida de la lectura del paso del Éxodo, relativo a la salida de Egipto. El pueblo de Dios, acampado a la sombra de las palmeras, junto a las doce fuentes en que Moisés les prometió el maná, era figura del pueblo cristiano que corta ramas de palmeras y manifiesta que su Rey, Jesús, viene a liberar las almas del pecado y a conducirlas a las fuentes bautismales para alimentarlas después con el Maná eucarístico.

La iglesia romana, al adoptar su uso tan bello hacia el siglo IX, añadió los ritos de la bendición de los Ramos. En esa bendición, la Iglesia implora sobre «los que moran en las habitaciones en que se guardan, la salud del alma y cuerpo».

Este cortejo de cristianos que, con palmas en la mano y entonando triunfantes hosannas, aclama todos los años en el mundo entero y a través de todas las generaciones la realeza de Cristo.

"Viendo por la fe ese hecho y su significación roguemos al Señor que, lo que aquél pueblo hizo exteriormente, nosotros lo cumplamos también espiritualmente, ganando la victoria sobre el demonio"

Conservemos religiosamente en nuestras casas uno de los ramos bendecidos. Este sacramental nos alcanzará gracias, por virtud de la oración de la Iglesia, y afianzará nuestra fe en Jesús vencedor del pecado y de la muerte.

Fuente - Texto tomado de EWTN.COM:

Domingo de Ramos - Lectura del Santo Evangelio Según San Lucas 22, 14-71; 23, 1-56


14. Llegada la hora de la cena, púsose a la mesa con los doce apóstoles.

15. Y les dijo:
"Ardientemente he deseado comer este cordero pascual o celebrar esta Pascua con vosotros, antes de mi Pasión.
16. Porque Yo os digo, que ya no lo comeré otra vez, hasta que la Pascua tenga su cumplimiento en el reino de Dios"

17. Y tomando el cáliz dio gracias a Dios, y dijo:
"Tomad, y distribuidlo entre vosotros.
18. Porque os aseguro que ya no beberé del zumo de la vid, hasta que llegue el reino de Dios"
19. Después de acabada la cena tomó el pan, dio de nuevo gracias, lo partió, y dióselo, diciendo:
"Este es mi cuerpo, el cual se da por vosotros: haced esto en memoría mía"
20. Del mismo modo tomó el cáliz después que hubo cenado, diciendo:
"Este cáliz es la nueva alianza sellada con mi sangre, que se derramará por vosotros.
21. Con todo, he aquí que la mano del que me hace traición está conmigo en la mesa.
22. Verdad es que el Hijo del hombre, según está decretado, va a su camino; pero ¡ay de aquel hombre que le ha de hacer traición!"
23. Inmediatamente comenzaron a preguntarse unos a otros quién de ellos podía ser el que tal hiciese.

24. Suscitóse además entre los mismos una contienda sobre quién de ellos sería reputado el mayor, al establecerse el reino del Mesías.

25. Mas Jesús les dijo:
"Los reyes de las naciones las tratan con imperio; y los que tienen autoridad sobre ellas, son llamados bienhechores.
26. No habéis de ser así vosotros; antes bien el mayor de entre vosotros, pórtese como el menor, y el que tiene la precedencia, como sirviente.
27. Porque, ¿quién es mayor, el que está comiendo a la mesa, o el que sirve?  ¿No es claro que quien está a la mesa? No obstante, Yo estoy en medio de vosotros como un sirviente.
28. Vosotros sois los que constantemente habéis perseverado conmigo en mis tribulaciones.
29. Por eso Yo os preparo el reino celestial como mi Padre me lo preparó a Mí.
30. Para que comáis y bebáis a mi mesa en mi reino, y os sentéis sobre tronos para juzgar a las doce tribus de Israel".
31. Dijo también el Señor:
"Simón, Simón mira que Satanás va tras de vosotros para zarandearos, como el trigo cuando se criba.
32. Mas Yo he rogado por ti a fin de que tu fe no perezca; y tú, cuando te conviertas y arrepientas, confirma en ella a tus hermanos".
33. "Señor -respondió él-, yo estoy pronto a ir contigo a la cárcel y aún a la muerte misma"
34. Pero Jesús le replicó:
"Yo te digo, ¡oh Pedro!, que no cantará hoy el gallo, antes que tú niegues tres veces haberme conocido"
joles después:
35. "En aquel tiempo en que os envié sin bolsillo, sin alforja y sin zapatos, ¿por ventura os faltó alguna cosa?"
36. "Nada"
Respondieron ellos.
"Pues ahora, -prosiguió Jesús-, el que tiene bolsillo, llévelo, y también alforja; y el que no tiene espada, venda su túnica, y cómprela.
37. Porque Yo os digo, que es necesario que se cumpla en mí todavía esto que está escrito: Él ha sido contado y sentenciado entre los malhechores. Lo cual sucederá luego; pues las cosas que de Mí fueron pronunciadas, están a punto de cumplirse".
38. Ellos salieron con decir:
"Señor, he aquí dos espadas"
Pero Jesús cortando la conversación, les respondió:
"Basta"
39. Salió, pues, Jesús acabada la cena, y se fue según costumbre hacia el Monte de los Olivos para orar. Siguiéronle así mismo sus discípulos.

40. Y llegado que fue allí les dijo:
"Orad para que no caigáis en tentación"
41. Y apartándose de ellos como la distancia de un tiro de piedra, hincadas las rodillas hacía oración.

42. Diciendo:
"Padre mío, si es de tu agrado, aleja de Mí este cáliz. No obstante, no se haga Mi Voluntad, sino la Tuya"

43. En ésto se le apareció un ángel del cielo, confortándole. Y entrando en agonía, oraba con mayor intención.

44. Y vínole un sudor como de gotas de sangre, que chorreaba hasta el suelo.

45. Y levantándose de la oración, y viniendo a sus discípulos, hallóles dormidos por causa de la tristeza.

46. Y díjoles:
"¿Por qué dormís?, levantaos, y orad, para no caer en tentación"
47. Estando todavía con la palabra en la boca, sobrevino un tropel de gente, delante de la cual iba uno de los doce llamado Judas, que se arrimó a Jesús para besarle.



48. Y Jesús le djio:
"¡Oh Judas!, ¿con un beso entregas al Hijo del hombre?"
49. Viendo los que acompañaban a Jesús lo que iba a suceder, le dijeron:
"Señor, ¿heriremos con la espada?
50. Y uno de ellos hirió a un criado del príncipe de los sacerdotes, y le cortó la oreja derecha.

51. Pero, Jesús, tomando la palabra, dijo luego:
"Dejadlo, no paséis adelante"
Y habiendo tocado la oreja del herido, le curó.

52. Dijo después Jesús a los príncipes de los sacerdotes, y a los prefectos del templo, y a los ancianos que venían contra Él:
"¿Habéis salido armados con espadas y garrotes como contra un ladrón?
53. Aunque cada día estaba con vosotros en el templo, nunca me habéis echado la mano; mas esta es la hora vuestra y el poder de las tinieblas"
54. En seguida prendiendo a Jesús, le condujeron a casa del Sumo sacerdote; y Pedro le iba siguiendo a lo lejos.

55. Encendido fuego en medio del atrio, y sentándose todos a la redonda estaba también Pedro entre ellos.

56. Al cual, como una criada le viese sentado a la lumbre, fijando en él los ojos, dijo:
"También éste andaba con aquel hombre"

57. Mas Pedro lo negó, diciendo:
"Mujer, no le conozco"
58. De allí a poco mirándole otro, dijo:
"Si, tú también eres de aquellos"
Mas Pedro le respondió:
"¡Oh hombre!, no lo soy"
59. Pasada como una hora, otro distinto aseguraba lo mismo, diciendo:
"No hay duda, éste estaba también con Él porque se ve que es igualmente de Galilea"
60. A lo que Pedro respondió:
"Hombre, yo no entiendo lo que dices"
E inmediatamente estando todavía él hablando, cantó el gallo.

61. Y volviéndose el Señor, dio una mirada a Pedro. Y Pedro se acordó luego de la palabra que el Señor le había dicho:
"Antes que cante el gallo, tres veces me negarás"
62. Y habiéndose salido afuera lloró amargamente.

63. Mientras tanto, los que tenían atado a Jesús, se mofaban de Él, y le golpeaban.

64. Y habiéndole vendado los ojos, le daban bofetones, y le preguntaban, diciendo:
"Adivina, ¿quién es el que te ha herido?"
65. Y repetían otros muchos dicterios blasfemando contra Él.

66. Luego que fue de día, se congregaron los ancianos del pueblo, y los príncipes de los sacerdotes y los escribas, y haciéndole comparecer en su concilio, le dijeron:
"Si Tú eres el Cristo, o Mesías, dínoslo"
67. Respondióles:
"Si os lo dijere, no me creeréis.
68. Y si Yo os hiciera alguna pregunta, no me responderéis, ni me dejaréis ir.
69. Pero después de lo que veis ahora, el Hijo del hombre estará sentado a la diestra del poder de Dios"

70. Dijeron entonces todos:
"¿Luego Tú eres el Hijo de Dios?"
Respondióles Él:
"Así es, que Yo Soy, como vosotros decís"
71. Y replicaron ellos:
"¿Qué necesitamos ya buscar otros testigos, cuando nosotros mismos lo hemos oído de su propia boca?"


1. Y levantándose luego todo aquel congreso, le llevaron a Pilatos.

2. Y comenzaron a acusarle, diciendo:
"A Éste le hemos hallado pervirtiendo a nuestra nación, y vedando pagar los tributos a César, y diciendo que Él es el Cristo o el Ungido rey de Israel"
3. Pilatos, pues, le interrogó, diciendo:
"¿Eres Tú el rey de los judíos?"
A lo cual respondió Jesús:
"Así es como tú dices"
4. Pilatos dijo a los príncipes de los sacerdotes y al pueblo:
"Yo no hallo delito alguno en este hombre"
5. Pero ellos insistían más y más, diciendo:
"Tiene alborotado al pueblo con la doctrina que va sembrando por toda la Judea, desde la Galilea, donde comenzó, hasta aquí"
6. Pilatos oyendo Galilea, preguntó si aquel hombre era galileo.

7. Y cuando entendió que era de la jurisdicción de Herodes, remitióle al mismo Herodes, que en aquellos días se hallaba también en Jerusalén.

8. Herodes holgóse sobremanera de ver a Jesús; porque hacía mucho tiempo que deseaba verle, por las muchas cosas que había oído de Él, y con esta ocasión esperaba verle hacer algún milagro.

9. Hízole, pues, muchas preguntas, pero Él no le respondió palabra.

10. Entretanto los príncipes de los sacerdotes y los escribas persistían obstinadamente en acusarle.

11. Mas Herodes con todos los de su séquito le despreció; y para burlarse de Él, le hizo vestir de una ropa blanca, y le volvió a enviar a Pilatos.

12. Con lo cual se hicieron amigos aquel mismo día Herodes y Pilatos, que antes estaban entre sí enemistados.

13. Habiendo, pues, Pilatos, convocado a los príncipes de los sacerdotes, y a los magistrados, juntamente con el pueblo.

14. Les dijo:
"Vosotros me habéis presentado este hombre como alborotador del pueblo, y he aquí que habiéndole yo interrogado en presencia vuestra, ningún delito he hallado en Él, de los que le acusáis.
15. Pero ni tampoco Herodes; puesto que lo remití a Él, y por el hecho se ve que no le juzgó digno de muerte.
16. Por tanto, después de castigado le dejaré libre"
17. Tenía Pilatos que dar libertad a un reo, cuando llegaba la celebridad de la fiesta de la Pascua.

18. Y todo el pueblo a una voz clamó, diciendo:



"Quítale a Éste la vida, y suéltanos a Barrabás"
19. El cual por una sedición levantada en la ciudad y por un homicidio, había sido puesto en la cárcel.

20. Hablóles nuevamente Pilatos, con deseo de libertar a Jesús.

21. Pero ellos se pusieron a gritar, diciendo:
"¡Crucifícale, crucíficale!"
22. Él, no obstante, por tercera vez les dijo:
"¿Pues qué mal ha hecho Éste? Yo no hallo en Él delito ninguno de muerte; así que, después de castigarle, le daré por libre"
23. Mas ellos insistían con grandes clamores pidiendo que fuese crucificado, y se aumentaba la gritería.

24. Al fin Pilatos se resolvió a otorgar su demanda.



25. En consecuencia dio libertad, como ellos pedían, al que por causa de homicidio y sedición había sido encarcelado; y a Jesús le abandonó al arbitrio de ellos.

26. Al conducirle al suplicio echaron mano de un tal Simón, natural de Cirene, que venía de una granja, y le cargaron la cruz para que la llevara en pos de Jesús.



27. Seguíale gran muchedumbre de pueblo, y de mujeres, las cuales se deshacían en llantos, y le plañían.

28. Pero Jesús vuelto a ellas, les dijo:
"Hijas de Jerusalén, no lloréis por Mí; llorad por vosotras mismas y por vuestros hijos.
29. Porque presto vendrán días en que se diga: Dichosas las estériles, y dichosos los vientres que no concibieron, y los pechos que no dieron de mamar.
30. Entonces comenzarán a decir a los montes: Caed sobre nosotros; y a los collados: Sepultadnos.
31. Pues si al árbol verde le tratan de esta manera, ¿en el seco que se hará?"
32. Eran también conducidos con Jesús a la muerte otros dos fascinerosos.

33. Llegados que fueron al lugar llamado Calvario u osario, allí le crucificaron; y con Él a los ladrones, uno a la diestra y otro a la izquierda.



34. Entretanto Jesús decía:
"Padre mío, perdónales, porque no saben lo que hacen"
Y ellos poniéndose a repartir entre sí sus vestidos, los sortearon.

35. El pueblo lo estaba mirando todo, y a una con Él los príncipes hacían befa de Jesús diciendo:
"A otros ha salvado: sálvese, pues, a sí mismo, si Él es el Cristo, o Mesías, el escogido de Dios"
36. Insultábanle no menos los soldados, los cuales se arrimaban a Él, y presentándole vinagre.

37. Le decían:
"Si Tú eres el rey de los judíos, ponte en salvo"
38. Estaba colocado sobre la cabeza de Jesús un letrero escrito en griego, en latín y en hebreo, que decía:




"ÉSTE ES EL REY DE LOS JUDÍOS"
39. Y uno de los ladrones que estaban crucificados, blasfemaba contra Jesús, diciendo:
"Si Tú eres el Cristo, o Mesías, sálvate a Ti mismo y a nosotros"
40. Mas el otro le reprendía, diciendo:
"¿Cómo, ni aún tú temes a Dios, estando como estás en el mismo suplicio?
41. Y nosotros a la verdad estamos en él justamente, pues pagamos la pena merecida por nuestros delitos; pero Éste ningún mal ha hecho"
42. Decía después a Jesús:
"Señor, acuérdate de mí, cuando hayas llegado a tu reino"

43. Y Jesús le dijo:




"En verdad te digo, que hoy estarás Conmigo en el paraíso"
44. Era ya casi la hora de sexta o el mediodía, y las tinieblas cubrieron toda la tierra hasta la hora de nona.

45. El sol se oscureció; y el velo del templo se rasgó por medio.

46. Entonces Jesús clamando con una voz muy grande, dijo:
"Padre mío, en Tus Manos encomiendo mi Espíritu"

Y diciendo ésto, expiró.

47. Así que vio el centurión lo que acababa de suceder, glorificó a Dios diciendo:
"Verdaderamente era Éste un hombre justo"
48. Y todo aquel concurso de los que se hallaban presentes a este espectáculo, considerando lo que había pasado, se volvían dándose golpes de pecho.

49. Estaban al mismo tiempo todos los conocidos de Jesús y las mujeres que le habían seguido desde Galilea, observando de lejos estas cosas.

50. Entonces se dejó ver un senador llamado José, varón virtuoso y justo, oriundo de Arimatea, ciudad de la Judea.

51. El cual no había consentido en el designio de los otros ni en lo que habían ejecutado; antes bien era de aquellos que esperaban también el reino de Dios.

52. Éste, pues, se presentó a Pilatos, y le pidió el cuerpo de Jesús.



53. Y habiéndole descolgado de la cruz le envolvió en una sábana, y le colocó en un sepulcro abierto en peña viva, en donde ninguno hasta entonces había sido sepultado.

54. Era aquel el día que llamaban parasceve, o preparación, e iba ya a entrar el sábado.

55. Las mujeres que habían seguido a Jesús desde Galilea, yendo en pos de José, observaron el sepulcro, y la manera con que había sido depositado el cuerpo de Jesús.

56. Y al volverse, hicieron prevención de aromas y bálsamos; bien que durante el sábado se mantuvieron quietas según el mandamiento de la ley.

Palabra de Dios,
Gloria a Ti, Señor Jesús