miércoles, 3 de abril de 2019

San Francisco Marto - No Mártir - Vidente de la Virgen de Fátima - Muerte 4 de Abril de 1919 (100 años)


San Francisco Marto
Niño Vidente de la Virgen en Fátima
Martirologio Romano

En el lugar de Aljustrel, cerca de Fátima, en Portugal, San Francisco Marto, que, consumido por una enfermedad, siendo todavía niño, brilló por la suavidad de costumbres, la perseverancia en los sufrimientos y en la fe, y también por la asiduidad en la oración. (1919).

Fecha de beatificación: 13 de mayo de 2000 por el Papa San Juan Pablo II.

Nació en Aljustrel (Fátima) el 11 de junio de 1908. Fue bautizado el 20 de junio de 1908.


Cayó victima de la neumonía en diciembre de 1918 y falleció en Aljustrel a las 22 horas del día 4 de abril de 1919. 

Sus restos mortales quedaron sepultados en el cementerio parroquial de Fátima hasta el día 13 de marzo de 1952, fecha en que fueron trasladados para la Basílica de Cova da Iria (lado derecho según se entra). 

Su gran preocupación era la de “consolar a Nuestro Señor”. El Espíritu de amor y reparación para con Dios ofendido, fueron notables en su vida tan corta. Pasaba horas “pensando en Dios”. Según su historia, el pequeño Francisco pasaba largas horas "pensando en Dios", por lo que siempre fue considerado como un contemplativo. 

Su precoz vocación de eremita fue reconocida en el decreto de heroicidad de virtudes, según el que después de las apariciones "se escondía detrás de los árboles para rezar solo; otras veces subía a los lugares más elevados y solitarios y ahí se entregaba a la oración tan intensamente que no oía las voces de los que lo llamaban".

Hoy festejamos de nacimiento de Francisco al Reino de Dios; Francisco junto a su hermana Jacinta son festejados el 20 de febrero.

Oración de Consagración de la Iglesia y el mundo al Inmaculado Corazón de María - San Juan Pablo II - Marzo 25 de 1984




Consagración
de la Iglesia y el mundo
al Inmaculado Corazón de María

Por San Juan Pablo II en unión con los Obispos de todo el mundo. Marzo 25 de 1984.

"Que tu Inmaculado Corazón revele a todos la luz de la esperanza"
1- "Recurrimos a tu protección Santa Madre de Dios".

Al decir las palabras de esta antífona con la cual la Iglesia de Cristo ha orado por siglos, nos encontramos hoy ante ti, Madre, en el año de Jubileo de la Redención.

Nos encontramos unidos con todos los Pastores de la Iglesia, en un lazo particular en el que constituimos el cuerpo y colegio, así como Cristo quiso que los Apóstoles constituyeran un cuerpo y un colegio con Pedro. En el lazo de esta unión, nosotros diremos las palabras de esta acta, en la que nosotros queremos incluir, una vez más, las esperanzas y ansiedades de la Iglesia por el mundo moderno.

Hace 40 años y 10 años después, tu siervo el Papa Pío XII, encontrando ante sus ojos las dolorosas experiencias de la familia humana, encomendó y consagro a tu Inmaculado Corazón el mundo entero, especialmente los pueblos por los que por razón de su situación tu tienes un particular amor y solicitud.

Este mundo de individuos y naciones, también hoy nosotros lo tenemos ante nuestros ojos: el mundo del segundo milenio que ya se acerca, el mundo moderno, nuestro mundo!

La Iglesia, consciente de las palabras del Señor:

"Vayan y hagan discípulos de todas las naciones. Y yo estaré con ustedes siempre hasta el fin de los tiempos" (Mt 28:19-20) ha dado, en el Concilio Vaticano II, una frescura al conocimiento de su misión en este mundo.

Por lo tanto, "Oh Madre de cada individuo y de todos los Pueblos, tu que conoces todos sus sufrimientos y esperanzas, tu que como Madre conoces las luchas entre el bien y el mal, entre la luz y la oscuridad, que aflige al mundo moderno, acepta nuestros clamores, en los que nosotros movidos por el Espíritu Santo dirigimos directamente a tu Corazón.

Acoge con el amor de Madre y Sierva del Señor, al género humano, el que confiamos y consagramos a ti, ya que estamos plenamente preocupados por el destino terreno y eterno de cada individuo y de todos los pueblos.

De manera especial te encomendamos y consagramos a esos individuos y naciones que particularmente necesitan ser encomendados y consagrados.

Hemos recurrido a tu protección Santa Madre de Dios, no deseches nuestras peticiones en nuestras necesidades".

2- Aquí estamos ante ti, Madre de Cristo, ante tu Inmaculado Corazón, deseamos, junto con toda la Iglesia unirnos con la consagración que por amor a nosotros tu Hijo hizo al Padre:

"Por ellos, dijo Jesús, me consagro a mí mismo, para que ellos también sean consagrados en la verdad". Juan 17:19. 

Deseamos unirnos a nuestro Redentor, en esta Su consagración por el mundo y toda la raza humana, por la que, en su divino Corazón, tiene el poder de obtener el perdón y asegurar reparación. El poder de esta consagración dura para siempre y abarca a todos los individuos y naciones. Sobrepasa todo mal que el espíritu de las tinieblas es capaz de traer y que ya ha traído en nuestros tiempos al corazón del hombre y en su historia. 

Con profundidad, sentimos la necesidad de esta consagración de la humanidad y el mundo, nuestro mundo moderno, en unión con Cristo mismo. Ya que la obra redentora de Cristo debe ser compartida en y por el mundo a través de la Iglesia.

"Se bendita por encima de todas las criaturas, tu la Sierva del Señor, quien a plenitud fuiste obediente a la llamada divina. Bendita eres tu, quien está completamente unida a la consagración redentora de tu Hijo. Madre de la Iglesia, ilumina al Pueblo de Dios, por sus sendas de la fe, la esperanza y el amor. Ayúdanos a vivir en la verdad de la consagración de Cristo por toda la familia humana del mundo moderno".

3- Encomendándote Oh Madre, al mundo, cada persona y los pueblos, nosotros también encomendamos a ti esta consagración del mundo, depositándola en tu corazón maternal:

¡Oh Corazón Inmaculado! ¡Ayúdanos a conquistar la amenaza del mal, que con tanta facilidad echa raíces en los corazones de la gente de hoy, y cuyos efectos inconmensurables ya pesan sobre nuestro mundo moderno y parecen bloquear los caminos que conducen al futuro!





- Del hambre de la guerra, líbranos Señora.

- De la guerra nuclear, de la incalculable auto-destrucción, de todo tipo de guerra, líbranos Señora.
- De los pecados contra la vida humana desde su concepción, líbranos Señora.

- Del odio y de la degradación de la dignidad de los hijos de Dios, líbranos Señora.
- De todo tipo de injusticia en la vida de la sociedad, tanto nacional como internacional, líbranos Señora.

- De la disposición para pisotear los Mandamientos de Dios, líbranos Señora.
- De los intentos de sofocar en los corazones humanos la misma verdad de Dios, líbranos Señora.

- De los pecados contra el Espíritu Santo, líbranos Señora.

Acepta Oh Madre de Cristo este grito vertido con todos los sufrimientos de cada ser humano, vertido con los sufrimientos de todas las sociedades. Ayúdanos con el poder del Espíritu Santo vencer todo pecado: los pecados individuales y los pecados del mundo, el pecado en todas sus manifestaciones. Permite que se revele, otra vez en la historia del mundo, el infinito poder salvífico de la Redención: el poder del Amor Misericordioso. Que este poder detenga el mal. Que transforme las conciencias. Que tu Inmaculado Corazón revele a todos la luz de la esperanza.